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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Hay cosas que no existirían sin la intervención de otras, y esta historia no habría sido posible de no ser por tí. Te amo, pequeña uva. 

 
Este capítulo va para tí... Y ojalá te duela xD

                        XXI

                    You, me
 
We're face to face but we don't see eye to eye

              Like fire and rain

          You can drive me insane

But I can't stay mad at you for anything

         We're Venus and Mars

       We're like different stars

You're the harmony to every song I sing

   And I wouldn't change a thing


– Me parece que está durmiendo – Fue la contestación de un Ren cuando, tras haber regresado de otro largo recorrido por el bosque con el fin de aminorar sus incomodidades, le informó que el Uchiha había llegado en su ausencia y él, curioso de no verlo sentado en algún lugar esperándole, le pregunto por su paradero.

Que Itachi hubiera llegado de su misión el mismo día no le sorprendía demasiado, tampoco que decidiera irse a dormir. Mientras más descansado estuviera más fuerte estaba al despertar, y como parte de su propia supervivencia radicaba en que mantuviera un estado decente de salud hasta el final, terminó por encogerse de hombros y dejarle dormir, suponiendo que despertaría una vez hubiera recuperado algo de energía.

Imitar sus acciones resultaba una opción tentadora para sus músculos agotados, pero aguardó para poder acompañar a sus médicos hasta el último minuto de su visita.

– ¿Ustedes ya se van?

– El convenio que tenemos con Itachi dice que no es necesario que nos quedemos cuando él está aquí – Comentó ella ya vestida para partir, sonriendole ampliamente con amabilidad – No nos ha dicho que nos vayamos pero creo que es mejor de esa manera, aunque podríamos quedarnos si quieres.

– No, está bien – No despreciaba las ventajas de su buena compañía, pero seguía teniendo acumulados algunos asuntos cuya resolución prefería manejar con el menor público posible; Kaiyah pareció comprenderlo sin problemas.

– Cuídate, y por favor trata de no pelear mucho con él – Era un comentario ligero que guardaba en si mismo un verdadero atisbo de interés real, y Deidara  pudo notarlo – Hoy ya ha tenido suficientes batallas con las que lidiar.

El artista no comentó nada por un momento, intentando comprender como Itachi lograba ganarse la simpatía de las personas sin tener que esforzarse demasiado; Su aura de sosegada amabilidad, así como su buena disposición para dar hasta su último aliento por las personas que le importaban podían tener que ver, salvo que realmente no eran cualidades que él demostraba muy a menudo. Lo usual es que fuese más reservado con sus intenciones. Que consiguiera tanta aceptación a pesar de ello solo podía ser producto de algún don que quizás poseía y aún no había notado.

– Te preocupas mucho por él – No sabía con exactitud en que tono lo había expresado, pero Kaiyah se detuvo para mirarlo con una suave expresión maternal.

– También lo hago por ti – Aunque la creyó sincera, la esquina de su boca pareció torcerse por cuenta propia – ¿No lo crees?

– No exactamente, es solo que la mayoría de las veces pareciera que lo que de verdad te preocupa es que lo vaya a matar.

– En lo absoluto. Tengo plena confianza en ti, Deidara. Jamás he llegado a pensar que Itachi no está en buenas manos contigo – Había una pequeña sonrisa en su rostro, luchando por no acrecentarse ante la gracia que sentía – Admito que a veces puedo preocuparme, pero no es por nada que tú hagas intencionalmente.

– ¿Insinuas que quizas podría matarlo por accidente? – Arqueó comicamente una ceja, permitiéndose bromear ya que la mención ante un voto de buen fe que no había esperado recibir le subió considerablemente el humor.

Kaiyah rió un poco.

– No – Manteniendo el gesto de buen ánimo que luego mezcló con uno un poco más serio – Sin embargo, debes aceptar que eres un chico muy cabezón y arisco. No digo que eso no sea una buena ventaja en otra situación, pero en esta quizás deberías dejarlo de lado de vez en cuando, tal vez no logres un gran cambio, pero ¿Quien sabe? Puede que te sorprendas con el resultado.

– Tal vez – Sus hombros subieron y bajaron con aparente desinterés. No negaba que darse la oportunidad de experimentar diversos momentos siempre resultaba más íntimo cuando sus inseguridades no estaban causándole problemas, salvo que evitarlo no era sencillo cuando sabía de antemano que era mucho más sencillo de esa manera – Aunque no te garantizo nada

La Hyuga asintió un poco porque sabía que tampoco estaba en condiciones de instarle por el camino que debía tomar, sin embargo, la pequeña relación que habían entretejido en las últimas semanas le daba seguridad para hacer algunas concesiones ocasionales.

– Solamente intenta aprovechar el tiempo lo mejor que puedas, porque a veces nuestro mayor error es pensar que los buenos momentos duran para siempre.

Deidara esbozó una sonrisa apática que apenas ocultaba su resignación.

– Yo estoy al tanto de que esto no es para toda la vida, Kaiyah.

– No lo dudo – Le dedicó un gesto similar – Pero estás en un momento bastante complicado y lo mejor que puedes hacer por ti mismo es tratar de pasarlo bien. Relájate, deja de pensar en lo que es inevitable y disfruta de toda la atención que tanto se esfuerza en darte.

– ¿Lo dices porque eso me hará algún bien?

– No, lo digo porque quizás algún día la desees de vuelta y él no va a estar ahí para dártela.

Aún si no lo hubiera pretendido, Deidara se encontró tomandoselo con una seriedad que le caló bastante hondo. Apreciaba a Itachi, eso era algo que ningún Kinjutsu podía eliminar y estaba seguro de que aún si no le veía de nuevo, siempre le guardaría un afecto especial que jamás podría terminar de describir, es por ello que imaginar su inminente muerte en un contexto más realista resultaba tan conflictivo y desigual por muchas razones; Su cabeza cayó hacía un lado, pesando ante la profundidad de un dolor que le causaba algo que simplemente no podía evitar.

– Lo tomaré en cuenta – Él se esmeró en disimular su aflicción, y Kaiyah fingió que no se daba cuenta.

– Me parece bien – Girando un poco la cabeza, alzó la voz – ¿Estás listo, Ren?

– Casi – El aludido se ahogó un segundo en lo que terminaba de acomodarse encima el pesado bolso que había traído con sus pertenencias, apareciendo en la entrada con un ligero tambaleo – Ahora si, tenía mucho que recoger.

El artista le repasó de arriba a abajo con un gesto despectivo.

– ¿Te vas a mudar al otro lado del país o que? ¿Por qué te llevas todo lo que trajiste?

– Pues cómo no tenemos idea de si se va a quedar tres días o una semana, mejor nos retiramos hasta la semana que viene.

– Él dijo que serían cinco días.

– Si – Replicó de lo más entretenido en lo que una ancha sonrisa maliciosa cruzaba por su cara – Así como se suponía que se quedaría una semana la última vez y a la final casi tuvimos que correrlo para que volviera a Akatsuki.

Deidara retuvo un gruñido fastidiado, no es que soliera sentir vergüenza muy a menudo, pero para no recibir visitas inoportunos durante su improvisada luna de miel había sido necesario escribir una carta a sus médicos sugeriendoles que las cosas estaban lo bastante bien como para posponer la siguiente revisión unos cuantos días, y aunque la respuesta que habi recibido fue bastante cordial, a ninguno se le pasó por alto que adivinar los verdaderos motivos no se les haría nada difícil; Ren nunca le había dicho nada directamente, pero la acusación en sus pícaros ojos cafés era suficiente para excomulgarle por sus pecados.

– Eso fue un asunto diferente.

