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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Holix,

aunque nadie comente espero que los lectores estén disfrutando la historia.

Vamos a un 25% aprox. de este fanfic, quédense para más drama y sobre todo amortz!

 

 

Capítulos para que reaparezca Itachi: 00 (ya al próximo)

Capítulos para el seggs: 03

El único realmente alegre con esa noticia era Sasuke, así se lo hizo saber. Ahora debía mantener una mentira por el resto de su vida. No iba a engañarse, estaba genuinamente preocupado por ello; solo esperaba que al nacer el niño lo amara tanto como si se hubiese gestado en su vientre.

 

 

 

 

 

Se tomaron medidas precautorias para que nadie descubriera el engaño. Karin ordenó que la servidumbre fuera limitada en los aposentos del Tsuchikage, no era prudente tener tanto bullicio ahí dentro además le asignarían un ayudante altamente capacitado para atender todas sus necesidades. No había quien se preocupara más por su comodidad que su esposo durante ese periodo de aislamiento; así es, se anunció que después del accidente el embarazo de Deidara era de muy alto riesgo por lo que pasaría los meses que restaban enclaustrado en su habitación, Sasuke se ocuparía de todos los asuntos políticos para no estresarlo con ningún problema.

 

Así sería la vida del rubio. Los siguientes meses su contacto humano se limitaría a Sasuke, Karin y el infiltrado, Naruto.

 

En realidad a ambos donceles los mantenían distanciados. El pelinegro le sugirió a Deidara no relacionarse con el otro rubio pues a fin de cuentas era solo un campesino que les serviría para un propósito y después se iría. Se le había dicho que los sirvientes de Sasuke lo encontraron proveniente de una aldea pobre y destruida, un chico huérfano que solo quería algo de dinero para salir avante y al terminar todo lo callarían con una buena suma para que jamás revelara lo que le estaban haciendo.

 

 

 

Al pasar tanto tiempo solo tuvo la oportunidad de reflexionar sobre cada cosa que había pasado. Repetía cada hecho en su cabeza, ¿demasiadas coincidencias? Así le parecía aunque ya no buscaría alojar añoranzas imposibles que le hacían nudos la mente, olvidaría los malos tragos, no se atormentaría en seguir buscando culpables y especialmente se perdonaría sí mismo para que al salir de nuevo al mundo mostrara una nueva versión de sí mismo. De los hechos que le lastimaron en el ayer solo le quedaría la enseñanza de que sin importar todo ese dolor sobrevivió y seguiría trabajando en su resiliencia, sería duro pero era lo menos que podía hacer.

 

Estaba completamente curado de sus viejas heridas, ya no dolía para nada hacer movimientos. Algunos días se paraba frente a la puerta que unía ambas habitaciones y pensaba si el campesino no estaría igual de aburrido que él. Al menos tenía el consuelo de sus libros, quería pedir que le llevaran algunos pequeños cultivos y plantas para cuidarlas, al menos podía hacer eso ¿no?

 

Quiso llamar a Kurotsuchi pero al salir al pasillo se encontró con una desagradable sorpresa. Ahí estaba Juugo que le prohibió ir a buscarla, ese hombre lo intimidaba, a su lado no se sentía con el poder de un gobernante; si el pelinaranja se acercaba un paso él retrocedía dos, no quería siquiera que se le aproximara.

 

Ya por la noche su esposo lo reprendió por querer salir aunque al final terminó por ceder a sus deseos; claro, lo hizo solo después de insistir en que necesitaba algo con qué distraerse, si no era con sus estudios al menos quería conversar con Naruto. Jamás pasaría eso, el Uchiha no les permitiría ser cercanos.

 

 

 

Lo obstinado del Tsuchikage no se había perdido del todo y le causaba una curiosidad conocer al menos un poco más al campesino que le daría su hijo. Tampoco presionaría demasiado una relación porque después del enclaustramiento terminarían por desconocerse.

 

- ¿No te cansa estar ahí encerrado todo el día? –Hablo Deidara por un lado de la puerta y Naruto levantó los hombros como respuesta aunque sabía que no lo miraban.

