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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Wenas mi gente, traigo casi doble actualización porque me ando muriendo con una fiebre poderosa y si me voy pal otro mundo como mínimo que no sea sin actualizar una última vez xD
 
Pequeña uva, este capítulo va dedicado a tí UwU
 

                         XVI

       I put you high up in the sky

   And now, you're not coming down

    It slowly turned, you let me burn

 And now, we're ashes on the ground

 Don't you ever say I just walked away

          I will always want you

    I can't live a lie, running for my life

             I will always want you


– ¿Sigues enojado?

"Que pregunta."

Deidara gruñó, estaba sentado en el suelo, sus manos se movían al rededor de su bicep izquierdo para comprobar que no le quedaban secuelas de la explosión. El fuego ciertamente no le afectaba, pero la combinación que formó junto al estallido había sido lo bastante cerca como para darle un sacudida, por lo que igualmente necesitaba revisar si en la colisión había recibido algún otro tipo de herida. No lo hubo, de modo que pudo relajarse un poco, atrás había quedado la capa de Akatsuki y ahora Deidara solo utilizaba el uniforme que normalmente tenía debajo. Su corta camisa dejaba expuesta piel que había recibido algunos raspones y arañazos por los escombros de la pelea, sus costillas particularmente habían obtenido un corte algo profundo, pero su sanación fue rápida, dejando solamente algunas líneas de sangre en su torso; Itachi había tenido intención de colaborar con su revisión, pero la molestia que Deidara se cargaba era tan inmensa que bastó una mirada para devolverlo a su sitio.

– Era la única forma de salir vivos sin que Madara pudiera rastrearte – Comentó por segunda vez, ya que a la primera Deidara había estado algo desorientado y no captó bien el mensaje. Ahora sí lo hacía, más no por ello estaba contento.

Hasta el día de su muerte recordaría el susto de lo más humillante que se llevó al ver como aquella bomba minúscula le explotaba justo en la cara, cegandolo por unos segundos. Al no sentir el calor achicharrarle la piel o el humo traspasarle los pulmones creyó que había sido una muerte rápida, algo indigna de la magnitud de todos sus crímenes. Su reacción le resultó lógica ya que no tenía el conocimiento de que existiera algo capaz de frenar una explosión como esa a tan corta distancia, pero sí que lo había. Lo descubrió al verse bajo tierra, rodeado por esa protectora aura rojiza que actuó para cubrirlo tan bien como haría con su verdadero portador, luego comenzó a transportarlo por el subsuelo, soltandole en la superficie a una distancia considerable del conflicto principal. En sus intenciones habría sido colaborar y alejarse por su cuenta, pero se le había acabado el tiempo de resistencia a la fórmula y por lo mismo le cedieron las rodillas, no golpeando el suelo por un brazo que le rodeó el torso justo a tiempo.

El mundo se volvió borroso, y cuando fue capaz de enfocar adecuadamente se descubrió a si mismo siendo llevado por el Uchiha en su espalda, con su cabeza recostada de lo más cómoda en su hombro izquierdo.

No sabía cuánto tiempo tenían viajando, pero se apartó para bajarse de su transporte apenas tuvo la capacidad de mantenerse de pie, procediendo a seguirle en un trote por los árboles durante aproximadamente unas tres horas y media, bajando el ritmo a una caminata que mantuvieron hasta ese momento en silencio porque la indignación de Deidara no había menguado ni un poco.

Estaban en un descanso ahora, y aunque su idea inicial es que también fuese silencioso, terminó bufando ante las palabras del otro.

– Eso lo entiendo, lo único que no termino de comprender es porqué no me dijiste que me ibas a cubrir con esa armadura satánica tuya.

– Supuse que te lo habrías imaginado – Fue totalmente sincero ya que no se esperaba que el otro de verdad creyese que le dejaría morir.

– Hay muchas cosas que no pude imaginarme, la invasión a Akatsuki es un buen ejemplo... – Certificando que estaba en perfectas condiciones más allá del trauma que posiblemente le quedaría luego de tanto drama, Deidara se vió intrigado –  ¿Que hiciste, por cierto?

Itachi dejó entrever su cansancio con un suspiro.

– Es complicado.

– Hombre, te lo creo. Porque de otra forma no me imagino como le hiciste para convencer a tantos ninjas de hacer un golpe tan suicida como ese.

– No fue necesario convencer a nadie, simplemente debí filtrar la información de la base a las personas correctas.

– Eso significa que escogiste a propósito personas lo suficientemente estúpidas como para hacer una invasión sin avisar al gobierno – Su suposición recibió un cabeceó afirmativo – ¿Eso fue lo que estuviste haciendo?

– Se podría decir – Sus días de planeación incluían detalles bastante técnicos pero la suposición de Deidara era una buena forma de resumirlo. Sin embargo, arrugó ligeramente las cejas al captar ese brillo dudoso en sus ojos azules – ¿Que pasa?

– ¿Eso que hiciste no pone en riesgo tu posición como informante? – Puede que estuviera tratando de mantener distancia, pero era inevitable preocuparse un poco si sentía que sus planes de fuga podían causarle problemas, más cuando su misión de espionaje era tan delicada.

Al Uchiha le entró la tentación de sonreír ante el recordatorio de que algunas cosas como el interés mutuo era difícil de erradicar, pero logró mantenerse estoico.

– Ninguno de los grupos que atacaron Akatsuki tienen buena relación política con Konoha, relacionarlos a la aldea solo sería posible si pudieran recordar de dónde sacaron la información, y eso no es posible – Por su forma de decirlo era obvio que el Mangekyo tenía que ver – Es un plan con muchas partes involucradas, pero resultaba más creíble de esa manera.

Deidara se mostró algo confuso ante su forma de decirlo.

– ¿Creíble que cosa?

– Tu muerte – Específico él, sonando tan increíblemente realista que incluso el mismo se lo hubiera creído.

– ¿Ahora se supone que estoy muerto?

– No es una suposición, no realmente. Konan te vio salir de la base para entrenar y Hidan podrá certificarlo – Que hasta su encuentro con el inmortal resultase una treta sutilmente planeada no le sorprendía en lo absoluto – En última instancia lo que pensarán los demás es que te encontraste en medio de la línea de fuego y eventualmente caíste en batalla.

Deidara meneó la cabeza en lo que se imaginaba el panorama, no es que fuese sencillo derrotarlo, pero teniendo en cuenta su situación de seguro el resto del grupo pensaría que había utilizado la invasión para finalmente matarse como tanto decían que haría.

– Pues ciertamente es una excusa bastante buena para Akatsuki y el resto del mundo ninja, ¿Pero y Madara? – No buscaba ser pesimista pero debía sopesar todas las posibilidades; Deidara cambió su expresión a una más irónica – ¿Crees que se creerá el cuento de mi muerte?

– Lo dificulto. – Su voz era calmada aún si ese detalle no era de su agrado – Aún no estaba completamente recuperado en el momento que detonó la bomba, pero si pudo sentir al menos un poco de mi chakra entonces sabe que no estás muerto.

– Eso resulta un problema, ¿No crees? – Exhaló con abatimiento. Los dos se veían agotados a su manera, con Deidara sintiendo sus músculos adoloridos e Itachi presentando en sus ojos unas delgadas líneas rojizas que bailaban al rededor de su iris, formando un suave tono rosáceo que denotaba una ligera irritación.

– El que intuya que estás vivo no significa que sabrá donde estarás.

– ¿Y se puede saber en donde estaré? – Estaba escéptico sobre el asunto desde que Itachi se autodenominó su corredor de bienes raíces, en especial tomando en cuenta que no había vuelto a mencionar el asunto desde el día que sellaron el trato.