– Me imagino que si – Su burla no procedió gracias a que su colega le pisó un poco, instandole a una prudencia que él apenas conocía.

–  Cuídate, y no lo hagas sufrir tanto – Comentó ella guiñándole un ojo, haciendo que a su paciente se le escapase una sonrisa entre la cara de fastidio que intentaba poner.

– Te prometo que estará vivo para cuándo regreses.

– Cierto, hablando de eso – Se detuvo para sacar del bolsillo interior de su capa un papel con una dirección – Este será el sitio en el que estaremos, puede que nos tardemos unos tres días en llegar y no se exactamente que atajos tomaremos, así que no tendremos comunicación hasta entonces.

– Con eso quiere decir que intentes no morirte en lo que regresamos – Le codeó un poco, haciéndole rodar los ojos aún si su voz se oyó despreocupada.

– Está bien, se cómo arreglarmelas por mi cuenta.

"Ese es precisamente el problema" No lo dijo porque presentía que ya había agotado la dotación de sinceridad que Deidara necesitaba escuchar por ese día, aunque de haber podido le habría recalcado que uno de sus principales problemas no era que no pudiera valerse por si mismo, sino que escasamente sabía cómo aceptar ayuda de los demás, incluso cuando verdaderamente la necesitaba.

Kaiyah suspiró para sus adentros y le movió la mano a forma de despedida. Ren, por su parte, le dió un pequeño golpe en la espalda.

– Nos vemos, rubio.

Tras haber cumplido con su rol de buen anfitrión, Deidara se fue inmediatamente a dormir. Imaginar a un Itachi profundamente dormido le había contagiado algo de sueño, viéndose ligeramente indeciso entre la idea de recostarse a su lado o simplemente ir a su propia habitación; Terminó escogiendo el descanso en solitario al final, escudándose en su privacidad para huir de aquel nostálgico sentimiento que le empujaba a acurrucarse a su lado e imaginar que podían estar de esa manera todo el tiempo que quisieran, como si no hubiera algo más grande que ellos mismos arrojandolos en direcciones diferentes.

Su vista no se desvió en ningún segundo al dirigirse a su habitación, pero sus dedos se deslizaron por la puerta contraria como si realmente fuera una cuestión sencilla el poder retractarse.

En vista de que se durmió a las cuatro de la tarde, eran aproximadamente las diez de la noche cuando abrió los ojos. Seguir durmiendo era una idea provocadora que solo perdía brillo por la sed que tenía, provocando que se levantara de mala gana en lo que buscaba un vaso con agua. Inicialmente no lo notó porque estaba demasiado adormilado, pero los suaves graznidos del cuervo le espabilaron lo suficiente para notar que la cocina estaba exactamente igual como la había dejado. No es que Itachi fuese a un aficionado a las artes culinarias ni mucho menos, simplemente se le daban bien, y que habiendo pasado la hora de la cena no se hubiera levantado a cocinar al menos algo para si mismo le pareció raro.

Deidara guardó las cosas en su sitio mientras intentaba enfocarse en la técnica, el cosquilleo seguía allí al realizar el contacto, solo que quizás algo más inestable de lo que acostumbraba. No sabía si atribuirle aquello a algún síntoma de su embarazo o al mismo Uchiha en cuestión, pero la intriga por aquello movió de forma inconsciente sus pies hasta la puerta de la segunda habitación, observándola con una curiosidad que sabía que le quitaría el sueño si no se encargaba de ella.

Deslizó la puerta con cuidado, asomando silenciosamente la cabeza para ver en el interior. La ventana tenía las cortinas cerradas por lo que estaba más oscuro de lo que debería, obligandole a abrir un poco más la puerta para que la luz le permitiera detallar el interior; Encima de la cama sus ojos encontraron la figura de Itachi, estaba de espaldas y sus extremidades lucian tan flácidas cómo las de cualquier durmiente. Su respiración no era audible desde su posición, pero al ver que el movimiento de sus hombros era suave y no errático, determinó que posiblemente solo seguía cansado.

Habiendo controlado su inquietud, cerró la puerta y se fue a dormir.

Despertó por segunda vez a las nueve de la mañana, completamente listo para comenzar el día. Tenía en mente seguir con sus entrenamientos y luego quizás relajarse un poco en la bañera con algo de agua caliente. Seguía sin tolerar la carne así como muchos alimentos, sin embargo alguno de sus visitantes le había dejado algo de pan, y combinarlo con algo que si se le antojase podría ser un buen truco para engañar a su cuerpo, dándose la oportunidad de nutrirse un poco y agarrar más energías para seguir entrenando.

Por lo general tendía a dirigirse con bastante entusiasmo al patio cada vez que le tocaba entrenar, conteniendose sin pretenderlo en aquel momento ya que su atención se había desviado a la puerta de la segunda habitación. Seguía estando igual de cerrada que la última vez, el aire no olía al café mañanero que el Uchiha solía hacer sin falta cada día y tampoco había menos desorden en la sala, aquello sin duda alguna era indicativo de que su invitado aún no se había levantado de la cama, cosa que encontró bastante peculiar. No obstante, comprobó que seguía estando exactamente en el mismo lugar, y a juzgar por lo acompasado de su respiración junto al hecho de que estaba en una posición diferente, intuyó que debía estar en buen estado.

No pudiendo evitar entrecerrar los ojos con sospecha, Deidara se alejó en silencio y salió a retomar las actividades de su día.

Se pasó varias horas entrenando un rato, descubriendo que aquella incipiente barriga, aunque no tan grande como la sentía a veces, le dificultaba realizar algunos movimientos. Elevar las piernas no era tan sencillo y requería de algo más de concentración para sentarse cómodamente, sintiendo de vez en cuando alguna punzada en su espalda o el resquicio de aquel ardor en sus riñones. Kaiyah le había recomendado que se mantuviera hidratado y no había tenido problemas en acatar esa orden, aunque tampoco era un método del todo eficiente si el efecto secundario consistía en llenar una vejiga que se encontraba ligeramente más contraída de lo que debería. No se la pasaba viviendo en el baño pero tenía el presentimiento de que a ese paso la opción terminaría volviéndose una realidad tarde o temprano.

Había optado ese día por los ejercicios físicos por encima de las explosiones de modo que no tuvo nada que recoger para ir a bañarse, apenas deteniéndose un poco cuando el cuervo aleteo a su lado de un lado a otro.

– ¿Que te pasa, animal? – No comprendía muy bien el actuar de los animales y tenía la idea de que podía resolver todo con comida, salvo que no obtuvo ningún cambio en su errático comportamiento aún si devoró lo que le había dado – No tengo tiempo para ti ahora, caza algo o vuela por ahí si tanto te aburres.

Deidara sintió como si acabase de dejarlo hablando solo, pues aún cuando cerró la puerta del baño podía escuchar sus ruidosos graznidos.

Creyó que se aburriría de lo que sea que tuviera en mente luego de tardarse toda una hora relajándose en la ducha, pero resultó que le había estado esperando, revoloteando insistentemente dentro de la cocina con un desespero que comenzó a fastidiarle; En está ocasión, el animal ni siquiera volteó a ver el puñado de comida que le había ofrecido.

– ¿No te irás a poner caprichoso ahora, o si?

Más allá de cualquier otro gesto, el cuervo abrió el pico para soltar un fuerte sonido tan imprevisto que logró sobresaltarle.

"Tendré que preguntarle a Itachi si este animal no tiene un botón de apagado en algún parte... " Su ceño se frunció de inmediato, pasando a ver de reojo el pasillo algo oscuro en un gesto inconsciente que también pareció captar la atención del ave, sobrevolando por encima de su cabeza y deteniéndose en el suelo frente a la puerta de la habitación; No le fue difícil intuir que posiblemente buscaba la compañía de su dueño, pero tomando en cuenta que podría haber entrado por la ventana en vez de hacerle un escándalo a él, asumió de inmediato que quizás el animal estaba enterado de algo que él ignoraba y aparentemente necesitaba de su atención.

