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Besos de chocolate por lady_chibineko

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Título: Besos de chocolate (Chocolate kisses)

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: Los diversos personajes del MCU (Marvel Cinematic Universe) pertenecen a Marvel, Disney y sus respectivos creadores, productores, directores y demás involucrados en este amplio universo.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.

Nota: Este fic participa en el evento 'SamBucky Halloween 2021 Bingo' auspiciado por THE SAMBUCKY LIBRARY en tumblr, con el prompt: Trick or Treating (Tarjeta 2, espacio superior izquierdo).

~.~.~.~.~.~

- ¡Pero miren nada más a quienes tenemos aquí! Finn y Poe, recién escapados de las películas de Star Wars ¿Quién se supone que va a venir después? ¿Chewbacca?

Cass y AJ se miraron a los ojos antes de deshacerse entre pequeñas risas ante lo dicho por su madre.

- ¡¿Y qué hay de mí?!- reclamó Sam a su hermana mientras extendía los brazos.

- Mmmm... Bueno, que te puedo decir. No estoy segura de que realmente puedas llenar los zapatos de Lando, pero ya estás vestido y tienes que salir con los chicos, así que no hay nada que se pueda hacer al respecto.

Sam miró con un aire de total indignación a Sarah.

- Para tu información, soy el perfecto Lando Calrissiam, muchas gracias.

Un nuevo estallido de risitas de parte de los niños interrumpió a los dos adultos.

Sarah rodó los ojos.

- Si tú lo dices. En fin ¿Tienen todo?

- ¡Sí, mamá!- respondieron ambos niños con emoción.

- ¿Están seguros? Porque yo no veo sus baldes de calabaza por ningún lugar.

¡Era cierto! ¡Los baldes de plástico en forma de calabaza estaban aún en el cuarto de Cass!

Ambos niños corrieron hacia allá a recoger las calabazas que pronto estarían rebosantes de dulces, o por lo menos eso esperaban.

Ambos adultos sonrieron divertidos por más de un momento antes de que Sarah voltease hacia su hermano.

- Gracias por llevarlos este año Sam, significa mucho para ellos.

- ¡Ey! Nada que agradecer. Ambos significan mucho para mí también, y no es como si fuese un sacrificio ni nada parecido ¡Los niños y yo vamos a divertirnos mucho esta noche!

- Mmm hm.- fue la respuesta de Sarah junto a una sonrisa- En ese caso, espero que el próximo año te acuerdes de venir a llevarlos de nuevo mientras yo me quedo una vez más esperando a los que vengan por dulce o truco.

- ¿Venir? ¿Qué se supone que significa eso?- preguntó el actual Capitán América, para arrepentirse tan solo un segundo después de haberlo hecho. Le había dado pie a su hermana para que volviese a insistir con el mismo tema.

- Pues no se ¿Tal vez porque estoy segura de que para el próximo año ya estarás viviendo con tu novio, el chico blanco que te siguió hasta aquí?

Sam gruñó.

- ¿Puedes dejar ya de hablar así? ¡Bucky no es mi novio!

Sarah resopló.

- Solo porque no has hecho algo al respecto.

- ¡Sarah!- se quejó Sam, aunque a estas alturas era más un gemido de frustración que otra cosa.

- Sam, vas a tener que admitirlo un día, preferentemente antes de que sea muy tarde y alguien le de al hombre un poco de ese romance de Louisiana que estoy segura que desea desesperadamente. Tu no-novio vendió todo en New York y no dudó en asentarse aquí. En serio ¿Por qué crees que haya sido eso?

- ¡Porque aquí la gente lo trata como el ser humano que es!- se quejó Sam por enésima vez.

Sarah lo miró casi con pena.

- No hay peor ciego que quien no quiere ver, como dice el dicho. Hermano ¿Qué estás esperando? ¿Una declaración formal? ¿Que ese muchacho lo grite a los 4 vientos en medio de los muelles? ¿Un cartel de neón sobre su cabeza?- Sarah negó una vez más- Sabía que eras denso, pero esto ya es exagerado. No puedes esperar que James dé el primer paso, y luego también el segundo.

