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Piromanía por RLangdon

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Cuando Naruto despertó, lo primero que hizo fue buscar a su hermano. 
 
Abandonó de un salto la cama y corrió hacia la habitación contigua donde, supuso, estaría dormitando. Cuestión poco probable dada la afinidad de Menma por levantare temprano, aunque existía la remota posibilidad de que lo hubiera olvidado.
 
Naruto jadeó emocionado y esbozó una radiante sonrisa mientras giraba el pomo de la puerta.
 
Y ahí estaba él, colocándose una playera oscura, contrastante con su desaliñado cabello negro. Lo vio mirarse en el espejo roto que todavía conservaba la fina línea carmesí de aquella vez en que su hermano se molestó tanto cuando descubrió lo que le habían hecho a Naruto en el callejón que, terminó destrozando lo que estuviera a su alcance. Claro que lo primero habían sido el par de asaltantes que despojaron al rubio de lo poco que llevaba en el bolsillo.
 
Fue un día funesto porque Naruto no pudo frenarlo, a él, a su impulso maniaco por destruir a los criminales por el daño que le habían causado, y el cual por cierto, no era mucho. Solo un golpe en la nariz que le provocó una pequeña hemorragia, y claro, el miedo producido ante semejante escena.
 
Desde niños, Naruto había estado al cuidado de Menma, siendo este mayor que él por tres años. Ambos crecieron juntos en un orfanatorio, al menos hasta hacía seis meses habían vivido en una institución del gobierno. Menma si tenía recuerdos de sus padres, puede que escasos y quizá difusos, pero los tenía, y cada vez que Naruto trataba de indagar sobre ellos, apenas conseguía más que una sonrisa porfiada en los labios tan parecidos a los suyos. Porque siendo hermanos la semejanza física era demasiado notoria. Aun con todo, la complexión de Menma distaba de compararse con la de Naruto, quien, se sabía más delgado y desprovisto de la musculatura que tan bien engalanaba a su familiar. El tono del cabello también influía bastante. Naruto era rubio, de piel acanelada y su semblante era ligeramente más delicado que el de su hermano.
 
A Naruto le gustaba escuchar a Menma referirse en ocasiones a su madre. Solía decirle lo mucho que se le parecía a ella.
 
Menma poseía un carácter más hostil y renuente, odiaba las cosas, repudiaba casi todo y a todos, era agresivo y hasta sádico. Naruto lo conocía mejor que nadie y sabía además que, debía proteger a Menma de sus arranques habituales de furia. Siempre que estuviera ahí, trataría de reconfortarlo. Porque él no estaba plenamente consciente de lo que había pasado su hermano. Naruto no presenció la muerte de sus progenitores, ni siquiera les recordaba. Tenía apenas tres años cuando quedaron al cuidado del orfanatorio.
 
Naruto sonrió y optó por entrar sin autorización a la recámara de su hermano. Ciertamente sabía que se molestaría por no tocar, pero nunca lo hacía, y eso estaba bien, porque no debían existir secretos entre ellos. Se tenían el uno al otro para variar y eso era más que suficiente.
 
-¿Y la camisa de calaveras?- preguntó curioso, parpadeando frente al destrozado espejo. Menma forzó una mueca similar a una sonrisa antes de responder.
 
-¿No te he dicho que no entres de ese modo, Naruto?
 
-La puerta estaba abierta- se justificó, esperando el abrazo que nunca llegó.
 
Menma soltó una maldición al tratar de quitar un trozo de vidrio suelto, cortándose en el acto. El fluido rojizo brotó de a poco, empapando desde la yema del dedo índice hasta la palma de su mano.
 
Preocupado, Naruto empezó a buscar alguna prenda para detener el sangrado pero al no encontrar nada a la vista, optó por quitarse su propia playera naranja. Se aproximó deprisa hacia el moreno, pero este lo detuvo son suma facilidad de ambas manos, dejando al descubierto la actitud de desconfianza que tan bien conocía Naruto.
 
-Es para limpiarte- le aclaró, tratando de acercar la prenda hasta la herida. Un rápido movimiento y fue liberado.
 
-No desperdicies tu ropa en tonterías- soltó Menma, limpiando sin tacto alguno su dedo sobre la playera oscura.
 
Naruto estaba impaciente. No podía creérselo. Ya tenía quince minutos dentro de la habitación de su hermano y todavía no recibía su abrazo de cumpleaños. Recién cumplía quince y no lo consideraba tan importante, porque lo que él quería era ser mayor de edad, como Menma. Todo era más sencillo de ese modo, al menos no tenía que vagar de trabajo en trabajo. Labores tan nimias como entregar el diario por las mañanas o ayudar a empacar las productos de alguna tienda de abarrotes.
 