Con una pesada e inaudible exhalación el de cabello negro se levantó, miró hacia un punto a la distancia con discreción y luego le hizo una seña con la cabeza, instandole a levantarse también. Deidara lo hizo, y se encontró con una mirada de lo más curiosa en sus ojos.

– Míralo por ti mismo – Dijo entonces, girandose para continuar su camino con su acompañante pisandole los talones. No le molestaba tener que dejar el sueño de lado un rato más, lo que si lo hacía es que hubiera tanto secretismo con el asunto.

– Por supuesto que dirias eso... – Mascullo en voz baja, rodando los ojos en el proceso.

– Es un largo recorrido hasta nuestro destino – Itachi le miró de reojo sin dejar de caminar – ¿Podrás llegar?

– Uchiha, aún así no pudiera créeme que encontraría cómo – Dejando en claro su evidente descontento por haber sido llevado cargado y su obvia reticencia a que sucediera de nuevo.

– No podemos parar a descansar – Le advirtió, no como para que reconsiderase la oferta, sino más bien para que estuviera consiente de lo mucho que tenían por recorrer.

– A como yo lo veo tengo más posibilidades de llegar allá que tú – Hizo una mueca destinada a molestarlo y luego apuntó al frente con desgana – Solo camina y ya, te seguiré de cerca.

Su mente estaba agotada por el día, y aún si internamente podía resentir las secuelas de la batalla, el chakra extra le hacía sentir que aún podía atravesar todo el mundo ninja a la velocidad de la luz. Seguía lleno de energías y estar dentro del Susanoo de Itachi como que lo había acrecentado un poco, de modo que, siendo objetivos, él tenía más probabilidades de aguantar con éxito otra batalla que un Uchiha el cual a leguas se veía cansado por mucho que caminase de manera neutral.

El recorrido fue silencioso, tal vez demasiado. Aumentaban la velocidad de a momentos y el resto del tiempo caminaban, pero sin decir palabra alguna. Deidara había estado acostumbrado a esa clase de situaciones entre ellos en el pasado, solo que después de haberse vueltos inusualmente dependientes al calor de la piel ajena, más bien era raro que no tuvieran nada que decirse. Era como si de alguna forma a pesar de haber avanzado hubieran vuelto al principio, rodeados de un silencio que sencillamente habían perdido la capacidad de llenar.

No sé arrepintió entonces de haberse alejado en las últimas semanas. Esto era muchísimo peor que no verse.

Pensamientos similares rondaban la mente del Uchiha, solamente que en vez de la complicada nostalgia en la que Deidara estaba enfocado, Itachi le daba más vueltas al hecho irónico de que antes cuando no tenían absolutamente nada que compartir, su relación era considerablemente buena; No había mentido cuando le dijo que encontraba paz en esa azotea, sus quejas, así fueran bullosas, le daban cierta tranquilidad. Sus historias personales le causaban interés, sus enojos le hacían gracia, sus elocuencias le entretenían y la textura de su boca era simplemente inenarrable; Ahora, yacían lado a lado con el pleno conocimiento de que tenían entre manos algo mas que compartir aparte de miradas elocuentes y caricias fugaces, y por mucho que de los dos Itachi fuera el más encabezado en el tema, no negaría que tampoco encontraba mucho que decir. Su experiencia, así como cualquier habilidad para sobrellevar cualquier conversación, flaqueaba en el segundo que reaccionaba al recordatorio de que no estaba hablando con un compañero de Akatsuki, ni siquiera un ex amante, porque aunque fuese de ambos era ese chico el que llevaba el motivo por el cual estaba poniendo en riesgo su puesto como informante de Konoha, la razón que le había hecho volver a pensar en si mismo luego de muchísimos años, el aliciente que le empujó a hacer una locura monumental como sacarlo de Akatsuki...; Ningún título parecía encajarle correctamente con la magnitud de aquello que le estaba dando, y era frustrante.

En su mente rondaban algunas ideas sobre lo que quería decirle, una en particular siendo la más fuerte de todas, casi rompiendole la garganta para poder salir. Pero presentía que Deidara podría intentar apuñalarlo si hacia el amago de pronunciar esa palabra tan significativa. Y no podía morir, por lo menos aún no. Debía volver a planearlo todo, y mientras hacía eso mantenerse con vida era crucial.

La facilidad con la que cambiaban los rumbos de la vida era impresionante. Un día sabes con certeza el segundo en que darás tu último aliento y al siguiente te encuentras replanteandote hasta lo que vas a comer mañana. Itachi no creyó que eso podría sucederle luego de tanto tiempo, pero el destino le había jugado sucio a su inteligencia, y ahora debía esforzarse para arreglar todo... De nuevo.

– ¿Que es eso? – Deidara había sonado casi tan desubicado como lo había previsto, por lo que debió parar para observarlo.

– Aquí es donde te quedarás.

– Lo había intuido, Uchiha – Comentó con acidez, frunciendo el entrecejo – No es lo que había imaginado.

Mentiría si dijera que no esperaba algo semejante viniendo de él puesto que su nueva residencia temporal era bastante decente, no parecía excesivamente grande pero su tamaño era más de lo que había esperado, incluso su construcción lucía impecable. Deidara podía apostar a que no encontraría una sola grieta en la madera por más que la buscase.

Itachi seguía midiendo su reacción en lo que le miraba.

– ¿Que te habías imaginado?

– Algo menos... – "Hogareño" Esa era la palabra correcta, todo tenía un aire que apestaba a cena familiar navideña con suegros incluidos. Al pensar en ello algo incómodo le removió la boca del estómago, por lo que en su lugar optó decir –: Extravagante.

– Es práctico – Respondió él, a lo que Deidara alzó una ceja.

– Y grande.

– ¿Tienes problemas con el espacio?

– Tengo problemas con que me consigas una choza vacacional cuando soy el único que va a vivir aquí – Le echó un vistazo con desconfianza – Tu y tus influencias satánicas deben regresar a Akatsuki, ¿No?

El Uchiha asintió, aunque no con muchas ganas. El boleto de ida solamente había aplicado para Deidara, ya que mientras el grupo siguiera en pie y Konoha necesitase la información, él debía regresar a su puesto. Lo peor del caso es que aunque tuviera presente la importancia de su misión, le era imposible no concebir la idea de marcharse tan amarga... Y confusa. Le generaba confusión el querer quedarse cuando acababa de experimentar lo difícil que habían sido solo unas cuantas horas de camino, siendo así una convivencia debía ser peor, pero por alguna razón no lo veía de esa manera.

Se giró hacia él.

– Usa el espacio como quieras. Esta no es un ruta comercial así que no hay muchas posibilidades de que encuentres personas al rededor, tampoco grandes aldeas. Adentro hay todo lo que podrías llegar a necesitar por un tiempo, pero si hace falta algo más hay un pueblo a unos kilómetros al sur, esta en la frontera del país así que no recibe demasiada información sobre la actividad criminal, entre eso y la noticia de tu muerte no debería haber razón para que ocultes tu rostro, pero trata de ser precavido – Se detuvo un poco, echando una ojeada al lugar antes de reparar en él – Cuando salgas, y se que lo harás... – Aquí fue imposible no sonreír un poco ante su tono – Intenta no meterte en demasiados problemas, procura mantener el lugar en secreto y no bajes la guardia. No dudo que Madara continuará buscándote ahora que Akatsuki no lo hará.

– Sospechará de ti, de seguro – Comentó irónicamente.

– Si – Más no se vio para nada preocupado – Me encargaré de eso cuando vuelva.

Deidara subió y bajó las cejas, optando por no hacerse demasiada mente sobre lo que haría. Debía tener un plan y él no perdería el tiempo preguntándole, tenía otras cosas más importantes en las que concentrarse.

Carraspeando un poco, le observó con cierta intriga dudosa.

