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Juicy body's por Violet Garden

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Notas del fanfic:

Aquí de nuevo yooo, espero que les guste :p

 

Notas del capitulo:

 

https://drive.google.com/file/d/1L615K1MSvl1T2ifFmpg7L4aPG8YgutWj/view?usp=drivesdk 

Aquí les dejo una idea de la complexión de Jonouchi, la verdad es que los estándares en Asia con bastante exagerados, a lo mucho Jonou tipo chubby.

 

 

 

Se miraba al espejo una y otra vez, observando su figura de manera inconforme, quitándose y poniendo distintas mudas de ropa para salir con su esposo en su aniversario de bodas.

Llevaban 15 años de casados, Jonouchi contaba con 33 años de edad y por alguna extraña razón se sentía mal con su físico, había engordado un poco, su piel ya no era tersa como antes, su hermoso abdomen plano había sido deformado por el nacimiento de sus 3 hijos en el transcurso de los años, su preciada cintura de avispa se había zumbado lejos de su anatomía. Sus enormes muslos gordos junto con su trasero grande le limitaba ponerse unos jeans súper apretados, todo el día estaba con pants y sudaderas grandes para ocultar esos kilitos de mas.

—Qué asco me doy— Decía mientras agarraba los pequeños rollos de piel que se formaban en su barriga, moviendo sus acabadas manos hacia la zona de sus glúteos donde se apreciaba con más claridad las plasmadas líneas blanquecinas, lucía como zarpazos dados por un tigre feroz — Parezco una maldita cebra.

Suspiró acomplejado, las revistas, la televisión, los centros comerciales y el marketing con bellas y delgadas modelos posándose con ropa linda que no podía obtener debido a su forma corporal, le producía una baja autoestima. Ya no podía tener relaciones con su esposo con la luz encendida o tener esos deliciosos juegos traviesos dónde las miradas penetrantes y tocamientos predominaban. Solamente se abstenía a hacerlo cuando Kaiba llegaba exhausto del trabajo de oficina, es ahí cuando su marido no tenía energía para apreciarlo correctamente porque sus párpados pensaban muchísimo como para follarse a Jonouchi a detalle.

Kaiba era muy pasional, siempre quería verle desde cualquier ángulo. Le hervía la sangre al bastardo a pesar de ser alguien de hielo la mayoría del tiempo, quizá no sea el hombre más romántico del mundo pero él si sabía cómo decirle te amo a través de una buena cogida.

Las prendas seguían y seguían volando por todos los rincones de la habitación, el closet vacío quedó y sus esperanzas de encontrar un bonito conjunto estaban por terminarse.

Sus ojos chocolate se fundían en lágrimas, el sollozo se hizo más fuerte y sus labios permitieron soltar quejidos. La hora se aproxima, Kaiba pronto llegaría a recogerlo, no quería ir a esas estúpidas tiendas puesto que siempre lo dirigían a la ropa de tallas más anchas, eran horribles diseños. Anteriormente no le importaba tanto su físico porque no veía que fuera algo malo, pero al ser la pareja oficial de un magnate millonario las miradas también se dirigían a él y por ende las críticas.

Flash back.

—¿En serio deberíamos ir a esa estúpida reunión?, sabes que no me agradan mucho las reuniones de pingüinos.— en la parte trasera de la limosina un rubio proyectó su molestia y pereza— Debimos quedarnos viendo la película de Cruella y los niños estaban dormidos… podíamos hacer muchas cosas con el ruido de fondo…— sus dedos inquietos rondaron por los bíceps de su cónyuge— no tiene mucho que viniste a pasar el tiempo con nosotros luego de tu ida a Estados Unidos, te extrañé tanto…

El CEO mantenía su postura, sentía el aliento del cachorro golpeando suavemente su oído. Su rostro lleno de seriedad seguía intacto pero por dentro es un volcán en erupción.— Deberías de comportarte, ya estamos a punto de arribar. Hago esto para atrapar a uno de estos peces, estamos en un gran estanque dónde podemos encontrar más socios e inversionistas y poder extender a un más a Kaiba Corp, estamos en la cima, hay que ir por más.

El contrario echó una queja que fue ignorada inmediatamente por el castaño.

Al salir del vehículo, los flashes de las cámaras recibieron su llegada, el poderoso ojiazul lo tomaba de la cintura guiándolo hacia la entrada del majestuoso salón de eventos.

Al estar presentes, hombres con importantes nombres, mujeres con trayectorias inimaginables, celebridades y más llenaron las instalaciones. Jonouchi se imaginaba estar en Hollywood, codeado de gente importante pero luego caía en cuenta que todo era por el apellido Kaiba que le otorgó cierta posición en la élite social.

Su marido se encontraba cazando presas, tanteando el terreno y lanzando el anzuelo. Katsuya para no aburrirse se la pasaba comiendo debido a su ansiedad que lo hacía tener atracones de comida, el sentirse pequeño e insignificante es un sentimiento abrumador.

