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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Gente, a partir de aquí se vienen capitulos demasiado épicos, así que aprecien la tranquilidad de este capítulo y perdonen mi ausencia, andaba con flojera por vivir xD

Pequeña uva acaparadora, esperaré oír tus risas :3

 

 

                          XX

     
       I miss the taste of a sweeter life

           I miss the conversation

       I'm searching for a song tonight

       I'm changing all of the stations

       I like to think that we had it all

     We drew a map to a better place

        But on that road I took a fall


"No puedo creer que en serio vaya a hacer esto..."

Movía incesantemente el pie derecho en un repiqueteo de impaciencia, sus dientes estaban apretados y su rostro no paraba de contraerse en una mueca frustrada que no paraba de acentuarse a cada minuto que pasaba. Deidara sabía que de haber estado allí seguramente Ren habría tenido algo elocuente que decir, por lo que buscando economizarse algún comentario impertinente esperó a estar completamente solo para hacer aquello que le causaba tanto conflicto.

En frente suyo y encapsulado en una pequeña taza de color verde se encontraba el motivo de su dilema: El Té. Exactamente el mismo que Itachi tomaba para sus ataques.

Decir que estaba allí porque había sentido algo de asfixia por culpa del chakra Uchiha habría sido una excusa perfecta de no ser porque la misma energía impedía que algo así sucediera, e incluso de haber podido, Deidara hubiera preferido que así fuera en vez de lo que estaba pasando ahora; A solo tres días de haberse quedado solo había comenzado a experimentar una sensación extraña, algo parecida a la sensación que sintió cuando estuvo falto de energías, pero no a ese grado de profundidad. Resultaba más como una ansiedad que empezaba a carcomerle poco a poco, llenandolo de un vacío insatisfecho que no sabía como llenar. A ese anhelo le siguieron las alucinaciones, imagenes repentinas que le involucraban a él mismo mientras bebía nuevamente de aquella bebida asquerosa; Ignorarse a si mismo resultó sencillo al principio, pero las imágenes lentamente dejaron de ser esporádicas, convirtiéndose en un pensamiento constante que no paraba de atosigarle a cada rato, había empezado progresivamente a perder la estabilidad y no podía concebir en que se relacionaba su ansia al líquido más repugnante que había tenido la desdicha de probar, pero por más que intentó hacerse entrar en razón siguió experimentando ese desesperado deseo por probarlo de nuevo.

"Maldición, pero si sabe a caldo de brujería..." Entrenaba como siempre, pero no podía enfocarse. Estaba metido en una guerra consigo mismo que no podía ganar por mucho que lo intentase, su cuerpo le estaba jugando en contra, con su cerebro mandándole vividas imagenes del panorama y su estómago generalmente vacío contrayéndose por la añoranza.

– ¡Bueno, ya! – Pateó tan fuerte el tronco que se partió en dos, cayendo con un ruido sordo y prendiendose en llamas una vez estuvo en el suelo – A la mierda.

En vista de que era tan necesario, se haría de nuevo aquel té y se probaría a si mismo que estaba perdiendo el tiempo.

La presencia del cuervo ya no importaba porque Itachi no podía utilizarlo, así que hasta le dejaba vagar libremente por la sala siempre que no hiciera desastres, y no los hacía. Era un animal increíblemente limpio y educado que tenía la decencia de no soltar su ruidosos graznidos cuando estaba dentro de la casa, manteniéndose quieto y curioso ante cualquier cosa que hacia.

Deidara recaudó los ingredientes que necesitaría, procediendo a separarlos con cuidado para luego echarlos a la olla y esperar a que hirviera; El ave agitó las alas en son de protesta al potente humo que destilaba aquello, pero el artista se había quedado quieto, estático ante el hecho de que era la primera vez que su nariz captaba ese aroma y no sentía desagrado alguno; Se apuró en terminar lo más rápido que pudo para evitar caer en la paranoia, logrando acabar en menos tiempo de lo usual, lo único que faltaba es que se enfriase lo suficiente para beberlo, por lo que se sentó en la mesa a esperar.

Seguía en esa posición todavía, dejando pasar el tiempo con algo de impaciencia hasta que por fin el té estuvo apto para poder tomarlo. Dudó por obvias razones, pero reforzó su confianza al recordar la primera y única vez que lo había probado, con su orgullo siendo insuficiente para ayudarle a disimular el asco que aquello le había producido, sintiendo escalofríos al sentir como aquel sabor terroso se atoraba en su garganta. Deidara había necesitado de varios dulces y una buena cepillada para eliminar la amargura que se había instalado en su lengua, pero nunca olvidaría como había sido: agrio, fuerte y especialmente asqueroso. De modo que manteniendo eso en mente, tomó la taza entre sus dedos y se la llevó con confianza a la boca, con un sorbo del líquido oscuro deslizándose por su garganta.

Deidara dejó pasar un segundo de quietud... Y al siguiente estuvo queriendo estrellar la frente contra la mesa.

Estaba delicioso.

"Moriré antes de que esto acabe, de seguro" No paró de renegar en ningún momento, pero tampoco dejo de beberselo, el alivio que trajo consigo fue tan potente que le adormeció suave y dichosamente por unos segundos, de manera que dos tazas más tarde se sentía más renovado que antes, incluso se le mejoró el humor.

El cuervo parecía tambalearse de a momentos por la combinación de olores, por lo que Deidara debió llevarlo personalmente a la ventana para que agarrase aire, recargandose sin ganas sobre el marco de madera mientras le veía volar desesperadamente por el jardín en busca de oxígeno.

No podía decir que se encontraba del todo sorprendido ante la primera exigencia de su cuerpo por comer algo inusual, Kaiyah se lo había advertido de pasada en una ocasión, y aunque conocedor de ello le seguía pareciendo insólito que de tantas cosas que podrían antojarsele su sistema terminó escogiendo una de las opciones más raras posibles.

– Bueno... – Se dijo luego de un rato largo de haberlo pensado – Al menos es una medicina natural, no debe ser malo beberla.

Siendo guiado por esa conclusión tan lógica, terminó asintiendo sin mortificarse más por el asunto. Al fin y al cabo era cierto que no debía ser peligroso si traía tantos beneficios para el organismo de Itachi cuando estaba enfermo, y beberlo aún si no le hacia falta capaz y lograba fortalecer sus propios pulmones. Se convenció de ello con tanta seguridad que ya no tenía disyuntivas cuando volvió a levantarse,  confiando en la fiabilidad del medicamento y en los beneficios que podría llegar a traerle.

Pero solo para estar seguro, fue y se preparó otra más, por si acaso...



   
                 OoOoOoOoOoOoO



No menos de cuatro días después, apareció otro problema más para agregar a la lista.

– ¿Tan mala me quedo la comida? – Ren lo habia soltado como un comentario sarcástico que de trasfondo ocultaba una verdadera preocupación. Las artes culinarias no eran exactamente su fuerte e intoxicar por accidente a su paciente era una posibilidad si no prestaba la suficiente atención.

Recibió una negativa silenciosa, pero su expresión de disgusto no cambió en lo absoluto.

Comer seguía representado un problema con el cual batallaba arduamente cada día, sin embargo, al ver que su médico comenzaba a notar con cierta sospecha sus continuas negativas a comer, decidió hacer el esfuerzo de compartir la cena solo para aminar un poco sus dudas. En su mayoría utilizaba la excusa de comer en su cuarto, pero que lo viera de vez en cuando personalmente debía ser suficiente como para no querer indagar en el asunto.

La comida no estaba tan mal, pero eso no era lo que le estaba molestando.

Ren seguía inquieto.

– ¿Estás seguro? Porque pareciera que la quieres vomitar.

– No la voy a vomitar – Estiró el brazo para tomar algo de agua, pero aquello que irrumpia su tranquilidad le hizo parar a medio vaso, atorando una maldición en la punta de su lengua.

El médico dejó de lado su propia comida y se acercó para examinarle con aire crítico.

– Tienes cara de que algo te duele.

– No me duele nada – Su brusquedad apenas afectando a su compañero.

– Algo deberá ser, así que ni te creas que me vas a convencer de que no es nada. Que no se te olvide que contigo hay que tener los ojos bien abiertos ante cualquier cambio, que con la suerte que te cargas fácilmente podrías terminar asando carne a fuego lento allá abajo.

Deidara rodó los ojos pero no se permitió molestarse, no olvidando que más que un chiste, aquello solo era una desafortunada realidad.

Suspiró.

– Me molesta.

– ¿Que te molesta? – Con una apariencia de quién corre para llegar a tiempo, la mujer Hyuga ingresó en el lugar cargando un montón de cosas que terminaron en el suelo, acercándose a él con interés – ¿El chakra de nuevo?

– No.

– ¿Y entonces? – Ren se estiró un poco, bostezando en el proceso.

– Me molesta el estómago – Terminó diciendo, aunque no con muchas ganas. Aún no le simpatizaba tener que decir absolutamente todo lo que pudiera sentir.

– ¿Molestia? – Indagó ella – ¿Como si algo te hubiera caído mal?

– No, no exactamente.

– ¿Sensibilidad, tal vez?

– No lo sé, no sabría cómo describirlo, pero no me deja comer en paz.

– ¿Duele? – Kaiyah le miró con seriedad en una advertencia silenciosa de que no intentase ocultar nada, y él torció la boca en descontento.

– Algo.

– Muy bien, vamos a ver.

A Kaiyah el cansancio de haber recorrido tantos kilómetros se le notaba claramente, más eso no le disuadió de cumplir con su trabajo y hacerle un chequeo rápido a su paciente. Deidara le apreciaba el sacrificio, por lo que se mostró bastante colaborador con su examen físico al no poner ninguna queja; Hoy las manos de la mujer no estaban frías, al contrario, estaban un poco más calientes que las suyas propias, contrastando con la temperatura que tenía su abdomen cuando lo presionó con firmeza; Ren no participo más que para observar, dejando que ella se encargase en esa ocasión.

