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ATADURAS - ASPROS X MANIGOLDO por DANI DARKRAI

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Notas del capitulo:

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SANTUARIO DE ATHENA


Al pasar las semanas, Athena anunció ante todo su ejército la ocupación de todos los santos dorados quienes finalmente estaban listos para ejercer misiones en contra de otros dioses quienes deseaban gobernar la tierra. Así mismo dio la noticia sobre la batalla ceremonial la cual será efectuada dentro de 5 días.


Conforme pasaban los días, Albafica no podía ocultar su decepción al ya no ver al guerrero de cáncer rondar por su casa zodiacal, sabía que su rechazo se debía a las palabras hirientes que confesó, pero en el fondo no deseaba que desapareciera de su vida.


Una noche el joven piscis, tomó la decisión de salir de su templo para ir en busca del cuarto custodio de cáncer. Necesitaba despejar sus dudas y la única forma de hacerlo era encarar a su compañero, pero al llegar al templo de cáncer sus expectativas cayeron por completo.



Los rumores de muchos guerreros mencionaban la casa de cáncer como una entrada al inframundo, debido a su atmósfera de muerte y dolor. Pero el interior de su templo estaba iluminado por pequeñas esferas de fuego fatuo, quienes ayudaban a trascender a todos los espíritus que llegaban allí en busca de consuelo.


 


- Que extraño... No entiendo por qué tiene tan mala reputación.


 


Sus sentidos se pusieron en alerta al sentir como era abrazado a sus espaldas. Todo aquel que tenía el mínimo contacto perecía con rapidez debido a su sangre envenenada y un santo dorado no sería la excepción. No obstante, podía sentir como era abrazado con más fuerza sin escuchar algún quejido de su parte o el desplome de su cuerpo ante su veneno.


 


-¿Te sorprende mi resistencia? - susurró en voz baja sintiendo la rigidez del cuerpo del menor debido a su miedo - lamento haberte sorprendido - con rapidez lo liberó permitiendo que volteara a verlo de frente - me alegra verte en mis dominios


 


- ¿Cómo?... ¿cómo es que no saliste lastimado por mi poder? - su mirada expresaba confusión


 


Manigoldo sonrió levemente ante su pregunta, señalando con cuidado un anillo que portaba en uno de sus dedos. Este tenía una pequeña gema en él.


 


- Es un amuleto creado en los dominios del inframundo. Tiene el poder de absorber todas las habilidades del ser quien la porta, es decir ya no poseerás tu habilidad de veneno. - al verlo confundido por sus palabras, decidió darle un ejemplo de su inmunidad tomando con cuidado su mano derecha para depositar un suave beso - finalmente puedes tocar a otro ser humano sin lastimarlo


 


-Pero eso es imposible... Si realmente existía una forma de evadir mi poder, ¿por qué el patriarca no me ayudó en proteger a mi padre? ¿Por qué Athena no hizo nada? - Asumir que sus superiores se negaron en darle la posibilidad de convivir con sus compañeros, lo hacía experimentar emociones demasiado dolorosas.


 


Sin poder evitarlo gritó con fuerza, cubriendo su rostro en un intento de controlar la furia que lo carcomía por dentro. Su diosa nunca tuvo la decencia de darle un poco de felicidad para permitir unir su vida con algún compañero. Y además permitió que asesinara a su padre para tomar el manto de piscis. Era demasiado cruel.


Manigoldo solo podía observar con tristeza el sufrimiento de su querido omega al enterarse de la dura realidad. Desde su llegada al santuario siempre se preguntó porque su maestro no ayudó Albafica a controlar su sangre envenenada. Tal vez pudo disfrutar convivir con más amigos o encontrar alguien a quien amar, pero la respuesta que recibió fue un duro golpe "son órdenes de la diosa Athena, ella desea que piscis se encuentre en completa soledad"


 


-Albafica...lo lamento tanto - con cuidado, tomó sus manos para ver de frente su rostro lleno de lágrimas -


 


- ¿Por qué me ayudas? ¿Entiendes que desobedeciste las órdenes de la misma Athena y que serás castigado por ello? - desvió su mirada al suelo avergonzado por ser visto en un estado tan deplorable


 


- ¿En serio crees que me importa eso?, no me interesa saber que seré azotado por desobedecer su tonta regla, solo quiero hacerte feliz – al sentirlo más calmado liberó sus manos y las llevó a sus mejillas - Albafica, enserio me gustas mucho, haré todo lo posible por ser alguien digno de ti. Y si eso significa desobedecer la leyes, no dudes que en verdad lo haré.


