Las calles de Tokio eran entretenidas de recorrer, tantos comercios y tantas personas diferentes. Lo mejor era poder ir tomados de la mano y que en realidad nadie les prestaba atención.
Se detuvieron en una tienda de fachada rosa y entraron, se entretuvieron ahí un rato y salieron todavía tomados de la mano pero ahora con compras. Makoto iba sonrojado pero sonreía, los ojos de Haruka brillaban.
Una vez en su departamento Makoto entró al cuarto donde se cambió de ropa mientras Haruka encendió la televisión y puso el noticiero nocturno mientras esperaba. Unos minutos después Makoto abrió la puerta del cuarto lentamente y se asomó tímidamente. Sin apagar la televisión Haruka miró hacia Makoto y, sonriendo, estiró una mano para instarlo a salir, Makoto sonrió y dio un pasito fuera.
—No, no Makoto, así no —le detuvo moviendo el dedo negativamente.
Makoto dejó de avanzar y asintió, se puso en cuatro y empezó a gatear hacia Haruka.
—Buen chico —como si fuera un can esperó a que su novio llegara a él y le dio palmaditas en la cabeza, después acarició las orejas artificiales que lucía.
De hecho Makoto estaba desnudo completamente, lo único que usaba (y no podía considerarse ropa) eran una orejas de perro, una cola y un collar con una plaquita donde se leía «Makoto».
—Da vueltas —ordenó y Makoto obedeció, tenía el rostro completamente rojo pero no se negaba y sus ojos brillaban, giró gateando y Haruka pudo ver la cola a la perfección: un tapón perfectamente insertado en Makoto, empezó a tocarse a sí mismo encima del pantalón.
—¡Arf! —«ladró» Makoto cuando terminó la vuelta y Haruka lo recompensó con otra caricia en la cabeza.
—Sí, eres un buen chico, muy buen chico —Makoto sacó la lengua y se acuclilló levantando las manos como un perrito jadeando felizmente— ¿mi lindo perrito quiere una golosina?
—¡Arf!
Abrió su pantalón y se sacó el miembro todavía flácido, Makoto jadeó más.
—Aquí perrito, aquí está tu golosina.
Makoto gateó más cerca y se inclinó, primero olfateó y luego empezó a lamer, sólo lamía en un principio, sin meter las manos pues como buen perrito las usó para sostenerse de las piernas de Haruka. Cuando el miembro se endureció lo suficiente se lo metió de lleno en la boca.
—¡Ah! Que perrito más glotón —lo hizo tomar más y más de su miembro sujetándole la cabeza y luego de unos momentos lo hizo retirarse, Makoto lloriqueó como un verdadero perro lastimero—. Basta, no quieres que terminemos de jugar tan rápido ¿verdad?
Con entusiasmo Makoto prácticamente brincó y se dio la vuelta, puso el pecho en el suelo y alzó la cadera, meneando el trasero.
—Uhm, y yo que pensaba que tenía un perro macho —Haruka estiró una mano para mover el tapón, Makoto lloriqueó más—. Bien, bien, has sido un perro realmente bueno Makoto, mereces ser recompensado, pero debes quedarte quito.
Makoto dejó de menearse y Haruka sacó el tapón, lo echó a un lado sin preocuparse demasiado y se acomodó empezando a penetrarlo sin mayor preámbulo. Gimieron a la par y Haruka le dio unos momentos antes de empezar a moverse.
—Oh Makoto, sí… —fiel a su papel, el buen Makoto no emitió palabra alguna, sólo gemía y se movía, lloriqueaba cuando quería que Haruka fuera más rápido, lloriqueó más cuando sintió que se acercaba al final y manchó el piso momentos después.
Haruka le siguió luego de unos movimientos más pero se vació dentro de Makoto y se inclinó sobre él, jadeando al compás.
—Buen chico… —le dio besitos en la cabeza— que buen chico… —y Makoto hizo ruiditos felices.