Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

HeartBeat por shiki1221

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Holis :3 Aquí mi aporte al día de la OTP Inversa 28/7 es día del MCM espero disfruten de mi aporte <3

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto y sólo la historia es de mi autoría.

One shot. MCM Day. AU. Romance. Humor. Shonen ai.

One shot HeartBeat

 

“Ningún trabajo es denigrante”.

 

“Todo trabajo, mientras sea legal, es digno”.

 

Esas y muchas otras frases había repetido su padrino Jiraiya cuando convenció a sus padres de “dejarlo” o mejor dicho “obligarlo” a trabajar a tiempo parcial en su tienda. Según las palabras del hombre de cabellera blanca, necesitaba ayuda para atender su negocio debido a su edad. Qué los estantes muy altos eran peligrosos para él por posibles caídas, las cajas demasiado pesadas le hacían doler la cintura, la lumbalgia atacaba en ocasiones haciéndole dejar a sus clientes esperando más de la cuenta. El constante olvido de precios y encargos por su deteriorada memoria. ¡Pura palabrería! Ese anciano lo que tenía por la edad era mucha maña y perversión. Si tenía mal administrado ese negocio era a causa de su propia lujuria, pues sólo atendía a chicas jóvenes y atractivas. Cuando era una fémina que no cumplía sus cánones de belleza o un hombre, les evitaba. Ese mal servicio era la causa de la actual decadencia.

Sin embargo, Jiraiya no estaba dispuesto a dejar de hacer lo que mejor sabía: espiar jovencitas lindas. Por esa única y absurda razón lo arrastró a ese tedioso trabajo. De esa manera el adulto no perdería ganancias y seguiría con su estilo de vida tan cómodo. Menma soltó un bufido estando detrás del mostrador a la espera de clientes. Quería creer que pocos asistirían y de ser ideal, nadie conocido. Aunque no estaba seguro quien tendría más vergüenza, si quien ingresaba o él por ser descubierto. Bueno, siempre podía decir la verdad y alegar que fue obligado a estar allí en contra de su voluntad.

―¡Anima esa cara, muchacho! ―aconsejó su padrino dándole una fuerte palmada en la espalda.

―No necesito poner una estúpida sonrisa, sólo tomar pedidos y cobrar. Mi “trabajo” no es socializar ―remarcó Namikaze con enojo mientras le daba un codazo para apartarlo de su cuerpo.

―Pero a los clientes les encantaría que un lindo chico como tú los reciba sonriendo, después de todo heredaste el atractivo de tu padre ―halagó Jiraiya―. Esa bonita cara sirve para vender más.

―Como si no fuera suficiente humillación trabajar aquí, tú la empeoras haciéndolo sonar como si me estuviera prostituyendo ―se quejó el rubio soltando un fuerte gruñido.

―¿Y cuánto cobras, Kitsune-chan? ―cuestionó una voz bien conocida por el joven de ojos azules.

―¡Oh tu primer cliente! ―celebró el hombre mayor señalando al recién llegado.

―¡Ese no es un cliente, es… es…! ―tartamudeo un poco el rubio a causa de su molestia.

Quería insultarlo y sacarlo a patadas de allí, pero mal o bien, él estaba allí para trabajar y arruinar una venta no era una opción. Antes había tenido la leve esperanza de que si alguien conocido lo veía allí, tendría la salida fácil en una tregua. Un simple intercambio de “yo no te vi comprando aquí y tú no me viste trabajando”. Esa sencilla estrategia podría funcionar de maravillas, pero el defecto es que dependía del pudor de dicha persona hipotética. Y a quien tenía delante de su mostrador era la persona más desvergonzada y pervertida que conocía después de su padrino, claramente. De todas las personas en el mundo, justamente él tenía que aparecerse a estropear un día que apenas iniciaba.

―Oiga, Jiraiya-san, ¿es correcto que uno de sus empleados insulte a un cliente frecuente como yo? ―preguntó con una mirada de cachorro triste.