 


- Eres un idiota... ¿entiendes que no puedo ofrecerte nada más que mi belleza? - derramó unas cuantas lágrimas.



- Creo que tú eres quien no lo comprende. Jamás te alabe por tu atractivo físico o tus rasgos suaves... la primera vez que intente cortejarte no dudaste en rechazarme cruelmente por lo impulsivo que fui, eso me demostró tu fortaleza como un omega. Una persona fuerte que no tendría problemas en cuidarse a sí mismo - le dedicó una sonrisa sincera, atreviéndose a besar su frente como símbolo de respeto - para mi tu eres alguien perfecto.


 


Al pasar unos minutos en silencio, Albafica no pudo resistirse en abrazarlo con fuerza, disfrutando por primera vez el calor corporal de otra persona. Era alguien que lograba transmitir una tranquilidad que jamás esperó experimentar. Y se daba cuenta que Manigoldo había estado esperando todo este tiempo que él diese el primer paso.


Ante su calma, el guerrero de piscis inclinó su rostro para unir sus labios suavemente, esperando transmitir los nuevos sentimientos que tenía por el canceriano. Beso que no tardó en ser correspondido. Siendo abrazado con firmeza por su cintura baja, logrando así intensificar más su contacto.


Su contacto inició como una simple demostración de cariño anhelado por ambos guerreros, pero conforme avanzaba el tiempo el mismo instinto los obligaba en desear un contacto más íntimo y desesperado.


Al separarse, ambos respiraban con dificultad. El menor ocultaba su rostro entre los hombros del canceriano, se sentía avergonzado por experimentar tantas emociones que no alcanzaba a procesar. Realmente deseaba tener a Manigoldo a su lado, pero asimismo temía que su propio instinto lo obligara a perder la poca cordura que aún conservaba.


 


- Podemos detenernos aquí - susurró con suavidad sobre su oído, al mismo tiempo que jugaba un poco con sus cabellos - no debes forzarte si aún no estas listo, después de todo es la primera vez que compartes un contacto físico -


 


- Es verdad...no creo estar listo para este compromiso - suspiró levemente al sentirse más tranquilo.


 


Manigoldo permitió que su compañero permaneciera junto a él por unos minutos más brindándole calma. No obstante, poco después lo tomó de los hombros para separarlo, arrodillándose a sus pies para sujetar con firmeza su brazo derecho.


 


- Albafica de Piscis... – pronunció serio, arrodillándose ante él y sacando el anillo que hasta ese momento poseía en su dedo. Para luego tomar su mano. – ¿Puedes aceptarme como tu alfa? Prometo que daré todo de mi parte para respetarte y cuidarte el resto de mi vida.


 


- Eres un tonto... - no pudo evitar mostrarle una sonrisa de felicidad, aceptando por completo los votos de compromiso - Manigoldo de Cáncer...te acepto como mi Alfa.


 


Ante su respuesta, conmovido, puso el anillo en su anular. Levantándose del suelo para tomarlo en sus brazos al estilo nupcial y llevarlo a su habitación. Tenía en claro que cumpliría su promesa en no tocarlo a menos que él lo autorizará primero, pero al menos deseaba poder descansar a su lado.


Pasaron las semanas. Y muchos aspirantes a caballeros de Athena lograron completar su entrenamiento, consiguiendo el título de caballeros de bronce. Entre ellos se encontraban 2 santos de bronce que sobresalían de todos sus compañeros. El joven Yato de unicornio y el santo de pegaso Tenma, guardián principal de la misma athena y hermano fraternal.


