El espadachín se encontraba recargado en los bordes de la cubierta, perdido en la tranquilidad del mar; a simple vista esto sería algo normal, a excepción de que a esa hora con el clima perfecto para dormir, el peliverde aún continuaba despierto.
Era normal ver a Zoro estar dormido cuatro o cinco veces al día, inclusive más, pero últimamente se encontraba despierto como una persona normal, y si eso no fuera suficientemente raro, el verle no entrenar, hacía preguntarte si se encontraba enfermo o de plano estabas en otra dimensión. Si así de malo se encontraba.
Pasaron varias semanas y el espadachín continuaba en ese estado, tan extraño, tan fuera del normal Zoro¿por qué, la respuesta era tan simple, tanto que al peliverde le fue muy difícil darse cuenta.
No hace mucho tiempo, Zoro comenzó a sentir unos sentimientos muy extraños hacia su capitán. Si ese chico carismático, lleno de energía y de estupidez inigualable, si ese chico de cabellos oscuros, gran sonrisa, y porque no volver a repetirlo, de idiotez increíble. Sin saber como, Zoro comenzaba a sentirse cautivado por él, no podía apartar su vista del chico, se sentía triste si no se encontraba cerca de él¿cómo podía ser eso posible?...eso mismo se preguntaba. Esas sensaciones empezaron a ser una molestia para el espadachín, no obstante, no sabía porque eran dirigidas al chico claro en primer lugar, y para ser sinceros, lo espantaban.
Si el gran Roronoa Zoro, el temerario, el demonio, el cazador de piratas, si ese mismo era quien tenía miedo sobre esos nuevos sentimientos; jamás los había sentido durante toda su vida y realmente no sabía que significaban. Podría ser algo bueno o malo, pero algo era seguro, no los entendía.
Así pasaron varios días más, sin comprender lo que sentía; en lugar de eso comenzaron afectarlo en tal grado, que el peliverde dejó de entrenar y de dormir. El llegar a dejar de hacerlos, comenzó a sorprenderlo, aún así, cuando trataba de regresar a sus viejas rutinas, simplemente no podía, sus pensamientos se bombardeaban sobre cuestiones referentes a Luffy, sin poderlos apartar; el pequeño hiperactivo capitán ahora gobernaba en su mente y el espadachín no podía hacer nada para sacarlo de ahí o por lo menos eso creía. Mayor fue su sorpresa al darse cuenta, que no era porque no podía, sino porque no quería. ¿Da miedo no?
Durante meses, semanas y días el peliverde continuó en ese estado. Los demás claramente se dieron cuenta del extraño caso de su nakama, inclusive Chopper lo revisó para saber el porqué se encontraba así, no obstante, ningún mal se encontró en el espadachín. Con el tiempo, el pequeño venado le pidió a Sanji hacer comida exclusiva para Zoro, creyendo que con eso podría mejorar, y a pesar de las protestas del güero por hacer platillos solamente para el peliverde, terminó por hacerlas; después de todo, aunque no lo admitía abiertamente, le preocupaba el espadachín.
Así, desde el momento en que aparecieron esos sentimientos en Zoro, pasaron los días de esa manera hasta este.
“Oi Zoro” la voz singular de Usopp se daba lugar. “¿Te encuentras bien, llevas más de dos meses en ese estado¿qué es lo que te ocurre?”
“Nada” resopló sin mucho ánimo. “No es de tu incumbencia”
“¿QUÉ! TODAVÍA QUE ME PREOCUPO POR TI Y ESA ES TU MANERA DE…”
“¡LA COMIDA ESTÁ LISTA!” Sanji llamó cortando las palabras al moreno.
Con ello, todos los tripulantes del Going Merry se dirigieron a la cocina, cada uno a su paso, a excepción de Luffy quien a unos cuantos segundos después del anuncio de Sanji, ya se encontraba en la mesa esperando por la comida.
