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HeatWave por Dra-chan

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Notas del fanfic:

Fanfics escrito para el Intercambio de Verano KatsuDeku para el grupo BakuDeku / KatsuDeku 80's & 90's Kids, Entre los varios temas a elegir estaba el omegaverse. Nadie se esperaba que usara ese tema y no hubiera omegas involucrados en el proceso, juejuejue.


Historia para Joana bebé que ya leyó la historia y me acepta el sólo escribirle smut porque soy un fraude total.


Hay una ligera mención a un poco de IidaTodo porque yo lo valgo (?)

1


Es un idiota. Piensa Katsuki intentando alejarse y fallando en el intento cuando la mano de Izuku le tiene firmemente agarrado por el brazo, impidiéndole irse de su lado. No importa lo mucho que el pecoso se esfuerce en la escuela e intente tener buenas calificaciones, ni todo el conocimiento absurdo que almacena en su pequeño cerebro si luego va y hace cosas tan estúpidas como esas.


Intenta enfocar sus pensamientos e intenta también, aunque nunca lo admitirá ante nadie, salir corriendo de esa habitación. Pero le es imposible con ese agarre tan fuerte. Quien subestime la fuerza de Midoriya la lleva claro, eso seguro. El chico podrá verse amable y enclenque, pero Katsuki ha visto más de una vez sus abdominales -y fantaseado con pasear su lengua por ellos, para qué mentir- y sabe lo potente que podría ser uno de sus puñetazos. Que sea un chico que prefiere la no violencia no hace ninguna diferencia.


Una nueva ráfaga de feromonas, o lo que sea, le golpea de lleno y sabe que si no sale corriendo las cosas van a terminar mal.


O bien. Depende del punto de vista.


Bakugo siempre tuvo claro que cortejar a Izuku Midoriya iba a ser una tarea monumentalmente difícil, no sólo por su viejo historial de abusado y abusador, no que esté orgulloso de su propio pasado, sino porque son alfa y beta.


Por supuesto, no es que Katsuki tenga nada en contra de los betas y los omegas -ya no, al menos-, pero viven en una sociedad donde te llenan la cabeza de cosas como que los alfas son súper poderosos y nacen para ser los más grandes y fuertes en un mundo lleno de inútiles. A eso aunado que sus únicas posibles parejas deben ser omegas, u otros alfas de darse el caso, si se es extremadamente purista, relegando a un papel tan secundario a los betas que estos mismos se creen el cuento. Aquel donde sólo se pueden involucrar románticamente –o sexualmente- con otros betas porque ese es el lugar que les corresponde.


Pura basura, si alguien pregunta su opinión. Sobre todo, porque tiene años cortejando al idiota de su amigo de la infancia, Izuku, quien para colmo de males es un beta. Y un beta con la cabeza llena de la misma basura.


—Kacchan puede hacerlo mejor —le ha dicho Midoriya en varias ocasiones—. Debes elegir un omega, o una alfa, que tus hijos tengan padres normales.


¿Normales? ¿En qué sentido? Se pregunta constantemente. Para empezar, ni siquiera quiere hijos. Katsuki tiene muy fresco en la memoria sus días de mocoso estúpido, hay pecados que no quiere pagar con un hijo que sea una versión miniatura de sí mismo.


Pero, y da gracias al cielo por ello, a pesar de todo ese pensamiento basura que su Deku tiene en la cabeza, parece que el afecto es mutuo, sino, no habría hecho semejante estupidez.


Ve el frasco vacío, el culpable de todo, dejado sin cuidado en la mesita de noche junto a la cama. HeatWave reza la etiqueta. Un afrodisiaco potente que venden con la excusa de poder emular el celo de un omega en los betas. Por supuesto, es una farsa. Sólo es un afrodisiaco más fuerte de lo común. Deku no está lubricando por donde normalmente un omega lubricaría en su celo y por mucho que Katsuki lo anude –dios, cómo quiere anudarlo- jamás lo dejará embarazado. Lo único que se ganó Midoriya es una increíble y dolorosa erección.


Gracias al cielo, por cierto.


Renunció a la idea de tener hijos hace mucho tiempo, no sólo por no ser material para padre, sino porque NO quiere hijos. Ni siquiera es consideración a su posible pareja Beta. Es tan simple como no quererlos. En un futuro, si el instinto nace, que lo duda, si el mismo Izuku quiere tener, siempre está la adopción.


