Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Weeenas :3

Pequeña uva acaparadora, comienzo contigo porque eres preciosa y te adoro UwU Debo aclarar que este capítulo está declarado como homenaje a las dos, a nuestro gusto por la cursilería, la comedía y por supuesto la puteria xD 

Posdata: Sigo sin ser buena escribiendo cochinadas.

 

                          XIX

               Loving can heal

       Loving can mend your soul

     And it's the only thing that I know

        I swear it will get easier

  Remember that with every piece of ya

And is the only thing we take with us when we die

– Tengo una pregunta necesaria.

Deidara se había alzado con energía, estaba sentado muy cómodamente encima de su pelvis, con sus manos abiertas sobre la pálida piel de su pecho. Su rostro era el típico que ponía cuando sentía esa curiosidad demasiado insana para su propio bien; Debajo de él y con el cabello negro suelto sobre las almohadas, Itachi le observó con una pequeña y perezosa sonrisa.

– Para tí todas las preguntas son necesarias.

– No todas... – Lo malintencionado de su voz le resultaba curiosamente excitante – Solo las que yo hago.

Su respuesta le causó gracia, en especial cuando se las arreglaba para seguir sorprendiendole con su ingenio.

– Te escucho.

– ¿Cómo conociste a ese dúo dinámico que me trajiste?

– Ah, eso – Se removió un poco para equilibrar el peso, más no tenía intenciones ni ganas de que se moviera. Se encontraba muy cómodo en ese momento, rodeado de sábanas y un enorme desorden que no tenía pienso de limpiar pronto – Kaiyah estuvo en el grupo de médicos que atendía a los soldados Uchiha durante la tercera gran guerra ninja. Mi padre fue uno de sus primeros pacientes luego de que un enfrentamiento con ninjas de la roca terminó en explosiones.

– No esperaría menos – Él más que nadie conocía la capacidad que tenía el cuerpo de explosivos, no en vano había formado parte de ellos.

Itachi movió la cabeza a modo de certificar sus pensamientos.

– El incidente no fue excesivamente letal pero si hubieron varios heridos, mi tarea en ese momento era ayudar cuanto pudiera.

– Cierto, había olvidado que fuiste a esa guerra – Emitió un pequeño suspiro en reconocimiento – Se escucha bastante intenso.

– Lo fue – Se había escuchado cansado al decirlo, y tenía motivos de sobra para hacerlo. Esa clase de experiencias desgastaban a cualquiera, en especial siendo tan joven.

Sorprendentemente, Deidara se mostró bastante comprensivo con el tema al encogerse de hombros.

– Fuiste siendo un mocoso, tiene sentido, aunque no es raro – Tras un gesto interrogante por parte del Uchiha, Deidara sacudió la cabeza – En mi aldea también enviaban algunos niños a la guerra, servían de carnada o distracción en el mejor de los casos. La mayoría de ellos nunca regresaba – A pesar de la brutalidad de aquello, los dos se lo tomaron con la neutralidad que venía por haber vivido cosas mucho peores; Itachi admiró su silueta en la penumbra y le rozó con los nudillos un lado del muslo.

– ¿Te llevaron a ti?

– Si lo hicieron estaría mintiendo si te digo que lo recuerdo – Sonrió algo irónico – Debía tener como dos años más o menos.

– Lo más probable es que no, entonces.

El artista sacudió la cabeza con aire distraído.

– Diría que fuí afortunado pero tampoco es como si después me hubiese tocado mejor suerte, así que... – Habiendo llegado a su límite de habladuría personal, le palmeo el estómago con ánimo – ¿Y? ¿Que pasó después? – Se mostró más que interesado en saber todo el recuento de loe hechos, e Itachi simplemente no pudo negarse al ver su nivel de entusiasmo.

– No demasiado, en realidad. Estuve asistiendola toda la tarde y también algunos días después de eso.

– ¿Suturando cadáveres? – Le pinchó a propósito, logrando que menease la cabeza.

– Asistiendo con los instrumentos.

– ¿Y en qué momento descubriste sus investigaciones ocultas?

– Más o menos el mismo día, algunos escombros atravesaron parte de nuestro terreno y durante la limpieza encontré varios de sus pergaminos.

– ¿Identificaste que eran prohibidos tan rápido? – Cuestionó con una intriga más que justificada si consideraba que en la mayoría de las aldeas no se enseñan técnicas prohibidas hasta la adolescencia, pero debió suponer que el clan Uchiha tenía sus propias reglas, e Itachi logró confirmarselo a medias con un gesto vago.

– No en ese momento, pero me documenté sobre ello más tarde.

– Resulta interesante que no la delatases – No le consideraba alguien malicioso, pero tampoco olvidaba que su índice de moralidad siempre fue bastante alto.

Aquellos cansados ojos negros recorrieron los suyos con una desgarradora suavidad.

– Luego de haber visto la muerte de tantas personas a la vez, una investigación ilícita no me pareció tan grave.

– Buen punto – Torció la boca, teniendo la suficiente delicadeza de no hacer una burla al respecto. Nunca dudaba al momento de tocar temas serios, pero la edad de Itachi en ese momento le agregaba un factor tan escandaloso que prefería no tomarlo a la ligera.

"Es curioso" Estaba acostumbrado a ver cómo las personas tendían a caer de cabeza en círculos viciosos, pero a diferencia de Fugaku, Deidara estaba seguro de que por mucho aprecio y nostalgia que Itachi pudiera sentir con respecto a las costumbres de su clan, jamás enviaría a su hijo a un guerra; Más que un guerrero letal, tendía a imaginarlo en ese contexto como un guardián, un protector dispuesto a morir para que alguien más pudiera gozar de lo que él nunca pudo tener.

El Uchiha se encargó de sacarlo de sus pensamientos al exhalar con profundidad.

– No sucedió mucho después de eso, no mantuvimos contacto luego de la guerra pero guarde la información de sus investigaciones en secreto. A ella la exiliaron unos pocos años después.

Deidara le frunció el entrecejo a modo de sospecha.

– ¿Acaso se puso a experimentar con personas? – Ella le había dicho que no, pero perfectamente le pudo haber mentido.

– No, sus estudios nunca sobresalían de los papeles – Distraídamente subió la punta de sus dedos por toda la linea del muslo hasta llegar a la cadera, allí en dónde las puntas de su cabello rubio le hacían cosquillas, luego los regresó a su lugar. Probablemente era culpa de la somnolencia, pero sentía que de pronto su piel estaba más suave – Ese es en parte el motivo por el cual decidí contactarla, necesitaba a alguien que pudiera hacerse cargo de tu salud sin querer hacer experimentos.

– Hombre, estás ofendiendo a Orochimaru – Su sonrisa era divertida – ¿Cuál fue la otra parte del motivo?

Aquí le observó con algo de gracia.

– También necesitaba una persona que pudiera hablarte sin que quisieras explotarla.

– ... Podría enfadarme por eso – Rodó los ojos, intentando no demostrar que el tema también le entretenía – Pero admito que fue una buena estrategia.

Aún con el aire cariñoso del que no era muy partidario, Kaiyah le recordaba a Kurotsuchi, con su rostro ovalado lleno de energía, ese cabello liso oscuro y su mirada comprensiva.

Su cara de dolorosa resignación a Itachi le resultó chistosa, por lo que no pudo resistir sonreír con un poquito más de amplitud que las veces anteriores.

Deidara le observó entonces con una curiosa fascinación, desde su altura podía visualizarlo casi por completo. Sus propias manos se veían más oscuras en contraste con la blancura de su piel, lo que resultaba tan interesante como preocupante. Itachi estaba tranquilamente debajo de él, recostado sobre la cama sin un gramo de tensión en los músculos, su pecho subia y bajaba armoniosamente, asomando de vez en cuando la apenas perceptible curva de la costillas. Era evidente que estaba delgado, aunque no tanto como de un enfermo se esperaría. Su figura daba la impresión de haber estado destinada a ser más gruesa y consistente, pero la debilidad de su organismo la había pegado sutilmente a los huesos en muchos lugares, resaltando las muñecas, la clavícula y los tobillos. En su rostro la debilidad no se había acentuado demasiado, pero aquellas prominentes ojeras le otorgaban un aire de longevidad nada consecuente con su apariencia de adulto joven, y no ayudaba que el brillo en sus ojos a veces se viera opacado por el peso de los recuerdos, casi apagando el furor de su juventud.

Ser consciente de su deplorable estado de salud era algo que siempre le removía la fibra sensible, de modo que se dejó caer lentamente hacia adelante, deteniéndose solo cuando sus labios tocaron la base de su garganta.

– ¿Y Ren? – Respiró sobre su piel, moviendo el rostro para rozarle a propósito y provocándole al Uchiha un vibrante escalofrío.

– No tengo mucha información de él en realidad, la única razón de que esté aquí es que ella parece confiar en su criterio.

– Es un fastidio – Resopló a medias – Pero admito que sabe cómo hacer su trabajo.

– ¿No habías dicho que te agradaba?

