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Seducción Indirecta por mfernandasadiklover

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Harry tuvo que respirar profundamente para tratar de calmarse, Malfoy se había sentado en la cama y se estaba quitando los pantalones.

Sus blancas y largas piernas habían quedado a la vista, pero no tuvo tiempo de pensar en ello porque de inmediato fue capaz de notar como finos hilos de sangre decoraban sus muslos.

Harry se acercó hasta sentarse a su lado, el hurón apoyó suavemente su cabeza en su hombro y Potter dio un suave suspiro.

       —Deberías ir a San Mungo, por favor déjame llevarte ahí. —Malfoy le envió una mirada furiosa y Harry decidió quedarse en silencio.

Acomodó sus lentes por reflejo, nervioso y asustado, no quería que Draco sufriera y sabía que estaba más que solo herido físicamente, Harry se sintió culpable por haberlo dejado abandonado, si hubiese puesto atención entonces esto no habría pasado.

       —Potter, en ese lugar únicamente van a humillarme, no todos los magos son tan ingenuos y amables como tú —dijo y la voz herida dejó a Harry angustiado—. Se enterarán de lo que me pasa y convertirán mi dolor en un circo, por favor, tienes que ayudarme, eres el único al que puedo pedir ayuda.

Tal vez fue la suave súplica o los ojos llorosos, o fue la forma en que sintió la desesperación emanar del delgado cuerpo, simplemente no pudo evitarlo.

Harry se sintió extasiado, no había sentido eso desde el fin de la guerra, el fuerte sentimiento de que alguien lo necesitaba le envió pequeñas contracciones de placer que se extendieron por todo su cuerpo. Lo cual le daba mucha vergüenza y culpa.

Se levantó de la cama y se colocó de rodillas frente a las piernas de su angustiado compañero, el chico movió sus brazos y los acomodó en los hombros de Harry tratando de anclar su desesperación en él.

El pelinegro tomó las rodillas que habían adquirido un tono rojizo y comenzó a separarlas. Malfoy dio un suave jadeo de dolor, la sangre empapaba la ropa interior y Potter levantó la vista para mirar la colorada y sudorosa piel del rostro, Draco le devolvió la mirada con los ojos nublados por la angustia y la timidez.

       —Iré al baño y traeré unas toallas limpias. —Harry quiso decirle que se desnudara, pero la frase se quedó atorada en su garganta, le dio vergüenza decirlo, como si a través de ella, Malfoy pudiera notar que algo negro se formaba en él, no podía permitir eso. Él mismo se negaba a dejar que esa parte se extendiera por su mente.

En el baño aprovecho de mojarse el rostro tratando de calmarse, sentía un cúmulo de sentimientos contradictorios que lo confunden y dejan su mente nublada. Trata de no pensar mucho en la situación, sería lo mejor.

La serpiente lo estaba esperando justo donde lo dejó, tal vez la única diferencia era que la ropa interior había desaparecido del cuerpo del angustiado hurón. Volvió a su posición entre las rodillas del asustado chico.

Bien aquí vamos opinó armándose de valor.

Sus dedos apretaron una de las rodillas y la separó de su compañera para poder mirar, fue como Malfoy mencionó, todo era un desastre sangriento.

Harry recordó las profundas cortadas del Sectumsempra, jamás creyó que volvería a observar algo similar, pero aquí estaba, los testículos de Malfoy se habían pegado a su cuerpo como si estuvieran fundiéndose con el resto para generar más piel y ayudar la transformación.

Tenían una fea cortada sobre ellos, donde comenzaba a brotar la sangre, su miembro, ese que había tenido la oportunidad de observar la vez pasada también se veía mal, más... pequeño.

Doloroso y aterrador eran las únicas palabras que Harry podía pensar para describir la situación.

El Gryffindor usó una de las toallas para limpiar los alrededores de las piernas y tragó saliva cuando comenzó a acercarse a la entrepierna.

Tenía una herida abierta y nuevamente reafirmó su decisión de ir a San Mungo, Malfoy requería tratamiento. Necesitaba ayudar en algo, tal vez...

       —Hermione. —Su voz fue solamente un susurró, una palabra que se le había escapado sin darse cuenta, pero en la habitación silenciosa pareció resonar porque Malfoy se movió de inmediato disgustado con la idea.

