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Vamos a la playa por Chaotic_and_ Pathetic

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Notas del fanfic:

Un one-shot dedicado a un bonito Ship

Por si quieres pasarte por wattpad. 

Usser. Chaotic_and_pathetic

Notas del capitulo:

Gracias por leer. 

"Vamos a la playa"

 

 

 Aquella tarde, donde el sol estaba por ponerse y los cielos poco a poco se oscurecían, escuche recitar a mi esposo esas palabras con un cierto tono alegre y emocionado, toda su vida había soñado con meter los pies en el agua, sintiendo la arena bajo su piel, disfrutando de la brisa fresca que arrojaban las olas... Ese era el sueño que recitaba desde hace 20 años y siempre daba la misma sensación de esperanza y armonía que se conjuntaba con aquella sonrisa que se mantenía pegada a su rostro, sonrisa que irradiaba una luz y una paz tan placentera que podría observarla toda mi vida y sentirme orgulloso por tener aquel hombre a mi lado.

 Maravillado por la persona que tenía en mi vida y no encontrar palabras adecuadas para expresar todo mi amor por aquel peliverde de cabello crespo que siempre dejaba revolotear sus sueños e ilusiones ante los vientos que se llevaban sus palabras entre las flores que soltaban pequeñas gotas de rocío cálido y fresco que cargaban palabras plasmadas de amor, los vientos aun guardan su voz y los flores mantienen viva su sonrisa. 

 

 

 

 

 

Era primavera y los cultivos de tulipanes habían dado sus primeras flores, el campo se mantenía en un intenso color rojizo que se extendía más allá de lo que podía alcanzar a ver, regresaba de un intenso día de trabajo, con el sol casi por desaparecer entre el horizonte, caminaba por de entre las flores sintiendo la suavidad de sus tallos tocar mis cansadas piernas, y a los lejos podía visualizar nuestra pequeña cabaña, una casa modesta, sin tantos lujos o cosas elegantes pero era la casa que habíamos construido con tanta dedicación r y esmero que se había convertido en algo  más que un hogar , esa pequeña casa  era el fruto y la culminación de nuestro amor. 

Cada día que regresaba de los cultivos siempre traía conmigo un ramo de las flores más bellas que podía obtener, hoy no era la excepción, ese día traía una docena de tulipanes , los más grandes y hermosos que pude encontrar en todo el  campo, estos eran de color rojizo, tan rojo como la misma sangre, tan suaves como tocar el cielo nuboso y casi tan grandes como mi corazón, mismo que latía por y para Izuku, mi pequeño Deku...

Este,  siempre me esperaba a las afueras de nuestra casa, con una sonrisa enorme y una pequeña manta que siempre colocaba en mi espalda para que no perdiera el calor que había acumulado en todo el regreso a casa, las noches en el campo eran frías y un tanto melancólicas pero cuando me encontraba al  lado de mi esposo, todas las preocupaciones, las amarguras y  las tristezas parecían desaparecer por completo; no necesitaba más en esta vida, mientras él estuviera a mi lado todo estaría bien.  Esa noche, cuando estaba de regreso a casa, repetimos esa rutina una vez más, me recibió con los brazos abiertos, un intenso brillo en sus ojos se hizo presente, y aquella sonrisa que siempre me regalaba sin pedirme nada a cambio, todos mis pesares desaparecían cuando me enredaba entre sus brazos sintiendo el calor de sus mejillas que tocaban mi pecho, siempre lo hacía para escuchar los latidos de mi corazón. 

Le di su gran ramo de flores y no pude estar más que satisfecho con su reacción, amaba la emoción que emanaba al recibirlas, aunque cada día le diera flores, parecía que para Izuku se trataba de la primera vez, me dio un beso en la mejilla y se dirigió a ponerlas en un bonito jarrón, ya sabía cual escogería, cada ramo que traía siempre lo ponía en nuestra habitación, decía que deseaba observarlas siempre, que aquel ramo  de flores representaba nuestro amor, amor que diario se renovaba y crecía conforme el tiempo pasaba, no había amarguras, nada se marchitaba... Simplemente era nuestro cariño expandible e inquebrantable.

 Sin embargo aquel día fue diferente, las coloco en la mesa que siempre utilizábamos por comer, misma que la mayoría de las veces la colocábamos fuera de casa para comer entre el cielo estrellado, disfrutando de los suaves vientos y el sonido de las cigarras que cantaban a la par conjuntándose con el ligero y breve tintineo de las flores que chocaban entre sí, esas eran nuestras noches perfectas donde no necesitábamos más que nuestra compañía.  