Los ojos de color dispar lo observaron en perpetuo silencio. Aunque Menma odiaba la heterocromía en sus ojos, a Naruto le gustaba el hecho de que fueran de diferente color. Se veía increíble, místico de algún modo. El ojo izquierdo de Menma era de un tono azul claro como los de Naruto, el derecho en cambio era más oscuro, ónix.
 
Naruto supo lo que aquella mirada significaba, "¿Por qué sigues aquí?"
 
¿En serio tenía que decírselo?, eran hermanos, y Menma siempre recordaba su cumpleaños. Pero esta vez, por lo visto, era diferente. Tendría que conformarse con que lo recordara al día siguiente, él se aseguraría de reprochárselo.
 
Hizo un mohín antes de encaminarse hacia la puerta. Conservando aun la vaga esperanza de que Menma lo retuviera, que le dijera que era una broma, que si se acordaba de la fecha y entonces...lo abrazara.
 
Era ridículo, pero Naruto adoraba su cumpleaños solo por esa simple razón. Era cuando Menma se olvidaba de su hostilidad para rodearlo en sus brazos, como su hermano y no como el desconocido que gustaba de incendiar cosas. Menma era pirómano, otra cuestión de preocupación para sumar a la larga lista.
 
A veces Naruto se preguntaba, ¿Quién cuidaba a quien? Porque era más fácil considerar la idea de que Menma se metiera en problemas. Todo el tiempo estaba rodeado de ellos y por esa misma razón lo mantenía a él a raya. Gustaba de presenciar el sufrimiento ajeno, y eso estaba mal, pero Naruto nunca podía frenarlo del todo.
 
Ya aseado y vestido, Naruto desayunó sin ganas. El ánimo inicial se había ido a pique por el olvido de su hermano. No lo culpaba, pero él nunca se olvidaba de su cumpleaños. Eran las únicas fechas importantes que podían celebrar juntos. Menma odiaba la navidad, y el resto de las celebraciones que implicaran a la familia, era lógico, ellos no tenían una. Habían vivido el uno con el otro hasta ese momento.
 
-Regresaré más tarde.
 
Confundido, Naruto apartó la vista del tazón para mirar a Menma. Juntó los dedos índices, sin saber que indirecta usar antes de que fuera tarde. Mientras tanto, Menma lo miraba detenidamente desde el pasillo.
 
No pudo hacerlo. Naruto sintió que sería egoísta de su parte y sobre todas las cosas que su hermano terminaría malinterpretando sus palabras, creyendo erróneamente que quería algún obsequio cuando no era así. Le bastaba con su compañía.
 
-Hoy es...
 
-Se hace tarde- lo interrumpió Menma, tomando la chaqueta de cuero del perchero para salir del pequeño apartamento que compartían ambos.
 
-Estúpido- musitó Naruto, tirando el tazón al suelo. Pasaron unos segundos antes de que se arrepintiera de sus palabras y decidiera juntar el utensilio que, afortunadamente, era de cerámica.
 
La escuela no se encontraba muy lejos de ahí. Los suburbios eran conocidos tanto por el alto índice de crímenes, como por las instituciones deficientes en mobiliario. Había más escuelas que jóvenes interesados en acudir a ellas. Y el salón de Naruto no era la excepción. Realmente él odiaba estudiar, era Menma quien lo hostigaba para que continuara los estudios, incentivándolo con el ramen los fines de semana y ofreciéndose a pagar los útiles más caros.
 
Ese día no tenía previsto asistir a clases. Era viernes y además su cumpleaños, quería aprovechar el fin de semana junto a Menma, pero no sería posible y tampoco quería quedarse solo en el departamento, sería incluso más aburrido.
 
-¡Sasuke-kun!- gritó emocionada una chica de cabellos rosas, la discusión entre ella y su compañera de largo cabello rubio empezó a cobrar fuerza rápidamente.
 
Naruto tomó asiento, sacó de su mochila la libreta y se dispuso a dibujar un pastel. Quería agregar globos y otros detalles a su dibujo, pero el hecho de pensar constantemente en su hermano, se lo impedía. Arrancó la hoja y comenzó de nuevo, más frustrado que antes.
 
Menma era un verdadero idiota cuando se lo proponía, rara vez discutían, pero cuando sucedía, su hermano mayor no llegaba a dormir, quizá para castigarlo en base a sus preocupaciones.
 