– ¿Debo asumir que vendrás de vez en cuando o solo cuando debas... recogerlo? – Había batallado un poco para encontrar una palabra lo bastante decente que no le hiciera sentir raro, consiguiendolo a medias.

– Volveré – Respondió tras una pausa significativa – También estaré en contacto cuando no pueda venir, tú puedes hacer lo mismo si necesitas algo.

– ¿Y como se supone que lo haga? ¿Te dibujo un pentagrama en el piso o que?

Moviendo mínimamente la cabeza ante su imperturbable humor, Itachi hizo lo mismo con el suyo al comentar en un tono misterioso:

– Lo averiguaras adentro.

Deidara suspiró.

– Bien.

Suponiendo que este era el momento de separarse, el artista le miró unos segundos con duda. Jamás había sido una persona amante del contacto físico, por lo cual un empujoncito o un golpe juguetón en su brazo era lo que normalmente hacia al momento de despedirse, tal vez como un modo de tener un gesto con él sin verse demasiado comprometido; Hoy, sin embargo, hasta eso era raro de pensar.

Dió un paso atrás y se giro hacia la puerta.

– Nos vemos, Uchiha.

Arrugó la cara al estar de espaldas y se contuvo de aplastarla en la pared, eso había salido igual de incómodo al final.

– Deidara.

– ¿Mmm? – Detenido justo en frente de la entrada, sus ojos azules le vieron de reojo.

– Cuídate – Lo dijo de una manera tan extremadamente significativa que no se le ocurrió que responder a eso; Entonces sonrió a medias – Y trata de no explotar la casa.

Se le abrió la boca con algo similar a la incredulidad, pero antes de plantearse la idea de patearlo, el Uchiha se perdió entre la espesura del follaje.

"Que... imbécil"  Entró al lugar antes de que le traicionaran las ganas de asesinarlo, casi azotando la puerta al hacerlo. Se le bajó un poco el coraje al ver su nueva residencia, por dentro era bastante amplia y en cierto modo acogedora. Tenía las ventanas cerradas y aún así entraba bastante luz. No estaba excesivamente amueblada, solamente lo necesario, con algunos adornos aquí y allá, como unos peces de porcelana en la pared, una oveja de cristal en miniatura y pudo creer que un cuervo. Pero no. Ese era bastante real, de hecho se llevó un sobresalto cuando movió la cabeza al intentar tocarle un ala.

– ¡Joder! – Sacudió la mano en lo que le fruncía las cejas al animal. Este se quedó tranquilo, demasiado diría él. Y no fue hasta que ladeó la cabeza de un modo inusual es que se le vino en recuerdo a la mente.

Después de abandonar la Aldea y amenazar a los altos mandos por la seguridad de Sasuke, Itachi siguió queriendo velar por su seguridad personalmente. La única razón de porqué no lo hizo de inmediato fue debido a que consideraba que verlo tan pronto podía perjudicarle en su tarea, pero al volver a Konoha y notar todo ese crecimiento que se había perdido, decidio dejar vagando por la aldea uno de esos cuervos que ya manejaba mucho mejor para echarle un ojo de vez en cuando. Así pudo verificar su recuperación en el hospital y los años que viviría posteriores a eso aún si no estuviera en la aldea.

Y ahora le había dejado uno aquí.

Sinceramente no sabía cómo es que no lo vio venir.

– Pues siempre que no se coma mi comida... – Se encogió de hombros, despreocupado. Estaba demasiado necesitado de una siesta como para pensar en eso.

Apenas vio cómo era la cocina o todo lo demás que faltaba, se fué directo a lo que creyó que era una habitación, con un suspiro de alivio escapando de sus labios al ver la cama.

Dormir. Si, eso sonaba bastante bien.

Se dió un buen baño primero, no estaba acostumbrado a usar una bañera así que pasó de ella, pasando a echarle una ojeada al closet en busca de algo limpio que ponerse pero estaba vacío, por lo que tuvo que caminar en toalla hasta la otra puerta faltante. Esa recamara era más grande, y por la ropa de su talla que encontró adentro supuso que era suya; Al terminar de acomodar lo poco que se había traído junto a la ropa sucia, Deidara se puso algo ligero y se acostó en esa cama que era bastante más suave que la otra, cerrando los ojos con cansancio.

La cabeza no le dió ni para rememorar los eventos del día, únicamente para hacerse una sola interrogante antes de finalmente caer rendido.

Si esa habitación era suya, ¿De quién era la otra?


  
               OoOoOoOoOoOoO



Hace muchísimo tiempo que Deidara no tenía un despertar tan glorioso.

Con el chakra Uchiha aún circulando sin control por sus venas, su recuperación fue rápida y satisfactoria. Aún sentía la cabeza algo pesada y los músculos de la espalda tensos, pero eran dolencias menores que podía ignorar, solamente requería de un buen plato de comida y estaría como nuevo.

Se levantó entonces, su estómago reclamaba urgentemente por comida y estaba dispuesto a buscar algo de comer entre sus reservas, distrayendose solo cuando un sonido en la estancia le puso alerta.

En menos de un segundo estuvo en la puerta con un Kunai en una mano y encerrando un poco de arcilla en la boca de la otra. Itachi le había dicho que no explotase la casa, pero tampoco es como si se fuese a quedar de brazos cruzados si entraba un intruso, al contrario, tendría suerte si dejaba algo de él para enterrar, pues debía ser un adversario lo suficientemente astuto e inteligente como para ingresar a un sitio que el mismo Itachi Uchiha había garantizado como escondido; De forma peregrina pensó que podría el mismo Uchiha, pero eso no tenía sentido porque para empezar no le imaginaba regresando tan pronto, aparte que de haber sido él su habilidad sensorial debería haberle avisado al llegar. También podía ser que si lo hubiera experimentado pero al estar dormido no pudo sentirlo, pero era una teoría demasiado complicada como para pensarla a fondo; Dispuesto a salir de dudas, Deidara caminó hasta la sala de estar, encontrándose con una persona tomando tranquilamente una taza de café.

Bueno, ciertamente no era Itachi, pero tampoco lo que había estado esperando.

En vez de un intruso, había una mujer sentada en el suelo frente a la mesa. Debía tener alrededor de cuarenta años, portaba una cabellera castaña algo larga y alborotada, adornando un rostro armonioso que emanaba tranquilidad. Su vestimenta no tenía el símbolo de ningún clan, pero lo níveo de sus ojos la delataba. Una Hyuga, eso era seguro. Su expresión no era de la que probablemente pondría alguien que se mete a una casa y la encuentra ocupada, más bien parecia que lo había estado esperando, incluso le sonrió con amabilidad.

– Buenas tardes, Deidara ¿Dormiste bien?

– ¿Quién eres tú? – Arisco como siempre era, no se preocupó por ser cortés.

– Ah, sí – Pareció reparar en algo, viéndose prontamente comprensiva – El Uchiha dijo que no tuvo tiempo para platicarte sobre mí.

Deidara alzó una ceja, bajando un poco el Kunai. Sabía ahora que una ladrona no podía ser si el mismo Itachi le había dado entrada, principalmente porque su nombre junto al de ese Uchiha no era una información de dominio público, aunque eso seguía sin aclarar sus dudas.

– ¿Por qué estás aquí?

– Conozco al Uchiha desde hace muchos años en Konoha. Allá por las épocas del tercer Hokage me especialice para ser sanadora, pero mi curiosidad y ambición por instruirme en jutsus médicos prohibidos me llevo a salir de la aldea antes de recibir el título apropiado. Opero de manera clandestina desde entonces, por lo menos hasta que Itachi se comunicó conmigo hace unos días. Hace tiempo que no venía al domicilio de nadie – Parecía genuinamente entusiasmada con la idea, y eso solo le dejó más confundido.

– ... Sigo sin entender porqué te dijo que vinieras – Comentó entonces, sacándole a la mujer una divertida sonrisa.