Unos minutos después, Kaiyah formó en su rostro una mueca curiosa.

– ¿Te molesta ahora? – Le preguntó sin dejar de tocarlo.

– No tanto.

– Hazme un favor – Dió entonces un paso atrás y le hizo una seña con la mano – Párate.

Deidara le hizo caso alzando brevemente las cejas, suponiendo que aquello debía formar parte de alguna estrategia médica prohibida.

– ¿Ahora te molesta?

–  ...La verdad no – Su voz reflejó confusión al notarlo, agregando también un toque de interés cuando le vio tratar de no sonreír – ¿Que?

Dando por finalizado el asunto y procediendo a tomar asiento para descansar las piernas, ella habló en un tono casual.

– No es nada malo realmente, solo se está moviendo.

La suave pero ligeramente incómoda sensación que seguía sintiendo al sentarse tomó un significado diferente, interesante, y por obvias razones, también algo aterrador.

– ¿No que sigue muy enano? – Consiguió preguntar apenas el desenfoque le permitió hacerlo.

– Te dije que está más cerca de tu piel y que por eso lo sentirías más rápido ¿Que nunca escuchas lo que te digo? – Su indignación era mínima gracias a la diversión que le daba ver el impacto en su rostro, y Deidara giró para ver el suyo con molestia.

– Te oí la primera vez, idiota. Pero también recuerdo que dijiste que tardaría dos semanas.

– No, lo que yo dije es que en dos semanas te daría un infarto cuando creciera en tamaño – Clarificó de una manera que le fue imposible rebatir puesto que estaba en lo cierto, ahora que el tamaño del pequeño monstruo era consecuente con su edad, sentía su abdomen crecer con tal rapidez que inevitablemente le espantaba. Sintiéndose cada día un centímetro más ancho y cien gramos más pesado; Ren agitó la mano – La parte de movimiento la deje al azar porque podía pasar en cualquier momento.

Deidara apretó los dientes.

– Eso no me lo específicaste.

– Tú no preguntaste – Se encogió de hombros – Es tu culpa por no haber tenido interés.

A falta de las energías que le faltaban para volver a vendarle la pierna quemada a su compañero, Kaiyah le tocó el brazo para llamar su atención y de paso disuadirlo de seguir incinerando el patio.

– Él tiene razón, Deidara, lo tienes considerablemente más pegado a la piel que la mayoría, eso explica porqué puedes experimentar esto ahora, aunque tampoco es inusual, el tiempo en el que pueda llegar a sentirse depende de cada quien, y la sensación también varía. Hay quienes lo describen como burbujeos o mariposas.

– O parásitos.

– ¡Ren! – El salero casi se cayó por la rapidez con la que estrelló la mano en la mesa. No era una persona con tendencia a molestarse fácil, pero lidiar con las emociones de Deidara ya era lo bastante difícil como para que su compañero lo hiciera ver todo aun peor.

Sin embargo, a él no parecía molestarle, incluso sonrió un poco.

– No, la verdad eso se le acerca bastante.

– ¡Ajá! ¿Ves? – Palmeo el brazo de su compañera con altanería – No todos mis chistes son malos.

– No te confundas, aún pienso que tienes un humor de mierda.

– Amén, hermano – Sus pupilas oscuras brillaron con agudeza, en lo absoluto ofendido ya que ambos tenían en cuenta que compartían el mismo carácter arisco, solo que Ren era algo más simpático.

Volteandose a ver entonces a la única persona presente cuya misión de vida no constaba en fastidiar la suya, Deidara se cruzó de brazos.

– ¿Cómo es que supiste que era si solo me mandaste a parar?

– Porque superficialmente no encontré nada que pudiera sugerir alguna herida o hinchazón en algunos de tus órganos, así que antes de someterte a una larga lista de exhaustivos exámenes para descartar lesiones internas o enfermedades decidí intentar con eso a ver si tenía suerte, y así fué.

– Eso no responde mi pregunta.

– Ah, si – Aún si comprendía su reticencia, no se abstuvo de sonreír – Lo que pasa es que cuando estás de pie su cuerpo se acomoda mejor en el tuyo y cuenta con más espacio para moverse, pero cuando te sientas o te acuestas tus órganos le presionan un poco, así que se mueve para encontrar una posición más cómoda.

Abstenerse de alzar una ceja fue demasiado difícil si consideraba lo irónico que era escuchar como aparentemente aquel monstruo podía llegar a sentirse incómodo cuando era él quien constantemente estaba sufriendo por algo nuevo.

– Me imagino que es por eso que lo confundiste con una molestia en el estómago – Ren seguía viéndose increíblemente despreocupado – Teniendo en cuenta que tus órganos no están diseñados para moverse de lugar debe estar presionando sin querer el que tenga más cerca al momento.

– ¿Y la comida? – Había preguntado más por intriga que otra cosa puesto que tampoco es como si realmente comiera demasiado.

– Pues la verdad no tengo una respuesta científica a eso – Ella pareció disculparse con una sonrisa – Lo único que puedo intuir es que se pone enérgico porque te estás alimentando.

Deidara le miró con apatía.

– ¿Es en serio?

–  Claro, cuando comes le estás dando una gran cantidad de nutrientes, no puedes culparlo por emocionarse.

Otro esporádico burbujeo estremeció un poco debajo de su piel y el contuvo las ganas de rodar los ojos, "Ni te acostumbres" Suficientes problemas tenía intentando comer por si mismo como para que quisiera añadirle más presión. No obstante, tampoco le sorprendía tanto, él más que nadie sabía que todos los Uchiha tenía una predisposición increíble para chantajear a las personas.

–  De hecho tiene algo de lógica si lo piensas – Comentó Ren al cabo de unos segundos – Es decir ¿Quién no se pondría feliz cuando va a comer?

– Si es carne, yo – Había sido una broma a medias que a sus invitados les generó gracia, aunque no pudo sentirse de la misma manera cuando cayó en cuenta de un pequeño detalle – Espera un segundo, si se supone que lo siento más cuando estoy acostado ¿Cómo se supone que voy a dormir?

– Ah, despreocúpate – Él le sacudió una mano – Por estas fechas se la pasa dormido la mayor parte del tiempo, apenas va a molestarte.

– ¿Y cuando lo haga?

– Te aguantas e intentas no quemar la casa en el proceso – Ni siquiera la burla pudo evitar ponerle nuevamente quejumbroso, completamente decaído ante la idea de perder el único momento en el que podía tener paz; Privarlo de ello era un castigo que ni él con todo su récord criminal creía merecer – A menos que quieras intentar otra técnica.

– ¿Cuál? – Se había alzado más rápido de lo previsto, indudablemente interesado y portando una ligera esperanza que hizo a Kaiyah fruncir  las cejas con algo de incomodidad.

– Yo ya te lo había dicho, ¿No lo recuerdas?

No comprendió el porqué de su cautela debido a que su cerebro se había transformado en un cúmulo de información demasiado amplio y engorroso de archivar, solo volviéndose más ameno cuando encontraba lo que estaba buscando. Haciéndolo nuevamente en el segundo que el recuerdo de la primera conversación que habían tenido se abrió en su mente, arrojándole aquel comentario en el que le instaba a acariciarse un poco si quería bajarle los humos al monstruo de vez en cuando.

Sentirse decepcionado fue inevitable, aunque también habitual.

– ¿No tienes algún somnifero o algo que se le parezca?

– Deidara - Regaño ella en lo que de fondo se oía la risita cómica de su compañero. A la Hyuga no la daba gracia, sin embargo – Recuerda que no puedes ingerir medicamentos y aunque pudieras, ¿Cuál es tu plan? ¿Drogarte todas las noches?

– Pues muy mala idea no me suena – Ante la cara que recibió a cambio, rodó lo ojos – Da igual, ya veré qué hago.

En lo absoluto había olvidado la parte de que su sistema parecía en guerra con cualquier tipo de sustancia que quisieran introducirle excepto el misterioso sedante de Madara, pero añorar tener más opciones era un pecado que solía cometer frecuentemente. Había leído algún que otro pergamino al respecto en sus momentos de ocio, y saber que existían un montón de medicamentos que podían aminorar las dolencias le hizo sentir aún más estafado, pues aparte de no haber podido predecir lo que pasaría tampoco tenía la posibilidad de sobrellevarlo más fácilmente.

Seguía creyendo que podía soportarlo de todas formas, sobretodo porque no era una experiencia particularmente desagradable. Lo describia más como un revoloteo combinado con algo burbujeante, apenas superficial y no siempre manifestandose del mismo lado. Era pasable y podía Ignorarlo ahora que tenía el conocimiento de a qué se debía, el si le dejaría dormir o no era la verdadera cuestión.

A Kaiyah le seguía dando algo de tristeza verle decaído.

– Si algún momento llegas a considerarlo siempre puedes decirnos, hay formas de que no se te haga más incómodo.

– Claro – Aunque de inmediato supo, por su manera demasiado rígida de hablar y la mueca en su rostro, que no lo haría de todos modos; Suspiró con pesadez – Daré una vuelta un rato.

Aparentemente imperturbable ante lo difuso de sus sentimientos, Ren le dió una palmadita amistosa en el hombro.

– No olvides el camino de vuelta y procura no caerte por un barranco.

– Haré lo mejor que pueda – Viéndose cruelmente sarcástico ya que de realmente considerar la idea de aventarse de algún lado suponía que el chakra Uchiha le curaría de todas maneras.

