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Sucio e inmoral (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Bajo una iluminación brillante, el cuerpo blanco de Yoichi comenzó a verse aún más delgado y bonito que de costumbre. Y cuando finalmente pareció sentirse deprimido porque no podía ver a Jungo, el hombre agarró su mano y lo llevó a la cabina de la ducha.

El lugar tenía cerca de 2 tatamis, por lo que había suficiente espacio para que entraran dos hombres adultos. Jungo, que no llevaba ropa, levantó el cabezal de la ducha y le echó agua caliente a Yoichi a lo largo de todo el cuerpo. Posteriormente, colocó una cantidad generosa de jabón corporal con una esponja sobre sus brazos y en sus piernas y comenzó a esparcirla hasta dejarlo todo blanco. Era vergonzoso y también, tenía que decir que se sintió un tanto emocionante.

"Eso..."

"Es un castigo por tu silencio. Parece que debo recordarte a quien perteneces".

Sus ojos se entrecerraron. No lo creía pero, ¿Estaba pensando en afeitar la zona a la que le había puesto espuma? Aunque se movió hacia atrás por puro reflejo, su espalda golpeó inmediatamente la pared de azulejos hasta hacerlo resbalarse. Jungo se paró frente a él con toda la intención de dejarlo sin escapatoria.

"¡No! Por favor, espera..."

Jungo nunca había lastimado su cuerpo, pero esta vez tenía una navaja. Era posible que se le resbalara de las manos.

Yoichi, que estaba tratando de escapar, fue presionado contra la pared por segunda vez para permitir que Jungo presionara la navaja contra la piel que estaba llena de espuma. La sensación de la hoja era fría y terriblemente aterradora.

"Como estás enojado, tus manos pueden volverse locas. No puedes ver muy bien porque te quitaste las gafas así que, yo..."

Era tan aterrador y vergonzoso que ni siquiera se podía relajar.

Cada vez que la máquina de afeitar comenzaba a moverse, se escuchaba el sonido de la piel y del jabón rompiéndose así que pareció no tener más remedio que apartar la mirada de sus piernas. Pero incluso si intentaba distraerse pensando en otras cosas, su conciencia solamente podía concentrarse en lo que pasaba, en el toque ligero de la navaja y en las cosquillas que subían hasta llegarle al estómago. Solo podía... Pensar que estaba en una situación impresionantemente anormal.

Después de un rato, volvió a poner la ducha sobre su cabeza. Era como si el chorro de agua estuviera atravesando su piel hasta dejarlo desprotegido.

"Abre los ojos y mira lo que estamos haciendo".

No quería ver eso. De verdad no quería verlo. Pero tampoco deseaba ir en contra de las órdenes de Jungo y hacerlo enojar todavía más.

Abrió los ojos y miró sus piernas.

No solo la parte baja, sino su pubis, que anteriormente estaba lleno de vello, ahora estaba tan limpio que había dejado al descubierto tanto su pene como sus bolas. Era un espectáculo extraño y, por tanto, hasta desagradable.

"Aunque dijiste que no te gustaba, te ves hermoso estando afeitado. Ya ni creo que sea un castigo."

"..."

Fue ridiculizado por una voz helada que hizo que sus mejillas se volvieran de un color rojo brillante. En respuesta al estímulo de ser afeitado con una navaja, los genitales de Yoichi se habían elevado casi sin pensar.

"Se siente delicioso..."

Mientras susurraba que su piel era parecida al terciopelo, Jungo había comenzado a trazar la piel que tenía expuesta utilizando las yemas de sus dedos. El pubis, que había estado protegido por su vello púbico todo esté tiempo, era extremadamente sensible a esos gestos así que se sintió como si todo el cuerpo le hubiera comenzado a temblar.

"¿Realmente vas a mostrarle a mi padre un cuerpo tan vergonzoso como este?"

"..."

"No, no tengo ninguna intención de mostrarlo a tu padre." Quería decir algo como eso, pero lo que le vino a la mente fue sobre lo avergonzado que estaría con Keisuke si apareciera frente a él mostrando algo como esto. Con solo imaginar la expresión de su suegro, tan llena de asombro, una sensación extraña recorrió su columna vertebral hasta provocar un éxtasis que le hizo cambiar a una forma completamente erecta.