Hay tantas salidas a los problemas que Bakugo está francamente cansado de perseguir a este beta inútil.


Lo seguirá haciendo, sin embargo, pero no deja de parecerle una estupidez.


—Kacchan —susurra el pecoso, aun apretando su brazo y restregándose contra las mantas, como si eso le diera una especie de alivio.


—Los efectos pasaran en unas horas —vuelve a intentar convencerle para que le suelte. La droga tiene un efecto extraño y un olor dulzón se dispara del cuerpo del consumidor. Es por lo cual se ha hecho muy popular entre betas, quizás no te convierta en un omega, pero al menos logra enloquecer lo suficiente a los alfas como para simular un coito entre esos dos rangos.


Lo cual, y quizás suene repetitivo a este punto, es una idiotez. Un beta no va a lubricar y un alfa que pierde el control no se va a detener demasiado a pesar que no está con un omega como para tener cuidado. Es generalmente eso por lo cual está prohibido, todos los daños que genera al cuerpo del consumidor y las secuelas mentales…


De verdad que Katsuki no quiere pensar en eso, en serio que no. Quiere soltar su brazo y salir corriendo, pero el olor se está volviendo espeso en la habitación cerrada, casi puede saborearlo contra su lengua. No ayuda ver el rostro sonrojado y algo sudado de Izuku, suplicante. La mano que le mantiene firmemente en su lugar comienza a acariciarlo de formas extrañas y siendo sinceros Bakugo no tiene tanto autocontrol como le gustaría creer. No al menos con Izuku cerca.


—Tú me rechazaste —le recuerda, intentando de esa forma meter algo de sentido común en la cabeza hueca de su compañero. El recuerdo duele, por supuesto, no ha pasado ni una semana desde ese día, y aunque no lo tomó como señal para rendirse, aún le carcome un poco por dentro.


—Kacchan debe estar con alguien mejor —fueron las palabras que Deku usó de nuevo, como si los sentimientos o lo que quiera Katsuki no importan para nada.


—Si yo no te gusto dilo y ya —se recuerda respondiendo—. Pero no me digas qué es lo que tengo que hacer con mi vida. Me gustas tú, no tu lado beta ni esa porquería. ¿Nunca te voy a gustar porque soy un alfa?


No había obtenido respuesta, claro, el chico se las ingeniaba muy bien para escapar cuando se trataba de hablar de sus sentimientos o siempre hay alguien que oportunamente les interrumpe para crearle una vía de escape. Tampoco le gusta parecer un hostigador, Bakugo no quiere obligarlo a estar con él si realmente no lo quiere. Si sus respuestas fueran tajantes, si le dijera que hay alguien que le gusta entendería y seguiría su camino. Pero si su forma de rechazarle es simplemente decirle que merece algo mejor, por supuesto que no lo aceptara.


Vuelve al presente al ver el puchero en los labios de Izuku. Parece molesto con su respuesta.


—Algún día —dice de forma entrecortada el pecoso. Parece que le cuesta respirar con normalidad y de tanto en tanto varios espasmos le recorren el cuerpo—. Algún día puede que encuentres a tu pareja —oh, Bakugo está tan listo para comenzar a gritarle—, pero no quiero dejarte ir —suelta en un sollozo, aferrando más su mano al brazo contrario—. ¿Qué más se supone que haga?


Las cosas están a punto de salirse de control, lo sabe perfectamente bien. Cree que huir no ha sido una opción desde el principio.


—Tú me llamaste aquí —le recuerda Bakugo en un susurro.


—Sí —responde Midoriya.


—Después de tomarte esa mierda —vuelve a decir.


—Sí —afirma el pecoso en un sollozo.


—¿Por qué?


—Porque quiero que puedas tener sexo normal conmigo.


—Ugh, joder —se rinde Bakugo, sentándose en la cama y tirando del cuerpo de Midoriya para tenerle entre sus brazos—. También quiero tener sexo normal contigo. Sin esta mierda de por medio. Quiero olerte a ti, que te sientas bien por mí y no porque esta cosa va a tener tu polla parada por horas. ¿Por qué no me crees?


—Porque soy un beta —vuelve a decir Izuku entre sollozos, restregando todo su cuerpo contra el de Bakugo, buscando cada pedazo de piel expuesta para poder sentir su calor—. Y tú un alfa.


—¿No confías en mí?


—No tengo confianza en mí mismo.