– Me resulta divertido a veces, es diferente. Aunque tú no pareces agradarle mucho que digamos – No podría olvidar que no le había saludado al llegar, como si su presencia fuera irrelevante. Si a eso le juntaba que ni siquiera se dignaba a mirarlo más de la cuenta, encontraba lógico sentir curiosidad.

Itachi se desentendió del tema rodeandole con sus brazos el torso bajo las sábanas, apretandole más contra si mismo y consiguiendo estremecerlos con la tibieza de sus cuerpos.

– Tengo entendido que no le agradan mucho los Uchiha.

– Ah, con razón no me cae tan mal – Comentó con un malicia intencional que logró hacerle apretar los labios para no dejar entrever su propia diversión.

– Tu odio por mi clan ciertamente no tiene límites – Quería que fuese un comentario serio, pero su severidad perdía efecto por la devoción con la que sus manos acariciaban su espalda.

Deidara echo la cabeza atrás, incorporándose sobre sus codos de modo que pudiera observar mejor su rostro.

– Antes el odio que le podía llegar a tener a tu clan era solamente una extensión del que te tenía a tí, pero ahora que sé que todos los Uchiha son unos imbéciles puedo repudiarlos con justificación de sobra – Entonces se mostró elocuente – Aunque a ti te sigo odiando un poco más.

– No esperaría menos – No se vio ofendido por ello, al contrario, la idea casi le ponía de buen humor.

– Me ofenderia si no lo hicieras.

Mirándolo por unos segundos sin expresión, Itachi se incorporó hasta quedar sentando, llevandoselo a él consigo y sin apartarlo ni un apice mientras le miraba con fingida seriedad.

– Esperas mucha consideración de mi parte en comparación a lo poco que sueles rendirte a cambio - Inclinándose para susurrar en su oído tan bajo, que de no haber estado todo en silencio no le habría oído.

– Itachi, yo jamás me rindo – Sus ojos relucian con desafío aun si la cercanía había conseguido enrojecerle las mejillas – Simplemente te doy guerra de otra forma.

– Es una manera muy curiosa de verlo...

Apañarselas para sonreír con altanería mientras unos dientes presionaban lentamente el lóbulo de su oreja fue una hazaña que Deidara consiguió a medias.

– Supongo que si – Entonces dramatizó cierto pesar – Aunque debe resultarte muy fastidioso y problemático ¿No?, con todo ese rollo de la armonía en el universo debo estar arruinando tu aburrida paz interior...

Conteniendo una breve sonrisa, Itachi alzó bruscamente su pelvis, chocando sin pudor alguno su intimidad contra la suya; Deidara ciñó su agarre en sus costillas, ahogando en su boca cerrada un ronco sonido de satisfacción.

– Me gusta la paz – Dejó que su aliento le calentase la oreja, con su voz grave y ligeramente persuasiva – Sin embargo, podría luchar en esta guerra un poco más.

– ¿Que tanto?

La mano que le acarició entre las piernas logró hacerle jadear, certificando que aunque Itachi se había debilitado considerablemente todos esos años gracias a la enfermedad, su fuerza vital seguía fervientemente enraizada en mantenerse firme. Anteponiendose a cualquier factor mortal que pudiera perjudicar su vida, su entereza, su determinación y también aquel fuego pecaminoso que ardió en sus ojos cuando observó vorazmente los suyos en la oscuridad.

– Averígualo.




                OoOoOoOoOoOoO




Parado en la puerta de entrada con la capa de Akatsuki nuevamente puesta, Itachi Uchiha se giro para ver a Deidara.

– Debo irme ahora sí quiero llegar al punto de encuentro con Kisame en la frontera – No hacía falta explicarlo de nuevo, pero lo hizo de todas maneras.

El otro chico asintió distraídamente con los brazos cruzados.

– Claro.

– Tal vez llegue allá al anochecer – Miró al horizonte unos segundos con algo de pesar - No estoy seguro de cuando volverán ellos para revisarte, pero probablemente sea mañana temprano.

– Bien.

– Procura decirles todo lo que puedas, yo seguiré al pendiente desde la base.

– Excelente – Fue su escueta respuesta, no prestándole atención realmente.

Itachi frunció levemente las cejas, estaba al tanto de que Deidara no era alguien seco para conversar, por lo que seguramente algo estaba pasando por su cabeza; Decir que era su partida sería fácil, pero estaba seguro que eso no era. Le había notado extraño desde hace unos dos días en la noche, pero no podía describir exactamente el porqué.

Todo había ido bien hasta ese momento, incluso más de lo que había creído. Una vez superada la traba que les tenía alejados el uno del otro, caer en viejas costumbres resultó tan sencillo como terapéutico, apenas logrando pensar en algo más que no fuese dar vueltas por toda la casa en un cómico y rebelde intento de querer disfrutar finalmente de un espacio que no era invadido por un grupo de terroristas que podían interrumpir su diversión. Su empeño en disfrutarlo fue tanto que Itachi pudo certificar la sustentabilidad de prácticamente cada superficie sólida de su casa, aceptando muy conforme que no solo la ubicación era buena, sino que la estructura poseía una resistencia envidiable; Se condecoró a si mismo con una medalla imaginaria por su buena intuición para escoger propiedades y procedió entonces a seguir cosechando los frutos de su buena elección.

No podía decir que era una luna de miel puesto que seguían habiendo pequeños detalles que evitaban conversar a propósito, pero optaron por invisibilizarlos por el momento. Se habían añorado demasiado y gracias a eso el Uchiha terminó alargando su estadía a dos semanas completas.

Sin embargo, tanto ejercicio eventualmente terminó cansandole más de la cuenta, por lo que había decidido dormir más temprano para recuperar algo de fuerzas. No tenía quejas, aquella era la mejor forma de agotar sus energías, pero como tampoco podía descuidarse se centró en no alterar demasiado sus ciclos de sueño, buscando mantenerse estable; Se había encontrado muy tranquilo en ese momento, despertando a intervalos por los sonidos habituales que Deidara solía hacer cuando le daba insomnio y se ponía a rondar por la casa, esculpiendo o moviendo los muebles de lugar; Llegó un punto en el que todo se volvió tan silencioso que cerró nuevamente los ojos para dejarse vencer por la somnolencia, cayendo en un sueño que no le duró ni quince minutos gracias al ruido de algo quebrándose afuera.

Itachi había salido de la cama con rapidez, apenas reparando en lo desaliñado de su aspecto o lo hinchado de sus ojos. El sentido de alarma le hizo aparecer en la sala en menos de un segundo, reparando con el corazón algo acelerado en un Deidara que parecía estático, mirando algo desorbitado un vaso de vidrio que se había hecho trizas a sus pies.

Dió un tentativo paso al frente.

– ¿Que sucede?

Como saliendo de un profundo estupor, el artista procedió a menear la cabeza mientras un ceño fruncido se instalaba en su rostro.

– Se me cayó esta porquería.

– ¿Como? – Preguntó totalmente extrañado. Él como guerrero estaba más que consciente de que con el nivel de reflejos que ambos se cargaban, cosas como esas no pasaban a menudo. Además, la cara de Deidara no le daba un buen presentimiento, parecía desenfocado de una manera preocupante, como si se estuviera conteniendo fuertemente de no caer en el pánico. Lo notó porque aún cuando su voz se escuchó despreocupada, su postura se veía rígida.

– Me distraje con tu animal – Apuntó al cuervo reposando en la ventana – Hace días que no le doy comida.

– ¿Le das comida?

– ¿Que tu no? – Arqueó una ceja.

– Si – Respondió él con cuidado – Pero no imaginé que tú también.

– Resulta convincente si se lo propone, además da buenas propinas – Se movió por el lugar para buscar algo con que recoger el desastre, e Itachi colaboró trayendo algunos trapos para limpiar el agua antes de que se filtrase por la madera.

Comenzó a notar el cambio cuando ambos se inclinaron para recoger los trozos de cristal, pues aún con la excusa de aquello, le fue imposible no darse cuenta que le estaba alejando a propósito, no como cuando durante el juego previo tentaba sus ganas esquivandole un rato para luego saltarle encima, esta vez literalmente se echaba a un lado cada vez que se le acercaba, formando un perímetro invisible de un metro o incluso más; Una vez que todo estuvo limpio, creyó que quizás con un momento a solas podría conseguir información, pero le sorprendió soltando:

– Voy a entrenar un rato.

El Uchiha parpadeó.

– Son las cuatro de la mañana.

– ¿Acaso hay una hora obligatoria para entrenar? – Le preguntó en tono que, indiscutiblemente, era bastante rudo.

– ...No.

– Eso creí – Hizo un asentimiento breve para luego salir por la puerta trasera, dejándole bastante confuso.

A Itachi se le ocurrió que tal vez era una de sus manías habituales, como una forma de mantenerse activo y no enloquecer, pero aquello no se redujo con el entrenamiento, pues durante todo su último día antes de partir lo único que recuerda de Deidara es viéndolo hacer un montón de cosas que no le incluían, como entrenar y organizar algunas pertenencias personales, tratándole con una indiferente cortesía que dejaba en evidencia su poco interés por aprovechar las últimas horas que les quedaban por compartir. Lo que terminó de confirmar su idea fue cuando no le buscó en la noche ni tampoco le dió tiempo para hacerlo él, pasando a desaparecer detrás de una puerta a la que Itachi podría jurar que le pasó el seguro.