 

- No tengo muchas opciones. –Era verdad, maldita sea la hora en que se dejó convencer por Sasuke de ese plan que le causaba incertidumbre.

 

Abrió la cerradura.

 

- Puedes venir si quieres, no diré nada. –Para Deidara era fácil darle instrucciones, después de todo en su mundo Sasuke le perdonaría cualquier cosa. Naruto no estaba tan seguro, él sabía que de hecho el Uchiha no perdonaría a su esposo si se enteraba de esto.

 

A pesar de las dudas el doncel gestante se asomó por la puerta, al menos quería ver bien a la persona a quien estaban engañando. Ese hombre destruido que miró en aquella ocasión era una sombra del que tenía enfrente, totalmente diferente. Su piel había recuperado color, el pelo no se veía desordenado y vestía con elegancia.

 

Su cuarto olía delicioso, la tierra recién regada se mezclaba con la dulzura de las flores. ¿Cómo era posible tener un ambiente tan diferente a unos pasos de distancia?

 

Deidara se giró a mirarlo y le sonrió aunque solo por cortesía. La verdad es que el Tsuchikage sentía aversión hacia ese chico, no solo porque se hubiese acostado con su esposo; algo en su persona no le resultaba agradable o tal vez buscaba encontrarle la mayor cantidad de defectos para no sentirse inferior como doncel ante él. Era una tontería, no debía odiarlo solo porque él sí podía albergar vida en su interior.

 

- ¿Quieres tomar té? En estas épocas de calor no deberíamos estar encerrados todo el día, podríamos morir de deshidratación. –Exageró a modo de relajar el ambiente. Le sirvió un vaso de té frío que le llevaban cada mañana. Se sentaron frente a frente en la mesita. Naruto apenas sí cumplía el primer cuatrimestre y ya era evidente su vientre, en cambio él estaba completamente plano; Karin ya le había comentado que pronto debería usar uno falso al menos por si alguien llegaba a verlo no levantara sospechas.

 

–Lo siento, ¿te incomodo? –Le preguntó al ver que se enderezaba para esconder lo evidente bajo la mesa. Naruto negó aunque avergonzado por ser mirado con tanta persistente. –Es solo que estaba pensando, ¿tú puedes sentir qué será? –De nuevo negó. Debió saber que era una mala idea salir de la habitación, estar con el Tsuchikage le hacía sentir culpa. –Cuando termines tu té puedes regresar a la habitación. –Notaba perfectamente que el chico no disfrutaba de estar juntos y no lo culpaba, su situación era extraordinaria.

 

Al día siguiente lo invitó de nuevo a pasar. No es que quisiera ser demasiado atento con Naruto, tenía una vaga curiosidad por su origen pero tampoco le quitaba el sueño; en realidad lo que deseaba era estar cerca del bebé y al menos tomarle algo de cariño.

 

- ¿Sabes leer Naruto?

 

- No muy bien –respondió sin ánimo. Nunca había sido bueno para el estudio aunque su madre se había esforzado por enseñarle todo lo posible.

 

- Toma –le deslizó un pequeño libro –no es mucho lo que puedo ofrecerte como distracción, espero que te guste. –Era un pequeño cuento que él ya no disfrutaba tanto.

 

- Gracias. –se quedaron en silencio hasta que terminó de beber su té y regresó a la habitación. Antes de cerrar la puerta se quedó parado en el marco y con una voz suficientemente fuerte dijo: –Creo que será un niño –Deidara volteó a verlo –Creo que este bebé será un niño –Repitió tocándose el vientre en caso de que el Tsuchikage no lo hubiera escuchado.

 

 

 

Las estaciones cambiaron con la misma tranquilidad que lo hacían cada año pero Deidara las percibió especialmente turbulentas encerrado en esas cuatro paredes. Envidiaba la quietud de Naruto en esta situación, debía ser realmente terrible ya que ni una sola vez en todos esos meses había puesto un pie fuera, al menos él había salido en algunas ocasiones dejando ver su vientre falso pero evitando junto con Sasuke que alguien se acercara demasiado. Ni siquiera le dejaba estar a solas con Kurotsuchi.