       —¡No dejaré que una extraña observe mis genitales! —Harry se levantó enojado, no tenía tiempo ni paciencia como para aguantar cualquier tipo de oposición.

       —¡Me dejas observarte sin ningún problema! ¡Ella sabe más de esto que yo! Estás sufriendo, así que cierra esa boquita y deja que llame a alguien que sepa qué hacer. —Malfoy puso los labios en una fina línea, porque por una vez admitía que Potter tenía razón.

Era cierto que el pelinegro no parecía el más adecuado para ayudar en este caso, además sabía que Granger no andaría por ahí divulgando su incómoda situación.

       —No me dejes a solas con ella —susurró suavemente su chico valiente, Harry le sonrió cálidamente, se arrodilló y le dio un suave beso a la bonita rodilla—. Estoy asustado, Potter —confesó Draco con suavidad, jamás había dicho esas palabras en voz alta.

Se le había enseñado que no debía mostrar vulnerabilidad ante nadie, pero simplemente Potter se le metió bajo la piel y era insoportable la facilidad en la que confiaba en él.

Se sintió culpable porque, aunque amaba a su esposa jamás pudo confiar en ella totalmente, siempre tuvo un escudo rodeándolo e impidiendo que la amara como se merecía.

Ahora era demasiado tarde, solo esperaba que con Potter la situación fuera diferente, deseaba poder confiar libremente en él.

       —Yo estaré justo aquí, a tu lado —declaró Harry con una sonrisa.

Explicarle a Hermione la situación tal vez fue el problema más raro que había tenido en mucho tiempo.

La mirada extraña que ella le dirigió cuando entró a la mansión, le dejó claro que no había nada que pudiese evitar que el chico de lentes contestara sus preguntas.

La guio a la cocina donde había dejado a sus hijos a cargo de Kreacher, los niños estaban durmiendo era demasiado temprano como para que tuvieran energía.

Además, el pequeño Scorpius que no había visto cuando llegó se encontraba en la habitación de Malfoy, Harry pensó que debía estar demasiado enfocado en la situación como para no notar la enorme cuna que estaba en la esquina del gran cuarto.

       —¿Y bien? No estoy aquí para apreciar cómo te pierdes en tus pensamientos. —Hermione se cruzó de brazos y lo miró ceñuda, al salvador le sudó la espalda del nerviosismo, como decirle que había mantenido una amistad secreta con Malfoy por un largo tiempo.

No podía mencionarle que había mentido descaradamente muchas veces con tal de guardar el secreto, lo hacía parecer como si estuviera haciendo algo malo.

       —Yo... —movió la boca, pero no supo continuar, supuso que solo debía enfocarse en lo más urgente, luego le confesaría cómo había llegado a esto.

       —Necesito ayuda —dijo apresuradamente y aún más rápido añadió—: Malfoy está tomando una poción para poder amamantar y ahora las secuelas son muy graves, no quiere ir a San Mungo y yo no sé qué hacer. —Harry terminó de explicar y esperanzado miró a la mujer.

       —Dejaré la conversación para después, y espero que seas honesto y no dejes nada fuera, guíame, veré que puedo intentar, sin embargo, ten claro que yo no soy un sanador. —Malfoy ni siquiera los miró cuando entraron a la habitación, seguía en la misma posición en la que Harry lo había dejado, su cuerpo inmóvil le dejó una amarga sensación en la garganta al chico de los ojos verdes.

La fiebre lo había dejado con el cuerpo entumecido y no noto que habían entrado a la habitación, Harry corrió a su lado preocupado, la atenta mirada de la mujer lo siguió.

El Gryffindor la miró desesperado, no comprendía muy bien que estaba pasando, Malfoy había estado bien hace unos minutos.

       —Acuéstalo en la cama y trae las notas del brebaje que consumió. —Potter hizo lo que se le pidió, antes de dejar la habitación miró sobre su hombro, Malfoy estaba temblando y no parecía consciente de la situación.

El cuarto que la serpiente usaba para las pociones estaba tan ordenado como el resto de la casa, no fue difícil encontrar el libro, tenía ligeras notas pegadas en las hojas sobre cada poción que había hecho.