Sam volvió a gruñir y abrió la boca para contestar algo, pero fue interrumpido por la llegada intempestiva de sus sobrinos.

- ¡Ahora sí están con todo listo!- celebró Sarah, tomando unas fotos finales- Recuerden se educados, no se separen de su tío y nada de peleas ¿Entendido?

- ¡Sí, mamá!

- Y no olviden darle el paquete con galletas de calabaza al tío Bucky para cuando pasen por su casa ¡Estoy segura de que los estará esperando impaciente para ver de qué se disfrazaron!

Los niños sonrieron y Sam rodó los ojos, pero al igual que sus sobrinos también asintió. Segundos después los tres varones de la familia Wilson salían a cumplir con la sagrada tradición de pedir dulce o truco en la noche de Halloween del año 2024.

Los chicos se movieron sin prisas, saludándose con otros niños que habían salido a pedir dulces con sus familias, o en grupos grandes en el caso de varios adolescentes, mostrando sus disfraces con orgullo y alabando los de los otros niños y jóvenes disfrazados, lo cual sinceramente le dio a Sam más tiempo para pensar del que le hubiese gustado tener.

Pensar en Bucky, es decir.

Efectivamente el súper soldado se había mudado a Delacroix con una velocidad pasmosa poco después de aquella agridulce victoria sobre los Flag Smashers.

Un día de febrero, Bucky le escribía un mensaje contándole que había terminado formalmente con su terapia con la doctora Raynor, y unas semanas después le escribía de nuevo anunciándole que había vendido el pequeño departamento que Steve le había dejado en Brooklyn, y que había comprado la casa que la viuda Powers había puesto en venta unos meses antes, cuando decidió que la casa era muy grande para ella sola y que mejor se mudaba a vivir con su hermana.

Así de simple James Buchanan 'Bucky' Barnes se convertía en la más reciente adición a la población de Delacroix a partir de inicios de mayo del 2024.

En el momento Sam no pudo hacer mucho más que parpadear tratando de entender lo escrito, antes de mandar una sincera felicitación y ofrecer la ayuda que estaba seguro que Bucky necesitaría, pues la casa no estaba exactamente en la mejor de las condiciones, de allí que hubiese continuado tantos meses en venta a pesar de su bajo precio.

Al parecer, nada de eso representaba un problema para Bucky.

El hombre llegó con apenas un par de muebles (ninguno de ellos era una cama), algo de ropa, unos libros, algunas sábanas y frazadas junto a una almohada, y se instaló en un santiamén en el lugar; tras lo cual comenzó a realizar reparaciones por aquí y por allá sin prisas ni presiones. Y fiel a su palabra, Sam se presentó a ayudarlo junto a una olla de gumbo recién hecho como regalo de bienvenida, y siguió presentándose después una y otra vez, fuese que Bucky lo llamase para pedir ayuda o no.

En el intermedio, tanto Sam como Sarah ayudaron para que Bucky se buscase un nuevo terapeuta, pues Bucky era consciente de que en realidad lo necesitaba, pero esta vez quería a alguien con quien realmente se sintiese cómodo y que realmente abordase los problemas que el súper soldado deseaba tratar desde un mejor enfoque.

Entre todo lo anterior y el tiempo que el sargento pasaba en los muelles ayudando a Sarah, Carlos y Tommy con el negocio, y de paso también a los demás comerciantes del lugar (principalmente moviendo verdaderos pesos pesados, aunque de vez en cuando también ayudando con la reparación de redes o incluso hasta con las ventas), aparentemente Bucky no necesitaba mucho más.

Había pagado la casa al contado, y aunque no tan abundante como cualquier persona supondría que un combatiente de la segunda guerra mundial y leyenda viviente recibiría, Bucky aseguraba que su pensión como veterano era más que suficiente para mantenerlo. Eso aunado a lo que le pagaban en los muelles por algunos de sus trabajos ocasionales (más a insistencia de la gente a la que Bucky ayudaba que porque el hombre en sí pidiese un pago) hacían que Bucky asegurase estar, prácticamente, viviendo el verdadero sueño americano (por fin).

