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Almas Gemelas por DanyNeko

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El arte era la puerta a todo un universo aparte.

Las pinturas, la música, la poesía, el baile, las obras de teatro, los cómics, las películas, los grafitis, las novelas… tantas variantes, tantas opciones, todas ellas su propia forma de arte, puertas a otros mundos.

Todo el mundo sabe que el arte es sensible al tiempo.

Las cosas innovan, se ponen de moda, se vuelven un cliché, son olvidadas y, mucho tiempo después, vuelven a resurgir como tesoros perdidos, clásicos que la gente recuerda con cariño.

El arte nunca está lejos del amor, de los sentimientos en general. Un claro ejemplo: cuando el tema de las almas gemelas se puso de moda.

Empezaron tomando antiguos conceptos que tuvieran el más mínimo indicio de que había personas destinadas a estar juntas. Leyendas, mitos, tradiciones antiguas.

Era un tema que fácilmente podía rivalizar con la magia.

Luego, fueron un paso más allá, y crearon diferentes mundos, dónde las almas gemelas eran una realidad tangible, y había innumerables formas de juntarlas o identificarlas.

Tatuajes a juego. Lazos que unían las manos o los corazones. Sueños compartidos. Escucharse mutuamente al cantar. Frases escritas en la piel. Ser incapaz de ver el color de los ojos del alma gemela hasta que se conozcan. Sentir las emociones del otro. Encontrar los objetos perdidos del otro. Contadores.

Decenas ¡Cientos de métodos!

Una pequeña, muy pequeña, cantidad de personas en el mundo se preguntaban si el mundo del arte había llegado a ese tema por casualidad, o había gente que sabía lo que estaba haciendo cuando lo trajo a colación. Si simplemente habían soltado las bases y dejaron que la creatividad humana los explotara y desbordara con ideas y especulaciones.

Porque, aunque en su mayoría estaba equivocado, las almas gemelas sí existían.

Eran una enorme minoría. Un aproximado del 7% de la población mundial tenía un alma gemela. Era muy raro que diferentes parejas de almas gemelas se conocieran entre sí, pero las almas unidas siempre encontraban su camino uno al otro.

 ~∆~

Incluso después de completar el rompecabezas del milenio y conocer a Yami, Yugi nunca había tomado en cuenta el término 'Alma gemela' como una posibilidad.

Había pensado que algo estaba mal con él ¿Doble personalidad?
Luego había pensado en maldiciones y almas atrapadas.
Pero ¿Almas gemelas? Nunca.

No lo malinterpreten, era fiel creyente de lo extranormal y lo sobrenatural, pero nunca se permitió creer que, incluso en el basto mundo, había alguien que lo consideraría lo más valioso y preciado, y que lo amaría contra viento y mareas, alguien a quien podría entregar su corazón sabiendo que nunca lo lastimaría.

Pero el destino y el universo cortaron esas ideas, colocando a Yami en su vida.

Yami era su todo.
Su complemento. Su amor. Su motivación. Su hogar.

Yami era su alma gemela.

Y no había marcas, ni colores nuevos, ni tatuajes en la piel.
Lo que sí había era la más hermosa y mística conexión entre sus almas. La capacidad de percibir y entender los sentimientos del otro; de transmitir, sin palabras, sensaciones y emociones; de hablarse el uno al otro a través de sus mentes.

Era mágico. Yugi no tenía otra palabra para describirlo.
Era mágico y era solo de ellos.

 ~∆~

Ryou siempre había tenido el corazón de un artista.

Amaba el arte. Tanto verla, como crearla.
Le gustaban las cosas bonitas y se divertía tratando de replicarlas. La naturaleza lo inspiraba.

Ryou había visto muchas veces sobre las almas gemelas.
Le había parecido un concepto interesante y encantador.

Jugó con eso algunas veces.

Cuánta vergüenza sentiría al recordarlo años más tarde.

