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Dormir En Tus Brazos por Lovis_Invictus

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Wangji era una persona tranquila

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Menciones de discriminación

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Los pasos de Wei Ying se oían perezosamente al caer, sin demasiada energía, sobre las hojas secas del suelo; jugueteaba aburrido con Chenqing entre sus dedos, mientras seguía el firme caminar de Lan Zhan quien, para su sorpresa, los lideraba con habilidad, no dejando ver ningún signo de cansancio, si es que lo tenía en primer lugar. Se deslizaban a través de los enredados caminos del bosque, donde lo único que alteraba la quietud del sitio eran sus pisadas, o más bien las de Wei, pues Wangji era casi tan silencioso como un felino.

A estas alturas llevaban días caminando, ya que Wuxian, a falta de un núcleo dorado, no podía usar su espada para viajar; esa situación le habría forzado, junto a Lan, a tomar lentos carruajes y utilizar sus piernas, yendo bajo el sol ardiente o la lluvia más fría, pasando largas jornadas sin tomar un descanso o alimentarse siquiera; se sentía culpable de algún modo, pues en ese último año se habían hecho muy buenos amigos y no podía evitar pensar en lo mucho que aquel terco hombre había hecho por él, poniéndose de pecho frente a cualquiera que siquiera se atreviera a verle con malos ojos. Wuxian estaba seguro que, de no ser por la fuerte confianza casi ciega que Lan Zhan le tenía, al punto de ponerlo por delante de todo, el resto lo habría terminado matando tarde o temprano. Agradecería eternamente a su poca cordura por abandonar el orgullo y ceder a la mano que Wangji le extendía, pese a desear profusamente no hacerlo.

Con todo, tener al hijo pródigo de Lan, un niño rico que en su vida había carecido de algo, desplazándose por el mundo sin hacer uso de los maravillosos poderes que la cultivación le había dado, ciertamente le dejaba un mal sabor de boca. Se sentía inútil.

— ¿Quieres descansar?— la suave voz de Wangji le sacó de sus pensamientos, el muchacho se había detenido y Ying casi chocaba contra él, apenado se alejó un par de pasos, poniendo una distancia sana entre los dos.

— Bueno, estoy cansado ¿Pero el pueblo no queda a unos cuántos minutos más?— respondió, rascándose la nuca en incomodidad.

— Veinte, pero podemos tomarnos un tiempo si estás agotado— sugirió amable.

Wei no pudo evitar pensar que el pasar del tiempo sobre el gran Hanguan-Jun lo estaba ablandando, pues en el pasado habría votado por abandonarlo en el bosque antes de pensar siquiera en retrasar aún más su estricto horario.

Casi toma la oferta, casi.

— Nah, mejor lleguemos antes de que anochezca, no quiero tener que volver a cruzarme con otra de esas... cosas— finalizó su frase con una cara de asco, recordando la ardua pelea con el motivo de su presencia en ese lugar— Bueno, al menos ya no habrá más muertes en esta parte de la montaña

Wangji asintió con un sonido de garganta y esperó paciente a que su compañero le alcanzara para comenzar a caminar a su lado, disminuyendo sus pasos, acoplándolos con los más lentos de Wuxian. Así continuaron en silencio hasta que, tras el tiempo estipulado, llegaron a la entrada de un pequeño pueblo colorido.

No pasó demasiado cuando, a tan solo un par de metros, se toparan con una casona, su tamaño visiblemente más grande que el resto y un letrero sobre la entrada que rezaba "Posada" les hizo soltar un pequeño suspiro de alivio. Mientras Wei solo podía pensar en la enorme mezcla de hambre y sueño que traía encima, Lan anhelaba darse un buen baño.

Sin embargo su alivio, más temprano que tarde, se convirtió en confusión, cuando a tan solo cruzar el lumbral la figura de un hombre regordete apareció rápidamente en su campo de visión, habiendo salido desde un modesto mostrador con paso apresurado, en dirección a ellos.

— ¡Alto ahí ustedes dos, no den ni un paso más!— gritó con premura, colocándose frente a los  sorprendidos hombres para obstaculizarles el camino.

— ¿Hay algún problema?— preguntó Wei en tono afable, o lo intentó mínimamente, pues viendo al sujeto pudo notar con suma claridad el nivel de odio que expedía, al tiempo que sus pequeños ojos claros no se despegaban de su figura, mirándole altivo.

— ¡Tú eres el problema, te exijo que salgas de mi posada en este mismo instante!— ordenó iracundo.

Al escuchar aquellas palabras los sensibles estribos de Wuxian tambalearon peligrosamente hacia el borde ¿Cómo se atrevía ese sucio tipo a hablarle así? ¡Y es que esta vez en realidad no había hecho nada! Se vio obligado a tomar varias respiraciones lentas antes de calmarse lo suficiente como para poder hablar sin maldecir, pues no tenía planeado echar por la borda todo el esfuerzo que, junto a Wangji, habían estado haciendo durante los últimos doce meses.