Se quedan abrazados en silencio durante largo rato. Deku se sigue restregando sobre su cuerpo, como si los movimientos fueran inconscientes. Ha dejado de sollozar, pero su respiración parece más acelerada. Bakugo no retira sus brazos, no cree que pueda hacerlo en un futuro cercano y eso le parece bien.


—Pero quiero estar contigo —admite finalmente Izuku, después de lo que parecen años de silencio. Años de espera sí han sido, y Bakugo no pensó que se sentiría tan liberado después de escuchar esas palabras.


—Yo también quiero estar contigo, idiota.


2


—¿Estás seguro? —pregunta de nuevo Bakugo, por lo que parece ser la millonésima vez y si lo hace una vez más, mucho se teme Izuku que va a golpearlo. En las bolas.


—Estoy seguro —repite, también por millonésima vez.


—Estás muy drogado —le recuerda Katsuki, no por primera vez—, no estás pensando con clar…


—Kacchan —le interrumpe tomando el rostro del nombrado entre sus manos. Siente que la polla le va a explotar y Bakugo a penas le ha tocado un poco y de seguir así es posible que realmente se vuelva loco—. Me tomé esa cosa consciente de lo que podría pasar, estoy seguro. Pediré un reembolso, se supone que tú también te volverías loco —refunfuña.


—Me estoy volviendo loco —confirma Katsuki—. Pero no soy un alfa de bajo nivel, algo como esto no me haría perder el control.


—Quiero que pierdas el control —masculla Izuku, juntando su frente con la del rubio y pasando sus brazos alrededor de su cuello.


Bakugo hace tiempo que perdió toda su ropa y se encuentra muy cómodo entre las piernas de Midoriya, moviendo perezosamente sus caderas para que sus miembros se restrieguen. Pero nada más. Si está buscando revancha por la estupidez que cometió Deku, es una muy cruel.


—Podría lastimarte —replica Katsuki, llegando al límite de la paciencia del pecoso.


Con un impulso de sus caderas logra girarse en la cama hasta que queda montado en las caderas del rubio.


—¿Crees que no estoy preparado? —pregunta Izuku a Bakugo mientras toma una de sus manos y la dirige hasta su trasero. Hay algo viscoso escurriendo entre la redondeada carne y por dos segundos Katsuki pierde la noción de NO estar con un omega y hunde dos de sus dedos en el cálido paraje entre las nalgas de Midoriya.


Sus dedos se pierden con relativa facilidad. Es cálido, húmedo y demasiado suelto.


—Estoy preparado para ti —confirma nuevamente Izuku, moviendo las caderas para hundir un poco más ese par de dedos, tan diferentes a los suyos.


Antes de tomar la droga se preparó a conciencia, usando bastante lubricante en su interior por si las cosas se le iban de las manos. Realmente esperaba que las cosas se le fueran de las manos. Y así fue, al parecer, pero no de la forma que él pensaba, lo cual es bastante frustrante.


No al principio, al menos, porque en cuanto su cuerpo sufrió un nuevo espasmo, producto de la cosa que consumió y que prometía emitir feromonas parecidas a las de los omegas, la cordura de Bakugo cedió un poco más, lo que permitió que tomara un poco más de acción en el acto.


El rubio volvió a girarlos en la cama, dejando el cuerpo de Midoriya bajo el suyo y abriendo las piernas del contrario todo lo que le era humanamente posible. Parecía hipnotizado por las contracciones en ese agujero que tanto quería profanar y en los espasmos que de tanto en tanto sufría la polla de Izuku a falta de más estímulos. Katsuki se encontró salivando de pronto y no pudo aguantar las ganas de recorrer con su lengua toda la longitud, empezando desde la punta, sensible y rojiza que manaba líquido seminal, bajando tan lento y pausado, girando la lengua un poco hasta sentir los espasmos, llegando a la base donde dio una ligera succión antes de pasar entre los testículos, masajeando uno por uno hasta llegar a la entrada fruncida y ansiosa que se contraía bajo su toque.


—Kacchan —masculla Izuku, porque no sabe qué más decir. La cabeza le da vueltas, siente tantas ganas de correrse que va a volverse loco.