Kaiyah no comentó nada al respecto porque su empatía era demasiado grande para permitirse bromear, consiguiendo que, tan pronto siendo finalmente dejados solos en esa casa que no era suya, su compañero se fijase en ellas con una cara que dejaba mucho que desear.

– No vas a conseguir nada de él si intentas jugarle a lo sentimental.

– Haciendo chistes de mal gusto tampoco – Rebatió ella con una chispa de molestia que hizo a su compañero alzar los hombros.

– Pues no, pero tampoco es como si yo estuviera intentando rehabilitarle. Me conformo con animarle un poco y creo que funciona la mayoría de veces... – Buscando prevenir algún tipo de inconveniente innecesario, se inclinó hacia adelante moviendo la mano en un gesto de paz – Tampoco es que piense que no le hace falta una buena terapia, pero de nada sirve si el muy cabezón no quiere recibirla.

– Ya lo sé – No era común que quisiera involucrarse más de la cuenta en la vida de sus pacientes, pero Deidara lograba inspirarle una simpatía diferente. Posiblemente fuera porque estaba solo en una situación bastante parecida a la suya cuando fue exiliada de Konoha, sin ningún tipo de lugar al cual volver e intentando sobrellevar las adversidades cómo mejor podía; Exhaló entonces – Me preocupa bastante.

– Bueno, es él. Nos dará dolores de cabeza aunque no se lo proponga.

Torciendo la boca, ella miró hacia donde su paciente se había ido.

– Esto del embarazo va a terminar siendo un desastre tarde o temprano. Yo no puedo quedarme todo el tiempo aquí, a ti te siguen buscando los cazarrecompensas e Itachi apenas puede estar presente con esto de Akatsuki y Uchiha Madara pisandole los talones – Se llevó una mano a la cabeza con cierta frustración – Es casi como una mala broma, pero Deidara es lo que me preocupa más. Está demasiado tenso y no veo que el tiempo esté haciendo la diferencia.

– Es un hombre que era terrorista y ahora está embarazado – Fiel a su idea de que las adversidades eran más llevaderas con una taza de café, se sirvió una y le ofreció otra compañera – Raro es que no haya enloquecido.

– Terminara haciéndolo de todas formas si no se tranquiliza.

– Pues yo no creo que lo esté haciendo tal mal – Comentó honestamente – Le he seguido el chakra de cerca y sigue estable.

– Estable no significa saludable, la energía Uchiha es muy alta y puede estar cubriendo cosas que quizás podríamos saber si él se tomase la molestia de decirnos – Aunque le pudiera tener cierto estima a su nuevo paciente, era imposible negar que su reticencia tendía bastante a dificultar su trabajo – Entrena demasiado, descansa poco y tampoco dice cómo se siente. A duras penas logré sacarle algo y aún así dificulto que le haya servido.

Ren sopesó la idea con un meneo de cabeza.

– Tal vez si, pero no cuentes con que te lo diría, es demasiado orgulloso para eso.

– Orgulloso y terco – Se masajeo un poco un lado de la frente, lo menos que necesitaba ahora era una migraña por estrés –  Solo espero que Itachi no esté aquí cuando colapse, de lo contrario esto terminará peor de lo que creo.

– Con eso de que el tipo apenas puede venir, lo dificulto – Bufó sin apenas hacer ruido – ¿Que probabilidades habría?

Kaiyah volvió a fijar su vista hacia la puerta, vislumbrando la imagen de Deidara caminando solitariamente en el bosque mientras intentaba que su semblante no demostrase el nivel de oscura incertidumbre que internamente sentía.

– Conociendo a Deidara, muchísimas.

Su intercambio de preocupaciones se estancó luego de aquello, llegando al mutuo acuerdo de mantenerlo confidencial siempre y cuando no surgiera ningún tipo de inconveniente que lo ameritase. Aunque mantenían la esperanza de no llegar hasta ese punto.

Contrario a lo que Deidara había imaginado en su momento, el avance de su embarazo no resultó tan extremadamente insoportable como había imaginado en un comienzo. La ingesta de aquel té medicinal tuvo la virtud de apaciguar bastante su humor, permitiéndole sentir lo bastante cómodo para picar de vez en cuando algunos dulces y también soportar una cantidad un poco más pesada de comida sin sentir náuseas o ansiedad en el proceso; La parte incomodidad sin lugar a dudas era aportada por los retorcijones que sufrían sus órganos por la presión y los movimientos que hacía el monstruo de vez en cuando, comenzando a desarrollar en consecuencia una especie de ardor punzante en los riñones y el estómago. Era casi como si sus órganos se estuvieran quejando por la falta de espacio, pero no era algo que pudiera remediar de ninguna forma. Si inspiraba hondo era pasable la mayor parte del tiempo, y cuando no, entrar en la bañera con agua tibia era una buena opción.

No sabía por cuánto le duraría el truco, pero se conformaba con tener algo a lo que aferrarse.

Itachi no apareció en la semana que debió hacerlo debido a un atraso que sufrió Akatsuki con un grupo de Konoha, Deidara no estaba al tanto de los detalles del asunto, pero el nombre de Kakuzu aparecía por todos lados. Aquello le confundió bastante puesto que de ambos Hidan tendía a ser más revoltoso, pero como en el lugar que estaba los rumores escasamente llegaban completos se quedó sin saber el resto de la historia, intrigandose muy poco ya que sabía de sobra que Pain terminaría interviniendo si el asunto se salía de control; Lo que si le mantenía algo ansioso desde hace unos días era la aparición del Uchiha, puesto que ahora no sabían con exactitud cuándo volvería y una visita sorpresa era del todo menos agradable si tomaba en cuenta que seguía reacio con su nueva apariencia.

La parte más curiosa es que le generaba más incomodidad imaginarlo tener una reacción positiva como la de Kaiyah o Ren, viendo sus ojos oscuros iluminarse con una emoción por algo que él no podía comprender por más que lo intentara, y por ello sabía que lo más probable es que se lo terminara tomando como una burla.

Había intentado analizar muchas veces la situación para lograrlo, pero sencillamente él no lograba verse de la misma manera que ellos lo hacían.

Justo por ello y porque quería más discreción y comodidad para cuando su invitado llegase fue al pueblo para hacer un par de compras necesarias. Trayendose en su mayoría prendas más cómodas y tambien algo abrigadas. Se suponía que estaban atravesando una época relativamente calurosa pero él por alguna razón solía pasar algo de frío de vez en cuando, de modo que tener algo que le ayudara guardar calor le pareció una idea bastante práctica junto a la de buscar también algunas prendas algo más anchas. Nada de lo que usaba le apretaba por el momento pero siempre era mejor prevenir.

Ren resultó un buen guía de compras cuando se ofreció a acompañarlo en su visitas al pueblo, y a pesar de los pormenores resultantes de su carácter burlón, se convirtió en una compañía bastante entretenida.

– ¿Siempre eres tan apático? – Cuestionó su segundo sentado en una banca cerca del centro, era la tercera vez que salían juntos y sorprendentemente se había tardado más de una hora en hacer algún comentario imprudente.

– Solo con lo que no me interesa – Frotándose distraídamente la zona baja de la espalda en una manía que había adquirido desde que la presión comenzó a punzar en los huesos de su columna.

– ¿Ha sido así siempre?

– Si, supongo.

– Excepto con tu arte.

– Obviamente – Estando casi ofendido por la duda – Mi arte es lo único seguro que tengo.

Aunque a veces pudiera parecer que intentaba sacarle algún tipo de información personal, Deidara jamás se lo tomaba de esa forma puesto que sabía de antemano que solamente buscaba algún chisme que le mantuviera entretenido.

– Te preguntaría como fue que terminaste con el Uchiha siendo tan antipático pero lo cierto es que él no es muy diferente que digamos.

– Cierto – Sintiendo que estaba completamente justificado preguntar de vuelta, preguntó – A todas estas ¿Por que es que no te caen bien los Uchiha?

– Digamos que tuve un problema personal con un grupo de ellos y casi pierdo el cuello – Tal como Deidara se lo había imaginado, su historia era mucho más básica que la de su compañera - Además tuve la mala suerte de que fuera unos meses antes de su casi extinción, no me preguntes porqué, pero andaban más irritables de lo usual. Me supongo que desquitar su ira con un pobre diablo les resultó mejor que solucionar sus problemas.

Deidara aguardó unos segundos en silencio, asociando de inmediato aquel mal humor con la incertidumbre que de seguro habían tenido por la expectativa de  derrocar a su propio gobierno; Ren lo hacía sonar muy sencillo, pero aún si no apoyaba en lo absoluto las decisiones del clan Uchiha, admitía que no era un conflicto fácil de sobrellevar. Y considerando que ya de por sí eran conocidos por tener en su mayoría un carácter bastante singular, no se imaginaba como habrían estado en una situación como esa.

Controlando eficazmente su reacción y sus pensamientos, el artista se vio graciosamente incrédulo.

– ¿Eso es todo?

– ¿Hacen falta más motivos para odiar a un Uchiha? – Su manera tan obvia de sonreírle provocó que hiciera un chistoso cabeceo en reconocimiento.

– Buen punto.

Una vez habiendo descansado lo suficiente, el ex miembro de Akatsuki retomó su camino a casa mientras observaba con diversión la ligera cojera que seguía cargando su acompañante.

– Dice mucho de tí que siendo ninja médico no puedas curarte tus propias heridas.

– Ya te he dicho que no soy médico – Se quejó con una mueca – Soy un viajero experimentado en la vida.