 

 

 

 

"Vamos a la playa Kacchan"

 

 

 

Le escuche recitar con suavidad mientras me miraba con una sonrisa suave y tierna, yo le mire enternecido sintiendo mi corazón estrujarse al no poder cumplir tal sueño, no ahora,  cuando apenas y teníamos dinero, Deku sabía bien la situación en la que nos encontrábamos pero a pesar de ello siempre me insistía. ¿Qué es lo que debía decirle?. Ni siquiera tenía que mencionar palabra alguna, él solo acariciaba mis cabellos con ternura pasando sus dedos entre mis mechones en una forma clara de calmar mis preocupaciones y angustias por no tener casi dinero, no me decía nada pero en el fondo de mi corazón sabía que su alma se rompía al no cumplir con las promesas que diez años atrás le había echo.

Me miraba con tanto amor y cariño, que mi pecho se sentía adolorido por recibir tanto amor que nunca merecí, me miraba como si fuera la mejor persona del mundo y me besaba con tal desespero y pasión que por un momento de mi vida creí encontrar la felicidad absoluta. Todos quieren un final feliz y yo creí haberlo encontrado, sin saber que los finales felices no existen. 

Me esforzaba tanto en obtener dinero, que mi cabeza solo se había centrado en trabajar, trabajar y trabajar sin pensar en nada más que eso, quería cumplir aquel sueño de Izuku, quería cumplírselo aunque mis piernas se quebraran por el dolor, no me importaba el dolor en mi espalda, solo quería ver esa sonrisa plasmada en su rostro, era el motivo de mi vida y la razón por la que este simple campesino continuaba respirando. Me había enfocado tanto en trabajar que los meses pasaron como agua, agua que rueda por los suelos hasta estancarse en un pequeño charco, mismo que poco a poco se evapora por la intensa luz de sol... Y así paso con la vida de Deku. 

 

Él era el agua, y el sol era aquella terrible enfermedad que sin darme cuenta había consumido su vida por completo. 

 

 

 

 

 

 

" Vamos a la playa mi cielo"

 

 

Recito una vez más, siempre con una sonrisa y aquel estúpido brillo en sus ojos, mismo brillo que se perdió cuando el invierno llegó y las flores comenzaron a marchitarse.

 

  Un día simplemente y sin previo aviso, su cuerpo comenzó a darle molestias, se quejaba del dolor de sus huesos, constantemente tenía frío, el color de sus mejillas rosadas y regordetas se habían convertido en una piel opaca y sin brillo, delgado, siempre cansado,  dormitando la mayor parte del día; pero a pesar de ello y como era costumbre me recibía a las afueras de nuestra casa, con los brazos extendidos para arroparme en el ligero calor que había guardado su cuerpo dentro de una gran manta.  Cada día veía como el amor de mi vida se desvanecía, cada vez más delgado, más pálido y por más que intentaba llevarlo al medico siempre se negaba, alegando que era un simple resfriado. Mi niño, mi querido Deku se me iba de entre las manos y yo no podía hacer nada para impedirlo. 

Una noche donde los vientos soplaban con fuerza y la nieve caía cambiando el paisaje y convirtiéndolo en un campo blanquecino que resguardaba cadáveres de flores marchitas mismas que perderían su brillo y delicadeza hasta que la primavera llegara de nuevo. Cuando llegue a casa, mi querido Izuku me recibió como ya era costumbre, sin embargo cuando lo tuve entre mis brazos se desvaneció, yo, lo miraba asustado notando que de su nariz un gran hilo de sangre comenzaba a brotar cayendo a los laterales de su rostro hasta que las gotas carmesí quedaron plasmadas en la nieve... En ese instante pensé en aquellos tulipanes que meses atrás le había regalado, tan rojos como la misma sangre, sangre que caía del cuerpo de él. 

Mis manos sostenían su débil y agotado cuerpo, estaba frío, temblaba y en ese instante comprendí que aquel hombre al que tanto ame, se me iba de mi lado y yo, fracasado e impotente no podía hacer nada para salvarlo... 

Trataba de hacerlo reaccionar, lo agitaba con fuerza, quería que reaccionara, no podía dejarme así, me prometió que siempre estaría a mi lado, recibiendo las flores que yo cortaba para él, recibiéndome con una sonrisa y aquellos ojos tintineantes  que me miraban con ternura, ese era mi Izuku, quien había desaparecido con la llegada de la nieve, marchitando su corazón y apagando su vida en un abrir y cerrar de ojos. Me rehusaba a dejarlo ir, no podía vivir sin él, simplemente no podía...