 

Ya pronto nacería su primogénito y temía no quererlo tanto como le habían vendido la ilusión.

 

 

 

El día llegó, ¡por fin el día había llegado! Solo estaban Karin, Sasuke, Deidara y por supuesto el sufriente Naruto. Ya la médico había advertido al Tsuchikage que necesitarían su ayuda para el alumbramiento y así evitar que otras personas intervinieran.

 

Creyó estar listo mentalmente para lo que vendría pero la única con la cabeza fría en esa situación resultaba ser la mujer, todo gracias a su experiencia. Le dieron indicaciones de qué hacer en cada paso, aun así no se libró de unos gritos para mantenerse firme y sin temor a cometer algún error. Solo se distraía por breves momentos al mirar el papel que debía cumplir su esposo, él sería el apoyo emocional de Naruto.

 

- Muy bien Deidara, el momento ha llegado. En cuanto corte para sacar el producto ya sabes qué hacer.

 

- Tomo las gasas e impido el sangrado. Lo tengo.

 

- Después de cortar el cordón...

 

- Tomo al bebé y lo limpio mientras realizas la sutura.

 

- Aquí vamos.

 

Tenía la teoría pero al escuchar los gritos de Naruto se desbalanceó y las manos le temblaron al realizar la primera de sus tareas. Quería gritar también, había mucha sangre y sus manos ya estaban rojas; las gasas se empaparon y no supo que hacer hasta que Karin le grito que usara otras. Obedeció y poco después llegó el momento, por primera vez tuvo a su hijo entre las manos, el padre biológico no se equivocó, era un hombre.

 

Quería llorar de felicidad, era tan hermoso a pesar de la sangre y placenta. Estaba llorando pero no le asustaba, al contrario, le alegraba tanto que su hijo estuviera por fin entre sus brazos. Lo limpió con cuidado, no podía creerlo; sí sentía un tierno afecto hacia el niño aunque era una parte suya, el poco pelo era claro, muy probablemente rubio; era tan pequeñito que no quería romperlo y a pesar del frío invierno él estaba tibio, aún lloraba esperando por mimos que se moría por darle.

 

El gesto de Karin lo sintió demasiado brusco aunque tal vez solo estaba sobre reaccionando, le quitó al bebé de los brazos y ella terminó de limpiarlo y cubrirlo con una manta, solo así comenzó a calmar los sollozos. Apenas iba a estirar los brazos para cargarlo de nuevo cuando ella pasó de largo ignorándolo por completo y dándole a los otros el recién nacido.

 

Claro que le dolió esa acción pero lo que de verdad le rompió el corazón fue ver esa imagen de la familia perfecta en Sasuke, Naruto y el recién nacido; él era un cero a la izquierda, en ese momento se sintió reducido a nada .Estaba seguro de que los miraba furioso, mostraba sus dientes apretados por el enojo que sentía, sin embargo nadie lo veía con claridad por la tela cubriendo su boca además de la nula atención que le prestaban. Solo quería correr y arrebatarles al niño.

 

- Naruto, es hora de revisar al bebé y que descanses. –Karin le quitó el niño de los brazos sin importarle la mirada de asesino que le dio el pelinegro.

 

Hizo un gesto con la cabeza para que Deidara la siguiera a la otra habitación. Descubrió de nuevo al niño para revisarlo como era debido aunque fue más una excusa para ganarse el favor del Tsuchikage. Sentía la mirada azul de adoración tras de sí.

 

- ¿Puede traer su ropa?

 

Tenían un montón de cosas preparadas para el bebé, muchas de ellas obsequios de sus súbditos e incluso de otras aldeas pero lo que de verdad quería que vistiera su hijo era el mismo ropón que él había utilizado en su nacimiento y que su madre había guardado; significaba mucho para él, era como si sus abuelos le dieran ese presente. Se las acercó a Karin pero esta se hizo a un lado para que él fuese quien lo vistiera por primera vez, tenía tanto miedo de lastimarlo. La pelirroja le indicó como colocar el pañal correctamente y después le apoyó a poner la ropa cuidando que no lastimara al niño.