Deidara le había rodado los ojos mientras continuaba transportandose entre las ramas a un ritmo considerable. Hasta ahora nadie le había dicho que era perjudicial hacerlo así que continuaría viajando de esa manera mientras tanto, procurando cuidadosamente de no mencionarselo a Kaiyah ya que suponía que ella posiblemente tendría una opinión bastante firme al respecto.

A su lado, Ren chasqueó la lengua.

– En mi defensa tú no has parado de golpearme cada vez que puedes, así es imposible que me cure.

– Bueno, a lo mejor si dejases de fastidiarme no te andaría golpeando.

– Ambos sabemos que eso no va a pasar - Su tono era casi tan terco como el suyo propio, y aunque Deidara pudiera hacer algún comentario sobre lo imprudente que era el que alguien estuviera tan predispuesto a poner su vida en peligro, sabía que era el menos indicado para tocar el tema – Pero si vas a golpearme tienes muchos sitios que podrías escoger en vez de hacerlo a cada rato en la maldita pierna, te juro que mi rodilla ya me está matando – Soltó un quejido lamentable que a su compañero le generó de todo menos lástima.

– Yo no veo que te duela mucho cuando te toca huir de mi.

– Hombre, por supuesto, se llama adrenalina ligada con instinto de supervivencia – Entrecerró los ojos con una creciente irritación – Me imagino que sabes de lo que hablo.

– Más o menos – Meneó la cabeza sin reparar mucho en ello - Llevo vagando entre grupos terroristas por muchos años, el peligro es algo a lo que ya estoy acostumbrado. Incluso lo busco a veces.

– Más que eso, de seguro – Deidara no se tomó a mal la implicación puesto que no estaba equivocado. Adoraba sus esculturas porque creía fervientemente que era la representación perfecta de lo que el arte significaba, pero también por el factor estridente y letal que conllevaba trabajar con explosivos.

– Cierto, pero tú no y eso está bastante raro.

Ren le alzó una ceja.

– ¿Por qué?

– Pues considerando eso de que eres un criminal buscado por el mundo ninja deberías poder sorportar mejor una lesión.

– Rubio, una cosa es soportar una lesión y otra los planes suicidas que les mandaban a hacer en Akatsuki – A pesar de haberlo dicho de manera sería, Deidara se mostró bastante relajado al respecto.

– No diré que no.

– Por eso te digo que no muchos salen vivos de allí, tú al menos corriste con suerte.

– No es suerte lo que se necesita para sobrevivir a Akatsuki – Le observó de reojo, intentando mantener a raya la oscuridad que su experiencia en la base le había generado – Pero digamos que en cierto modo fui menos desafortunado que algunos.

– Y aún así sigue siendo jodido, ¿No? – Se acercó un poco más en un siguiente salto, manteniendo consigo un distinguible aire de interés – Aún recuerdo que dijiste que perdiste ambos brazos en una misión.

– Capturando al Kazekage, si.

Decirlo en voz alta resultó algo curioso a nivel personal, como si estuviera refiriéndose a un evento que había realizado otra persona. Últimamente los eventos de su vida le había obligado a mantener tan tranquilo que le costaba imaginarse explotando bombas y haciendo misiones suicidas en dónde perdía miembros vitales, lo máximo que solía hacer era entrenar en la tardes y cuando se aburría se la pasaba haciendo cualquier otra actividad trivial que lograra distraerle del lento paso del tiempo. Llevar las cuentas seguía siendo una tortura cuando se vivía en un bosque, pero gracias a sus visitas regulares al menos podía monitorear sin falta el único intervalo de tiempo que ahora la interesaba.

El resultado de su último reporte había arrojado nada más y nada menos que diecinueve semanas, a solo una de cumplir los dichosos cinco meses los cuales para él significaban que solo le quedaban cuatro más para ser finalmente libre.

Lo sentía cada día más cerca, la sensación de alcanzar lo único por lo que estaba dispuesto a atravesar por tanto. Era casi glorioso imaginarlo, y solo las imágenes de si mismo sobrevolando maravillas mundiales antes de explotarlas era lo único que lo mantenía cuerdo cuando su cuerpo se contraía por el pinchazo de algún dolor pasajero que seguro volvería pronto. Era irritante, llegando al punto de querer hacerse algún tipo de daño físico, pero se consolaba con la idea de que si había sobrevivido a la experiencia de perder ambos brazos, podía con este reto también.

Metiéndole un breve codazo, su compañero de viaje captó su atención de nuevo, haciéndole parpadear en desconcierto.

– ¿Decías algo?

– Si, que no me estás escuchando – Comento graciosamente antes de rememorarle el tema de la misión de captura y la perdida de brazos para finalmente preguntar –: ¿Y qué tal fue?

– ¿La misión o perder los brazos? – Inquirió medianamente entretenido, sabiendo que con un compañero tan chismoso la respuesta sería obvia.

– Ambos.

– La misión no fue la gran cosa. Difícil, supongo. Pero no nos tomo tanto tiempo como creíamos, el camino fue lo más largo y fastidioso.

– ¿Por la posibilidad de ser capturados?

– No, por el sol. Hacia un maldito calor de los mil demonios en ese estúpido desierto.

Su acompañante retuvo un sonidito cómico en la base de la garganta al imaginar a una persona tan quejosa como Deidara caminando por días bajo un sol abrasador con una marioneta de mal carácter como única compañía, luego se recompuso.

– ¿Y los brazos?

– Fue bastante malo – Aún se le tensaba la piel en las noches más frías, allí en donde la carne había sido brutalmente arrancada y vuelta a coser. Sus nervios punzaban de vez en cuando, recordándole que nunca estarían como antes – Doloroso, pero tampoco es como si hubiera tenido tiempo de pensar en eso. Tenía que hacer la extracción y luego tuve una pelea. Descansar era un lujo que no me podía dar si quería vivir.

– ¿No tenías un compañero? – Le sondeó un poco con interés.

– Sasori no era lo que se podría llamar un compañero ejemplar. Cuidaba de mi espalda cuando podía y me dejaba a mi suerte cuando creía que necesitaba aprender algo. Ese día mi lección fue no subestimar a mí enemigo.

– ... ¿Te dejo perder los brazos para bajarte el ego?

– En pocas palabras – A Deidara no le resultaba sorprendente hablar de ello como seguramente sería para alguien más. Su costumbre ante los métodos poco ortodoxos de Sasori era tan alta que aún después de su muerte no encontraba nada que recriminarle, pues ciertamente a pesar de todo siempre aprendía algo nuevo. Ese día, por ejemplo, su enseñanza fue para que aprendiera a ser más cuidadoso con su entorno, en especial con su arte, así como nunca olvidar traer arcilla extra – No es la gran cosa de todas formas, era mi asignación y debía terminarla por mi cuenta, además recibir ayuda no era algo que hubiera querido. Sasori también lo sabía, no en vano me conocía bien.

Ren le miró con fijeza.

– Pudiste haber muerto.

– No creo, la verdad no – Se encogió un poco sin preocupación aparente – Había tenido misiones más complicadas antes y salí con vida, así que... – Era probable que sus años en Akatsuki le habían insensibilizado ante situaciones que debía ver cómo críticas, aunque no imaginaba como aquello podía ser algo malo. De todas formas de allí había surgido su determinación y sin ella no se imaginaba superando su situación actual de la misma manera; Era evidente que su médico no compartía su forma de ver la vida, aunque en cierto modo sabía apreciarlo.

– Pareciera que tuvieras diez vidas, rubio.

– Algo bueno debía pasarme, para variar – No se sintió halagado por ello, decidiendo tomarlo más bien como una retribución del mundo por todos los males que aún le faltaban por atravesar.

– Cierto... – Es entonces cuando esbozó esa pequeña sonrisa pícara – Pero no deberías confiarte solo por lo que hiciste en esas misiones.

– ¿Lo dices por la apuesta? – Tras recibir un feliz asentimiento, bufó – Ya te lo dije, no vas a conseguir intimidarme con eso.

– No busco intimidarte, hombre, simplemente te digo como son las cosas. Eres tú quien se niega a ver la verdad.

– Mira, no te negare que ser apuñalado es jodidamente doloroso – Había perdido la cuenta de cuántas veces tuvo heridas similares, y negar el dolor que conllevaron era absurdo hasta para alguien tan orgulloso como él – Para cualquiera menos experimentado de seguro sería un infierno, solo que eso no aplica en mi caso. Estoy demasiado acostumbrado al dolor físico.

– Bueno, está bien – Pudo haberlo dejado hasta allí, pero Deidara no lo esperó ya que conocía sus manías, y por lo mismo no fue inesperado que comenzase a hablar de nuevo mientras enfatizaba sus palabras con gestos – Digamos que la parte en la que te abren sin anestesia el estómago como cadáver en plena autopsia no te causa mucho problema, ¿Pero que me dices del otro dolor?

– ¿Cuál otro dolor? – Su cara fue de extrañeza total, acrecentandose al rememorar brevemente todo lo que había aprendido y no encontrando nada que hiciera alusión a ello – Tengo entendido que no tengo órganos para eso, además ¿No sé supone que van a operarme con tiempo?

– Eh, pues no, realmente no.

– ¿Eso que significa? – Preguntó algo irritado al imaginar que seguían habiendo cosas de las que no sabía.

– Que solamente podemos sacarlo cuando la capa de chakra este lo suficientemente delgada como para permitir que algo la traspase, y eso no lo decidimos nosotros, tampoco tú.

Deidara tuvo que detenerse entonces, aterrizando sobre una rama gruesa al mismo tiempo que procesaba la información. Su segundo médico había avanzado un poco, pero se regresó para quedar a su lado a una distancia prudente, presintiendo el aumento de su mal humor.

– ¿Me estás diciendo que tengo que esperar a que le dé la gana de salir?

– Básicamente – Contrario a su indignación, Ren soltó una breve risita divertida.