"No puedes evitarlo."

Al parecer había adivinado el tipo de imaginación que tenía Yoichi simplemente por la reacción que había tenido. Cuando suspiró, finalmente le agarró de la barbilla y puso los labios encima de los suyos para hacer que su lengua se le enroscara como si fuera este el castigo por tener una imaginación tan inescrupulosa.

Umm!"

La lengua de Yoichi, que intentaba escapar de él, fue arrastrada a su boca y succionada con tanta fuerza que pensó que esta era su manera de mostrarle toda su ira y sus celos. Sus dedos tocaron sus extremidades inferiores hasta que sintió un calor intenso, un ligero hormigueo en la piel que tenía expuesta y por supuesto, un dolor impresionante en la punta de su pene.

"Hmm..."

Y luego fue retenido por sus manos agarrando su trasero.

Sus caderas se frotaban entre si y la pequeña redondez de su culo comenzó a amasarse con un par de dedos inquietos. Estaba goteando como si dijera que necesitaba desesperadamente a Jungo dentro de él.

Al ser castigado, Keisuke y Rika comenzaban a desaparecer lentamente de su cabeza hasta que ya no quedaba nada. Su cóccix comenzaba a moverse a toda prisa, y su caderas temblaban en una prueba de que quería más. Mucho más.

Jungo comenzó a insertar un dedo largo entre sus nalgas.

"Ah..."

Su ano se abrió, los suaves pliegues de su interior se frotaron y Yoichi sacó entonces un jadeó completamente aterrador y desesperado. El dedo que había hundido en su base se metió y se salió y la espalda se le movió igual a si estuviera ondulando. Y luego de un par de minutos, bombeando y trabajando para llevarlo al orgasmo, un placer agudo penetró en su cerebro hasta hacer que sus rodillas se doblaran y finalmente se cayeran.

Yoichi alcanzó el clímax cuando sus entrañas fueron profundamente golpeadas por las yemas de sus dedos.

"Ah..."

Se derrumbó y se hundió en el suelo de baldosas, jadeando y moviendo los hombros de arriba para abajo igual a si intentara respirar. Había pasado aproximadamente una semana desde la última vez que lo tocó, pero no podía creer que estuviera tan sensible.

"Ahora puedes pedirme perdón".

Cuando levantó los ojos, las lágrimas comenzaron a brotar de allí. Sin embargo, en lugar de decir algo como: "Lo siento." Miró el pene que estaba frente a él y se lamió. Realmente no pudo evitarlo.

"¿Qué? ¿Quieres lamerme en compensación?"

Preguntó Jungo, sonriendo al mirar el gesto tal codicioso de Yoichi. A Yoichi le preocupaba no poder leer los sentimientos de su cuñado a la perfección, pero al menos ahora no pareció sorprenderse con la extraña petición. En realidad, se sintió un poco aliviado de que no lo echara del baño por ponerse tan "confianzudo" con él en un momento que debió ser de solo castigo. Asintió con la cabeza y dijo:

"Por favor, déjame chuparte."

Quería hacer que Jungo lo perdonara. No importaba si para eso tenía que cumplir sus deseos o hacer que le diera ocho golpes... Y la verdad era que incluso disfruta del hecho de utilizar su propio cuerpo para pagar.

Y Jungo lo sabía.

"Está bien."

Con el permiso de su cuñado, Yoichi se acomodó con las rodillas alineadas en las baldosas y extendió la mano en su dirección. La envolvió en su pene, la subió y bajó lentamente los dedos con bastante suavidad... Era muy grande. La saliva brotó de su boca, como cuando tenía una comida deliciosa frente a él, acercó el rostro y luego comenzó a acercar también los labios.

"Um..."

Después de trazar cuidadosamente la forma de su pene, abrió la boca y le dio la bienvenida utilizando la lengua. Sin embargo, al principio pareció no conocer el truco de una buena mamada y terminó con un dolor impresionante en la garganta. No lo había hecho nunca desde que se conocieron pero esperaba hacerlo tan bien como para maravillarlo.