 

No sabía si el pequeño dormía, aun no abría los ojos pero movía sus extremidades de vez en vez y hacía la finta de que pronto se soltaría a llorar. Lo cargó entre sus brazos y acarició la mejilla.

 

- Debe tener hambre, es importante que se alimente bien. Dele esto –Le pasó un biberón ¿cómo Karin podía pensar en todo y estar tan calmada? Era una mujer admirable a la que le agradecería toda la vida por este momento. –Iré a revisar a Naruto, si necesita algo llámeme.

 

No necesitaba nada más, estaba seguro que este momento de felicidad se extendería por el resto de su vida. Era increíble, por fin estaba pasando; no sabía lo mucho que deseaba ser padre hasta este momento. Estaba tan encerrado en su burbuja de ternura que ni siquiera notó que su esposo no lo buscó para compartir ese momento.

 

 

 

 

 

Al amanecer se anunció a toda la Roca que había nacido el primogénito y apenas su médico personal Karin diera la aprobación lo presentarían en una gran celebración.

 

Mientras tanto solo se le permitió la entrada a la habitación a los miembros del concejo que adularon tremendamente a su gobernante. Le hicieron saber lo mucho que agradecían que su hijo hubiese nacido con bien a pesar de las adversidades. Ninguno de ellos, ni siquiera Kurotsuchi, dudó de la veracidad de su consanguineidad; el niño había heredado un precioso cabello rubio y unos ojos azules impactantes que miraban todo el mundo con curiosidad. Llevaban ya varios meses sin ver sonreír de manera tan genuina al Tsuchikage y ahora lo hacía ya convertido totalmente en un adulto.

 

 

 

 

 

Después de un mes por fin se dio a conocer en público al hijo del Tsuchikage y del futuro líder del clan Uchiha en una gran celebración. Todos parecían apreciar el gesto de que sus gobernantes les permitieran ser parte de esa felicidad.

 

El pueblo se había ocupado de arreglar las calles con flores blancas en honor al primogénito aunque los padres solo dieron un rápido recorrido en carruaje pues Deidara se preocupaba de que su hijo aún era muy pequeño y no quería someterlo a un estrés innecesario.

 

Solo lo presentó en la cima de la torre agradeciendo a todos sus buenos deseos.

 

- En este día maravilloso después de tanta espera al fin puedo compartir con ustedes nuestra dicha y presentarles al hijo que servirá y cuidará esta aldea con tanta lealtad y entrega como lo han hecho mis antepasados y como pueden estar seguros de que lo hago yo mismo. El día que mi hijo sea capaz de dirigirlos si resultara ser doncel lo hará entregando todo de sí por el bien de sus hijos y de sus nietos, y si resultase ser un varón pueden confiar en que de igual forma estará a disposición de todos ustedes, de toda mi querida aldea de la Roca.

 

- Qué el Tsuchikage viva y reine por una larga vida. Qué su heredero viva y reine por una larga vida.

 

Todo el mundo aplaudió ante la reverencia del Tsushikage, jamás hubieran pensado que en tan poco tiempo el niño rubio que lloraba desconsoladamente por su abuelo se convertiría en esta persona; lucía seguro pero no con arrogancia, tenía porte y presencia que mostraba su jerarquía. Todo aquel que había llegado a conocer a su madre e incluso a su abuela se daba cuenta de que Deidara no decepcionaría en su papel de dirigente.

 

Ese pensamiento solo era compartido por los habitantes de la Roca, todo lo contrario a su esposo que no estaba para nada de acuerdo con el discurso que acababa de dar. Agradecía que sus padres no estuvieran presentes o seguramente le dirían un par de cosas bastante desagradables. Todos los Uchiha como parte del mismo clan tenían un objetivo en común pero su forma de obtenerlo era diferente; admiraba a sus padres pero haría las cosas a su manera.