– Te lo pondré de esta manera – Y procedió a extenderle una mano a modo de saludo – Mi nombre es Kaiyah y voy a ser tu doctora.

Casi se le cayó el Kunai.

– ¿Doctora? – No repetirlo fue imposible, y parpadear con asombro menos, más ella se veía tranquila.

– Entiendo que puedes estar algo confundido, como te digo me parece que no hubo tiempo de explicarte mi llegada.

"¿Tiempo?"  Era una excusa de lo más absurda si consideraba el largo camino que recorrieron prácticamente en mutismo. Si Itachi había necesitado decirle algo perfectamente lo pudo haber hecho en cualquier momento, en especial algo tan complicado como la súbita presencia de un médico casi caído del cielo.

Deidara vio de reojo al cuervo posado como si nada en la cornisa de la ventana, y a medida que su mal genio iba burbujeando a la superficie, se le ocurrió una teoría de lo más lógica. Y es que dificultaba muchísimo que a Itachi se le hubiera olvidado comentar ese detalle, por lo que veía más posible que al conocer la naturaleza se su pésimo e intolerante carácter, había omitido deliberadamente el detalle para evadir la montaña de quejas que muy probablemente iba a recibir y que ahora quería gritarle en la cara.

– Ah, que maldito imbécil... – Susurró con rencor hacia el ave, consiente de que muy posiblemente le estaba mirando.

– ¿Como dices? – Kaiyah parpadeó un poco en desconcierto.

– Nada – Sacudió la cabeza, fijándose ahora en la invitada – Escucha, no necesito ningún doctor.

– Oh, pero claro que lo necesitas – Sus brazos ahora estaban cruzados en una actitud que le recordaba a los superiores de su aldea – ¿O acaso crees que un embarazo es algo tan fácil como sentarte y esperar?

– A mucha gente le resulta – Comentó de mala gana.

– Esa es gente a la que le gusta jugar a la ruleta rusa con su vida – Deidara puso entonces un rostro conveniente acorde a un "Como yo, por ejemplo"; Ella respiró un poco para armarse de paciencia – Mira, hay muchas cosas que debes saber primero, muchas indicaciones, precauciones, recomendaciones... Eso en un caso normal, por supuesto, y tú no aplicas precisamente en esa área. Hay muchísimo de ese Kinjutsu que aún no sabemos y eso puede resultar peligroso. Quizás tanto gasto de energía en tu sistema requiera que te alimentes más, o puede que alguno de tus órganos esté comprometido y no lo sepas. Yo puedo decirte todas esas cosas, pero para eso necesito que cooperes y me dejes revisarte.

Revisión. Esa era la palabra clave.

No le gustaba que lo manosearan tanto, se había sentido horriblemente fuera de lugar cuando Konan le había tocado y también con Hidan aún si no fue un contacto directo; Itachi era uno de los pocos que había dejado hacerlo pero el contexto era diferente, pues aquello no sentía nada beneficioso.

Ella dió un paso adelante, como intentando persuadirlo.

– ¿No querrás morir, o si?

– Lo estoy pensando – Dijo sincero y bastante arisco.

Tras un suspiro, ella lo dejo para que pensara la idea un poco ya que de todas formas necesitaba de su cooperación; Deidara se sentía listo para negarse, pero como comprendiendo su vacilación, el animal aleteo silenciosamente hasta posarse sobre el hombro de la mujer. Ella no hizo ningún movimiento al respecto, pero él si miró al animal, interpretando su acción y su peculiar mirada no como una orden, sino más bien como un voto de confianza. Como si allá donde estuviera quisiera decirle "Confío en ella para esto y tú también puedes hacerlo"

Bufó con fuerza.

Tremendo lío en el que se había ido a meter.

– ¿Que se supone que tengo que hacer? – Se escuchaba desganado pero al menos cooperaria, lo cual ya era todo un logro.

Ella sonrió grande.

– Ven conmigo.

La siguiente media hora fue como volver a la primaria. Kaiyah le hizo sentarse en el piso y procedió a hacerle un chequeo bastante completo con los instrumentos que había traído. No dejó mucho espacio suyo sin revisar, incluso le hizo abrir la boca, poniendo las manos en su mandíbula para mantenerlo donde quería; Por lo menos no era alguien brusca, porque Deidara tenía un sistema de reacción muy bien preparado tras años de entrenamiento, un golpe excesivo y era capaz de meter un puñetazo en el ojo antes de procesar siquiera la idea.

Deidara le vio arrugar las cejas en una mueca algo inconforme y se preparó mentalmente para un drama.

– ¿Que pasa?

– ¿Te estás alimentando bien?

– Cómo cuando me da hambre si es lo que preguntas – No era su intención ser tan sarcástico, pero es que era la verdad. En la academia no habían muchos temas que no tuvieran que ver con el entrenamiento, y al carecer de figuras de autoridad durante la etapa más temprana de su niñez, terminar volviéndose indiferente en cuanto a temas similares resultó muy fácil. Kurotsuhi solía bromear sobre lo milagroso que era el que no fuese un completo salvaje, aunque el tercer Tsuchikage tendía a atribuirse esa hazaña.

– No todo el tiempo, al parecer. Te ves algo pálido y agotado – "Bueno, si no me hubieran sacudido dos esqueletos espirituales gigantes a lo mejor me vería mejor" A él se le entrecerraron un poco los ojos al acordarse. Kaiyah, por su parte, estaba demasiado concentrada en lo suyo –  Puede que necesites alguna dieta en particular, pero eso lo sabré después de sacarte sangre.

– Vale.

– ¿Que tanto duermes? – Le miró de inmediato con un ojo entrecerrado – Y "cuando me da sueño" no es una respuesta.

Eso le dió algo de gracia, pero no lo demostró.

– Soy un ninja y encima criminal de rango S, descanso cuando me dejan hacerlo.

– Bueno, ya no estás en Akatsuki, así que no hay ninguna justificación para que no descanses las horas que deberías. Hasta más.

– Si... La verdad es que eso de descansar mucho no es mi estilo – Comentó como quien no quiere la cosa – Prefiero mantenerrne activo.

– Y puedes hacerlo – Asintió ella sin perder la paciencia – Siempre y cuando duermas bien. Todos necesitamos tener un buen descanso, Deidara, incluso los ninjas más fuertes.

– Digale eso a mi jefe – No, nadie le iba a quitar nunca el rencor hacia Pain por hacerlo despertar de madrugada, ni tampoco por mandarlo de misiones los domingos. No era un hombre de Dios, pero hasta los animales respetaban la santidad de ese día para dormir.

A forma de seguirle el tema, ella le guiñó juguetonamente un ojo.

– Lo anotaré si algún día visito Akatsuki.

Le siguieron varios exámenes de rutina ciertamente aburridos, como la extracción de sangre que a la final resultó normal, por lo que la dieta no era necesaria. Deidara se perdió la mayoría por andar pensando en un plato humeante de algo, seguía con hambre y estaba internamente ansioso  de terminar para que la doctora abandonase la casa y así poder comer; A excepción de su semblante de hombre sacudido sus resultados salieron bien dentro de lo que cabe, lo único que faltaba por ver era la única parte que seguía sin gustarle por encima de todo lo demás.

– ¿Te molestaría recostarte?

– La verdad si – Resopló malhumorado – Pero tampoco es como si tuviera opción.

– ¿No te gusta que te toquen? – Preguntó ella con curiosidad.

– Eso me da igual, lo que no me simpatiza es que me quieran manosear el estómago.

– Ah, entiendo – Esbozó una sonrisa amable – No eres el único que le pasa, creeme. Pero vas a tener que hacerte a la idea, tengo que revisarte cada cierto tiempo y además es normal que las personas te quieran tocar, sobretodo a medida que transcurren los meses. Incluso tú tendrás que hacerlo en algún momento.