—Sabe a fresa —masculla el nombrado desde su posición, hablando directamente sobre la zona sensible, su cálido aliento no ayudando con la saturación de emociones en el cuerpo del pecoso—. Lo odio —gruñe después, porque sabe que es el sabor del lubricante—. La próxima vez —continúa hablando, sin embargo, subiendo nuevamente por el cuerpo de Midoriya, dejando pequeños besos de tanto en tanto, lamiendo otro poco según la zona. Besa su cadera, muerde sus muslos, lame su abdomen como tanto ha querido, mordisquea sus pezones hasta que llega a su cuello donde deja infinitas marcas que le hacen competencia a las pecas que ahí se encuentran—, deja que yo me encargue de prepararte —termina finalmente sobre sus labios, besando con fuerza al terminar. Lame y mordisquea como tanto le gusta, los labios son suaves, la lengua es cálida y Katsuki al fin se deleita con probar su sabor real, sin nada que altere su naturaleza. Se bebe el sabor de Izuku en besos largos y profundos, apenas respirando los dos mientras dos dedos se abren paso en el cuerpo de Midoriya, confirmando que está más que listo para recibirle.


Izuku quiere contestar algo, de verdad que quiere, pero se siente intoxicado por las palabras y las acciones de Bakugo, extasiado ante el pensamiento de una próxima vez, no teniendo que resignarse a que sea un evento de una sola vez, ya que confía plenamente en las palabras de Katsuki. Le tomó demasiado tiempo llegar a esa resolución, aceptar que no puede imaginarse al lado de nadie más y mucho menos permitir a nadie más al lado del rubio. Se intentó engañar durante años, creyendo que cuando a Katsuki se le pasara su encaprichamiento con él, como consideraba que era, aceptaría a la pareja que eligiera tener a su lado. Pero eso nunca iba a pasar, el mero pensamiento le hacía miserable, la llegada de ese momento le terminaría por destruir, estaba seguro. El día que volvió a rechazar sus sentimientos, o al menos lo intentó, se arrepintió inmediatamente, pensando que sería la última vez que Bakugo se propondría ante él. Conseguir esa droga fue un movimiento desesperado y ruin del que verdad estaba arrepentido. Midoriya siempre ha tenido la urgencia por ser tocado de esa forma por Bakugo, sentirse deseado, ver la lujuria en sus ojos. Pero no de esa forma. No así donde parece un animal gruñendo porque no puede controlarse.


Sin embargo, piensa en todas las veces que Katsuki le ha preguntado si está seguro, si es lo que quiere, que podría detenerse con tan sólo pedirlo, aunque le cueste cada gota de su cordura, e Izuku reprime las ganas de volverse a echar a llorar ya que, por mucho que Bakugo sea un bruto con sus sentimientos y su forma de expresarse, le hace saber siempre lo mucho que le importa.


Así que abre las piernas cuando Bakugo se hincha ante él, alineando su miembro contra su entrada, masajeando con la punta el inicio del paraje que tanto quiere abusar. La mirada rojiza busca la suya, ambas nubladas por el placer y la necesidad e Izuku frunce el ceño con fuerza, casi avergonzando a la habilidad nata de Katsuki de fruncir el ceño con molestia, porque intuye que va a preguntarle nuevamente si está seguro.


—Sí, joder, ¡Kacchan! ¡Estoy seguro! —responde antes de recibir la pregunta y su contestación es una estocada firme y segura contra su cuerpo, el cual se abre para recibir la mitad del miembro del alfa.


Ambos pierden el aliento por unos segundos, quedándose muy, muy quietos. Haberse preparado de antemano no le dejó listo para eso. Mientras Bakugo restregaba ambos miembros no puso atención al tamaño para nada y de haber tenido conocimiento previo se habría preparado mucho, mucho más. Aunque de jóvenes compartieron baños en la escuela, Izuku siempre ha sabido respetar la privacidad de la gente y por mucho que se moría por dar miraditas a la entrepierna de Katsuki, siempre se contuvo. Muy mal de su parte.


Es grueso y largo, típico de un alfa, para colmo de su vanidad, y se siente masivo en su pequeña entrada que, igualmente, se contrae una y otra vez cada que siente que centímetro a centímetro se va abriendo paso dentro de su cuerpo cada vez más, como si buscara succionarle hasta lo profundo.


