Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Seducción Indirecta por mfernandasadiklover

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Harry con cuidado se levantó de la cama, quería dejar que Ginny durmiera todo lo posible antes de que los pequeños despertaran. Al entrar al baño lo primero que hizo fue mandarle el mensaje de todos los días a su serpiente y al huroncito.

       “Querido y dormilón hurón, me siento impaciente por verte, pero sé que tú estás aún más desesperado para poder tener nuestra noche de cine”.

La respuesta no la recibió de inmediato, Malfoy no era un sujeto mañanero y tenía suerte que el pequeño Scorpius tampoco lo era.

Terminó de alistarse y cuando estaba por salir del baño su celular vibró en el bolsillo, con una sonrisita leyó el texto.

       “Querido y malhumorado Potter. Te comunico que desperté muy ansioso de mirar esa película, tú solo eres el agregado”.

Harry sonrió y negó con la cabeza, sinceramente encantado del humor mañanero que tenía, tan temprano y el hurón ya estaba provocando.

        “Si no admites que te mueres porque vaya con mis hijos, supongo que aún no es tarde para cambiar de plan”.

Se arregló la corbata mirándose al espejo mientras esperaba la respuesta, sabía que no se haría esperar porque desde que tenían el celular en las manos, conversaban toda la mañana y tiempo libre de Harry y esta hora se había vuelto sagrada para ambos.

No había nada mejor que platicar con él antes de encerrarse en su oficina y morir enterrado en los documentos e informes.

        “Creo que tendré que disfrutar la película en el celular con mis amigos de internet, no hace falta que vengas”.

Su sonrisa desapareció de inmediato, hijo de puta, iba a cortarle el servicio solo para verlo lloriquear ¿cuáles amigos? ¿Acaso estaba hablando con otras personas? ¡Maldito bastardo! Esta le saldría muy caro, revisará ese celular, aunque tenga que hechizar a Malfoy para que no lo detenga.

Salió del baño supremamente frustrado, una ira irracional cómodamente alojada en su cabeza le había podrido el día.

Ginny lo miraba curiosa, pero Harry se despidió rápidamente y se marchó al trabajo, no le apetecía dejar salir su mal humor con su esposa, menos cuando se trataba de algo tan turbio como lo era su relación con Malfoy.

¿Cómo le diría a su esposa que el mal humor era porque estaba teniendo un infantil ataque de celos? No le gustaba que el dragón tuviera nuevos amigos, menos cuando no los conocía.

En el trabajo la situación no era la mejor, un estresado Harry Potter aterrorizó a todos en la oficina. Su secretaria corría de un lado al otro tratando de cumplir los pedidos de un jefe embravecido.

Los aurores tuvieron miedo de entrar a hablar con él sin presentar sus informes terminados así que estaban en silencio mientras esperan no ser el blanco de la ira.

Hermione llegó ese día temprano para una reunión, fue una sorpresa observar a todo el mundo hablando entre susurros en el ministerio, todos murmuraban asustados del terrible humor del salvador, muchos rumores de una pelea matrimonial o exageraciones sobre divorcio.

Pobre Harry pensó la bruja, no puede ni siquiera tener una mala mañana, porque los demás se esfuerzan en hacerlo aún peor.

Ella curiosa y preocupada se acercó a su oficina, la pobre secretaria la miró esperanzada, tal vez imagino que Hermione podría aliviar el mal humor del jefe.

Quizás se peleó con Ginny supuso angustiada, aceleró el paso y entró a la habitación.

La mirada de Harry fue serena, ni una pizca de malhumor en su semblante, una sonrisa extendiéndose por su rostro mientras miraba feliz los documentos en sus manos.

       —¿Qué sucede, Harry Potter? —preguntó ella ansiosa por la rareza del asunto—. Estás asustando a todo el mundo y ahora comienzas a asustarme a mí. —El chico tuvo la decencia de sonrojarse avergonzado.

       —No es nada, solo cuestiones de trabajo. —Ella asintió como si le creyera y decididamente se sentó en la silla esperando que el mentiroso hablara.

       —Soy todo oídos, Harry —dijo y dobló las piernas para ponerse en una posición más cómoda.

       —Solamente una leve pelea con Malfoy —murmuró resignado a confesar a medias el crimen. Hermione asintió y lo miró incrédula. Con los labios apretados aguantando las ganas de comenzar un interrogatorio.

       —¿Y? —preguntó insistiendo sin poder aguantarse.

       —Ya platiqué con él y fue un malentendido así que no hay ningún problema. —Se apresuró a decir al notar el rostro de su amiga.

       —¿Qué hizo Malfoy para que te enojaras tanto con él? ¿Hablo mal de tu familia? ¿Tus amigos? ¿De ti? O simplemente estaba insoportable —preguntó Hermione curiosa, Harry se sonrojó nuevamente, era incapaz de decirle que se puso tan enojado con el mundo porque se había cegado por los celos.

Jamás actuaba tan enloquecido, le daba vergüenza admitirlo, así que cerró la boca fuertemente y pensó en una buena manera de zafarse de esta conversación.

La voz de la joven secretaria interrumpió el incómodo silencio.

Harry suspiró aliviado cuando Hermione se retiró. Para calmarse miró nuevamente su celular, sonrió de inmediato al leer el mensaje que había recibido justo antes de la llegada de su amiga.

        “Harry Potter eres un inmaduro y un celoso sin control, ven a la mansión, pero no lo hagas por mí, hazlo por el bebé, él está esperándote, esperando pasar la noche abrazado a ti, jugando y riendo. Ya que el bastardo mañoso que no soporta ni una broma, Scorpius tendrá que conformarse con dormir solito en su enorme cuna. Tu gran estúpido”.

Aún no le había respondido porque fue interrumpido cuando estaba escribiendo, así que el celular vibró con la notificación de un nuevo mensaje.

        “¿Realmente te enojaste? Vamos, Pottah, estaba bromeando, no seas así conmigo, no sabía que eras tan celoso como para enojarte porque tenga amigos nuevos y antes que te enojes nuevamente, no, Potter eres el único ¿le haces estas escenas de celos a todos? ¡Ya contesta los mensajes!”