 

 

 

Casi al anochecer arribaron los señores Uchiha. Ambos estaban esperándolos en el salón principal. Por su puesto que Mikoto se emocionó y lo primero que quiso hacer fue ir a conocer a su nieto así que Deidara la guio a su habitación para que lo conociera aunque estuviera durmiendo mientras tanto los otros podrían hablar a solas.

 

- ¡Pero mira que pequeño es! –se acercó a la cuna donde dormía el niño, a pesar de que al principio no estuvo de acuerdo Sasuke insistió en que no debían dormir a su lado. –Debo decir que me sorprende, jamás creí vivir para ver a un Uchiha con el cabello rubio. –Deidara no sabía si eso era una queja o un halago.

 

- Me sorprendería si no lo fuera, en mi familia todos han sido rubios de ojos azules.

 

- Sí querido pero este niño también es un Uchiha y aunque nos distinguimos por mucho más que la apariencia todos en el clan son pelinegros. –Pudo detectar la hostilidad en sus palabras; él no había dicho lo de su familia para incomodarla, fue un simple comentario. ¿Tanto le dolía cómo lucía su hijo?

 

- Será mejor que lo dejemos descansar, mañana podrá verlo cuando despierte. –Deidara no quería ser grosero  pero si Mikoto no mostraba amabilidad no la quería cerca del bebé.

 

 

 

 

 

En esos días que pasó la familia Uchiha se dio cuenta de que Mikoto ya no le agradaba tanto como solía hacerlo. No le gustaba la forma en que trataba de imponerse ante la forma de criar a su hijo. Entendía que ella ya podía considerarse una experta como madre pero ese niño era suyo y aunque se equivocase él quería criarlo a su manera junto a su esposo.

 

Sí agradecía su ayuda, no quería ser un yerno desconsiderado solo no le gustaba el tono en que le daba indicaciones; lo hacía sentir miserable y negligente, dos cosas de las que estaba muy seguro no era.

 

Durante esos días Naruto había permanecido escondido en quién sabe dónde, tal vez Sasuke ya lo había sacado para siempre de la Roca. Nunca tuvo la oportunidad de agradecerle por su ayuda y prevenirse de que no regresara. Ahora con la mente totalmente despejada se daba cuenta de que nada le aseguraba que ese chico no fuera a hablar en el futuro para sacarles más dinero y la única forma de silenciarlo totalmente sería totalmente horrible, ojalá estuviese bien pero lo prefería así, lejos de su familia. Quería a todos lejos de su familia, incluidos los Uchiha. Sintió un gran alivio cuando se retiraron.

 

 

 

 

 

Era muy pesado su trabajo de Tsuchikage sumando su deseo de seguir los pasos de su abuelo y dominar los temas de agricultura como él lo hacía además a esto agregaba su responsabilidad de ser padre. Quería pasar todo el tiempo posible con Boruto pero apenas si se daba espacio un par de horas en la tarde y siempre estaba tomando la siesta –la verdad lo prefería así que llorando– y en las noches solo ayudaba a darle un baño y su cena antes de ponerlo de nuevo a dormir, por suerte su establecer la rutina que al principio les costó bastante después de 3 meses ya daba frutos y no los despertaba llorando durante la noche.

 

Estaba seguro que Sasuke tampoco se daba el tiempo para verlo, lo cual era realmente triste. En las familias normales los padres pasaban con sus hijos al menos su día libre pero ellos no podían darse esa libertad; todos los días eran días de trabajo. No quería aceptarlo aunque una vez más tendría que ceder de buena gana por la opción que le había planteado su esposo.

 

Sasuke creía que lo mejor sería buscarle una nana que le cuidase siempre y no estar dejándolo bajo personal rotatorio porque muchas chicas que ayudaban en el palacio no tenían ni idea de cómo criar a un niño y no dejaría de ninguna manera que lo lastimaran. Primero propuso que fuese su madre o algún miembro del clan de su entera confianza, pero él no quería tener a su suegra cerca de ellos ni a una de sus amigas que al primer conflicto corriera a esparcir chismes, no quería a otro Uchiha en la Roca causándole problemas.