Debido a múltiples ataques en contra de algunas villas ubicadas al norte de Italia, la batalla ceremonial tuvo que posponerse para iniciar una investigación en contra de los seres que mataban a sangre fría a personas inocentes. El primer grupo en dicha misión se conformó por tres santos de bronce y dos de plata para castigar a los culpables. Se esperaba que regresasen en seis días.


Mientras tanto los santos dorados se quedaron protegiendo los alrededores del santuario en busca de actividad sospechosa por el avistamiento de algunos espectros.


Todo parecía ir en calma, pero para el pequeño Regulus todo cambiaba de forma extraña.


Anteriormente, el disfrutaba pasar tiempo con su alfa en medio de entrenamientos o simples caminatas de vigilancia. Apreciaba mucho el momento a solas que lograba compartir a su lado, especialmente considerando el poco tiempo que compartían. Ser el santo más poderoso del ejército siempre lo mantenía ocupado en misiones dejándolo en resguardado por su propia seguridad.


Pero esos momentos que compartían cesaron por completo ante la llegada de cáncer. La primera vez que lo observó, temió por completo por la actitud agresiva que demostraron ambos alfas. Ordenó a Aspros, ya no enfrentarse nuevamente a él, porque al ser el favorito del patriarca, podría perjudicarlo si recibía algún daño de su parte.


No obstante, se sorprendió al ver como una semana después de su enfrentamiento, ambos convivían como buenos camaradas siendo elegidos junto a Sisifos para misiones en contra de dioses menores. Aspros dejó de frecuentar sus visitas para convivir más con su compañero debido a su simpatía y fuerza, dejando a él olvidado.



No podía evitar sentir celos por su descuido en la relación, incluso furia consigo mismo por haberle pedido socializar más con su rival. Sentía la responsabilidad de provocar la distancia de su alfa haciéndolo caer en una depresión.


Una noche tomó la decisión de salir de su casa zodiacal para visitar a su pareja antes de su siguiente misión, queriendo descansar a su lado como en sus primeros encuentros. Sin embargo, al estar cerca de su templo tuvo que esconderse debido a unas voces.


 


- Entonces ahora eres la pareja oficial de Albafica, quien diría que tendrías tanta suerte en marcar al Omega más hermoso de todos.


 


- Cierra la boca, fue él quien me aceptó como su protector - tocó con cuidado la pequeña marca que depositó albafica sobre su mano recordando el momento en el que mordió su cuello reclamándolo como su pareja - me siento muy afortunado de tenerlo a mi lado


 


- Hablas como un tonto enamorado - suspiro con frustración al sentirse incomodo por sus palabras - ¿Cuántos días necesitara en reposo para que actúen tus feromonas?


 


- Una semana, de lo contrario podría obedecer al mandato de cualquier alfa - desvió su atención sobre uno de los pilares de géminis debido a un extraño sonido - ¿Estás cuidando bien del pequeño Regulus?


 


Al escuchar la mención de su nombre, el pequeño leonino oculto con rapidez la esencia de su cosmos para no levantar sospechas en sus compañeros.


 


- No hemos convivido demasiado en estos días, las misiones del santuario me han impedido verlo tanto como antes - igual que su compañero, Aspros pudo sentir la presencia de un intruso rondando por su casa zodiacal -


 


- Entonces búscalo. A pesar de tener una categoría similar a la nuestra, sigue siendo un adolescente - sus palabras detallaron con énfasis la edad de su compañero sabiendo que podía escucharlos - estoy seguro que pasaran muchas cosas tontas por su cabeza y probablemente terminará haciendo un berrinche por ello - golpeó su brazo levemente, divirtiéndose por el conflicto que había creado - te veré mañana para nuestra misión, necesito disfrutar el poco tiempo que resta con mi pareja.