Como ninjas, esa clase de cosas no se hacían por seguridad, más bien era una manera de decir No me molestes, y siendo la única otra persona que habitaba en la casa quedaba claro que el mensaje era para él.

Fue entonces que comprendió la gravedad de sus acciones, haciendo imposible asociarlas a una manía temporal. Se pasó toda la mañana antes de partir pensando en que podría haber dicho o hecho para hacerle enfadar, pues no recordaba que le hubiera dado motivos, y en el caso de que así fuera, normalmente Deidara nunca se perdía la oportunidad para recriminarselo. Que estuviera aparentemente molesto y se guardara sus opiniones era tan inusual como verlo tan callado.

El día llegó a su final muy rápido, no logró descifrar exactamente que era lo que pasaba y ahora tendría que esperar otras semanas para hacerlo.

Suspiró con desgana, haciendo que Deidara lo mirase está vez.

– Nos veremos pronto.

– Supongo – Comentó con un desentendimiento que a sus oídos se oyó más como indiferencia.

Antes de salir, Itachi se acercó a él, tocándole con la yema de los dedos la línea de su mandíbula. Tuvo la peregrina idea de darle un beso antes de irse, pero no pasaba por alto que aunque su cabeza apenas se había movido, Deidara había echado un poco el cuerpo hacia atrás, quedando curiosamente inclinado. Su respuesta corporal le dió la respuesta suficiente: Él no lo quería cerca por ahora; Ese hecho innegablemente le afectó un poco, pero se guardó sus opiniones y se limitó a apartar su mano, dándole una breve inclinación de cabeza y el mismo mensaje de la última vez.

– Cuídate.

No agregó nada más en esta ocasión y Deidara tampoco, simplemente se quedó callado en lo que le veía partir, perdiéndose en el horizonte y llevándose su desánimo consigo.

Apenas la ausencia del cosquilleo le aseguro que estaba bien lejos, Deidara cerró la puerta con una fuerza inmerecida considerando lo mucho que la estructura había tenido que aguantar, pero no lo tomó en cuenta, estaba demasiado ocupado intentado no caer en una crisis.

"Tiene que ser una puta broma..." Se había dicho lo mismo unas veinte veces hasta ahora, pero seguía sin terminar de asimilarlo por completo; Tratando de regular el incesante latido de su corazón, Deidara entro a su habitación a la carrera, figurandose que el animal estaba bien lejos. Una vez allí se forzó respirar hondo, intentando reorganizar todos sus pensamientos internos mientras abría y cerraba sus puños en un intento de enviarle calor a sus pálidos y fríos dedos. Sacudió un par de veces la cabeza, paseó un poco en su sitio y una vez logró apartar lo suficiente aquella desagradable sensación de estupidez, se levantó la camisa.

Comprobó que efectivamente seguía sufriendo ese infarto que tuvo la primera vez lo vió, aquella pequeña y simpática convexidad que no había estado allí en la noche cuando decidió ponerse a organizar sus cosas, apareciendo en algún momento del que solo fue consciente cuando fue a tomar un vaso de agua para luego proceder a dormir; Es entonces que se sintió bastante estúpido consigo mismo, pues a pesar de ya haber procesado el hecho de que estaba embarazado, con todo el asunto del estancamiento parecía que su cerebro no había terminado de asimilar que eso le terminaría pasando más temprano que tarde.

"Muy bien, tampoco está tan mal..." Intentó ser positivo al respecto pues no era algo excesivamente escandaloso, incluso con un buen ángulo se podría confundir con el abdomen de una persona naturalmente delgada que no hace ejercicios, con esa ligera barriga en la parte baja que siempre cuesta reducir.

Pero el problema es que él si entrenaba, él si se mantenía activo, él no estaba de esa forma por ser vago y definitivamente que eso no se bajaría haciendo ejercicio.

– Maldición...

Estuvo renegando entre dientes casi todo el día, variando entre sus actividades diarias y volviendo a verse el abdomen a escondidas; Hasta ese momento había utilizado en su mayoría su antiguo uniforme de Akatsuki, pues era bastante cómodo y estaba acostumbrado a usarlo, pero en vista de lo mucho que mostraba la parte superior, la cambió junto a los pantalones por otra ropa que tenía en el closet. No era tanto para que el cuervo no lo viera, más bien era para no verse a sí mismo. Se sentía extraño los cinco segundos que se miraba pero volvía a sentir curiosidad de hacerlo de nuevo, como si quisiera confirmar que seguía allí,  aún si de todas maneras podía sentirlo. No lo relacionaba a estar lleno luego de comer mucho, más bien era como si le fuesen insertado un objeto extraño justo debajo de la piel que la hacía estirarse. Incluso en un momento intentó contraer el abdomen, notando que era imposible esconderlo incluso si lo hacía, aquella protuberancia estaba bien puesta en su lugar y no parecía tener intenciones de marcharse pronto.

Agradecía sinceramente que le hubiera dado el frío suficiente en aquella ocasion como para colocarse un suéter, pues con el pasmo que le dió al descubrir tremenda revelación apenas le había dado tiempo de cubrirse de vuelta.

Se estuvo aguantando la mayoría de las quejas al respecto, por lo menos hasta que finalmente Ren hizo acto de su escandalosa presencia.

– ¡Buenos dias a... Joder! – Se ahogó un poco cuando Deidara tiró de él hasta soltarlo en la sala – ¡Eh! – Se quejó – ¿Que te pasa ahora?

– Explícame esta mierda – Su tono era equivalente al de alguien profundamente estafado, y eso a Ren le confundió enormemente, en especial porque con su nueva elección de guardaropa él no podía notar la diferencia.

El recién llegado boqueo un poco.

- Creo que no te entiendo.

Deidara echo los ojos a un lado y se levantó la prenda a regañadientes. Le había dado una buena ración de comida al ave por lo que tenía aproximadamente unos cuarenta minutos en lo que buscaba su cambio.

– ¡Oh, mira eso! – Sus ojos cafés brillaron con picardía – Pues si que no perdiste el tiempo.

– Ren...

– Ya, ya, respira que si te mueres hay mucha gente que querrá matarme a mí – No era una mentira, pero su tono burlesco le hizo contener las ganas de quedarse sin unos de sus médicos – Ahora dime ¿Que es lo que necesitas de mi?

– Que me expliques porque me ha brotado esta mierda de la noche a la mañana, ¿No sé suponía que iría lento?

– Corrección, iba lento – Específico con un dedo arriba – Pero si entre tú y el Uchiha le dieron lo que le hacía falta para crecer no puedes culparlo por aprovechar.

– Esa parte me quedo clara – Se sostuvo el puente de la nariz con algo de fuerza – Lo que no entiendo es porque no siguió con el ritmo normal.

Ren se cruzó de brazos.

– Si lo que creíste es que luego de tus noches de salvajismo iba a crecer de a poco no prestaste la atención suficiente. Luego de tantos días sin progresar no podías esperar que simplemente continuara desde el punto en el que se había quedado, tenía que adaptar su tamaño actual al tiempo que le corresponde, que son... ¿Cuanto? ¿Dieciséis semanas? Es cierto, pudo haber crecido un poco más lento, pero para ser justos llevaba rato estancado, poder desarrollarse correctamente es la función más importante que tiene, no te quejes si la cumple bien.

– Maravilloso – Espetó él, tener algo de tiempo y ver como aumentaba de tamaño lentamente habría sido menos traumante que despertar a media noche con una barriga.

– Ay vamos, no es para tanto – Le dió un toquecito en el estómago desnudo y él se lo cubrió con ira – Se te ve extraño porque eres delgado, pero ya te acostumbrarás.

Deidara gruñó por lo bajo.

– No lo creo.

– Pues vas a tener qué, porque si esto te enloquece no me quiero ni imaginar la cara que vas a poner en dos semanas viene.

– ¿Dos semanas? – Podría ser un criminal convicto buscado por el mundo ninja, pero su reacción indiscutiblemente tenía un tinte de pánico – ¿Por qué carajo va tan rápido?

– No es que vaya inusualmente rápido – Aclaró de manera pausada, acentuando cada palabra para que lo comprendiese – Es solo que debes recordar que el chakra es más delgado que los órganos que lo recubririan en un caso normal. Esto significa que está más cerca de tu piel y por lo mismo se te va a notar más rápido, no te sabría decir si tendrás una barriga demasiado grande pero por el momento no hay nada que lo señale, de modo que el tamaño bien puede ser el promedio. Lo único que si te puedo garantizar es que como está más pegado a tí lo vas a sentir moverse un poco más que la mayoría – Añadió para su enorme estupefacción, sonriendo como si nada – Pero esto tampoco es para tanto.

– ¿Alguna cosa para ti lo es? – Pronunció reteniendo una ira sulfúrica que el otro no colaboraba en bajar.