 

Ante su negativa la mejor opción sería traer a Naruto de vuelta, porque quién sería mejor que su verdadero padre para criarle con amor. Aunque Deidara deshecho esa opción en un principio, ante cada argumento que diera a Sasuke este le debatía con argumentos contundentes que le dejaban cada vez más débil en la tarea de llevarle la contra, sin embargo, no menos seguro de su oposición a tenerlo ahí dentro. La verdad es que había solo una razón para no quererlo en la torre, no la diría por vergüenza, no quería verse como un doncel inseguro pero estaba convencido de que al tenerlo tan cerca Sasuke terminaría por enamorarse de él y eso era doloroso porque no quería que alejaran a la única persona que le había confesado miles de veces su amor y que le había cuidado en sus momentos más horribles.

 

Después de tantas discusiones cedió porque estaba francamente cansado de darle vueltas al mismo asunto teniendo asuntos más importantes y eventualmente encontrarían una mejor opción o que tal vez en unos meses podría equilibrar su carga de trabajo y ocuparse él mismo de su hijo. Tenía muchas otras cosas en qué enfocarse, este año debía poner el doble de esfuerzo para ponerse al corriente de todos los meses que estuvo enclaustrado; por suerte ahora podía confiar en otras personas para ayudarle.

 

Sasuke definitivamente estaba dando resultados en la estrategia que había hecho la Roca para por fin tener elementos de seguridad y dejar de depender de otras aldeas; Karin estaba ocupándose de la parte de salud, lo que para él era muy importante ya que ese era el legado de su madre; a Kurotsuchi la había ascendido a primer ministro solo por darle un título pues desde hace mucho era su mano derecha y una de las pocas personas que podía asegurar amaba la Roca tanto como él.

 

Por ahora de lo que debía ocuparse era de ciertas solicitudes de la Hoja y la Arena, al parecer el Hokage era muy obstinado al solicitar una visita del Tsuchikage y como se creía más importante no tenía intenciones de ser él quien los visitara. Tal vez ahora que estaba casado con alguien de esa aldea pensaba que les darían una mayor prioridad.

 

Por otra parte estaba el Kazekage que le pedía ayuda, aunque no lo decía en sus cartas sabía que su situación estaba a punto de ser crítica y no quería dejar a sus vecinos de la Arena desamparados; por otro lado tampoco podía ofrecer la ayuda gratis, cosa que estaba seguro ellos esperaban.

 

Históricamente ellos los habían defendido durante la guerra y tal vez por eso sentían que accedería pero su negocio no era la caridad y el esfuerzo que invertía en desarrollar las técnicas de cultivo tenía un precio. Debía pensar bien cuál sería la estrategia para que ambos salieran beneficiados.

 

- Sasuke debemos decidir cuál de las dos aldeas visitaremos primero.

 

- Ninguna, no iremos teniendo en cuenta que Boruto es muy pequeño aún –rodó los ojos.

 

- No podemos esperar mucho más, tenemos deberes que atender.

 

- De acuerdo, ve a dónde quieras pero no te llevarás a mi hijo.

 

- ¡Nuestro hijo! Y claro que lo haré, qué clase de padre sería si me alejo tan relajadamente.

 

- Exactamente, te juzgarían porque aún es muy pequeño. Fin del asunto. Si fuera tu hijo de verdad ya lo habrías entendido. –Deidara apretó los puños, Sasuke lo decía con tanto desinterés que le enojaba. Salió furioso rumbo a su habitación.

 

Entró azotando la puerta y de inmediato se dirigió a la cuna en ese momento vacía.

 

- ¡Naruto! –gritó –¡Naruto! –lo vio salir del lado de la habitación de Sasuke donde parecía pasar todo el día y noche. –¿Dónde está mi hijo? –Exigió saber.

 

- Estábamos tomando una siesta –Respondió bajo. Él era el único con quien Deidara se mostraba soberbio.