 


Rápidamente el guerrero de cáncer se teletransportó en dirección a la doceava casa sintiendo el resentimiento del pequeño omega.


Regulus pudo observar como su alfa volvía a ingresar a su caza zodiacal dispuesto a descansar por el resto de la noche. No obstante sus pies se quedaron inmóviles debido a las palabras de Manigoldo. Era cierto que tenía muchas inseguridades recorriendo sus pensamientos y que por más que se esforzara en tratar de igualarlos seguiría siendo un adolecente inmaduro.


"¿Tal vez no soy digno de permanecer a su lado?" Al dar marcha atrás para regresar a su templo, su cuerpo golpeó de frente con la presencia de Aspros haciendo que perdiese el equilibrio. Sin embargo fue sujetado con rapidez impidiendo que tocase el suelo.



- No sabía que tendrías miedo de ingresar -


 


- No es verdad - agacho su mirada ante la vergüenza de ser fácilmente descubierto - señor Aspros lo lamento... lamento ser alguien tan infantil y poco hermoso para ser digno de vivir a su lado


 


- ¿Por qué te expresas así? - se mostró sorprendido por su confesión, tomando con firmeza su mentón para ver cómo sus ojos mostraban tristeza -


 


- Se que aun soy demasiado joven para lograr cumplir sus expectativas. No soy lo suficientemente fuerte para luchar a su lado y tampoco lo bastante mayor para permitir que me tome como su pareja - su voz tomó un tono de dolor dejando que un par de lágrimas cayeran por sus mejillas. No podía comprender porque ellos eran los únicos quienes no podían avanzar en su relacion -


 


Debido a sus palabras, Aspros tomó su brazo para guiarlo al interior de su templo y continuar con su conversación. No deseaba arriesgarse a que alguien los escuchara.


 


- Tú sabes la razón del porque no te marcare Regulus - trato de suavizar su voz esperando que su pequeña pareja lograra comprender sus razones – lamento se responsable de tu dolor. Eres alguien muy fuerte que carga con una responsabilidad muy severa como santo dorado, pero aun así quieres exigirte más de lo necesario... - acarició con suavidad sus cabellos tratando de calmarlo - soy mucho mayor que tú y por lo tanto tengo la responsabilidad moral de tener respeto por tu cuerpo


 


- ¡Pero yo deseo que me marques como tu pareja! - suplico aferrándose a los brazos de su alfa - sé que estoy actuando como un niño...pero me duele saber que todos están avanzando mientras yo... - derramó unas cuantas lágrimas de sus ojos esperando liberar parte de su frustración - estoy molesto... sé que tienes responsabilidades más grandes las cuales atender, pero me gustaría que te quedaras conmigo más tiempo.


 


El geminiano no pudo evitar sentirse conmovido por el actuar del pequeño leonino. Sabía que su agobio era causado por los errores en haberlo ignorado al preferir pasar más tiempo con su nuevo amigo. Pero verlo suplicar por un poco más de tiempo, lo hacía sentirse feliz. Descubriendo que existía alguien quien lo quería de una forma tan pura y dulce sin tener una intención maligna.


Aspros le sonrió de forma sincera, besando la mitad de su mejilla junto con sus labios sin llegar a ser irrespetuoso. Experimentando por primera vez una sensación de cariño por otro ser humano.


 


- Hice la promesa a Sisifos de protegerte. Aun eres muy joven para ser marcado, pero eso no significa que fallaré a mi promesa - guio a su compañero al interior de su habitación principal para tomar asiento a orillas de la cama - pasare contigo todo el tiempo que me encuentre en el santuario - extendió una de sus manos invitando a sellar su trato - ¿Puedes perdonarme?


 


Regulus no perdió tiempo en tomar su mano para ser abrazado rápidamente por su pareja, sabía que Aspros no era muy romántico en su relación, pero verlo sonreír en felicidad era un detalle que jamás había expresado con nadie, mucho menos con Deuteros quien era su familia y eso lo hacía sentirse especial.