Menma gruñó por lo bajo susurrando una maldición para el otro. Conocía a ese pequeño bastardo porque eran compañeros en la universidad a la que asistían. De allí, ―y en contra de su voluntad, cabe recalcar―, se había enterado de sus múltiples perversiones. No era secreto para nadie que Charasuke presumía tener muchas relaciones sexuales con cuanta chica tonta, o en sus palabras “koneko”, aceptara ir a la cama con él. Debería de haber supuesto que alguien así frecuentaba sitios vulgares como el sex shop de su padrino. Ahora tocaba atenderlo e intentar venderle algo rápidamente para que dejara esa tienda. Aunque también necesitaba convencerlo de no andar gritando a los cuatro vientos del encuentro entre ellos.

―Descuida, Chara ―tranquilizó el dueño de la tienda―. Mi ahijado te atenderá bien, recuerda que siempre ofrezco un buen trato a todos mis clientes.

―Sólo me tratas bien por las chicas que llegan a este lugar siguiéndome ―comentó con burla Charasuke mientras alzaba el dedo pulgar señalando varias “clientas” fingiendo revisar la lencería.

Jiraiya tosió de manera fingida al sentirse acorralado por el joven moreno. Ciertamente nunca le había atendido propiamente, lo dejaba vagar por la tienda, buscar lo que quisiera y luego pagar. O incluso que pasara el rato allí mientras mantuviera a las interesadas allí. Al fin y al cabo tenía que aprovechar el tiempo que ese mocoso estuviera revoloteando, pues con su partida, llegaba la despedida de las bellezas también. El hombre de larga cabellera empujó a su ahijado contra aquel chico.

―Yo me quedaré en el mostrador atendiendo las dudas de aquellas hermosas clientas, tú puedes hacerte cargo de nuestro cliente VIP, Menma ―ordenó el mayor haciéndole un gesto de desinterés  con la mano.

―Oh, soy un cliente VIP ―dijo con ironía Charasuke dirigiendo una traviesa mirada al blondo―. Entonces, debes atenderme y satisfacer todos mis caprichos hasta encontrar lo que busco. Y me puede tomar muuuucho tiempo ―alargó intencionalmente la palabra poniendo un gran énfasis.

―Yo no… ―quiso protestar Namikaze mostrándose ofendido por aquella molestia en su trabajo.

―Por supuesto que lo hará, así que tomate toooodo el tiempo que necesites ―habló Jiraiya alargando también la palabra mirando con advertencia a Menma.

El menor cerró la boca con molestia, no es que estuviera allí por gusto propio. Empero, se había comprometido a ayudar a su padrino haciendo imperar su sentido de la responsabilidad. Eso quería decir que una vez iniciado aquello, debía terminar con su trabajo a como diera lugar. Además sería una vergüenza personal fallar a causa de ese atolondrado idiota que tenía por cliente. Uchiha comenzó a caminar como si conociera de memoria ese lugar, cosa que ni Menma estaba aún del todo familiarizado. Llegaron hasta la zona de los condones. Siendo esa parte donde se encontraban las diversas cajas en las que venía indicado el sabor del mismo. También tenían lubricantes; normales, a base de agua, a base de aceite y algunos con efectos afrodisiacos. Debía reconocer que la tienda de su padrino estaba al menos equipada con lo mínimo e indispensable para evitar una enfermedad de transmisión sexual o embarazo no deseado.

―Me sorprende que vinieras primero por protección ―confesó con sus ojos azules detallando la expresión del otro―. Creí que eras de esos que no se preocupan por nada que no sea su propio placer.

―La seguridad ante todo, kitsune-chan ―respondió guiñándole un ojo―. ¿Cómo me puedo divertir si no tengo la seguridad de que no despertaré con un mensaje de “bienvenido al mundo del sida”?

―Eso es una leyenda urbana, idiota ―se quejó el rubio con cara de aburrimiento.

Vaya, ingenuo. Aunque agradecía que se cuidara, pese a ser por esa tonta leyenda urbana sobre cero positivos contagiando a personas por diversión. ¡Momento! ¿Por qué lo aliviaba saber que se cuidaba? Él no era su madre para estarse preocupando de si se contagiaba de algo raro o no. Ni tampoco su amante como para temer ir a la cama con él y despertar con alguna enfermedad venérea.

