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Princesa por Liss83

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La compuerta del avión se abrió  y colocaron la escalinata. Una carrosa tirada por dos cabellos blancos se aparcó a unos metros de esta. La conducía un hombre de estatura media que no desvió la mirada ni un instante. Su destino no era lejos. Apenas y atrás de la colina que tenía enfrente, sin  embargo a él le habían pagado para que tomase el camino de la izquierda, el más largo. El viaje demoraría poco más de media hora. Excentricidades de millonario, pensó Argus Filch

 

 

 

Al llegar a tierra firme, Blaise le ofreció el brazo y subieron a la carrosa. El pelirrojo se veía realmente hermoso en ese vestido floreado de corte campana que le llegaba hasta la rodilla. Entre las cosas que su jefe le había dejado no solo estaba el vestido, sino también crema depiladora, un bolso de mano, un  conjunto de ropa íntima de mujer con encajes, ¡amaba los encajes!, un par de zapatos de taco bajo, obviamente Blaise no sabía que él era un maestro caminando en taco agujas. Eligio un maquillaje suave y veraniego, muy diferente al que su madre le gustaba. Su madre. Solía seguir su vida por la prensa de la farándula. ¿Qué pensaría si lo viera en ese momento?

 

 

 

-          Te ves hermoso - le susurro Blaise al oído

-          Gracias - dijo Arthur bajando el rostro sonrojado

-          ¿Qué piensas? - pregunto Blaise

-          En el ataque cardiaco que le daría a mi madre si me viera vestido así - dijo Arthur

-          Pero le daría el ataque por no entrar en ese vestido así de linda como tú - dijo Blaise, ambos se miraron y lanzaron una carcajada

-          Respeta a mi madre - dijo Arthur sonriendo

-          Cierto, es mi suegra - dijo Blaise

-          No sé qué depreciarían más mis padres - dijo Arthur mirando hacia el paisaje - si ser tus suegros o los de Molly

-          Ya dijimos que los próximos tres días ella no existe - dije Blaise

-          De hecho - dijo Arthur -, hace meses que no existe - y su amante se acercó para besarlo suavemente

-          Hay algo que te quiero preguntar - dijo el moreno - ¿Has pensado en tener hijos?

-          ¿hijos? - pregunto Arthur sorprendido - yo…

-          Si. Tú. Hijos. Te lo voy a poner más claro - dijo Blaise - ¿te has planteado la idea de ser madre? - y los ojos de Arthur Weasley se abrieron de manera descomunal - veo que no - concluyo el hombre con una risa

-          ¿Por qué te burlas? - dijo Arthur molesto

-          No me estoy burlando - dijo Blaise - lo lógico es que personas como tú elijan o un hombre que les de una familia. No tiene nada de malo

-          Soy un fenómeno - dijo Arthur indignado

-          Ya te dije que no me gusta que hables así de ti mismo - dijo Blaise

-          Es lo que soy - dijo Arthur molesto - deténgase ahora - y el cochero lo hizo por lo que se bajó de prisa

-          Princesa… - dijo Blaise siguiéndolo

-          No - exigió el pelirrojo - no te me acerques

-          ¿Por qué crees te invite aquí? - dijo Blaise

-          Es obvio que para llevarme a la cama - prácticamente grito Arthur señalando sus ropas

-          No - dijo Blaise sonriendo - te traje por idiota. Porque ya no sé qué hacer para que te decidas a divorciarte de tu mujer y venirte conmigo. Y antes que me grites, no te estoy llamando interesado. Estoy intentando ponerte el mundo entero a tus pies. Decirte que me enamore de ti por lo que eres. Tal cual. Y como cualquier hombre enamorado, te quiero a mi lado. Quiero casarme contigo, tener una familia contigo. Envejecer contigo ¿tan malo es eso?

-          Te señalarían - dijo Arthur emocionado

-          Pues espero que no te importe vivir en una casa modesta en los suburbios de Londres - replicó Blaise - porque así se vaya toda mi fortuna, voy a conseguir que entiendan que a mi mujer, a ti, te tienen que respetar

-          ¿me estas pidiendo matrimonio? - pregunto Arthur con la más radiante de las sonrisa mientras una lagrima de emoción se le escapaba

-          Princesa, estas arruinando mi sorpresa - dijo Blaise con cara afligida y Arthur lanzo una carcajada - volvemos a la carroza. Su castillo la espera - y Arthur se abalanzo sobre él para robarle un beso apasionado - ¿nos vamos?