– ¿Y eso como cuánto podría tardar?

– La verdad no lo sabemos, su crecimiento es raro así que lo más probable es que se tarde un poco. El límite por lo general empieza en la semana treinta y siete y termina en la cuarenta, pero teniendo en cuenta las circunstancias podría pasarse por unos cuantos días. Todo depende.

– Todo depende... – Mascullo entre dientes, renegando ante lo fácil que lo hacía sonar; "Al diablo la exactitud de las fechas" Enfurruñarse resultó tan necesario como imposible de evitar, formando una mueca de indignación que logró hacer cruzar de brazos al otro chico.

– No hagas tanto drama, rubio, en la mayoría de los casos resulta de esa manera, ¿O por qué crees que le llaman la dulce espera?

Deidara estuvo a punto de replicar algo sobre la palabra dulce junto a una parte de su cuerpo no muy decente, pero se las apañó para guardarse el comentario, aunque no pudo hacer lo mismo con la ironía.

– Pues genial ¿Alguna otra maravillosa cosa que no sepa?

– Mmm, pues entre eso y el otro dolor que te había comentado creo que ya no hay más nada por ahora.

– ¿Pero cuál maldito otro dolor? – Estaba comenzando a exasperarle el saberse el menos conocedor de todos los detalles, principalmente porque siendo el más afectado tenía derecho a saberlo todo.

Moviendo las manos como si con ellas quisiera apagar el fuego de su ira, Ren habló en un tono tranquilo que buscaba preservar la escasa movilidad que le quedaba su pierna.

– Relájate, yo podría intentar explicartelo pero creo que le dejaré ese trabajo a Kaiyah. A ella le entenderás mucho más fácil que a mí, a fin de cuentas es su área.

Por más formulada que aquella excusa pareciera, no se la creyó. Llevaba conviviendo con él el tiempo necesario como para saber de sobra que era capaz de explicar lo inexplicable hasta en lenguaje de señas si con ello lograba salirse con la suya. De manera que terminó atribuyéndole esa repentina decisión a la maliciosa idea de querer tener más público para disfrutar de su reacción cuando le dijeran sobre algo que probablemente no le gustaría quería oír.

Cayó en el jardín de su casa temporal con algo de prisa, teniendo a su compañero pisandole los talones y viéndose tan presuroso como él por resolver aquel misterio de una vez por todas. Su ajetreo, sin embargo, perdió velocidad en el segundo que vió a su paciente completamente ensimismado con otra cosa.

– ...Mierda – Le oyó murmurar con pesadez en lo que cerraba brevemente los ojos.

– ¿Que? – Le empujó un poco, volviendo a  su faceta amigable – ¿Te dió algún antojo?

– No – "Bueno, si"  Hace una media hora se le había ocurrido ligar algo de la azúcar que había comprado con el té que tomaba,  olvidando la idea en el segundo que su habilidad sensorial le envío un pequeño pero importante aviso – Viene en camino.

– ¿Quién? ¿El Uchiha? – La pregunta sobraba si se tenía en cuenta la cara apocalíptica que Deidara tenía, y no pudiendo ser de otra forma, soltó un malintencionado – Uhhhh.

Dotado con una puntería casi perfecta, la patada terminó dando justo donde sabía que dolería más.

- ¡Joder! ¡La rodilla, maldita sea! – Estrelló el puño cerrado sobre el árbol más cercano con la cara contraída por el dolor.

Obviando brevemente el hecho que le tenía en incertidumbre, Deidara se rió un poco, pensando en todo momento que no sabía cómo existía gente que solo vivía para hacer el bien si causar desastres resultaba tan divertido, más cuando se hacían con tantas ganas.

El desastre que se produciría a continuación, sin embargo, no era uno que se antojase ver.

Resultó una pequeña sorpresa que Kaiyah no estuviera en el lugar, sobretodo cuando se suponía que no tenía más encargos ese día. Ambos se lo atribuyeron a la profesión tan ajetreada que tenía, haciéndola correr de un lado a otro sin previo aviso; Volvería pronto, eso era seguro, porque ella nunca se iba sin despedirse y mucho menos dejando las cosas a medias.

Dejó las cosas que había comprado en su habitación en lo que otra duda de lo más interesante surgía su cabeza, puesto que como la Hyuga era por excelencia el contacto directo que tenía el Uchiha, se preguntó si al estar ella ausente le preguntaría algo a Ren. No les había visto intercambiar palabra en ningún momento, abriendo la posibilidad de que simplemente decidiera instruirse sobre los acontecimientos preguntándole personalmente, aún si aquello destruyera su pequeña ilusión de escucharles hablar por una vez. Era una emoción inocente que provenia por el hecho de que su médico no parecía respetar a nadie de apellido Uchiha e Itachi perdía parte de su infinita paciencia cuando se trataba de su salud, imaginar cómo sería la colisión dependería de si Ren era capaz de comportarse como el profesional que aparentaba ser o simplemente escogería tentar su supervivencia.

– Está vivo y habla mucho si es lo que preguntas – Escuchó responder al susodicho en tono sarcástico a una pregunta que no oyó formular, pero intuía quien la había hecho.

Con su pequeña fantasía siendo cumplida, Deidara tomó la decisión de salir. Vió a Itachi con facilidad, primero porque la capa de Akatsuki era llamativa y le ondeaba un poco por la brisa de la tarde, y segundo porque desactivó el Sharingan al verlo entrar, pasando de la celestial indiferencia que tenía viendo al médico, a una normalidad más tranquila al posar sus ojos en él. Deidara no hizo gran gesto al respecto, apenas elevó una de las comisuras de su boca, pero resultó suficiente bienvenida para él.

Viéndose prontamente ignorado, Ren subió y bajó las cejas para alzar las manos e irse al patio, imaginando que adentro solo terminaría estorbando.

– ¿Donde dejaste a Kisame? – Fue la primera cosa que preguntó mientras le veía comerse parte de lo que había sobrado en la mañana. No le impresionaba que comiera con algo más de prisa, conocía a la perfección la sensación de hambre voraz provocaban semanas de misiones sin descanso, dejándole que se tomase su tiempo para responder y empatizando un poco cuando le escuchó hablar con más cansancio de lo usual.

– En las lejanias. Mencionó que tenía un trabajo que hacer luego de finalizar la misión.

– No me sorprende – Kisame podía ser alto y burlón, pero también era muy activo, digno del animal al que tanto se parecía – Sigue sin adivinar a dónde vas, supongo.

– Nunca lo sabrá con exactitud – Seguro y conciso, sin dudas de por medio. Por cosas como esas es que a pesar de lo inestable de la relación y lo precario del momento, podía decir que Itachi era una de las cosas más concretas que tenía en su vida.

Deidara tomó un poco de jugo que sirvió para si mismo puesto que el hambre seguía sin aparecer y no quería simplemente verle mientras comía. No era su sabor favorito, pero al menos así tenía una excusa para acompañarlo. Eso y que quería salir de algunas dudas.

– ¿Que ha pasado con Akatsuki?

– ¿Escuchaste algo de eso? – Hablaba tranquilo como normalmente hacía pero había algo particularmente negativo de trasfondo, como si estuviera agotado o frustrado por algo.

Él se encogió de hombros.

– Estaría difícil no hacerlo, las noticias vuelan en estos días. Según escuché, las cosas en Akatsuki han estado algo revueltas. Algo sobre unas peleas en las aldeas y mucha masacre – Seguía sin interesarse demasiado en los asuntos de su antiguo grupo, pero en vista de que las noticias habían volado voluntariamente hacía él no podía tan solo quedarse con la curiosidad – ¿Que pasó está vez?

– Hidan – Acotó fríamente – Y Kakuzu, aunque no tanto él como su compañero.

"Típico" Que Hidan tuviera el concepto de que su inmortalidad lo exceptuaba de conflictos era el principal motivo por el cual siempre andaba metido en ellos.

– ¿Asesinaron a alguien problemático?

– Primero un monje, luego un ninja de Konoha. Ambos murieron durante la batalla.

– ¿Conocías al ninja? – Preguntaba más que todo por la seriedad que tenía. No le sentía perturbado de ninguna manera, pero tampoco estaba tan calmado como podría estar; Itachi se limitó a mirarlo en silencio, sabiendo de antemano que ya le había visto el reconocimiento en los ojos – Interesante.

– Habría venido hace unos días, pero no nos permitieron movernos dadas las circunstancias.

– ¿Cuáles circunstancias? – Era imposible que estuviera mas intrigado – Se supone que ganaron la pelea.

– La primera, la siguiente fue más complicada que la anterior. Hidan no pudo manejar la situación y Kakuzu se vió obligado a intervenir.

– Vaya...

Deidara se encontraba bastante interesado, casi lamentándose el no haber estado ahí para ver la acción en primera fila. Conocía al mercenario desde hace algunos años pero nunca tuvo la oportunidad de verlo en una pelea de verdad, lo máximo que sabía es que sus tácticas eran letales y escasamente perdía una batalla. No es que fuese el miembro más prudente, pero su astucia le proveía de una ventaja lo bastante amplia que le permitía mantener guardados la mayoría de veces esos raros corazones extraibles que Hidan decía tenía, sin embargo y por la forma en la que el Uchiha lo había expresado, quedó claro que esta vez sí fue necesario.

"Con razón no paraban de mencionarlo tanto" Quitando el hecho de que consideraba a Hidan un inútil, unos altos monstruos negros con máscara apoyando a un criminal de las épocas del primer Hokage resultaba más interesante de comentar que un inmortal común y corriente.

– ¿Que sucedió luego de todo ese lío?

– Akatsuki tuvo que reagruparse de nuevo en la lluvia para discutir opciones.