– Animal dramático – Masculló al pasar por su lado y entrar nuevamente al cuarto, viendo que el Uchiha no solo seguía dormido sino que también se había arropado.

Aquello no le pareció indicativo de algo que haría alguien herido, pero solo para confirmar que de cerca se veía igual de vivo que de lejos, se ubicó a su lado y se estiró un poco sobre la punta de sus pies para ver mejor su rostro en la penumbra. No tenía signos de haber pasado por una batalla, así como tampoco algún rastro de sangre o moretones visibles desde su altura, disuadiendose de dar la vuelta y echar la cuervo de la casa solamente porque reparó en el hecho de lo extraño que era el estar tan cerca de su cuerpo y que no mostrase signo alguno de estar enterado.

Siendo Itachi era una de dos, o le estaba ignorando a conciencia o había algo más que no estaba notando.

"Al carajo" Siendo víctima de tanta curiosidad, dejar el misterio sin resolver nunca fue una opción.

– Oye, Uchiha... – Obtuvo un mínimo movimiento de cejas que confirmaba que seguía con vida, pero nada más – Hey ¿Sigues vivo? Porque lo estoy dudando...

A falta de más paciencia le puso una mano en el hombro con toda la intención de obtener una respuesta directa de su parte.

Y la quitó casi de inmediato.

"¿Que es...?" No habiendo podido captarlo bien la primera vez, volvió a poner su mano sobre él, esta vez directamente en la frente para así poder captar con más detalle la ardiente temperatura que emanaba su piel. No era normal, aún sin ser médico podía reconocer que estaba a una altitud mayor a lo que antes había enfrentado en una recaída. "Mierda, lo que me faltaba..." Fue inspirando hondo que reparó con más detalle en lo gruesa que era la manta que cubría su cuerpo, tapándole casi por completo y consiguiendo que le temblase una ceja antes de que la tomase por un extremo para arrebatarsela con fuerza.

Separando los párpados tras un vacilante parpadeo, un vidrioso ojo negro le observó con un reproche que solo le hizo enfadar.

– ¿Estás ardiendo en fiebre y se te ocurre la brillante idea de arroparte? – Casi le gruñó – ¿Acaso la enfermedad ya te afectó el cerebro?

Guardando un mutismo que solo podía ser producto de una debilidad extrema, Deidara aprovechó para ponerle ambas manos a cada lado del cuello. Hizo una mueca, efectivamente estaba muy caliente pero resultaba difícil identificar que tanto sin el instrumento adecuado. Jamás habían necesitado uno antes, pero también era cierto que nunca le había visto en un estado similar. Itachi era silencioso durante sus crisis enfermizas por decisión personal, no obstante, ahora parecía como si pronunciar palabra resultase demasiado agotador como para soportarlo.

Quizás no había sangre ni aquella tos horripilante, pero él se veía verdaderamente débil.

"Que momento tan ideal para quedarme sin médicos..." Haciéndose idea de que la mala suerte del Uchiha había decidido atacar en un momento más que inoportuno, salió de la habitación para regresar con una caja pequeña que Kaiyah siempre dejaba en caso de que tuviera algún imprevisto médico. En ella habían cosas escenciales como pastillas para el dolor, aguja e hilo, curitas, ungüentos y vendas, pero Deidara tomó el termómetro.

– Abre la boca – La frase le recordó curiosamente a un momento que habían pasado hace muchos meses atrás, en especial por la evidente negativa del otro.

– No es necesario... – Su voz sonaba vacía, lejana, casi rozando la tortura; Deidara abrió los ojos.

– Mierda, tan solo mírate, apenas y puedes decir algo... – Le acercó el instrumento con un poco más de urgencia – Abre. No te estoy preguntando – No estuvo seguro si separó los labios para negarse o cumplir con su petición, pero le introdujo el termómetro debajo de la lengua de todas formas, tapándole la boca con la otra mano – Te mueves y te muerdo.

Sabiendo de antemano que Deidara contaba con más de una boca para cumplir su amenaza, Itachi solo soltó un suspiro. Estaba demasiado agotado como para discutir con él ahora; Tras pasar un rato silencioso y algo extraño en esa postura, el artista sacó el termómetro y le dió un par de sacudidas con algo de impaciencia, esperando internamente que sus suposiciones solo fueran producto de su pesimismo.

Dejó de moverlo y lo alzó a la luz para ver el resultado.

41°

"Me lleva la..." Necesitó verlo de nuevo para ver que no estaba equivocado, pasando a mirarlo con la cara algo desencajada.

– Con razón apenas puedes hablar, un poco más y te quemas solo – No recibió respuesta alguna y él volvió a tocar su cuerpo, forzandose a ser un poco menos brusco para no acrecentar su estado y alarmandose un poco más al sentir que tenía la piel totalmente seca y ardiente – No estás sudando, eso no es bueno. ¿Desde cuándo estás así?

– ...Un par de horas – Murmuró, parpadeando lento para que sus ojos no perdieran el enfoque de un Deidara que se vió frustrado.

– Estúpido bastardo, de haberlo sabido hubiera buscado que te atendieran desde un principio, ¿Por qué no dijiste nada?

Itachi entonces abrió un poco más sus ojos para poder distinguirlo mejor en la penumbra, podía captar sin problemas el reproche en su tono que resentia su irresponsabilidad, pero la nubosidad de su mente apenas reparaba en ello.

– No te lo recogiste...

– ¿Que? – Como creyendo haber escuchado mal, Deidara frunció las cejas – ¿Que cosa?

– El cabello – Susurró, sus oscuras pupilas brillantes mirándolo con detenimiento así como a la cabellera rubia que caía suelta sobre uno de sus hombros – No te lo recogiste hoy.

"Y está delirando, mejor todavía" Con Itachi, el artista había atravesado diversas fases de su enfermedad, desde pequeños resfriados que se trataban con un abrigo extra y una sopa le dejaba a escondidas sobre el escritorio de su habitación, hasta escandalosas crisis de tos que hacian a su debilitado cuerpo convulsionar por los espasmos de sus pulmones, buscando alivio en medio de aquel mar de sangre que se filtraba por sus vías respiratorias; Deidara había sentido en más de una ocasión que sería la última vez que lo vería, que se moriría en sus brazos ahogado en su propia sangre sin poder hacer nada al respecto, logrando mantenerse calmado porque el Uchiha nunca dejaba de mirarle con suavidad, como si intentase aminorar sus miedos con unos ojos dulces y un apretón de manos que le prometía sobrevivir otro día más.

Itachi tenía la pésima costumbre de siempre cuidar a los demás, incluso cuando fuese él quien más necesitase ser atendido. Deidara también lo sabía, por lo mismo era impresionante ver cómo en ese momento ni siquiera era capaz de hacer eso, viéndole con la misma tortura que cualquier enfermo haría; No se estaba preocupando por consolarle y eso fue lo que le espantó más.

– ¿No has bebido nada, no? – Tocó su cuello otro poco para verificar que efectivamente no estaba sudando la fiebre por ningún lado – Debes tomar algo de agua.

– No tengo sed.

– Sigo sin estarte preguntando – Su tono era rudo, pero sus movimientos fueron precavidos cuando le tiró de un brazo con una mano y le puso otra en la espalda para hacerlo recostar contra la pared. Tras conseguir dejarle decentemente sentado, le miró con seriedad – Escucha, voy a buscar un par de cosas para ponerte en esa cabeza y también veré si encuentro algo para que bebas, que terminarás desmayado si no tomas algo. Se que estás moribundo pero tenemos suficientes problemas como para agregar otro más, así que trata de cooperarme un poco.