Un dibujo y explicación sobre ellas, la letra de Malfoy era tan pulcra y su cerebro era tan brillante, definitivamente en la escuela lo malgasto. Miró la nota que estaba pegada en la poción que buscaba.

       «Es insoportable, incómodo y además me estorban»

A Harry se le extendió una ligera sonrisa, definitivamente ese era Malfoy alegando sobre sus pechos.

       «Hazlo por él»

El Gryffindor sintió que la ternura lo embriagaba y le dieron unas inmensas ganas de besar la nota solamente para no acariciar al real.

       «Recuerdo haber visto en una revista a la chica comadreja, definitivamente son mejores que los de ella, Potter parece no despegar sus ojos de estos incómodos bultos, supongo que eso me hace sentir mejor, menos incómodo»

Así que si lo había notado pensó avergonzado, supuso que después de todo las miradas no eran tan sutiles como hubiese querido.

No solo eso, se sentía orgulloso de poder rivalizar con Ginny y según él ganar, le dijo comadreja opinó negando la cabeza con un suspiro divertido. Malfoy seguía siendo una serpiente venenosa.

Hermione dio una última mirada al hombre que dormía, había lanzado ligeros hechizos para mantener la fiebre y el dolor en bajos niveles, esto parecía sacado de un sueño.

La irrealidad de la situación ahora que la tensión había disminuido la dejaron con una gran incomodidad e incertidumbre, es decir, estaba en la maldita mansión Malfoy y por nada más que el pedido de Harry.

Escuchar el suave sollozo provenir de la cuna la distrajo, demasiado ostentosa mencionó para sí misma al fijarse en todos los detalles grabados en la madera y la forma en que estaba decorada con todo ese verde y dorado.

       —Fue la esposa de Malfoy. Él lloriquea cuando la ve, trata de fingir que todo va bien, pero yo lo noto sabes, que la extraña y que la cuna es otro de todos los recordatorios de que ella estuvo aquí. —la voz de Harry tiembla y Hermione se preguntó en qué momento había entrado.

       —Pareces conocerlo muy bien —declaró y observó a Harry quien se acercaba a la cuna, el pequeño bebé que era una copia de su padre ansioso agitó sus brazos en su dirección para ser levantado.

Sus mejillas rechonchas comenzaron a colorearse con el inicio del llanto, sin embargo, Harry lo levantó y lo acomodó en su pecho.

       —Mi bebé, papi necesita dormir. —La manera tan cariñosa con la que trató al hijo de Malfoy le respondió la mayoría de las preguntas que rondaban en su cabeza.

Harry sin duda alguna pasaba mucho tiempo junto a ellos. Lo suficiente como para calmar el llanto de un bebé hambriento.

       —¿Cómo está, Hermione? ¿Se pondrá bien? —la mirada preocupada vaga del cuerpo tendido en cama y en ella, mirándola realmente esperanzado. Por un breve momento no supo continuar.

       —Lo hará, le dejaré unas notas con las pociones que necesita tomar para aliviar el dolor. —Hermione inhaló antes de continuar—. Harry, lo que Malfoy bebió no era realmente peligroso. Pero no era algo que un hombre deba consumir, ahora su cuerpo está inundado con hormonas femeninas que luchan por seguir su desarrollo y ya es demasiado tarde para detenerlo... no volverá a ser el mismo.

La explicación fue devastadora.

El hombre con la cicatriz parpadeó lentamente, su rostro perdiendo todo color visible, le dio la sensación de que estaba más afectado que el propio Malfoy.

       —Lo siento, Harry —dijo ella, sin embargo, ya no era escuchada.

El león no sabía cómo le diría esto al chico rubio, él solamente quería que Scorpius fuera un bebé saludable y ahora tendría que vivir con su cuerpo cambiando sin poder detenerlo.

Tenía que estar más atento a él en adelante, debía cuidarlo.

Hermione tomó la taza de té y dio un pequeño sorbo, el elfo Kreacher le tendió un plato de galletas y ella no muy convencida mordió una, detectó el ligero sabor del chocolate en ellas, dulce pero no empalagoso.