Definitivamente, no le hace escenas de celos a todo el mundo, pero como le dice que es porque no quiere perderlo que se enoja tanto, le da vergüenza y además sabe que ese chico utilizara cualquier palabra que diga para hacerlo caer en otro de sus juegos.

Dando un suspiro comenzó a escribir.

        “Creo que sigue sin ser suficiente, disfruta tu noche solo”.

Sabía que se estaba aprovechando, pero no había nada de malo en disfrutar un poco de la angustia del malcriado hurón.

        “Vamos Potter, déjate de juegos, llevas toda la semana sin venir”.

Harry sonrió ante el leve reclamó, pero Malfoy aún no decía lo que el Gryffindor quería, esa serpiente venenosa lo estaba haciendo a propósito, evadiendo la frase para alargar el suplicio de ambos, porque de esa manera Potter estaría pendiente de él más tiempo del que comúnmente le da.

        “Vamos, sé que puedes, sé una buena víbora, simplemente dilo”.

El hombre de pelo revuelto trató de animarlo para que se diera por vencido, pero Malfoy tardó varios minutos en responder y Harry rápidamente se desesperó porque en unos momentos más tendría una reunión y eso significaba dejar el celular en la oficina.

        “Potter te extraño, por favor, ven a casa conmigo”.

El mensaje fue corto y claramente escrito un montón de veces para hacerlo sonar como si fuera obligado, pero ambos sabían que eso no era cierto, los verdaderos sentimientos de Malfoy estaban ahí, en esa corta oración.

        “Ahí estaré, pide lo que quieras que lleve para poder conseguirlo con tiempo, te adoro cuando obedeces y te vuelves una cosita tierna”. 

Sabía que las últimas palabras harían enfadar a Malfoy porque este no tardó en enviarle una respuesta.

        “Púdrete, y más te vale que traigas una gran tarta o mejor no vengas”. 

El jefe se fue a su reunión con una sonrisa en la boca.

 

***

 

Ginny miró largamente el armario de Harry, buscando eso que había llamado su atención hace un par de días. No sabía realmente si estaba haciendo lo correcto, pero algo en su esposo era diferente, aunque no tenía muy claro porque lo hallaría revisando su ropa.

La idea le llegó con suavidad, tocó los trajes y luego las camisas de la ropa de su esposo y noto lo extraño en ellos, eran demasiado suaves.

¿Por qué su esposo que siempre usaba ropa de muggle y que en casa vestía como vagabundo estaba usando trajes finos?

¿En qué momento había mandado a confeccionar ropa que se notaba demasiado lujosa para el gusto de Harry?

Ella acercó su nariz a la ropa, el ligero olor de su pareja le inundó los sentidos, la tranquilizó y eso fue un alivio porque se hallaba ansiosa ante la extrañeza de su esposo.

Solo fue unos breves instantes, pero lo percibió de todas formas, un perfume diferente flotó hasta sus fosas nasales, no reconoció la fragancia, el aroma era demasiado tenue como para asociarlo.

Sin embargo, esto le dejaba claro muchas cosas. Harry estaba escondiendo algo.

La primera vez que sucedió, fue un simple gesto, una mirada boba en un rostro bobo, Harry mirando el techo de la habitación como si lo mejor del mundo estuviera sobre su cabeza.

La segunda vez que sucedió, fue cuando estaba dormido, comúnmente Ginny despertaba asustada con las pesadillas de Harry, pero esta vez la despertó algo diferente, una pequeña risa en el sueño mientras murmuraba sobre hurones.

La siguiente vez, fue cuando comenzó a usar ropa elegante y perfumes raros, de buen aroma, que sin duda no eran para el gusto de ella. Pero Harry ni siquiera dijo algo sobre eso, se peinaba y utilizaba loción de afeitar, inició a ejercitarse a pesar de estar mortalmente cansado, según él por qué pasaba todo el día sentado.

Ella pensó que era debido a su nuevo cargo, como un hombre vital en el mundo mágico debía tener una buena imagen. Pero lo raro no era eso, lo extraño comenzó cuando dejó de hacerle el amor.

Ella supuso que la nueva imagen además de ser para el mundo era la forma de Harry para expresar ese amor apasionado de su juventud, pero llevaban semanas sin nada más que un simple beso.

Y eso se acababa hoy, quería saber si él aún sentía pasión hacia ella.

Cancelando sus planes para salir con sus amigas, decidió irse de compras, algo provocativo que encenderá el deseo en Harry. Dejaría a los niños con su madre, y lo esperaría esta noche con una estupenda sorpresa.

 

Harry dejó escapar un suspiro ansioso, el tiempo pasaba tan lento, quería regresar a su casa, despedir a Ginny y marcharse con sus hijos a donde Malfoy. Deseaba disfrutar de ese chico hasta saciarse.

Esperaría que Ginny se marchara y se arreglaría porque, así como a Harry le encantaba la apariencia, el aroma y los mil y un atributos de su hurón, a este igual le gustaba un elegido bien arreglado, parecía muy complacido cuando vestía ropa elegante para visitarlo.

Pensando en cómo pasaría el fin de semana con el dragón, ni cuenta se dio cuando la reunión terminó. Miró la hora y vio que tenía minutos libres para hablar con Malfoy antes de la próxima.

Sin perder tiempo fue a su oficina, ignorando a los que trataban de conversar con él, caminó rápidamente, cada minuto era valioso. Marcó el número ansioso por escuchar la voz de su hurón.

       —¿Potter? Al fin te dignas a hablar conmigo, supuse que te habías olvidado de tu hijo. —La voz de Malfoy sonaba aburrida, pero podía notar la burla en cada palabra.

 Harry dio una risita y se apoyó contra la puerta de la oficina bloqueando la entrada para que nadie le interrumpiera.

       —¿Hablas de Scorpius o de ti mismo?, en todo caso tú no eres mi hijo, serías mi dulce niña. —Dicho eso escuchó un chasquido a través de la línea, seguido de una maldición. Harry dio una risita feliz de haber fastidiado al hurón.