El Uchiha respiró profundamente, sus ojos negros ya no le devolvían ningún tipo de reclamo, solo una suavidad producto de su estado enfermizo.

– Bien.

– Quédate ahí – Miró gravemente una vez más su rostro para comenzar a caminar. Llegó a medio camino y luego se devolvió, tomando la manta entre sus brazos – Y me llevo esto.

Inicialmente iba a dejarla en su propio cuarto, pero se le hizo más sencillo tirarlas a la extensión del pasillo ya que de todas maneras no es como si Itachi pudiera levantarse para recogerlas; Un graznido le distrajo unos segundos, observando el aleteo de un cuervo que se sentó cómodamente sobre la tela que acaba de tirar. Deidara pudo haber formado una queja con respecto a la suciedad que de seguro se traería del bosque, pero recordó la diligencia de su comportamiento anterior y terminó sonriendole con algo de burla.

– Si que eres un animal fiel – No tenía comida para darle como premio, de modo que le recompensó dejándole descansar encima de las sábanas mientras él se devolvía a la habitación para entrar al baño privado que tenía.

Ese detalle sinceramente le gustaba, que ambos cuartos tuvieran una sala de aseo personal hacia más sencillo evitar problemas o malentendidos, en especial cuando recibía visitas regularmente; Procedió entonces a tomar una taza junto a una pequeña toalla limpia que estaba en el cajón, aparte de un par de antibióticos. No estaba seguro de si Itachi era alérgico a alguno de ellos de manera que le llevaría todos para que pudiera señalarle las que no le causarían efectos secundarios; El envase estuvo lleno de agua fresca muy pronto, pero no había terminado de cerrar la llave del lavamanos cuando sus ojos captaron una silueta tambaleante que se apoyo en el marco de la puerta.

Deidara estrechó los ojos con reproche.

– Con un carajo, Uchiha ¿Que acaso no te dije que...? ¡Ah, mierda! – Apenas consiguió poner las cosas sobre la repisa para sostenerle un costado, logrando servirle de soporte cuando sus rodillas tocaron el suelo y su rostro buscó inclinarse sobre el inodoro – Ugh... – Deidara cerró los ojos con desagrado y se separó un poco al verle vomitar, pero regreso un segundo después para quitarle el cabello negro de la frente.

Aún si no era una escena en lo absoluto agradable, el artista se quedó alli a esperas de que su estómago terminase de vaciar lo poco que seguramente había comido en el día. Incluso tuvo la consideración de ponerle una mano en la espalda, frotandole de a ratos mientras no podía dejar de pensar en lo irónico que era encontrarse al lado del Uchiha durante sus vómitos cuando lo cierto es que era él quien debía sentir las dichosas náuseas.

Afortunadamente nunca las tuvo, porque eso se veía horrible.

Habiendo superado aquellas potentes arcadas y respirando con algo más de fuerza, Itachi cerró los ojos al sentir como algo húmedo le pasaba por la cara, mojando su expresión febril y limpiando su boca. La sensación le dió escalofríos y sus dedos temblaron con violencia cuando volvió a resentir ese frío que le helaba los huesos, poniéndolos frágiles e incapaces de sostener el peso de su cuerpo como deberían; Deidara le sirvió de soporte para levantarse y luego le dió algo de espacio para que pudiera cepillarse y enjuagar su boca, volviendo a su lado una vez se quedó quieto y recostado sobre el lavamanos, con la cabeza caída entre sus hombros y su rostro formando un gesto de doloroso agotamiento.

Deidara le rozo los dedos de la mano, reteniendo un suspiro ante el evidente contraste de temperatura.

– Tienes las manos frías y la cabeza caliente... – Meneo la suya en descontento – Debe ser alguna infección, y un té no te va a servir – Tras darle un ligero toquecito para llamar su atención, señaló los frascos que estaban al lado de la taza – Esos son algunos medicamentos fuertes que podrían funcionar, ¿Cuál puedes tomar?

Luego de echarle un vistazo, el Uchiha reparó en un solo frasco.

– Ese.

– ¿Nada más? – Recibió un mínimo asentimiento que le hizo bufar – Bueno, al menos es mejor que nada – Tomó el frasco y tiró la toalla sucia a un lado para tomar otras dos limpias – Pero primero vas a tragar algo de agua, no vaya a ser que también vomites las pastillas.

Hacerle volver a la cama no fue tan difícil en comparación a hacer que bebiera algo de agua aún cuando dejó pasar el tiempo reglamentario para no potenciar sus náuseas, Deidara prácticamente tuvo que amenazar con explotarse a si mismo si se le ocurria ponerse terco, por lo que al final el Uchiha se tomó lo que le pedían. No le había dicho una sola palabra en todo ese tiempo, pero el más joven presentía que más allá de temor por su amenaza solo quería que dejase de gritarle tanto.

Habiendo dejado al paciente hidratado y medicado, Deidara recordó otro detalle que podía ser útil.

– ¿Que haces? – Preguntó Itachi en un tono apagado al ver como la capa de Akatsuki le era removida, cayendo por sus hombros y luego siendo arrojada a un lado.

– Necesitas ventilarte si quieres bajar la temperatura – Explicó brevemente, procediendo también a tirar de los pantalones que usaba en las misiones pues aparentemente no se había cambiado el uniforme al llegar; Fuese gracioso o no, fue en lo único que Itachi no se quejó, estaba demasiado acostumbrado a que Deidara le quitase la ropa – Ahora si, acuéstate.

Siguiendo con el protocolo que había escuchado toda la vida, le puso una toalla humedecida en la frente y otra en la ingle aprovechando la falta de pantalones. Ahora el enfermo solo vestía la camisa de su uniforme, con unos bóxers oscuros cubriendo aquello que tampoco le generaba conflicto si Deidara lo veía. Tenían demasiada comodidad entre ellos como para mortificarse por eso.

Sentándose en la orilla de la cama, el artista le miró temblar en silencio.

– ¿Cómo te sientes?

– Tengo frío... – Murmuró en lo que debería ser una queja pero terminó escuchandose como un lamento de agonía que le hizo fruncir los labios.

– Lo sé, pero no te puedes arropar de nuevo a menos que quieras morirte – A pesar de ello extendió una mano hacia su rostro, con Itachi sintiendo el calor que emanaban sus dedos y tomandolos entre sus propias manos temblorosas para presionarlos contra su mejilla, encontrando en ellos algo de consuelo.

Deidara lo observó aferrarse a su mano como si fuese lo único que le mantenía cuerdo y algo presionó en su pecho.

– ¿Ya te había pasado esto antes?

– No de esta manera – Hablaba muy bajo, le dolía la cabeza y veía a su acompañante algo borroso, distinguiendo sus ojos sobre todo lo demás, por lo que vió cuando se achicaron ligeramente.

– Eso quiere decir que estás empeorando.

– Es probable.

– Demasiado probable diría yo... Joder – Suspiró con pesadez, no pudiendo evitar acariciar sutilmente su pómulo ardiente con los dedos – Vas a tener que quedarte un buen rato ahí tirado si quieres volver a estar como nuevo. No tengo idea de cosas médicas pero ya veremos qué hacer. Al menos tenemos antibióticos, jodido sería que no tuviéramos nada.

– ¿Te preocupa? – Fue una pregunta algo repentina, haciendo que el otro chico alzara una ceja.

– ¿Que te mueras y me dejes varado solo con este lío? Si, por supuesto – No había sido su intención ser chistoso, pero Itachi sonrió apenas, escondiendo parte de ese gesto al recargarse más contra su palma – Ahora cállate, los enfermos no hablan.