– Pues si, que sigas sano y no explotes la casa, sobretodo si estoy yo adentro.

Deidara tuvo que limitar su expresión de mal humor a un bufido, comenzando a creer que hablar con Ren era más o menos el equivalente a hablar consigo mismo cuando andaba de humor para ponerle a prueba la paciencia a la gente.

Su segundo doctor le dió una palmadita amistosa en el hombro.

– ¿Tienes hambre? Yo sí, no soy un experto pero creo poder hacer algo que satisfaga a tu monstruo.

Deidara meneo la cabeza, en lo absoluto estaba contento pero le tocaría aprender a sobrellevarlo.

– ¿Por qué le dices así?

– Porque cada vez que lo mencionan pareciera que te espantas.

– Cierto – Accedió con un suspiro, procediendo a rechazar la comida que hizo pero colaborando para su siguiente revisión, aunque realmente no hubo mucho que chequear.

Ren le dijo básicamente que el volumen de su vientre era prueba suficiente de que su teoría había resultado, que su monstruo solo había necesitado más genes para seguir desarrollandose y una vez que los tuvo continuó con su proceso tranquilamente. Lo único relevante que llegó a hacer fue medirle los niveles de chakra Uchiha que aún vagaban por su sistema, le informó que le quedaba aproximadamente la mitad, pero que de igual forma se fuese mentalizando para el momento en que se agotase.

– Es probable que te puedas sentir débil cuando lo pierdas – Su aviso venía con el tono de profesionalismo que usaba a veces – Es algo más de costumbre que otra cosa, técnicamente seguirías teniendo la fuerza que tenías antes, es solo que como te adaptaste a sentirte más fuerte podrías pensar que estás débil al volver a valerte con tu propio chakra, pero no es así.

– Eso lo se – Altanería y orgullo era lo que le sobraba mientras distraídamente picoteaba algo de su arroz – Siempre he sido fuerte, por algo me reclutó Akatsuki en primer lugar. No necesito chakra Uchiha para eso.

– Muy bien, rubio maravilla – Sonrió ancho – Aunque es divertido que te veas tan confiado cuando hace rato... – Deidara pronunció un súbito Chst que le hizo callar, mirando hacia donde él lo hacía.

Por la ventana entro ruidosamente el animal, cargando en el hocico un pequeño saco. Se posó diligentemente al lado de su nuevo amigo y lo deposito en su palma abierta, Deidara revisó en el interior y verificó que eran unas pocas monedas.

– Gracias, animal – Un toquecito en el pico más tarde y el ave volvió a su lugar, haciendo como que no veía lo que pasaba adentro.

Ren observó el intercambio con los ojos entrecerrados por la sospecha.

– Deidara ¿Acaso el Uchiha no sabe que...? – Tras taladrarlo con la mirada, el castaño formó una mueca incrédula y apenas logró bajar la voz – ¿Como es que te las arreglaste para que no se diera cuenta?

– Tengo mis trucos – Contestó en un tono similar, aunque internamente estaba algo avergonzado.

"Debe pensar que ya se me trastornó algo..." El pensamiento le hizo removerse en su sitio con incomodidad. La cara que había tenido el Uchiha los últimos días era de una confusión bastante obvia, y con razón, le había esquivado como si fuera una peste y todo porque no se le ocurrió que decir cuándo volviera a tratar de quitarle la ropa y descubriera el detalle. Entre ellos seguía existiendo demasiada tensión sexual, y para lo poco que necesitaban para iniciar un encuentro, Deidara se figuró de estar lo más lejos posible para no tentar la situación. Itachi podía ser más predecible, pero él era impulsivo y no se fiaba de sus propias ganas, pues aunque lo hubiese querido, concebir la idea de tener sexo era imposible si apenas lograba mirarse a sí mismo por más de dos segundos.

Era contradictoriamente fastidioso.

– ¿Si sabes que en algún momento se va a dar cuenta, no? – Continuó murmurando en ese tono irónico.

Él resopló.

– Lo tengo claro.

– ¿Entonces que diferencia hay en que lo sepa antes o después?

– Que aún lo sigo procesando – Procuró bajar de nuevo la voz en vista de que la había alzado por la rudeza – Por lo menos la próxima vez que la sorpresa sea solo para él.

– Es que la sorpresa seguiría siendo solo para él – Comentó graciosamente – A ti lo que te dió fue un trauma.

– Trauma es lo que te voy a dejar yo a ti si no me dejas de joder – A su amenaza, el cienpiés de arcilla que aún seguía en la esquina donde lo había dejado se alzó con curiosidad para ver si por fin lo explotarían.

El médico, conociendo sus límites como el profesional que se suponía que era, se limitó a soltar una risita y proseguir con los suyo.

Con el asunto aparentemente resuelto, el cienpiés volvió a enrollarse en su sitio, ese día tampoco sería.

Fue  cerca de las ocho de la noche que la puerta se abrió de nuevo, dejando ver a una Kaiyah que ingresó al lugar con su mejor sonrisa entusiasta.

– Buenas noches, Deidara.

– Hola – Dijo neutral, sentado en uno de los sillones con las piernas cruzadas mientras afilaba una de sus armas.

– Te ves muy bien, mucho mejor que antes – Le alabó ella en un tono de amabilidad – ¿Ha pasado algo interesante en mi ausencia?

– Pues...

– ¡Ah, si te contase! Imagínate que Deidara entró en crisis porque aumentó dos kilos.

La fuerza con la que el Kunai se clavó en la pared fue una que sin duda le hubiera traspasado la cabeza de no haberse quitado. Ren volvió a enderezarse una vez hubo pasado el peligro y despegó el arma de la estructura con su eterna mueca burlona.

– No aguantas nada.

– Sígueme fastidiando y te aseguro que lo siguiente que te lance va a explotar – Gruñó, su creación hizo como si se fuera a levantar y él le sacudió una mano sin verla apenas. Sabía que solo estaba haciendo la broma porque, para variar, el cuervo se había ido un rato a buscar su propia comida, pero el asunto seguía sin parecerle chistoso.

Kaiyah les observó a ambos con un rostro de simpática resignación.

– Veo que ya llegaste, Ren.

– Sabes que me apasiona mi trabajo, mujer – Le arrojó un beso mientras su aire de grandeza de elevaba de a momentos. En respuesta, ella le hizo un gesto como si no tuviera remedio.

– ¿Alguien podría explicarme que está pasando ahora?

Deidara movió la cabeza como si lo considerase.

– Digamos que sus teorías no se equivocaron.

– ¿Eso crees?

– No, la verdad es que estoy seguro.

– ¿Y como lo sabes si aún no te he revisado?

Sin mediar más palabras, el artista reparó en ella con cansancio, luego miró unos segundos la fuente de su drama actual y volvió a fijarse en ella.

A su espalda, Ren colaboró haciendo un gesto de estómago inmenso con las manos.

– ¡Oh! – A pesar de ser blanquecinos, sus ojos relucieron en un montón de colores diferentes antes de casi teletransportarse a su lado; Su entusiasmo era casi palpable – Eso está muy bien.

– Si tú lo dices... – No recibió respuesta por su apatía ya que ella estaba demasiado insmicuida en su labor de doctora.

– Que bueno que debo revisarte hoy, hace mucho que estas cosas no me emocionaban tanto, y mira que atiendo embarazos casi a diario – El comentario hizo sonreír a Ren, aunque a él se le hizo difícil empatizar con la broma.

Las manos de Kaiyah aún estaban frías cuando tocaron su piel, deslizándose sobre su abdomen y aplicando a veces algo de presión para terminar de verificar; Los resultados de su examen físico resultaron muy bien, el tamaño no era tanto como el que debería ser pero tampoco era algo preocupante, por lo tanto su revisión así como la de Ren no fue excesivamente larga. Lo último que hizo fue utilizar sus ojos para ver el flujo de chakra que rodeaba a su pequeño monstruo certificando que seguía estable y funcionando sin interrupciones, solo que con más fuerza que antes, supuso que gracias al nuevo almacenamiento de genes.

Debieron mudarse a media revisión gracias a la intervención del cuervo, y aunque la mujer quiso preguntar, lo dejaría para cuando terminase de hacer su trabajo.

Una vez acomodados en una de las habitaciones, el enfoque de la doctora se centró en verificar si internamente se estaba desarrollando como su volumen lo sugería, lo cual hasta donde podía notar era cierto.

– Ow... – Kaiyah contrajo de repente su rostro en un gesto de infinita ternura que le dejó confundido, sobretodo porque él no se caracterizaba por promover ese tipo de reacciones en los demás.

– ¿Que pasa ahora?

– No es nada realmente importante, solo se me ha escapado - Se había precipitado tanto al explicarse que Deidara pudo comprender el motivo de su vacilación.

– Kaiyah, no voy a enloquecer por cada cosa nueva que me cuentes.

A pesar de sus palabra se esforzó en sonar lo suficientemente educado ya que muy en el fondo sabía que se había ganado a pulso que lo pensase de esa forma. No encontraba las cosas que le pasaban de la misma manera que los demás, pero no por ello significaba que no podía llegar a sentir curiosidad de vez en cuando.