Entró la mitad de una estocada, pero la otra mitad entra de forma lenta y pausada. Katsuki mese las caderas de lado a lado mientras se va enterrando, intentando relajarlo un poco más, pero ya sin dar vuelta atrás en sus intenciones de follarle duro. Son unos minutos tortuosos donde la próstata de Izuku se ve estimulada, pero no abusada como tanto necesita, los movimientos ondulantes le rozan de vez en vez por dentro, como si se burlara de su necesidad de liberación. Al fin, cuando parece que será necesario que sea él quien se haga cargo de su necesidad, Bakugo termina de enterrarse en su cuerpo.


Izuku temió por dos segundos que el rubio se quedara quieto, esperando que se acostumbrara y sí, puede que necesite unos segundos para acostumbrarse, pero su mente está más allá de esa necesidad cuando todo lo que grita es que le folle, ya, duro contra esa cama hasta que se haga añicos su cuerpo.


Y parece que por una vez sus mentes están en el mismo canal, porque ni bien Katsuki se siente aprisionado dentro de su cuerpo, las embestidas comienzan de forma brutal. Es un mete y saca poderoso que le vibra por toda la columna vertebral. Ya no sabe qué está tocando en su interior porque todo se siente maravilloso. La picazón en su cuerpo va mermando conforme el placer aumenta. Bakugo tiene las manos clavadas en sus caderas y se impulsa con las piernas para no perder ritmo en sus embestidas. Sin embargo, para Izuku es demasiada distancia entre sus cuerpos. Por supuesto, están conectados de una forma muy íntima, siente su propio cuerpo incapaz de dejar ir ese miembro que parece querer partirlo en dos, su propia entrada succionado cada que parece que la polla de Bakugo va a salir de su cuerpo, sus caderas yendo al encuentro cada que embiste para entrar. Pero lo necesita más cerca. Necesita que lo bese, que sus pechos entren en contacto y que sus manos puedan perderse en esa rubia cabellera hasta conocer cada hebra dorada. No sabe cómo decirlo y no tiene la fuerza suficiente para impulsarse y ser él quien se ancle al cuerpo sobre el suyo. Todo lo que puede hacer es extender sus brazos al aire, una mueca suplicante en su rostro.


—Kacchan —jadea como puede, la mirada nublada por el placer.


A veces a Deku se le olvida que Katsuki es realmente un chico listo, que le entiende de formas que pocos o nadie lo hace, así que se sorprende un poco cuando el rubio suelta sus caderas y se deja caer sobre su cuerpo, abrazándolo alrededor de su pecho y dejando sus cuerpos imposiblemente cercas.


—Mierda, Deku —gruñe Katsuki en su oído cuando los brazos del pecoso se cierran alrededor de su cuello, también deseoso por todo ese contacto entre sus pieles.


De esa forma no puede mantener el mismo ritmo brutal, así que el rubio se contenta con hacer los movimientos lentos y profundos, ayudado por las piernas de Izuku que se cierran alrededor de sus caderas y le impulsan hasta el fondo de su cuerpo.


Todo, absolutamente todo en sus cuerpos está en contacto, la polla de Midoriya restregada entre ellos, sus brazos apretando, sus manos arañando, sus labios besándose con fuerza, compartiendo el sabor intoxicante del otro hasta que se quedan sin aliento, pero aun así negando a separarse. Llega un momento donde las estocadas de Bakugo se vuelven erráticas, más veloces, intentando alcanzar su clímax hasta que de pronto, para, se detiene abrupto.


—Mierda —jadea el alfa separándose del beso que compartían, comenzando a retroceder lentamente.


—¿Qué? ¿Qué? —pregunta Izuku sin entender nada, en pánico total al sentirle salir de su cuerpo.


—Debo sacarlo, voy a… —se interrumpe, un espasmo en su miembro le da a entender a Deku que está intentando por todos los medios no correrse y detener lo inevitable.


—No, no —se niega Izuku, entendiendo a qué se refiere y por qué quiere sacarlo—. Quédate donde estás —le ordena, haciendo más fuerte su agarre con sus piernas.


—Te puedes lastimar, tu cuerpo no… —intenta de nuevo Bakugo, pero se detiene porque las piernas de Midoriya no le permiten alejarse demasiado, el desgraciado, tiene demasiada fuerza y la usa en los momentos menos oportunos.


—Kacchan —le llama el pecoso, quien parece más lúcido y menos drogado de lo que debería—. Quédate donde estás y continúa —le ordena con voz suave, volviendo a atraerle con los brazos hasta estar de nuevo completamente en contacto.