       —¿Harry, te sientes más calmado ahora? —preguntó y le tendió el plato para que comiera, los pequeños niños estaban en los brazos de su amigo y hacían diminutos ruidos conversando entre ellos.

       —Gracias, Hermione, realmente siento que hayas tenido que venir a este lugar, no sabía a quién más recurrir. —Ella dio otra mordida a la galleta y la saboreo antes de contestar.

       —No importan las cosas del pasado, lo que me importa es que ahora me expliques qué pasa. —Él dio una sonrisa cansada, ella siempre había admirado lo generoso que era su amigo, entendía el daño, lo comprendía, sin embargo, era la primera vez que veía que el dolor de otro también era el suyo.

       —Malfoy, es mi amigo, es valioso para mí, desde hace tiempo. —Ella lo miró con esos ojos inteligentes que posee, sin duda notando la forma en que le costó aceptar que esto no era reciente, entonces Harry había estado ocultando deliberadamente el tema de ellos, pero ¿por qué?

Ciertamente, Ron armaría un griterío, luego comprendería que si Harry fue capaz de aceptar a Malfoy entonces no tendría mayor problema.

Su amigo debía saber eso, ¿era por Ginny? Eso sería ilógico, el chico rubio no era el sujeto más apreciado de la pelirroja, aun así, si su marido le decía que eran amigos no tenía por qué ser un gran problema.

A menos que el pelinegro estuviera guardando el secreto por otra razón, una que ella realmente no lograba averiguar con la poca información.

       —Harry sigo sin entender por qué lo ocultaste, sé que no es un deber que nos menciones cada por menor que pasa en tu vida, sin embargo, es un poco extremo que en casi un año no nos hayas mencionado a Malfoy ni una sola vez. — el pelinegro le dirigió una mirada avergonzada.

       —Hermione ponte en mi lugar, mi amistad con Malfoy era muy reciente, pensamos que si la hacíamos pública sería presa de los chismes y su vida ya era complicada. Creí que era lo mejor, además no hablaba del hurón por qué ustedes no querían escuchar sobre él. —Ella extendió la mano a la bandeja, hizo un puchero cuando vio que ya no quedaban.

       —Le diré que te pase la receta —comentó Harry y ella se sobresaltó nerviosa.

       —¿Malfoy, las prepara? —le preguntó sorprendida, definitivamente eso no era algo que ella esperaba.

       —Al estilo muggle —declaró Harry y dio una risita al saber eso, a él se le iluminó el rostro tal vez recordando algo. Se veía igual que cuando era más joven.

Cuando reía con ellos sin preocuparse por nada. Algo le hirió el corazón en ese momento y las lágrimas se derramaron.

       —¡Hermione! —gritó Harry con la voz elevada por la sorpresa.

       —No es nada, solo pensé en nosotros cuando éramos niños y reíamos siendo felices, Ron y yo... —titubeó como si lo que estaba por decir fuera muy difícil—. Oh Harry, tengo muchos problemas con él, cada día nos distanciamos más, lo amo, pero a veces es insoportable lo diferente que somos.

Potter jamás se había detenido a reflexionar en que el amor se agotaba, menos de parte de Hermione y su amigo, ellos siempre habían estado juntos y eran tan alegres.

       —¿Lo dejarás? —preguntó dudoso, sin duda comenzaba a preocuparse por sus amigos. Notó horrorizado que había descuidado a todos por estar al pendiente de su nuevo y especial amigo.

Es que el hurón era increíblemente absorbente, aun así, Malfoy también estaba sufriendo, no puedo hacer nada, como se supone que voy a consolar a Hermione si ni yo mismo tengo salvación opinó desanimado.

       —No lo haré, sigo amándolo, solo estoy cansada de nuestras peleas, por eso pensé que deberíamos conocer a alguien, un terapeuta de parejas tal vez. —Dando un suspiro creyó que Hermione siempre sería una chica lista.

Acomodando a los niños, le acarició la mano a ella para confortar a través del toque. Sinceramente, Harry la entendía de una forma que no podía explicar, lo que dijo Hermione le pareció familiar.

Amar a tu pareja, pero cansarte de ella. Esto se trata de Hermione y Ron no de Ginny y de él.