-          Te amo, te amo, te amo - repetía Arthur

-          Vamos - dijo Blaise sonriendo mientras le limpiaba las lagrimas

 

 

 

El viaje duro cerca de veinte minutos. Arthur alternaba su mirada curiosa por el paisaje con movimientos coquetos e insinuantes a Blaise, sin llegar a parecer un cualquiera. Definitivamente estaba volviendo su más grande sueño realidad. Por dos días sería una mujer y lo disfrutaría al máximo

Los ojos de Arthur brillaron cuando vio al reconocer el lugar que Blaise había rentado por ese fin de semana. Era un castillo antiguo y conocido, El castillo de Stirling. El estilo arquitectónico renacentista e incrustado entre las llanuras del paisaje, lo hacía ver como una pintura de esa que costaban millones y él solo podía ver en los periódicos. Los caballos cruzaron el puente y atravesaron las puertas que se abrieron antes que este se detuviera. Siguió avanzando hasta la escalinata que conducía al interior del castillo flanqueado por los jardines de la reina Ana. Blaise bajo de la carroza y la rodeo para abrir la puerta y ayudarlo a bajar.

 

 

 

-          Bienvenida a su palacio, princesa - dijo Blaise haciendo una venia y ofreciéndole el brazo

-          Es… hermoso - susurro este sonriendo

-          Espera a verlo por dentro - le dijo  el millonario y sintió que Arthur caminaba con cierta dificultad - ¿te molesta…?

-          Todo está bien - dijo el pelirrojo -. Blaise - dijo preocupado de repente

-          ¿Qué pasa? - pregunto el hombre

-          Ellos… - y miro a los empleados del lugar disfrazados a tono con la época

-          Tienen un contrato de confidencialidad - dijo Blaise - mientras estemos aquí son tus súbditos

-          Nuestros - corrigió el pelirrojo

-          De hecho - dijo Blaise - míos

-          ¿tuyos? - dijo Arthur sorprendido mientras entraban al recibidor

-          Retírense - ordeno Blaise y los empleados obedecieron - pasemos

 

 

 

Arthur estaba deslumbrado con la belleza del lugar. Blaise le hizo un pequeño tour por el lugar, contándole quienes eran las personas de los diferentes cuadros. Resulto ser que una de las ramas de la familia Zabini estaba emparentada con la familia Flamel, dueños de la propiedad desde mediado del siglo XIV por lo que le daban preferencia y menores precio a los miembros de la familia. La residencia había sido un regalo del rey Jacob V a los Flamel por servicio prestados a la corona inglesa. Empezaron el recorrido en el vestíbulo. En cuanto Arthur elevo la vista al techo vio decenas de rostros tallados en el siglo XIV, de sus paredes colgaban impresionantes tapices

 

 

 

-          ¿Te gusta? - pregunto Blaise sonriendo bajo el dintel de la puerta

-          Me siento como una princesa de verdad - dijo Arthur abriendo los brazos y girando en su lugar

-          Eres mi princesa - dijo Blaise dijo con las manos en los bolsillos

-          Gracias - dijo el pelirrojo mirándolo - de verdad. Gracias. Nunca olvidare… - y sus ojos se llenaron de lagrimas

-          Última oportunidad - dijo el empresario caminando lentamente hacia él -. No olvides la palabra cuando te sientas en peligro. Lo que pase a partir de este momento será únicamente tu responsabilidad - pero Arthur no se movió, una mano se coló bajo su vestido y deslizo su calzón hacia abajo lo suficiente para arrancarle el plugin de golpe - ¿Quién era él? - y una bofetada lo tiro al piso partiéndole el labio - te hice una pregunta

-          No sé de quién hablas - dijo Arthur nervioso

-          Te vi - dijo Blaise avanzando hacia el pelirrojo que retrocedió apoyándose con las manos - vi perfectamente como lo mirabas. Con deseo.

-          Blaise… - suplico - no es lo…

-          ¿Acaso me estas llamando mentiroso? - dijo levantándolo de los cabellos

-          Por supuesto que no - dijo Arthur mientras sus lágrimas caían - Te juro que no lo mire

-          Creo que no lo tienes claro - dijo Blaise levantándolo de los cabellos -. Eres mía. Solo mía. Mi juguete. Mi diversión personal.