 

 

 

 

 

" Vamos a la playa Kacchan"

 

 

 

Me dijo aquella vez dentro de la habitación de hospital, a pesar de aquel cruel destino con el que fue maldecido parecía estar en calma, tranquilo y amable como era siempre, era de noche y una gran tormenta de nieve estaba ocurriendo por las calles pero a pesar de la fatalidad del clima seguía repitiéndome constantemente aquellas palabras. Él me sonreía como si nada pasara, tratando de aliviar el dolor que se había alojado en mi pecho, reprimía mis lagrimas pero estaba cansado de aparentar, quería llorar, quería golpearlo, quería simplemente desaparecer y pretender que este dolor desaparece; estaba furioso, no con él, conmigo y con el mismismo Dios que se atrevió arrebatarme lo que más amaba en este mundo... 

Quería tener una vida larga a su lado, cultivando flores hasta nuestros últimos días, yo moriría primero y unos años después él, encontrándonos en la otra vida donde nuevamente pudiéramos ser felices, ese era mi plan pero el jodido destino parece que no puede tolerar la felicidad. Cada noche que volvía a casa sin Izuku rezaba a los cielos con fuerza, me hincaba en la nieve y con llantos y sollozos desgarradores suplicaba en busca de un milagro para que mi niño pudiese sobrevivir, sabía que era en vano pero por un momento trataba de mantener la esperanza y al final, agotado y con el corazón hecho polvo, volvía al hospital esperando encontrarme con Deku, trayendo sus flores favoritas... Los girasoles. 

Decía que le recordaban al sol de primavera, mismo al que diariamente le hablaba como si fuesen grandes amigos, le sonreía con ternura y le mostraba las flores que le llevaba, siempre sentado en la pequeña terraza que teníamos, viendo los campos de flores y disfrutando del rocío que se impregnaba en su rostro cada vez que los vientos soplaban. Deku era el sol que iluminaba mi vida, que le daba calor y daba vida a mi corazón marchito....

  Esa noche llegue con un solo girasol, el único que había de entre las tantas florerías que tuve que recorrer para obtenerlo; él me recibió con una sonrisa y con los brazos abiertos, a pesar del dolor en sus huesos, de lo cansado que estaba siempre tenía ánimos para tranquilizarme, yo me acurre entre sus brazos, pegando la oreja en su pecho escuchando los tenues y cansados latidos de su corazón, en ese instante un mar de lagrimas lastimosas se habían acumulado en mi garganta, sintiendo mi pecho oprimirse por la tristeza que con tanto esmero me había enfocado en ocultar sin embargo, aquella noche y sin previo aviso, me derrumbe. 

Caí en llanto, sollozos altaneros que se extendían por toda la habitación, me aferraba a la pequeña espalda de Izuku, apretaba sus ropas con tanta fuerza que podía sentir cada uno de sus huesos y tan solo aquella imagen en mi cabeza fue lo suficientemente fuerte para hacer que me rompiera por completo, berreaba con tal fuerza que mi visión estaban borrosa por la cantidad incontable de lagrimas que brotaban, cayendo por mis mejillas hasta plasmarse en las ropas de Deku; él, no me decía nada, solo se limitaba a acariciar mi cabeza con ternura como si estuviera bien con el destino con el que fue marcado. No lo vi pero sabía que estaba llorando conmigo, lo sentía por los latidos de su corazón y aquella respiración irregular que de un momento se había formado. 

 

Mi pequeña flor estaba por marchitarse. 

 

 

 

 

 

"Vamos a la playa mi amor"

 

 

 

Repitió aquel día, yo ya no tenía esperanzas sin embargo quise cumplir aquel deseo, vendí muchas de mis cosas, pedí un auto prestado y esa mañana de diciembre, lo saque del hospital para llevarlo a la playa. Por primera vez después de tanto tiempo, un brillo especial se había formado en sus ojos y una extensa sonrisa acompañaba su delgado rostro; mi corazón se sintió en calma después de tantas semanas en agonía, le mire enternecido, le acaricie con suavidad y ambos, así como en los viejos tiempos nos embarcamos en una aventura... 

¿Cómo podría describir aquella tarde?. Una palabra, agónica. 

