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Por ellos. por NNK

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Capítulo VII: Adriel y Danna.

 

¿Sabes Daniel? Tu sobrina Aurora se adueñó del gato de Adriel.

Pablo no está muy contento, pero tú tienes prohibido quitarle el gato a tu sobrina.

Escuchar la voz burlona de su hermano Eliseo le hizo sentir contento y en familia, pero sentir la voz de David regañándolo le hizo sentir que volvía a su mundo privado y único. Le gustaba que su esposo le regañara, aunque se sentía un poco decepcionado de que su sobrina le hubiera ganado el gato de Adriel. Su sobrina siempre le ganaba en todo. Al menos mientras él estaba con Adriel, Barbará estaba con Aurora. Sonrió al escuchar música, el rasqueteo de la guitarra, lo trajo poco a poco a la realidad que él eligió al hablar con esa persona y aun cuando quería estar con su esposo, no se arrepentía de haber elegido estar un tiempo con Adriel.

Dejó de soñar con su esposo cuando sintió el rasqueteo de la guitarra casi cerca de su oído. Abrió los ojos sintiéndose engañado al no tener a su esposo al lado, incluso le costó recordar el lugar y la época en la que se encontraba. Se giró en la cama, encontrándose de frente con la mirada de Danna, omitió una mueca de asco, cuando el animal le lamió toda la cara.

—Eso princesa, limpia toda su cara para que despierte automáticamente—le felicitó Adriel, sentado en la ventana mientras seguía tocando la guitarra.—Danna, no me traiciones, yo soy tu amor, no ese intruso—reclamó al ver que su mascota, se subía a la cama y se echaba encima de Mauricio.

—Adriel…quítamela de encima…—pidió a su amigo, tratando de respirar, intentó tocarla, pero el animal le gruñó, mientras se acomodaba encima suyo.

— ¡Danna! Es un ser humano, no una alfombra—reclamó a su mascota, escuchándola al ver que hacía sonidos parecidos al ladrido—Si, sé que es cómodo, pero vas a matarlo y nos van a acusar de Homicidio por tu culpa y la abuelita no podrá darte nunca más pollito como regalo de protección.

— ¿Por qué le hablas tanto en vez de solo sacarla?—preguntó Maximiliano entre quejándose y molestó por no recibir ayuda de su amigo.

— ¡Cállate! Esta es una pelea entre amo y mascota, ¡No te metas!—le reclamó, dejando la guitarra de lado, para concentrarse en su mascota nuevamente.

Mauricio rodo los ojos mientras veía como amo y mascota discutían, omitió un grito cuando Danna se movió a regañadientes de encima suyo, logrando que volviera a respirar a pesar de tener el estomago adolorido por el peso del animal. Sonrió hace apenas unos segundos su hermano mayor y su esposo estaban hablando de mascotas.

Se incorporó en la cama, sentandose. Vio cómo Adriel estaba vestido con unos jeans y un polera corta, blanca y con un estampado de Slam Dunk. Tenía la piel de gallina a causa del viento que entraba por la ventana, su guitarra ahora descansaba en el mismo lugar de ayer ¿Qué hora era? Observo su celular, dándose cuenta de que eran las nueve de la mañana.

— ¿Por qué no me despertaste?—preguntó, molesto al ver la hora.

—Porque, yo hoy tengo clases en tres horas más—contestó lo obvio.

—Pero yo si, en dos horas tengo que estar allí—le reclamó un poco molesto—Vi el horario del profesor Eduardo y tengo ayudantía los viernes, miércoles y lunes—le dio a conocer furioso.

—Genial, son los mismos días que voy a clase—exclamó alegre, ignorando que Mauricio sonreía al verlo feliz. —Te dejó para que te alistes, voy a buscar una mochila que puedo prestarte.

—Gracias…—murmuró, cuando se fue junto a su mascota.

No supo cuanto tiempo se demoró entre ducharse y vestirse, pero debió ser poco, la madre de Adriel limpiaba el living antes de abrir su negocio para comenzar a atender y Adriel terminaba de preparar el desayuno para ambos. Observo el calendario hoy marcaba 09 de Junio del 2018, ese día el ya se encontraba en clases inscribiéndose para el campamento de criminología donde sabía que si o si Adriel asistiría.

—Ayer pronunciaste un campamento de criminología ¿Vas a ir?—preguntó Mauricio, comenzando a comer, mientras veía que Adriel se limpiaba la boca con la servilleta.

—Sí, necesito aire para refrescar mis neuronas. Además mi madre desde que se enteró, me quiere fuera de casa tres a seis días en vacaciones de invierno. Dice que descansa de mí y yo de mis estudios. —comentó, bebiendo un poco de café para tener su cabeza bien despejada para sus clases.

Mauricio llevó una de sus manos a su boca para ocultar la carcajada que sintió al escuchar el comentario de Adriel. Desayunaron en silencio escuchando las canciones de Cháyame que se escuchaban en la radio. Katy, la madre de Adriel, apareció casi al final de su desayuno con un cuaderno en mano, que dejó en la mesa.

