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"Estrecho”
- ¡Más al fondo! - Escuché que me gritaba, yo hacía mi mejor esfuerzo. - ¡Vamos, Rigby! ¡Con más ánimo!
- ¡Eso trato, Mordecai! Pero duele demasiado. - Siento que en cualquier momento las lágrimas me traicionaran, lo cual no me gustaría que pasara ya que ese idiota se burlaría de mí.
- Vamos, ni que fuera la primera vez que lo haces. - Una mueca burlona se esbozó en su rostro. - Si a ti te encanta.
- ¿Tú crees que me va a encantar? ¡Es un espacio muy estrecho! - Le grité furioso. - Siempre termino lastimado y tu ni siquiera lo agradeces. - Entré hasta lo más profundo que pude. Sollocé un poco. Odiaba hacer eso. Poco después el mismo Mordecai me ayudo a salir.
- Fuiste muy amable, mapache. - Trataba de infundirme ánimos, pero no le creería tan fácilmente. - Te dije que podías llegar hasta lo más profundo. - Noté su sonrisa burlona.
- ¡Cállate! - Le grité mientras le lanzaba el control remoto que había recuperado. - ¡Es la última vez que me haces meter debajo de tu cama!
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"Entrar”
- No me va a caber todo eso. - Su voz, como de costumbre, se escuchaba quejumbrosa.
- ¡Vamos, Rigbebito! - Le dije con una sonrisa burlona.
- ¡No me digas así! - Me gritó con su infantil puchero.
- Vamos, mapache. Si lo haces de poco a poco verás que entra.
- No sé. - Dudó. - Es demasiado grande…
- Porque es mía. - Le dije orgulloso. - Pero tu querías comértela, ¿o me equivoco?
- Bueno, - se sonrojó - es que cuando la vi de lejos se veía de un tamaño relativamente normal. Pero así de cerca...
-Anda, Rigby. Qué esto se enfría. - Me miró con ojos de cachorro, pero no me iba a ganar tan fácil. - Abre la boca.
Con un titubeo, Rigby la tomó entre sus manos. Consideró su tamaño y entonces la metió toda. Yo estaba sorprendido. Creí que de verdad no podría caber en su diminuta boca. Dio un mordisco y después la sacó con cuidado, para que no se cayera nada.
- ¿Y bien, que te pareció amigo? - Le pregunté.
- Chomp...chomp... - Masticó. - Está muy buena... chomp...esta hamburguesa con doble carne...chomp...viejo. - Me dijo con sumo deleite.
- Ya lo sé, porque yo mismo la preparé. - Le sonreí.
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"Mojar”
- ¡Me gusta la idea! - Le dije con entusiasmo.
- ¿De verdad no te incomoda? - me preguntó preocupado. - Puede haber alguien conocido y se preguntaran que estamos haciendo aquí.
- No me importa, amigo. - Traté de sonar lo más sincero posible. Sabía que desde hace tiempo Rigby deseaba que lo hiciéramos juntos. - Si es contigo está bien. Que los demás crean lo que quieran.
- ¡Gracias, viejo! - Me dirigió una sonrisa bobalicona. - ¡Pido estar detrás! - Comenzó a correr como un loco hacia la puerta, pero lo detuve.
- ¡Eso sí que no, Rigby! Ya que te estoy haciendo el favor tú tienes que estar al frente. - Lo hice a un lado y comencé a caminar.
- ¡Pero será muy incómodo! - Me gritó desesperado. - ¡Además me voy a mojar mucho!
- Ese es el chiste de hacerlo, viejo. - Pagué la entrada y nos dirigimos hacia la zona indicada. Un par de minutos después tomamos nuestras posiciones. - ¿Estás listo?
- Creo que sí... -Balbuceó mientras el juego comenzaba a subir la amplia estructura.
- Tranquilo, Rigby. Solo es un tonto tobogan de troncos. - Le respondí mientras cerraba los ojos. La caída iba a ser bastante larga y mojada.