Tratando de despejar sus pensamientos movió las rodillas para jugar con los bebés que estaban sobre ellas, miró al pequeño James bajo la mesa jugando con los juguetes que el abuelo le había dado, parecía ajenos a ellos.

       —Harry, no le comentaré nada a nadie, cuando te sientas listo cuéntales a todos que Malfoy se ha convertido en un buen hombre. —Ella bajó la mirada avergonzada del error que había cometido, esperaba que el chico de ojos verdes no se lo tomara a mal, como si se burlara del dolor que sufría su amigo.

       —Lo haré Mione, les mencionaré que se ha vuelto un buen sujeto, es muy agradable cuando no está participando en planes de Mortífagos o haciendo pancartas de Potter apesta, bueno, si pienso en ello siempre fue creativo para sacarme de mis casillas. —Dando un suspiro nostálgico a Harry se le apagó lentamente la sonrisa.

       —¿Qué sucede? —preguntó ella preocupada, con las cejas juntándose y los ojos amorosos.

       —Estoy asustado de que Malfoy no vuelva, que no sea capaz de sobrellevar esto y se apague su felicidad, estoy nervioso que me rechace y no deje que me acerque. —Hermione se levantó del asiento y acarició las pequeñas cabecitas que aún no habían desarrollado cabello.

       —No deberías preocuparte por eso, él seguirá siendo el mismo arrogante, ¿o tú lo tratarás diferente ahora? —Harry la miró sonriendo un poco más aliviado.

       —Nada cambiará —dijo y trató de levantarse para acompañarla a la salida.

       —No hace falta, conozco el camino, y Harry entiendo que quieras mantener una sana relación con Malfoy, pero si la mantienes tanto tiempo en secreto como si fuera algo prohibido, cuando el mundo se entere la verá de la misma forma. Tienes todo el derecho de estar con quien te haga feliz, aun si es el chico más odioso que existe. —luego ella guardó silencio. Una mirada pícara se asentó en su rostro. —Y no dejes que te utilice de elfo doméstico.

Con una sonrisa la bella mujer le dio un suave beso en la mejilla antes de caminar a la salida, el Gryffindor sintió su pecho ligero y a la vez, otras cosas se oscurecían al fondo de su mente.

¿Malfoy qué es para mí? Prefería no hacerse la pregunta, no sabía si le gustaría la respuesta.

Lo vio parpadear y parecía tener menos fiebre, porque los ojos antes nublados ahora brillaban cuando giró su cabeza y notó su presencia, sonrió cansado, una sonrisa que Harry ama lo suficiente como para aguantar los gritos de Ron, las miradas de Ginny y los comentarios del mundo mágico.

       —Acércate aquí, conmigo —dijo Malfoy, Harry se acercó con el niño en brazos, estaba muy inquieto durante los últimos minutos, lo había llevado con su padre para tranquilizarlo, fue una suerte encontrar al hurón despierto.

Trató de mover las almohadas para que se sintiera más cómodo para tomar a Scorpius, pero se le estaba haciendo difícil con un bebé en brazos que se movía desesperado por atención. Malfoy lo miró con una ceja alzada y lo detuvo para acomodar el mismo.

       —Potter, me está saliendo un aparato reproductor femenino, no estoy inválido o con una enfermedad mágica incurable, apártate. —Harry le sonrió, sin duda Malfoy era un sol, de ese tipo que sale en la playa y borra cada sombra donde esconderse, quema tu piel y seca tu boca, insoportable y aun así la gente va a disfrutar del brillo.

De esta manera se sentía Harry en ese momento, adoraba la voz de Draco, le gustaban sus réplicas y le gustaba la forma en que aceptó el hecho de que ahora era diferente.

       —Lo aceptas muy bien, casi, no es como algo que harías tú. —Malfoy estaba descubriendo el pecho, las redondas curvas distrajeron los ojos de Harry y olvidó lo que decía, se sintió humillado de que la serpiente siempre lo había notado, se aclaró la garganta y levantó la vista para toparse con un curioso dragón.

       —¿Ahora ya no son de tu agrado, Potter? —preguntó alzando una ceja, Harry siempre odio la facilidad con la Malfoy declaraba ciertas cosas que fácilmente hacían sonrojar a un hombre.

