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Codicia por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Esto va a ser un poco extraño, pero la idea principal creo que es bastante cliché. 

 

Repulsivo.

—¡Manos y pies!

Horrendo.

—¡Revisen sus dientes!

Grotesco.

—¡Que no tengan cicatrices!

Amargo.

—¡Los que no sirvan se mueren!

Era duro pasar por una guerra.

Aun más si esa guerra parecía eterna.

Eterna como la misma oscuridad.

Porque a eso se enfrentaban: a la agónica oscuridad que traía solo soledad, dolor y desesperanza.

Y aun así, eso no era a lo que la gente le temía.

—¡No dejen vivo a quien no sirva!

La guerra en ese mundo era contra la eterna oscuridad que traía muerte, pero desde los inicios se había logrado sobrellevar aquel horrible castigo. Existía quienes luchaban contra los seres casi intangibles que consumían hasta la última gota de luz con algo sobrenatural llamada “llama de la última voluntad”, simples mortales convertidos en reyes de extensas tierras para compensar aquella sagrada labor.

Contados eran los portadores.

Contados eran los reyes protectores.

Contadas eran las tierras bendecidas por la luz.

Y quien no pertenecía a esas regiones, condenados a ser simples nómadas que escapaban de los sectores donde la oscuridad devoraba todo, eran quienes pagaban un precio casi ridículo.

—Agrupen a los niños más fuertes, que muestren valor en sus ojos, ellos serán destinados a ser soldados.

—¡Sí señor!

—Al resto, amárrenlos y formen una cadena, porque serán esclavos.

—¡Como ordene!

Porque en medio de tanto caos, había quienes dejaban de lado su alma humana y elegía las labores más horribles y repudiables.

Si tenías suerte, nacías en las tierras protegidas por un rey de llamas.

Si tenías demasiada suerte, tú eras un ser de llamas.

Si no tenías suerte, nacías en una familia de nómadas, condenados a vagar hasta la muerte.

Si no tenías humanidad, eras cazador, buscando a las piezas de oro en medio de tanto carbón.

—Sé fuerte.

Susurraba con ternura a todos sus pequeños hermanos de sangre o simple familia que lo acompañó entre tantos caminos hasta ese día.

—Sé muy fuerte.

Entre sus brazos sostenía fuertemente a sus tres niños, a quienes cuidó con esmero, a quienes les enseñó a plantar semillas en una tierra moribunda con esperanza que, al retornar en migración, diera frutos; a quienes les enseñó a seguir un camino imaginario guiado por las montañas y el astro rey, a quienes les enseñó a tejer sus propias ropas, y a quien les enseñó a amar con respeto.

—¡Suéltalos!

Se los arrebataron de sus manos, y aunque quiso pelear por ellos, no tuvo la suficiente fuerza. Fueron atacados en medio de su huida de la temida oscuridad, no pudieron prever a los cazadores que de pronto los arrinconaron y ataron sin darles oportunidad.

Lambo peleó, manoteó, pataleó. Sería enviado a ser un soldado.

I-pin mordió la pierna de su captor con tanta fuerza que el desdichado lloró. También sería enviada a la armada.

Fuuta se derramó en lágrimas, gritando, aferrándose a lo que pudo, pidiendo que lo ayudaran.

El castaño que cuidó de aquellos tres, quien esperaba junto a los demás adultos, compartió la pena al ver que Fuuta sería llevado como esclavo junto con los demás niños sin coraje.

Los adultos serían evaluados después de alejarse de la negrura que ya casi los alcanzaba a lo lejos, que se acercaba para devorarlos. Poco les importó a cada uno, porque ya les habían quitado lo más importante.

Solo pudieron ver con impotencia, como el grupo de niños se alejaba con destino incierto, y después solo esperaron a ser juzgados por los cazadores y a que les dijeran qué tipo de futuro les deparaba.

—Es demasiado pequeño y ya casi siendo adulto no crecerá más.

—¿Cuál es tu nombre?

No respondió, los miró con rabia.

Hasta que lo golpearon, y aun así, no quiso hablar.

—¡Es Tsunayoshi! —gritó alguien para ayudarlo.

Lo miraron, le revisaron la cara, los dientes, la piel del cuerpo, y después lo empujaron junto a una de sus compañeras para que un cazador se los llevara.

No vio al resto de su pequeño grupo.

No supo si vivieron o no.

Y después de un largo viaje, también fue separado de su compañera.

Entonces se vio a merced de tres cazadores que lo mantuvieron atado las muñecas y pies durante todo el camino incierto, guiados solo por el astro de luz que era el símbolo de que llegaron a la tierra de un rey de flamas, donde la oscuridad nunca existía.