Ante eso último se le arrugó la cara de inmediato.

– No lo creo.

No había querido reconocerlo hasta ahora, pero desde aquel momento con Konan se sentía inusualmente incómodo con la idea de siquiera ponerse una mano encima, como si de repente su abdomen fuera un lugar lejano y baldío al que no podía acceder con tranquilidad.

– Yo creo que sí, aún si no quieres hay veces en que los niños pueden ponerse algo inquietos, en especial por las noches, por lo que si quieres dormir tranquilo deberías acariciarle un poco. Eso siempre funciona.

Apenas prestando atención, Deidara le miró brevemente con apatía.

– Ya me las apañare.

Kaiyah no dijo nada en lo que le decía donde podía tumbarse, pero en el fondo estaba algo preocupada. Itachi nunca había especificado que fueran una pareja formal ni mucho menos, pero al ver su evidente interés para que alguien calificado en la materia atendiera el crecimiento de su hijo se figuro que, al menos, Deidara compartiría un tercio de ese interés. Y no podía haber estado más equivocada. Tenía muchísimos años trabajando en esa área, conocía tan bien la complejidad de la teoría como la profundidad de las emociones, y sabía por experiencia propia que ese chico no tenía la cabeza ni el corazón en el asunto.

No sé permitió mortificarse, a fin de cuentas no todos sus pacientes se sentían conectados con su embarazo, y eso no tenía porqué obstruir la realización de su tarea.

– Que interesante... – Comentó ella unos minutos después.

– ¿El que? – Estando acostado, Deidara pasó de mirar el techo sin interés a verle a ella.

– Está más arriba de lo que debería, lo usual es que para estas fechas aún siga por aquí – Aplicó algo de presión en la pelvis – Pero ya está aquí – Se deslizó un poco más arriba, casi llegando a su ombligo – Incluso pareciera que nunca estuvo abajo, como si el chakra del Kinjutsu lo hubiera formado para que estuviera en el sitio donde se quedaría hasta el último momento. No es algo malo, simplemente Interesante. Hasta creo que con eso te ahorras más dolencias.

– Mmmm – Cabeceó un poco, había captado la parte de tener menos complicaciones y eso era todo lo que le importaba.

– Lo único curioso es que de ser así debería notarse al menos un poco, en especial con lo cerca que está de tu piel, pero me supongo que irá a su ritmo.

– Vale.

– A propósito – A pesar de todo, se figuraba que ese detalle hasta el artista lo querría saber – Once.

– ¿Once que?

– Tienes once semanas – Por la cara medio sarcástica y fastidiada que recibió, a ella se le escapó una risa – Es decir dos meses y tres semanas.

– Mejor – Soltó él con brusquedad, haciendo a Kaiyah reír un poco más – Y no es que no te lo pueda contar, lo puedo hacer sin problemas, pero es estúpido llevar el tiempo en semanas. Me refiero a que si me preguntas mi edad te voy a decir mis años, no que tengo novecientas noventa mil setecientas catorce semanas.

El examen médico se retrasó unos minutos en lo que la doctora se recuperaba de su pequeño ataque de risa. No lo dijo, pero ahora podía entender un poco mejor que le había atraído a Itachi de su nuevo paciente. No solamente era guapo, se notaba que tenía carácter y encima un particular sentido del humor, cualquiera que supiera valorar y sobrellevar eso definitivamente se fijaría en él.

Finalmente luego de un rato para terminar con toda esa ardua sesión médica, Kaiyah empleó sus ojos para tener una visión más detallada de toda la maquinaria trabajando. Su reacción fue de lo más asombrada, casi rozando la fascinación, y la mantuvo en lo que instaba al rubio a sentarse para proceder con la lectura de sus resultados.

– Como me lo supuse tienes una acumulación de energía bastante intensa, gruesa y reforzada. El nivel que manejas es tan increíble que apostaría a que eres la pesadilla número uno para cualquier ninja sensor, incluso a esta distancia me ha costado ubicarme un poco, pero lo bueno es que igualmente he podido verlo. Se ve que está estable en cuanto al chakra se refiere, aunque me intriga un poco su tamaño, porque su desarrollo no se ve muy acorde a la estatura que tiene. Pareciera que se estuviera formando por partes, así que deberé investigar un poco más a fondo para ver que todo esté en orden. Perfectamente puede que sea solo una gestación lenta, así que por el momento no hay que preocuparnos mucho en cuanto a eso.

"Una cosa menos" No era necesariamente una alegría pero se conformaba con el hecho de que al menos algo estuviera bien para variar.

– Ahora, me había preocupado la movilidad de tus órganos para darle espacio, pero me parece que la energía que queda disuelta está haciendo ese trabajo, así como también parece proteger tu cuerpo de heridas graves, aunque eso por supuesto no significa que no vayas a experimentar dolor. El chakra en cierto modo te ayuda pero a fin de cuentas estamos hablando de un proceso que tu cuerpo no está diseñado para hacer, así que a falta de los analgésicos solo podría recomendarte calma y paciencia. No sé por cuánto tiempo tendrás acceso a la energía Uchiha para defenderte pero igualmente trata de no ponerte en riesgo – Metió la mano en uno de sus bolsillos y saco un papel doblado en varias partes que le entrego a su nuevo paciente. Deidara lo tomó tras un breve momento de vacilación – Es una lista de alimentos que debes consumir, para que tengas una dieta balanceada y no bajen tus defensas, aunque con tanto chakra en tu sistema no creo que eso suceda si te cuidas bien. Así como eso hay muchas cosas que son diferentes en este caso, por ejemplo, a falta de los órganos que se encargan del trabajo no tendrás las molestias típicas por el aumento de hormonas, al menos no tan marcadas. Pero si es probable que experimentes todo lo demás, que estés incómodo y te pongas de mal humor – El cuervo se sacudió un poco en la ventana, y Deidara rodó lo ojos porque sabía exactamente lo que Itachi estaba pensando. "De por sí ya tiene mal carácter..." – Es probable que cambien muchas cosas como tu alimentación y rutina diaria, el Uchiha me explicó que alguien te dijo en su momento que el chakra de su clan dejaría de revolotear hasta enfocarse en un solo punto, y es cierto. Tal vez pase en las siguientes semanas y cuando ocurra puede que te sientas más cansado. Puedes dormir todo lo que quieras, solamente come a tus horas y no te vuelvas perezoso. Sé que tal vez sea difícil, pero intenta no estresarte demasiado, tampoco angustiarte y por favor procura no alterarte tanto ni tan seguido – Aquí no solo se sacudió el cuervo, él también lo hizo – Agarrar tanto coraje no le hace bien a nadie que transite un embarazo, pero contigo es peor. Gastar chakra en un pelea es una cosa, pero enojarte es otra muy diferente. Si te exaltas demasiado tu cuerpo lo va a tomar como que necesitas defenderte, y el chakra que recubre el Kinjutsu viajará a las áreas encargadas para eso, dejándolo sin energía. Sería como si le cortases de raíz el oxígeno a un comatoso, y creo que no debo explicarte que pasaría si te quedas en ese estado por más tiempo – Al ver que captaba sin problemas la indirecta sobre su muerte, suspiró – A lo que voy es... puedes enfadarte, eso es normal y en cierto modo también necesario para tu salud. Solamente no exageres, trata de serenarte o hacer algo que te tranquilice si sientes que estás muy abrumado.

"Si supiera que lo único que me tranquiliza es volar todo en pedazos"  Se removió un poco, con algo empezando a molestarle en el pecho en lo que un dolorcito le rondaba la cabeza.