 

- ¿Y por qué demonios no lo hace en su cuna? –Fue a buscarlo y efectivamente lo encontró dormido en la cama entre un montón de almohadas. Lo tomó y acomodó en su pecho tranquilizando sus balbuceos que podrían convertirse en llanto.

 

- Es su hora de dormir... –intentó detenerle antes de que lo sacara del cuarto pero Deidara ni siquiera lo miró y se alejó prohibiéndole que lo siguiera.

 

Cómo se atrevía a echarle en cara que no era su verdadero padre cuando él fue quien propuso la idea en primer lugar y se esforzó tanto por convencerlo de que nadie se enteraría. Gracias a dios Boruto había nacido con un carácter tranquilo y al parecer desde el primer momento lo había aceptado como su padre, con él rara vez lloraba y si lo hacía lograba calmarlo fácilmente la mayoría de las veces.

 

Se acercó al jardín y pidió que le llevaran el cochecito para que tomara la siesta a su lado tomando aire fresco. No entendía porque Naruto se esforzaba por tenerlo enclaustrado todo el santo día. Llevó sus libros y anotaciones al jardín para aprovechar ese tiempo, respiró profundo pues no podía concentrarse estando tan enojado.

 

Estuvieron así un buen rato, no sabía cuánto tiempo había pasado pero Naruto se acercó con un biberón diciendo que era hora de alimentarlo. Tal vez era solo un pretexto para llevarse de nuevo a Boruto, cosa que no permitiría. Esto no era una pelea por ver quién era mejor padre o quién pasaba más tiempo con el niño, ese campesino debía entender que ahora y por siempre el verdadero padre sería él; ese había sido el trato.

 

- Está bien, dámelo; yo se lo alimentaré cuando despierte. –Le estiró la mano.

 

- Pero usted se ve tan ocupado, mi trabajo es cuidar de Boruto.

 

- ¡Tu trabajo es hacer lo que yo te diga! –se levantó para mirarlo de frente y exigirle el alimento. –No te preocupes más, te doy lo que resta de la tarde libre. –Naruto pareció dudarlo pero era cierto, no podía ir en contra de sus órdenes por mucho que eso le molestara. Solo hizo una reverencia y se fue.

 

El resto de la semana fue casi imposible ver al Tsuchikage sin su hijo a un lado, solo cuando lloraba y no podía atenderlo lo cedía a una de sus empleadas para que buscaran a Naruto pero apenas le era posible lo recuperaba. Nadie le echaba en cara esto, veían su apego y preocupación como algo natural.

 

 

 

- Basta Deidara –Le dijo al verlo dejar su cena a un lado cuando escuchó a Boruto llorar, ni siquiera entendía porque estaba ahí de nuevo si antes podían cenar los dos teniendo una conversación de adultos. No le hizo caso. –Naruto, déjanos solos; tengo que hablar con Deidara. ¿Qué pasa? ¿Por qué te comportas así, como una mamá gallina?

 

- ¿De qué hablas? –se hizo el desentendido.

 

- Vamos Deidara, sé que llegué a hacer comentarios que pudieron sugerir que no te hacías cargo de él pero por qué siempre tienes que exagerar las cosas. Nosotros no somos padres normales, tenemos responsabilidades transcendentales que siempre van a ser más importantes que la paternidad y no tendrías por qué exigirte de más si tenemos a alguien que nos ayude.

 

- Solo quiero pasar más tiempo con Boruto –suspiró.

 

- Ya sé, es por eso que estuve pensando. ¿Sería demasiado difícil si los de la Arena nos visitan en lugar de ir nosotros? Solo piénsalo ¿sí? –Le beso la coronilla –Así no tendrías que alejarte de Boruto y tampoco lo arriesgaríamos siendo tan pequeño.

 

No era mala idea, sería difícil pero al menos podría estar en ventaja ante el Kazekage para negociar las condiciones de su acuerdo. Solo debía escribirle y esperar que aceptara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya pronto empieza la cursilería. El itadei está tan cerca que casi puedo saborearlo, urge que ya se amen.

 


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