Zoro y Usopp fueron los últimos en llegar al lugar, aunque solamente uno de ellos se mostraba feliz por ir. Dentro, las mismas frases se escuchaban:
“¡SANJI COMIDA, COMIDA, COMIDA, SANJI COMIDA!” Luffy reclamó como usualmente hacía, sin tener una milésima de paciencia al respecto.
Mientras Luffy atendía la cuestión respecto a los alimentos, nuevamente las secciones de pregúntale a Zoro continuaban.
“Oi Zoro” empezó Nami. “Porque todavía sigues con esa cara larga¿aún sigues enfermo?”
“No es nada” resopló con fastidio el peliverde.
“¡Como que no es nada!” enfadó. “Llevas más de dos meses en ese mismo estado”
“Pero no es ninguna enfermedad” Chopper llamó a un lado de la pelirroja. “Podría ser porque Zoro no ha comido bien¡Oi Sanji!...”
“Lo sé, lo sé, he hecho lo que me haz dicho, le he preparado comida nutritiva” dice mientras servía los platos y le entregaba la “comida especial” a Zoro.
“Oi, oi, Sanji” Usopp llamó. “¿Se supone que eso sea comida?”
Con ello, observaba con recelo el plato del peliverde el cual se encontraba repleto de vegetales, un MUY pequeño pedazo de carne y varias semillas extrañas, las cuales habían sido proporcionadas por el venadito.
“Con esto, no me extraña que Zoro continúe enfermo”
“Eso es lo que Chopper me dijo que le diera” señaló el güero elevando un poco su cigarro.
“Oi Chopper¿qué quieres hacer, matar a Zoro de hambruna o qué?”
“¿QUÉ!” chilló. “¡Por supuesto que no! Esa es comida nutritiva, restaurará su energía, la digestión, la sangre…”
“OYYYYY EXTRAÑA COMIDAAAAAA” la voz del capitán interrumpió todo como uno de sus brazos se abalanzaba por la comida del peliverde sin importarle nada.
“¡LUFFY, NO TE COMAS LA COMIDA DE ZORO!” gritaron los dos al unísono.
“¡Deack¿Qué es esto? Sabe a medicina” inquirió. “¿Oi Sanji esto es comida?”
“¡Idiota! Por su puesto que es comida, solamente que tiene un poco de mezclas de hierbas medicinales imbécil” replicó el cocinero. “Además eso es solamente para Zoro”
“¿Para Zoro?” voltea su mirada hacia el espadachín. “¿Por qué?”
Al decir eso, todos sintieron como caerse al suelo ante tal estúpida pregunta.
“¡IDIOTA, QUE NO HAZ VISTO QUE ZORO ESTÁ ENFERMO!” bufó Nami.
“¿Zoro está enfermo, en serio?”
“¡IDIOTA, PON MÁS ATENCIÓN A LOS DEMÁS!” con ello, Usopp lo golpea en la cabeza.
Y mientras la discusión de la falta de interés del chico claro, ante otras cuestiones no relacionadas con comida continuaba, la mente de Zoro se encontraba distante ante tal barullo.
‘Entonces…ni siquiera Luffy se había dado cuenta de mi estado… ¿así de importante soy para él?’ pensó el peliverde con gran decepción ante ello, no podía evitar sentir tristeza y claramente su cara decaída se pronunció aún más.
“DEBERÍAS DE FIJAR…” continuó la discusión, pero antes de poder terminar la frase, todos pararon ante los movimientos del otro hombre.
Zoro se había levantado de repente y sin decir nada, caminó hacia la puerta de la cocina para salir.
“Z-Zoro…” Luffy inquirió.
“Hay un nombre para el problema de Zoro” una nueva voz se hizo lugar.
“¡ROBIN!”--“ROBIN-CHWAN!♥” dijeron al unísono.
La mujer se encontraba en la esquina de la mesa leyendo un libro como usual; no realmente apartada de los miembros del barco, pero al mantenerse fuera de la “conversación”, totalmente tranquila, sin hacer ruido alguno, daba la impresión de no encontrarse ahí.