No le importó ser entregado a un hombre envuelto en ropajes semi brillantes, tampoco le tomó importancia al hecho de que lo bañaran y asearan antes de devolverlo a los cazadores quienes también aseados, portaban joyas y caminaban con orgullo hacia el palacio centrado en medio de decenas y decenas de casas y cultivos.

No escuchó mucho de lo que decían, solo veía las cuerdas que aun ataban sus manos, e internamente se quejaba por las heridas de sus tobillos que al menos por ahora no tenían ataduras.

—Hemos llegado con su nuevo esclavo.

Tsunayoshi pestañeó varias veces, poco acostumbrado a vivir bajo tanto brillo, pues su vida siempre la cursó en cielos grisáceos y nublados, cerca de la oscuridad.

—Es pequeño, completamente sano, diestro en todos los desafíos de la vida, dentadura completa, piel intacta. Servirá como uno de sus sirvientes personales para cuidar de sus virtudes.

Había escuchado decenas de historias de lo que les pasaba a quienes eran capturados por los cazadores. Acababa de comprobar que había una parte de realidad.

Lo obligaron a arrodillarse, bajar la cabeza, y extender sus manos.

—Siéntete afortunado, ahora formarás parte del palacio, para dar tu vida por un rey de llamas de la última voluntad.

Alguien cortó las cuerdas que ataban sus muñecas.

Entonces elevó su mirada para ubicar al dichoso rey.

No fue difícil.

Porque aquel hombre de porte imponente, de mirada oscura y cabellos como la noche, estaba sentado en las escaleras cerca de un grandioso trono, portando ropa casi en totalidad negra, usando algunas joyas brillantes, y un collar con un diamante luminoso y que parecía tener una luz amarilla en su interior.

—¡No mires a los ojos a nuestro señor!

Lo golpearon para que se agachara, pero en seguida volvió a mirar a aquel hombre.

—Deja que hable —la voz grave y autoritaria del rey detuvo a quien golpeó al esclavo.

—Ahora soy su esclavo —Tsuna por fin habló.

—Es obvio.

—¿Puedo pedirle algo como compensación a mi esclavitud?

—Qué osado —esa voz resonaba en toda esa enrome habitación—. Lo permito.

—¿Puede darme ese cuchillo?

Señaló a la daga que usaron para cortar sus amarras

—Claro.

El sirviente encargado le dio el cuchillo con desconfianza, prevenido para detener al chico si es que intentaba suicidarse y manchar el inmaculado piso.

Pero eso no pasó.

El rey, los consejeros, los soldados que custodiaban al señor de esas tierras, hasta los esclavos que estaban allí para cuidar de todo, vieron como en menos de un segundo, el castaño se levantó y saltó hacia atrás.

En la mira tenía a sus tres escoltas, a sus cazadores.

Lanzó un grito agudo y entrecortado por la sutil respiración.

Destajó el cuello de su primer captor, sin mostrar duda o compasión, sin detenerse ante el grito de una mujer. Y sin dejar que el otro reaccionara, le apuñaló en el costado con tal fuerza que se le resbaló la hoja afilada y se cortó su propia mano también.

Y no paró. Siguió con el tercero que sí le dio pelea.

Gritó todo lo que se había callado desde que vio a su padre ser asesinado porque era de una edad ya considerable, por lo que no servía como esclavo o soldado. Y en medio de todo eso, lloró por no saber lo que ocurrió con sus hermanitos o su compañera.

En medio de sus gritos y sus manotazos que seguían cortando la carne enemiga, desató toda la furia guardada porque le quitaron todo lo que amaba.

En ese instante de adrenalina, donde tomaba la vida de esos cazadores para vengar su miseria… No escuchó la risa profunda y casi malévola del rey de esas tierras.

Un rey que nunca reía, que casi nunca sonreía siquiera.

Ese mismo rey acababa de doblegarse entre carcajadas por ver tan anormal situación ante sus ojos.

Mientras todos mostraban terror ante la escena…

El rey de aquellas tierras, poseedor de la llama que protegía a todos de la oscuridad, se redoblaba en carcajadas divertidas.

—Mi nuevo esclavo me agrada.

Se limpió las lagrimillas que se le escaparon.

—Ey, niño, cuando termines… acércate y dime tu nombre.

—Tsunayoshi —elevó su voz a la par que soltaba el cuchillo y se alejaba del desastre que acababa de hacer. Jadeó casi en pánico.

—¿Por qué matar a alguien así de repente… en lugar de suicidarte?

—Porque no quiero morir… Pero sí quería ver a esos cazadores manchados de sangre… La misma sangre que derramaron sobre mi familia.

—Buena respuesta.

Fue así que el rey al fin conoció a un esclavo que le agradara. 

Notas finales:

Todas las temáticas de la R27 Week 2021 formarán una misma historia.

Tengo la idea y espero poder completar todo en los días previstos, solo manden sus buenas vibras para que así sea.


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