Desde la distancia veía a Kaiba trayendo consigo algunos hombres acompañados con sus respectivas esposas, nada podía salir mal y todo parecía fluir de la mejor manera cuando los presentó y por un momento creyó que gente de alta alcurnia podía ser igual de amable y humilde que los que no nacieron en cuna de oro como él, pedía mucho ya que al cabo de unos minutos y topárselos nuevamente sin que ellos se dieran cuenta de su presencia comenzaron a destrozarlo.

—¿Viste la cosa fofa y amorfa que tiene por marido Mister Kaiba?— expresó la pelirroja mujer, su cara de asco puro lo hirió.

—Para ser alguien de nuestro mismo nivel tiene un pésimo gusto, si lo hubiéramos conocido antes podríamos haberle presentado a Judith o a Nathan. Según sé tiene descendencia con esa… esa cosa no sé qué de basurero lo habrá sacado.

—Quizá estaba tan desesperado, pobre hay que darle unas gafas o sugerirle una operación de ojos— río al unísono la mujer y su marido.— Ser rubio no te garantiza belleza.

Jonouchi huyó de allí, cabizbajo ocultando sus lágrimas que con arduo esfuerzo retenía, tocó el hombro de su dragón y en un susurro dijo— Vámonos, no quiero estar más aquí…

Kaiba no cuestionó la decisión de su cachorro, su preocupación era tanta que al estar dentro de la limosina lo atacó con preguntas que el rubio no quiso responder, tan solo lo abrazo fuerte deshaciéndose en el proceso a Seto solo le tocó corresponder y ser parte de su fortaleza.

A partir de dicho acontecimiento las fotos salieron, las revistas y foros de chismes y farándula barata exhibían su cuerpo y el cambio que había sufrido desde su último embarazo, no bastaba con triturar su autoestima si no que inventaba acercamientos románticos con otras personas con su esposo, por más ridículos que fueran a Jonouchi le dolían.

—El CEO de Kaiba Corp, Kaiba Seto es visto conversando con la modelo noruga Shantal York, será que nuestro queridísimo empresario se decidiría dejar al señor carisma andante por la belleza escultural de Shantal?— leía en el foro de internet un rubio tendido en la cama matrimonial.

—Deja esa mierda, mandaré a hackear la maldita página de cuarta para que borren toda la porquería escrita sobre nosotros.— cerró con violencia la laptop apartándola lejos de las manos del rubio. — Basta de leer estupideces, ven aquí.— exclamó, besó los lindos labios ajenos enredando sus dedos por las hebras doradas, sostuvo la barbilla del contrario tras separarse de la suave unión.

Los orbes castaños destellaron por su brillo, brillo que avisó de una nueva lluvia que mojaría las rosadas mejillas de su plebeyo.

Fin del flashback.

El silencio reinó al adentrarse a la mansión, extrañado por el nulo ruido que su inquieto esposo debería de estar haciendo. Sus pasos se apresuraron, al estar en el pasillo que conducía a la habitación que compartía con su marido escuchó detenidamente los llantos, la respiración frenética y la congestión de querer suprimir el sentimiento, abrió lento la puerta encontrando a su otra mitad tirado en el suelo.

—¿Es por la misma patética razón?, Perderemos la reservación

—No quiero ir…

—No puedes estar toda la vida encerrado en estas cuatro paredes, algún día debes salir, incluso para ir al baño.

—Pruebame...

Seto puso los ojos en blanco —Deberías de superarlo, no es la gran cosa.

—¿Qué mierda acabas de decir?— dejó su drama de lado, se paró de inmediato a agarrarle las solapas del traje al más alto.

—S-U-P-É-R-A-L-O, Katsuya— Escupió letra por letra lentamente.

—Dios mío, ¿cómo puedes decirme algo así?…— Lo empujó sin fuerzas retomando su sentimentalismo— ¿con qué clase de hombre sin corazón me casé?, no es a ti a quién atacan y critican por su cuerpo… no puedes entender lo mal que me siento… que verme al espejo es un martirio.. no soporto verme… solo mírame provoco asco…

—A mi me gusta.

— Debes de estar bromeando— Bufó.

— ¿A caso te parezco que soy la clase de hombre que dice tales cosas?— Dijo apuntando a cara.

— Ehhh… no, PERO DE TODOS MODOS. ESTOY GORDO, ME DOY ASCO Y ME ODIO, FIN.— y se lanzó directo al montón de mullidas almohadas situadas en la extensa cama.

— Tienes que enfrentarlo, katsuya.— lo tomó de los pies arrastrando su cuerpo por toda la longitud del lecho y llevándolo hacia el espejo.

—NOOO DÉJAME, ¿EN SERIO QUIERES QUE ME SUICIDE?, NO FUISTE TÚ QUIÉN SACRIFICÓ SU CUERPO PARA DAR A LUZ A ESOS LINDOS DEMONIOS.— movía su cuerpo en negativa, no quería verse nuevamente allí y ver lo que él consideraba hermoso ahora era algo desagradable.