“¿Qué insinúas Robin?” Nami inquirió un poco dudosa ante lo dicho.
“Lo que le sucede a Zoro, es algo bastante común y no se necesita ser un genio para saberlo”
“¡QUÉ?” de nuevo, gritaron a la par.
“Así es, el problema de Zoro se llama «de-pre-sión»”
“¿Depresión?” repitieron, aún igual.
“Así es” aseguró mientras una pequeña sonrisa se mostraba en su rostro.
“Un momento” ahora Nami se daba a lugar. “Insinúas que Zoro está deprimido… ¿ZO-RO, el Zoro que conocemos…eso es posible”
“Yo sólo digo lo que veo, señorita Navegadora”
“P-pero Robin, estamos hablando de Zoro” continuó Usopp. “Zoro es un tipo duro, como podría llegar a deprimirse”
“La depresión puede darse en cualquier persona, no importa si sea fuerte o débil, solamente tiene que darte en tu punto más vulnerable” sonrió.
“¿Punto vulnerable?” Ahora Luffy era quién preguntaba. “¿Qué punto vulnerable?”
“Pueden ser varios Capitán” dijo aún sin perder la sonrisa. “Algunos su punto débil es el orgullo, otros la muerte de un ser amado o…”
“¿O…qué¡termina Robin!” clamaron los tres simplones.
“O en algunos cuando están enamorados y sus sentimientos no son correspondidos”
“¿QUÉ!” ahora sí, se encontraban totalmente sorprendidos. “¡ZORO ENAMORADO!” clamaron a todo pulmón, ignorando la última parte de lo mencionado por Robin.
“E-espera un minuto Robin” dice al aclarase la garganta el mentiroso. “No crees que estás exagerando, quiero decir, del quien estamos hablando es Zoro, del loco por entrenamiento, del amante de las espadas…como podría llegar siquiera a sentir algo así por alguien”
“Dicen que no hay que juzgar ha alguien por su apariencia” replicó suavemente. “Y si no es así, entonces qué sugieres”
“Hmmm…” ante ello, el moreno trató de sacar alguna respuesta lógica, no obstante, no podía encontrar alguna.
“Eso no importa” dijo la pelirroja golpeando la mesa para después levantarse. “Zoro es Zoro, siempre sale bien de cualquier problema, ya verán que con el tiempo volverá a ser el mismo Zoro de siempre”
“¡Oh, la gran sabiduría de Nami-swan!♥”
“Mientras tanto” cerró los ojos y suspiró. “Oi Luffy, te espero en mi camarote hoy, no se te olvide”
“Sí, seguro”
Dicho eso, la pelirroja caminó para salir de la cocina dejando a los demás extrañados y a un Sanji medio matando a Luffy.
Al salir, la chica se percató del peliverde recargado en el mástil y deteniendo sus pasos se recargó en la balaustre para continuar su inspección.
Si fuera el Zoro de costumbre le reclamaría el estarlo viendo de ese modo, pero como no lo era, la chica prosiguió.
Al verlo, Nami podía decir que el chico se encontraba realmente decaído, dejó completamente de hacer entrenamiento y dormir, dos de las cosas más amadas por él, ahora solamente se la pasaba mirando al mar o recargado con la mirada perdida. ¿Por qué se encontraba así, era un misterio.
‘¿Será cierto lo que Robin-nee-san dijo?’ meditó. ‘¿Zoro se encontrará deprimido? Podría ser verdad que Zoro se encuentre enamorado…y si es así, será cierto que no es correspondido…’
Su mirada continúo puesta en Zoro, un poco de lástima sentía al ver al chico en ese estado. El viejo Zoro había desaparecido hace dos meses y nadie sabe la razón. La pelirroja quería ver de nuevo al peliverde normal, quien se peleaba con Sanji por cualquier idiotez de orgullo, del quien está enamorado Luffy…
‘…Luffy… ¿podrá ser que Zoro esté enamorado de Luffy?’ dio un largo suspiro. ‘Vamos Nami, eso es demasiado bueno para ser verdad…pobre Luffy, si Zoro está enamorado de otra persona¿qué hará?…después de todos estos meses entrenándolo’ otro suspiró salió de sus labios.