– Por lo demás solo te recuerdo que no hagas nada que pueda causarte heridas graves, no participes es peleas y por favor evita recibir golpes directos, el chakra puede que te haga sanar con rapidez pero eso no disminuye que queden secuelas. Mantén un buen ánimo, duerme cuando sientas que debas hacerlo y no te fuerces si te sientes mareado o con menos energía para hacer algo. Es posible que te sientas más susceptible a ciertas cosas y más irritable para otras, pero no te desesperes. Se por experiencia que puede ser agobiante a veces no saber que sentir, pero deberás tenerte paciencia. Entre eso, los alimentos que te deje en la lista y las indicaciones que te acabo de dar, no deberías tener mayor problema, al menos no más de los usuales, solo recuerda que vendré cada cierto tiempo para chequear tu avance. Puede que incluso deba quedarme aquí si surge algún percance, pero no te preocupes, soy una inquilina bastante profesional y no te molestaré más que para los quehaceres de mi oficio. ¿Te quedó todo claro?

A pesar de haber entendido al menos la gran mayoría de todo lo que había dicho, el ensimismamiento que tenía encima le había incapacitado al punto de que no podía decir una palabra alguna al respecto. Se había quedado más quieto de lo que jamás había estado en su vida, y es que aún si se hubiera figurado que no sería tan sencillo, en lo absoluto se le pasó por la cabeza que todo iba a ser tan arduo y exigente, casi le parecía más sencillo haberse quedado para morir en Akatsuki que tener que aguantar el resto de los meses que le faltaban.

– ¿Todo bien? – Kaiyah le puso con delicadeza una mano en el hombro.

– Voy a comer – Dijo casi sin pensarlo, parpadeando apenas y levantándose para ir a la cocina.

Sus planes de cocinar se cancelaron al ver que su inesperada invitada había traído algo de comida que olía muy bien. Aún seguía tibia, y al abrir el envase una parte suya se derritió al ver la buena presentación de un arroz blanco con un bistec perfectamente cocinado.

La parte restante, por otro lado, apenas podía procesar el existir.

Deidara se quedó con la mano sujetando los palillos, hundidos en la comida pero sin probarla. Las indicaciones que había recibido le rondaban una y otra vez en la cabeza, como si la voz de Kaiyah fuera algo robótico que en su mente no paraba de decir "No excederse, no alterarse, no saltarse ningúna comida, no suspender el sueño, no pelear, no herirse..." Menos mal que no le había dicho que no entrase en crisis, porque sentía que estaba teniendo una ahora mismo; No podía ni llevar la cuenta de todo lo que tenía que hacer, de lo que no, lo peligroso, lo riesgoso... eran demasiadas cosas y resultaba tan asfixiante que debió respirar bien profundo para verificar que nada le estaba oprimiendo los pulmones. Le ardía el corazón de lo fuerte que bombeaba en su pecho, con un casi imperceptible temblor atacando sus hombros y la punta de los dedos. Sentía que le podían castañear los dientes, pero no tenía frío, al contrario, había tanto calor que una gota de sudor cayó por un costado de su cuello. Debería tomar otro baño, pero si apenas se acordaba de como pestañear menos de lo demás.

Y es que era demasiado, todo lo que tenía que hacer eran justamente esas cosas que no iban con su carácter, con su esencia...; Él no quería actuar más irritable de lo usual, no quería tener que estar susceptible, no quería perder el control de sus emociones, no quería dejar de ser quien era ni por un segundo, pero eso era justo lo que sentía que iba a pasar. Iba a cambiar muchísimo en muy poco tiempo, ¿Y si se perdía en el proceso y nunca volvía a ser el de antes? ¿Podría mirarse en el espejo y reconocerse en esta nueva versión o solo sentiría un desagrado mayor al que ya estaba sintiendo ahora mismo?

Los palillos tomaron un trozo de la carne y comenzó lentamente a levantarla para llevársela a la boca. No creía poder tragarsela, tenía la garganta tan cerrada que no entendía como es que aún no se había ahogado, tragar saliva no hacia la diferencia y, en el momento que una desesperante sensación le punzo en el pecho, también le nació un fastidioso escozor debajo de los párpados.

La cabeza de Kaiyah se asomó en una esquina.

– ¿Esta buena la comida o prefieres algo más?

Deidara se detuvo, apretó los ojos para espantar la sensación, los abrió y observó la porción de la comida. Decidió entonces probar un bocado, perdiendo algo de color en el rostro cuando lo hizo.

Estaba asquerosisimo.

Con un poco más de apuro, escupió lo que tenía en el cesto de basura y empujó el restante de la comida a un lado. El revuelo atrajo a la Hyuga, quien hizo un gesto de intriga al ver la comida casi intacta y a un Deidara con la cara algo verde.

– ¿Que sucedió?

– ¿Que le pusiste a eso? – Se pasó el dorso de la mano por la boca en un intento de quitarse todo resquicio del aroma, y ella se mostró confundida.

– Nada aparte de lo usual, de hecho es un plato bastante simple.

– Está horrible – Ser sincero fue imperativo y no se sintió culpable por ello.

– El Uchiha mencionó que comias carne bastante seguido, es por eso que lo hice – Hizo un gesto pensativo – Tal vez sea parte de tu cambio alimenticio, no sería inusual que ya no te gusten algunas cosas como antes.

"Ah pues, mucho mejor todavía" Justamente cuando había tratado de no exagerar demasiado con la presión de los cambios sale el primero de ellos para explotarle dolorosamente en la cara, "¿Por que mierda tiene que ser justo la carne?" Era de lo que más comía en misiones y siempre la utilizaba para burlarse del Uchiha ya que a él no le gustaba. Ahora no tenía ni el chiste ni la carne, sencillamente no podía irle peor.

Kaiyah se seguía mostrando amable.

– ¿Quieres que te ayude a buscar algo más para comer? Me se algunas recetas muy buenas que no llevan carne.

– No, gracias – Le dolió ver de reojo el platillo ya que visualmente era de lo mas tentador, ojalá pudiera decir lo mismo del sabor; Le puso la tapa de nuevo – Iré a dormir otro rato.

– Está bien – Se reservó la mueca de lástima para si misma – Lo más probable es que ya no esté cuando despiertes, así que te informo de una vez que muy pronto recibirás otra visita.

– ¿Otra? – "Y la cosa mejora todavía más..." Suspiró con cansancio – ¿Quién?

– Es un conocido de mi profesión, se encargará de cubrir los espacios que yo no sé interpretar. Pero descuida, es más analítico que práctico así que no va a revisarte.

"Amén"

– Bien, ¿Cuando viene?

– No estoy segura, tenía un montón de trabajo cuando contacte con él. Tal vez se aparezca por aquí en algunos días o la semana que viene. Solo no te preocupes demasiado por no identificarlo cuando llegue, tiene un cabello de lo más peculiar, lo reconocerás enseguida – Añadió con una diversión que honestamente a él no sabía si darle mala espina o no.

– De acuerdo.

A pesar de lo dicho, no pudo dormir. No estaba lo suficientemente cansado y además, seguía con un hambre se lo más extraña, era como si físicamente necesitara comer pero su mente no tuviera la capacidad para sobrellevar esa idea. La imagen de cualquier comida le resultaba tan anhelada como desagradable, pero no podía simplemente ignorarlo ya que ahora no era como antes cuando podía dejar pasar sus necesidades por flojera, ahora debía seguir unos parámetros algo estrictos y rememorar eso solo terminó por darle más desagrado a la idea de comer.