Izuku contrae su cuerpo, aprisionando la polla de Bakugo casi de forma dolorosa, seduciéndole para que caiga en sus garras, el muy maldito. Quiere salir de su cuerpo, alejarse y correrse sobre su pecho simplemente. Es otra fantasía recurrente imaginarle lleno de su semen, quizás terminar en su boca y ver cómo le saborea, pero el idiota no le está dejando ir y ha comenzado a contraer su cuerpo, moviendo ligeramente el vientre y las caderas para recuperar los centímetros que Katsuki logró sacar de su cuerpo hasta que nuevamente está enterrado hasta el fondo y no puede evitarlo, de verdad que no. Pero entre por fin tener a Izuku entre sus brazos, el poderoso olor de esas feromonas falsas y los movimientos sugerentes no puede evitar sentir la explosión que comienza en su polla y termina por fundirle un par de neuronas.


Siente la carne en la base de su pene expandirse lentamente, inflándose de a poco mientras comienza a soltar largas cargas de semen dentro del cuerpo que está profanando.


La mueca en el rostro de Midoriya muta de tantas formas en unos segundos que no puede registrarlas todas, igualmente Bakugo está demasiado perdido en su orgasmo para poder ponerles atención a todas y se hunde contra su cuello, más concentrado en disfrutar su orgasmo. Alcanza a ver el dolor de forma muy clara, su cuerpo no está hecho para recibir el nudo de un alfa por muchas drogas que tome, pero aguanta como un campeón hasta que al fin todo movimiento se detiene y, de manera sorprendente, Izuku se corre cuando Bakugo da una estocada tentativa, sintiendo la impresionante cantidad de semen que soltó en el cuerpo contrario, su lado alfa pensando que debe fecundar a un omega. El miembro de Izuku da espasmos entre sus cuerpos, soltando hilos de semen que al fin liberan un poco a Midoriya de su continuo sufrimiento y menguando la ferviente necesidad de follar.


Katsuki no se da cuenta que algo se rompe un poquito dentro de su cabeza cuando suelta su fuerte mordisco en el cuello de Izuku, justo en la base, un poquito inclinado a la parte trasera. Como si quisiera reclamarle.


Ambos respiran de forma errática, demasiado abrumados por la situación como para hacer o decir algo.


3


—Deberíamos detenernos —dice Bakugo sin demasiada convicción mientras Izuku le monta lentamente.


Ya perdió la cuenta de las veces que ambos han terminado, los fluidos de ambos manchando demasiadas partes de sus cuerpos. Sin embargo, ninguno ha sido capaz de poderse detener, el alfa resignado a dejarse llevar por sus instintos como para ser el que le ponga un fin y Midoriya aun intoxicado. Está segurísimo que los dos han perdido el conocimiento en algún punto donde el otro se hace cargo de la situación. Han sido segundos donde no saben de sí más allá del placer que tanto necesitan. Los movimientos son lentos, ondulantes. Son más movimientos circulares por parte de las caderas del pecoso que penetraciones, pero es suficiente para estimularles hasta encontrar alivio nuevamente. Los cuerpos de ambos están llenos de marcas, ya sean por las uñas, los dientes o los labios del otro. Katsuki ha mordido varias veces en el mismo punto a Midoriya, la carne palpita y sangra un poco en esa sección, pero en ningún momento ha tenido una negativa, al contrario, el pecoso ladea el rostro y le permite marcarlo las veces que sean necesarias. Ahora de espaldas, Bakugo es muy consciente de lo mucho que le arden ciertos puntos de la piel por las largas líneas de heridas que debe tener causadas por los rasguños de Izuku. Le gusta pensar que es su forma de marcarle, aparte de la decena de chupones que también se han dejado.


—No —responde Izuku, tocando su vientre—. Aquí —dice cuando encuentra el punto exacto donde está la polla de Bakugo—, te necesito aquí —vuelve a hablar comenzando a subir y bajar lentamente, sin fuerzas, pero necesitando de ese miembro en su interior, golpeando los puntos exactos que tanto necesita para de nuevo liberarse con un gemido ahogado que llena el pecho de Bakugo con su semen.


El rubio está demasiado agotado como para tener un nuevo nudo, no sabiendo exactamente cuándo perdió el anterior, y aun así volviendo a llenar el interior de Midoriya con una nueva carga de semen.


Está seguro que esta vez sí, ambos se desmayan sin remedio.