— ¿Qué es ese cuaderno?—preguntó Mauricio, interesado. Había visto ese cuaderno entre las cosas de Adriel, cuando con Alejandro, Pablo, Sergio, Wilsen y él limpiaron su departamento cuando se casó, pero en aquel entonces. Adriel solo sonrió.

—Es el carnet de veterinario de Danna, desde sus primeros meses hasta ahora, son doce años—comentó Adriel con orgullo, acariciando la cabeza de Danna, regalándole una sonrisa.

— ¿Doce años?—nombró sorprendido. — ¿Cuándo te regalaron a Danna?

—Mm…haber 2010 son ocho años, mas cuatro menos, creo que en el 2006—comentó con duda, mirando a su madre.

—Fue para la navidad del 2006, su padre y yo trabajábamos mucho y la hermana mayor de Adriel estaba ya en su primer año de universidad, cuando Adriel tenía seis años, vivíamos con nuestra suegra en ese entonces y su padre quería un perro que impusiera respeto las horas que nosotros trabajábamos—explicó la historia con una sonrisa nostálgica—En ese entonces Adriel era un amor, pero ahora…—comentó, quedándose callada—Solo diré que como madre solo hay que amar a los hijos.

—Lo mismo digo, como hijo a veces no nos toca las madres que queremos—comentó con sarcasmo.

— ¿Intentas decir algo?—preguntó su madre a la defensiva.

—Lo mismo que intentaste decir tó—encaró, mirando a su madre.

La alarma sonó, llamando la atención de todos y acabando la pelea. Mauricio suspiro aliviado, tomó la mochila que Adriel le prestó y puso sus cosas, mientras veía como Adriel preparaba a Danna, le llamó la atención.

— ¿Vas a llevar a Danna a la universidad?—le preguntó sorprendido.

—Sí, Pablo, el mellizo o gemelo de Daniel, me ha pedido a Danna para un caso inventado y Eliet me la ha pedido para darle control de sanidad en su clase de veterinaria. —Comentó con una sonrisa—El control me ayudará a saber cómo se encuentra en su vejez. Ya han pasado los seis meses acostumbrados sin veterinario y a pesar de que ha estado con el ánimo normal que demuestra siempre, quiero asegurarme. —habló con una sonrisa, que iluminó su rostro por completo.

Mauricio le miró hipnotizado por unos segundos, sintiéndose nervioso ante las palabras de Adriel, algo le decía que esas palabras solo eran el principio de un huracán de emociones. Mauricio se extraño cuando escucho una bocina de un auto afuera de su casa, pero la urgencia de su compañero le hizo ver que el auto venía por ellos dos. Ambos salieron de la casa con una sonrisa. Mauricio se detuvo en la puerta, sonrojándose al reconocer a la hermana mayor de Adriel.

— ¿Llevas todo lo necesario para que Danna esté cómoda?—preguntó Katerin, dejando a Danna en el asiento de atrás.

—Sí, todo. Además sólo estará lejos de mi una hora y ante cualquier cosa que ocurra me avisaran inmediatamente—comunicó a su hermana, viendo que solo rodaba los ojos, insegura—Me iré con Danna atrás ¿Puedes irte con Mauricio?—preguntó, haciendo que su hermana mirara hacia la entrada de su casa por primera vez.

Mauricio se sintió intimidado por unos segundos, la hermana de Adriel siempre había sido de carácter fuerte, su mirada inspiraba respeto desde el primer segundo. Por su mirada, supo que ella también tenía recuerdos con él. Se regaño mentalmente al no recordar que debía pensar en aquellos recuerdos que esa persona había introducido en su cerebro para pasar más desapercibido que era del futuro.

— ¿No te molesta, Mauricio?— preguntó Katerin con una sonrisa, mientras lo veía cerrar la puerta.

—Claro que no, entre más lejos esté de Danna mucho mejor—confesó, nervioso, antes de sentarse en el asiento del copiloto.

—Entiendo completamente, a veces es mejor mantenerse alejado de Danna por su carácter—comentó con una sonrisa.

Ambos se quedaron callados al ver la mirada molesta de Adriel a través del retrovisor, pero eso no evitó que ambos soltaran una carcajada. Mauricio, se quedo quieto durante el viaje al sentir como Danna ponía su cabeza en su hombro para mirar por la ventana. El viaje fue rápido y reparador. Adriel se dedicó a mirar por la ventana mientras conversaba con su hermana sobre las vacaciones que empezaría en dos semanas y Mauricio a pensar sobre los recuerdos que había dejado aquella persona.

La mayoría de esas memorias eran en época de vacaciones, tal vez de unos cinco años atrás, todo indicaba que tenía una excelente relación con la familia de Adriel, quienes viajaban al supuesto lugar en el que vivía con su esposo. En sus recuerdos, su amigo siempre estaba tocando la guitarra, leyendo, riendo o paseando. No había una relación profunda entre ellos, pero aun así se llevaban muy bien. Nunca habían discutido, pero si se habian lanzado una que otra indirecta para mostrar lo enfadado que se encontraban el uno con el otro. Sintió un dolor agradable en el pecho. Tenía un año para descubrir porque razón Adriel había decidido tomar el auto y morir en ese accidente, dejando todo atrás.