– ¿Entonces? – Cuestionó con menos dureza esta vez, agregando una media sonrisa para tranquilizar los humos – ¿Que pasa?

Ella le sonrió entonces.

– Bosteza.

– ¿Bosteza? – Repitió aún sin comprenderlo por completo, y eso la hizo reír.

– Si, y lo hace bastante seguido. Es normal, pero se ve muy adorable haciéndolo.

– Ah... – Comprendió él, suponiendo que para la mayoría de la gente el hecho de que algo tan enano bostece debe resultar lindo en cierta medida. Él por su parte lo veia más como algo curioso, preguntándose si al hacerlo no se tragaria esa inmensa condensación de chakra que lo mantenía unido a su cuerpo.

Sacudiéndose ambas manos, Kaiyah se acomodó en el suelo para dar su reporte.

– Muy bien, antes no era seguro pero ahora te puedo garantizar que todo está en orden. Me sigue confundiendo un poco su crecimiento ya que antes sus órganos estaban algo más desarrollados para el tamaño que tenía, ahora es al revés, calculo que mide unos diez centímetros de los once o doce que le corresponden, pero aún no ha terminado de desarrollar los órganos que le tocaban las semanas anteriores. Sin embargo, puedo notar que aún siguen trabajando, solo que de manera más lenta, y mientras no se detenga por completo podemos estar más tranquilos – Formó un gesto pensativo – Quizás es solo que algunas partes de su cuerpo las desarrolla más lentamente que otras, pero sigue avanzando y eso es lo importante. Por lo demás veo que es bastante activo, no ha dejado de moverse en todo el rato así que en definitiva va a ser un paciente bastante revoltoso.

– Adivina de quien lo habrá sacado – Se mofó Ren, procediendo a esconderse detrás de una almohada cuando Deidara hizo el amago de golpearlo.

Tras rodar los ojos, Kaiyah le froto un poco la rodilla.

– A estás alturas normalmente doy una aproximación de lo que podría ser, pero no me ha dejado verlo – Parecía casi enfurruñada y sorprendentemente Ren igual, dándole a entender que la idea de saberlo les tenía intrigados – Lo único que si puedo decir es que los bostezos son una buena señal, eso significa que se está preparando bien para cuando le toque salir.

"Ojalá sea pronto" Exhaló con cansancio, aún no iba ni a la mitad de su travesía y ya  estaba deseando que todo acabase.

– ¿Alguna recomendación? – Preguntó luego, y ella asintió.

– Solame que sigas comiendo bien y si decides continuar con el ejercicio procures no excederte. Ya en cuanto a si vas a necesitar más genes no podría decirte hasta que llegue el momento, pero sinceramente no creo que se de el caso.

– ¿Por qué?

– Por la técnica – El de cabello castaño se adelantó para poder responder – Antes el Kinjutsu solo absorbía la genética necesaria para la concepción, pero ahora que eso está listo lo que hace es almacenar toda la que pueda para que siga creciendo. Es algo así como un sistema de almacenamiento a largo plazo, guarda todo lo que pueda y lo va soltando a medida que lo necesite – Súbitamente, el porte de médico profesional pasó a ocultarse detrás de uno más sarcástico – Y para lo mucho que habrás hecho en estos días, me parece que ese tanque está bastante lleno.

Deidara puso los ojos en blanco.

– Cállate la boca.

– El punto es que ya no deberías tener ese problema de nuevo – Para Kaiyah, intervenir era necesario a menos que quisiera que se formase una guerra – Por supuesto aún seguirás necesitando chakra Uchiha de vez en cuando, pero por lo demás no hay nada que impida que el resto de tu embarazo transcurra con normalidad.

"Amén" Era la primera cosa de todo el asunto que le decían y lograba hacerle sentir algo remotamente parecido a la felicidad, pues ya sin problemas de por medio no había nada que atrasara más todo el proceso.

Kaiyah y Ren también estaban conformes en diversos niveles, aunque la primera seguía sin olvidar un detalle.

– Eso me recuerda ¿Por qué nos movimos hasta acá? A mí no me molesta, pero noté que pareces estar evadiendo al mensajero del Uchiha – A pesar de que tras sus palabras Ren rió entre dientes y Deidara hizo una mueca, ninguno le respondió – Vamos, muchachos ¿Acaso pasó algo malo en estos días?

– No exactamente.

– Algo deberá ser – No se rindió ella, apuntando a su compañero con el dedo índice – Conozco lo que tengo y se que no pondría esa cara por nada que fuera bueno.

El aludido formó en su cara un gesto de  halago que agrandó al llevarse ambas manos al pecho.

– Amo que me conozcas tan bien.

– Desearía no hacerlo – Tras suspirar, se giró a su paciente con algo de ansiedad – ¿Que pasó está vez? Dime por favor que Ren no tiene nada que ver.

El aludido se quejó con un "¡Eh!" Mientras que Deidara solo se vió más esquivo que de costumbre.

– Digamos que no me convenía que viera esta consulta en particular.

– ¿Por que no? Yo creo que le habría gustado hacerlo.

– Pues a mí no – La cortó casi de inmediato, su voz había vuelto a sonar ruda y eso no pudo desconcertarla más, principalmente porque creyó que se llevarían mejor luego de esas dos semanas.

– Pero...

– Mujer, cuando dije que ese rubio entró en crisis por subir dos kilos no lo decía por joder – Viendo que Deidara no se animaría a decirlo, Ren procedió a hacerle el favor – En resumidas cuentas, nuestro paciente estrella se ha llevado una sorpresa de proporciones épicas al ver su nueva talla y no ha querido que el Uchiha lo vea procesando el trauma.

Kaiyah amplió sus ojos entonces, no necesitando mas que eso para entender como seguramente se habría de sentir con ello.

– Lamento eso, cariño. Debí advertirte mejor sobre el crecimiento antes.

– Está bien, no es para tanto – Comentó, reprimiendo una sacudida al escuchar ese tono tan sentimental dirigido a él – Solo dame el día de hoy, necesito algo de aire.

– Deidara, ninguno de nosotros tiene que darte nada. Es decisión tuya lo que decidas o no contar, lo único que si podría recomendarte es que no le dejes fuera de estas cosas por mucho tiempo. Se contiene, pero se ve que esto le importa.

– Tal vez demasiado – Murmuró para si mismo con una acidez que debió disimular para no llamar la atención – La siguiente vez que venga puede que lo vea, por ahora mejor que se quedé sin saber.

– De hecho no es una mala decisión, algo tan grande como eso de seguro sería mejor si lo ve en persona. Si se te hace muy complicado decírselo entonces solo figurate que lo vea él mismo, así te ahorras explicaciones obvias.

– Gracias – No era afanado a dar agradecimientos pero recibir apoyo en lugar de críticas le había hecho sentir lo suficientemente bien como para hacer una excepción.

– No hay de qué – Su sonrisa era preciosa y su personalidad también – Ahora deberías cenar algo, de seguro estás cansado.

– Hombre, así cualquiera – Ren no se pudo guardar la burla, ni siquiera cuando su espalda comenzó a escoser por las miles de maldiciones que Deidara le estaba profiriendo. Hasta su compañera le miró con reproche.

– Ya basta, Ren.

– ¿Que? – Fingió demencia absoluta sin dejar de sonreír a sus anchas – Nosotros lo mandamos a buscar genes, no a succionar al pobre hombre hasta dejarlo seco. Tan solo mira, hasta las paredes están que se parten por la mitad – Entonces rió encantado – Pobre Uchiha, viene queriendo tomar café y sale embaucado genéticamente por un rubio dos kilos menos gordo que ahora.

– ¡Ya me hartaste, infeliz! – Habiendo traspasado el límite de su sagrada tolerancia, Deidara se arrojó hacia él con una velocidad que le hizo detener el corazón a la Hyuga, conectándole por poco una patada a su segundo médico quien salió corriendo con una sonrisa de impertinencia pegada al rostro. Más atrás le siguió el artista, decidido a borrarsela de un puñetazo.

Kaiyah pegó un brinco cuando escuchó el distintivo sonido de sus bocas escupiendo una figurita de arcilla.

– ¡Deidara! ¡La casa...!

Sus miedos terminaron siendo infundados ya que la explosión sonó afuera, lo bastante lejos como para no afectar la construcción pero si lo suficiente cerca para poder escuchar el aullido de dolor de su compañero.

Negando un poco, ella salió con calma de la habitación, escogiendo mejor hacerse un café para pasar el rato. Más tarde, y si lo veía conveniente, iría a recoger los despojos de su excéntrico compañero de trabajo.



             OoOoOoOoOoOoO



Parado en una esquina de la habitación y con la mirada fija al frente, Deidara ladeó la cabeza con curiosidad. Tenía más o menos diez minutos en ese mismo plan, de pie frente al espejo con una interrogante rondandole la cabeza. Estaba intrigado, y para variar no era culpa del pequeño monstruo, más bien por una serie de comentarios que había escuchado y quería encontrarles el sentido.

