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Por ellos. por NNK

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Capítulo III: Conversaciones.

 

¿Pablo? ¿Pablo, que ocurrió?

Un camión chocó contra su auto, el médico no ha salido a informarme nada.

La voz de sus hermanos mayores Eliseo y Pablo lo hizo dudar sobre si era razonable seguir a un niño de cuatro años por una pradera, el túnel y cada ventana que había mostrando cada uno de sus recuerdos, ya no estaba. En cambio, había un camino que mostraba un paisaje verde y anaranjado, el sol bajaba lentamente, despidiéndose del atardecer y dándole la bienvenida a la noche. Las imágenes del accidente volvieron a su memoria, se detuvo viendo que el menor seguía caminando, pensó en la compañía que le había proporcionado su hermano gemelo hasta ahora, seguido de cada una de las palabras que ha pronunciado desde su llegada a este lugar tan extraño.

Si sacaba conclusiones claras y precisas, según las palabras de Pablo, estaba siendo atendido por un médico, mientras Pablo esperaba en compañía de su hermano Eliseo. Sonrió, cuando alzó sus ojos y se encontró con los almendrados del infante, este imitó su gestó y Daniel se sorprendió al reconocer la sonrisa de Adriel en el niño. Avanzó hacia el niño y le tendió una mano para que este la tomara y así caminarán juntos, el pequeño la aceptó y le guió con cuidado.

Pasaron el camino de tierra y siguieron por uno de piedra, se sorprendió cuando en medio del camino se encontró con una persona, no podía describirla, pero dejó ir al niño cuando este soltó su mano y se fue detrás del hombre, cruzando esa luz brillante que estaba detrás de él.

— ¿Hacia dónde va el niño?—preguntó Daniel a la persona, sintiéndose inseguro.

—Ha vuelto con su familia—contestó con una voz suave, pero tranquila—Espero que la espera no te haya parecido muy larga ¿Te gustó ver a Adriel antes de marcharte?—preguntó de forma amable.

— ¿Marcharme? ¿A dónde?—preguntó confundido, mientras esperaba una nueva aparición del pequeño para despedirse de él.

—Tu tiempo llegó a su fin en cuando apretaste el acelerador, Daniel—explicó, haciéndole entender que estaba muerto—Debo enviarte al lugar que correspondes.

— ¿Disculpa qué? Yo no puedo morir, mis hermanos mayores están esperando noticias de mí y estoy casado—trató de explicar, haciéndose entender a esa persona que le observaba con calma—No me puedo morir, yo aun tengo que solucionar algunas cosas.

— ¿Qué es lo que quieres solucionar?—preguntó dando un paso al frente para acercarse a Daniel. — ¿Cuál es el problema que quieres solucionar con prontitud?—consultó deteniéndose a su lado.

—Adriel—pronunció con tono culpable. — ¿Lo veré en el lugar al que quieres enviarme? —preguntó en un susurró esperanzado.

—Al lugar donde vas tú, ellos no pueden entrar— comentó con tranquilidad la persona, viendo la mirada confundida de Daniel.

— ¿Ellos? ¿A qué te refieres con “Ellos”?—preguntó sin comprender—En el accidente, solo falleció Adriel, Alejandro solo quedó inconsciente. ¡Yo lo vi en el funeral de Adriel! ¡Contesta mi pregunta! ¡¿A qué te refieres con ellos?! —pidió completamente alterado, perdiendo la poca paciencia que le quedaba ante la mirada tranquila de la persona en frente suyo.

—Sal de allí—ordenó, pacientemente, mientras giraba su cabeza hacia atrás—Éber, ven por favor.

 Daniel abrió sus ojos, sorprendido al recordar la conversación con Adriel.

¿Éber? ¿Por qué le pondrías así a tu hijo?

Es un nombre significativo, le recordará que debe avanzar siempre, más allá de donde se encuentra.

No creo que tu hijo entienda ese significado.

Cuando sea un adulto, tal vez lo haga.

Sus ojos se centraron en el pequeño que salió con una sonrisa de esa luz brillante y observo a Daniel nervioso antes de fijar su mirada en la persona que le había llamado. Daniel negó con la cabeza al entender a qué se refería, sus ojos se enrojecieron cuando el pequeño se acercó a él.

—Vuelve con Adriel, Éber, debe estar preocupado porque no has estado quieto—pronuncio, haciendo que el niño asintiera con una sonrisa.

— ¡Espera!—pidió, tomando al niño de ambos brazos— ¿Dónde está Adriel? ¡Vamos dime!—exigió, viendo la mirada del niño.

—No le contestes, Éber—ordenó la persona avanzando hacia Daniel, sin dejar de mirar al pequeño que no sabía cómo reaccionar ante los gritos del adulto.—Tranquilizate y suelta al niño, Adriel no volverá a ti, asustando al niño—comentó a Daniel, para que este lo mirara y así soltara al niño de una vez por todas.

Daniel levantó su mirada sin soltar al niño, sabía que no estaba pensando con claridad, pero el niño era su única esperanza de ver a su amigo una vez más. La mirada de aquella persona le transmitía tranquilidad y eso le hizo soltar al menor. El pequeño corrió de vuelta a la luz y se perdió dentro de ella, ignorando que Daniel liberaba lágrimas asustado.

—No puedo morir, ni siquiera tuve oportunidad de despedirme de él—declaró asustado—Debí detenerlo yo, en vez de Alejandro.

—Debo llevarte, pronto—aviso la persona al ver a Daniel.

—No, no quiero ir a ningún lado, donde no pueda ver a Adriel—se negó testarudamente— Necesito al menos pedirle disculpas, tráelo aquí, puedes llamarlo, te vi hacerlo con el niño, así que llámalo— rogó, limpiando sus lágrimas con su antebrazo.

