En ciudad Dominó, un lugar no muy grande pero sí muy bello, vivían los que serán nuestros protagonistas en esta historia.
Un hombre rubio con sus retoños estaban jugando en el parque, cuando un muchacho lo abordó.
-Papá, ¿ya nos vamos?- el mayor esbozó una sonrisa al ver a su hijo más grande llegando. Lo estaba esperando.
-Sí Kuma, ya es hora. Parece que va a llover. ¿Puedes ir por tus hermanos?- el mayor no parecía muy emocionado por irse, pero sabía que era hora de hacerlo. El muchacho pareció notar como su padre se sentía, así que fue por los más pequeños.
Pronto llegó con dos pequeños, un niño y una niña, hasta la banca donde estaba su padre.
-Listo papá, ya los traje- el rubio vio que el niño estaba molesto.
-¿Qué sucede Hoshi?- el chiquito hizo un puchero.
-¡Es que Hana me estaba molestando, y Kuma me dijo que si no la dejaba en paz, no me volvería a prestar sus videojuegos! Y es injusto, porque yo no estaba haciendo nada- el mayor de los hermano estaba a punto de reprender al niño, cuando el rubio se bajó para quedar a su altura.
-Hoshi, yo se que a veces es difícil tener hermanos. A veces nos dan ganas de pelear, o de no vernos. Pero siempre debes recordar que Hana es tu hermana y hay que cuidarse entre ustedes; siempre unidos- la voz paternal logró que el niño se controlara, soltando el aire que estaba reteniendo, y sintiéndose mejor.
Emprendieron el camino a casa. Los dos pequeños, Hana y Hoshi de 5 años, iban por delante, jugando y brincando. Kuma iba caminando a la par de su padre.
-¿No crees que les puede pasar algo papá? Deberían ir aquí con nosotros- el rubio sonrió.
-No te preocupes, ellos van a un par de pasos, todo esta bien. Gracias por preocuparte por ellos- Kuma era el hermano mayor, y aunque gustaba de molestarlos a veces, la verdad es que cuidaba muy bien a sus hermanitos.
-Bueno, pero si les pasa algo, no será mi culpa- a veces Kuma tomaba papeles que no le correspondían, pero era normal debido a su situación de vida.
-Tranquilo, mejor dime que pasó con tu padre- el adolescente de casi 15 años hizo una mueca.
-Pues que va a pasar, nada. Ahí está, tirado en la casa. No sé como no lo sacas la verdad- el rubio solo sonrió con melancolía.
-No lo voy a patear fuera de la casa. Él ya sabe que tiene 1 mes más para buscar un lugar, porque ya no lo quiero ahí. Ten calma y recuerda ser respetuoso- el menor suspiró.
-Ya sé. Además, no es como que pudiera hacer otra cosa. Cualquier cosa que digo, siempre termina por echármela en cara y regañarme. Mejor no digo nada- el rubio puso su mano en el hombro de su hijo, tratando de transmitirle seguridad y comprensión.
-Al contrario, es una de las cosas que quiero, que aprendas a expresarte. No tienes que cumplir las expectativas de nadie, solo sé tú y exprésate como se te pegue la gana. Yo siempre estaré para escucharte y apoyarte- Kuma sonrió, abrazando por los hombros a su papá.
Llegaron a su casa, y el rubio entró con todos sus hijos. Los niños pequeños se lavaron las manos y se fueron a jugar a su habitación cada uno con un celular, mientras Kuma se fue a su computadora.
-Hola Joey, ¿cómo les fue?- el rubio hizo acopio de toda su paciencia, pues sabía que la necesitaría.
-Bien, todo tranquilo. Jugaron un rato y ya estamos de vuelta- Joey ni siquiera volteó a ver al hombre que le estaba hablando. No tenía ganas de verlo, mucho menos de hablar con él.
-No deberías dejar a Kuma jugar tanto con la computadora, se dañará el cerebro y será toda tu responsabilidad- la voz del hombre era de reproche, e hizo que el rubio sintiera una punzada de dolor en la sien.
-No te preocupes, todo está bien, yo estoy al pendiente- Joey continuó con lo suyo, acomodando cosas de aquí y allá.
-Siempre me dices eso, y yo lo veo todo el día pegado a los videojuegos- Joey contó mentalmente hasta 10 antes de responder. Para eso era la paciencia.