Al igual que como lo había hecho Jungo con él, se pegó a la punta y enredó la lengua en el tallo de su pene. Y cuando apretó sus mejillas y succionó con fuerza, el sabor peculiar del primer trago de semen apareció finalmente en la punta de su paladar. Era... El sabor completo de Jungo.
Su cuerpo comenzó a moverse lentamente hasta mojarse entre sus piernas. Trazó sus venas con su lengua, lo beso, lo sujetó y en cada nuevo movimiento, la voz de su cuñado diciendo "Estás mejorando" o "lo haces de maravilla", provocaba que sus ojos comenzaran a teñirse de placer y de una lujuria aterradora.

Al final, un suspiro que había caído por encima de su cabeza le hizo deducir que Jungo estaba sintiendo tanto placer como lo hacía él:

"Parece que te gusta tanto esto que lo sientes con solo sostenerme un poco con tu boca".

La saliva que no había logrado tragarse se estaba derramando por el borde de su boca así que seguramente debió tener una apariencia más que lamentable para ese momento. Jungo tenía una mano en su cabeza y lo empujaba al ritmo de lo que le estaba haciendo sentir mejor.

"Ah..."

La garganta de Yoichi se secó ante el estoico gesto masculino de un hombre que pareció ansioso por controlarlo.

Quería que esto fuera fuerte y tenso.

Quería que llenara la dolorida cueva de su carne y que el intenso ardor en su parte interior se convirtiera en deseo.

"¿Estás listo para recibirme ya, cariño? Pareces ansioso."

"... Sí."

Y poniéndose de pie, como un sonámbulo, le dio la espalda a Jungo.

Apoyó una mano en la pared y abrió sus nalgas con la otra. Pero entonces, el ano que pareció estar palpitando se onduló como si hubiese recibido un tirón desde dentro... No era un secreto que con solo sentir la mirada de Jungo encima de él le llegara un sentimiento extremadamente sexual.

"Tu ano se está poniendo rojo. Incluso está apretando. Dios, es tan lindo ¿No me digas que tenías la intención de mostrarle a mi padre esto también? ¿Es la manera en la que seduces a la gente?"

"No..."

El semen ya habían empezado a gotear sobre el azulejo porque su pene estaba bien levantado. Al parecer, incluso ser ridiculizado por sus palabras provocaba una excitación que se sentía honestamente terrible.

"No puedo confiar en ti. Incluso si lo niegas con tu boca, tu cuerpo es honesto".

Cuando le metió los dedos, la sensación de estarse abriendo hizo que se retorciera como si estuviera a punto de caer.

"Lo pondré, así que continúa extendiendo tu culo por ti mismo."

"Ah..."

Jungo le ordenó que metiera los dedos dentro de justo como lo había hecho él hace un momento. El apretón que pareció recibir provocó que abriera la boca y gritara:

"¡Espera!"

"Tu interior es completamente visible desde este ángulo. Tienes un color riquísimo".

"Ah, espera... Ah..."

Contra el trasero de Yoichi, que se estaba moviendo como si fuera una gata en celo, Jungo empujó la punta de algo que reemplazó sus dedos.

"Ah, ah..."

Mientras esparcía un sonido húmedo por la habitación, se sintió romperse igual a si Jungo estuviera intentando alinear todos los pliegues de su carne utilizando la verga. Pero incluso si no estaba acostumbrado a esta situación, el calor que había caído gracias a la anticipación de lo que venía a continuación hizo que temblara de nuevo. La forma del pene que acababa de saborear con sus labios revivió en su mente y comenzó a empalmarse con la sensación de cuando lo embestía sobre la cama de su cuarto. Y cuando pensó que esa parte dura y grande estaba entrando en él, finalmente dentro de él, el placer surgió de las profundidades de su cuerpo hasta casi hacerlo rogar.

Giró la mano que empujaba sus nalgas y la bajó hasta mantener presionada la base de un pene que pareció estar a punto de estallar.

"Ah, ah, ah..."

Jungo lo atravesó, aplastó sus caderas y fue hasta la parte más profunda de su cuerpo.