-          Por favor no - suplico Arthur sollozando, pero cuando sus miradas se cruzaron, Blaise Zabini solo pudo ver pasión y una determinación que despertó en él su lado más animal, ese que reprimía todo el tiempo, ese que ni el mismo conocía realmente - por favor…

 

 

 

Por una fracción de segundo Blaise miro hacia la puerta y Arthur lo entendió. Como pudo se puso de pie y corrió hacia el lado izquierdo, y choco con la pared, que uso para impulsarse hacia la puerta. La abrió de par en par y salió corriendo por el pasillo, hasta llegar a la escalera. Se quitó los zapatos y los aventó lo más lejos que pudo. Bajo la escalera y por poco tropieza. Miro instintivamente hacia atrás y vio a Blaise caminar tranquilamente con una sonrisa cruel en los labios. Ese no era el hombre gentil, atento educado del que se había enamorado hacia unos meses. Ese era un depredador y él era su presa

 

 

 

-          Te advertí que soy tu único dueño - siseo Blaise -, pero no. A la señora le gusta ofrecerse a cualquiera

 

 

 

Arthur corrió hacia la puerta principal, pero esta estaba con llave. Miro de reojo hacia atrás y corrió hacia el pasillo que había a la izquierda. Escuchaba la risa baja, casi siniestra, de su jefe detrás suyo.

Entro a la cocina. Estaba desierta. Intento salir por la puerta lateral, pero estaba cerrada. Miro hacia todos lados. No había escapatoria. Blaise empezó a silbar una canción pero no alcanzaba a reconocer cual. Sabía que era un teatro. Su cerebro se lo gritaba, pero su cuerpo decía otra cosa. Tenía que encontrar la manera de salir de allí

 

 

 

Blaise entro en la cocina, y recorrió el lugar con la vista. No había nadie. Sabía que la  puerta estaba cerrada, así que no había salido aun de la casa. Camino lentamente alrededor de la mesa y levanto el mental gritando un “¡Aja!” pero no había nadie allí. De detrás de la puerta salió Arthur, que corrió fuera de la cocina. Blaise solo pudo sonreír.

El pelirrojo miro hacia todos lados y vio una ventana abierta, no lo dudo y se lanzó hacia ella. Paso primero una pierna y luego el cuerpo. Estaba a punto de salir completamente cuando lo jalaron de los cabellos hacia el  interior de la casa

 

 

 

-          Suéltame - grito Arthur tratando de zafarse

-          Ven acá maldita - dijo Blaise forcejeando pero un puñetazo se estrelló contra su cara y por la sorpresa disminuyo  la presión en el agarre. Arthur aprovecho el momento de flaqueza y corrió lejos, por desgracia el vestido se enganchó en algo y la tela se desgarro a la altura de sus glúteos - ¡Eres mía, solo mía!

 

 

 

Arthur corrió hacia el bosque que rodeaba el castillo y se internó en este sin importarle estar descalzo. Las plantas de sus pies dolían más que nada pero podía darse el lujo de parar. Mientras más corría, más espeso se volvía el bosque. Tenía que orientarse. Sin detenerse alzo la vista. Grave error. Tropezó en la raíz de un árbol y cayo de bruces lanzando un grito.

Ni bien toco el suelo algo cayó sobre él. Se revolvió pidiendo ayuda desesperadamente. Escucho cuando la tela del vestido fue desgarrada sin contemplaciones y empezó a llorar exigiendo que lo soltasen. La lencería que se había puesto en el avión fue arrancada de un solo tirón

 

 

 

-          ¡No por favor! - gritaba llorando mientras trataba de defenderse - ¡No quiero! ¡No!

-          Ya verás que si - dijo Blaise forcejando para retenerlo en el suelo

-          ¡Ayúdenme! - grito Arthur mientras lo giraban boca arriba - ¡Auxilio!

 

 

 

Sin embargo una bofetada le azoto la cabeza justo antes que le desgarraran el vestido completamente, le abrieran las piernas y después de acomodarse entre ellas, se enterraban en su ano obligándolo a desgarrarse la garganta en un grito de dolor, terror y desesperación

                                                                                                      

 

 

-          Ahora si princesa - gemía Blaise sin dejar de moverse dentro suyo - ¡eres mía, solo mía!

 

 

 

 


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