Supuso que sería un día como esos. Que llegaría a casa y su hermano posiblemente no se quedaría a dormir en el departamento. O tal vez recordaría su cumpleaños, le pediría disculpas y le compraría una gran tarta de chocolate.
 
Já. Como si fuera a pasar.
 
-Ya te lo dije, Sakura. No fastidies- masculló un atractivo muchacho de cabello oscuro. Cuando Naruto quiso darse cuenta, ya estaba dibujando a Menma, con trazos tan bruscos que terminó traspasando casi diez hojas por la fuerza con la que deslizaba el bolígrafo.
 
-Escuché que hoy es tu cumpleaños- la voz grave contra su oído, provocó en Naruto un sobresalto. Su dibujo se vio afectado por el estremecimiento de su cuerpo, pero fue la frase la que lo desconcertó en demasía.
 
-Lo es- afirmó, dejando la pluma para mirar a su interlocutor, y cuando lo hizo, frunció el entrecejo. Conocía de vista al arrogante y frívolo Sasuke Uchiha, ¿Cómo no hacerlo si era de lo único que se hablaba en su salón de clases?
 
Para sus compañeros podía ser un rey, pero para Naruto era poco menos que un bastardo que se vanagloriaba con humillar al resto, chicas incluidas.
 
Y a pesar de todo, ellas lo perseguían como si fuera el ultimo plato de ramen en la ciudad...o al menos así lo veía él.
 
-¿Cómo lo supiste?- quiso saber, pero la respuesta no llegó a tiempo cuando el profesor ingresó al recinto, captando la atención de los ahí presentes.
 
Un papelillo fue colocado sobre su pupitre antes de que el arrogante Uchiha se retirara hacia su respectivo asiento. Naruto arrugó el papel sin siquiera leerlo y lo arrojó lejos.
 
-¡Naruto!- exclamó Iruka, frotándose el ojo en el que había ido a parar el proyectil de papel. El aludido sonrió nervioso y se hundió un poco en su lugar.
 
Las clases transcurrieron sin novedades, Naruto solía tomar nota de vez en cuando, pero la mayor parte del tiempo había realizado dibujos sin sentido para entretenerse. Cuando por fin fue hora de salir, se precipitó hacia la salida, pensando que lugares podría recorrer el resto del día para celebrar su propio festejo. No tenía efectivo suficiente para comer fideos pero podía improvisar con una sopa instantánea. Tampoco le ajustaba para ir al cine, pero conocía la técnica de infiltrarse por la puerta trasera cuando uno de los encargados fuera a sacar la basura. Habían opciones de sobra, solo necesitaba inspirarse para comenzar, no necesitaba a Menma, ni viceversa.
 
Una vez que hubo salido de la institución, miró alternadamente hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Había una pastelería cerca, un expendio, vendían panes y pasteles a menor precio por alguna diminuta falla en la preparación o el decorado. A veces confundían el nombre del festejado en las tartas o el color en el decorado era imperfecto. Una vez había visto el contorno distorsionado de un dibujo animado, cualquier error hacia decaer considerablemente el precio original del pastel. Sería una buena idea comprar uno así, solo tendría que borrar parte del glaseado.
 
Ya decidido, comenzó a andar en esa dirección.
 
Afortunadamente estaba abierto y había muy poca gente, por lo tanto lo atendieron pronto. Tal y como supuso, habían dos tartas que cumplían sus expectativas, una con el nombre equivocado y la otra con un sapito naranja. Si Menma estuviera presente, le reprocharía por lo infantil que era, pero no estaba, además era su dinero.
 
Pidió la torta y se emocionó al salir del local. Concordó en que lo ideal sería comerlo con alguien, pero tenía pocos meses asistiendo en el nuevo colegio, y la desconfianza de Menma se le había trasferido de algún modo.
 
Naruto caminó sin rumbo por el parque. Ver la fuente de agua lo tranquilizaba, así que decidió sentarse junto a ella y sin más miramientos abrió el pastel.
 
-¿Una rana?, ¿no es eso infantil?
 
Naruto cerró rápidamente la caja, sin importarle difumar el glaseado. Miró primero con enojo y después confundido al muchacho que le hablaba.
 
-Eres distraído, torpe, subnormal y extraño- enumeró Sasuke, mirándolo fijamente a los ojos. Naruto resistió el impulso de golpearlo al recordar la importancia de ese día. No podía permitirse caer tan bajo en su cumpleaños, esa sería una de las cosas que haría Menma sin siquiera dudarlo, pero él no. Podía dejarlo pasar esa vez.
 
