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Sucio e inmoral (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Keisuke estaba mimando mucho a Yoichi. 

Al parecer estaba tan preocupado por su estado de salud que lo invitó a comer y luego lo mandó personalmente a su casa. Era casi como si pensara que era una mujer.

La temperatura corporal de Keisuke impregnó el hombro que le había tocado. Era una calidez cómoda, incluso en un taxi con aire acondicionado. Pero aunque en otra situación esto no hubiera importado, hoy estaba siendo extrañamente consciente de su suegro y de su respiración pegando justo en la punta de su oreja. A menudo interactuaba con clientes de la misma edad que Keisuke y también había caído borracho en manos de sus compañeros, pero nunca se había sentido igual a como cuando estaba con él. Así como Jungo, Keisuke era una existencia anhelante para Yoichi. Cuando era estudiante, el hombre ya era uno de los contadores más importantes de la industria. Uno de los libros que había leído en la universidad resultó ser escrito por Keisuke, las conferencias eran impartidas por él y después de conocer a Jungo, le sorprendió descubrir que incluso era su padre. Tal vez era por lo mucho que lo admiraba, pero, cuando estaba con él, sus sentimientos eran tan confusos que no podía seguirles el paso. Hasta ahora era evidente que el tiempo que pasaba con Jungo también era especial y sin embargo, después de esa noche, la relación con él se volvió tan tensa que hasta había terminado por descuidar su salud. Y por esa razón, la gentil calidez de Keisuke lo estaba calmando hasta casi arrullarlo.

No había tráfico en las noches de los días laborables y el taxi había comenzado a avanzar sin ningún problema. Mientras sentía la temperatura corporal de Keisuke sobre su cuerpo, sus párpados se volvieron tan pesados que pensó que definitivamente iba a quedarse dormido. No solo había sido por el alcohol, sino también porque estaba tan nervioso que no pudo dormir nada en la noche. Pensó que podría controlar un poco la situación si cerraba los ojos, pero, antes de darse cuenta, incluso ya estaba roncando.

Cuando se despertó, con un ligero movimiento de su hombro y una voz diciendo "Yoichi-kun" descubrió que realmente estaban ahora frente a su apartamento. 

"Lo siento. Debió ser pesado tenerme cargando."

"No. Eres muy ligero."

Fue vergonzoso quedarse dormido de esa manera junto a él, así que se apartó lo más lejos que pudo. Sin embargo, también comenzó a sentirse mal por perderlo cuando lo había estado calentado tanto.

"Gracias por llevarme a un lindo restaurante hoy y gracias por estar conmigo. Disfruté hablar y me gustaría... Hacerlo de nuevo alguna vez".

Pensó que sería molesto si le dijera que esperaba que se vieran de inmediato. Después de todo, Keisuke estaba lo suficientemente ocupado con sus apariciones en televisión y escribiendo libros, además de su negocio principal que era la consultoría de negocios. Yoichi estaba arrepentido pero muy agradecido de que Keisuke lo cuidara y se tomara el tiempo de estar con él.

Lentamente, bajó del taxi. 

Keisuke, en el auto, levantó la mano para despedirse. Y mientras continuaba teniendo una leve sensación cálida de que los dedos de Keisuke aún permanecían sobre sus hombros, Yoichi se quedó parado para poder verlo partir.

"¿Con el permiso de quién fuiste a ver a mi padre?"

Una voz baja, arrastrándose desde atrás, hizo que Yoichi diera un brinco bastante pronunciado. Por supuesto, podía entender de quién se trataba sin necesidad de darse la vuelta. Era Jungo. Los sentimientos alegres se dispersaron de inmediato y su mente, todavía medio dormida, se despertó.

"¿Por qué...?"

Cuando todo su cuerpo se congeló y luego se solidificó, Jungo se acercó a él para tomarle de la mano. El taxi de Keisuke ya había doblado la esquina, dejando una imagen residual de la luz trasera por la calle.