4


La mañana siguiente los encuentra a ambos dormidos en la misma posición en la que perdieron fuerzas en la noche, Deku sobre el cuerpo del alfa, acurrucado en su pecho y el miembro flácido del rubio a medias en su interior.


Hay partes muy adoloridas y acalambradas en sus cuerpos e intentar separarse es difícil más que nada porque ninguno de los dos se puede mover sin que algo duela.


—Joder —masculla Bakugo, abrazando el cuerpo de Izuku hasta que logra girarlos en la cama para quedar de lado, uno frente al otro, sacando completamente su pene en el proceso.


—Ouch —se queja Midoriya, resintiendo músculos de los cuales desconocía su existencia.


—Espero que no se te ocurra una estupidez así de nuevo —le responde Bakugo, abrazándose a su cuerpo. Sabe que debería levantarse y tomar una ducha, limpiar a conciencia el cuerpo del pecoso porque todos los fluidos ya están bastante secos. Pero hasta el mero pensamiento duele y cree que merece un par de minutos más en la cama.


—Lo siento —murmulla contra su pecho, la calidez de su aliento mandando escalofríos por toda la piel de Bakugo quien recibe un tirón interesado por parte de su polla, lo cual le parece ridículo después de toda la actividad anterior. Decide ignorar esa sensación para disfrutar un poco más del momento, pero Midoriya capta bien las reacciones de su cuerpo, moviendo un poco su cabeza hasta dar con uno de los pezones de Katsuki y succionarlo un poco.


—Detente —masculla en un gemido el rubio, tirando un poco del cabello del pecoso hasta que le hace alejarse de su sensible pedazo de piel y enfrentando ambas miradas. Izuku tiene una sonrisita socarrona en los labios que Bakugo borra con un beso tranquilo, hecho sólo para saborearse lento y pausado, memorizar cada parte de la boca del contrario. Izuku no es ni será capaz nunca de captar el aroma o el sabor de otra persona como lo hace Katsuki, así que deja que sea la lengua contraria quien lleve todo el momento, que se empape en él y nunca se le ocurra olvidar.


Es maravilloso para Midoriya saber todo lo que provoca en el cuerpo del alfa, sintiéndose eufórico y un poco altanero, pues sabe que Katsuki no le ha permitido ese nivel de intimidad a ninguna otra persona, todo por andar detrás de él. Siente la picazón en su cuello, muy consciente de los instintos del rubio y lo que lo orilló a hacer eso. Pero no se siente mal por eso, de hecho, le gusta, y aunque sabe que en su cuerpo esa mordida no significa nada y que posiblemente el tiempo la borre, Katsuki puede morderlo las veces que quiera para que sea una huella permanente en su carne. Atrapa la mirada de Bakugo en ese punto, y sonríe con un poco más de confianza.


—También te amo —dice, aunque Katsuki nunca ha usado esas palabras directamente, sabe lo que siente y no le gustaría seguir negándolo.


Un nuevo beso es toda la respuesta que obtiene.


5


—Pensé que eras un beta —es lo que escucha que le dice Todoroki Shoto, un compañero de la universidad, días después de su primer y último encuentro con drogas de dudosa procedencia. El chico tiene clavada su mirada en la clara mordida en su cuello.


—Lo soy —le confirma con una sonrisa.


El chico parece confundido, ladea la cabeza como para que el entendimiento entre ahí, pero no agrega nada más a la cuestión, ni confirma si entiende el significado.


—Iida me pidió una cita —cambia el tema de forma drástica. Ambos están sentados en la cafetería del lugar, esperando su próxima clase—. Pensé que podrías darme un consejo.


—Pensé que Iida es un beta —hace la observación Izuku, no sabiendo si está más sorprendido por lo de la cita o que el chico crea que él es buen material para dar consejos de ese tipo.


—Lo es —sonríe sutilmente el otro—. ¿Qué tiene que ver con la cita?


Midoriya parece desconcertado por un segundo, su vista se pierde a lo lejos, sonriendo de pronto cuando se encuentra con la silueta de Bakugo, quien parece estar refunfuñando con sus amigos, pero rápidamente captando su mirada, sacándole la lengua cual niño pequeño antes de caminar en su dirección.


—Supongo que nada, no tiene nada que ver —acepta finalmente, pensando en que consejo sería bueno darle.

Notas finales:

Espero les haya gustado, es el primer omegaverse que escribo, no sé si me atreva a hacer más en el futuro.


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