Terminó obligándose a comer una pequeña porción de algo básico para al menos mantenerse, Kaiyah ya se había ido hace algún tiempo llevándose su comida con ella, gracias a Dios. Ahora sin su presencia todo estaba más tranquilo, pero eso no le dió ni un gramo de paz. Su estómago dolía y su cerebro también, haciendo que dejase la cabeza perezosamente aplastada contra la superficie fría de la mesa, tenía planeado incluso dormirse allí cuando el cuervo se posó justo a su lado. Itachi no lo estaba controlando ahora, lo sabía porque cuando el Uchiha le utilizaba su mirada adquiría una agudeza casi humana, insólita hasta para el animal mas inteligente, y cuando no solo se veía como un cuervo cualquiera; Deidara se figuró que estaba allí por la comida, por lo que de manera distraída tomo una cucharada de lo que había dejado y lo apiló en un puñado justo frente a sus patas. El cuervo se lo comió con energía, y una vez terminado salió volando por la ventana.

Se podría haber movido, pero seguía sin ganas, por lo que estuvo peligrosamente cerca de cumplir su misión de sobre la mesa, solamente siendo detenido por el ruidoso aleteo del animal.

Deidara despegó uno de sus ojos de mala gana, encontrándose con la visión del cuervo cargando algo en el pico. Era una flor amarilla, algo rota y marchita, pero bonita. El artista se la quitó al ver que no tenía pienso de moverse hasta que lo hiciera, luego se fue a su lugar destinado en la ventana.

Observó la flor con curiosidad, era casi como si le estuviera pagando el favor, y eso le dió gracia.

– ¿Por qué cuervos? – De pronto se vio transportado a la azotea de Akatsuki, era domingo y la noche estaba muy fría. Debían estar rozando las doce de la noche, pero ninguno de los dos tenía pienso de irse a dormir.

Itachi estaba literalmente pegado a sus costillas, casi podía sentirlo dar cada respiro con sus atrofiados pulmones, rozando los suyos propios en cada exhalación.

– Son animales muy inteligentes – No le había mirado, pero no lo tomaba en cuenta, a fin de cuentas era imposible que estuvieran más cerca.

– Y tienen mala fama.

– La reputación es solamente lo que las personas piensan que eres, que sea verídica o no es decisión tuya.

– Bueno, tu reputación es terrible – Comentó con algo de gracia – ¿Dirías que eso es verídico o solo una opinión popular?

No estuvo seguro de porque en esa época, pero habría jurado que una fugaz sonrisa sin humor había aparecido en su rostro. Fue rápida, apenas un destello que ya no estaba ahí cuando volvió a mirar.

– Tal vez un poco de ambas – Ahora si le miró – ¿Que me dices de tí?

– ¿De mi? – Alzó una de sus cejas, curiosamente divertido por lo informal de la pregunta.

– ¿Opinión popular o verídica?

– Todo lo que dicen que hice es cierto, así que... – Se encogió de hombros, sintiéndole la piel al hacerlo – De todas maneras no me preocupa lo que dicen sobre mí, jamás tuve una buena reputación y tampoco me importó que fuera de otra manera.

– ¿Algún motivo en particular?

El rubio lo pensó un poco.

– Simplemente amaba demasiado mi libertad como para detenerne a cambiar pensamientos ajenos – Echó un vistazo al cielo, al basto manto de oscuridad que teñia sus ojos azules con las luces de millones de estrellas – Además, por mucho que lo hubiera intentado la gente no cambia si no quiere hacerlo.

– Es verdad – Concedió él, y su voz se oyó sospechosamente amarga – Un pensamiento demasiado arraigado es casi tan difícil de curar como una enfermedad mortal. El paciente es el que decide si desea salvarse, de lo contrario...

– No hay nada que hacer – Al terminar esa oración por él, volvió a vislumbrar otra sonrisa similar – Se le deja sufrir hasta que muera o se le mata para que ya no sufra.

– ¿Que elegirias tú? – Preguntó entonces, girandose un poco más hasta que le tuvo respirando sobre su cabello.

Algo estremecido por la calidez de su aliento, esbozo una sonrisa elocuente que pretendía ocultar su ligera alteración.

– Aún si no fuera un fanático de lo efímero, escogería la segunda opción.

– ¿Por qué?

– Me gustan las tácticas directas – Movió un poco la cabeza, rozandole lento. Su comentario estaba rodeado de una juguetona picardía y eso le hizo sonreír un poco – Además no soy alguien que vive de esperanzas, y se por experiencia propia que tenerle fé a algo que es imposible es perder el tiempo.

Había sido muy joven cuando el estilo de vida de sus hogares sustitutos le lavó el cerebro con historias fantasiosas de fe y esperanza, él las había añorado todas como propias, tratando de ser lo que consideraban una buena persona sin dejar de ser él mismo. Desgraciadamente, para su pueblo esas dos cosas no combinaban, y su futuro se vio reducido a limitar la persona que era, aceptando todas las condiciones sin rechistar...; Eso o romper las reglas, tomar lo que consideraba que merecía y largarse de ese hoyo al que nunca pudo llamar hogar.

Había creído inútilmente que respetarían su arte, que comprenderían su forma de ser y que no le negarian aprender una técnica que ya estaba más que listo para usar, pero se equivocó. Fue entonces que decidió seguir su propio camino, y aún así eso le costó a una edad demasiado temprana el único lugar que había conocido, fue feliz al saber que al menos tenía libertad.

Era muy joven, pero al menos había aprendido la lección.

"Todos mienten, incluso las personas que dicen quererte. De hecho, esas mienten más todavía"

Indiferentemente de su amargura, Itachi ahora le estaba mirando con fijeza, aunque no de la manera que siempre hacia. Ests vez el negro tenía una oscuridad más significativa, pesada pero extrañamente suave.

– Pienso igual – Dijo entonces – Al menos ahora.

Con toda la confianza que un buen revolcón te podía dar, Deidara le había observado con curiosidad.

– ¿Y antes?

– Todos fuimos jóvenes alguna vez – Le había llamado la atención ese tono de oculta significancia, pero no lo suficiente como para preguntar por ella – Vivimos de esperanzas hasta que nos las destruyen, creemos en promesas hasta que las rompen, nos creamos un mundo lleno de las mentiras que nos hacen creer y luego nos sentimos vacíos cuando vemos la realidad.

Los ojos azules se habían estrechado un poco, dando espacio a que la boca se frunciera con una torcida sonrisa de interés.

– Lo haces ver como si todos viviéramos en un gran engaño.

– Las personas necesitan mentiras para vivir tranquilas. Algunos las dicen, otros se las creen, aunque la mayoría opta por hacer ambas – Había suspirado un poco, y aunque su respiración no fuera la ideal al menos no estaba trabajosa como en ocasiones anteriores. Eso para Deidara significaba un día de tranquilidad sin ataques – La realidad es demasiado dura como para vivirla sin engaños y nadie está exento de ello.

– Cuesta creer que siendo alguien tan jodido para interpretar las mentiras te hayas creído tantas de ellas.

– Todos fuimos jóvenes, Deidara – Repitió el Uchiha, haciéndole sentir un cosquilleo ante la mención de su nombre; Giró a ver el cielo nocturno – Por otra parte...

– ¿Por otra parte? – Inquirió ante el repentino silencio.

La voz de Uchiha había sonado baja, grave e incluso algo ronca, pero repleta de una aspereza que solo podía asociar al cansancio que generan los años.

– Por otra parte, tal vez más que creerlas habría querido que no fuesen mentiras.

– ¿Como cuáles?

Pero él no había respondido, supuso que porque hasta ahí llegaba el nivel de confianza. Sin embargo, si le había volteado a ver, con esa usual chispa de interés bailando detrás de sus ojos oscuros. Se había esperado un beso, y siendo honesto no se hubiera quejado, pero no lo hizo. Se limitó a rozarle la línea de la mandíbula con la yema de los dedos, trazando caminos imaginarios en lo que un semblante pensativo le oscurecia aún más las ojeras. Algo le atormentaba, eso era seguro. Pero esa ya era una zona a la que él no podía acceder, y aún si pudiera no sabía si le gustaría lo que podría encontrar allí.