– No siempre es así.

– Pues no me vendría mal que así fuera - Comentó, utilizando su mano libre para quitar la toalla de su frente, refrescarla de nuevo y regresarla a su lugar – Estás muy conversador para andar moribundo.

No le encontraba mucho sentido teniendo en cuenta que estaba enfermo, pero Itachi mantenía tan valientemente aquella mínima sonrisa que casi pudo creer que estaba de un humor excelente.

– No tanto como tú.

– Cierto, pero en mí es bastante típico, supongo que también fastidioso. Por algo siempre dirás que soy insoportable.

– Si lo eres – Cerró brevemente los ojos, encontrando caliente el interior de sus párpados – Pero no es una crítica.

– ¿Y que es entonces?

Acomodando un poco la tela que parecía querer resbalar por la humedad, Itachi le observó atenderle en silencio por unos segundos. La luz que se colaba por la puerta entreabierta iluminaba su silueta, dándole a su cabello rubio un degradado de colores cálidos que le recordaban al sol. Su rostro estaba casi a oscuras, pero la escasa luz se reflejaba en sus ojos azules dándoles un aire místico, casi irreal.

Exhalando suavemente, el Uchiha ladeó la cabeza.

– Te ves diferente.

A Deidara no le sorprendían sus desvaríos ya que eso se lo atribuía a la fiebre, lo único que si le descolocaba un poco era aquella ensimismada mirada de adoración que por lo general solo veía por unos segundos en momentos más íntimos.

– A buena hora lo notas – Prefirió decir en vez de cuestionarle por su escasa discreción – Es parte de todo este rollo del Kinjutsu y el chakra que no me deja en paz. Mucho conflicto interno me ha afectado un poco por fuera, es algo ridículo.

Itachi negó tan rápido que casi se le cayó la toalla de la cabeza.

– No lo es.

– ¿Ah, no?

– No – Elevando torpemente una de sus manos para acariciar el borde de su mandíbula sin molestarse en disimular el interés – Está muy bien así.

– ... Mejor que antes, supongo – Hacer cualquier tipo de broma al respecto resultó una jugada inefectiva ante la profundidad que emanaban sus vidriosos ojos negros.

– No... – Esa mínima y temblorosa sonrisa reapareciendo – Siempre me ha gustado como te ves.

"...Realmente está enfermo, eso es seguro" Prefería pensarlo antes de asumir la posibilidad de que existían un millón de pensamientos privados que quizás no le había dicho por culpa de la situación que estaban atravesando, ya que eso en cierto modo significaría ser consiente de sus propios pensamientos, esos que también intentaba evadir para no terminar de complicar las cosas entre ambos; Consiguió hacerlo a medias, no pudiendo evitar la calentura en su propio rostro pero lo logrando murmurar con desinterés.

– Ya veo.

Su nuevo paciente volvió a caer en silencio, limitándose a mirar cada uno de sus movimientos con un embobamiento cuya procedencia no podría atribuir del todo a su enfermedad; Desde el primer momento que comenzaron a hablarse en esa azotea había existido un implícito pero fuerte sentimiento que iba más allá del deseo, solo que lo ignoraban por su propio bien. Ahora era como si a Itachi la debilidad le hubiera nublado la capacidad para comprender que era mejor continuar haciendo las cosas de la misma manera, y aunque halagado en cierta forma, experimentar tan directamente la potencia de su interés era una sensación que le atraía y alejaba por partes iguales.

Como sacado de lo más profundo de sus recuerdos, la voz del tercer Tsuchikage se oyó en su mente.

"No me estás pidiendo dinero o una mascota, Deidara, lo que quieres es que te deje usar una técnica prohibida capaz de destruir toda la aldea, y ese es un capricho que no te pienso cumplir. Para eso tendría que confíar en tí, y tú ni siquiera crees en ti mismo"  Flotaba de espaldas sobre el balcón que tenía su antigua residencia, negado a darle la cara pero utilizando un tono de voz que era indudablemente rudo "Un buen ninja no solo debe ser buen peleador, también debe ser una persona inteligente, lógica, conocedora de su entorno... eso es algo que tú aún no comprendes y quizás no lo hagas jamás. Eres demasiado pretensioso, evades a cualquier persona que sienta un mínimo de interés por ti y crees que estás por encima de todos. Tu orgullo te impide darte cuenta de cuando eres incapaz de ganar una pelea y eso terminará condenandote algún día"

Justo después de ser obligado a unirse a Akatsuki tras perder contra Itachi, Deidara no pudo evitar darle más que la razón.

"De verdad espero que algún día seas capaz de darte cuenta de todo eso" En sus memorias, el viejo Ōnoki había suspirado con pesadez "Así como también entiendas que tu verdadero problema, Deidara, es que no eres capaz de lidiar con el hecho de que a alguien le importes"

Esa había sido la última plática que habían compartido antes de su escape, y por supuesto que se había enfadado. Le renegó un montón de cosas entre las cuales estaba el que no podía hablar de apego emocional cuando era evidente que nadie en ese lugar le tomaba ese tipo de importancia, ni siquiera el anciano. El hombre le veía como un líder lo haría con un subordinado ligeramente más apreciado que los demás, pero eso era todo. La única que en algún momento llegó a considerarlo como parte de su familia fue Kurotsuchi, y sin embargo la efusividad de su aprecio tendía más a alejarlo que halagarle, comprobando indirectamente las insinuaciones del viejo y certificandolas al sentir de vez en cuando lo mismo con el Uchiha. El cariño que le profesaba le gustaba, pero al mismo tiempo le generaba una sensación amarga, como si estuviera fuera de lugar.

Nadie le había querido jamás, al menos no lo suficiente.

Tomando en cuenta su carácter de adulto lo encontraba lógico, pero antes solamente había sido un niño y de igual manera nadie le tenía aprecio. Seguía suponiendo que era cosa de tener buena suerte, porque a según tenía entendido Itachi no se había esforzado por buscar amor en otras personas y aún así toda Konoha pareció adorarlo en su niñez.

Si acaso era cosa de clan o padres, entonces también era comprensible ya que él no tenía ninguno de los dos.

De hecho, nunca había tenido nada.

Siempre había estado solo.

Los dedos fríos que aún sostenían su mano se enredaron entre los suyos con un sutil apretón, haciendo que se fijase en un rostro letargico que ondeaba en una suave preocupación. No tenía idea de que cara debió tener, pero no perdería el tiempo averiguandolo.

Tenía otras cosas más importantes que atender por ahora.

– Arriba – Formó algo parecido a una sonrisa en lo que se ponía de pie – Tienes que tomarte las pastillas.

Posiblemente tuviera que ver con la expresión inconsciente que había puesto al rememorar su pasado, pero Itachi se mostró más colaborador para tomar el medicamento, intentando verse entretenido al ver a Deidara tan ajustado al papel de médico profesional.

– ¿Alguna recomendación? – Su mirada apagada pero divertida.

– Si – Sus ojos claros reluciendo con su sarcasmo usual – No las vomites.

La breve risa le costó energía pero terminó valiendo la pena. Deidara, por su parte, determinó que aún con el mundo conspirando en su contra, su placer culposo siempre sería escucharlo reír.

– Deberías dormir – Soltó tras unos minutos de silencio, e Itachi le miró directo a los ojos.

– ¿Te irás?

– Eh, no – Aquello le había agradado más de la cuenta, no se lo podía negar – Tengo que seguir cambiandote estas cosas si quiero que amanezcas vivo mañana.

– Puede que no lo haga – Era un comentario dicho con una resignación que, aunque fingida, hizo a Deidara cruzarse de brazos.