       Eres un estúpido y no eres para nada gracioso. Aun así, lo tomaré como un cumplido, soy una mujer perfecta ahora que estoy sano, tengo un coño precioso. —La tos inundó su oficina y la risa malvada era el ruido de fondo.

Estaba tentado a cortar para que dejara de reírse, pero si lo hacía Malfoy no le contestaría la próxima vez que llamara, así que soportó la tos y la vergüenza.

       —Ten un poco de vergüenza, eres un idiota sin pudor —reclamó, miró en la oficina por si encontraba algo para beber para tratar de recuperarse, dio un cansado suspiro al notar que no había nada que calmara sus nervios.

       Es tu culpa por traer a la conversación a mi pequeño y lindo agujerito. —Harry sintió que las mejillas se coloreaban, en una mezcla de vergüenza y excitación.

Lamió sus labios pensando en cómo podía cambiar la charla, porque sinceramente no le apetecía hablar de los genitales de Malfoy sabiendo que detrás de esa puerta estaban sus subordinados y que verían que algo entre sus piernas había despertado.

       —No sabía que la charla sucia era lo tuyo —murmuró enojado. La serpiente al otro lado de la línea, dio una risita juguetona.

       ¿Charla sucia? Oh, Potter, no me digas que te pones ansioso por algo así, ¿te imaginas mi vulva en el momento que hablo de ella? ¿Te ves a ti mismo abriendo mis piernas para mirar profundamente dentro de mi vagina?

       —Detente —advirtió, pero por supuesto el otro solo dio una risa juguetona. Harry tragó saliva y recargó su peso en la puerta, estaba tenso por lo que había escuchado. Malfoy sin darse cuenta del efecto de sus palabras siguió hablando.

       —Primero verías mi pene, totalmente blanco porque el glande está cubierto de piel, por ser tú te lo diré, es de un color parecido al de mis labios inferiores, rosa pálido y... ¿Sabes lo que hay dentro de esa parte? Una pequeña y húmeda entrada.

El cuerpo de Harry estaba ardiendo y no paraba de lanzar leves escalofríos a su entrepierna, cerró los ojos ansiosos porque terminara, pero la sensual serpiente no tenía planes de hacerlo.

       —Te hablo muy en serio Draco Malfoy —murmuró con la mandíbula apretada, si no se detenía sentía que cometería una locura.

       —Es tan apretado, que cada noche me siento tentado a meter mis dedos para jugar con su estrechez y luego está mi otro orificio, ¿fantaseas con él? A veces recuerdo que lo frotaste con la yema de tu pulgar, me bañaste tan tiernamente, pero la forma en que hiciste presión para entrar, cuando lo pienso todo mi ser se contrae deseoso de volver a experimentar tu toque otra vez.

Harry dejó caer el celular de su mano, simplemente la información era demasiado para mantener la compostura. No solo sus palabras, también eran las imágenes que recorrieron su mente.

¿Cómo podía ser posible? Sentía que tenía la imagen del cuerpo de Malfoy completamente memorizada.

Recordaba perfectamente cuando limpió el cuerpo de ese hombre coqueto, la manera tan bonita en que separó sus piernas dejando que el león se encargará de todo, Harry había sumergido la mano en el agua para limpiar cada porción de piel sin detenerse a reflexionar mucho.

Su agujero arrugado y húmedo fue frotado tal como dice, había retirado la mano tan rápidamente que supuso fue una ilusión de su mente confundida e histérica en ese momento, pero ahora está seguro, Malfoy sintió su toque y Harry no puede negarlo.

Miró la pantalla brillante que dejaba apreciar que la serpiente seguía en línea. Tomó el aparato del suelo y dando una profunda inhalación.

       —Estás yendo demasiado lejos, detente o está conversación se acabó—dijo tan seriamente como pudo, sabía cuán afectado sonaba por las palabras.

Mi tono delata lo mucho que me afecta escuchar que desea que lo acaricie opinó angustiado.

Es que era imposible no sentirse afectado, la voz sensual y atractiva se sentía como una caricia en su oído, misma que se extendía por su cuerpo llenándolo de éxtasis por escuchar a Malfoy decirle que lo deseaba, aunque no supiera definir si era broma o no.

       —Si, lo que digas, solo bromeaba, pero sabes ¿puedo contarte un secreto? —odiaba que ese chico no mostrara arrepentimiento por lo que hizo, su voz sonaba igual de sugerente y maliciosa.

Harry palpó sus pantalones, el cosquilleo en esa zona no lo dejaba alejar la mano de su entrepierna, quería frotar su pene escuchando la voz de esa provocadora serpiente, sentía que podía llegar al clímax únicamente con imaginar lo que Malfoy había descrito.

Quiero masturbarme, pensó asustado, ¡oh Merlín!, deslizar mis pantalones y frotar mi polla rápidamente para sacar de mi sistema esas sucias y calientes palabras.

Mejor aún quería que Draco supiera lo que había hecho, Harry estaba tentado en ir donde el Slytherin y hacerle pagar por todo esto.

Hacerle sufrir, poner sus manos en su bonito cuello y apretar mientras eyacula sobre su cuerpo. Se estremeció ante la sensación que le envió su fantasía.

Su miembro contrayéndose cuando el placer le hace temblar las piernas, la cabeza de su pene frotando contra la apretada ropa interior. Respiró profundamente una y otra vez.

       —Dime. —Logro decir cuando recobró un poco la voz, estoy cerca de llegar admitió y cerró los ojos mientras movía la cadera para maximizar la fricción con su ropa, esto me pasa por no tener sexo con Ginny, Malfoy me pillo hambriento de deseo, no es porque este loco por él.

Es solo porque estoy necesitado.

Estoy demasiado frustrado sexualmente, es por eso que soy débil en este estado, Malfoy es un amigo valioso, ciertamente es atractivo, pero jamás me excitaría por escucharlo hablar, esto es será un momento de lujuria mal contenida, no significa nada.

        ¿Me harías un favor? —murmuró Malfoy con la voz temblorosa. Harry sintió que el pre semen se esparció en la ropa de forma vergonzosa, es peor que cuando era un adolescente.