No duró más tiempo cuando la pelirroja se apartó del balaustre para dirigirse a su camarote.
Zoro miró de reojo el caminar de la chica, analizaba sus movimientos, su manera de bajar las escaleras, su contoneó típico de mujer, su cuerpo, su busto, sus piernas, todo de ella, hasta perderla de vista por las puertas del camarote.
‘MALDITA MUJER…¡HOJALÁ SE PUDRA EN EL INFIERNO!’ maldijo mentalmente, en su mirada podría verse furia, total y completamente… ¿por qué, la respuesta ocurrió un mes antes de su decaída.
Hace tres meses atrás, sin razón aparente, Luffy y Nami comenzaron a llevarse mejor de lo normal. Era ahora común verlos siempre juntos a todas horas, platicando, a veces escribiendo algo secreto no a vista de todos, recogiendo naranjas, entre más, aún así eso no era lo más sorprendente de todo; todos quedaron atónitos al ver a Luffy quedarse a solas en el camerino de Nami. Eso sí…era extraño.
En primer lugar, estas nuevas actitudes llamó la atención de todos los presentes, sobre todo del cocinero quien no paraba de reclamarle con patadas al pelinegro. La respuesta por ellos –o mejor dicho por Nami- fue de que necesitaban un tiempo a solas. La reacción, por supuesto fue un impacto total, además de más inquietudes y preguntas para ellos, sin conseguir una respuesta satisfactoria.
Durante ese mes, todos los tripulantes del Going Merry empezaron acostumbrarse a ver a los dos juntos, claro a excepción de Sanji, quien no le agradaba en absoluto verlos así; protestaba, golpeaba y exigía respuestas, pero los pucheros solamente duraban un momento, gracias a la gran habilidad de Nami para domarlo. No obstante, el güero no era el único quien no le sentaba la idea. A Zoro no solamente le fastidiaba, le irritaba hasta la muerte, aunque no estuviera seguro del por qué.
Así se fueron los días y cada vez que terminaban de comer la ladrona siempre le recordaba a Luffy ir a su camerino¿a qué?…eso si era un misterio, aunque podrías ponerle imaginación; y eso era exactamente lo que querían evitar los demás. Todas estas acciones hacían a Zoro rabiar.
En día en especial, la suerte no estaba con el espadachín.
El día fue soleado después de llover por medio siglo –en realidad solamente fueron dos días-, las nubes se encontraban muy altas, a lo lejos, en cielo azul se podía ver sin problemas, ciertamente era un día hermoso para todos a excepción del peliverde.
Zoro había terminado su rutina de levantar 5000 levantamientos de pesas, para continuar con otra serie de 5000 pero ahora de lagartijas. Había sudado demasiado y la camisa comenzaba a fastidiar, por lo tanto se la quitó sin ningún problema o por lo menos hasta percatarse de quien lo miraba.
“Oi Zoro”
La voz carismática lo hizo congelar.
“¿L-Luffy?” tartamudeó.
Era extraño que Zoro no se percatara del chico, pero en ese entonces al aparecer esos sentimientos raros, su mente se encontraba muy ocupada como para darse cuenta de otras cosas; apenas si podía enfocarse en su entrenamiento y en dormir, el cual ya no hacía como era su costumbre.
“Oi Zoro aún tienes esa cicatriz en tu pecho” dijo el pelinegro animoso.
“¡Por su puesto que si idiota!” gruñó un poco, pero inmediatamente se volteó para darle la espalda al otro chico, un gran sonrojo se mostraba en sus mejillas al darse cuenta donde estaba viendo su capitán. “Es una herida muy fuerte, es lógico que la cicatriz no desaparezca”
De repente, el espadachín se sintió raro. Ahí se encontraba él sin camisa, atrás de él su estúpido capitán con su mirada sobre él; esto no era nuevo, muchas veces Luffy lo había visto sin camisa y jamás le había importado¿por qué ahora si? No tenía la respuesta, pero lo más preocupante…era los sonrojos que ahora no parecían dejar su cara.