-Y siempre te digo que no me estés diciendo cosas, ni qué hacer- el hombre pelinegro se puso donde Joey inevitablemente lo vio, retándolo con la mirada.
-Y yo siempre te digo que es mi hijo y me preocupo por él, y me meteré en sus asuntos las veces que sean necesarias. Si ya no quieres estar conmigo está bien, puedo vivir con ello. Pero no me puedes separar de mis hijos- Joey lo estaba viendo a los ojos mientras el otro hablaba.
-No te estoy separando de nadie. Si Kuma ya no te busca como antes, es porque tú has sembrado eso. Deja de hacerte la víctima, y si quieres tener una buena relación con él, trabaja por ello porque él no tiene muchas ganas- el otro hombre empezaba a molestarse.
-Por supuesto que no me estoy haciendo la víctima. Y si Kuma está así, es porque lo tienes bien influenciado en mi contra. Eso no se vale- la mirada color esmeralda observaba a Joey con enojo.
-Lo que no se vale es que me acuses de algo que yo no tengo la culpa. Estás cosechando lo que has sembrado, a mí no me eches la culpa- poco a poco el volumen había ido subiendo, hasta llegar casi a los gritos. Y hubieran seguido así si no hubieran sido interrumpidos por el celular de Joey.
-Es mi padre, por favor guarda silencio, no debe escucharte- el de ojos esmeralda se sentó en una silla libre, muy frustrado, esperando a que el rubio hablara con su progenitor. La llamada fue breve, y en corto regresó Joey a la cocina, en donde lo esperaba.
-¿Todo bien?- fue una pregunta más por cortesía que por otra cosa.
-Sí, viene mañana así que te pido que no estés cuando sea hora. Y también quiero que recuerdes que solo voy a tolerarte aquí durante 1 mes más. De hecho quedan 26 días nada más, así que espero que ya estés buscando donde quedarte- el de colo esmeraldas lo vio casi con rencor.
-No puedo creer que hayamos regresado a Dominó solo para terminar tú y yo- la voz sonaba melancólica, pero Joey no se dejó llegar.
-No regresamos para eso, Duke. Así se han dado las cosas, deja de pelearte con eso. Puedes seguir viendo a tus hijos cada vez que quieras, siempre y cuando nos pongamos de acuerdo antes. De ahí en más, cada quien su vida- la voz del rubio estaba cansada; se notaba que era un tema al que le había dado vueltas y vueltas en su cabeza.
El de ojos color esmeralda no dijo más. Se levantó y salió de ahí.
Joey se recargó en una pared, cerrando los ojos y respirando profundo. No quería llorar, no porque pensara que Duke no lo valiera, sino porque estaba cansado de hacerlo.
En su mente repasó por enésima vez todo lo que había vivido con Duke Devlin.
Se conocieron cuando él tenía tan solo 16 años, y Duke 35. Pese a que lo llevaba por bastantes años, habían tenido un duradero y fogoso romance, que dio lugar a sus tres hijos; Kuma de 15 años era el mayor, un muchacho inteligente que era su orgullo, y Hana y Hoshi de 5 años, gemelos de nacimiento y un par de revoltosos que, aunque tenían sus ratos de tranquilidad, eran bastante activos.
Había vivido 15 años con Duke, y había tenido experiencias maravillosas, estaba muy consciente de eso. Pero de un tiempo para acá, Joey había empezado a darse cuenta de cosas que antes no veía, y de tomar conciencia de otras tantas. Por eso mismo su relación con Duke prácticamente había terminado.
Sabía que él mismo se portaba irritable y hasta insoportable con Duke, pero es que las circunstancias de la vida los había empujado a unas condiciones de vida muy difíciles.
Joey dependía de su padre a nivel económico. El señor nunca había querido a Duke, por lo que cuando el rubio le dijo que quería separarse del pelinegro, su padre estuvo más que dispuesto a apoyarlo. Con la condición de que no regresara con él.
Pero Joey tenía un corazón como de pollo, y cuando Duke se vio afectado por sus problemas de salud, le ofreció un techo para quedarse, abriéndose a la posibilidad de regresar con él.
No tardó mucho en darse cuenta de su error.
Le había costado meses sacar a Duke de su casa, si es que se iba como le había dicho. Joey sabía que Duke tenía diversos problemas de salud; no podía caminar del todo bien por una lesión en la cadera que le aquejaba desde hace muchos años. Por lo mismo, no podía trabajar en un empleo normal, y no podía aportar nada a la vida de sus hijos. Joey incluso dudaba que se pudiera mantener solo, pero él ya no podía seguir cargándolo más tiempo.