        —Claro que lo haría, dime —dijo lo más calmado que pudo, considerando que no paraba de frotar su pene, se mordió los labios para evitar gemir, podía escuchar la acelerada respiración de Draco en su oído, Malfoy estaba exaltado.

La idea que se estuviera tocando mientras Harry también lo hacía era tan excitante, jamás había sentido que se acercaba tan rápido al orgasmo como ahora, ojalá nadie nunca lo supiera, que se ha vuelto un pervertido que se excita por una simple conversación subida de tono.

        Quiero que me veas. —La voz de Malfoy pasó de ser sugerente a una casi tímida. Harry podía imaginar sus ojos suplicantes y sus mejillas rojas.

Su cuello pálido manchado de rosa por su sonrojo, hasta llegar a su pecho...

Lograba saber exactamente de color eran los regordetes pezones que seguramente estaban endurecidos por el placer.

Chuparlos hasta que Malfoy llore porque se han puesto demasiado sensibles.

¡Realmente estoy enfermo por poner mi boca en ese cuerpo!

La forma tan obscena en la que llegó en su ropa le hizo gemir de dolor, un orgasmo intenso, devastador, rápido y absolutamente maravilloso.

Acaso importaba que la ropa estuviera llena de semen y que tuviera una reunión en menos de diez minutos, qué importancia tenía que Malfoy lo hubiera escuchado masturbándose porque se había puesto todo alborotado por su boca sucia.

Se quedó en silencio al sentir que la niebla en su mente se despejaba, aguanto la respiración y se tensó con el celular en el oído.

        —¿De qué hablas? —preguntó cuando sintió que podía hablar nuevamente, escuchar el silencio al otro lado de la línea le puso ansioso por saber si el hurón se había dado cuenta de algo, si descubrió el pervertido que era.

Estaba avergonzado, pero la excitación del momento aún no había bajado y no podía pensar con claridad, no quería seguir escuchando la dulce y sensual voz de la serpiente provocadora, no cuando lo dejaba en ese estado febril de fogosidad.

        ¿Qué te sucedió Potter? ¿Estás bien? Sonabas mal. —Su voz sonaba inquieta, pobre huroncito, ni cuenta se había dado del comportamiento de un hombre enloquecido.

La culpa le dejó un mal sabor en la boca, como podría mirarlo y no recordar lo que acababa de ocurrir.

        —No es nada, me di un golpe, dime que sucede, ¿pasa algo malo? —Harry caminó hasta el baño que tenía en su oficina, era una de las ventajas de ser el jefe, quería lavar más que solo su cuerpo.

La voz de Malfoy sonó temblorosa, al parecer necesitaba valor para decirle.

        No era broma cuando dije que estaba sano, quiero que vengas aquí conmigo y me veas, que estés en este momento tan significativo para mí. ¿Puedes, verdad Potter? Te necesito. —Su voz angustiada por la situación, eso lo trajo a la realidad. No era el instante de actuar como un adolescente hormonal.

Era el apoyo de Malfoy, él necesitaba un amigo que lo comprendiera y lo calmara, no había necesidad de angustiar y confundir al otro muchacho con su recién descubierto y ligero flechazo, si es que podía llamarlo así.

Era algo más liviano que eso, exacto, la palabra enamoramiento era demasiado fuerte y no volvería a ser pronunciada ni pensada.

Harry se mordió los labios y se dio de cabezazos contra la puerta, soy un estúpido de mente caliente. 

Uno que está tan embelesado con la voz de Malfoy que había buscado cosas que no existían para poder sentirse menos culpable mientras profanaba toda su relación con el huroncito de boca sucia.

        —Estaré ahí, no te dejaré solo —contestó y se sintió aún más culpable con lo que había hecho. Estaba por disculparse, no le diría por qué, pero se disculpará para tratar de aliviar la culpa, eso hasta que la voz de Malfoy dijo suavemente.

        Sabía que podía confiar en ti. Te quiero. —Confesó Draco con suavidad y con tanta alegría y cariño en su voz que era difícil no notarlo.

Cuando la llamada finalizó. Harry se quedó con el corazón mortalmente acelerado. La revelación lo dejó inundado de sentimientos que se apretaron en su pecho.

Una felicidad tan embriagadora que le aceleró el corazón, pero la culpa que sentía se intensificó, le dieron leves ganas de llorar, no podía permitirse sentir algo más que amistad por Draco Malfoy, eso arruinaría ambas vidas, había demasiado que perder si se enamoraba de él. 

Esto nunca pasó, esos sentimientos quedaban encerrados en su pecho, pasaría más tiempo con Ginny, con sus hijos, con la vida que había escogido, era una confusión y ya se tranquilizará.

 

Ginny miró asustada a Harry, este no se veía tan feliz como ella había pensado que se pondría.

       —¿No te gustó la sorpresa? —preguntó ella con voz temblorosa, se había maquillado y vestido exclusivamente para él, su bonito pelo rojo caía en una cascada bajo su espalda desnuda, sus pechos solamente cubiertos con una fina tela que dejaba traslucir su piel.

Harry carraspeó nervioso. Se acercó a su esposa, su mano acarició la mejilla con ternura, ella lo miraba preocupada y al sentir el contacto le sonrió con amor.

       —Te ves hermosa —susurró Harry devolviendo la sonrisa. Le beso suavemente, con calma y cariño, pero no había pasión en ese gesto, ella lo supo de inmediato y Potter también lo sabía, prefirió callar sus preguntas con mimos y caricias.

Seguía amándola, no ha cambiado nada se dijo con frustración. Los besos se volvieron feroces peleándose consigo mismo, enojado por dudar en hacerle el amor a su esposa.

Harry despertó en la madrugada, su esposa dormía sobre su pecho exhausto, él la abrazó y le beso su cabello rojo, se removió inquieto, la necesidad de hablar con su hurón se estaba intensificando, pero no cedería ante ella, no cuando había tomado la decisión de mantener una distancia saludable.

Malfoy era su amigo, solo eso y el Gryffindor debía dejar de tratarlo como si fuera su amante, le diría sobre su relación a Ginny, tal vez eso aclararía su mente.