―Lo que no es leyenda urbana son los hijos nacidos de una noche alocada. No voy a andar embarazando a cuanta koneko tenga en mi cama ―dijo usando su dedo índice para jugar con uno de los mechones rubios enmarcando el rostro de Menma―. Yo soy muy atento, cuidadoso y sobre todo cariñoso en la cama ―susurró acercándose a su oreja para decirle aquello.

Namikaze sintió su rostro ardiendo levemente por la forma tan sugestiva y provocativa en la cual le estaba hablando. Además no se había percatado hasta ese instante del aliento mentolado del azabache. Lo estaba mirando de cerca con aquellos ojos negros brillantes y curiosos, tan similares a los de un gato. Uno que no le quitaba la mirada de encima comenzando a ponerlo nervioso. Le recordaba a esos mininos cuando quedaban ensimismados en un objetivo a cazar, fuera un ratón o una inofensiva lucecita roja moviéndose por el puntero láser.

―¿Ya conseguiste lo que buscabas? ―cuestionó de mala manera obligándolo a soltar su cabello con un manotazo―. Paga y vete de una vez ―ordenó caminando unos pasos lejos del otro para ocultar su rostro del campo visual ajeno.

―¡Pero si apenas estoy consiguiendo la protección! ―protestó con un puchero infantil―. Todavía necesito conseguir los vibradores por ejemplo.

―¿No eres suficiente para complacer a tus conquistas?

―¿Eres de los que tiene miedo de que un juguete de plástico supere su “amiguito”? ―interrogó con una enorme y burlona sonrisa.

Menma maldijo la actitud del otro al rebatirle. Debía reconocer que en cuanto al sexo él sólo sabía sobre el normal. No era virgen, pero tampoco tenía tantos conocimientos como el otro. Eso de usar juguetes, debía admitir para sí mismo que era nuevo y le daba curiosidad. ¿Cómo funcionaba eso de usar un vibrador teniendo a un hombre allí? ¿Acaso le metía las dos cosas? ¿No dolía? ¿Qué tan elástica era la pobre infeliz? ¿O Charasuke se quedaba sentado viéndola usar el juguete? ¿No se aburría? Las preguntas comenzaron a acumularse pensando en las múltiples posibilidades, hasta que llegó una que le hizo tragar en seco. ¿Y si Charasuke penetraba a su amante mientras tenía el juguete dentro suyo? No se le hacía una mala imagen la verdad. Él y Charasuke… No, no, no. Ese bastardo depravado le estaba contagiando sus sucios pensamientos.

―Me alegra ver a la juventud aventurándose a nuevos y placenteros horizontes ―comentó un sujeto de ojos amarillos y larga cabellera oscura―. ¡Jiraiya vine por mis dildos con forma de cabeza de serpiente! ―exclamó con total falta de pudor.

―Por esto no quería estar aquí ―bufó el hombre de cabellera blanca dejando su cómodo sitio detrás del mostrador para ir donde su amigo―. Ven al mostrador o me ahuyentaras a mis clientes ―ordenó arrastrándolo rápidamente de ese sitio.

Algunos de los presentes al oír acerca de aquellos vibradores tan peculiares se decidieron hacer una retirada estratégica. No iban a permanecer en el mismo lugar que un tipo potencialmente peligroso. La expresión de Orochimaru y su manera de relamerse los labios ponía de los nervios a cualquiera. Mientras tanto Menma y Charasuke sólo lo miraron sin ponerle mayor atención. Jiraiya se lo había llevado donde no fuera una amenaza para nadie, así que para ellos, el problema estaba resuelto.

―Agarra un vibrador y tus condones, te cobro y te vas ―dictaminó Namikaze queriendo sacarlo de allí antes de cometer alguna locura.

―No es tan sencillo escogerlos ―replicó Uchiha mientras volvía a poner aquella sonrisa diabólicamente adorable―. Debes conocer el tamaño, la fuerza y el color ―explicó seriamente.

―¿El color? ―cuestionó extrañado poniendo una mueca de confusión al oírlo.

―Si, no es lo mismo ser penetrado por uno rosa, naranja o un negro. ¿Alguna vez te has imaginado cómo se siente ser penetrado por el negro? ―interrogó Charasuke mirándolo con mucho interés.

―Ni siquiera había pensado en tener que responder a esa pregunta ―respondió Menma con una expresión de shock.