“Je, pues las cicatrices te hacen lucir geniaaaal Zoro” le sonrió ampliamente.
Al oírlo, Zoro podía escuchar como su corazón se aceleraba…como era posible que un simple cumplido como ese le causara tal reacción, no tenía idea.
En ello, el peliverde giró su cabeza para ver de reojo al claro, quien se encontraba esbozando una amplia sonrisa. Al verlo así, Zoro nuevamente se sonrojó aún más fuerte, no duró mucho el momento cuando la voz de Nami se dio lugar rompiendo el encanto.
“¡Oi Luffy, te estoy esperando!” llamó la chica desde el umbral de la puerta de su camerino. “¿Vas a venir o no?”
“Ya voy”
Con ello, el chico se levantó de su cómodo asiento en el suelo para dirigirse a toda velocidad con la pelirroja.
Al ver como corría Luffy, el rubor ahora más bien se había convertido en coraje. Zoro no podía evitar sentir celos de esa endemoniada mujer, quien ahora le había arrebatado a su Luffy. Si así era, el chico se había dado cuenta de sus celos, claro que no gracias a él, sino por las mujeres.
No hacía unos cuantos días antes, Zoro se encontraba limpiando sus espadas, para mantener ese hermoso brillo en ellas. Ante ellos las chicas se habían acercado a donde el estaba, concentradas completamente en su plática.
“Lo sé Robin, pero no puedo hacer nada con los celos de Sanji” dijo la pelirroja.
“Deberías hablar con él, al parecer él realmente te ama, por eso mismo no puede evitar sentir celos al verte con Luffy” señaló la otra chica.
“Lo sé, pero en realidad no lo culpo por enamorarse de mí”
“Bueno, pero debes por lo menos hacerlo dejar de querer matar a Luffy” adujo la morena.
“Jajaja como si pudiera matar a Luffy”
La plática se alargó, sin embargo, Zoro ya no prestó atención a lo demás; la poca atención que brindó a las dos mujeres lo había hecho pensar.
Sanji se encontraba extremadamente enojado con Luffy por estar con Nami, lo cual al traducirlo a la plática de las chicas, el querer matar al pelinegro era porque se encontraba celoso. Y según su entendimiento de celos, era porque alguien se mete de «cierta manera» con algo o alguien que tú quieres demasiado. Y con esa analogía, Zoro se dio cuenta que el se encontraba igual a Sanji, la única diferencia era el querer matar a Nami en lugar de Luffy.
Así fue como el guerrero se dio cuenta sobre sus celos, aunque no podía entender bien el porqué quería demasiado Luffy como para poder sentirlos. Por lo menos, ya comprendía su enojo y esas ganas de querer cortar a Nami en muchos pedacitos. Si, era un gran avance.
No obstante, el saber sobre sus celos hacia Nami no lo ayudaban en mucho, porque ahora, no podía evitar tratar de no mostrarlos enfrente de todos. Lo bueno era que él era Roronoa Zoro, alguien a quien podrías esperar de todo, a excepción, de sentir celos o amor por alguien. Si a veces la reputación era buena para eliminar cualquier duda.
En ello, cuando Luffy por fin se adentró al camerino de la navegadora, escuchó claramente como el seguro era puesto. Eso fue lo único que necesitó para estallar.
Sin pensarlo dos veces, Zoro con mirada fulminante se acercó a pasos mortales hacía la puerta, era la hora de matar a Nami y como lo disfrutaría –eso era por seguro-. Al encontrarse a escasos pasos, el chico escuchó las voces de los dos. Detuvo en seco ante ello.
“¿Oi Nami ya puedo hacerlo?”
Esa sin dudar era la voz de Luffy. Con esto, Zoro se acercó silenciosamente, se acomodó se cierta manera para poder escuchar la conversación y ahora si todos sus sentidos se enfocaron a escucharlos.