Sus acompañantes se habían quedado a dormir esa noche, más por temas de cansancio personal que por trabajo. A él no le importaba siempre y cuando no tuviera que compartir habitación, así que se tomó la compañía con normalidad y disfrutó silenciosamente la cara adolorida de Ren por la explosión que le había remitido cerca de la pierna.

Organizando sus instrumentos de trabajo, Kaiyah le atrapó sonriendo.

– Te ves muy bien, Deidara.

– Ya me lo habías dicho antes – Comentó acomodándose mejor sobre el sofá, ya tenía algo de sueño – Tengo buena salud, el colmo sería que pareciera un muerto viviente.

Una de sus pesadillas más recurrentes desde el inicio de su embarazo era verse a si mismo como un cadáver, portando un vientre tan inmenso que no le dejaba caminar y amenazaba con ahogarle hasta morir.

Ignorante a eso, Kaiyah dejo salir una risita suave.

– Si, lo sé, pero yo no te lo decía por eso.

– ¿Entonces por qué?

– Ella se refiere a que te ha cambiado un poco la apariencia – Hablaba el de cabello castaño mientras una bolsa de hielo reposaba en su extremidad herida – Y para bien, diría yo.

Tras mirar de reojo hacia los lados, Deidara torció una sonrisa rara en su rostro.

– Como digas.

– Te lo estoy diciendo en serio, rubio.

– Yo me veo igual que siempre.

– Pocas veces uno se ve como realmente es – Comentó ella, despreocupada – Para eso están las demás personas, para abrirnos los ojos cuando hace falta. Ahora estamos nosotros, y te puedo asegurar que te ves un poco distinto.

– En buen sentido, claro – Intervino el otro hombre.

– No me la creo – Su porte inalterable era capaz de enorgullecer al propio Itachi - Además, si es por el lío en el que estoy metido, tu habías dicho que no tengo las hormonas para eso.

– No, lo que yo dije es que no produces las suficientes – Ella tomó asiento en el sofá, dispuesta a explicarle. Nunca desaprovechaba la oportunidad de impartir clases sobre aquello que le apasionaba, y fuese raro o no, Deidara resultaba un estudiante de lo más deleitable – Todos los cuerpos poseen hormonas, es simplemente que el masculino no está diseñado para aumentar naturalmente la cantidad a menos que se trate de alguna enfermedad o tomes algún medicamento. Tú no tienes ninguna de esas dos, y aunque es cierto que si subiste bastante la cantidad, seguía sin ser la suficiente como para desarrolarlo por tu cuenta, de ahí a que te pidiese el chakra y los genes – Lo que había comenzado como una risa por parte de Ren terminó en un quejido de dolor cuando Deidara le dió un rápido puntapié en su pierna herida; Kaiyah continuó – Sin embargo, aunque el aumento no sea excesivo igualmente cambia bastante el organismo. Aparte de eso estás produciendo más sangre y aunque lo único que lo recubre es chakra, existe igualmente una conexión entre ustedes que siempre está intercambiando componentes, tú le das lo que ya sabes y él te provee parte de las mismas hormonas que produce para que así te sea más fácil de asimilar el embarazo. No son tantas como para cambiar completamente tu organismo, de ahí a que no vivas con náuseas o mareos, pero inevitablemente esa subida hormonal te tiene que afectar de alguna manera, lo bueno es que por el momento solo ha sido eso.

– ¿Lo bueno? – Reiteró alzando una ceja, a lo que un herido Ren reingresó en la conversación.

– La ingesta de hormonas puede causar muchos efectos secundarios, como alterar tu voz o causar un cambio permanente en la forma de tu cuerpo, la buena noticia es que con el chakra de entremedio posees una defensa extra que ayuda a tu cuerpo a separar los componentes que son para ti y los que van para tu monstruo. Por supuesto, tampoco es un sistema perfecto y muchas veces algo se va a colar por debajo, pero no tanto como para deformar tu físico o algo parecido. Considerate con suerte de que eso sea lo más resaltante que tengas hasta ahora, porque no todos los embarazos enbellecen, de hecho hay unos que prácticamente destruyen de adentro hacia afuera, al menos tú te ves un poco mejor que antes.

La plática había continuado alrededor del mismo tema un rato, luego había decidido irse a dormir, pero su curiosidad había  sido tanta que se terminó levantado unos cuantos minutos después solo para hacer lo que hacía ahora: verse en el espejo.

Intentando mantenerse imparcial, comenzó a echarse un ojo a detalle.

Su rostro realmente seguía igual que siempre, no veía cambio alguno en la forma ni tampoco en tamaño, sus ojos seguían siendo redondeados por un lado y filosos en el otro, una combinación que describía perfectamente el contraste que existía entre su apariencia y su carácter; El primer cambio que notó realmente fue en el color de sus ojos, no era demasiado notorio, pero tenía el azul un poco menos pálido de lo usual. Sus ojos se caracterizaban por poseer un celeste muy distintivo, solo que ahora se veía ligeramente más oscuro, con algunas salpicaduras de su antiguo color que solo eran perceptibles si se veía a muy corta distancia. Le atribuía aquello más al chakra que nada, y realmente no representaba una molestia.

A su cabello no le había pasado nada similar, a menos que contase la resequedad que había adquirido en los últimos días de manera sospechosa, no le preocupaba quedarse sin cabello porque descubrió que se le había sujetado tan firmemente a la raíz que solo un tirón muy fuerte podía sacar algunas hebras rubias de su lugar, pero de todas maneras le seguía resultando complicado el peinarse. Kaiyah había aportado su granito de arena al proporcionarle algunas cremas que podía utilizar para que el cabello no se le pusiera rígido como la paja, agregando también algunas que eran para la piel de su abdomen, y aunque agradeció el gesto, seguía sin saber cómo aplicarse esa última sin sentirse extraño.

Su piel era otro asunto bastante raro, y se figuraba que había sido lo primero que cambió en él, porque aunque tenía en cuenta que Itachi era un amante bastante cariñoso la mayoría de las veces, lo disimulaba casi siempre para así no volver incómoda la situación, restringiendose con una fuerza de voluntad que aparentemente le había fallado en su improvisada luna de miel de dos semanas, pasando a acariciarle más de la cuenta, no con intenciones de hacerle alguna maldad, más bien como si el roce de su cuerpo le resultase tan suave y tibio que la tentación de rozarle era demasiada hasta para él, pudiendo quedarse un largo rato abrazado a él mientras su rostro se perdía en la curva de su cuello, inhalando el aroma de su piel y dejando algún esporádico beso detrás de su oreja. Deidara había notado el cambio, pero no dijo nada porque lo cierto es que no le desagradaba recibir algún cariño extra de vez en cuando. No obstante, ahora podía entenderlo, su piel en definitiva no estaba más pálida u oscura que de costumbre, sencillamente parecía que la tenía mejor cuidada, con un resquicio de brillo que iluminaba su presencia.

No notaba nada más aparte de ello, pero si lo combinaba todo debía aceptar que se veía algo más juvenil y fresco. En lo absoluto vulnerable, más bien apacible y tranquilo, a simple vista podía dar el porte de alguien que emanaba la confianza como para conseguir que la gente se desahogase sobre su vida personal. Todo muy relajado, casi espiritual.

Podía ofenderse por ello, pero siendo alguien que disfrutaba tanto crear caos podía resultar divertido dar una cierta impresión y luego salir con una patada.

"O una explosión" Ideó felizmente, pensando en fuego y poderosos retumbares "Ah, si. Eso sería perfecto"

Deidara respiró con un poco más de normalidad, al menos este segundo cambio no había sido tan malo como el primero; Luego de haber recibido las bocas en sus manos había pasado a ser alguien que poco le interesaba lo que dijeran de su apariencia, para él era suficiente con no quedarse calvo y estar seguro de que el cambio no le hiciera sentir ridículo. Este no lo había hecho, por lo que podía estar en paz con eso.

"Aunque..." Miró de malhumor aquella incipiente curva, sabiendo que sería imposible sentirse igual con ella puesto que, literalmente, ese cambio si le hacía sentir más que ridículo.

Ren se marchó primero al día siguiente, cojeando, por supuesto. Pero Kaiyah había optado por esperar otro día debido a que seguía siendo una criminal y debía ser precavida con sus traslados si no quería ser atacada cada vez que salía.

Ella le pilló mirándose de reojo a si mismo con pesar, y figurandose que el cuervo no rondaba por allí, le observó con simpatía.

– Tal vez no sirva de mucho, pero debes saber que en realidad no se ve tan mal como tú crees.

– Kaiyah, ¿Sabes que realmente me serviría? – Ella esperó en lo que él sonreía con cansancio – Que no intentaras animarme.

– ¿Tampoco te gusta que te consuelen?

– Consolarme implicaría que me hicieras ver el lado bueno de algo, y esto no lo tiene.

– Bueno, eso en parte es cierto. Pero también es verdad que si no puedes ver el lado positivo de esto no es porque no lo tenga, sino porque no quieres verlo.