El rubio no tenía idea de qué clases de perversiones estaban cruzando por la mente del otro. Comenzando por su curiosidad a que su compañero, y actual cliente, usara la palabra “penetrado” y no “penetrada”. Si algo tenía completamente claro era la heterosexualidad del Uchiha. Hasta era conocido en el campus por no dejar chica sin cortejar. Empero, le causaba cierta curiosidad y su imaginación le jugaba en contra. Imaginando como sería tenerlo abierto de piernas con ese juguete dentro. Gimiendo mientras se autocomplacía. Las mejillas sonrojadas y una expresión de vergüenza de ser visto de esa manera tan expuesta, sabía que era imposible que ese idiota pusiera una expresión de inocente con semejantes perversiones que había hecho anteriormente, pero era su imaginación y allí Charasuke dejaba de verse como ese altivo depravado que era normalmente.

―¿Y qué opinas de este? ―preguntó el moreno enseñándole un consolador de color morado de tamaño mediano.

―Qué puedes metértelo por el… ―contestó de mala gana al darse cuenta de sus raros pensamientos.

―Pero si ese es el punto ―habló Charasuke confundido, mas pronto cambió su expresión a una más coqueta―. Este amiguito se usa para ir entre las piernas, moverse suavemente en tu interior, acariciando ese pequeño y prohibido punto conocido como próstata. Te estimula tanto que te hace sentir calor y la sangre pareciera burbujear en la punta de tu pene mientras pide ser liberado ―relató Uchiha con lentitud, arrastrando las palabras mientras suspiraba suavemente.

Namikaze frunció el ceño al ver esa expresión pervertida en su cliente. Ese pequeño bastardo buscaba excitarlo. Seguramente se había dado cuenta de su anterior estado. Todo por causa de aquellas estúpidas palabras que lo hacían divagar a sitios que eran tan recónditos en su mente que ni siquiera él los conocía. No podía negar que Charasuke era atractivo, aun siendo un hombre, podía reconocer la belleza del otro y tenía pinta de ser un buen amante en la cama. Alguien dado a probar cosas nuevas y diferentes. Seguramente era de ese tipo de experiencias de las que jamás podrías olvidarte. No obstante, él era orgulloso. No sería parte de la lista de ese idiota y mucho menos se arriesgaría a ser presa de sus burlas en caso de rechazarlo. Pues, ¿qué otra razón tendría para seducirlo sino para burlarse? Quizás una tonta apuesta o el propio ego de Uchiha de conquistarlo sólo para subirse los aires de grandeza. Algo así como un “a mí nadie me puede decir que no”, “nadie se me resiste”. En su mente podía oír con una horrible claridad al otro jactándose de hacerlo avergonzar.

―Date prisa, no puedo seguir perdiendo el tiempo contigo tengo mucho trabajo que hacer ―ordenó Menma mientras su expresión se veía aún más dura.

―Entonces carga estos condones de sabores, estos vibradores en lo que busco lo último que necesito de esta tienda ―avisó Uchiha sonriente.

―¡No soy tu mayordomo!

―Jiraiya-san te dijo que me ayudaras en todo lo que quisiera, ¿qué clase de empleado eres si no puedes tratar de manera cortés a tu cliente? ―preguntó con un pequeño puchero―. Si no salgo satisfecho de esta tienda le contaré a todos en el campus el pésimo trabajador sexual que eres.

―¡No soy un prostituto! ―gritó atrayendo la atención de algunos clientes en el lugar.

Menma maldijo estar siendo el centro de atención y no sabía si su corazón latía tan rápido por la vergüenza o el enojo. Lo único que tenía claro es que la adrenalina corría a toda velocidad por sus venas. No le importaba mucho que ese hablador dijera que trabajaba “mal”, aun siendo una mentira, pues Charasuke era un mal cliente. Así de sencillo. La parte que lo tenía con los pelos en punta era la manera de hablar del chico de ojos oscuros. Él no iba a limitarse a decir “Menma trabaja en el mostrador de una sex shop”, sino que diría algo retorcido. Un ejemplo claro fue su comentario anterior. Estrangularía a ese infeliz en cuanto saliera de los probadores. Lo había estado maldiciendo en silencio mientras lo seguía y lo veía sujetar varios disfraces antes de meterse a un probador. Seguramente era alguna de esa ridiculeces de jugar al bombero, doctor, cazador y cuanta fantasía cutre y repetida hubiera. Sin embargo, abrió la boca asombrado cuando Charasuke salió en traje de enfermera con todo y tacones.

