Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mejores amigos. por Yakaylex2

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes o situaciones escritas en esta historia son responsabilidad del autor. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Sin ánimo de lucro.

Notas del capitulo:

Hola chic@s, aquí con una nueva historia. Como podrán ver, no le he puesto nombre a los protagonistas. Parejas para shippear en el anime, series o incluso en la vida real, siempre habrá por montones. Así que se los dejo a su imaginación. Solo necesitan tres chicos shippeables y nada más. ¡Que lo disfruten!

¿Alguna vez te has enamorado de tu mejor amigo? ¿No?, ¿Solo a mí me ha pasado? ¡Hey, tú! ya te vi alzando la mano, creo que somos dos en el mismo barco. No recuerdo exactamente como comenzó todo, pero un día cualquiera, y sin poder evitarlo, me di cuenta de que era el más, ¿cómo decirlo sin que suene tan cursi? apuesto, atractivo, seductor... ¡Qué sé yo! Solo sé que, en ese momento, al cruzar mi mirada con él, mi corazón comenzó a latir a mil por hora y todos mis órganos sufrieron una confusión enorme con respecto a sus funciones. Desde ese día, mi comportamiento normal se fue por los suelos y comencé a actuar como un completo imbécil.


Cuando me hablaba, cuando se me acercaba, si me daba algun abrazo varonil, sentía una emoción intensa en mi cuerpo. No me temblaban las piernas ni tartamudeaba como una colegiala, pero si podía percibir ese estremecimiento en mi estómago y en mi espalda, una especie de escalofrío que me recorría por completo y que me hacía sentir completamente vulnerable. Recuerdo que trataba de provocar cualquier tipo de contacto, algun abrazo, alguna felicitación, incluso algun golpe amistoso o el inicio de una pelea amistosa, con tal de tener esas sensaciones todo el día... Lo sé, suena que siempre he sido un pervertido, pero ¿qué puedo hacer? Las hormonas son más fuertes que las neuronas. Sentir su cálido tacto, poder tocar su piel tan lisa y suave... ¡hacía que me imaginara cientos de cosas en mi cabeza! Y me hacía arrepentirme de todas aquellas oportunidades que no aproveché cuando éramos más jóvenes. ¿Qué hubiera pasado si en aquella pijamada hubiera besado sus labios?, ¿o si en las duchas de la escuela me hubiera acercado a su regadera a tallar su espalda, mientras observaba el agua jabonosa recorriendo su piel y…? ¡Oh, dioses del cielo! Ok, ok. Relajémonos un poco.


Pero si lo pienso, tenía muchísimos años de conocerlo, desde la primaria hasta nuestro trabajo actual. Siempre habíamos estado unidos. Durante el almuerzo, siempre apartaba la misma mesa de dos para comer juntos, tratando de pasar el mayor tiempo posible a su lado. Y cuando lo veía comer... ¡oh, sublime momento! ¿Alguna vez les ha parecido sexy la forma de comer de alguien? Se que sí lo han pensado, pero pocos se atreverán a admitirlo... Me encantaba mirarlo. Al entrar, al salir, al caminar... una fuerza de atracción inmensa hacía que no pudiera apartar la mirada de ninguna parte de su cuerpo... ¡Bueno, tampoco es que siempre esté viéndolo de manera pervertida, ¿eh? no piensen mal! Siempre estaba al pendiente de él, de sus necesidades y le hago saber todo -bueno casi todo - lo que significa para mí. Sabe que puede contar conmigo y que siempre estaré a su lado, sin importar que...


Ahora que les he contado sobre mis ensoñaciones y deseos más pervertidos, déjenme decirles cómo fue que mi mejor amigo me rompió el corazón.


Sucedió una tarde, de esas que siempre me han encantado. Me encontraba contemplando la lluvia en mi ventana cuando escuché que llamaban a mi puerta con fuerza. Después de revisar, de inmediato abrí.