Ignorando la ansiedad, trató de dormirse, y lo logró porque despertó a la mañana siguiente, le tomó por sorpresa que Ginny no saliera, la idea de dejar plantado a Malfoy cuando había prometido que iría no era algo agradable.

Miró a Ginny feliz jugando con sus hijos mientras desayunaban en familia, sonriendo se disculpó y fue al baño.

Dando un largo suspiro se preparó para el reclamo que Malfoy le haría.

       —¿Malfoy? —preguntó ante el silencio de la otra línea.

       —¿¡Por qué no has llegado todavía!? —reclamó apenas la llamada conecto. Dio un suspiro cansado, nada más escuchar su voz le hacía querer correr hacia él y apretarlo en sus brazos.

       —Llegaré más tarde e iré solo, surgió algo importante. —Toqueteo sus lentes, comenzaba a ponerse nervioso, jamás había hablado con Malfoy teniendo a Ginny despierta y tan cerca.

       —¿Más valioso que yo? —La voz de Malfoy está cargada con reproche y suena casi herido. Pero si Harry quiere que todos sean felices, él mismo debe comprometerse a no tratar a la serpiente como si fuera el único ser humano en su universo.

       —Tengo una familia Malfoy, tú eres importantísimo, pero ellos son mi prioridad. —El silencio que siguió lo hizo mordisquearse los labios.

       —¿James o Albus están enfermos? —La voz de Malfoy había bajado de tono, se escuchaba preocupado.

       —No, ambos están muy bien. —Su oración fue cortada con la réplica de Malfoy.

      —¡Entonces no entiendo que podría ser más urgente! —Harry mantuvo los labios apretados al escuchar el grito, la ira burbujeando por salir.

Pero no era como si pudiera reclamar, él había permitido que Malfoy se comportara de esa forma, nutriendo esos sentimientos, porque le encantaba que Draco lo necesitara, que exigiera su constante presencia y ahora que se le negaba era un gran malestar para él.

       —Mi esposa, Malfoy, ella es mi prioridad, mi familia. —Contrajo la mano que sostenía el celular, esto no debería ser tan difícil como lo era, no era un engaño, no le estaba mintiendo, no tenía que sentirse así.

       ¿es realmente de este modo, Harry? —Asintió, luego se dio cuenta de que Malfoy no podía verlo y se sintió estúpido.

       —iré más tarde, ¿puedes esperarme? Solo serán unas horas. —Agudizo el oído esperando ansioso la respuesta, sentía un nudo en el estómago, no se iba a distanciar.

Malfoy no debería enojarse, sabía que esto era lo que tenía que establecer, no podía echarse para atrás por una rabieta del caprichoso hurón.

       —Si ella es tan valiosa, sigue jugando a la casita feliz. Únicamente avísame cuando decidas sacarme de tu vida, ¡y no vengas, no quiero mirar tu cara rajada! —La línea sonó indicando el final de la llamada.

Harry dio un suspiro agotado, era tan dramático, como podría considerar que esa rabieta tan molesta era encantadora a su manera.

Le daban ganas de volver a llamar, pero eso era lo que Malfoy esperaba y lo que Harry hubiese hecho sin dudar, lo hubiera calmado con palabras dulces y prometido todo lo que el dragón quisiera para hacerlo feliz.

Pero no ahora, en su lugar apagó el celular y salió a encontrarse con su familia. 

El aparato en su bolsillo era más pesado que nunca, lo guardó en su escritorio en la oficina que tenía en su hogar, no era una regla, pero todos sabían que esa habitación estaba llena de archivos secretos y que a Harry no le gustaba que entraran.

 

***

 

Un día después, el domingo por la noche prendió el celular, Ginny se había metido a la ducha y los niños dormían, las ganas de hablar con Malfoy lo estaban consumiendo lo suficiente como para llamar hurón a Albus.

Se convenció de que no podía haber nada de malo en hablarle para saber cómo iba con su enfado, era normal que los amigos se pelearán.

Al prenderlo no había múltiples mensajes como esperaba, la realidad era que solo tenía uno, un asunto bastante raro, Malfoy se ponía loco cuando Harry no contestaba y comenzaba a enviar textos hasta que respondiera.

Muchos de esos mensajes entraban en la categoría de amenazas de muerte, de acoso o de odio. Se le hacía divertido leer las ocurrencias del malévolo Slytherin.

Aún recordaba las palabras que le enviaba en cartas, muchas de ellas eran más bien amenazas que discretamente dejaban relucir la verdad. Malfoy era experto para disfrazar las cosas, pero Potter también lo era para descifrar.

Pero este solitario mensaje le dio una mala sensación, sin aguantar más el miedo y la incertidumbre, decidió que era mejor saber que decía.

       “Al final no viniste, eres un imbécil”.

¡Oh no! ¡Pensaba que Malfoy no quería verlo! Planeaba ir el lunes para desayunar con él. 

¿Cómo podía ser tan estúpido? En su afán de alejarse había roto una significativa promesa. Intentó llamarlo, pero el celular solo sonaba.

Se golpeó la frente y dio un largo suspiro. Se encerró en su oficina y comenzó a llamar para tratar de hablar con él. Pero todas las llamadas eran rechazadas.

Tenía que darse por vencido, mañana iría bien temprano para conversar con él. Su celular vibró justo en el momento que Ginny toco la puerta, se mordió la lengua cuando tuvo que decidir si leer el mensaje o atender a su esposa.

       —¡Ginny, dame un minuto, saldré en un momento! —miró el celular rápidamente, Malfoy le había enviado un corto mensaje. La tentación de leer lo que decía era más fuerte que el lado racional.

       —¡No te quedes hasta tarde trabajando Harry!, tienes otro trabajo por realizar aquí en mi cama. —Su risa se volvió más lejana al alejarse de la puerta.

Merlín te agradezco... no, tú no, gracias, Salazar por apiadarte de un estúpido.

       “Deja de llamar, estás molestado, no permites dormir a Scorpius”.

