La apacible cena de la familia Potter se había trastocado por un aura de inesperada y jocosa incertidumbre, que parecía provenir del hijo de en medio del matrimonio, y que solo era ignorada por el padre de familia.
Pero las sutiles sonrisas de la madre pelirroja, su pequeña hija y el mayor de sus hijos se transformaron pronto en ricillas. Y Harry que hasta al momento había estado concentrado en el plato elevó la mirada notando que Albus y él eran los únicos que al parecer no se habían enterado del chiste.
—¿Qué sucede? —Preguntó dulcemente a su familia, contagiándose de esa felicidad que veía en sus ojos.
—Nada cariño—La hermosa Ginny respondió antes de que cualquiera de sus hijos lo hiciera— Creo que Albus desea decirte algo, y parece que solo a ti.
Y si, el "chiste" del que no se había enterado era que su hijo comía muy lentamente, como si quisiera quedar a solas con su padre. Y su madre, que los conocía tan bien logró cumplir con la petición silenciosa del infante, ahora padre e hijo eran los únicos presentes.
—¿Qué deseas decirme, Albus? — Una mirada tranquilizadora se posó en los azules ojos del hombre, que eran finamente enmarcados con sus ya tradicionales anteojos— ¿Es por lo de Slytherin? Porque lo que te dije era verdad, una casa en Hogwarts no define si eres o no una buena persona.
El chico, aunque nervioso agradeció la preocupación de su padre—Lo sé, me lo dijiste en las cartas, realmente no tiene que ver con Slytherin... o bueno, creo que en parte.
Aquello llamó la atención de Harry, y buscando llegar a la raíz de todo preguntó—¿Qué sucede?
El chiquillo jugo un poco con sus dedos, iba a pecar de indiscreto, pero en su casa no existían fantasmas o cuadros que pudieran delatarlo con "el basilisco de Slytherin" o en el mejor de los casos con "El grim de Gryffindor"
—Todo comenzó en la última clase de pociones— Y así el joven Albus Potter comenzó a narrarle a su padre su desventura de ese día.
Era una mañana normal, sin ajetreos de ningún tipo, y no podía ser de otra forma cuando estaban en la clase de Severus Snape, cada uno de los estudiantes se concentraba en su trabajo, aunque era difícil cuando se sentían observados por la inflexible mirada de su maestro, aunque muchos fuera y dentro de la escuela de magia insistían en que ahora el profesor era por mucho más considerado que antes o por lo menos no había vuelto a ser el boggart de ningún alumno.
Y claro que algo tendría que salir mal y obviamente debía pasarle a él, cuando estaba dando los últimos toques de la poción junto a su amigo Scorpius, su caldero expulsó toda la pócima, manchando no sólo el aula, a los dos magos, a los desafortunados que estaban cerca, también el profesor Snape quedo manchado con aquella cosa, éste se había movido hasta ellos al presentir que algo catastrófico estaba por ocurrir.
El salón se sumió en un sepulcral silencio, nadie estaba cien por ciento seguro de lo que iba a ocurrir. El maestro de pociones hizo un suave movimiento de cabeza con el que intentó apartar algunos cabellos de su rostro, después su profunda y siseante voz se escuchó en el aula.
—Cien puntos menos Slytherin.
Los presentes no lo podían creer, Albus Potter había logrado lo impensable, una de las más grandes hazañas de la época ¡Hacer que Severus Snape le quitara puntos a la casa de las serpientes!
La historia del joven Potter fue interrumpida por las risas de su padre, que no podía creer lo ocurrido, y su hijo añadió un comentario más que cerró la pausa a su historia con broche de oro.
—Muchos dicen que si no nos quitó cien puntos a cada uno fue solo porque Scorpius era mi compañero...
Tras eso Albus continuó con su historia, que era larga, pero necesitaba que su padre conociera los motivos que lo hicieron caer en un indescifrable acertijo.
—¿Y qué ocurrió después? —El auror sentía curiosidad por lo ocurrido, la escuela no se había comunicado con ellos, por lo que sospechaba que Snape no había presentado ninguna queja ante la directora.
—Bueno...
Albus elevo su mirada, como si en el techo hubiera un pensadero en el que se proyectaba aquel recuerdo. Después de ese aparatoso accidente la clase se dio por terminada y en el salón solo quedaron los dos niños y su maestro que estaba evidentemente enojado.