– Que no se te vaya a ocurrir ponerte en plan pesimista que aquí el único que está más que jodido soy yo, y lo estaré aún más si se te ocurre morir por esto. Así que no te atrevas a morir esta noche o me las arreglaré para que lo lamentes.

– ¿Me estás amenazando con vivir, Deidara?

– Si – Espetó, aún si Itachi parecía querer sonreír de nuevo – Es más, te prohibo que mueras. Si me desobedeces te seguiré a donde quiera que vayas y haré de tu existencia un infierno.

El Uchiha ladeó la cabeza, viéndose apaciguado pero también levemente efervecido por algo más.

– ¿Realmente me seguirías a dónde fuera?

– Hasta el mismo infierno de ser necesario, no me importa si son tus dominios – Su determinación firme a pesar de la desgastada broma y el sentimiento que intentaba no demostrar, teniendo poco éxito; Relajó el gesto y exhaló hondo – Ahora vete a dormir, lo necesitas.

– Tú también lo necesitas.

– Yo ya he dormido bastante por hoy, con algo de suerte estarás mejor mañana y podré recuperar algo del tiempo perdido.

El medicamento ya le estaba comenzando a poner somnoliento, pero al sentir otro escalofrío, escuchar sobre las ventanas una ligera llovizna y ver cómo la brisa sacudía un poco los cabellos de su acompañante, arrugó las cejas.

– Se van a resfriar... – Lo había dicho de tal manera que Deidara se removió un poco, repentinamente sacudido ante el recordatorio de que ahora su salud no solamente podía perjudicarle a él.

Ni siquiera sabía si era posible que pudiera resfriarse estando envuelto en chakra, pero para no escatimar en detalles se forzó a esbozar una sonrisa confiada.

– Nada que una cobija no solucione.

Convencerlo le costó más de lo que había creído, teniendo que ir hasta el armario por otro par de sábanas y envolverse con ellas para así garantizarle a un moribundo Itachi que su pequeño monstruo y él no se enfermarían por pasar la noche fuera de su habitación; El cansancio terminó por vencerlo al final, quedándose dormido no menos de veinte minutos después.

El tiempo a Deidara se le fue volando luego de aquello, con la noche pasando ante sus ojos con extremada rapidez. Su argumento de recuperar sueño al día siguiente había sido cierto, solo que resultaba difícil vislumbrarlo cuando veía a Itachi dormir tranquilamente mientras él se la pasaba vagando por toda la casa, intercalando sus actividades entre cuidarlo a él, organizar el desorden en compañía del cuervo y picar algo de comida de vez en cuando; Le funcionó el truco de mantenerse ocupado hasta eso de las tres de la mañana, luego no supo mucho que había hecho, aunque intuía que el sueño terminó ganándole en algún punto de sus rondas de vigilia .

Los sonidos de los animales le despertaron a eso de las seis y media, había sido un sueño patético en comparación a los que usualmente tomaba, apenas acumulando algo de energía. No sirvió de mucho la posición en la que había dormido tampoco, con la cabeza sobre el borde colchón y su cuerpo sentado en el piso, envuelto en las mantas que el otro tan tercamente le había instado a utilizar.

"Hoy coincido contigo, la vida apesta" Pensó en lo que todos su órganos eran levemente empujados con algo más de empeño. Se podía quejar, pero aceptaba su parte de la culpa por no haberse recostado sobre alguno de los sofás en vez de ceder al cansancio sobre el frío suelo de madera.

– ¿Deidara?

El aludido alzó la cabeza pará ver a Uchiha que también acababa de despertar.

– Buenos dias – Su voz ahogándose un poco al final cuando se puso de pie, sintiendo el cuerpo acalambrado y algo de dolor en la espalda.

– ¿Dormiste en el piso? – No se veía tan desvariante cómo la noche anterior, aunque su preocupación no había disminuido ni un poco.

– Al parecer  – Contuvo un quejido en lo que se estiraba un poco, terminando por sacudir la cabeza para espantar el letargo – Volveré a tomarte la temperatura, espero que tanto empeño haya servido de algo.

En lo que volvía a buscar el termómetro y aprovechaba para cepillar sus dientes, Deidara tuvo que reconocer que el Uchiha se veía algo inconforme con su decisión de dormír de aquella forma tan descuidada, posiblemente porque intuía que traería como consecuencia las mismas dolencias que tenía ahora; Por lo menos se habia quedado con las sábanas, no queriendo imaginarse cómo se habría apretujado su inestable corazón al saber que habían dormido sujetos a las inclemencias del tiempo.

El artista repitió el mismo proceso que había hecho el día anterior, esperando unos segundos antes de poder ver los números en el instrumento y acabando por echar la cabeza atrás con una indignación de proporciones épicas.

– No me jodas... – 39°, exactamente. Ni más, ni menos. En parte era bueno porque le había bajado a un margen menos peligroso, pero eso no había sido lo que tuvo en mente cuando tomó la decisión de trasnocharse para mejorar su salud.

No podía dejar de menear la cabeza, preguntandose una y otra vez con más frustración como era posible que la fiebre aún estuviera tan alta si era evidente que varios de los síntomas habían remitido.

– ¿Que sucede? – Inquirió curioso un Uchiha que no veía totalmente su expresión porque le daba la espalda.

– Hmm...

Enfurruñado como nunca, Deidara casi lanzó el termómetro contra la pared. Había perdido valiosas horas de sueño en busca de erradicar una fiebre que apenas se molestó en bajar dos centígrados, le tenía sin cuidado alguno si aquello en términos generales representaba una mejora, ellos eran ninjas y su resistencia solía ser mayor para aquella clase de situaciones, y teniendo en cuenta que hablaba de Itachi Uchiha ya era para que estuviera mejor en lo que él se iba a dormir unos tres días.

Inspiró muy hondo y luego exhaló en una especie de gruñido. Hasta ahí llegaba la castidad de su paciencia, ese hombre iba a estar en perfecto estado antes de que se pusiera el sol como él se llamaba Deidara.

Itachi se sentó en la cama con algo de esfuerzo.

– ¿Que pasa? – Reiteró, volviendo a escucharle gruñir, esta vez con más fuerza.

– Pasa que voy a bajarte esa maldita fiebre hoy mismo.

– ¿Cómo? – Se mostró precavido, alzando sutilmente una ceja en lo que Deidara se daba la vuelta con una sonrisa torcida.

– Quítate eso – Apuntó directamente a su camisa – Voy a darte un baño.




                   OoOoOoOoOoOoO




– Vamos, no me mires así – Estaba intentando verse tranquilo, pero tener a Itachi Uchiha mirándolo como si le fuese a ahogar en la bañera no le ayudaba a mantener la seriedad.

Ambos estaban en la puerta del baño, con un rubio inevitablemente ansioso por la idea y un Itachi más que vacilante al respecto. Este último seguía sin quitarse la única prenda que le quedaba, dejando en evidencia su inquietud. No es que no confiase en la fiabilidad de una técnica que había visto utilizar cientos de veces en el pasado, era más por el hecho de que le ponía en una situación de vulnerabilidad en la que no esperó llegar a estar, mucho menos con Deidara presente. Decir que no confiaba en él como le habían advertido que hiciera sería mentir pobre y miserablemente, pero su enfermedad siempre había sido su punto de quiebre y evidenciar de aquella manera sus debilidades era algo que indudablemente le ponía un poco incómodo.

Deidara podía estar algo fuera de lugar a su manera, pero su fiera determinación a erradicar esa fiebre le impedía reparar mucho en ello; Ya había llenado la bañera con agua tras darle con tiempo otra ronda de pastillas, lo único que faltaba era llevar al enfermo para que se metiera en ella.