"¿Por qué no lo rechazaste? Tenías una cena con una empresa muy importante. No parece que estés siendo cuidadoso en absoluto".

La expresión de Jungo era honestamente aterradora. 

"... Jungo".

¿Por qué apareció en este momento y por qué sabía que fue invitado por alguien más? Lo único que podía entender, por supuesto, era que Jungo no estaba de buen humor. 

"¿Dejas de ser profesional cuando estás fuera de la oficina?"

"Lo siento".

Una expresión helada estaba flotando en el rostro de Jungo cuando se volvió hacia Yoichi. 

"¿Por qué te disculpas así?"

"Yo..."

"En ese caso, deberíamos seguir en la habitación ¿No te parece?"

Y así, lo arrastró por la entrada del condominio. 

Jungo no lo soltó mientras ingresaba su PIN, tal vez porque pensó que Yoichi huiría. Pasaron por el vestíbulo de entrada y tomaron el ascensor sin separarse. Jungo, que permaneció en silencio, lo estaba tratando de tal manera que ni siquiera podía hablar y mucho menos atreverse a poner alguna excusa. Actualmente, Yoichi vivía solo en un condominio recién comprado luego de la muerte de su madre. Cuando se casara con Rika, entonces definitivamente se mudarían a una nueva casa que fuera más grande y más bonita también. Por supuesto que eso ya había quedado en el pasado.

Jungo, que había venido muchas veces, se bajó del ascensor, sacó a Yoichi y se dirigió a su departamento sin detenerse a pensar. Mientras abría la puerta principal, sus dedos temblaron tanto que finalmente pareció darse cuenta de la existencia de Jungo esperando detrás de él. Incluso la manija se le resbaló y la llave terminó en el piso.

"Espera..."

Pero Jungo se deslizó silenciosamente a un lado de Yoichi, quien tenía la espalda recargada en la puerta, abrió, lo llevó a la sala como si él fuera el dueño y lo sentó en una silla. Durante el día, la habitación era sofocante, pero ahora había un aire helado alrededor de Jungo.

"¿Por qué estuviste con mi padre?"

Preguntó Jungo después de que encendiera el aire acondicionado. Como de costumbre, estaba inexpresivo, pero había una ira terrible en sus ojos al mirar a Yoichi. Tal vez... Incluso era la primera vez que lo notaba de esta manera. Yoichi resopló y abrió la boca, pensando por dónde empezar. 

"Recibí una llamada de mi suegro este lunes."

"Ja, no puedes llamarme cuñado por más de un minuto ¿Y a él lo llamas suegro?"

"Eso es..."

Yoichi estaba confundido porque le había mostrado una sonrisa sarcástica y porque, además, no se había dado cuenta de que lo llamó así en lugar de Keisuke. Jungo resopló al ver que Yoichi estaba estancado.

"¿Y?"

"Me invitó a comer".

"¿Por qué no me lo dijiste? ¿De qué hablaste con él?

Al final del tono de Jungo, la rivalidad hacia Keisuke aparecía y desaparecía una y otra vez. Sonaba celoso. Por supuesto, ese no debería ser el caso.

"Sobre el trabajo, sobre películas y de libros..."

Respondió mientras revisaba en su mente la conversación con Keisuke. Parecía un estudiante castigado que estaba siendo reprendido por un maestro.

"Sobre Rika-san también... Pero solo me dijo que todavía pensaba en mí como parte de su familia."

Estaba siendo honesto, pero por supuesto, nunca habló de lo que habían dicho sobre Jungo. Keisuke y Jungo eran padre e hijo, tan cercanos que confiaban el uno en el otro. Aun así, Jungo no se sentiría bien si supiera que se hablaba de él en ausencia de si mismo. 

"¿Le confesaste a mi padre que querías posponer tu matrimonio con Rika?"

"No. No lo dije."