- ¡Hey, ¿qué milagro?! - Le indiqué que entrara. - ¡Hace semanas que no nos veíamos! - Y era verdad, pese a que trataba de pasar el mayor tiempo a su lado, últimamente el trabajo me estaba alejando mucho de él, ya que tenía que salir constantemente de la ciudad -. ¿Qué haces aquí?


- Vine para darte esto. - Me entregó un papel satinado, blanco, envuelto en un sobre transparente. Una invitación.


- ¿Qué es esto? - Le pregunté extrañado.


- ¡Si no la abres no lo sabrás, bro! - Me dijo con el peculiar acento que solíamos usar con nuestra pandilla de secundaria. Sonreí de inmediato. Abrí la dichosa invitación y comencé a leerla.


"...Entonces el hombre se unirá a la mujer y se volverán un solo ser..."


- ¿Qué...? - no pude seguir hablando.


- ¿Cómo que qué? - Me miró divertido. - ¡Me voy a casar!


Y eso fue todo. Horas después de haber fingido entusiasmo y alegría, de escuchar su emoción y de hacer mil y un planes para festejar tan "grandiosa" noticia, llegué a este lugar. Y heme allí, tomando ya mi segunda botella de tequila, y llorando como un idiota. La gente a mi alrededor no me tomaba en cuenta, y eso me alegraba, porque no me gustaría que algun imbécil me preguntara "¿qué rayos te pasa?", porque estoy seguro que le rompería los dientes.


- ¿Qué rayos te pasa? - Me preguntó una voz varonil pero cálida. Me puse de pie de forma violenta y de inmediato lo tomé del cuello. Con su rostro pegado al mío, pude notar quien me había hablado.


- Por poco y te parto la... - ok, lo admito. No hablo correctamente cuando estoy ebrio.


- Ya lo noté, - su cálido aliento acarició mi mejilla, me sorprendí. - ¿podrías soltarme, por favor?


- Si... -toda mi furia se desvaneció y me senté tambaleante. - ¡Tráeme otra botella! - Le grité al mesero, el cual asintió incómodo. Mi amigo se levantó y fue a hablar directamente con él. Al cabo de unos minutos, en lugar de una nueva botella de tequila, el mesero llevó un vaso de algun extraño brebaje café. Lo miré desconcertado y después dirigí la atención a mi acompañante.


- Bébelo de golpe. Sabe horrible, pero en un par de minutos funcionará. - Estaba a punto de arrojárselo a la cara, pero al notar aquellos ojos tan luminosos, me arrepentí. Lo tomé hasta el fondo y después regresé el vaso a la mesa, estaba a punto de vomitar. Decidí recargar mi cabeza en la mesa. - Así que, ¿puedes decirme que pasó?


No era necesario que lo pusiera en antecedentes, él era mi segundo mejor amigo, así que estaba enterado de todo. Lo conocí un par de años después que, al amor de mi vida, pero aun así le tenía la misma confianza y un cariño sincero. Le conté todo lo que había sucedido ese día...


- Pero ¿sabes que pienso? - Le dije después de mi monologo de diez minutos. Para entonces el brebaje estaba haciendo ya efecto y podía mantenerme perfectamente erguido. O algo por el estilo. - Tal vez todo fue un sueño. Tal vez fue una de esas pesadillas que te despiertan en la noche y te hacen caminar dormidos y que te obligan a entrar en un hotel- bar a esta hora. Seguro que mañana llegó a la oficina y allí estará, con esa enorme sonrisa suya, y esa apariencia tan atlética, esperándome para ir a comer juntos, o a correr, o a hacer mil y una cosas como en los viejos tiempos, antes de que esa mujerzuela llegara a su vida.


- No fue un sueño. -Me aseguró con calma.


- ¡Pues yo creo que si lo fue! - Le grité furioso. Algunas personas voltearon a vernos, pero no me importó. -  Aunque sabes qué, no me importa. De todas formas, seguro que todo es una farsa. Si seguramente todo fue una mentira, y me lo dijo porque está enojado de que lo haya abandonado tantas semanas por ese estúpido proyecto. Pero si me cambio de área, y me quede cerca de él, seguro que todo vuelve a ser como antes. No, ¡mejor que antes! Porque le diré lo que siento y como él me corresponderá pues todo será perfecto y...