—No es tan fácil, el niño tiene la facilidad y libertad de ver a sus seres queridos—explicó a persona con paciencia—Tu debes…

— ¡Entonces permíteme ver a Adriel de alguna otra forma!—le exigió alterado, causando sorpresa en esa persona.

—Te permitimos verlo, mientras esperabas mi llegada. Éber se ofreció personalmente—comentó con una sonrisa alegre.

—Yo no pedí esa oportunidad, ustedes me la concedieron—le recordó Daniel—En cambio, ahora estoy pidiendo una y no aceptaré que moriré hasta que no pueda verlo frente a frente y pueda abrazarlo una vez más—condicionó testarudo.

Bajo la mirada ante la mirada paciente de la otra persona, estaba siendo insistente lo sabía, pero necesitaba poder disculparse con Adriel aún cuando sabía que tal vez él no lo necesitaba, quería verlo una vez más.

—Daniel—llamó en un intento de convencerlo.

—Por favor, quiero cuidarlo una vez más—pidió a la persona con un tono más amable.

Daniel observo a su acompañante a los ojos, viendo como estos se cerraban pensando en una solución a su testarudez, los abrió luego de un minuto y le sonrió comprensivo. Se acercó un paso más a él y le miró serio en ese instante.

—Hay una forma de ver a Adriel ¿Puedes esperarme unos minutos?—preguntó. Daniel movió la cabeza positivamente—Genial.

Daniel vio como la persona desaparecía y todo volvía a transformarse en pradera nuevamente, los sonidos de la naturaleza, observo a su alrededor, esperando que el menor volviera a reaparecer, pero eso no ocurrió. En cambio, solo volvió a escuchar la voz de su hermano mellizo, intentó ubicar de donde provenía, pero se rindió y solo se dedico a oír lo que este decía, estaba enojado.

¡Mi hermano llegó hace una hora y todavía no sale nadie! ¿Podría decirnos que ocurre?

Tiene que tener paciencia señor, los médicos están trabajando en su hermano.

¡Lo mismo dijeron de mi amigo y lo entregaron muerto!

Pablo, contrólate.

Su hermano Eliseo también parecía enfadado por su tono de voz, pero aun no perdía la compostura. Sabía que parte de ese enfado era por la preocupación que sentía hacia él, quería hacer algo y poder ayudarlos, se sorprendió cuando en frente suyo apareció una ventana que dejaba ver a su hermano gemelo, lo vio caminar de un lado para otro, frente a la puerta de emergencia, mientras Eliseo le recibía a su esposa los cafés que ella había sacado de la máquina al final del pasillo, le tendió uno a Pablo, quien lo rechazó de primera, pero luego decidió aceptar ante la mirada seria de Eliseo.

Su hermano mayor siempre les había mirado de aquella manera cuando tenía que hacerlos entrar en razón. Muchas veces se dejaba llevar por ellos, pero al momento de poner límites era el primero en reaccionar y regañarlos, incluso antes que su padre.

—He vuelto, Daniel—anunció la persona con una sonrisa— ¿Quieres intentarlo?—preguntó, viendo que el otro le miraba asustado.

Daniel se asustó al escuchar la voz de aquella persona y se giró, sin darse cuenta de que la ventana había desaparecido a sus espaldas. Miró a la persona, decidido, iba a hacer cualquier cosa por encontrarse una vez más con Adriel, para abrazarlo y salvarle la vida si era necesario.

—Sí, quiero—comentó, decidido— ¿Qué hay que hacer?

—Vamos a devolverte diez años en el pasado, por un periodo de un año—comentó con una sonrisa ante la mirada extrañada de Daniel—Aparecerás en uno de los lugares más frecuentados por Adriel con la edad que tienes ahora—siguió hablando, ignorando que Daniel buscaba algo entre su ropa. Suspiro impaciente—No debes anotar nada, solo escuchar, lo tendrás en tu cabeza al llegar al lugar.

—Lo siento, costumbre—murmuró, para luego hacer sonar su garganta para evitar el momento incómodo.

—Continuo—advirtió—Este viaje puede tener variantes, no puedes mirar a los ojos a tu yo más joven, si no llevas lentes puestos, al llegar debes tener a alguien de confianza, trata que sea una persona que te reconozcan con solo mirarte ¿Quedó claro?—preguntó la persona interesada—Tendrás solo un año para que vuelvas a verlo. No deberás interferir en ninguna decisión importante y solo podrás observar, tienes permitido aconsejar solo si es exclusivamente necesario—terminó de explicar con seriedad—Entiendes todo ¿Verdad?

—Sí, al llegar allá debo buscar a alguien que me reconozca con solo mirarme, tengo total libertad de observar y debo aconsejar solo si es estrictamente necesario—repitió con un poco de emoción.

— ¿Y?—preguntó, al ver que se le había olvidado algo importante.

—Oh, no puedo ver a mi yo, sin gafas—comentó con una sonrisa, viendo que la persona, rodaba sus ojos.

—Cierra los ojos, Daniel—ordenó con tranquilidad.

Daniel observo a su alrededor un poco asustado, pero cerró sus ojos confiando ciegamente en aquella persona que le transmitía paz tal vez sin la intención de hacerlo. Pronto sintió que su cuerpo flotaba en el aire, la voz de sus hermanos se apagaba poco a poco y era reemplazada por otras, sintió el aroma a flores y a pasto recién cortado, escucho las pisadas contra la tierra, el grito de los niños y el ladrido de perros.

Tu nombre será Mauricio Alone.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui y la paciencia. Nos vemos en la siguiente publicación.


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