Él la miró muy fijamente.

– ¿Que puede tener de bueno cargar con algo que yo no quiero?

– ¿No estás saliendo beneficiado también? De otra forma no tendría sentido que hubieras accedido.

– Eso no te lo niego, pero tampoco quita que el precio sea bastante caro... y desagradable – Había sido realmente honesto en ello, gustandole internamente que ella no se viera automáticamente crítica por ello, y eso le dió curiosidad – ¿En qué piensas?

– En varias cosas, puedo decirtelas si quieres, pero primero dime – Sabiendo de antemano que era una persona habladora, quería tener la certificación para poder extenderse a gusto – ¿Quieres que tengamos esta conversación?

Deidara no se lo había planteado a profundidad, principalmente porque no se imaginó que pudiera charlar de ello con alguien. Su indecisión, sin embargo, se desvaneció ante la teoría de que hacerlo podría ayudarle a estar un poco más tranquilo.

Cabeceó.

– Habla.

– De hecho primero quería hacerte una pregunta, ¿Realmente crees que todas las cosas buenas que te digo son para animarte?

– Más que eso lo que si creo es que tiendes a suavizarme demasiado las cosas - Dejó caer la cara en sus manos cruzadas y se encogió un poco – No se si será para hacerme sentir mejor o no, pero si lo fuera, no lo necesito. Además tampoco lo conseguirias.

– Dei... – La mención de aquello llamó su atención, solamente Kurotsuchi le había llamado así, alegando desde el momento que se conocieron que ese era su privilegio por ser casi como hermanos – Admito que si hay algunas cosas que he suavizado porque creo que las necesitas de esa forma, pero la mayoría de lo que te he llegado a decir no lo hice con la intención de ser amable contigo, es simplemente que así son las cosas. Lo que pasa es que tú lo crees así porque no quieres ver más allá de las cosas malas.

– ¿Acaso podría verlo de otra forma? – Había sido sarcasmo y los dos lo sabían, aunque ella lo pasó por alto.

– De hecho si, hay muchísimas, pero eso depende de cómo te sientas con ello.

– Mmmm... – No fue una pregunta, pero quiso responderla igualmente – Estafado, supongo.

– ¿Por lo del Kinjutsu?

- En parte - La otra parte incluía al Uchiha y todo lo que le había hecho creer de su persona que al final no fue cierto. Aquello no lo mencionaria por temas de privacidad, sin embargo Kaiyah sabía trabajar con lo que tenía.

– Es comprensible y está bien que te sientas de esa manera, no te tocó una suerte muy justa que digamos, esperar que solo te sintieras bien con eso es pedir demasiado.

Como sintiéndose inesperadamente complacido con eso, se acomodó un poco mejor.

– Pienso igual.

– Exacto – Movió su rostro de esa forma que tenía cuando buscaba explicar algo - Pero como te dije no todo lo que te ha pasado y pasará es malo, por lo menos no si mantienes la mente abierta. Tu apariencia podría aplicar como ejemplo.

– ¿Y otro? – Caracterizado por ser crudo y directo al grano, no quería dejarse influenciar si no tenía al menos más de una prueba.

Kaiyah lo pensó un poco.

– A ver, estuviste pasando un buen rato con Uchiha Madara, ¿Cierto? No digo que fuese una buena experiencia pero al menos adquiriste mucha información, incluso aprendiste sobre sus puntos débiles hasta el punto que lograste escaparte por tu cuenta, eso es algo que no muchos pudieran haber conseguido – Su tono le resultó algo halagador, así que siguió escuchándola atención – Aparte cargar por tanto tiempo chakra Uchiha te ha ayudado a maniobrar otros elementos, y ese es un aprendizaje que te va a quedar toda la vida aún si ya no tendrás acceso a él luego. Tu habilidad es explosiva, así que ese conocimiento te ayudará bastante si quieres seguir superandote. Ya si nos vamos por otro lado, siempre tendrás algo que compartas con el Uchiha, se que no suena a algo que podrías utilizar como ventaja, pero eso amplía bastante tus conexiones, además de que aún si no vuelven a involucrarse no creo que te niegue en el futuro un favor si le lo pides. Ya sé que no necesitas ayuda – Le alzó una mano al verle ganas de comentar algo al respecto – Pero nunca está de más tener algo bajo la manga. A ti te gusta hacer bombas, así que sabes de lo que te hablo.

– Cierto – Concedió, volviéndose escéptico un segundo después cuando se echó otra ojeada –  ¿Y en cuanto al embarazo qué?

Pasando de la comprensión, la Hyuga suspiró con cierta pesadez.

– Es ahí donde no tengo mucho que decirte ya que la mayoría de las personas son felices porque van a tener justamente eso que tú no quieres.

– ¿Entonces que podría verle de bueno?

– Nada – Se encogió tranquilamente de hombros – En tu caso realmente nada, la única manera de que eso cambie es que también cambies tu manera de verlo, y eso no es algo que conseguirás fácilmente, mucho menos si no te interesa hacer un esfuerzo – Entonces se enderezó un poco más – ¿Quieres que sea completamente sincera contigo, Deidara? La verdad es que tienes muchas razones para no estar feliz, tu situación es peligrosa y complicada por donde la veas, no tienes una seguridad estable para ti mismo y dificulto que se la puedas ofrecer a alguien más, eres demasiado terco, imprudente y siempre quieres arreglartelas solo. Con ese historial por detrás te podría asegurar que nadie estaría a salvo contigo por mucho que lo intentases, no a menos que decidieras cambiar, y de eso tampoco te veo empeño.

– Pues porque no lo tengo – Se vio algo a la defensiva a pesar de que ella no parecía estarlo juzgando en lo absoluto.

– Y eso está bien, a fin de cuentas no estoy aquí para decirte que hacer con tu vida, mi trabajo es mantenerte saludable y eso lo hago con gusto. Solamente quiero que entiendas que vas a pasar por muchas cosas en los siguientes meses, la mitad de ellas seguramente serian malas para cualquiera, y de la otra mitad si no haces un esfuerzo por tratar de sobrellevarlo van a terminar resultandote peor. No te digo que te obligues a ser feliz, pero eres un chico listo, se que podrás encontrar la manera de entretenerte lo suficiente como para que, al menos, no sientas que este es el peor camino que pudiste escoger – A él le impresionó un poco que su elección de palabras concordase bastante con su línea de pensamiento autocrítico habitual, y que a pesar de la rudeza no se sintiera ofendido por su tono – Y debes saber que aún si logras todo eso lo más probable es que al final te sientas frustrado, dolido, incluso solo... – Le observó detenidamente – Pero no lo estás, de aquí hasta el día que cruces esa puerta para jamás volver, nosotros estaremos aquí, puede que no te agrade, que te fastidiemos y llegues a despreciarnos, pero no vamos a poner un pie fuera de tu vida hasta que ya no nos necesites, porque eso es lo que los buenos doctores hacen – Ella se inclinó un poco para darle una palmadita en la mano – También porque creemos que no es sano ni justo que atravieses por esto solo, va a ser un sube y baja de emociones en el cual podrías llegar a encontrar cosas que consideres buenas, pero no seré yo quien te las diga. Si algo ha de ser bueno para ti te garantizo que te darás cuenta.

Con el pensamiento revuelto y la mirada ligeramente acuosa, Deidara habló en un murmullo lleno de incertidumbre.

– ¿Y si no?

Kaiyah no lo compartía, se le notaba tranquila al respecto.

– Entonces no pasa nada, no tienes porque ser como todos los demás y nadie podría persuadirte de ello, ni siquiera el mismo Uchiha.

– Cierto – Recuperándose un poco, movió la cabeza con gracia – Aunque podría intentarlo.

– No lo creo – Fue su turno para sonreír – Inicialmente le ofrecí la opción de que te quedases en mi consultorio en vez de en esta casa, porque así estarías más cerca, pero él dijo que no soportarias estar encerrado tanto tiempo en ese lugar. Cuando le pregunté porque no intentaba convencerte, ¿Sabes que respondió?

– ¿Que haría drama? – Ironizó.

– Dijo que no había poder en el mundo que te hiciera cambiar lo que piensas.

El artista conocía de antemano que Itachi podía soltar versos sobre su persona que incluso él encontraba poéticos, pero que los compartiese con alguien más fue impactante. También le había gustado, pero lo disimuló frente a su invitada colocando su expresión habitual.

– Bueno, no te diré que no, de hecho esa es una de las razones por las que no soy muy popular en ningún lado.

– De eso no tengo dudas, pero si me lo preguntas yo creo que a él le agradas justamente por eso.

Deidara alzó una ceja.

– ¿Le agrada que le haga la vida miserable?

– De hacérsela tan miserable no creo que estuvieras aquí – Aunque no solía hacer muchos chistes, cuando los hacía tendían a resultarles divertidos, sobretodo cuando su rostro maduro se deformaba por el sarcasmo. Se preguntó si así se vería él cuando fuese mayor – Además no debemos recordar que ese chico abandonó Konoha cuando aún era un agujero oscuro de corrupción, encontrar alguien como tú, tan fielmente arraigado a su forma de pensar, debe ser casi como un milagro.