“¡Y por qué me preguntas a mi Idiota!” bufó. “¡Deberías de hacerlo y ya, no necesitas de mi consentimiento!”
“¡Entonces lo voy hacer ya!”
Zoro sintió un gran dolor en su pecho al oírlo, no podía creer lo que escuchaba, en realidad era cierto…
“Espera Luffy, aún necesito prepararte para que lo hagas bien” llamó. “Eres primerizo en esto, así que deja que una experta en la materia te guíe y deja de estarme apresurando”
“Wooooo, pero ya me muero de ganar por hacerlo” voz abatida.
Nuevamente el dolor se presentaba; era pulsante, se sentía como si una gran espada te hubiera atravesado exactamente en el corazón, casi podías sentirlo partirse, como si estuviera hecho de vidrio, tan frágil…
Zoro no quería escuchar más, comenzó apartarse de la puerta, dio media vuelta y marchó cabizbajo a donde hacía unos cuantos minutos estaba entrenando. Al llegar, no con mucho ánimo trató de olvidar la conversación…pero nunca lo logró. Eh ahí cuando la depresión comenzó.
Ahora, volviendo al presente día, Zoro siempre observaba a Nami de pies a cabeza cada vez que bajaba hacía su camarote. Trataba de analizarla, saber porque Luffy la escogió a ella y no a él…y la respuesta era tan obvia, tanto como para no querer aceptarla.
Zoro era un hombre de pieza completa, y por lo mismo no tenía los atributos de las mujeres. El no sabía contonear las caderas, caminar con esa elegancia femenina, no tenía cintura de avispa ni mucho menos esos pechos enormes despierta paciones; sí eso era lo que atraía a Luffy, él se encontraba en completa desventaja.
Un pequeño suspiró vagó en el aire, como Zoro aún continuaba su análisis.
Era gracioso como cambias cuando te encuentras embargado por sentimientos extraños como estos. Zoro ya daba por hecho su derrota ante Nami –lo cual era un gran suceso-, a pesar de su gran odio por perder. Sí, al peliverde no le placía la derrota, pero no siempre lograba la victoria y aún así, tenía una esperanza para ganar…pero en esta contienda esa luz estaba perdida en la inmensa oscuridad.
Otro de los grandes cambios, era pasarle el tiempo pensando, algo que no era usual en él, no le agradaba complicarse la vida, además, no lo necesitaba. Si ahora había grandes cambios en él, y francamente él mismo podía esperarse por lo menos inimaginable…tanto como encontrarse enamorado.
‘… ¿Enamorarme?…’ la palabra resonó en sus pensamientos.
Jamás se había enamorado antes, así que la posibilidad de hacerlo ahora era remota, sobretodo porque ahora tenía el lío de los otros sentimientos…fue en ese entonces la iluminación.
La reacción del peliverde fue más increíble de lo que uno podía imaginar. Su boca se abrió hasta más no poder como sus ojos, comenzó a sudar, su corazón volvió a latir tan rápidamente como lo había hecho hace mucho tiempo atrás, sintió un nudo en su garganta, su boca se secó, su cabeza comenzó a doler y sentía una sensación extraña en el estómago, todo al mismo tiempo para fregar con pasión.
‘¡DEMONIOS! NO PUEDE SER…YO…YO…ESTOY ENAMORADO DE LUFFY!”
Al realizar su amor hacia Luffy, muchas cosas se aclaraban. Ahora entendía porque esos tremendos celos, su depresión al darse cuenta que su amor amaba a otra persona y el porqué siempre terminaba diciendo como Luffy prefería a Nami en lugar de él. Si todo tenía sentido.
Pero si al no saberlas ya era doloso, ahora Zoro se sentía peor. Era la primera vez que se enamoraba y para el colmo sus sentimientos no eran aceptados. Nuevamente las viejas pulsadas el pecho regresaron.