Harry suspiro, si Malfoy no quisiera hablar hubiera apagado el celular, pero en su lugar respondió. ¡Gracias, gracias! Pensó menos preocupado.

       “Compensaré esto, lo prometo”.

Escribió rápidamente y miró la puerta, estaba asustado, de nuevo se comportaba como si estuviera ocultando algo malo.

       “Claro, como prometiste estar siempre que te necesitara”.

Bueno podía esperar esa respuesta, Malfoy no era precisamente alguien que perdonaba a la primera.

       “Realmente lo siento, mi dragón ¿puedo llamarte? Ahora mismo quiero tanto escuchar tu voz”. 

Se dio un golpe mentalmente, cómo podía decirle esas cosas, debería comenzar a cerrar la boca. O a no mover los dedos antes de releer lo que escribió.

       “Llama, pero no te aseguro que conteste”.

Harry dio una risita suave. Marco el número y esperó pacientemente, cuando creyó que Malfoy no iba a contestar, escuchó el timbre que indicaba que había aceptado la llamada.

       —Gracias, quería disculparme, supuse que no querías verme —escuchó una risa burlona.

       —Claro, tú sabes que yo siempre hablo en serio, ¡olvídalo, de solo acordarme se me retuerce el estómago! ¡Te dije que era algo de vital importancia para mí! Incluso confesé que te quería, por el amor de Salazar, me arrepiento, ¡retiro lo dicho, no te quiero para nada! ¡Púdrete cara rajada! 

La llamada se cortó tan abruptamente como el estallido de ira de Malfoy que lo dejó con ganas de irse de casa de inmediato para poder reconfortar al lastimado dragón.

Pero tenía que ser firme con esto. No podía ceder cada vez que hacía una rabieta, aunque esta vez era más culpa de Harry que del hurón.

Aun así, el deseo de ir era bastante difícil de frenar, sin embargo, qué excusa podría ponerle a Ginny que estaba emocionada esperándolo en la habitación. No, debía ser fuerte, podía esperar a mañana.

 

Ginny miró la cara de Harry al entrar a la habitación, no parecía emocionado de estar junto a ella.

       —¿Qué pasa?  —preguntó nerviosa, la felicidad del día se esfumaba. Harry negó lentamente, pareció perderse en sus pensamientos y por unos instantes la miró como si quisiera decirle algo, pero luego le sonrió y se acercó a ella.

       —No pasa nada, bueno, ¿no tenía un trabajo que realizar? —intentó sonar lo más animado posible, parece que funcionó porque Ginny sonrió feliz y estiró sus brazos para besarlo.

 

***

 

Por la mañana se marchó sin despedirse. Algo realmente extraño, en todos sus años de casados jamás había sucedido, pero no le puso mayor atención, porque su marido le demostró lo mucho que la amaba.

Harry fue recibido por la cara amargada de Kreacher, le dio una sonrisa, pero el viejo elfo, lo miró aburrido.

       —El amo Malfoy no desea recibir al señor Potter. —Harry dio una risa levemente histérica, había estado despierto toda la noche con unas jodidas ganas de verlo, no iba a ser detenido.

El amo de la mansión llegó a la puerta con los brazos cruzados, sonrió al observar cómo usaba su ropa, la que dejó para estar cómodo.

Una playera simple con un pantalón holgado de un sobrio gris gastado. No le favorece ser tan bonito tan temprano por la mañana, ahora era imposible que Harry se fuera sin entrar a la casa.

       —Me muero de hambre, ¿no me dejarás entrar? —le pregunto tímidamente. Malfoy lo miró con la ceja alzada.

       —Entonces muérete, no voy a impedirlo. —Fue la respuesta que recibió Harry, este le sonrió con ternura. Draco frunció el ceño rápidamente mirándolo muy molesto.

       —¿No te sentirías solo si yo me muero? —dijo y Malfoy se acercó, Kreacher se alejó de la puerta dándole espacio a su amo.

       —Tampoco me siento muy acompañado contigo vivo —dijo con desdén. Harry dio un paso dentro, apretó los puños para resistir y no abrazarlo—. Entra y te arrepentirás. —Fue la amenaza que salió de los colorados labios del chico Slytherin.

El Gryffindor le dio una sonrisa arrogante, Malfoy, en cambio, le ardieron las mejillas de la rabia.

       —¿Vas a hechizarme pequeña bruja? —dio otro paso dentro y realmente se arrepintió.

 

Tocándose la cara miró enojado al elfo, Malfoy le había dado la orden de cerrar la puerta. Pero cuando gritó por el dolor en su nariz, el hurón salió corriendo para verlo y lo dejó entrar para detener el sangrado.

       —Tienes que admitir que te lo merecías. —Harry le miró asombrado por la crueldad, pero bueno si con eso su hurón lo perdonaba entonces estaba bien.

       —Es bueno verte de mejor humor. —Draco dio un suspiro. Harry por un momento pensó que se veía muy agotado y realmente triste.

       —Estoy demasiado cansado para estar aguantando tus juegos, así que habla rápidamente y sal de mi vida. —El león se levantó apresuradamente, se sintió mareado por el severo dolor en el rostro y casi se cae, pero su chico rubio le sostuvo los brazos y evitó eso.

       —No es eso lo que quiero, deseo estar a tu lado, pero no de la forma en la que estamos, siento que soy propenso a sentirme demasiado a gusto contigo y olvidar que tengo una familia. —Malfoy frunció la boca, reteniendo lo que sea que quería decir. Pareció reflexionar en las palabras que escuchó y respondió con calma.

       —No quiero que los dejes de lado por mi culpa, yo no lo haría con mi hijo, pero Potter, sigo sin entender por qué la única solución es alejarte totalmente de mí.

La voz temblorosa le rompió el corazón a Harry quien acercó su rostro y le dio un beso en la frente. La serpiente se lo permitió y tímidamente le rodeó con los brazos.

       —No volverá a suceder. Haré mejor las cosas, perdóname por ser tan tonto. —Malfoy se separó un poco para mirarlo con los ojos brillantes, estaba reteniendo las lágrimas. 

Se había sentido tan solo, era la primera vez en mucho tiempo que se sintió desamparado, justo como al perder a Astoria.