– Uno explosivo – No se abstuvo de comentar, generando una risa que resultó compartida.

"Le critico que este tan dispuesto a dar la vida por su hermano, pero lo cierto es que yo tampoco soy muy diferente" Deidara sabía que moriría en su arte si tuviera que hacerlo y no se arrepentiría de ello. Amaba tanto aquello que sus manos podían crear, que de morir junto a su propia destrucción sería casi como la mayor de todas las retribuciones posibles. Ser parte de todo eso que la perfección representaba para él, su arte efímero, sería el mejor final que podría tener.

Entendió entonces que quizás tenían metas diferentes, pero su determinación era la misma, y tal vez por ello siempre pudieron comprenderse mejor que nadie.

– Por cierto, he recibido un mensaje de su parte hoy en la mañana – Informó Kaiyah sosteniendo sus cosas en un pequeño bolso y estando al lado de la puerta.

Habiendo estado presente para despedirla, Deidara se mostró intrigado.

– ¿Y que decía?

– Al parecer irá a una misión bastante peligrosa en conjunto a otro equipo de Akatsuki. No podrá venir hasta dentro de dos semanas ni tampoco le será fácil concentrarse para tener noticias a través de los cuervos, por eso me ha pedido que le informe de todo por cartas. No te preocupes – Se adelantó con aire de confidencialidad – No le diré nada de tí aparte de lo básico.

– Me parece bien, ¿Algo más?

– Pues si – Y sonrió como si tuviera una grandiosa idea – Creo que tú deberías escribirle la primera carta.

– ¿Que? – Se sintió fruncir el ceño con justificación de sobra, y es que si no le había hecho ni una tarjeta navideña a ese hombre en los años que tenían de conocerse, mucho menos una carta larga – ¿Por qué?

– Porque me parece que le gustaría tener las primeras noticias de tí.

– Kaiyah, a ese Uchiha le va a dar igual de quién las reciba.

– Dios, de verdad que no le tienes ni un poco de comprensión, ¿Eh? – Fue una queja burlona a la cual Deidara se encontró negando sin un apice de culpa alguna – Olvida eso, solo hazle una carta sencilla, explícale como vas con tu estadía y tú salud, no tienes que extenderte demasiado. Aprovecha para decirle o pedirle cualquier cosa que se te haya olvidado y, como recomendación, también podrías decirle algo que lo incentive. Ya sabes, el chico es poderoso pero siendo ninjas y estando enfermo todo podría pasar, darle ánimos de vez en cuando no le caería mal.

Realmente Deidara no creía que Itachi pudiera necesitar ningún incentivo extra aparte de la venganza de su hermano y la vida del Uchiha que cargaba nadando como pescado en sus entrañas, pero se ahorró el comentario porque había hablado mucho ese día y ya estaba deseando irse a dormir.

– Yo veré qué hago – Se limitó a decir.

–  Tan considerado - Canturreo ella antes de partir, prometiendo que regresaría una vez terminase de atender unos cuantos asuntos en una aldea vecina.

Dormir resultaba un plan bastante perfecto en ese momento, pero quería salir del tema de la carta primero. De por sí su ánimo de escribir era pésimo normalmente, teniendo sueño era casi como si estuviera amenazando a alguien de muerte, y aunque divertido, no era eso lo que quería hacer esta vez. La conversación que había tenido con la Hyuga le había ayudado a disipar un poco su mente, por lo que accedió a cumplir su capricho sin dejar de perder el toque que le caracterizaba.

Le tomó aproximadamente cuarenta minutos, pero logró terminarla.

Alzó el papel y le dió un repaso rápido.

Itachi...

Me es imposible terminar de entender porque debo escribirte una carta cuando perfectamente podrías esperar a comunicarte con el chismoso animal que dejaste revoloteando por mis dominios, pero en vista de que tu ego es incapaz de aguantar dos semanas sin noticias, me veo en la innecesaria obligación de reportar mis quejas por este medio.

Primero que nada: Ren sigue siendo un puto fastidio, y al contrario de lo que dice la paranoica de Kaiyah, decirlo no me hace sentir más relajado, pero al menos creo que con eso no hace falta explicarte el porqué parte del patio trasero está quemado.

Ganancia es ganancia, supongo.

Y solo por si te lo preguntas, el interior de la casa sigue intacto, tal vez con algunos surcos en las paredes. Si quieres saber porqué solo diré que también suele fastidiarme cuando estoy tratando de cocinar.

Al final las teorías que propuso tu dúo maravilla fueron correctas, así que no tengo mucho que agregar. Estoy bien aparte de eso, por lo menos tan bien como podría estar en una locura como esta. Mantenerme tranquilo es todo un reto que a veces creo no poder superar, aunque acepto que no siempre es tan desagradable tener momentos sin nada suicida que hacer. No me malinterpretes, aún quiero despedazar un par de casas para mantenerme cuerdo, tal vez meterte un puñetazo en la cara, pero puedo sobrevivir con la idea de hacerlo después.

Con respecto a cualquier otra cosa que no tenga que ver con mis ansias de matar a alguien, no hay mucho que pueda decir, salvo quizás una cosa que olvidé mencionarte. Hace un par de semanas he descubierto una zona de árboles quemados a un par de kilómetros de la casa, no estoy completamente seguro pero podría jurar que es la misma clase de árbol que utiliza Madara para sus sedantes. Lo que pueda llegar a hacer con ellos no me preocupa tanto como el que sienta que debe usar tantos. Sabe que sigo vivo en alguna parte y ya tiene su plan de contingencia por si llega a encontrarme, no es por ser pesimista, pero estaré bastante jodido si eso pasa.

No he vuelto a ver nada similar desde entonces, pero sabes que no me conocen por ser confiado. Si llegas a saber algo, agradecería estar informado también.

Cumple con tu dichosa misión y procura volver con vida, Uchiha, que si mueres yo mismo me aseguraré de revivirte para asesinarte nuevo, hasta mil veces peor que la primera vez. Tú verás si te conviene.

Se podría decir que estaba conforme con el resultado, hubo expresado todo lo que debía y aparte también le comentó el evento con Madara. Lo pudo haber hecho antes, pero estuvo demasiado entretenido durante su visita como para acordarse de ese detalle.

Lo único que falta era su nombre al final, sin embargo...

"...También podrías decirle algo que lo incentive"

Torció la boca. No creía que eso fuera realmente necesario, menos cuando se había tomado la molestia de exigirle expresamente que se asegurase de volver con vida, eso ya era bastante significativo si se trataba de él, pues aunque le molestase, era imposible no sentir esa desagradable presión que le sobrecogia el pecho al pensar que cabía la posibilidad de que no regresara de nuevo.

Kaiyah había estado en lo cierto cuando dijo que todo era posible, por ello, y no porque quisiera aceptar que le afectaba realmente, resopló tan fuerte como pudo en lo que su mano se arrastró para escribir una última cosa, sintiendo como la sangre le coloreaba la punta de las orejas. Dobló la carta sin leer lo que había hecho y la arrojó al escritorio, ya en la noche se encargaría de mandarla, y si sus conjeturas eran correctas debía llegarle a su destinatario temprano en la mañana.

No sé equivocó, aún no eran las nueve cuando Itachi tuvo el papel entre sus manos, manteniendo el mismo rostro imparcial por fuera pero experimentando varias emociones por dentro. Le complacía que su visita hubiera sido satisfactoria en más de una sentido, le parecía entretenido que ni aun en una carta Deidara pudiera abstenerse de destilar veneno en su contra, y aumentó más aún al imaginar la pared de la cocina con varios cuchillos clavados en la pared. Se sintió conforme con que pudiera llevarse relativamente bien con sus médicos, experimentó preocupación cuando leyó sobre Madara y los sedantes, anotando mentalmente que debía informarse apenas pudiera y no quitarles un ojo de encima a ninguno de los dos, solo así se aseguraría de que estaban lo suficientemente lejos. Su advertencia de regresar con vida le agradó bastante, lo hizo porque le conocía lo suficiente como para saber que Deidara no se permitiría expresar tan abiertamente sus emociones, mucho menos hacia él, pero que lo intentase, asi fuera a su manera, le resultó muy conmovedor.

Vio entonces que la carta tenía la parte de abajo doblada hacia adentro. Interesado, la desdobló para encontrar apenas dos líneas más, pero la primera de ellas logró calar muy profundo.

Posdata: Tu mocoso bosteza.

Deidara.

La capa ocultó con eficacia esa pequeña pero reservada sonrisa que no pudo retener, e Itachi, nuevamente feliz luego de tantos años, se encontró manteniendola por todo lo que restó del día.








Continuará...

Notas finales:

Hoy no hay aclaraciones porque no hacen falta!

Nuestra cría Uchiha ya ha crecido, señores! Ha llegado para quedarse, veremos si al final lo logra 7w7

Pequeña uva, espero tu opinión y tus teorías con ansias UwU

Un abrazo!

Menma.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).