"Antes no lo sabía..." No había sabido en ese momento que Itachi seguramente estaba hablando de su clan, de la promesa de solucionar todo por la vía pacífica, de las palabras del mismo Shisui diciéndole que podían mantenerlo todo bajo control. Él ya había sabido que era mentiras, pero tomo la decisión de creerlas porque habría dado todo de si para que fuera cierto. Anhelaba una vida como esas mentiras se lo pintaban, y aún con toda la inteligencia que pudiera tener a su edad, había decidido, aún si fuera por un tiempo escaso, creer que podían ser posibles.

Hasta que perdió a su mejor amigo.

Luego de eso solamente la exclamación de un pequeño y alarmado Sasuke pudo sacarlo de su momento de ira personal, pues para ese punto no tenía motivos para conservar la esperanza.

"Ahora lo entiendo..." Pero como antes no fue así, él le había tocado ligeramente la clavícula con los dedos, internamente conmocionado por el huracán que acarreaba su espíritu, por los pecados que carcomían su alma. Había subido lentamente hasta tocar su cuello, pasando distraídamente la mano por la piel que la capa no llegaba a cubrir, delineando sutilmente cada pequeña cicatriz, pasando por los imperceptibles lunares y la curvatura de su oreja hasta finalmente detenerse en el nacimiento del cabello. Ahí había dudado un poco, echándole un vistazo para ver su reacción, pero no encontró ninguna. Itachi estaba totalmente inclinado hacia un lado, con las piernas entrelazadas a las suyas y la cabeza reposando en su mano. Sus párpados estaban cerrados, respiraba con tranquilidad, y de no ser por la pequeña sonrisa que profirió al saberse observado, habria pensado que estaba dormido.

Al no encontrar objeción alguna, continuó con su recorrido hasta que su mano quedó cubierta por un manto de cabello oscuro y liso. Una vez allí, movió suavemente los dedos, sacándole una casi inaudible exhalación de gozo.

Se quedaron de esa manera hasta que el frío de la madrugada les caló hasta los huesos, cada uno inmerso en sus propios pensamientos pero sin ignorarse mutuamente, y solo cuando colores cálidos empezaron a pintar el alba es que el Uchiha abrió los ojos, con las espesas pestañas negras separándose para detenerse en su rostro. Tenía los ojos de un tono rosáceo y la piel debajo de ellos estaba un poco hinchada, solamente así es que Deidara captó que se había quedado dormido, mientras que él se había pasado todo el tiempo mirándole, intentando averiguar que secretos guardaba esa prodigiosa mente.

Al verle despierto se separó e intentó irse para volver a la normalidad que tenían después de un momento semejante, pero no. Una mano rodeó su muñeca, y para cuando pudo procesar lo que hacía, vió que le estaba llevando a esa habitación que era tan suya como de él.

– Estoy cansado – Fue su respuesta inmediata, haciendo amago de irse a su propia habitación para dormir.

En vez de jalarle, Itachi se había detenido, observando directamente sus ojos en lo que, muy despacio, deslizó su mano hasta entrelazar sus dedos.

Nunca lo había hecho antes, al menos no de esa forma, y la sorpresa por aquello le hizo seguir caminando hasta entrar a donde él le llevaba.

La mano que le sostenía le soltó una vez que sus rodillas tocaron la cama, instandole a recostarse en lo que su acompañante hacia lo mismo. No comprendió de inmediato el porqué de su repentina actitud, pero tampoco rechazó el acostarse pues se sentía bastante molido en muchos niveles.

– Realmente estoy muerto, Uchiha... – Murmuró de lado y con la mitad del rostro cubierta por una almohada.

Itachi no hizo ni comentó nada al respecto, se limitó a mirarlo en una posición idéntica a la suya, como si aguardara silenciosamente a que hiciera algo.

Se cansó de averiguar que era muy rápido, sintiendo como el sueño acumulado le pasaba factura. La idea de preguntar quedó en segundo plano con la llegada de la somnolencia, y sus párpados pesaron tanto que resultaba imposible mantenerlos abiertos; Su visión se tornó borrosa, experimentando cierta extrañeza al poder jurar que mientras más se le cerraban los ojos, más suave se hacía el gesto en el rostro del Uchiha.

Su conformidad le resultó incomprensible, por lo menos hasta que, a punto de caer completamente dormido, sintió muy claramente como la punta de unos dedos acariciaban su espalda y la piel desnuda de su cuello.

Dicen que las mascotas se parecen a sus dueños, y ciertamente ese cuervo le recordaba mucho a él. Pues así como el animal, Itachi le había retribuido su consideración con creces, siempre con ese aire envolvente que nunca le cansaba.

"Y mira como terminamos... " Sus párpados caídos llenos de ironía "Separados por millas y con un mugroso animal de por medio para recordarme lo que ya no tenemos"

La vida era cruel, eso era lo único cierto.

Una sensación de vacío le provocó suspirar, y no pudo estar más de acuerdo en las palabras de su nueva doctora cuando un inusual desasosiego le entristeció el semblante. Por lo general esas cosas no le afectaban tanto, pero maldición, extrañaba todo eso. Extrañaba la oportunidad de vivir recuerdos similares, extrañaba la sensación de intimidad, extrañaba la calidez de la compañía...

Y si.

También le extrañaba a él.

Extrañaba la persona que había llegado a conocer, esa que le había permitido estar más cerca de lo que nadie más podía, aquella que le reveló cosas de si mismo a la misma vez que le mostraba cosas suyas.

Aún acongojado, guardó los utensilios y fue a encerrarse de nuevo, intentado buscar en la inconsciencia del sueño un segundo de paz para su mente, repitiéndose que todo estaría bien de ahora en adelante aún si supiera que era una mentira de lo más descarada. Se permitió creerla a pesar de ello. Aún si no sabía que pasaría mañana o si viviría lo suficiente para ver un final, se permitió así como un Itachi de trece años creer en un engaño para mantener una falsa tranquilidad, y fue con esos pensamientos que durmió, dando por finalizado el primero de los días que le esperaban en su nuevo hogar.

Aún dormido, Deidara suspiró. Con algo de suerte las cosas mejorarían con el tiempo.









Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

 

1_ Uchiha Madara posee habilidades sensoriales bastante poderosas, sin embargo contando el hecho de que estaba reconstruyéndose tras la explosión más todo el jaleo de la batalla obviamente tuvo unos segundos de ceguera que Itachi aprovecho para alejarse con Deidara. Aparte de también contar con un factor a su favor que explicaré a continuación.

 

2_ Cuando un ninja posee mucho chakra o material genético diverso en su cuerpo, su huella de rastreo se modifica y por lo tanto le hace difícil de ubicar. Sucedió en ninjas como Kabuto y de ahí a que se hiciera el comentario de que Deidara es una pesadilla para los ninjas de tipo sensor, ya que con tanto chakra absorbido y mezclado es difícil poder encontrarlo.

 

3_ Kaiyah Hyuga tiene treinta y ocho años, es una criminal originaria de Konoha y será uno de los personajes recurrentes a partir de este capítulo. Espero que le agarren tanto cariño como yo, ella es un amor de personaje.

 

4_ El Byakugan no tiene tanta amplitud naturalmente como para tener una visibilidad tan buena de nuestra cría Uchiha, pero en vista de que Kaiyah ha experimentado con técnicas prohibidas su nivel es considerablemente más alto, así que si lo puede hacer.

 

5_ Más detalles de este personaje en los siguientes capítulos, no se preocupen, me he esmerado en darle un desarrollo digno.

 

Y weno, espero que el capítulo haya sido de su agrado. A mí personalmente me ha encantado, algo de descanso luego de tanta puteria y zorrismo no viene mal :3

 

Mañana respondo con seguridad sus comentarios.

 

Posdata: Si conseguí robarle la clave al vecino chavista.

 

Los quiere, Menma.


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