El hombre realmente no creía necesitar algo más.

Así que cuando la vida le lanzó, prácticamente en su regazo, una bastante inesperada nueva línea de trabajo Bucky no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que estuvo metido de manos, brazos y hasta los codos en el asunto.

Todo comenzó a los días de que Bucky se instalase en Delacroix, con Sarah dejándole alegremente a Cass y AJ para que los cuidase de vez en cuando. Algo a lo que Bucky no solo accedió fácilmente, sino que también lo hizo con el pecho henchido de orgullo.

¡Sarah confiaba lo suficiente en él para creer que podía cuidar de sus hijos! Por supuesto que Cass y AJ hacía mucho que no podían considerarse niños pequeños a sus 12 y 9 años de edad, pero igual Bucky se sintió como si lo hubiesen declarado públicamente como un ser humano otra vez.

Y la ocurrencia sucedió, tal y como se ha dicho, una y otra vez mientras Sarah se las arreglaba para mantener a flote el negocio familiar. A veces en casa de los Wilson, a veces en casa de Bucky (que estaba apenas a un kilómetro de la casa de los Wilson), a veces en los muelles y otras tantas en otros lugares públicos.

Y en cada ocasión, Bucky recibió a los chicos con una sonrisa y el tiempo juntos, completamente planeado en su cabeza. Incluso había llegado a comprar una cama camarote de 2 pisos para una ocasión en la que Sarah se vio obligada a pasar la noche en New Orleans debido a varios negocios seguidos que tenía que llevar a cabo, y Sam se encontraba en una misión para Fury.

¡Demonios! Luego de eso, la casa hasta contaba con una cocina funcional, víveres en la alacena y una refrigeradora completamente llena solo para estar seguro de no necesitar nada en caso que los chicos le cayesen de sorpresa; y podía autonombrarse como el dueño de algunos juegos de mesa, un televisor de pantalla plana, una consola y algunos videojuegos; además de los implementos necesarios para hornear galletas y cupcakes junto a los niños.

Así de radical había sido el cambio en la vida de James 'Bucky' Barnes en las pocas semanas que llevaba en el pueblo, y fue el motivo principal por lo que se vio como el candidato adecuado cuando el destino llamó a su puerta.

Y por el destino, nos referimos a la señora Jenny Cavanaugh, dueña del único negocio de renta de autos de Delacroix, hablando en tonos urgentes y desesperados con Sarah mientras le preguntaba si podía cuidar de Johnny su hijo de 9 años, y Missy su niña de 6, por unas cuantas horas mientras iba a recoger al aeropuerto Armstrong no solo a su esposo, quien regresaba luego de 3 meses; sino también a sus suegros, pues la razón del viaje había sido un caso de multi infarto de su suegro, tras lo cual el hombre había presentado claros signos de demencia. Aparentemente la solución final era traer a ambos ancianos a vivir con la familia a Delacroix.

Sarah miró con actitud de disculpa a su amiga por un momento, antes de que su rostro se iluminase y proporcionase a 'James' como niñero para cubrir la emergencia.

- ¡Sarah!- Bucky se quejó no tan sutilmente, pero la mujer solo rodó los ojos.

- ¡¿Qué?! No es como si no tuvieses todo lo necesario en tu casa. Comida saludable, bocaditos, películas para niños, juegos. Además eres realmente bueno con los niños.

Bucky estaba sin palabras, y Jenny desesperada; y tras el que Sarah y Jenny acordasen un pago de 20 dólares la hora por ambos niños (al parecer una verdadera ganga para la atribulada madre ¿En serio los padres pagaban tanto para que le cuidasen a sus hijos hoy en día?) la mujer quedó en dejarlos en casa del sargento en un máximo de una hora, por lo que el súper soldado fue enviado a casa sin derecho a protestar.