La inserción era más fuerte de lo habitual porque probablemente la posición era perfecta para eso. Yoichi apretó su pene una vez más y se dejó llevar por la sensación de su membrana mucosa apretándose con fuerza mientras Jungo, en la parte de atrás, gemía en una voz baja y extremadamente dulce. Sintió el sonido brillante de su placer y el aliento áspero que sacudió incluso el lóbulo de su oreja. Después de eso, Yoichi ya estaba jadeando contra los azulejos mientras se las arreglaba para soportar las ganas de ponerse a eyacular. Sin embargo, los dedos que sostenían su pene temblaron.

"¿Qué estás haciendo?"

Respirando en su hombro, Yoichi escuchó la voz sospechosa de Jungo detrás de él. Intentó tomar su mano para arrancarle los dedos que estaban tocando su pene pero Yoichi negó con la cabeza y se resistió.

"No... No, no puedo soportarlo si no hago esto ..."

"¿En serio?" Preguntó Jungo en tono humorístico. "Eres tan... Cuando estoy contigo, a veces me asusto."

"¿Eh...?"

No podía entender lo que significaba la oración. Es decir ¿Podía un hombre como Jungo, que siempre era tranquilo y racional, ponerse temeroso de él?

"Eres tan sensual que no sé qué hacer. Aunque supongo que será suficiente con hacerte venir hasta que quedes bien vacío".

Dijo Jungo antes de que Yoichi preguntara.

Yoichi dejó de intentar tocar su pene y en su lugar, permitió que los dedos de su pareja acariciaran la masa de sus testículos.

"Ah, ah, ah."

Una vez que comenzó a moverse, no pudo seguir pensando en las palabras de Jungo. Era como si su pene, que estaba perforando el interior de su cuerpo, le hubiera drenado toda la conciencia mientras lo empujaba hacia arriba y lo bajaba hasta intentar hacerlo llegar.

Y unos segundos más tarde, Jungo vertió una generosa cantidad de semen dentro de él.

"Uh... ¡...!"

Y tan pronto como se rompió el vínculo, Jungo abrazó un cuerpo que estaba a punto de caerse.

Lavó todo el semen en la ducha, lo cargó entre sus brazos y lo llevó de inmediato hasta la cama. Pero cuando se besaron, Jungo comenzó a excitarse de nuevo y eso, lógicamente, los llevó a la segunda vez. Lo penetraba cambiando de posición y le golpeaba el trasero en una prueba de lo enorme que era su lujuria. Lo hizo sentir confuso y después de eso, incluso comenzó a moverse como si su conciencia empezara a alejarse constantemente de su cuerpo. No había final, incluso si llegaba el climax. Y como dijo Jungo, la relación pareció continuar incluso después de que no hubiera nada que sacar de su pene. Era un sexo fuerte y rudo, como si tratara de dominarlo con placer hasta desgarrar su cabeza.

"Ah, ah, ah, ya voy a..."

El clímax sin eyaculación era interminable. Aunque ya no tenía el poder de venirse, llegaba al límite siempre que Jungo se metía muy dentro de él. Su pierna izquierda estaba sobre su hombro y un punto que pensó que estaba bien oculto, pareció comenzar a ser frotado una vez y otra vez y otra vez hasta que comenzó a acostarse y avergonzarse y, por consiguiente, incluso trató de escapar. Aunque cada vez que intentaba hacerlo, su cuñado lo agarraba por la cintura y lo empujaba hacia arriba hasta hacerlo gritar:

"¡Espera! Solo... ¡Ah!"

"Ojalá pudiera romperte y construirte de una forma que fuera únicamente para mí".

No había ira ni odio en su voz, sino apego.

"Jungo..."

Cuando miró hacia arriba, con sus ojos llorosos, Jungo frunció el ceño por un momento. Antes de pensar en el significado de esa expresión que pareció dolorosa, la piel se empujó hacia arriba con la fuerza de un golpe que le hizo llorar.

"Ah, ah, ah..."

No importaba cuántas veces suplicara que se detuviera, no lo escuchó. Y en su lugar pareció ponerse a jadear hasta que su voz se volvió muy borrosa.

Al perder el conocimiento, Yoichi finalmente fue liberado.


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