- No pasará. - Me volvió a decir con calma.


- Claro, como siempre ¡estoy condenado a vivir más solo que un maldito perro de la calle! - Comencé a llorar otra vez, ¡qué vergüenza! - triste, solo, virgen hasta los sesenta si es que no muero antes de un infarto. - Noté que se ruborizaba con este comentario. Después de rebajar mi existencia hasta lo más bajo, reflexione un momento y mi tristeza dio paso a una fuerte ira y autoconfianza. -  Pero es más ¿por qué estoy sufriendo? Ni que fuera la única persona en mi vida, puedo conseguir a alguien más. A muchas personas más. Puedo conseguir a cientos de chicos sensuales y miles de chicas exuberantes que bailaran conmigo el día de su boda y... -caí en la cuenta nuevamente, el amor de mi vida se iba a casar. - ¡Oh, dioses!


-Tranquilo. - Me dijo mientras se ponía de pie y me abrazaba con fuerza. Podía sentir sus cálidos brazos alrededor de mi cuerpo. Su suave cabello rozando mi mejilla; podía sentir sus palabras de consuelo, mezcladas con la frescura de su aliento; me abrazó con más fuerza y pude sentir que su corazón palpitaba, casi en sincronía perfecta con el mío. Comenzó a acariciar mi cabeza, con una especie de ternura constante. Se sentía bien. Me sentía querido y cuidado. - Tu eres muy especial y mereces que alguien te quiera de verdad. Como lo hago yo... - ¿Acaso había escuchado mal? Cuando estuve a punto de preguntarle a que se refería, con velocidad se acercó a mí y me besó en los labios. Era mi primer beso en mucho tiempo, tal vez en toda una vida. La única novia que había tenido había sido en secundaria, y tenía unos frenillos tan grandes que era prácticamente imposible poder besarla. Sus movimientos eran lentos y rítmicos, y lo peor de todo era que yo los estaba siguiendo. ¿Qué me pasaba? La atracción magnética ahora estaba en mis labios, que no podían separarse de los suyos. Comencé a sentir su cálida mano dentro de mi playera, acariciándome poco a poco. No pude evitar gemir cuando sentí que sus manos apretaban mi pecho. Sentía su lengua dentro de mi boca, recorriéndola con placer y lujuria.


- ¡Ah! - gemí, mientras nos separábamos. Un hilillo de saliva nos unía entre a los dos. Su rostro estaba de un rojo carmín tan bonito, que de inmediato me estremecí. - ¿Qué... que haces...? - Le pregunté.


- ¡Te amo! - Me dijo con rapidez. - Todos estos años, siempre te he amado. Nunca te había dicho nada, porque, bueno… tú siempre te has fijado en él. Y yo... - Se inclinó hacia mí con respeto. - Discúlpame, me aproveché de tu duelo. Soy un imbécil y...


- No... - Le tomé su mano y la besé. De inmediato se puso de pie. - Te agradezco que estés aquí... - Me levanté y lo abracé. - Eres un gran amigo y... - Asintió amablemente, pero pude notar la tristeza en su rostro de finas facciones. - Y quiero que sepas que...


- No digas nada más. - Me interrumpió. - Se de tus sentimientos y sé que será complicado arrancarlos después de tantos años. Pero si en algún momento consideras la opción de buscar a alguien más, por favor piensa en mí.  - Asentí sin saber qué otra cosa decir. - Me voy a casa. - Tomó su chamarra y jaló su brazo para soltarse, para mi sorpresa lo retuve en mi mano.    


- ¡No te vayas! - Le supliqué. No me pregunten porqué. Quizá seguía ebrio. Quizá solo era necesidad. Quizá estaba loco y seguía creyendo que todo era un sueño. - Ven conmigo. - Le tomé la mano y prácticamente lo arrastré hacia el elevador. Para mi sorpresa, no se resistió.