—No puede ser tan malo, mira yo te ayudaré, seré tus ojos ahora.— su tono de voz era dulce como la miel, muy pocas veces Jonouchi había escuchado de esa manera las cálidas palabras de su marido. — y te diré lo equivocada que está tu tonta cabeza— Seto deslizó las amplias palmas de sus manos por toda la piel del rubio, besaba el cuello y la nuca vehemente, acarició el vientre donde anteriormente sus hijos estuvieron, cada toque hacia al otro suspirar.

Katsuya olvidaba lo amoroso que podía ser el CEO, debía de tener una nota mental que Kaiba siempre demostraba su amor con acciones y que estás rebasaban por muchísimo cualquier palabrería.

—Seto… ¿qué es lo que haces?— Cerró los ojos para disfrutar tal deleite, le gustaba tanto la sensación en su cuerpo, el escalofrío caló en sus huesos y se extendió por toda su nivea piel erizándose en el proceso, Kaiba lo volteó para tener contacto directo con sus labios, puso su pulgar en ambos belfos haciendo una leve separación y procedió a besarlos sin más, sus manos siguieron su recorrido por los grandes y ricos atributos del chico, su culo era tan delicioso, lo moldeo con sus falanges, apretando, estrujando y masajeando.

El otro solo se recargó más en el cuerpo del más alto, se dedicó a soltar leves jadeos. Sus erecciones crecían conforme los tocamientos avanzaban, el ojiazul lo apretó más hacia su corporación y se frotó con fiereza, el dorso poco a poco se colaba hacia la apretada ropa interior del blondo. Sobó el estrecho anillo de carne haciendo movimientos circulares y desviando toda la atención del más bajo con los ósculos pasionales, su lengua ganando terreno para luego cargarlo lo suficiente, empotrarlo en la pared cercana y desviar sus ataques a los pezones.

— A qué quieres llegar con esto…— mencionó con dificultad el doncel. — Qué propósito tiene…

Kaiba sonrió de lado, mirándole con esos pozos azules profundos que tenían un aspecto del mismo abismo oscuro. — Solo recalcarte lo mucho que me prendes siendo como seas y como te veas, a mí no me importa el aspecto que tienes. Eres el mismo cachorro latoso con el que me casé— refregó su potente falo contra las nalgas del dueño del dragón de ojos rojos. Simuló estocadas fuertes y potentes, a Jonouchi le encantaba aquello. — No podría despreciar la silueta que trajo a mis hijos a la vida…— remató acostando a su esposo gentilmente, retiró lo único que cubría. El ex pandillero no se quedó atrás, se dio el tiempo de moverse y desabrochar la cárcel de tela de su concubinos.

—Quiero tocarte…— Musitó el blondo, elevando la yema de ambas manos, quitando botón por botón el costoso traje blanco. Admiró el abdomen trabajado del castaño, manoseo todo lo que estaba a su alcance, beso cada trozo de piel hasta toparse con la manzana de Adán, la cual mordió con mucho cuidado. —Exquisito…— Relamió sus labios para nuevamente descender y enredar los mismos en el trozo de carne caliente, chupó toda la extensión, devoró los testículos y sus alrededores. El falo era de gran tamaño, el CEO arremetió duramente contra la garganta ajena sosteniendo los cabellos rubios en un fuerte agarre.

Su mirada azulina se desvío, los ojos del que estaba tomando como víctima estaban idos, llenos de lágrimas por la garganta profunda que le estaba haciendo. Las mejillas llenas de su miembro, el chapoteo vulgar y la saliva escurriendo como dos cataratas desde la comisura de los labios del padre sus hijos.

—Mierda…— exclamó, lo soltó de golpe que apenas y el pobre muchacho podía respirar, en un dos por tres lo volteó, el pie del castaño fue a parar en la cabeza del rubio y el otro era un soporte para mantener el equilibrio, deslizó su pene.

Como todo caballero golpeó una cuantas veces la entrada del chico y sin más entró de golpe arrancando un grito estrepitoso a Jonouchi, movió su cadera desesperadamente.

—ALLÍ— Aulló al sentir como el glande topaba con su próstata.— Joder… sí, sí, sí…

Cada choque era un te amo por parte de Kaiba, y sí que lo ama tanto.

Jonouchi no aguanto más, se derramó en la sábanas y por lo consiguiente apretó su interior, el moreno salió lo más rápido que pudo y se corrió en la espalda de su amante, no deseaba ver sufrir a su cachorro de nuevo en el parto si lo dejaba preñado. Recordatorio, ir a una cita de valoración para su vasectomía.

—Levántate, llegaremos tarde.— Revolvió aún más los cabellos enmarañados de Katsuya. —No tardes.

—¡Ya voy!— Contestó energético, si a su esposo no le importaba su aspecto, al carajo la sociedad nipona, su cuerpo era perfecto, un jugoso cuerpo que logró derretir al gran iceberg glaciar de Dominó City.

;)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

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