Apoyo en Danna, quien le lamió la mejilla como gesto de cariño. Observo los ojos vidriosos de la mascota de Adriel, el amor que se tenían ambos era incondicional y por la forma en que guardaba la libreta veterinaria de Danna, ese amor seguía intacto. Se bajaron a los pocos minutos al frente de la universidad, Mauricio se sorprendió al ver que Pablo estaba esperándolos con paciencia.

— ¿Hemos llegado tarde?—preguntó Adriel, bajando del auto y ayudando a Danna a hacer lo mismo.

—No, aun faltan unos veinte minutos, vine a buscarte para enseñarte dónde estará Danna mientras tu estas en clases—se ofreció con una sonrisa, tomando la correa de Danna, para que Adriel pudiera acomodarse la mochila.

—Pues…Gracias, Mauricio, apresúrate tu sala está en el área de derecho—se despidió Adriel, siguiendo a Pablo.

Mauricio se despidió de Katerin con un Gracias antes de salir detrás de su hermano mayor y Adriel. Sonrió al ver que su hermano mayor hablaba junto a Adriel, sintiendo algo de vergüenza. En este año, Pablo y Adriel apenas se conocían, Pablo no se acercaba mucho, porque su amigo siempre los confundía cuando los veía juntos. Verlos tan cercanos y lejanos a la vez, era nostálgico. Debía recuperar con vida a Adriel.

—Estaremos tres horas en el auditorio, Danna estará en todo momento conmigo, tendremos un recreo a la hora de almuerzo, puedes venir a buscarla cuando quieras ya le explique  a mi profesor y me dio autorización. —explicó con una sonrisa.

— ¿No tendrán más receso que el almuerzo?—preguntó preocupado por su mascota—Es que…bueno Danna a veces puede dejar…sorpresas.

—Tranquilo, por cada caso terminado, tendremos un receso de diez minutos—aclaró con una sonrisa, tomando la pequeña bolsa de la mano de Adriel.

Adriel observo con atención la seña que le hizo Mauricio antes de entrar en el salón del final del pasillo y regresó su vista a Pablo le miró sintiéndose un poco inseguro de dejar a su mascotas en manos del chico. Bajo sus ojos, encontrándose con los de Danna, quien ladeo la cabeza dándole la seguridad que necesitaba.

—Está bien, confió en que me llamaras si surge algún problema—aceptó con una sonrisa. —Ayuda a Pablo a obtener una buena nota ¿Si?—le pidió con una sonrisa, teniendo como respuesta un ladrido pequeño de su mascota.

—Genial. Vamos Danna—animo Pablo con una sonrisa, antes de desaparecer por la puerta del auditorio, dejando a Adriel con una sonrisa que disfrazaba su preocupación.

Las tres horas de clases pasaron con rapidez, Adriel se levanto de su asiento en cuando el profesor Ruben dio por terminada la clase, tomó su mochila al hombro y aprovechando que su amigo estaba en clases, se apresuró a la salida, pero una voz que le hizo rodar sus ojos con fastidió y le causo una sonrisa de pocos amigos le detuvo todas sus intenciones. Si no le iba a decir algo realmente importante lo lanzaría de la ventana del salón, importándole bien poco que estuvieran en el quinto piso.

— ¡Adriel! ¿Podemos hablar?—preguntó, deteniendo a su compañero en la entrada—En realidad, quería hablar contigo con relación al trabajo del profesor Eduardo y podemos caminar juntos hasta el auditorio, yo debo ir a buscar a Pablo y tu a Danna—le animó Daniel con una sonrisa, que días atrás a Adriel le hubiera encantado ver, pero ahora le causaba un poco de molestia.

—Podemos hablar, solo del trabajo—comentó cortante. Sorprendiendo a Daniel— ¿Qué es lo que realmente quieres hablar sobre el trabajo?—insistió, caminado hacia el pasillo, entre más rápido llegaran, menor iba a ser el tiempo que estuvieran juntos.

—En realidad… el trabajo está terminado—comentó lentamente, causando que Adriel le mirara con cara de pocos amigos— ¿Quería preguntarte si podemos revisarlo antes de que te vayas o te lo envió por email?—preguntó un poco desanimado.

—Envíamelo—contestó cortante. Viendo como Daniel sonreía y se quedaba callado— ¿Sabes? Tengo mi tablet en la mochila y Pablo me acaba de enviar un mensaje diciendo que se demorara una media hora ¿Podemos revisarlo ahora, si quieres?—comentó, mirando a Daniel con una sonrisa.

—Me gustaría, porque me sentiría más seguro—comentó algo ansioso.

—Genial, sentémonos en los sillones del auditorio—aconsejo, sintiéndose un poco culpable.


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