Subimos hasta el último piso, mientras yo seguía tomándolo de la mano. Se abrieron las puertas y llegamos directo a la habitación que había solicitado horas antes. En cuanto estuvimos adentro, una bestia espantosa se apoderó de mí... y de él. Comenzamos a besarnos con una pasión más atrevida que la de momentos antes, conscientes de que allí nadie nos vería. Sus manos no se estaban quietas, estaban desesperadas por abrirse paso entre mi ropa. Poco a poco nos despojamos de ella. Quedamos desnudos, ¡Los dos! Jamás, ni en mis sueños más... húmedos, me había imaginado algo así. O más bien sentir algo así.  Estaba casi seguro de que me gustaban las mujeres; estaba seguro de que no me gustaban los chicos, solo mi mejor amigo. Y estaba seguro de que solo sentía un cariño fraternal y una amistad enorme por este chico. Pero entonces, ¿que eran estas ganas inmensas de querer pasar la noche entera a su lado? ¿De fusionarme con él, de volvernos un solo ser? ¿Era necesidad, era despecho o que era? Desperté de mis ensoñaciones cuando sentí su boca en cierta parte de mi cuerpo. Sentí su lengua recorrerme suavemente de un lado a otro, saboreándome por completo. Una sensación agradable recorrió mi cuerpo. Lo tomé de la cabeza y comencé a acercarlo más profundo. Después de unos minutos se separó de mí. Yo estaba completamente mareado.


- Perdóname... - Me susurró mientras se ponía de pie. Pude notar la excitación tanto en su cuerpo como en el mío. Me ruboricé de inmediato. Me colocó las manos en los hombros y me acercó a la cama. - Acomódate, por favor. - Y así lo hice.


Una vez que estuve acostado, sentí como se sentaba a horcajadas sobre mí. Una descarga eléctrica me recorrió por la espalda, lo miré y pude notar la tersura y el brillo de su piel, de su cabello, de sus ojos. Lo miré y por primera vez en la vida pude decir que me parecía ¡completamente hermoso! Lo sé, no quiero sonar cursi. Pero de verdad parecía un ángel viviente. ¿Por qué nunca lo había visto antes? Sencillo, porque estaba obsesionado con otra persona. De haber abierto mis ojos un poco más, no habría desperdiciado el tiempo en un amor imposible. Pero todo esto podía cambiar. Desperté de mi ensoñación unos segundos antes de que pasará algo más.


- E…espera! - Lo detuve con ambas manos. Al instante abrió los ojos, se ruborizó de pies a cabeza y de inmediato se bajó de mí. Se veía lindo.


- Lo siento, perdí el control. - Nuevamente se inclinó hacía mí, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para hacer a un lado mis instintos salvajes y no tomarlo en ese momento.


- No es tu culpa... - Con rapidez tomé mi ropa interior y me la coloqué antes de que no pudiera controlarme, el me imitó.


- Si lo es, me aproveché de ti, de tu debilidad y...


- No, de verdad. No estoy molesto. - Lo pensé un segundo. - De hecho, estoy bastante... sorprendido. Eres mi amigo y jamás, bueno, jamás imagine que algo así pudiera pasar entre nosotros. - Miré como agachaba su mirada en un gesto de dolor. - ¡No, no! Tampoco es eso. - Respiré hondo. - A lo que me refiero es que te conozco desde hace años y jamás me diste una señal. Todo este tiempo, jamás me dijiste nada.


- ¿Por qué habrías de saberlo? Tus sentimientos siempre fueron para...


- Lo sé, lo sé. Pero yo...


- Mira, no digas nada. - Se había terminado de cambiar y ahora se dirigía a la puerta, me quedé inmóvil. - Solo piénsalo, es todo. - Y salió rápidamente. No supe si seguirlo, no supe que decir. Así que solo me quedé allí, parado como un idiota.