— ¿Disculpe? Acabo de pisar este lugar, no creo haber hecho algo inapropiado aún

Su respuesta neutral solo pareció irritar aún más al hombre, si es que eso era posible— ¡No va a entrar ningún cultivador demoniaco a mí posada, mucho menos el maldito Patriarca de Yiling!

Dicho eso y en un tono tan alto, los susurros no se hicieron esperar:

— ¡Cierto! ¿Ese no es el patriarca de Yiling?

— ¡Sí! El que mató a Jin Zixun y veinte cultivadores más

— ¿No fueron treinta?

— Es peligroso tenerlo cerca, lo mejor será irse

— ¡Nos va a maldecir a todos!

Los ojos grises de Ying se desviaron hacia el suelo, su boca se frunció amargamente y, en general, la expresión en su rostro era una mezcla de frustrada desolación. El corazón de Wangji, siempre débil hacia lo que envolviese a Wei Ying, no podía soportar verle así.

Tomando más valor del que creyó necesitar hizo algo que su secta había prohibido estrictamente desde su construcción temprana y de lo cual, si se enterasen, probablemente lo azotarían con el látigo de disciplina al menos un par de veces: 

— Silencio— exclamó en voz alta, e inmediatamente todo el lugar se hundió en las profundidades de un mutismo casi espectral. 

Wei Ying pudo percibir con dolorosa claridad como su ser entero se petrificaba ante su orden, los sensores dentro de su cabeza repetían una y otra vez la palabra obedece, dejándole vulnerable e incapaz de hacer algo más allá a permanecer mirándole, impresionado, con la boca abierta de par en par, sin procesar del todo lo que acababa de suceder.

Claro, porque no todos los días el siempre perfecto Hanguan-Jun hacía algo tan socialmente  repudiable: Usar su voz de mando en público, sobre personas que no conocía.

Wuxian se pasó la vida entera escuchando historias sobre el poder oculto de los omegas, que siendo tan perseguidos por la brutalidad de los alfas habían evolucionado ciertas cosas para sobrevivir, ganando el trono en la humanidad por algo que las malas lenguas nombraron "Voz de Mando"; en teoría, esta podía doblegar a cualquier ser humano que la escuchara por más lejos que este estuviese, incluso si a duras penas era percibida como un susurro borroso, la persona se congelaría en su lugar, recibiendo, procesando y ejecutando aquella básica orden.

La leyenda decía que una voz de mando invadía el cuerpo del receptor con miedo y sumisión.

Era verdad.

Wei tragó en seco; al ser considerada como un poder sagrado era mal visto que se usara de forma tan banal, por lo que, al igual que con la fuerza o la violencia, desde niños se les enseñaba a hacer uso de ella sólo cuando fuese estrictamente necesario.

Y viendo las cosas desde su posición, esta no era una situación ni por asomo necesaria.

— La-Lan- Lan Zhan, vamos, pode- podemos encontrar otro lugar— suplicó Ying apenas logró recuperarse del shock inicial, su garganta ardía al articular, porque le habían ordenado que se callase y aún no pasaba del todo el efecto, no obstante, sentía una creciente urgencia por sacarlos de ahí.

— La criatura del bosque detrás de las montañas ha sido erradicada por el cultivador que tienen delante, sepan agradecer eso— comentó señalando a Wei, pese a que, en realidad, ambos habían peleado contra esa cosa durante al menos seis horas, y probablemente quien hizo la mayoría del trabajo fue el mismo Lan. Sin dejar espacio a cualquier palabra tomó a su estupefacto compañero por la muñeca, arrastrándole fuera de la casona hacia el frío de la noche— Espera, espera, espera— se quejó Wuxian, jalando su brazo en un intento infructuoso para liberarse o detener al irritado muchacho— ¡Lan Zhan, espera!— gritó, logrando finalmente que le soltara— ¿Qué demonios acaba de pasar ahí adentro?

No obtuvo una respuesta inmediatamente, sino hasta unos segundos después, cuando Wangji habló, inseguro: — Lo siento

— ¿De qué hablas?— inquirió el otro, con genuina confusión.

— Por la voz— le contestó en un susurro. 

Desde su posición Wuxian solo podía notar el semblante siempre neutral de Lan, quien miraba fijo hacia el suelo, observando el camino de tierra sin hacerlo realmente, luciendo un tanto abatido. Soltó un suspiro silencioso, decidiendo aligerar el ambiente tanto como fuera posible, ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con su estúpido sentido del humor?

— Nunca había escuchado jamás una voz de mando, ni siquiera de la señora Yu, con ese carácter tan fuerte que tenía ¡Creía que eran solo un mito, y se siente justo como en las leyendas! Debiste haber notado la expresión del posadero, quería gritarte pero no podía hacerlo— comentó juguetón, dejando salir pequeñas risitas traviesas después de sus palabras.

Wangji pareció repentinamente avergonzado.

— Ridículo— exclamó, dándose media vuelta para comenzar a caminar de regreso al bosque.

— Ey, no ¡Lan Zhan, estoy jugando! ¡No me dejes, Lan Zhan! 


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