El resultado fue que a la semana, de pronto una docena de madres se le acercaba a Bucky preguntando por su disposición para tal o cual día, de tal a tal hora; y antes de siquiera saberlo era uno de los niñeros más cotizados de Delacroix.

Era atento, paciente con los más pequeños, estaba dispuesto a ensuciarse las manos sin poner cara de asco ni una sola vez, no se dejaba intimidar ni siquiera por el más rebelde de los pre adolescentes, sabía cómo tratar con niños enfermos, y lo más importante: Nunca, jamás le quitaba la vista de encima a su misión... er, niño del momento. Y nunca tenía problemas para negociar el precio cuando a los atribulados padres les faltaba un poco para completar el total (sucede que 20 dólares la hora por 2 niños si era una ganga).

Sam se sentía absolutamente orgulloso de lo mucho que había avanzado Bucky desde enero, cuando se dio todo el debacle con el escudo y los Flag Smashers, hasta el presente. Apenas 9 meses después.

¡Pero!... y este pero es muy importante ¡Eso no significaba que estaba enamorado de Bucky! ¿De acuerdo?

El orgullo que sentía significaba únicamente que Sam estaba siendo un buen amigo y compañero, y que se alegraba por Bucky; sobre todo porque desde que su vida había dado un giro radical de 180°, Bucky no solo se veía más feliz, sino también más sano. Tenía buen color, su sonrisa afloraba fácilmente, sus ojos brillaban como 2 piedras pulidas de lapis lazuli y... y...

¡Oh, rayos! ¿A quién engañaba?

El hombre gruñó. De acuerdo, no podía engañarse a sí mismo, y al parecer tampoco a Sarah; pero no podía dejar que Bucky supiese que pensaba en él de esa manera. El súper soldado estaba rehaciendo su vida y Sam no se sentía con derecho a ponérsela patas arriba otra vez, solo porque por alguna razón, su corazón y su cerebro decidieron comportarse como si perteneciesen a un adolescente enamorado de su primer crush, cada vez que estaba alrededor de Bucky, y a veces también cuando no lo tenía cerca.

- ¿Por qué gruñes, tío Sam? ¿Ya te cansaste?- preguntó Cass en un tono preocupado, logrando que el aludido despabilara.

- ¿Qué? ¡Por supuesto que no, compañero! Recién hemos comenzado y no vamos a parar hasta que esas calabazas estén rebosantes de dulces.

Tanto Cass como AJ sonrieron ante aquellas palabras.

- ¿Y sí vamos a pasar por la casa de tío Bucky, cierto? Le prometimos enseñarle nuestros disfraces, y él a cambio nos dijo que él y Alpine nos mostrarían los suyos. Tío Bucky nos dijo que él mismo los hizo.

- ¿En serio?- preguntó distraído mientras pensaba en Alpine.

¡Ah, Alpine! La gata callejera que llegó a la puerta del sargento Barnes poco después de que éste se mudase a Delacroix siendo no mucho más que huesos y pellejo cubierto de pulgas y mugre, y terminó siendo la gata más adorada y consentida del pueblo. Y no solo por Bucky, sino también por todos y cada uno de los niños a los que el súper soldado cuidaba.

Algunos bichos si que tenían suerte.

Sacando esos pensamientos de su cabeza, Sam finalmente asintió.

- ¡Claro que vamos a pasar por casa de tío Bucky! ¡Es parada obligatoria! Tenemos que entregar las galletas de su mamá ¿Recuerdan? Bucky y Alpine lo saben, y estoy seguro de que nos estarán esperando incluso ahora.

Aquella respuesta provocó sonrisas emocionadas de ambos niños, justo antes de que se topasen con la siguiente casa y tanto Sam como los niños subiesen por los escalones de la entrada, antes de que Sam tocase en timbre y los niños corearan el conocido 'Dulce o truco', ante lo cual la puerta se abrió y fuesen recibidos por Larissa Bell, quien llenó de elogios los disfraces tanto de los sobrinos como del tío, antes de repartir un buen puñado de caramelos de fruta en cada balde, y le diese una paleta a Sam.