Y no porque se avergonzara de creer en el tema, de sintonizar con ello y desarrollarlo en su mente junto con sus ideas para juegos de rol.
Sino porque, cualquier pequeña idea que adoptara de otros artistas, o que tuviera él mismo, no se acercaba ni a una centésima de lo que en realidad era un vínculo de almas gemelas.

Ryou tenía un alma gemela. Bakura.

Haberse juntado con su alma gemela no fue la reunión sorpresiva o mágicamente dulce que muchos elegían describir. No. Fue la descripción misma de accidentada. Mágicamente accidentada, en eso.

Pero a Ryou no le importaba.

La sensación de unión que se desarrolló lentamente entre él y Bakura era mucho más intensa y maravillosa de lo que cualquier obra de arte fuese capaz de plasmar. Ryou lo sintió casi desde el principio, y sabía que Bakura lo debía sentir también, pero el mayor trataba de negarlo, de ignorarlo y rechazar el vínculo.

Ryou no supo hasta mucho tiempo después lo doloroso que había sido para Bakura negarse a su lazo.

Gracias a eso, Ryou jugaba con la ventaja en su accidentada relación, aunque el niño nunca lo supiera. Bakura era dolorosamente consciente de que era absolutamente débil a Ryou, nunca tuvo oportunidad ante los encantos de su alma gemela.
Su gentil, comprensiva, cariñosa, paciente y hermosa alma gemela.

Maldita sea. Bakura se preguntaría cada día de su vida ¿Qué había hecho para merecer un alma gemela como Ryou?

 ~∆~

Malik nunca había sabido de las 'Almas gemelas' hasta un largo tiempo después de escapar de su comunidad subterránea.

Fue de casualidad, una de tantas noches explorando las opciones de entretenimiento de las personas normales en su camino hacia la supuesta nave del espíritu del faraón.

Y el tema había atrapado el interés del chico.

Malik nunca había escuchado el término de Almas gemelas. Lo que Malik sí había leído, en sus largos y asfixiantes años de estudios impartidos, fue sobre el equilibrio entre luz y oscuridad.

Había almas inherentes a la luz, y almas inherentes a las sombras.
Eran almas poderosas, destinadas a perpetuar el uso de magias antiguas que el mundo casi ha olvidado por completo, a sintonizar con las energías del mundo… y destinadas a encontrarse.

La atracción entre almas de luz y sombras era inevitable, y negarlo era absurdamente doloroso.
Estaban concebidos para encontrarse y equilibrarse. Para amarse y protegerse. Eran principio y final, y tenían una conexión que las palabras simplemente no podían explicar, que ninguna otra persona sería capaz de entender.

Malik lo supo. Marik era su alma gemela.

A Malik no le daba pena admitir que se derretía con las miradas de preocupación de Marik, y la forma en cómo él lo adoraba y cuidaba.
Los ojos de Malik siempre buscarían a su pareja, y podía perderse largos minutos solo viendo su traviesa sonrisa.
Malik amaba todas las cosas que hacían en la privacidad de su habitación, en sus habitaciones del alma -envueltos en la magia combinada de ambos- tanto como amaba los momentos tranquilos de recostarse juntos, en silencio, solamente intercambiando mimos y caricias dulces.

Malik amaba a Marik. Y sabía que su alma gemela lo amaba del mismo modo.

 ~∆~

Era inusual que dos pares de almas gemelas se conocieran. Era todo un acontecimiento que tres se juntaran.

Temed, todo el mundo.

La gente con sentido común, incluso sin el conocimiento sobre las almas gemelas, estaría aterrada de ver a Yami, Bakura y Marik trabajando juntos.

Lo que la gente no sabía, era que debía temer más de sus almas gemelas, las pequeñas y dulces luces, porque por ellos y solo por ellos Yami, Bakura y Marik reducirían el mundo a cenizas, o lo conquistarían, solo para ponerlo a sus pies.


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