―¿Qué tal me veo? ―preguntó como si nada mientras caminaba hacia un espejo de cuerpo completo que tenían allí.

―¡E-e-eres un travesti! ―gritó Menma señalándolo con el dedo índice.

―Qué maleducado ―se quejó Uchiha dando un par de giros frente al espejo para ver qué tal lucía―. Esto es para un juego de roleplay ―explicó como si nada.

―¿Eres gay? ―cuestionó Namikaze de inmediato.

El rubio jamás pensó ver a alguien como el moreno usando un ajustado traje de enfermera de color rosa pastel y blanco. Tenía aquellas medias blancas hasta medio muslo y los tacones aguja no parecían ser un impedimento para caminar. Lo veía contonearse con la elegancia de un gato y una confianza que reafirmó sus sospechas de que nunca lo vería avergonzado o tímido como lo imaginaba en sus fantasías. Si era capaz de pasearse por la tienda sin importarle ser visto por otros clientes nada lo detendría. Aunque viendo las expresiones faciales de aquellos mirones, a nadie le parecía desagradable. Hombres y mujeres echaban miradas curiosas que no inmutaban en lo más mínimo al Uchiha. él seguía haciendo sonar aquellos tacones contra el suelo manteniendo la frente en alto como si dijera “gózame, mundo”. Idiota exhibicionista.

―Hay mujeres que se excitan al ver a un hombre vestido de mujer ―comentó  Charasuke mirando su imagen en el reflejo mientras ponía una expresión pensativa―. ¿Por qué crees que tu padrino me deja pasearme por aquí sin quejas? ―preguntó con diversión mientras señalaba con un pequeño movimiento de cabeza detrás suyo.

La cabeza de Menma giró con brusquedad y revisó a sus alrededores. Las chicas que llegaron después de Charasuke se mordían los labios mientras lo veían modelar ese trajecito. Así que era verdad que existían de esas fetichistas. Aunque no las culpaba. Había hombres que a pesar de sus músculos marcados o cuerpo ejercitado, eligiendo bien la ropa podían verse bonitos. La ancha espalda del Uchiha podía ignorarse cuando se veía aquella mini falda destacando su cintura estrecha. Su cuerpo seguía siendo el de un hombre, pero lejos de buscar esconderlo, el azabache buscaba resaltar las características más atractivas propias de su género combinándolas con el fetiche de vestirse de mujer.

―Y no son las únicas ―susurró lo más bajo posible el blondo viendo la atención del otro en su propio reflejo.

―Creo que este traje no me queda lo suficientemente bien ―se quejó Charasuke ignorando el susurro mostrando un rostro de insatisfacción―. Creo que este no es mi color.

―¿Te preocupa más el color que esos incomodos tacones? ―interrogó Menma señalando sus pies.

―Los tacones no son problemas con algo de práctica ―dijo Charasuke caminando con altivez―. Sólo es punta, taco, punta ―explicó dando un pequeño giro de 90 grados en la cara del otro―. Lo luzco mejor que cualquier fulana. Yo tengo estilo y elegancia ―presumió echándose sus mechones de cabello hacia atrás con la mano.

―Engreído ―se quejó el rubio mientras soltaba un suspiro―. Bueno, ya tienes la ropa, cámbiate, paga y vete ―repitió nuevamente esperando que esta vez sí fuera oído.

Menma había girado la cabeza con vergüenza por sus propios instintos carnales. Él no se consideraba un animal sin raciocinio, pero ese maldito Uchiha lo estuvo tentando desde hacía demasiado tiempo. Sus comentarios, aunque eran bromas, seguían siendo insinuaciones del tipo sexual. Repentinamente se sintió jalado por una mano blanca dentro del vestidor de donde había salido anteriormente su molesto cliente. Charasuke lo rodeó con sus brazos atrayéndolo hacia su pecho. Sintió una descarga de adrenalina que no sabía si era causada por la cercanía con ese coqueto o porque su padrino lo podría regañar si lo descubría perdiendo el tiempo con el cliente. Sintió la pesada y agitada respiración del otro contra su cuello. En ese momento se dio cuenta que tenía la misma altura que Charasuke. Alto. El otro estaba usando tacones, debía ser bastante bajito si usándolos estaban en igualdad de condiciones.