Ante todo, Zoro sentía furia, tristeza, desesperación, desanimado…el chico ahora era un mar de sentimientos encontrados y la culpa de su estado era Luffy.
‘¡Por qué carajos le gustan a Luffy las tetas!…si tan sólo yo tuviera…’ detuvo al darse cuenta de sus pensamientos. ‘Si tan sólo fuera mujer…podría tener una oportunidad con Luffy…’
Guardó silencio, inclinó un poco su cabeza centró sus ojos en el mar infinito del cielo.
‘Qué estupideces digo…no hay ninguna posibilidad de que yo sea mujer…¡además la mujer es débil y yo no quiero ser débil!’
Nuevamente el silencio reino.
‘Pero no todas ellas lo son, Kuina nunca lo fue…y Nami y Robin son débiles de fuerza, pero tienen lo suyo…’ suspiró. ‘…las mujeres son frágiles, deben ser tratadas con más delicadeza…eso es lo que tiene la mujer…’ meditó aún con la mirada perdida en el cielo.
Al bajarla, su vista se centró en el mar.
“…frágil…”
Si eso era lo que hacía la esencia de la mujer, entonces Zoro podía hacerlo. Aunque le costara admitirlo, el chico era frágil, no tanto como las mujeres, pero si podía ser lastimado e inclusive podía morir –no tan fácil- Por lo mismo entrenaba y se hacía fuerte físicamente, para que su fragilidad no lo condenara.
“…je, soy frágil…” una diminuta sonrisa se mostró en esos labios, los cuales no reían hace mucho tiempo.
“¿Eres frágil Zoro?”
La voz espantó al peliverde como nunca antes en su vida, sobre todo por la persona a quien le pertenecía esa voz.
“Lu-Lu-Lu-Lu-Luffy” tartamudeó. “¡QUÉ DEMONIOS, POR QUE ME ASUSTAS DE ESA MANERA!”
“Ah perdón” dijo simplonamente. “Solamente quería ver como estabas, te he visto decaído y últimamente te voy despierto todo el día y sin entrenar… ¿estás enfermo?”
“No…no es nada…no estoy enfermo” dijo mientras trataba de ocultar un rubor en sus mejillas.‘¿Por qué es tan difícil hablar con él?’
“Oh” fue la única respuesta, sin embargo su mirada aún continuaba en Zoro sin perder detalle alguno.
“¿Qu-qué…pasa…por qué me…ves así…?” los nervios comenzaron a dominarlo. “¿Qué…es lo qué qui…!” no pudo terminar al ver como Luffy acercó su cara a él.
Los dos quedaron a escasos centímetros, sus labios no lejos de poderse tocar y los alientos comenzaban a mezclarse. Zoro sentía su cara caliente, era lógico que un fuerte rubor se había apoderado de sus mejillas mientras el latido de su corazón zumbaba en sus orejas.
“Dijiste que eras frágil no Zoro”
Al estar de esa forma, el peliverde apenas si podía mantenerse coherente y por tal motivo no sabía como respondía.
“Sí”
La respuesta fue sencilla, claro y precisa, ante ello y como si fuera palabra mágica, la cara de Luffy se acercó aún más.
‘Está…¿está intentando besarme! ‘
Y sin poder moverse, Zoro solamente esperaba por ese beso ser impuesto es labios. Y hubiera pasado si la voz de Nami no se hubiera escuchado.
Al instante la burbuja de las maravillas se rompió tan rápido como fue creada.
“¡Luffy, estoy esperando!” con ello dicho, la pelirroja se metió al camarote dejando la puerta abierta para el pelinegro.
Al oír su nombre, Luffy apartó de Zoro de inmediato, se levantó y comenzó a dirigirse al camarote a todo velocidad, dejando aun peliverde atónito.
“…No me besó…” dijo en un susurro, aún sin creerlo.
Ante ello, nuevamente Zoro quedó solo recargado en el mástil como en el principio, pero ahora la diferencia era…
‘¡ALGÚN DÍA MATARÉ A ESA MALDITA PERRA!’
Que se encontraba furioso…