 


 


_____


SIGUIENTE AMANECER


 


 


La mañana siguiente llegó con rapidez al santuario. Los santos de bronce y plata habían regresado con heridas superficiales de su misión en Venecia que duro demasiados días. No presentaron quejas y caminaron en un silencio sepulcral que continuó hasta llegar en presencia de su soberana. Tan pronto arribaron al templo principal, atacaron sin dudar el cuerpo de Athena con el objetivo de terminar con su vida. Sin embargo, fueron rápidamente repelidos por la fuerza de su cosmos titánico, logrando que sus cuerpos desaparecieran en un conjunto de flamas oscuras dando a entender que estaban muertos mucho antes de haber regresado al santuario.


Tanto Sage como Hakurei sabían que el responsable de ese ataque era su antiguo estudiante Ávido de Altar. Deseando su venganza por la expulsión del santuario y el arrebato de su antigua pareja.


Enfadada por la ofensa, Athena ordenó reunir a todos los santos dorados para explicar las circunstancias a la cual se estaban enfrentando.


 


–Gracias a la investigación del maestro Hakurei. Sabemos que los responsables de estos acontecimientos son los caballeros oscuros. Guerreros expulsados del santuario por sus crímenes en contra de inocentes y algunos camaradas. Tenemos la misión de exterminar ese problema antes de que tomen el control de todo el país de Italia. Por esa razón enviaré a dos de ustedes para eliminar ese pequeño ejército antes de que perdamos el control – habló Athena


 


–Debido a que Ávido es un guerrero de espíritus – prosiguió Sage – enviaré a Manigoldo para enfrentarlo en su mismo campo. También necesito la presencia de Aspros en esta tarea, sus seguidores son demasiados para el poder de un solo...


 


Antes de finalizar sus palabras, Sage fue interrumpido por su hermano mayor con una voz imponente.


 


–Hubo un cambio de planes, necesitamos a géminis para la misión de Asgard que se hará dentro de unos días, así que será Albafica de Piscis quien lo acompañe.


 


Todos los santos dorados se mostraron sorprendidos por las palabras del vocero, era claro que Albafica no estaba en condiciones de ir a ninguna misión debido a su debilidad por haberse enlazado recientemente.


Manigoldo deseaba reprochar las palabras de Hakurei por lo peligroso de su decisión. Aun si fuese un santo dorado, corría el riesgo de perecer por otro alfa debido a la fragilidad de su lazo. No obstante, fue detenido rápidamente por Aldebarán quien le hizo un gesto de mantener la calma y controlar sus emociones.


 


–Señor Hakurei, si usted me lo permite yo acompañare a Manigoldo en esta misión, entiendo que necesita dos alfas para enfrentar al enemigo - respondió con tranquilidad, esperando que recapacitara sobre su decisión –


 


–No es necesario Aldebaran, no podemos dejar el santuario desprotegido sin la presencia de algún alfa –


 


Las palabras de Hakurei, pronunciadas con desprecio y molestia, estaban claramente dirigidas a Sagitario. Su gesto era una clara señal de burla por considerarlo un guerrero débil al aceptar un beta como su pareja dominante.


Lo cual no pasó desapercibido para el Cid de capricornio. Odiaba tanto la discriminación que sufría Sísifo por el error de haberse enamorado de alguien que no cumplía los estándares de Athena. Sin embargo, al ser los caballeros con más responsabilidad a servirla, tendrían que mantener silencio y bajar la cabeza.


 


–Es suficiente - Sage silenció a su hermano, mirando con preocupación a su estudiante que estaba notoriamente molesto - no demos más problemas a nuestra soberana.


 


El patriarca se alejó del espacio de su hermano para caminar hasta su estudiante y acariciar con suavidad su rostro en un intento por calmarlo.


 


–Es decisión tuya, yo sé que Albafica corre peligro en esta misión... pero posiblemente la señorita Athena podría enviarlo en una tarea diferente y sin tu protección correría más riesgos.