       —Me arrepiento de haberte dicho que no te quería, por eso seré menos exigente contigo, quiero ser feliz y que tú lo seas, así que pon límites si con eso estás más tranquilo. Prometo no ser tan posesivo con tu tiempo.

Harry le besó nuevamente la frente, solamente para resistir la tentación de besar sus labios y transmitirle por qué se estaba alejando.

       —Haremos reglas y la pondremos en la habitación. Suena divertido, como un juego —dijo Harry para tratar de desviar la atención de Malfoy que seguía confundido del porqué de sus acciones.

 No podía decirle que era porque estaba perplejo respecto a sus recién descubiertos sentimientos.

       —¿Puedo poner reglas yo también? Sería injusto si no es así. —Harry le pellizcó la mejilla y la estiró para detener su parloteo, estaba tranquilo y eso era un alivio, lidiar con un Malfoy histérico no era lo más agradable de realizar en la mañana.

La lista, era por el momento algo que harían cuando se les ocurriera que poner.

Harry desayuno con Draco y Scorpius, y aunque quería abrazarlo, resistió, el hurón solo lo miró entristecido, el tocarse se había vuelto normal entre ellos, los dejaba a ambos en un estado de felicidad que los ayudaba a aguantar la semana sin verse.

 

***

 

La semana siguiente empezó el inicio de la lista.

Primera regla. «No besar».

Sucedió cuando fue de visita a la mansión Malfoy, este se había comprado una caja enorme de maquillaje y cremas.

El hurón no encontró nada mejor que jugar con esos y maquillar a Harry, estaban tan cerca que Potter tuvo que cerrar los ojos para no perderse en los labios tono cereza. Los tenía maquillados con un tenue color que solamente hizo resaltar su piel crema.

Al abrir los ojos, Malfoy le había besado todo el rostro coloreando hasta su frente. Se entretuvo tanto persiguiendo al hurón por la mansión que ninguno noto que quedaba labial en el borde de su ropa.

En el momento que anotó la regla el hurón lo miraba de reojo fingiendo que no tenía interés, ese día no se le acercó cuando se fue.

La siguiente regla fue escrita por Malfoy. «Abrazar al entrar o salir de la mansión».

Harry la cumplió fielmente más por gusto que por ser una exigencia, además así se aseguraba que Draco respetara las reglas que existían.

Luego la nueva regla fue. «No te quitarás la ropa».

Esa fue puesta un día cuando Malfoy se quitó la ropa frente a Harry para amamantar al bebé. 

Fue un acto tan normal y que el Gryffindor había visto tantas veces que no debería sentirse incómodo, pero la realidad fue que, al observar su pecho tan abultado y que aún tenía esos pezones hinchados por la succión tuvo que ir al baño y lavarse el rostro para calmarse.

Ese día, su Draco, como estaba comenzado a llamarlo en su mente se había reído hasta que las lágrimas se le escaparon. 

       —¿Hablas en serio?  —preguntó el hombre rubio aun riéndose. Harry asintió—. ¿Por qué? —volvió a decir confundido el Slytherin.

       —Me pongo un poco incómodo al verte. —confesó. 

Malfoy alzó una ceja incrédula ante la respuesta.

       —Creo entender que pasa —dijo finalmente—. La pequeña Weasley no te satisface como corresponde y te pones nervioso con cualquiera que tenga pechos. Solo admítelo.

Ese día se originó otra regla. «No hablarás de mi esposa».

Duraron meses en esa situación, Harry noto que Malfoy estaba cumpliendo lo prometido y la última pelea se había arreglado con un león en la puerta a medio día con una caja de pizza en su mano.

Se volvió la nueva comida favorita. Lo malo del asunto era que Harry cada día se volvía más consciente del deseo desenfrenado por tocar al otro chico.

Al final se sentía nauseabundo por los pensamientos que lo atormentaban, había dejado de acariciar a Ginny porque temía decir un nombre equivocado.

 

***

Ginny dio un largo suspiro y cuando las lágrimas cesaron, miró a su madre que la miraba preocupada.

       —Querida, en mi opinión no creo esté haciendo algo indebido, debe haber una justificación para su comportamiento, no pienses que nuestro adorado Harry tiene otra mujer. —La voz dulce de su madre le calma los nervios, Ginny regresó a casa aun triste, pero su progenitora debía tener razón, tal vez todo era un malentendido y ella estaba confundida.

No consideraba a Harry capaz de engañarla, aun así, pasaba algo raro en su matrimonio, aunque trataba de negarlo, cada día se volvía más difícil, no era tan ingenua y tan ciega para no notar que el Gryffindor actuaba extraño.

Se alejaba de sus amigos y también de ella, siempre diciendo que no tenía tiempo, escondiéndose en rincones con una actitud más rara que el día anterior.

Preocupado y ansioso, cuando estaba en su oficina y la veía se ponía nervioso y congelaba. Ginny no podía ayudarlo porque no sabía qué pasaba. Si tan solo supiera podría ofrecer su ayuda.

Al llegar no había nadie, algo extraño porque Harry ya debería haber llegado, caminó hasta su habitación desanimada, entonces lo escuchó, la voz de su esposo hablando en la oficina. Se acercó en silencio, no podía escuchar al sujeto con quien hablaba.

       —Te he dicho que no me llames a esta hora, tendré que crear una regla. —Ginny lo escuchó escondida detrás de la puerta, sabía que estaba violando la privacidad de su marido, pero es que ya no soportaba la ansiedad al no conocer qué era lo que Harry ocultaba.

       —Mira víbora rastrera, no me provoques. —Aunque las palabras de Harry eran toscas no parecía realmente enfadado ¿con quién diablos estaba hablando? ¿Qué quería esa serpiente?

La tentación de entrar y preguntar fue tan grande que tuvo que alejarse de la puerta. Antes de marcharse logró escuchar levemente la voz de su marido.

       —Eres tan controlador, lo haré, pero, será la última vez, estaré ahí a la hora del almuerzo, y espero que te controles, no soy tu esclavo. —Ginny se alejó rápidamente de ese lugar.