       —Bueno, no son tan sorprendentes como crees, he observado mejores. —La suave risa burlona le saca de quicio, Scorpius parece diferir de la opinión de Harry, porque aprieta todo lo que puede con sus diminutas manos.

Su boca chupa con ferocidad el pecho, seguramente la leche de bolsa que Harry había comprado no le gustó, entonces nació la leve pregunta, inocentemente solo fue curiosidad.

¿A qué sabe? Tragó saliva inconscientemente solamente de pensar en eso, deshecho el pensamiento porque la curiosidad se transformó demasiado rápido para su gusto en un insano deseo de hundir la boca en esos pezones.

Lo imaginó en su mente, hinchados por la succión, húmedos con la saliva, podía verse con total claridad hundir los dientes en la carne blanda y morder solamente para dejarle una bonita marca en el pecho rodeando todo el pezón rosado, únicamente para saciar su deseo de monopolizar a Malfoy.

Se alejó para poder respirar algo fresco porque el rostro le ardía por la vergüenza de fantasear con alguien que estaba justo ahí a su lado.

       —Por favor, Potter, todo el mundo sabe que las únicas tetas que conoces son las de tu comadre... de la niña Weasley y ambos sabemos que jamás habías admirado unas más bonitas que las mías. —Harry se dio la vuelta para mirarlo intrigado ¿por qué Malfoy actuaba tan competitivo contra Ginny?

       —Los pechos de Ginny son muy bonitos, tus bolsas de leche no se le pueden comparar. —Observó como Malfoy hacía esa mueca con la boca y la nariz, esa que Harry había visto muchísimas veces.

Era la que hacía cuando era joven y estaba listo para decirle una crueldad que haría que Potter se crispe de la rabia.

       —La sucia comadreja, debe tener bolsas de leche equipadas, de no ser así las crías se morirían de hambre. —Fue justo como pensó que sería, sintió el insulto en los huesos y realmente deseo poder hechizar la lengua de Malfoy, lo miró con toda la rabia que sentía y se marchó azotando la puerta de la habitación.

Podría querer a Draco, ansiar sentirlo y verlo todos los días, pero insultar a su esposa y a sus hijos era una cuestión diferente, no pasaría ni un solo minuto con ese Malfoy desagradable.

Iría a casa con sus niños y esperaría a que ese bastardo le enviará una carta con una disculpa de diez hojas antes de que Harry le perdonará.

Bajaba las escaleras cuando escuchó ser llamado, sin embargo, no se detuvo, estaba demasiado enojado como para tener que ceder ante ese desgraciado.

       —¡Harry! —escuchó que llamó y sus piernas tiemblan ante la voz lastimera con la que había usado su nombre.

Se detuvo, pero no se giró a mirarlo, podía escuchar sus pies descalzos en el suelo así que no se sorprendió cuando Malfoy llegó hasta ponerse detrás.

Los brazos del chico rubio le rodearon el pecho y apoyó todo su cuerpo contra su espalda. El calor de Malfoy terminó por derretirlo, la ira evaporándose como si nunca hubiese existido.

No puede ser cierto pensó enojado consigo mismo. Deseaba enojarse solamente para resistir contra lo que sea que Malfoy le hiciera. Este bastardo me embrujo, sospecho asustado, sus manos agarraron las más pequeñas, como una señal de que podía seguir.

       —Potter, lo siento mucho. Yo sabía que te enojarías y lo dije de todas formas. Perdóname. —Harry se separó de Malfoy y se giró para mirarlo con una expresión herida.

       —¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó Harry y el chico rubio aguantó su mirada—. Mi familia no tiene que salir de manera tan despectiva de tu boca, creí que ya no eras ese niño que usaría lo que amo para lastimarme.

Los ojos plateados le miraron avergonzados y dio un paso tambaleante más cerca, Harry no lo alejó y eso pareció incentivar a Malfoy porque se acercó lo suficiente como para estar dentro de los brazos de Potter si es que este los levantara para abrazarlo.

       —¿Te puedo decir un secreto, Potter? —Harry no lo soportó y lo abrazó, dejando que Malfoy se recostara en su pecho y se permitió disfrutar de esa calidez, aunque sea solo unos minutos antes de que el odioso Slytherin lo eche a perder.