Pasaron las semanas, mi cabeza estaba hecha un lio. Por suerte - o por desgracia - no había necesidad de que viajara. Así que todos los días me veía obligado a verlos a los dos. Por un lado, seguía comiendo y pasando los tiempos libres con mi mejor amigo, pero la infinidad de planes para su boda me estaban mareando. No es que me rompiera el corazón, simplemente me aburría saber sobre arreglos, fotografías, invitados... todos esos detalles superfluos. Casi no le prestaba atención. Mi mente estaba ocupada siguiendo con la mirada a mi otro amigo. Jamás había notado lo bien que se veía de traje; lo amigable que era con los demás compañeros; el aura de tranquilidad que parecía envolver a él y a las personas que lo rodeaban; la hermosa y tímida sonrisa que en ocasiones esporádicas ofrecía, y por supuesto, lo atractivo que siempre había sido. Pero todos mis recuerdos me llevaban a aquella noche, cuando lo vi desnudo, bañado por la luz de la luna que se filtraba por la ventana de aquella habitación. Su piel tan brillante, sus músculos tan marcados, su pelo tan suave...


- ¡Hey! - Me gritaron. Para mi sorpresa, mi mejor amigo me veía con un poco de molestia en su rostro.


- ¿Qué pasa? – Le pregunté sin importancia.


- “¿Qué pasa?” Llevas como cinco minutos con la mirada perdida, el emparedado en el aire y una cara de imbécil viendo hacia quien sabe dónde.


- ¿Yo? - No podía creerlo. Seguí mirando a mi otro amigo quien, a lo lejos, bebía una malteada con una pajilla. La forma en la que succionaba el líquido me hizo recordar algo bastante... vergonzoso.


- ¿Lo ves? ¡Estás rojísimo! - Me gritó.


- ¡Cállate! No me pasa nada. - Mi vergüenza superaba ya la escala de los rojos más intensos del mundo.


- ¿Uh? - Mi compañero volteo y de inmediato se percató. Para mi sorpresa, noté que nuestro amigo levantaba la mirada y nos dirigía un saludo amistoso. Él le correspondió de la misma manera mientras yo escondía mi rostro avergonzado. - ¡Ah, ya entiendo!


- Baja la voz, ¿quieres? - Le pedí mientras colocaba mi cara directo en la mesa.


- ¿Te gusta? - Me preguntó con una mirada llena de picardía.


- No...- Le susurré mientras escondía mi rostro hacía el otro lado.


- Mientes, te conozco desde hace años y sé cuándo alguien te gusta de verdad. - Si eso fuera cierto se hubiera dado cuenta de que él también me había gustado. -  Cuando algo o alguien solo te gusta -comenzó a explicarme, - actúas como un obsesivo lunático, nada más. Como cuando te obsesionaste con el helado de chocolate. – Lo miré con sorpresa. ¿De verdad se había fijado en eso y no en la forma en la que lo veía a él? ¡Qué diablos! – Pero cuando te enamoras de verdad, tienes un brillo especial en tus ojos y tu rostro se sonroja cada vez que vez a esa persona.


- ¡Eso no es verdad! - Le grité, pero para mi sorpresa sentí el rostro caliente. Tal vez era cierto. Tal vez realmente me había enamorado de mi amigo y mi mejor amigo solo me gustaba.


- Claro que sí. Cómo tu brother te aconsejo que vayas y le digas lo que sientes. Creo que sin problema te corresponderá.


- ¿Cómo lo sabes? - Le pregunté sorprendido.


- Creo que el también siente algo por ti. - Me dijo seriamente.


- ¿Lo crees?


- Lo sé. - Y me sonrió como tantas veces. Le besé la mejilla. No se sorprendió en lo más mínimo, estaba acostumbrado a mis arrebatos.


- ¡Gracias! - Y me fui corriendo. Esperaba no haber perdido mi oportunidad.


Por la tarde estuve esperando afuera de las oficinas durante horas, hasta que por fin lo vi salir. Se veía bastante atractivo con su gabardina negra, cubriéndole las largas y musculosas piernas... ¡Ah, dioses! Concéntrate, concéntrate.


- ¡Hey! - Le grité. Se detuvo y de inmediato me dirigió una sonrisa. Algo triste, por cierto.