―Yo… quería hablarte en privado ―dijo de manera lenta Uchiha.

―¿Para qué? ―preguntó con un tono de voz más frío del que pretendía usar.

―Es que… quería decirte que tú… bueno…

―¡Habla de una vez!

―¡Me gustas!

Ante ese grito, los ojos azules se abrieron con sorpresa. Sus manos lo separaron a la fuerza de su cuello para poder verlo de frente. Notó que tenía las mejillas sonrosadas y que miraba hacia una esquina como evitando verle a los ojos. Era justo como en su fantasía. Aunque en ella no tenía un traje de enfermera, pero lo que realmente lo excitaba era ese rostro avergonzado. ¿Podía ser cierto? ¿Era un sueño? ¿Acaso el karma le estaba recompensando por acceder a ayudar en ese odioso trabajo? Era la primera vez desde que conocía al moreno en que lo veía con una expresión tan vulnerable. “Cálmate, Menma. No seas un pervertido como Jiraiya. Compostura”. Se repitió en su mente.

―¿Qué dijiste? ―preguntó para hacerlo repetir sus palabras anteriores.

―Me… gustas ―repitió bajito evitándole la mirada―. Quería decírtelo de hace tiempo, pero… me daba vergüenza.

―Viniste a una sex shop, te la pasaste haciéndome comentarios pervertidos y te paseaste por la tienda travestido, pero ¿te daba vergüenza decirme dos simples palabras? ―interrogó Namikaze sin entender qué pasaba por la cabeza del otro.

―Es que haciéndome el tonto es más fácil hablar que siendo serio ―confesó jugando con el borde de su vestido―. Si me confesaba como si sólo fuera una broma, aunque me rechazaras no dolería tanto como si lo decía en serio.

―¿Esperas que crea eso cuando viniste a comprar algo para una de tus konekos? ―cuestionó con dureza viéndolo amenazante.

―Vine porque Jiraiya me dijo que estarías trabajando aquí ―contestó encogiéndose de hombros―. Me pareció buena oportunidad para proponerte algo así como sexo casual y ya luego de acostarnos vería tu reacción y me decidiría si te decía que me gustas o lo dejaba en la nada ―explicó sintiendo que su plan repentinamente sonaba tonto.

―¿Te das cuenta que ese plan tenía todas las de fallar? ―interrogó Menma viéndolo con un rosto libre de emociones―. Pude haberte rechazado creyendo que sólo querías un nuevo agregado a tu lista, o pude haberme acostado contigo y creer que era sexo casual y jamás proponerte nada serio. ¿Qué hubieras hecho entonces?

―No sé ―respondió con sinceridad.

No había planeado tanto, sólo estaba guiándose por los consejos de Jiraiya y sus amigos. Siempre le decían que dada su personalidad extrovertida era mejor ser directo, pero con Menma siempre recordaba que incluso él tenía pudor.

―¿Por qué te me confesaste ahora? ―interrogó Namikaze tras un largo silencio.

―Porque me di valor, me sentía más temerario luego de quitarme la vergüenza paseando con esta ropa delante de desconocidos ―presumió con una de sus típicas sonrisas de galán.

―¿Te sentiste envalentonado usando vestido y tacones? ―preguntó Menma con escepticismo. ¿Cómo rayos funcionaba el cerebro del otro?

―¿Y qué tiene? Me siento diva e inalcanzable con mis lindos tacones y totalmente sexy con esta mini falda ―dijo cruzando los brazos con indignación―. No sabes lo que pueden hacer unos buenos tacones, te dan altura, poder y un poco de dolor de pies si eliges mal la talla, pero lo valen por sentir el empoderamiento.

―Me he perdido ―confesó el blondo.