El camino hacía la playa fue en total calma, una paz que jamás había sentido en mi vida, en diversas ocasiones miraba de reojo a Izuku notando que este simplemente miraba la ventana, anonadado por la belleza del paisaje marino, bajaba el cristal y como cualquier niño pequeño disfrutaba de los ligeros y tenues rayos de luz que pegaban a su piel, el viento frío chocaba en su rostro dándole una ligera rojez en sus mejillas, sonreí con tristeza recordando meses pasados en donde parecía estar bien las cosas, donde nada iba mal y donde parecía que nuestro amor florecería hasta el fin de los tiempos. 

Izuku estaba tan emocionado de sentir la arena en sus pies, que a pesar de las indicaciones del doctor, le retire los zapatos dejando al descubierto sus pequeños pies, y para mantenerlo abrigado en todo momento cubrí la silla de ruedas con una gran manta que envolvía más que bien a mi pequeño niño, le puse un gorrito negro que solía ocupar cuando me acompañaba al campo y que era de sus favoritos, le dedique una sonrisa abrazándolo de manera repentina. - ¿Sucede algo Kacchan?- me pregunto, yo simplemente me quede en silencio, pegándolo más a mi cuerpo, no sabía cuanto tiempo me quedaba para poder abrazarlo de estar forma, no sabía cuando dejaría de escuchar la voz de Deku, no sabía cuando simplemente aquel hombre dejaría de estar a mi lado y eso me aterraba, tenía miedo, me sentía como un niño acorralado y eso me quebraba por completo. Y esa vez, fue la ultima donde escuche un te amo salir de sus labios. 

La tarde de aquel día, el sol había salido ligeramente después de mantenerse oculto por semanas, parecía que el sol estaba igual de triste que yo pero había tomado la valentía suficiente para iluminar el camino que recorrería mi pequeño Deku, los vientos soplaban con suavidad moviendo ligeramente mis cabellos, ambos disfrutábamos de aquel momento, nadie decía nada pero estábamos más acompañados que nunca, atesorábamos  aquel amor que no se podía expresar con palabras,  amor que se esparce en el aire y se mantiene estático envolviéndonos con dulzura.

 Estábamos cerca del agua que azotaba en la arena con brutal elegancia creando un vaivén sonoro que se extendía por todo el lugar. Izuku se giro para mirarme y ahí pude observar la máxima expresión de felicidad, un brillo tan intenso en sus ojos que se asemejaban al sol, una sonrisa radiante que si pudiera mantenerla viva, lo haría cada día de mi vida. Acerque la silla de ruedas a la orilla, lo más que pude haciendo que los pies de Deku tocasen el agua, este observaba maravillado todos sus alrededores, glorificándose de la magnificencia del lugar, inundando sus fosas nasales con aquella brisa salada y dulce que flotaba por los aires, el agua fría chocar con sus pies, el aire moviendo sus cabellos, el sol pegando en su rostro... Así es como debería verse un ángel. Yo lo observaba desde atrás, enternecido y adolorido por la escena delante mía, mi niño, mi Deku... Mi vida, si tu te ibas de mi lado, mi cielo ya no tendría sol, mi noche dejaría de tener estrellas. 

De un momento a otro, viendo todo desde atrás, la cabeza de Deku cedió ante el peso de la misma cayendo ligeramente, una de sus manos cayó a un costado de la silla, y en este instante supe que todo había acabado. Aterrado, y con el corazón latiendo a mil, di la vuelta a la silla y entendí que mi pequeña flor había terminado de marchitarse. 

Izuku esa tarde murió, murió con una sonrisa en su rostro, cumpliendo el sueño que más había anhelado en toda su vida, conocer el mar, sentir la arena en sus pies y calmar el dolor de su corazón... 

 

 

 

Mi pequeño niño aun después de su partida seguía en cada rincón de aquel campo de flores, y  con la llegada de la primavera, y el nacimiento de nuevos tulipanes, la voz, la sonrisa, el brillo de aquel muchacho peliverde se mantenía en el rocío de las flores, en el cantar de la aves y el los rayos de luz que siguen alumbrando su tumba marcando el camino hacía lo que alguna vez fue un ángel que piso la tierra. 

Yo, aferrado a su recuerdo sigo haciendo la rutina de cada día, siempre trayendo sus flores favoritas, colocandolas en su jarrón favorito y esperando al día siguiente para cultivar nuestro amor.

 

 

"Vamos a la playa Deku"

 

 

 

 

Fin 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bye bye 


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