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Soulmate por Blacky_Swann

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La noticia le cayó como un balde de agua helada. Mudarse, y a mitad de año. Tener que ser transferido a una escuela nueva, en otra ciudad, donde sus únicos conocidos eran sus primos, que eran mucho mayores que él. Sus vacaciones de verano se fueron en empacar, despedirse de sus amigos, llevar todo a la nueva casa, y acomodar todo el muladar que resultó en su cuarto. Su pequeña protesta contra ese enorme cambio en su vida, sería no sacar ni una sudadera de las cajas apiladas en su nuevo cuarto. Algo que no funcionó bien, luego de la primera noche. Dormir en el duro piso, no le sentó bien a su cuello y espalda; ni qué decir del horrible dolor de cabeza con el que despertó a la mañana siguiente, luego de pasar la noche casi en vela, despertando y obligándose a dormir a cada rato.


Al final, terminó desempacando todo, ordenando descuidadamente su habitación, resistiéndose a ese nuevo cambio en su vida. ¿Qué acaso a los adultos no les importaba en absoluto los sentimientos de sus hijos? Aún faltaban unas cuantas semanas para regresar a clases. Cada día que pasaba, tachaba una casilla del calendario en su habitación, esperando porque un nuevo infierno iniciara para él. Su nuevo uniforme había llegado apenas el día anterior, para emoción de sus padres, pesar para él. Llevaba una semana encerrado en su habitación, "estudiando" como le había pedido su madre, solo "en caso de que estuviera atrasado en comparación a sus nuevos compañeros". Solo leía sus apuntes, y hacía algunos dibujitos en las hojas.


—JiMin, ¿podrías ir a comprar algunas cosas por mí? —la cabeza de su madre se asomó por la puerta recientemente abierta, antes de que la mujer entrara por completo a la habitación. Apenas le dio tiempo de acomodar las cosas como si realmente estuviera concentrado en memorizar... fracciones. Muy divertido. El chico entrecerró los ojos, soltando un gruñidito. —Anda, para que salgas un poco. Desde que llegamos, no has salido ni siquiera al parque a jugar —perezosamente se levantó de su silla, para ponerse algo más "decente". —En la cocina te dejaré la lista de los ingredientes que me faltan —fue lo único que dijo su madre antes de salir. Unos 10 minutos después, el niño bajó, saltando el último escalón de la escalera.


— ¿Segura que con esto me alcanzará? —preguntó, leyendo todas las cosas que había enlistado la mujer, y contando el dinero que había junto al trozo de papel.


—Mhm... más o menos —respondió, acercándose a su hijo, para arrebatarle la hoja de papel de las manos, y marcar los ingredientes que más le importaban. —Al menos, debe alcanzarte para estos. Está bien si no logras comprar el resto —dejó un beso en los mechones oscuros de su hijo, antes de alejarse de nuevo a revisar la olla que estaba en la estufa. JiMin metió el dinero a la bolsa más grande de su pantalón, para evitar que se le perdiera. —El supermercado no está muy lejos. Solo baja dos calles, luego doblas a la derecha, cruzas la avenida, y subes otras tres calles más —habló la mujer, aun dándole la espalda. El niño achicó los ojos, mirando al techo, tratando de imaginar la ruta que le indicaba su madre. — ¿Entendiste?


—Aja —respondió con obvia duda el niño.


—Anda, no quiero que te tardes mucho —tampoco es como que quisiera que su único hijo de 10 años anduviera solo por la ciudad; pero pronto tendría que ir por su cuenta a la escuela, debía empezar a familiarizarse con las calles y el barrio donde estaba su hogar. El chico caminó hacia la puerta, calzando sus tenis, antes de salir por la puerta principal. En Busan no tenía problemas en hacer los mandados que le mandaba su mamá; pero esto era un nuevo reto. Era su primera vez haciendo un recado en una ciudad nueva, en la que nunca había prestado atención a los caminos tomados; si tan solo hubiera prestado más atención a las veces anteriores que acompañó a su madre a hacer las compras, en ese momento se habría dado cuenta que fue al lado equivocado nada más llegar a la acera frente a su casa; que las dos calles que tomó, realmente eran 4, porque los callejones eran realmente privadas; y que la "avenida", era realmente una calle cualquiera.


Luego de recorrer el bloque entero, y no ver el supermercado, solo se quedó frente a una casa, mirando a ambos lados, rascando su cabeza, completamente confundido. Caminó otra calle, regresó, subió dos más, regresó una, y decidió que lo mejor era regresar a casa, y preguntar nuevamente por las direcciones. Empezó a dar vueltas, cada vez reconociendo menos los edificios que le rodeaban. Luego de media hora de andar caminando, llegó a una casa, y se quedó de pie, mirándola, sintiendo como el miedo empezaba a acercarse a él. Esa no era la casa a la que se habían mudado hace poco. Y la fachada de enfrente, tampoco era. Volvió sobre sus pasos, caminando a paso rápido entre las calles, comenzando a desesperarse al no reconocer ningún lugar. La presión en su pecho era demasiado, y el nudo en su garganta comenzaba a lastimar. Derrotado, se sentó en la acera frente a una casa, abrazado a sus piernas, y el rostro escondido en sus brazos.


—Hola... ¿estás bien?


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