El Uchiha contrajo su rostro con la fuerza de sus dudas.

– Deidara, esto no es necesario.

– ¿Como no? Ahora que no estás tan moribundo esto resulta bastante útil – Reparó en su expresión de desconfianza y sonrió con cierto apremio – Vamos, dame algo de crédito de vez cuando.

– Te la pasas diciendo que quieres asesinarme – Su mirada vidriosa cayendo en él con cierta ironía – Darte crédito no es fácil.

– Mira, si no te traté de matar ayer mucho menos hoy. Además, me conviene más que sigas vivo.

– Lo sé – Conociendo el verdadero trasfondo de aquello, suspiró.

A Deidara a veces le recorría un atisbo de lástima al ver cómo el desinterés de sus palabras podía afectarle tanto aún cuando se esforzaba en ocultarlo. Siempre que lo hacía sentía el impulso de retractarse, de confesarle que por mucho que se lo negara a si mismo su interés siempre era por algo más que beneficio personal, conteniendose solo al recordar que cruzar esos límites podría terminar siendo peor para ambos.

– ¿Entonces? – Habiendo superado los cinco segundos de incomodidad, Deidara cabeceó hacia el baño – No le he puesto hielo si es lo que te preocupa.

– Te creo bastante capaz – Fue su única respuesta, robándole una sonrisa en lo que accedía a entrar.

Itachi se tomó su tiempo para llegar a la bañera, estaba llena casi a la mitad y ciertamente no se veía fría el agua. Una vez allí, terminó por quitarse la camisa algo húmeda para introducirse poco a poco en el agua tibia; A Deidara se le hizo evidente su descontento, fruncía los labios en una mueca de incomodidad producto de lo fría que seguramente su piel percibía la temperatura. Sus hombros tiritaron, pero no tanto como para tener que sacarlo de allí.

Sentado con las piernas cruzadas, el artista reposó los brazos en el borde de la bañera.

– Debes mojarte el resto del cuerpo o te caerá peor – Avisó al no ver que estaba totalmente quieto en su sitio.

Un dedo alzado arriba le pidió sin palabras que le diese un minuto para procesar la desagradable sensación del agua sobre su piel, y aunque Deidara se lo concedió solo por un rato, comenzó a perder la paciencia al ver que los minutos avanzaban y él no había movido ni un músculo.

– Uchiha... – Aseveró con un grave tono de advertencia, aunque su acompañante apenas le miró de reojo, suspirando en todo momento.

– Esto no es sencillo.

– Tampoco lo es tener que pelear contra la mierda que es tu organismo toda la noche – El fastidio le había hecho rodar los ojos, introduciendo un poco la mano en el agua y luego pasándosela por la extensión del antebrazo. Lo había hecho suave a pesar de todo, y el Uchiha cerró brevemente los ojos ante la sensación de esas manos tocando su piel ardiente.

Le gustaba cuando hacía eso, sin importar el contexto siempre le generaba cierto placer cuando sus manos de artista se deslizaban cuidadosamente sobre su piel, atesorandolo como a cualquiera de sus obras de arte. Eso le hacía sentir bien, como si fuese importante.

Algo perdido en sus pensamientos, Itachi ignoraba que su acompañante estaba empezando a exasperarse. Tenía otro poco de agua caliente a un lado pero eso no iba a durar toda la vida, aparte que dejarlo remojando en agua tanto tiempo no era lo más ideal considerando lo inestable que podía ser su sistema ante cualquier cambio desfavorable. Deidara necesitaba que se moviera, y aún si le había pasado otra toalla con la intención de que la usara para mojar su cuerpo, él apenas la había mirado. Estaba casi inmóvil, sin ganas aparentes de dar el primer paso.

– Me estás haciendo enojar – Con su ceño frunciendose en un gesto de mal humor que apenas alteró al otro.

– No sería raro.

– Ahórrate las burlas para después y muévete, que no me pienso ir hasta que lo hagas – Había planificado dejarlo solo una vez comenzara para darle privacidad, pero así no podía hacerlo.

Obtuvo más silencio a cambio, y a pesar de que podía ser excitante en algunas ocasiones, esta no era una de ellas.

– Itachi – Gruñó cada segundo más molesto – No hagas que pierda la paciencia.

Como no recibió una respuesta satisfactoria, Deidara tomó la toalla por su propia cuenta y la sumergió en el agua con todas las intenciones de ponerla sobre el hombro del enfermo. Sin embargo, no había terminado de alzar el brazo cuando una mano pálida y temblorosa le sostuvo la muñeca con apenas un mínimo de fuerza.

Cuando los ojos azules se fijaron en los negros, estos estaban serios.

– No.

"Ah, ¿Con que así es la verga?" Retrocedió un poco con las cejas en alto, procediendo a hacer un seco asentimiento "Muy bien"

Itachi le había sujetado como había podido, perdiendo energía ante la debilidad. No deseaba ser grosero de ninguna manera, pero tampoco quería seguir soportando aquellos desagradables escalofríos, los había aguantado toda la noche sin contar con una manta que le ayudara a resguardarse y ya se encontraba más que harto; Pensó que sujetar a Deidara era suficiente para detenerlo, comprendiendo su equivocación en el minuto que le vió sacudirse de una forma brusca antes de dar un pequeño salto, haciendo subir el agua de la bañera unos centímetros cuando entro en ella con todo y ropa puesta, quedando de rodillas a cada lado de sus piernas.

– Así está la cosa, Uchiha – Se acercó a su rostro para que captase a detalle la seriedad de sus palabras – Vas ahora mismo a poner empeño para salir rápido de esta.

– ¿O? – Casi pareció retarle, olvidando momentáneamente entre la bruma de la enfermedad que después de si mismo, Deidara era el más astuto.

Se encogió de hombros con una despreocupación increíble.

– Pues nada, entonces me quedaré aquí todo el maldito día hasta que cooperes.

Itachi frunció el ceño.

– Te vas a enfermar si lo haces.

– Si – Echó la cabeza a un lado con una tristeza por demás maliciosa – Es muy probable que me enferme y no me pueda parar de la cama, ¿Quién sabe? Tal vez me ponga peor que tú y con esto de que se me descontrola el chakra capaz y no me recupere de nuevo. Una lastima.

– Deidara... – Sus ojos entrecerrandose al captar ese tremendo nivel de chantaje.

– Y estaría muy grave – Continuó jugando con sus temores a pesar de la mirada que estaba recibiendo – No me quiero ni imaginar lo terrible que sería enfermarme como tú teniendo tanto chakra mezclado, pero con una suerte como la mía no sería raro que muriera muy rápido.

El Uchiha respiró profundo, con sus ojos negros observándole con fijeza.

– Te sacaría.

– Y yo volvería a entrar – Aseguró él – Es mas, hasta saldría a recorrer el bosque un rato. Tú no puedes usar esos ojos satánicos conmigo, no te conviene. Y muero por ver cómo te las arreglas para detenerme estando así de patético – Lo malintencionado de su voz hizo a Itachi bufar de forma casi inaudible, decidiendo sellar con broche de oro su lista de amenazas con una estrategia que, aunque rastrera, resultaba de lo más efectiva – Deberías considerarlo. No es por nada, a nosotros seguramente no habrá nadie que nos extrañe, pero si morimos los dos aquí el clan Uchiha perderá mucho.

– Deidara – Reiteró algo más fuerte, casi en su tono habitual. Siendo inefectivo contra la fiereza de unos ojos azules que le seguían retando.

– ¿Me vas a decir que no?