Podría haber sido una gran oportunidad para confesar. De hecho, se le habían presentado varias oportunidades para contarle todo a Keisuke y en cada una de ellas sintió que no tenía el valor ni la fuerza.

"¿No tratas de expiar tus pecados con mi padre de la misma manera que lo estás haciendo conmigo? Digo, parece que te gusta mucho."

"¡Yo no hice eso con él...!"

Ya que había gritado, Yoichi levantó la cara como si estuviera arrepentido por eso. Jungo entrecerró los ojos y habló otra vez:

"¿Y cómo puedo confiar en ti?"

"Yo ..." 

"Voy a tener que revisar."

Aunque no estaba aceptando el acto con Jungo, no podía discutir contra él. Es decir, el mismo Yoichi sabía que su cuerpo ya estaba siendo remodelado de manera terriblemente indecente en solo tres encuentros. Sin embargo, los sentimientos hacia Keisuke eran de un anhelo que no se podía detener y seguramente Jungo lo sabía.

"¿No me escuchaste? Quítate la ropa. Necesitas un castigo por tus acciones".

Pero Yoichi tomó un pequeño respiro.

"¿No puedes mostrarme tu cuerpo porque te acostaste con mi padre?"

"¡No!"

Pero aunque lo negó de inmediato, no pudo obedecer las órdenes de Jungo. Lo estaba mirando con la sensación de estar pidiendo por un cambio de opinión, pero Jungo ya parecía estar esperando a que Yoichi se quitara la ropa. Definitivamente no había lugar para concesiones y al contrario de lo que pensó que podía lograr, sintió que le levantó la barbilla con un gesto arrogante y luego volvió a ordenar con un grito. "¡Quita tu ropa!" Así que Yoichi no tuvo más remedio que desatarse la corbata, incluso ocupando unas manos que no dejaban de temblar.

Estaba tan nervioso que le tomó mucho tiempo desabrocharse la camisa. 

Cuando se quitó la ropa de la parte superior del cuerpo, dudó sobre lo que tenía que hacer a continuación. Era vergonzoso estar desnudo frente a un hombre que ni siquiera se había aflojado la corbata.

"¿Qué pasa? ¿Me quieres hacer enojar?"

"No..." 

Con vergüenza, desabrochó sus pantalones y se los quitó.

La piel, que estaba siendo acariciada por el aire acondicionado frío comenzó a ponerse de gallina:

"Vamos".

Jungo se acercó a la silla mientras miraba los dedos de sus pies descalzos. Sintió su mirada por todo su cuerpo, desde sus hombros hasta su pecho y desde su cintura hasta sus piernas. 

"A primera vista, no parece que te hubieras acostado con mi padre."

Esperaba que eso detuviera el castigo, pero Jungo de repente se puso de pie, lo agarró por la muñeca y lo acomodó como si fuera un muñequito. Era una antigüedad británica que además le encantaba a su madre. También era el único recuerdo que tenía de ella por lo que no había logrado deshacerse de él cuando se mudo a este condominio.
Cuando escuchó el sonido de su ropa cayendo y finalmente levanto la cara, descubrió que Jungo acababa de quitarse la corbata para tomar la de Yoichi también, que se había caído al suelo.

"Siéntate allí, abre ambas piernas y colócalas en el apoyabrazos."

Pero aunque era una orden desagradable, Yoichi obedeció de inmediato. Esta era también una de las expiaciones y como tal, debía obedecerlo para que no se volviera en algo muchísimo peor. Sin embargo, si colgaba ambas piernas en los reposabrazos de madera, izquierdo y derecho, naturalmente haría que su cintura estuviera bien levantada.
Jungo, al frente, podía ver todos los huecos expuestos bajo sus extremidades.

Entre ambas piernas, la línea de visión de Jungo estaba bajando hasta el lugar más vergonzoso de su cuerpo. Y eso no solo alimentó la vergüenza dentro de él, sino que también hizo que la elevación de su cuerpo se viera un tanto exagerado. ¡Estaba tan ridiculizado por él que su cara se puso roja!