Los niños sonrieron encantados, antes de agradecer y apurar a su tío a ir a la siguiente casa; y antes de siquiera darse cuenta se encontraban frente a la puerta de la casa de Bucky Barnes, la cual estaba adecuadamente decorada para la ocasión, y la cual seguramente ya había sido visitada por un buen número de los niños a los que Bucky cuidaba.

Y Sam se sintió ridículo al sentir de pronto sus manos sudadas.

- ¡Toca el timbre, tío Sam!- urgió AJ.

Y Sam lo hizo.

- ¡Dulce o truco!- dijeron los niños al unísono y muy emocionados, justo antes de que la puerta se abriese.

Y allí...

- ¡Wow!- volvieron a decir ambos hermanos a la vez.

Wow, de hecho.

Y es que Bucky tenía un perfecto y muy detallado disfraz de The Falcon (incluyendo las alas hechas al parecer de poliestireno, al igual que la mochila jet de la espalda). Y para completar el cuadro, Alpine se encontraba en el hombro izquierdo de Bucky con un pequeño suéter delgado con detalles del traje que Bucky usó en su pelea contra los Flag Smashers, incluyendo la manga izquierda con el diseño del brazo de vibranio del súper soldado.

- ¿Tú hiciste esos disfraces, tío Bucky?- preguntó Cass con los ojos grandes como platos.

- ¿Estás disfrazado de mí?- no pudo evitar preguntar Sam, aun en estado de casi shock, lo que le valió un ceño fruncido de parte del sargento.

- En primer lugar, sí, yo hice los disfraces Cass, tal y como te dije que los iba a hacer. Y en segundo lugar ¿Acaso me vez de azul, rojo y blanco?- fue la respuesta dirigida hacia Sam.

- Es cierto, tío Sam. Tío Bucky es The Falcon, y tú ahora eres el Capitán América.- respondió Cass con una sonrisa traviesa en el rostro.

- ¡Y Alpine es el Lobo Blanco!- aumentó AJ emocionado, cortando de paso cualquier respuesta que Sam hubiese querido dar.

- Y ustedes tampoco están nada mal.- alabó Bucky mientras tomaba un par de bolsas de regular tamaño de la mesita que se encontraba al lado de la puerta, y entregaba una a cada niño- ¿Es de esa serie de películas, cierto? ¿Star Wars? ¿De la que vimos el otro día?- preguntó Bucky.

- ¡Sí!- respondió AJ emocionado- ¡Yo soy Finn!

- ¡Y yo Poe!- añadió Cass- ¡Y tío Sam se disfrazó de Lando!

Bucky alzó la vista y la posó en Sam.

- Ya veo.

Sam sonrió y le entregó a Bucky la bolsa de galletas que Sarah envió, la cual Bucky abrió para investigar el contenido para luego emitir un gruñido de satisfacción. Las galletas especiales de Sarah para la noche de brujas eran bien conocidas en Delacroix, y tras meses de escuchar halagos Bucky de verdad quería probarlas.

- ¿Y cómo así decidiste que Alpine y tú se disfrazarían de Vengadores, tío Bucky?- preguntó AJ con inocencia.

Bucky frunció el entrecejo.

- Alpine no está disfrazada de un Vengador. Yo no soy un Vengador después de todo. Alpine está disfrazada de mi porque soy a quien más admira, soy quien le da comida y techo y la hace sentir segura y amada, y eso es más importante que ser un Vengador.- declaró Bucky con pasión- Soy su persona favorita, así que lo lógico es que se disfrazase de mí ¿No lo crees, Sam?

Sam tragó ante aquella pregunta, y las palabras de Sarah vinieron a su mente.

¿Que era lo que había dicho su hermana? ¿Algo sobre declaraciones formales, anuncios de neón y ciegos que no querían ver? Sam se sintió como un idiota.