¿Qué tipo de conversación era esa? ¿Una pelea? ¿Harry estaba teniendo problemas?, ¿lo estaban amenazando?

Hasta aquí llegaba el secreto de su marido.


***

 

Al día siguiente estuvo a la hora de almorzar en el ministerio, justo como pensó, Harry no estaba en el trabajo cuando él mismo esa mañana le había asegurado que no tendría tiempo de salir.

Regreso a casa furiosa por la mentira y aún más colérica por no saber dónde estaba y que pasaba.

Su mirada se posó en la puerta cerrada de su oficina, sin detenerse, la abrió y entró, había documentos y objetos por registrar, cosas que niños pequeños no debían tocar.

Revisó muebles, pero no encontró nada raro, excepto ese mueble escondido en el escritorio que Ginny no pudo abrir.

El encantamiento era complicado para que ella lo rompiera, cuando estaba por rendirse, la voz de Ron en la sala la desconcentra.

Su hermano venía cabizbajo había tenido una discusión con Hermione.

Ella lo medito un rato mientras lo escuchaba, luego la idea se consolidó en su cerebro y se negó a irse.

       —Oye, Ron, ¿podrías ayudarme? —su hermano le miró con interés. No pareció dudar de ella cuando le dijo que abriera el cajón. Ginny simplemente le contó que Harry necesitaba algo y la joven iba a llevárselo.

Con el mueble abierto, el contenido estuvo en sus manos, al principio no entendió muy bien, pero luego comprendió que eran cartas lo que estaba leyendo.

       —De Malfoy —dijo en voz alta, su hermano el cual se había marchado a la cocina, ya estaba de regreso y se detuvo de comer al escucharla, agitadamente le quitó una de las muchas cartas. 

Comenzó a leer, aun con comida en la boca.

 

 

Estúpido y fanfarrón Harry Potter

Con mucho pesar te saludo, aunque es solo para informar que quiero que te pudras, y que no me apetece verte, como recordarás insinuaste, espero que te parta un rayo. Si no cumples le diré a todo el mundo tu «secretito»

Con mucho odio, Draco Malfoy

 

Ginny miró la cara roja de su hermano, ella misma estaba asombrada y muy furiosa. 

¿El secreto de Harry era el acoso de ese bastardo Slytherin? ¡Claro él lo había llamado serpiente! ¡Esto no se quedaría así! Botando los papeles al suelo, que supuso eran todas cartas de odio, junto a Ron se dirigieron a la mansión Malfoy.

Ella no iba a permitir que ese bastardo arruinara ni un segundo más de la vida de Harry.

 

El león llegó puntual a la mansión, Draco lo recibió con un apretado abrazo que desde lo profundo de su ser disfruto. Amaba estos pequeños momentos donde olvidaba todo, dejándose sumergir en la calidez de su dragón.

El chico lo llevó de la mano a la cocina, según él tenía una sorpresa preparada. Harry sonrió ante lo que vio, la harina, la crema, las fresas, la leche, todo puesto sobre la mesa para preparar un postre, no lograba saber cuál, eso solo lo sabía la mente detrás de esto.

El hurón le tendió un delantal y Harry al apreciar el diseño, le estampo harina en todo el rostro. 

Se estaba riendo cuando sintió el mismo polvo caer directamente en su boca, tosió y observó al chico que tenía el rostro completamente blanco.

Estaba mirándolo con una ceja alzada y Harry sintió un vuelco en el corazón.

       —Por eso el delantal te queda a la perfección, puerco Potter —murmuró y sonriendo le tiro un besito, para Harry fue increíblemente tierno, estaba despeinado y lleno de harina incluido los labios, era una imagen que pocas veces vería.

El puerco Potter, de un rápido movimiento agarró más harina y corrió tras Malfoy, este al advertir las intenciones, se colocó al otro lado de la mesa, girando cuando Harry se acercaba, entre risas, quedaron completamente sucios.

No importaba porque podía usar un hechizo de limpieza, lo que comenzó a preocupar al pelinegro fue al lograr atraparlo.

Malfoy se quedó apretado contra su cuerpo, Draco le rodeó el cuello con los brazos, así que las manos de Harry quedaron fuertemente apretadas en la cadera de su serpiente, haciendo un puchero el hurón le miró esperando la regañina.

       —Muy chistoso, primero una emboscada y luego un ataque directo. ¿Debería castigarte? —Malfoy negó suavemente, y el polvo blanco se esparció por el aire, Harry sonrió ante eso, dobló levemente su cabeza.

Sabía lo que Draco estaba viendo ahora mismo, una increíble mirada llena de cariño. Es que era imposible ocultarla, no cuando el Slytherin se esforzaba para que lo ame aún más.

       —Te ves ridículo —dijo con una sonrisa ladeada, sabía que Harry estaba tan feliz como él y que no se enoja por sus travesuras.

Al liberar su cuello las manos de Malfoy recorrieron el rostro del chico de oro, quitando la harina de las mejillas, Harry imito la acción, le acarició los pómulos con la yema de sus dedos rozando los ojos para limpiar las rubias pestañas.

El deseo de besarlo al verlo cerrar los ojos le dejó mareado, sin querer flaquear, tomó distancia.

       —Bueno, pongamos manos a la obra, si es que quiero comer algo antes de irme. —Malfoy le miró unos instantes, le sonrió alegremente y comenzó junto a Harry a preparar la masa para el postre.

 

 

La puerta de la mansión fue abierta por Kreacher, que, al notar sus intenciones, estaba a punto de hechizarlos cuando lo petrificaron.

Ginny parpadeó ¿qué hacía ese elfo aquí?

Ron recorrió el pasillo hasta la primera habitación donde escuchó sonidos, había abierto con tanta fuerza la puerta que esta se estrelló contra la pared causando un sonido horrible.

Estaba mostrando una sonrisa engreída que se borró al verlos, con la varita apuntando a la fea nariz de Malfoy se quedó quieto.

       —¿Harry? ¿Qué estás haciendo? —preguntó Ginny arrugando el entrecejo.

¿¡Qué diablos significa esto?!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).