 


–Maestro Sage usted sabe que esto es un error, el necesita reposo - suspiró frustrado sabiendo que sin importar lo que escogiera, su omega saldría lastimado - está bien, él vendrá conmigo a Venecia


 


Incómodo por la situación, Aspros desvío su atención tratando de ignorar el mandato de sus regentes. Era ridículo poner la vida de un omega en riesgo solo por sus estrategias de combate. Pero sentir el agarre en sus manos por parte del pequeño leonino, lo hizo calmar reforzando su gesto de cariño.


 


–El trabajo es simple. Irán a Venecia y destruirán el pequeño ejército que están creando en la ciudad, no quiero un solo sobreviviente –


 


–Procuren tener cuidado, Ávido es una persona peligrosa que jamás pelea solo en sus batallas, podría tenderles una trampa –


 


Las palabras de Athena fueron dichas con seriedad, provocando que todos sus guerreros asintieran con la cabeza para después retirarse del templo principal y continuar con sus actividades.


Antes de partir a su misión, sus compañeros rodearon al caballero de piscis verificando su estado físico, cerciorándose de que tuviese las condiciones suficientes.


 


–Manigoldo – Sage llamó la atención de su estudiante con suavidad al notar su inquietud – lamento obligarte a esto



–Con días como estos me preocupo más por nuestro futuro - observaba con preocupación el cuerpo de su omega pensando en alguna forma de evitar el viaje, pero sabía que eso tendría consecuencias graves para su maestro y lo que menos quería era causarle un sufrimiento innecesario –


 


–Todo saldrá bien, te prometo que en su regreso procuraré que nadie vuelva a molestarlos - a pesar de la diferencia de estaturas, Sage despeinó los cabellos de su primer pupilo provocando que se avergonzara con rapidez - Cuídate mucho hijo mío


 


A pesar de su rubor, el joven canceriano miró con cariño el rostro de su padre y sin importarle estar en presencia de sus demás compañeros, se arrodilló a sus pies para besar su mano en respeto al ser que lo adoptó como su propia sangre.


 


 


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Una vez todo estaba listo, ambos guerreros abandonaron el santuario para terminar cuanto antes su misión y regresar a su vida tranquila.


En el transcurso de su viaje el comportamiento de Albafica era más diferente a lo que estaba acostumbrado, deseaba permanecer a su lado, tomando la iniciativa de sujetar sus manos o incluso abrazarlo sin importar la presencia de más personas.


Era extraño de su parte, pero el canceriano no desaprovecharía la docilidad de su pareja, por lo que permitió que se abraza a su cuello para cargarlo a sus espaldas, disfrutando de su cercanía y calor corporal.


 


– Manigoldo ¿te gustaría tener una familia?


 


–¿Por qué preguntas eso? – habló con suavidad, observando la naturaleza a su alrededor –


 


– Estos días he pensado en nuestro futuro – se aferró al cuello de su alfa, disfrutando el aroma a lluvia que desprendía de su ser – entiendo que Athena nos ha prohibido tener descendencia por motivos de seguridad, pero me agrada imaginar una vida juntos lejos de las guerras.


 


– Yo también he pensado un poco sobre ello y creo que la única forma es que alguien elimine esos mandatos – tomó las manos de Albafica para depositar un beso sobre ellas al mismo tiempo que entrelaza sus dedos – estoy seguro de que Aspros se hará cargo de eso una vez que se vuelva el patriarca


 


–Sigo pensando que tu hubieses sido un mejor líder, es un poco decepcionante saber que te rendirás en la arena para darle la victoria – recargo su rostro sobre su espalda –


 


– No tengo el talento para dirigir a un ejército. Además, yo quiero una vida tranquila a tu lado y tal vez con algunos descendientes; estoy seguro de que Aspros es más indicado para tomar esa responsabilidad.


 


Ambos guerreros continuaron su travesía entre juegos y abrazos, ahora que Albafica podía tocar a otro ser humano sin lastimarlo no temía en reprimirse por consentir a su compañero de vida.

Notas finales:

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