"Espera, por favor espera..."

Jungo usó las corbatas y ató la mano derecha y el pie derecho de Yoichi, y la mano izquierda y el pie izquierdo a los apoyabrazos respectivamente. Ya no podía resistirse ni cerrar los muslos. El respaldo y la superficie del asiento eran anchos, por lo que aunque no estaba apretado, la postura cercana a doblarse por la mitad era difícil.

"Tu parte vergonzosa es completamente visible. Eres muy lindo".

Jungo entrecerró los ojos, incluso sin quitarse los lentes. Yoichi estaba tan avergonzado que contuvo la respiración y se mordió la boca. Además, el centro de su cuerpo pareció comenzar a doler. 

"Tienes una figura preciosa. Muéstrame."

"... Ah."

Cuando tocó su pecho, el cuerpo atado a la silla rebotó un poco para arriba. Jungo lo había enseñado a sentirlo todo sin necesidad de esforzarse demasiado y era tan sensible, que incluso una camisa frotando podía hacer que sintiera cosquillas. Como dijo la última vez, era seguro que podía ponerse a eyacular simplemente por jugar con sus pezones. Le frotó la areola de color pálido, le acarició la punta con la yema del dedo y lo amasó hasta que los dedos de ambas piernas, que se abrieron, se redondearon con fuerza hasta quedar en garras.

De hecho, cada vez que el dedo del hombre lo retorcía, reaccionaba bruscamente con todo su cuerpo. Como en una convulsión.

"Tu sensibilidad sigue siendo buena. Realmente hice bien mi trabajo".

"Um..."

"Ya te estás mojando."

Aunque todavía no había sido tocado, su ano se hinchó de excitación, se contrajo y luego hizo que la punta de su pene goteara de semen.

"Se desborda cada vez más. Es viscoso."

"Ah, ah, ah, ah."

Las manos de Jungo estaban entrelazadas en el pene de Yoichi.

Aunque era insoportable por si mismo, fue muchísimo peor cuando su lengua volvió a arrastrarse por su pecho lentamente... Los dedos de sus pies se pusieron en curva y su miembro, completamente deformado, goteo desde la punta hasta hacer un sonido húmedo al compás de las caricias de su cuñado. 

"Ah, ah, ah, cuando tocas allí..."

El dolor y el placer habían comenzado a esparcir chispas que hacían que sus ojos brillaran. Y aunque había logrado soportar el impulso de eyacular a la perfección, Yoichi fue llevado al límite por unos dedos que parecían conocer muy bien sus debilidades y puntos buenos. E impulsado por el deseo de liberarse, su esbelta cintura se le balanceó hacía adelante sin que se diera cuenta, tembló y después comenzó a jadear del miedo que le ocasionaba pensar que lo tratara agresivamente en caso de portarse mal. Sin embargo, Jungo solo dejó que Yoichi respirara.

Tomó la caja de pañuelos del aparador y lo rompió para poder ocuparlo ¿Qué iba a hacer con eso? Cuando vio a Jungo regresar con un pañuelo, no pudo evitar imaginar lo peor.

"Como castigo, vamos a disciplinar este lugar."

La punta, que estaba empapada con su semen, fue atada con un papel enrollado en una especie de "cadenita." Su expresión facial se desmoronó.

"Oh por Dios, oh por..."

"Te ves feo cuando arrugas la frente así. Tienes que aguantarlo solo por un poco".

"Ah..."

Jungo manipuló el papel mientras sujetaba una cintura inquieta. Yoichi gritó, sus piernas se abrieron mucho más que al inicio y una sensación que nunca había experimentado, comenzó a subir por su cabeza hasta dejarla completamente en blanco. 

"Si te vuelves loco, te lastimarás. Intenta respirar como te dije".

"Ah, ah..."