– ¿Y que pasó con Kakuzu?

– Murió.

La bebida que estaba tomando quedó en segundo plano en el momento que parpadeó, totalmente incrédulo.

– ¿Es en serio? – Deidara era una de las pocas personas a las que Itachi no respondía siempre con silencios, tomándose la molestia de reaccionar como una persona mas abierta de vez en cuando. En esta ocasión, su reacción fue asentir brevemente – ¿Cómo?

– La segunda pelea fue con un grupo de Konoha – Explicó entonces, relatando los hechos con su acostumbrada parsimonia.

– ¿ANBU?

– Solo uno de ellos, Hatake Kakashi.

– A él lo recuerdo – Las costuras de su brazo izquierdo lo recordaban mejor que él, eso era seguro – ¿Y los demás?

– Ninjas jóvenes de Konoha... – Hizo una pausa breve para observarle con significancia – Y el jinchuriki del Kyubi.

– ¿El niño escandaloso?

Muy poco quedaba en su memoria del rostro de aquel pequeño monstruo histérico que con tanto ahínco le había golpeado la cara, sufriendo desconsoladamente por la muerte de su amigo. Él no lo comprendía del todo ya que no tenía lazos fuertes con nadie, de allí a que su reacción le pareciera insoportablemente estúpida e infantil; No recordaba su apariencia tampoco, el color de sus ojos se había borrado de su mente, así como su estatura o tono de voz, lo único que no olvidaba era el color de su cabello, y no necesariamente porque lo hubiera encontrado relevante, sino por un comentario que Sasori le había hecho en la cueva el día del secuestro, ya que al escuchar la sarta de gritos que les eran proferidos con tanto odio, murmuró entre dientes algo parecido a un "¿Por qué será que todos los rubios son tan irritantes?"

Pasando de la sorpresa momentánea, Deidara se acomodo mejor en su sitio.

– ¿Y Hidan? Es imposible que él haya muerto.

– Muerto quizás no esté, pero su ubicación es desconocida.

– ¿Konan no ha podido rastrearlo? – Fue algo sorprendente saber que en Konoha seguían quedando ninjas de elite capaz de esconder tan bien a una persona tan excesivamente habladora cómo lo era Hidan; Itachi negó con la cabeza y él hizo un gesto pensativo – Quizás le hayan encerrado en alguna cárcel, aunque me supongo que sin Kakuzu para coserle debe de estar hecho pedazos para este punto.

Completamente imparcial ante el asunto, el Uchiha movió un poco la cabeza.

– Es probable.

– ¿Entonces lo que te retuvo tanto fue la búsqueda de nuevos miembros?

– No van a buscar nuevos miembros – Con el agotamiento en su voz haciéndose algo más pronunciado – Completarán la misión los que queden.

"Ah, pues eso lo explica" Se le iluminó un poco el cerebro ante aquello pues ahora podía entender mejor el motivo de su implícita negatividad. Menos miembros significaban más misiones para los integrantes que quedan, eso también equivalía a menos descansos y muchísimo más trabajo que seguramente le dejaría bastante molido; Existía también la opción de que su amargura se debiera al menor tiempo que tendría para venir de visita, pero no quería atribuirse tanto ni tampoco hacerse demasiada mente.

Solo cuando la mesa vibró un poco es que se dió cuenta de que se había levantado, llevado el plato a lavar y vuelto a sentarse. Tenía ahora en sus manos un vaso como el suyo, solo que ese tenía agua.

– Esa comida era de ayer – Ante el comentario, Deidara alzó los hombros sin mucho apuro.

– Si – No la había probado pero sabía que si Kaiyah la había hecho debía estar buena aun si la hubiera recalentado – ¿Y?

– ¿No has comido el día de hoy?

– Comí afuera en lo que hacía un par de cosas – Se había hecho tan experto en el arte de mentir sobre sus hábitos alimenticios que ni siquiera le preocupaba que el Uchiha pudiera ver su mentira, y no lo hizo. Se limitó a conformarse con su respuesta, no olvidando que siempre tenían mejores interacciones cuando no le presionaba, y pasando mejor a darle una ojeada un poco más significativa.

– ¿Todo bien?

Deidara entonces dejó de beber lo poco que quedaba en el vaso, movido por el hecho de que era un buen momento para comentarle aquel detalle que le causaba tanto conflicto. No obstante, al momento de abrir la boca, lo único que terminó pronunciando fue un:

– Todo bien.

Sintió ganas de rodar los ojos casi de inmediato ante su evidente falta de determinación, aunque también era cierto que el chiste había sido que lo viera por su cuenta precisamente para no tener que decir nada, pero desgraciadamente lo que traía puesto en ese momento no colaboraba a la causa.

– Te ves fatal – Cambiar el tema era necesario para su tranquilidad momentánea, y aunque era evidente que Itachi le seguía mirando con cierta incertidumbre que probablemente era causada por el extraño momento que habían atravesado la última vez que se vieron, pareció esforzarse en dejarlo pasar.

– No está tan mal como parece – Él no se miró, pero Deidara si le echó un repaso rápido. Los ojos estaban normales y su porte no se veía tan maltrecho, pero no podía alegrarse por ello cuando hasta donde estaba sentado podia escuchar lo irregular de su respiración.

– Definitivamente la visión que tienes de ti mismo es casi tan mala como la que yo tengo de ti... – Necesitando poner un gesto de mal genio ante la terquedad que siempre tenía con respecto a su propia salud – Mejor ve y tragate algo antes de que te dé un ataque.

– Ya lo he hecho – Arguyó él, obteniendo una breve sonrisa cómica.

– Pues tómate otra cosa.

_ Demasiados medicamentos podrían causar una reacción alérgica.

– A ti es imposible que te pase algo peor.

El genio de su generación hizo una pausa, sus intenciones originales había sido las de dormir un buen rato para recuperar sus fuerzas, pero conocía la volatilidad de lo que tenía en frente y por ello sonrió un poco.

– ¿No lo vas a dejar pasar, verdad?

– No – Verse confiado en esa clase de situaciones era muy sencillo porque a pesar de todo seguía manteniendo un status bastante algo en cuanto a la enfermedad del Uchiha se refería, de modo que sus opiniones, aunque no siempre acertadas, eran tomadas muy en cuenta.

Intentando no mostrarse tan entretenido como se sentía para no subirle más el ego, Itachi se levantó a buscar lo que el artista intuía que era el sitio donde guardaba sus medicamentos.

Deidara ciertamente se había sentido algo arrogante en ese momento, aún disfrutando demasiado cuando le hacía caso así fuera para algo muy pequeño. Como norma general ese mismo principio aplicaba para cualquiera, sobretodo si pertenecía al clan Uchiha. Solo Dios sabía cuánto había gozado internamente fingiendo que algo le caía mal en la cueva para que Madara obligase a Obito a buscar algo diferente; Resultaba bastante caprichoso en muchos sentidos, pero no podía negar que cuando se trataba de Itachi lo disfrutaba un poquito más. Su relación inconclusa le hacía conocer muchos aspectos de su vida, eso incluía también larga lista de medicamentos que tomaba para su enfermedad, todos de diversa procedencia. Sin embargo, se equivocó cuando intuyó cuál usaría ese día, pues mientras todo de si mismo le había apostado al frasco blanco con rojo que tomaba cada fin de mes, el olor que le llegó hasta donde estaba sentado le hizo maldecir.

¿Por qué tenia que hacerse ese té justamente ahora?

El cuervo no perdió tiempo y voló de la ventana en un intento de salvar su vida. Él, por su parte, estaba comenzando a alucinar con lo intenso del aroma.

– Itachi – Alzó la voz un momento y aquellos ojos negros le observaron – ¿Como cuánto te piensas quedar?

– Como cinco días – A Deidara no le faltó ningún idioma en que maldecir, e Itachi le arqueo una ceja al verle tan inconforme – ¿Por que?

– Curiosidad – Murmuró en una nota contenida, por su mente pasaba la idea de pedirle una taza pero eso solo abriría las puertas a una conversación sobre el monstruo que seguramente le empujaría a comentar algo sobre su nueva talla; Aún no estaba listo para ello, pero alguien no se encontraba muy conforme con esa decisión.

"No me jodas ahora" Gruñó en advertencia en lo que debajo de su piel se formaban unos revoloteos que recientemente habían cambiado a ser casi como pequeños empujones, aplicando algo más de fuerza cuando le provocaba; A Deidara a veces le provocaba darse un rápido y conciso toque en el abdomen para ver si le dejaba tranquilo, pero seguía sin atreverse. Además, dificultaba que funcionase.

– Obito se ha dado algunas vueltas por la base esta última semana.

– ... Ajá – Le había hablado justo cuando se iba a levantar con alguna excusa para huir de la tentacion – ¿Te ha dicho algo? 

– Nada nuevo realmente.

– ¿Que es lo preocupante entonces?

– No hay nada preocupante en realidad, simplemente ha estado más vigilante – Buscando ser un poco más específico, añadió: – Cree que alguien más de Akatsuki participó en tu escape.

– ¿Y fue así? – Interrogó con una pequeña duda que el Uchiha eliminó negando con la cabeza.

– Kisame está al tanto más no esta involucrado, su única participación ha sido mantener silencio.

– Eh, que sigue siendo un sacrificio heróico para ese sujeto, no lo menosprecies tan rápido - Aquella broma, aunque usual, pareció terminar de romper la tensión que se había acumulado desde la visita anterior. Haciendo sentir a un Uchiha más tranquilo en lo que se sentaba en su sitio, completamente ignorante de que Deidara estaba intentando fuertemente concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera el té llevaba en sus manos.

– ¿Por que escribiste la carta?