Se levantó con la caja en brazos y reparó en algo importante, tal vez demasiado.
 
Lo había estado siguiendo desde la salida...
 
-¿Qué quieres, bastardo?- exigió saber, encarándolo.
 
-Saber por qué me ignoras, solo eso. Eres el único que lo hace.
 
Naruto vaciló en responder. Había razones de sobra por las que Sasuke Uchiha no entraba en la lista de individuos a los que debía poner atención, primeramente su actitud tan ególatra.
 
-No eres... el centro del universo. Es todo- sin ahondar en su propia respuesta, se alejó hacia su departamento. Algo cohibido por la sucesión de cosas extrañas que habían ocurrido. Sasuke Uchiha sabía su fecha de cumpleaños, y además lo siguió hasta el parque, ¿sería algo de lo que alarmarse?...esperaba que no.
 
Naruto no se sorprendió de no ver a su hermano al llegar a casa. Ninguna nota, ya se lo había dicho por la mañana. Llegaría tarde, lo que en realidad significaba que no llegaría ese día, ¿Por qué?
 
Trató de no preocuparse demasiado y después de comer parte del pastel y guardar el resto en la nevera para su hermano, se fue a dormir, ya sin ganas de ir a colarse al cine o dar un paseo por el parque. Se sentía extraño pero en cuanto se acostó y cerró los ojos, se quedó profundamente dormido.
 
-¿Menma?
 
Naruto abrió los ojos al sentir la firme pero suave sacudida sobre su hombro. El mayor le devolvía una mirada indescifrable tras sus ojos de diferente color.
 
-Tienes dos opciones, Naruto- profirió encendiendo un cigarrillo. Naruto se sentó alarmado, cuando Menma tenía cualquier flama en su posesión, tendía a incendiarlo todo. –El dinero o una fiesta.
 
No alcanzó a responder, ni siquiera a preguntar. Los fuertes brazos de su hermano lo rodearon con más firmeza que nunca. Naruto pestañeó entre la calidez del abrazo, más feliz al saber que Menma no lo había olvidado. Restregó la mejilla en el hombro del mayor y pensó detenidamente su respuesta.
 
No quería ninguna cosa en realidad. Le bastaba con saber que Menma no lo había olvidado, y más aun, que había trabajado hasta tarde para obsequiarle su paga.
 
Si aceptaba el dinero, no compraría nada de importancia, seguramente algún tazón de ramen y el resto lo desperdiciaría en lo mismo. Además, Menma no aceptaría que le comprara nada con eso. Podía elegir la fiesta, invitar a algunos de sus compañeros y con su hermano presente, sería mucho más divertido.
 
-La fiesta- respondió convencido. Menma le pasó el dorso de la mano por la mejilla tras asentir. Ante el suave contacto, Naruto solo atinó a cerrar los ojos para disfrutar la caricia que rara vez le regalaba su hermano.
 
Se sentía muy bien. Pero entonces, pasó algo que no debió ocurrir.
 
Menma le plantó un beso en los labios, uno fugaz pero lo suficientemente fuerte para que Naruto lo sintiera.
 
¿Qué significaba aquello? ¿Por qué tan de repente?
 
Naruto no salió de su asombro aun cuando Menma se hubo alejado unos cuantos metros de él, quizá para darle tiempo a asimilar el roce labial.
 
-Me parece bien esa alternativa. Tú encárgate de la decoración y yo haré el resto- comentó Menma como si nada, arrojando el cigarrillo al suelo para pisarlo. Naruto lo observó incrédulo por el repentino cambio de tema, ¿quería tomarle el pelo acaso?, porque una broma así era imperdonable. Eran hermanos y...
 
¡Y a él le gustaba su propio hermano!
 
Se cubrió la boca con ambas manos ante su descubrimiento. Naruto se forzó a hablar para evitar delatarse ahí mismo.
 
-Ge-Genial, dattebayo- oh no, estaba usando la muletilla de nuevo, esa que tanto odiaba Menma.
 
El moreno frunció levemente el ceño y después suavizó la mirada con naturalidad, como si no le hubiera escuchado.
 
-Invitaré a Ino, Chouji y Shikamaru. También a Shino y a Kiba...creo que nada más.
 
-¿Nada más?- preguntó Menma con sarcasmo al tiempo que arqueaba una ceja.
 
-Sip, a menos que quieras que invite a más gente- sugirió el rubio, sacando la lengua, forzándose a olvidar lo sucedido, a borrarlo de su mente, por más imposible que fuera.
 

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