No podía decir que hubiera sido amenazado, pero igual temía que llegara a lastimarlo si se movía más de la cuenta. Ni siquiera podía hablar y mucho menos relajarse o respirar hondo. Solamente estaba jadeando y gritando: "¡No puedo hacerlo! ¡De verdad no puedo!"

"Eres un buen chico. Solo tienes que seguirme."

El dolor y el placer se unieron cuando una dulce voz resonó en el tímpano de Yoichi, que estaba a punto de ponerse a llorar. A pesar de que Jungo era el culpable de todo esto, pareció haber decidido actuar un poco más suave así que movió lentamente el papel e hizo que su pene se agitara hacia adelante y hacia atrás de una manera un tanto "tierna." Como en un masaje. Yoichi tembló. 

"¿Hmm? ¿Toqué un buen lugar?"

"U... Um..."

Fue un placer abrumador que pareció quemarle los nervios. Ni siquiera podía responder porque todo su cuerpo temblaba y sus dientes parecían estar superpuestos. El tallo de su pene, atravesado por el papel, estaba dolorosamente coloreado de rojo y parecía hasta palpitar cuando lo tiraba para adelante. Fue un espectáculo terriblemente obsceno y cruel. Pensaba que no debería tratarlo de esta manera.

"¿Qué pasa, Yoichi?"

"Ah..."

Jungo volteó el papel utilizando las yemas de los dedos. La vibración hizo que el esperma intentara dispararse una vez más y Yoichi, que estaba más confundido que al inicio debido a la sensación, dejó que la saliva se derramara del borde de unos labios que no podía cerrar. 

"Yo, yo..."

Se sentía muy bien.

La sensación de eyaculación aumentó repentinamente al ser honesto sobre lo mucho que disfrutaba de la masturbación e incluso el clímax pareció subir por su cintura hasta terminar por mostrárselo todo a su cuñado. 

"Ah, ah, ah."

El cuerpo de Yoichi rebotó con un impulso que pareció casi hacerle caer de la silla. Sin embargo, dado que la apertura seguía sellada con un trozo de papel muy duro, no pudo eyacular de la manera que quería. Y fue doloroso, incluso si eso le ofrecía una aterradora sensación de éxtasis al final.

"¡Ah!"

Pero en lugar de que eso terminara pronto, el clímax continuó durante mucho, mucho tiempo más. No podía bajar, ni respirar y solo era consciente de como Jungo le acariciaba las mejillas como para hacerle controlar los temblores de su cuerpo. Era fácil sentir como si sus nervios estuvieran siendo expuestos. 

"Estás siendo castigado, pero no quiero ocasionarte un recuerdo terrible. Además, esta es la silla de tu madre, ¿No es verdad? Sí, una vez me dijiste que a ella le encantaba. Si tu madre, que era una persona con un fuerte sentido común y moral, estuviera viva, se habría puesto furiosa de verte estropearlo así. No creo que estuviera satisfecha con este acto tan desviado por parte de su hijo."

En realidad, los valores e ideas morales plantados por su madre todavía estaban profundamente arraigados en Yoichi y eran los que guiaban sus pensamientos y sus acciones. Por eso pensaba que estaba mal y por eso estaba arrepentido aunque su cuerpo le dijera que no tenía razón para seguir así.

"Al parecer es un castigo insuficiente."

Cuando sus ojos se levantaron lentamente, pudo ver a Jungo de pie frente a él y agarrando sus muslos un poquito más...

Se desabrochó el pantalón.

"No, no, no lo pongas..."

Solamente deseaba que quitara ese papel que bloqueaba la punta de sus genitales. Deseaba correrse y luego...

Y luego...

"Por favor..."

"No tienes derecho a pedir nada".

"Jungo..."

Tirando del trasero de Yoichi para ajustar la posición, Jungo empujó la punta entre sus nalgas.

"No, no, no, espera..."