– ¿No esperabas que lo hiciera? – Al verle negar de manera tan sincera, no pudo evitar ser igual de honesto – Yo tampoco si me lo preguntas, pero Kaiyah creyó que sería una buena idea que recibieras algunas noticias de mi parte.

– Fue bastante educativo – En sus ojos, aunque mínimamente enrojecidos, bailaba la chispa de la diversión – ¿De verdad has lanzado cuchillos a la paredes?

– Si – Sonrió sin culpa alguna – Pero nunca con la intención de darle a las paredes, eso te lo garantizo.

– No lo dudo – Tendía a sonreír bastante cuando estaba junto a él, salvo que verle animado era algo que le ofrecía motivación extra para continuarlo haciendo  – ¿Te la has pasado peleando entonces?

– Más o menos, yo diría que son peleas educativas.

– ¿Y Ren se defiende durante esas peleas?

– Apenas – Encontraba curioso pero no extraño su falta de confianza hacia su segundo médico, pudiendo deberse más que todo a su carácter arisco y la predisposición para hacerle enojar, más eso no significaba que le iba instar a un combate o poner en riesgo su salud – Es más escandaloso que nada, siempre sale huyendo. Al menos me sirve como calentamiento antes de entrenar.

– ¿Has continuado entrenando? - Fue una pregunta casual que el artista se perdió un poco al ver cómo le daba el primer sorbo a su taza de té.

– A veces, aunque no se por cuánto tiempo podré hacerlo, aún no ha desaparecido el resto del chakra que queda y no estamos seguros de cómo estaré después.

– ¿Kaiyah tiene alguna hipótesis? – Itachi le hablaba con su mismo interés de siempre, pero Deidara le estaba mirando los labios, imaginandolos cálidos por la bebida y preguntandose cómo sería besarle con su boca impregnada con el adictivo del té – ¿Deidara?

– Ah, no – Se removió un poco en lo que sentía su estómago contraerse por el vacío que necesitaba llenar – La idea en realidad es de Ren. Tampoco dice mucho, solo que puede que quede algo débil hasta que me acostumbre.

– Entiendo.

– ... ¿Alguna otra cosa de Akatsuki que valga la pena saber? – La pregunta había sido más por compromiso, pero sorprendentemente el Uchiha se encargó de mantener su completa atención esta vez.

– No de Akatsuki, pero estuve investigando sobre los sedantes que mencionaste de Madara.

– ¿Sabes de qué están hechos? – Aquello era un dato que casi olvidaba haber mencionado en su carta, agradeciendo enormemente que Itachi no hubiera hecho lo mismo; Su pregunta consiguió una afirmativa respuesta que le dejó bastante impresionado – ¿Entonces?

La explicación que recibió en ese momento fue una que, aunque esperaba que fuese más complicada, si consiguió confundirle al principio. Aparentemente lo único de lo que estaban hecho esos sedantes era de la savia que había visto goteando de los árboles, combinado con la corteza del Gedō Mazō, el árbol inmenso que utilizaban para absorber el chakra de las bestias con cola y retenerlo en su interior. Sus propiedades no eran del todo conocidas hasta la fecha, siendo que se habían enfocado la extracción de los demonios y menos en la parte médica, sin embargo, Madara había sido lo bastante inteligente para intuir que si la estatua demoníaca del camino exterior podía transformar y retener cualquier chakra así fuesen varios combinados, podría ayudar a un sedante común a ingresar a través del chakra del Kinjutsu ya que técnicamente también era un tipo de chakra que se encontraba mezclado dentro de una persona.

"Es un maldito bastardo astuto, eso es seguro" Había logrado adormecerle más veces de las que recordaba y jamás podría perdonarlo por ello. Se sentía enojado por eso, pero apartó momentáneamente sus ansias de venganza al ver a Itachi formar un gesto suave en su rostro.

– Lo único que no pude hacer fue encontrar la manera de replicarlo, Pain siempre vigila la estatua y acercarse solo le daría motivos a Obito para sospechar.

– Está bien – Algo conmovido por la disculpa en su voz, le resto importancia con un gesto de su mano – No importa, gracias de todas maneras.

Llevar el ritmo de una conversación más amena habría sido más fácil si la combinación del olor y su presencia no le hubiera estado llenando el pensamiento con ideas que no veía posibles cumplir por el momento. Sabía que el Uchiha le había continuado hablando sobre algún tema más trivial, pero llegó a un punto en el que prestar atención se le hizo imposible.

"Mierda, ya"  Era una lastima que con su monstruo aún no funcionara la comunicación mental, porque al menos de esa forma podría hacerle llegar todas sus quejas por los retorcijones que no paraba de darle mientras su cabeza aún daba vueltas por el aroma del té.

¿Sería demasiado obvio si le arrancase la taza de las manos o se abstendria de comentar algo si le pidiese al menos un sorbo?

Itachi le vio apretar los puños sobre el regazo y arrugó las cejas.

– ¿Pasa algo?

– ¿Tenías que tomarte esa porquería justo ahora? – Aseveró de tal forma que le dejó bastante confundido, moviendo los labios como si quisiera decir algo pero sencillamente no encontraba el qué; Le alzó una mano con desgana – Olvídalo.

Antes de que el Uchiha entrase de nuevo en el extenuante proceso de adivine que había hecho para volverlo a enfadar, otra cosa llamo su atención.

– ¿Que? – Interrogó el artista viendo hacia el mismo punto en el exterior pero no encontrando nada inusual.

– Han logrado eliminar el clon – Casi parecía querer hacer una mueca de mal humor, aunque Deidara se mostró más curioso que otra cosa.

– ¿Quién es el suicida está vez?

– No está muy claro – Su frustración era evidente, dejando la taza a un lado para exhalar con cierta fuerza – Debo ir.

– ¿Kisame necesita ayuda?

– No, pero está muy cerca de la base. Si crea un escándalo y llama la atención de Pain debo estar ahí.

– Vale... – Una cosa que aún seguía molestándole era la confusión que podían generarle algunos momentos, por ejemplo una parte suya estaba aliviada por haberse saltado la parte de la demostración de sus cambios y tener la libertad de tomar lo que quisiera, mientras que la otra aceptaba que no le hubiera molestado una visita tan corta.

Aún si no pudiera entenderlo por completo, Itachi sabía que tendría tiempo para averiguarlo.

– Volveré pronto.

– Más te vale – La sonrisa fue más para darle ánimos, cosa que consiguió. Su invitado abandonó el sitio bastante rápido, pero esperaba volver de igual manera.

Deseaba concentrarse en la misión y colaborar con su compañero, solo que su cabeza se lo dificultaba al pensar en los momentos que acaba de pasar. No estaba del todo extrañado con su actitud, puesto que aunque había sido muy joven, su buena memoria aún recordaba que su madre se había puesto algo más arisca durante su segundo embarazo, cosa curiosa pues se la pasaba comiendo un montón de cosas dulces. Ese cambio quizás no había beneficiado a Fugaku pero si a un joven Itachi que, amante de los dulces en general, le hacía compañía para comerlos en la tarde y algunas veces en la noche; Resultó obvio a la final que Mikoto Uchiha no dió a luz al niño más sonriente del mundo, pero para Itachi la ingesta de dulce no tuvo perdida alguna.

Mientras que el Uchiha se quedaba algo más sereno ante la nostalgia de sus recuerdos, Deidara estaba estaba a punto de volar la casa entera.

– No puedo con esto – Bufó increíblemente frustado justo en lo que Ren volvía a entrar, parpadeando en confusión.

– ¿Que hice ahora?

– Tú no – Le profirió una mala cara para dejarse caer hacia atrás. Acostado las sensaciones eran aún peor, pero al menos descansaba la espalda.

Como adivinando la habitual causa de sus males, su segundo médico se cruzó de brazos.

– ¿Si sabes que quejarte no hace la diferencia?

_ No, pero al menos me desahogo.

– ¿Esa es tu idea de desahogo?

_ La otra es clavarte un cuchillo en la cabeza, tú ves cual te conviene – Habiendo ganado aquel breve intercambio de palabras, frunció el ceño – ¿Que estuviste haciendo?

– Fui a buscar a Kaiyah, necesito algo de compañía si no quiero morir entre tanta tensión sexual – Cómo si de pronto se acordase de algo, miró hacia ambos lados un par de veces – ¿Y? ¿Donde está el padre del año?

Deidara le rodó los ojos.

– Tenía algo que hacer.

– ¿Y se fue? Fantástico, gaste mi tiempo buscando a esa mujer para nada.

_ Es bueno saber que aprecias mi compañía solo cuando te conviene, Ren – El artista movió la cabeza para verla entrar, ese día no llevaba un montón de cosas, solo la sonrisa y ese energía inagotable que mermo un poco al verle tirado en el piso – Dios mío, ¿Que le hiciste ahora?

Al recibir ese tono de injustificada acusación, Ren reaccionó ofendido.

– Oye, no soy yo quien le está fastidiando la vida.

– De hecho si, solo que hoy no eres lo que más me fastidia – Una vez entregada la dosis de burla usual que siempre tenía reservada para él, se reincorporó para no evitar que al instinto sobreprotector de la Hyuga no le diera una sobrecarga – Tardaste bastante en volver.

– Fue algo de último minuto – Emitió un suave suspiro – Akatsuki está dando demasiados problemas, hoy tuve que suturar a un chico que casi pierde la mano. Pareciera que le hubiera mordido un animal.

– Esa debió ser la Samehada – Sin preocuparse en disimular, tomó la taza que Itachi había dejado y procedió a tomarse el resto mientras sentía como todas sus desgracias quedaban en segundo plano – Tiene la mala costumbre de morder cuando no debe.

– ¿No era un arma, acaso?