Tras ese comentario pasaron unos cuantos segundos sin intercambiar palabras hasta que el azabache empujó a Menma fuera del cambiador. Lo sacó tan rápido que no le dio tiempo de resistirse. Cuando se dio cuenta volvió a ingresar viendo al otro buscar sus ropas normales. Agradecía que los vestidores sólo consistieran en una cortina que fácilmente podía mover o ese idiota podría haberse atrincherado en el sitio. Le extrañó que ni siquiera volteara a verlo.

―Me tengo que cambiar, ¿puedes salir por favor? ―preguntó con un tono serio.

―Estabamos hablando ―dijo Menma en protesta negándose a salir de allí.

―Ya no, dije lo que vine a decirte y me quedó clara la respuesta ―explicó mirándolo con el ceño compungido como si estuviera por llorar o hacer una rabieta. No estaba seguro de cual era la opción correcta.

―Pero si yo no te respondí nada.

―Eso justamente fue suficiente respuesta para mí ―declaró Charasuke sujetando con fuerza sus ropas.

Menma se quedó callado procesando lo que le había dicho Uchiha. Aquel mujeriego le había dicho que le gustaba, pero se desviaron del tema hablando de trivialidades surgidas de su curiosidad. Sin darse cuenta le había realizado un pequeño interrogatorio buscando saciar su búsqueda de respuestas al comportamiento del otro. Lo había conseguido, pero no le respondió si sentía lo mismo o no. “Ohhh con que ese era el problema”. Charasuke tenía la ropa normal entre sus manos cubriéndose el vestido ante él y movía la boca diciendo algo que no alcanzaba a oír. Al prestar atención se dio cuenta que lo estaba echando para poder vestirse. Se negaba a quitarse la ropa teniéndolo de público.

―¿Y ya te largas? ―preguntó molesto frunciendo el ceño.

―No puedo hacerlo cuando tengo un cliente que no encontró lo que buscaba ―expresó acercándose lentamente hasta acorralar al contrario contra la pared.

―¿Y acaso estás dispuesto a darme todo lo que busco? ―preguntó el joven de ojos oscuros remarcando ese todo.

El rubio interpretó aquello como que no buscaba sólo placer de una noche. Quería una respuesta a su confesión también. Por ello pensó en dársela adecuadamente, pero después. Por ahora imitaría su estrategia y se haría el tonto. ¿Qué tenia de malo distenderse y pasar un buen rato juntos? Ya luego hablarían clara y seriamente sobre el asunto competente a sus sentimientos y el futuro de la relación entre ellos.

―Tanto querías probar un dildo, ahora te daré una demostración ―amenazó juguetonamente mientras le mordía la oreja.

―¿En el dependiente se hará la prueba? ―cuestionó Uchiha con una sonrisa divertida. Pasada la sorpresa inicial retomó su actitud juguetona.

―No, en ti ―rebatió el otro.

―¡Pero soy el cliente! ―reclamó con un puchero por su capricho no cumplido.

―Dijiste y cito: “Si no salgo satisfecho de esta tienda le contaré a todos en el campus el pésimo trabajador sexual que eres” ―repitió Namikaze aquellas palabras dichas con anterioridad.

―¿Y si para dejarme satisfecho debes dejarte penetrar mientras uso falda? ―interrogó con claro desafío.

―Lo que el cliente pida ―concedió sonriéndole con complicidad.

No tenía nada en contra de explorar nuevos horizontes con ese idiota que tanto gustaba de atormentarlo. Sonaba bastante masoquista eso de su parte, quizás debería preguntarle después a Charasuke si conocía el BDSM. Lo había oído de su padrino Jiraiya, pero nunca tuvo interés en probarlo… hasta ahora. Tras eso, ambos jóvenes se quedaron dentro del probador haciendo varios ruidos no muy difíciles de identificar. Con un suspiro, Jiraiya tuvo que sacar a todos los clientes de la tienda y poner un cartel de cerrado. Por culpa de su calenturiento ahijado ahora debía cerrar mucho antes de su hora habitual.

―¡Voy a despedirlo! No lo traje obligado para que penetre a los clientes ―se quejó Jiraiya teniendo como única compañía a un viejo amigo suyo.

―Aunque la industria del porno pagaría muy bien por el material sacado de la cámara de seguridad kukuku ―comentó Orochimaru con una sonrisa perversa.

 

OWARI

Notas finales:

Espero les haya gustado la historia janne n_n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).