La estrecha membrana mucosa de su ano se lo abrió y de inmediato comenzó a aparecer una fuerte sensación de crujido cuando frotaron los pliegues internos de su cuerpo hasta hacerlo escurrir en semen y otros fluidos que no conocía. Sin embargo, no fue tan doloroso como temía. Antes de darse cuenta, la verdad es que ya se había acostumbrado.

A pesar de ser llamado "Expiación", Jungo nunca lastimó el cuerpo de Yoichi y solo le dio los placeres calientes que nunca hubiera imaginado conseguir. Las palabras y hechos que humillaban a Yoichi se habían vuelto sensuales y las manos, que eran malvadas, se transformaron por completo en algo agradable. No, posiblemente nada había cambiado, era solo que lo estaba disfrutando porque había movido algo en él que ni el mismísimo Yoichi conocía. Una naturaleza codiciosa y lasciva que se ocultaba bajo una apariencia tranquila y mediocre. 

"Eres estrecho. Parece que es verdad que mi padre no pudo entrar en ti. Está... Tan difícil".

"Ah, ah..."

Su membrana mucosa se contrajo con fuerza y ​​envolvió su pene. Jungo repitió:

"Está demasiado apretado. ¿No lo quieres? ¿Por qué estás siendo un problema hoy?"

"¡No lo sé! Yo no... ¡Ah!"

Estaba sorprendiendo sobre lo fascinante que era el sentir como si su sangre estuviera hirviendo por todo su cuerpo, subiendo, asfixiando sus pulmones y haciendo que la parte de atrás de sus párpados fuertemente cerrados se pusiera a brillar. Si el lugar donde salía su esperma no hubiera estado bloqueado, habría estado eyaculando como un loco.

Y sintiendo la señal de que Jungo estaba tratando de salir de su trasero, Yoichi torció su cuerpo atado a la silla y lo detuvo desesperadamente. La silla de su madre crujió con mucha fuerza.

"¿Odias que lo saque? Entonces, ¿Qué quieres que haga?"

"Ah, quiero sentirme bien..."

"Invítame a hacerlo."

Estaba impaciente, a mitad de camino, y la parte más íntima de su cuerpo, con la que estaba jugando Jungo, dolía demasiado. Se estaba muriendo por esa cosa ardiente y dura dentro de él.

"Oh... Cuñado, por favor ve hasta el final. Por favor."

"Que sucio."

Jungo entrecerró los ojos y se burló de él. Tenía una expresión llena de la sensualidad de un hombre cruel pero satisfecho, así que tuvo que rogar más para conseguir que lo agarrara de las rodillas y le diera justo lo que estaba pidiendo. 

"Ah..."

Hizo un ruido que le hizo querer taparse los oídos.

Lo perforó hasta el final, frotando los suaves pliegues que temblaban de placer dentro de su ano y saliendo lo necesario como para darle el placer correcto. Jadeó, dejó que lo atravesara con fuerza y ​​luego, que lo hiciera de nuevo pero para llegar a partes más alejadas. Yoichi lloraba y jadeaba de placer. Era como si su cuerpo estuviera tratando de redimir los placeres que no se podían obtener con la eyaculación haciéndole sufrir de espasmos. 

"Pobre. Ya lo tienes de color rojo brillante".

"¡Ah!"

El tallo de su pene, que todavía no podía eyacular ni marchitarse, fue trazado con las yemas de sus dedos hasta que hubo una sensación como de descarga. Igual a si le estuvieran pasando una corriente eléctrica desde su trasero. Gritó y nuevamente, su semen se desbordó y mojó el papel que estaba intentando evitar esto en primer lugar.

"Espera, espera sácalo. ¡Sácalo Jungo! ¡Ah!"

"¿Quieres que lo saque o odias que lo haga? Tienes que ser más honesto."

Jungo se burló de él, pero igual parecía muy decidido a hacer lo que quisiera que hiciera. Cuando el papel estuvo a punto de caerse, la cintura se le dobló y Jungo lo volvió a empujar hacia arriba.

"Ay."


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