Si luego de esas palabras, un Bucky vestido con el traje de combate con el que se conocieron no era una maldita declaración formal, entonces Sam no tenía ni idea de lo que podría ser. Y si Sam se negaba a entender el mensaje aquí y ahora, no lo entendería con nada.

Afortunadamente Sam recibió el mensaje, fuerte y claro; y no solo por lo dicho sino por la mirada fija que Bucky tenía de pronto sobre Sam.

Sam tragó como pudo el repentino nerviosismo que lo embargó.

- Eso... eso es realmente profundo, Buck.

- ¿Te parece?- y allí estaba de nuevo aquella mirada fija, y el reto en los ojos de Bucky a tomar el siguiente paso ¡Que él ya había tomado dos seguidos!

Sam volvió a asentir.

- Fuerte y claro.- respondió luego de aclararse la garganta.

Y ambos adultos se miraron entonces, diciéndose con los ojos y sin palabras, que aún faltaban cosas por hablar y aclarar, pero que por lo menos ahora Sam estaba en el mismo bote... por fin.

Así que Sam decidió tomar el siguiente paso.

- Entonces... ¿Qué piensas hacer luego? Es decir, cuando...- señaló el tazón de dulces lleno sobre la mesita al lado de la puerta de entrada de Bucky.

El dueño de la casa por su lado tan solo respondió encogiéndose de hombros.

Sam asintió.

- Ya veo. En ese caso... ¿Te gustaría que me diese una vuelta más tarde?

Bucky volvió a encogerse de hombros.

- Supongo.

- Está bien, sí. Está bien. No vemos más tarde entonces. Quisieras... ¿Te gustaría que trajese alguna cosa?

Bucky pareció pensarlo un segundo, antes de enfocar su mirada en los labios de Sam.

- ¿Unos cuantos Besos de chocolate? Hace mucho que realmente quiero unos.

Sam sintió de pronto su rostro arder.

Ese movimiento había sido realmente suave, y Sam sospechaba que luego de ésta noche, iba a ver más de ese lado de Bucky del que Steve tanto había hablado años atrás, pero que Sam sinceramente había creído que era un invento hasta hacía dos minutos.

- Besos de chocolate... Sí, entendido.

- ¡Bucky!- el chillido emocionado de una niña por detrás de Sam y los niños rompió el momento, y de pronto una pequeña hada de alitas color rosa se lanzaba a los brazos de su niñero favorito.

- ¡Rose! ¡Eres un hada!- celebró Bucky dándole a la niña un corto abrazo, antes de sacar un puñado de dulces y ponerlo en el balde de la niña en forma de cabeza de unicornio, para alegría de la pequeña.

Sam entonces urgió a sus sobrinos a que se despidiesen de Bucky, no sin antes tomarse fotos todos juntos para mostrar a Sarah y guardar como recuerdo, para así por fin dirigirse a la siguiente casa. Pero no sin antes volver a ver a Bucky de manera significativa una vez más.

- Besos de chocolate.- enunció Bucky de manera muda, y Sam volvió a tragar.

Besos de chocolate, de acuerdo.

Sarah no iba a dejar pasar la ocasión para increparle una y otra vez como ella estuvo en lo correcto y él no, pero si a cambio daba y obtenía 'Besos de chocolate', iba a valer completamente la pena.

Ahora a apurar el paso y terminar de visitar todas las casas del sector con los chicos.

Realmente tenía antojo de unos besos de chocolate, pero en su caso de chocolate blanco.


The End


Notas de la autora:

Y seguimos tratando de avanzar con este bingo.

Lo sé, no son mis mejores trabajos, pero lo estoy disfrutando así que allí estamos. Y describir a un Sam nervioso y a un Bucky a quien ya se le acabó la paciencia a la hora de esperar a que el héroe que le mueve el piso se dé cuenta de algo, fue divertido.

Además de que siempre es un placer pensar en que la vida puede darle nuevas oportunidades al Buck.

Si han llegado hasta aquí ¡Gracias! Los adoro, y agradezco mucho su apoyo con esta pareja.

Un kiss felino y nos andamos leyendo gente.

chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

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