—Ustedes limpiaran este desastre —Ordenó con voz firme —Yo iré a la dirección para que se comuniquen con sus padres — El hombre abandonó el recinto, mientras que su túnica negra ondeaba dramáticamente entre las mesas.
—Pudo ser peor — Dijo el joven Malfoy, mientras buscaba en uno de sus libros algún hechizo que fuera capaz de limpiar aquel desastre.
—¿Peor? —Albus no imaginaba que podía ser peor, su jefe de casa les había quitado puntos, el profesor que tenía una exagerada predilección por ellos, un amigo muy cercano del abuelo de Scorpius — Hicimos enojar a Snape, nuestros padres se enteraran de este desastre ¿Cómo podría ser peor?
El rubio elevó la mirada de su libro, un poco confundido por el hecho de que su amigo no se diera cuenta de lo cerca que habían estado de sufrir un gran daño —La poción solo nos ensucio —El chico hizo una pausa, como si se diera cuenta de algo —Ni siquiera nos quemó... — Rápidamente se movió hasta el lugar que compartía con su amigo, notando que el caldero estaba frio —¡Eso es!¡Olvidamos encender el caldero!
Snape ingreso de nuevo al salón, sorprendiendo a los muchachos pues no había tardado nada en ir a la oficina de McGonagall
—Por lo visto ustedes disfrutan perdiendo el tiempo —Aunque el comentario era acido no tenía una pizca de enojo, el de cabello negro elevo su varita he hizo un suave movimiento en forma de "s" esto en dirección al desastre que llenaba su salón, mientras que suavemente pronunciaba scourgify. El salón quedo nuevamente limpio —Ya pueden retirarse.
Ni Albus ni Scorpius iban a desaprovechar ese momento de suerte que de seguro no se repetiría jamás, se despidieron del maestro mientras tomaban sus libros y dejaban el salón a toda velocidad. Cuando dejaron el aula se percataron que al exterior de esta se encontraba el maestro de runas, apoyado en una de las paredes con una sonrisa sospechosa en el rostro ¿Acaso se estaba burlando de ellos?
—¿Está todo bien? — Preguntó Black, a lo que los jóvenes solo asintieron —Deberían darse prisa, no querrán llegar tarde a su clase.
Los menores se marcharon, no sin antes ver al animago ingresar al salón de pociones.
—Scorpius y yo descubrimos que Snape no fue con la directora porque ninguno de los dos recibió una carca de casa, ese incidente y ver luego al tío Sirius me hizo pensar ¿No crees que llevan muchos años viviendo juntos?
Harry arqueo una de sus cejas, no entendía a donde iba su pequeño con esa pregunta —Albus, sabes que Snape le ayuda a Sirius con los artefactos oscuros que quedaron en su casa, supongo que son tantos que el trabajo no ha sido sencillo.
—Papá... son más de diez años, ¿No te parece sospechoso? — Albus como un digno Potter era en extremo curioso y con una habilidad de inferencia que el joven aun desconocía, aunque no tenía pruebas estaba seguro de que Sirius Black había intercedido de algún modo ante el rígido maestro de pociones.
Harry no era ingenuo y ahora tenía una ligera sospecha de lo que su hijo insinuaba y estaba seguro de que se equivocaba, no estaba muy seguro de Sirius, pero sabía que Snape había estado enamorado de su madre.
—Créeme hijo, no hay nada más que una relación cordial entre ellos, así que deja descansar a esa cabecita curiosa —El hombre se levantó, y cuando pasó por el lado de su hijo revolvió juguetonamente su cabello.
Albus se quedó pensativo, aunque tal vez era mejor hacerle caso a su padre, el niño se levantó de la mesa llevando su plato a la cocina cuando de pronto escuchó un golpeteo en la ventana, era una lechuza, para ser más preciso una lechuza de la casa Malfoy, ésta llevaba una carta dirigida a él, escrita por su buen amigo.
La carta no era muy larga y lo más importante en ella eran las líneas que decían "Los vi, en la calle Diagon, y no parecía que se estuvieran desasiendo de ningún objeto", el joven mago suspiro, Scorpius también había percibido una extraña aura entre los maestros, lo que le decía que no eran inventos de su mente.
Y a pesar de lo discreto que intento ser Snape, el año siguiente en Hogwarts el rumor de una relación más que cordial entre él y Sirius Black se extendió más allá de la mazmorra de la casa Slytherin.