       —Confiesa —murmuró y beso su rubio cabello.

       —Me pongo celoso cuando hablas de ella. —La claridad le llegó en ese momento, por eso siempre parecía dispuesto a competir, eso y el desdén y la ira contra su esposa—. No me gusta que digas que es más bonita que yo, quiero ser lindo para ti.

Harry dio un suspiro cansado. No podía soportar tanto en tan poco tiempo.

Malfoy tenía que estar echando algo a las comidas porque estaba seguro de que lo que a él le pasaba no era normal. No puedes encontrar tierno a alguien que acaba de llamar sucia comadreja a tu esposa.

Harry lo supo en ese momento, tenía que dejar los límites claros de la relación que ellos tenían, no debía seguir confundido y confundir a Malfoy, no quería que la amistad se arruinara por un leve malentendido.

       —Ella es mi esposa, tú eres mi amigo, no puedes sentir celos de ella. —Malfoy se apartó lentamente y lo miró con el entrecejo arrugado por el desconcierto, esperando observar algo en Harry, al no verlo pareció cerrarse y ya no pudo distinguir en qué pensaba o que sentía.

       —Me queda perfectamente claro —dijo y se alejó completamente de Potter, Harry sacó la lengua y lamió su labio inferior nervioso e incómodo, Malfoy ya no parecía dispuesto a decirle que se quedara y las ganas de irse al Gryffindor se le habían quitado.

       —No lo tomes mal, es solo que... —la mano de Malfoy sobre su rostro lo detuvo de continuar.

       —No, Potter, es como mencioné, todo quedó claro, por Salazar prometo que jamás volveré a nombrar a tu esposa. Recuerdo que te estabas yendo, bueno lamento haberte detenido, puedes continuar. —Su mandíbula se tensó al sentir el leve escalofrío recorrer su cuerpo.

Tragó saliva y alargó los brazos hasta dejarlo sobre los hombros de Malfoy que seguía mirándolo sin expresión.

       —Pero no quiero irme, tengo que quedarme y terminar lo que vine hacer. —Malfoy solamente lo miró aburrido.

       —No es necesario que pases un fin de semana cuidado de tu amigo enfermo, deberías pasarla junto a tus hijos, tu esposa y todos los que sí son especiales para ti. Puedo cuidarme. —Ahí está, pensó sonriendo más aliviado, un montón de cosas dichas que ocultan la verdadera molestia, Malfoy en cierto modo era fácil de leer si no te enojas antes de que suelte lo que realmente le importa.

       —Eres especial para mí. —Malfoy se estremeció bajo sus dedos, supo de inmediato que había sido descubierto, la vergüenza se instaló en su rostro, coloreando las mejillas y el cuello.

       —Soy solo tu amigo —Manifestó cargando cada palabra de malestar, la idea era ofensiva. —Otro del montón, tal vez como el chico de la tienda de chocolates que visitas cuando vienes a verme. Un conocido del gran salvador del mundo mágico. Lo entendí claramente la primera vez que lo mencionaste. —continuó dejando escapar el veneno.

Harry se acercó para abrazarlo, pero él increíblemente testarudo Malfoy se negó a moverse.

El león y el hurón no estaban en la misma sintonía. Harry no creía que Malfoy hubiera notado lo que él había tratado de decir, tal vez porque el hombre rubio no estaba confundido como él, de ser así por supuesto que no entendió lo que quiso decirle.

El Slytherin no veía al Gryffindor como hombre, pensaba en él cómo un amigo especial tal vez.

La vergüenza hizo imposible mirarle a los ojos, se sentía tan humillado. Malfoy no lo deseaba como Harry a él, debería haberse sentido aliviado, podrían tener una hermosa amistad, sin malentendidos, sin dolor, un normal y típico compañerismo.

Pero la verdad era que se sentía horrible, Harry soportó la sensación porque era demasiado viejo como para llorar por el rechazo implícito, se sintió ridículo de haber supuesto la idea de aclarar su relación cuando era el único que había malentendido todo.