– Es más como una mascota, en realidad. Aunque Kisame la trata como si fuera su hijo.

– Definitivamente que en Akatsuki manejan unos instrumentos de lo más peculiares... – Procediendo a sentarse a su lado y tratando de obviar el hecho de que aquello que su paciente se bebía tenía un olor increíblemente fuerte – ¿Y tú qué tal? – Le palmeo la rodilla – ¿Hablaste con Itachi?

– No tuve tiempo – Esquivando limpiamente el tener que explicar su momento de indecisión – Tuvo algo que hacer, volverá después.

Kaiyah meneó su cabeza con un descontento bastante notable.

– A ese chico le va a dar algo si sigue con ese ritmo.

– Yo se lo dicho, pero no le hace caso a nadie.

– Con razón son el uno para el otro – Ren se aseguró de soltar su sarcasmo bien lejos de su paciente. Había corrido demasiado en la última hora como para agregar más kilómetros sin contar el dolor en su pierna.

Tras lanzarle al susodicho una mala mirada conjunta, Kaiyah volvió a enfocarse en él.

– Ren también me dijo que había algo que querías preguntarme.

_ Ah, si, sobre eso... – Ya había terminado con lo poco de bebida que Itachi le había dejado y tenía ganas de más, pero podría hacerse otra más tarde – Es más una duda que nada.

– A ver, dime – Antes de que él pudiera decir algo, ella levantó la mano como si estuviera haciendo un juramento – Y prometo ser directa.

A él le hizo sonreír un poco que de verdad se tomase en serio sus quejas de la última vez, dándole más confianza para proceder a contarle cómo aquel que supuestamente debía atender su salud se había encargado de amargar su día hablándole de atrasos y dolores apocalípticos, lo cual indudablemente le había generado interés con respecto a un dolor del cual Ren no paraba de regodearse mientras él había creído que no sentiría nada similar.

Kaiyah se irguió poco, entrelazando los dedos para tomar un porte más profesional.

– Vamos a ver si logro hacerme entender... – Respiró un poco en lo que intentaba recordar sus temas de conversación previos – Ya te he hablado del chakra que lo recubre y todo eso, ¿Verdad? Bueno, esa capa de energía es relativamente gruesa por dos razones, para sanarte rápido de heridas y protegerlo a él de golpes o empujones. El detalle es que así como te lo mencionaron antes la defensa de esto haría que se te cicatrizase la piel apenas la rompieramos, haciendo imposible poder sacarlo de tu cuerpo. La razón a esto es sencilla, y es que no estaría listo para eso aún, por esto a medida que vaya creciendo va a ir absorbiendo poco a poco parte de esa misma energía, volviendo la capa lo suficientemente delgada para que podamos abrirte sin que cierre tan rápido. Suena engorroso pero lo cierto es que es bastante beneficioso, el chakra restante que quede en tu cuerpo te ayudaría a cicatrizar la incisión con facilidad, estarías como nuevo y fuera de la cama en dos días a lo mucho - Añadió en un tono más alegre que le hizo compartir más fácilmente el gusto por aquella noticia, sin embargo, su duda aún no estaba respondida

– ¿Y en donde entra el dichoso dolor?

–Bueno, verás... – Ella se acomodó mejor en su sitio en lo bajaba su voz a un tono más cauteloso – Las contracciones provienen de un órgano que tu no tienes, por lo que lo usual sería pensar que no las tendrías.

– Se supone – Con sus ojos mirando críticamente a un Ren que ya estaba comenzando a sonreír en anticipación.

– Eso en parte es cierto, porque como tal no son contracciones lo que vas a sentir. Es decir, técnicamente si lo serían, pero la sensación no es igual.

– No me digas que es peor – Colocó una cara que suponía una burla aunque de trasfondo guardaba una verdadera interrogante.

– Bueno, en vista de que me has pedido ser directa te lo pondré en este contexto para que me entiendas... – Alzó las manos, buscando facilitar la explicación con algunos gestos – Se supone que tienes un espacio bastante reducido ahí dentro que además no está adaptado para expandirse. Por lo mismo, y a medida que el embarazo vaya avanzando, en las últimas horas el chakra se va a hacer muchísimo más delgado. Entonces vas a poder sentir como la piel se te estira, así como la energía rebotando a través de tus órganos una y otra vez. Se sentiría más o menos como si el estómago se te fuera a reventar, y con tanto revuelo es probable que arda bastante.

– ¿Como si me fuera a explotar una bomba desde adentro o algo parecido? – Abrió los ojos solo para verla a ella asentir con algo de culpabilidad.

– Algo parecido, si.

– Tómalo como una explosión de acción lenta – La intervención del otro hombre, aunque para nada burlona, realmente no le sirvió en lo absoluto.

"Es peor" Determinó entonces con un ligero sentimiento que asemejaba al temor, no pudiendo terminar de procesarlo puesto que la explicación aún no acababa.

– Aparte de eso... – Ella movió las manos con cierta duda – Debes saber que lo usual es que para ese tiempo no se mueva mucho por la falta de espacio. Contigo es diferente porque tú cuerpo no tiene forma ni manera de ayudarlo a salir, eso significa que deberá agitarse bastante para que pueda despejarnos el área.

Deidara parpadeó muy lento, forzandose a inspirar con calma.

– ¿En resumen?

– En resumen te va a tener como saco de boxeo hasta el último segundo – No estaba sonriendo, pero Deidara sentía que se seguía burlando de él – Y si ahora te molesta que se mueva después va a ser mucho peor, en especial en ese último momento, porque aparte de andarse agitando también es probable que te haga rebotes de energía accidentales en alguno de tus órganos, y eso puede que los haga contraerse como si te hubieran golpeado con fuerza.

Su desvariante cabeza había tenido algún comentario pasajero que decir, pero Kaiyah intercedio levantando un dedo.

– También te va a doler la espalda, tanto por el peso como porque de seguro se te va a comprimir la columna.

– Y los músculos – Añadió su colega, apuntandole los brazos en el proceso – Sobretodo si la presión te afecta las venas.

– Los huesos también, aunque eso depende de que tan fuerte mueva el chakra. Hablarle o acariciarle a esas alturas suele funcionar a veces, se que la idea no te gusta pero si se llega a mover demasiado fuerte podría agitar la energía hasta fisurarte la cadera o las costillas que es lo más cerca que tendrá para esas fechas.

– Cierto, las caderas. Debes saber que esas de seguro te van a doler bastante, están aguantando un peso excesivo aparte soportar un ataque constante desde adentro, así que tal vez se te haga algo difícil moverte.

– O no, puede que quieras caminar y mantenerte en movimiento, todo depende de lo que te haga sentir cómodo. Pero no te preocupes, nosotros te haremos de respaldo por cualquier eventualidad.

– ...Vale.

Ambos doctores intercambiaron una mirada, se habían esperado una reacción bastante molesta, incluso histérica. Algo muy al estilo que ya conocían de su paciente. Que estuviera tan aparentemente calmado resultaba más preocupante que cualquier otra crisis que pudiera tener.

El artista apenas reparó en su preocupación, estaba más interesado en terminar de analizar la información que acababa de escuchar, con un solo pensamiento teniendo más relevancia sobre los demás.

"Este maldito mocoso va a matarme..." El como es que se las arreglaba para seguir pasando penurias por miembros del clan Uchiha era un misterio que seguramente tenía que ver con sus anteriores vidas pasadas, porque ni todo el crimen que había cometido en sus diecinueve años de vida justificaba que aun le quedase tanto por sufrir; Aún con todo se había creído que el monstruo terminaría siendo el Uchiha que menos le amargaria la vida, resultando ser todo lo opuesto; Había pasado por muchas cosas en su vida en cuanto al dolor físico se trataba, y no dudaba en decir que podía superar esto.

Ahora, que resultara tan sencillo como había creído hace cinco minutos era otra historia.

En medio de la bruma que nublaba su mente, Deidara captó el brillo malicioso de Ren por el rabillo del ojo y se obligó a mantenerse derecho en lo que iba a hacerse otro poco de té para guardar la paz interior. No estaba seguro de muchas cosas para este punto, pero no dudaba en que no le daría el gusto de verlo perder.

Habían hecho una apuesta, y aún si resultaba algo infantil, pondría todo de su parte para no perder.







Continuará...

Notas finales:

No soy amante de este capítulo pero ojalá y si haya gustado UwU

 Edit: Anoche no coloqué esto porque estaba más dormida que despierta, pero no podía irme sin hacer las menciones UwU

Kaory! No pensaste que me olvidaría de ti, o si? UwU Realmente gracias por tu comentario, me hizo muy feliz saber que te han gustado mis historias y realmente me disculpo si te hago sufrir al tardar mucho en actualizar, lo único bueno es que ya tengo el fanfic casi listo así que no deberás esperar demasiado. Gracias por todo el cariño que pusiste en tu comentario y espero que la historia te guste hasta el final :3

Edmary! Que felicidad tenerte aún aquí, eres un amor, me alegra muchísimo que la aparición de Ren también te haya gustado. Aquí estamos para servir :3

Zidian, no creas que olvido que eres de los primeros comentarios que recibo al actualizar, muchísimas gracias por seguir aquí y adorar mis marginalidades, me das más ganas de seguir viviendo :'3

Pequeña uva yo te te he mencionado arriba pero espero que igual y al menos te haya entretenido este capítulo, sabes que sufrí haciéndolo así que ya próximamente se viene el famoso capitulo 21!

Gente, la actualización será muy pronto, denme unos cinco días y me tendrás aquí de nuevo con el inicio de una sucesión de capítulos que están hechos para derretir suavemente sus corazones OwO

Un saludito!

Menma.

 

 

 


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