Se estaba haciendo daño a si mismo, y había decidido priorizarse ante cualquier situación, por lo que le había dado un ultimátum a Duke.
Respiró profundo una vez más, y siguió con sus ocupaciones. Esperaba con ansias el día en que Duke se fuera y pudiera tener calma de nuevo.
Sabía que su estado de ánimo no debía depender de si alguien más estaba o no, pero era complicado para él no dejarse llevar.
-¿Estás bien?- la voz de Kuma interrumpió sus pensamientos. Lo volteó a ver y le sonrió.
-Si hijo, gracias. ¿Todo bien contigo?- Kuma parecía algo molesto.
-Mi padre pasó diciéndome que no debía jugar tanto y todo ese rollo de siempre. No me gusta que me esté diciendo esas cosas- Joey lo abrazó. El muchacho era más alto que él, pero eso no le impedía tratar de calmarlo entre sus brazos, como cuando era bebé.
-Tranquilo hijo. Escúchalo y toma lo que te sirva. Lo que no, solo deséchalo. No vale la pena ni que te enojes, ya sabes como es él- Kuma soltó aire y se relajó. Hablar con su papá le hacía bien, sobre todo cuando estaba enojado por alguna situación similar.
-¿Hana y Hoshi dormirán contigo de nuevo?- Joey le sonrió al soltarlo del abrazo.
-Sí, no quiero a tu padre en mi cuarto, y no hay otra habitación- Kuma suspiró.
-Deberías mandarlo al sillón- dijo divertido.
-Ya sabes que la condición física de tu papá no le permite dormir en un lugar así. Ya no queda tanto, en unos días más se irá, y todo mejorará- Kuma enarcó una ceja.
-¿Y crees que de verdad se irá? A veces lo dudo, está demasiado cómodo aquí; tú le das todo- Joey sabía que aunque Kuma sonara duro, tenía razón en sus palabras.
-Bueno, no es que le esté dejando opción. No sé como, pero ya no estoy dispuesto a que siga aquí. Puede venir a verlos cuando quiera, pero ya no recargarse en mí- Kuma le puso la mano en el hombro en señal de apoyo.
-Bueno, subiré un rato más. Me hablas para cenar- Joey asintió y le revolvió los cabellos antes de que volara hacia su actividad favorita.
El rubio siguió acomodando aquí y allá, y después preparó la cena para sus retoños. Mientras cenaban les informó que faltaban solo 3 semanas para que entraran a la escuela.
Hana y Hoshi entraban a la primaria, por lo cual estaban emocionados. Tenían ganas de aprender a leer. Kuma por su parte asistía a una escuela los sábados, por la cual estaba terminando su secundaria. Así podía ayudarle a su papá en lo que se ofreciera, y tener tiempo libre para dedicarse a lo que en verdad le apasionaba: Los Videojuegos.
Se fueron a dormir. Hana y Hoshi durmieron en un tendido en el cuarto de su papá, porque Duke ocupaba su cuarto en esos días, y Kuma fue a su habitación.
Antes de dormir, Joey se preguntó una vez más si estaba tomando las decisiones correctas para su vida y la de sus hijos.
Los niños le hacían dudar. No quería causarles algún trauma, o problema emocional por la separación.
Pero después empezó a enumerar en su mente todas las razones por las cuales había decidido terminar con Duke, y abandonó el arrepentimiento.
Porque sabía que también lo hacía por el bien de sus hijos.
Duke no era un mal padre, solo era demasiado exigente, acelerado y regañón. Kuma lo había sufrido en su infancia, recibiendo golpes que al punto de vista del rubio no eran necesarios.
Así que si tenía que separar a sus hijos de Duke para que tuvieran una linda y tierna infancia, como se supone que cada niño debería tener, lo haría. Ya se había tentado el corazón demasiadas veces, y por eso habían durado tanto tiempo.
Se había cansado.
No sabía como le haría, pero sacaría a sus hijos adelante.
Tenía el apoyo de su padre, y de Kuma también.
Su gran motivación eran las sonrisas de sus niños.
Y por supuesto él mismo también.
Había tardado años en aprender que lo más importante era el amor propio.
Era hora de ponerlo en práctica.