       —Eres especial —dijo con la voz temblorosa, el nudo en la garganta le impedía hablar con claridad, soy yo uno más del montón, quiere decirle. Estas cerca de mi porque soy conveniente, así como cualquier otro.

Sin embargo, sabía que si lo hacía no podría mantener la compostura y terminaría reclamando el no ser especial en una escandalosa escena de celos y eso no era algo que un hombre casado debería estar haciendo.

       —¿Qué me hace diferente de los muchos amigos que tienes? —la pregunta del hurón lo saca de su pequeña crisis de odio propio.

       —Te lavé el trasero. —Fue la respuesta, debería haber mencionado algo más, pero fue lo primero que llegó a su mente, Malfoy dio una risita y se acercó tentativamente hacia Harry.

Se le disparó el corazón al verlo y se odiaba por eso, los límites, se recordó.

       —¿Qué más? — preguntó coqueto y tomó las manos de Harry para ponerlas en su cintura. Hizo un ruido que sonaba igual a lo que el pelinegro oía solamente cuando le hacía algo muy sucio a Ginny, el Gryffindor quiso apartarse de inmediato al sentir que el calor comenzaba a viajar a su zona baja.

       —Me gusta olerte. —Los labios de Malfoy se curvaron en una sonrisa y pareció percatarse de algo y dejó de sonreír, intentó alejarse, sin embargo, Harry no se movió o su cuerpo traidor no lo hizo.

       —¿Qué pasa? —preguntó preocupado. Temió que la confesión le hiciera pensar a Malfoy que el extraño era Harry.

       —Hoy no me bañé y ayer tampoco. —Harry lo atrajo y enterró la nariz en el cuello de Malfoy.

El olor a sudor le llenó las fosas nasales, transpiración y sangre, sinceramente a otros el aroma le hubiera dado una ligera repulsión, pero no a Potter, que respiró profundamente para grabar todo en su memoria.

       —No me desagrada, no es la primera vez que te abrazas a mi todo sucio y oloroso. —Harry le besó el cuello y se alejó rápidamente.

Conoce la línea Potter se dijo malhumorado.

       —Esa vez estuviste genial. —La voz suave de Malfoy recorre los oídos de Potter y se queda en esa zona, su serpiente creía que él era extraordinario.

       —¿Solo eso te gusta de mí? ¿Qué salve tu trasero de las llamas y luego lo lave? —La risita de Malfoy suena maravillosa.

       —Tengo los pies muy fríos —dice y Harry lo mira disconforme con su huida, se acerca lentamente y frota su nariz contra la de Malfoy en un acto de cariño que pocas veces ha utilizado en alguien.

Es tan adorable, aunque realmente siente que el cabello se volverá verde de tanta rabia que le provoca.

       —Solamente esta vez permitiré que cambies la conversación —advierte cuando se aleja, ambos se ríen y Harry lo lleva en brazos a la habitación.

La salud de Malfoy es prioridad por el momento.

No logro dormir piensa antes de mirar a Draco que duerme tranquilo después de haber tomado las pociones para aliviar el dolor.

Al final, estuvo todo el día junto a él. Sus hijos encontraron que la cuna de Scorpius era lo suficientemente buena para que tres niños durmieran ahí y descansaban sin emitir ruido.

Malfoy se agitó en sueños y se apegó a Harry que estaba recostado a su lado en la cama. El león no se resistió y lo abrazó correspondiendo de inmediato.

Potter se acercó a su oreja, luego de cerciorarse que estaba realmente dormido apegó su boca al pequeño oído. Había algo que lo mantenía en un estado nervioso y expectante.

Unas cosquillas intensas que le impedían conciliar el sueño, incluso si lo negaba, era esa sensación de ternura entremezclada de deseo el que lo hizo acercarse lo más posible al otro cuerpo.

       —Yo no acostumbro a fantasear con mis amigos —susurró rozando los labios contra la piel. Dejó un suave beso, saboreando cada segundo de ese contacto tan leve. —Pero creo que se me está haciendo imposible no mirarte más de lo debido.

Cerró los ojos y permitió que Draco se abrazara fuertemente contra su pecho, lo rodeo con los brazos para mantenerlo protegido.

Malfoy, era la cosita más agradable cuando dormía y mantenía la boca cerrada.


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