- ¿Hey, como te va?


- Pues... - ¿cómo decirle a alguien que no has podido dormir las últimas semanas por estar pensando una y otra vez en cierta persona que tienes enfrente? 


- ¿Sigues triste? - Me preguntó suavemente, sabía a lo que se refería.


- No, ya no. - Y era verdad. Ahora todo ese asunto de estar enamorado de mi mejor amigo me parecía absurdo. - Gracias a ti.


- No hice gran cosa. - Me respondió tímidamente. Sonreí con malicia.


- Hiciste bastantes cosas. - Me acerqué y le tomé las manos. Pude ver el pánico en su rostro. - Vamos allá. - Sería peligroso que alguien de la oficina nos viera. Caminamos hacia una cafetería cercana. Elegimos una mesa alejada, justo en la terraza. Regresé con dos vasos de café frío. - Aquí tienes.


-Gracias. - Tomó un sorbo de la misma manera que lo hacía con la pajilla. ¡Contrólate!


- Yo... quiero darte las gracias. - Me miró con la sorpresa en su rostro. - Me abriste los ojos. Hiciste que me diera cuenta de tantas cosas equivocadas que estaba haciendo en mi vida. Gracias a ti pude reflexionar bastante y me di cuenta de que mis sentimientos, bueno, creo que no han sido del todo reales.


- Pero sigues enamorado de...


- No, ya no. - Lo interrumpí de inmediato. - Y no creas que fue tan fácil como decir "ah, ya no me gusta". Simplemente estas semanas he estado reflexionando al respecto y he notado que no tenía algún fundamento. Creo que confundí mi lazo tan fuerte de amistad que tengo con él… Pero contigo es diferente.


- ¿Por qué? ¿Acaso yo no soy tu amigo también?


-Si lo eres... - Tomé su mano. - Pero me gustaría que fueras algo más.


- ¿Cómo? - Estaba sorprendido.


- Lo que pasó ese día... - su rostro de ruborizó de inmediato y sus manos comenzaron a sudar. Le sonreí. - No quiero que pienses que me desagradó o algo por el estilo. Es solo que me hiciste sentir algo que jamás había experimentado. Era muy especial, así que no me gustaría haber guardado como recuerdo esa primera vez así. Con rastros de cerveza y sudor en mi cuerpo. No hubiera sido lindo.


- ¿Lindo? - Comenzó a reír. - Es extraño oírte hablar así, tan... lindo. - Y comenzamos a reír, esta vez más relajados, bromeando como en los viejos tiempos. Una vez que nos controlamos prosiguió. - Siempre he estado enamorado de ti, pero como tú solo tenías ojos para él, pues creí que lo mejor era retirarme. Aunque eso me rompiera el corazón. - Respiró hondo. - Pero después pensé "al diablo con todo, voy a luchar por mi felicidad", y fue que decidí seguirte a ese bar. Reuní todo mi coraje y me acerqué a ti. - Miró avergonzado hacia otro lado. - Lo que pasó después... bueno, fueron mis instintos salvajes. Lo siento.


Me levanté y me acercó a él. Levanté su rostro con cuidado y lo besé con delicadeza. Me correspondió de la misma manera.


- ¿Quieres salir conmigo? - Le pregunté una vez que terminamos nuestro beso.


- Me encantaría. - Me sonrió con los ojos brillantes por las lágrimas. Volví a besarlo.


Él era mi verdadero destino y había sido muy ciego para no verlo. Pero ahora, en esa velada, durante el resto de nuestras vidas, todo sería diferente. ¡Y todo gracias a mi mejor amigo!

Notas finales:

Bueno, hasta aquí la historia. Creo que es en la que más he usado la palabra “amigo”. Pero es algo complicado no mencionar nombres. Aunque imaginarte a esos tres shippeables chicos sin etiquetar sobre quien realmente estás escribiendo, vale la pena. Espero que les haya gustado y ya saben que cualquier comentario es bienvenido. ¡Nos vemos pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).