Hacía mucho tiempo que Itachi y Deidara no se miraban con ganas de zarandearse mutuamente. Escasos eran los momentos en los que de verdad tenían una disyuntiva muy fuerte, principalmente porque Itachi no era conflictivo y Deidara casi nunca deseaba o pedía algo que el Uchiha no quisiera hacer, y cuando sucedía, siempre eran capaces de negociar para llegar a un punto medio que les complaciera a ambos. Su alto nivel de madurez para resolver esos pequeños problemas les había hecho pensar que de tener algo estable no tendrían mucho por lo que discutir.

He aquí en donde cada uno se dió cuenta que convivir con otra persona no era tan sencillo como habían pensado, menos cuando las personalidades chocaban tan fuerte.

Al verle dejar caer los hombros con desánimo, Deidara supo que esa pelea la había ganado.

– Ya puedes salir – Aunque su tono sugería que se comprometía a cumplir con su parte, Deidara solo se burló.

– ¿Y arriesgarme a que no hagas nada? Ni hablar, de esto me encargo yo – Tomó de nuevo la toalla húmeda, esta vez pudiendo deslizarla por el pálido hombro sin interrupción – Mientras menos te quejes más rápido terminaré con esto.

Era una escena curiosa para cualquiera que pudiese verla. Las manos del artista le humedecian al Uchiha cuidadosamente cada recoveco de piel, buscando climatizarla. Primero pasaba la tela por los hombros, dejándola caer por los brazos antes de mojarla de nuevo y subir por su estómago, refrescando su torso. Luego repetía el proceso con su cuello, de vez en cuando inclinándose un poco hacía adelante para poder hacer lo mismo con la extensión de su espalda; No supo como pero con el pasar del tiempo el otro balde de agua tibia fue echado en la bañera, con Deidara habiendo decidido sentarse en sus piernas en lo que un Itachi reposaba la frente en su hombro. Respiraba profundo y temblaba de a ratos, rodeando con sus brazos el cuerpo ajeno debajo del agua.

Le llevó un tiempo considerable, pero finalmente Deidara pudo sentir como estaba algo más fresco. Fue una victoria que le habría hecho celebrar de no haber estado tan cómodo, elevando un poco su ego al ver que aún seguía estando bastante capacitado para ser la ayuda que su acompañante necesitaba durante sus momentos de crisis.

Deidara se movió hacía un lado para hacer que el agua bajase por la tubería, procediendo a apoyarse sobre sus rodillas para estirar su mano y alcanzar la toalla que colgaba en la pared. Quería secarlo lo más pronto posible para que no estuviera mojado demasiado tiempo, pero su mano apenas había alcanzado la tela cuando el corazón le dió un bajón. Con sus ojos expandiéndose en lo que sentía como unos dedos rozaban su abdomen por encima de la ropa.

"Mierda" Había olvidado por completo el tema de aquello que la oscuridad y la enfermedad del Uchiha le impedían ver; Gracias al baño y a la ausencia del agua ahora su camisa se le había adherido como una segunda piel, enseñando sin reservas la simpática convexidad que en su cuerpo se había desarrollado; Se quedó quieto casi por inercia, esperando a ver que reacción tenía el Uchiha.

Él tampoco se había movido, estando completamente ensimismado mientras miraba aquel lugar con una expresión indescifrable.

– No me dijiste – Aunque Deidara hubiese esperado una queja, le sacudió el grado de sobrecogimiento que ahogaban sus palabras.

– No – No añadió más, pues no tenía nada que decir.

En el Uchiha existio un segundo de pausa, como si el mundo se hubiera congelado unos segundos para él, y aunque el artista hubiera creído que posaria su palma sobre su abdomen como solía ver que hacían las personas con los vientres de embarazo, lo que hizo fue dejar caer su mano para dejarla reposando sobre su muslo, alzando finalmente la mirada para ver su rostro.

– ¿Creiste que me burlaría?

– En realidad, lo que me preocupaba era que no lo hicieras – Tras un fruncimiento de cejas oscuras, Deidara se miró a si mismo con un suspiro inconforme antes de volver a mirarle – Me veo como si tuviera un tumor maligno.

Por la manera en la que su gesto pasó rápidamente de querer decir algo a fruncir los labios en un intento por no agrandar más su sonrisa, supo que la perspectiva le había dado bastante gracia.

– Deidara, ¿Que fue lo que te dije ayer?

– ¿Sobre que?

– Sobre tu apariencia – Clarificó, ayudando a su mente a recordar con una mueca de interés.

– Que me veía diferente.

– Si – Pronunció despacio, viendo unos segundos más la pronunciada curva en su cuerpo antes de volver a perderse en el celeste de sus ojos, formando una sonrisa agotada pero sincera – Sigues siendo tú.

Buscando no reparar demasiado en la satisfacción que le hormigueaba en el pecho o la calentura que le enrojeció las mejillas, sonrió con cierta burla.

– ¿Aún con todo y tumor?

Esta vez ni la enfermedad logró evitar que riera un poco, estrechandole en lo que su barbilla volvía a tocar su hombro, murmuradole con sentimiento.

– Si.

Fue suficiente respuesta para él.

El resto fue más sencillo a partir de allí, una vez teniendo ropa seca y dándole al enfermo otra dosis de medicamentos el resto de las horas resultaron más llevaderas. La fiebre terminó por desaparecer una hora después de aquel baño, y en lo único que Deidara ocupó su tiempo aparte de dormir en su habitación bien abrigado como tanto había querido el Uchiha, fue en asegurarse de que su invitado tomase bastante líquido. Era una suerte que tuvieran frutas, porque no necesitaban de mucha preparación y eso es algo que la flojera y cansancio del artista agradecieron enormemente; La ingesta de líquidos variados y un par de horas más en la cama parecieron revitalizar considerablemente aquel conjunto andante de músculos defectuosos, llegando al punto de que su semblante ya no daba la impresión de estar pasando su último día con vida. Era un hecho innegable que jamás estaría tan lleno de vida como en su juventud, pero su recuperación resultaba notable y eso a Deidara le dejó más tranquilo.

– Esto es raro – Dictaminó dos días después, con la cabeza apoyada entre sus dedos cruzados mientras sus ojos seguían los movimientos de un Uchiha que se detuvo un poco para verle extrañado.

– ¿Por qué?

– Porque se supone que tu eres el enfermo y deberías seguir aplastado en la cama, en cambio estas aquí, haciendo eso – Apuntó con su dedo los ingredientes que picaba para terminar de hacer la comida.

– Me encuentro mejor ahora – Fue la respuesta que Deidara sanamente decidió no discutir puesto que el verdadero motivo de que estuviera cocinando es que él no sabía hacer comida saludable, y como Itachi por ahora no tenía el estómago para soportar algún experimento que hiciese prefirió hacerlo por su cuenta.

– Hasta esta mañana te dolía la cabeza – Señaló con las cejas en alto, no deseaba pelear pero aceptaba que luego de haberle cuidado tanto se había vuelto un poco más precavido con respecto a su salud.

– No demasiado – Ofreciéndole un gesto de calma que demostraba la tranquilidad que sentía al ya estar acostumbrado a sobrellevar esos síntomas en particular - Es una secuela por la batalla.

Casi habiendo olvidado aquello por completo, el artista se vió curioso.

– ¿Estuvo difícil?

– Tuve que utilizar el Sharingan – Sus palabras escondiendo un quejumbroso suspiro – Siempre resulta un problema.

– Al menos no sangraron.

– No, no fue necesario llegar a tanto, solo fue un contratiempo.

– ¿Pain apareció por allá? – Intuyendo rápidamente la respuesta a ello cuando hizo una pausa breve en su tarea.

– Si – Dándole un rápido vistazo mientras continuaba con los últimos detalles que faltaban, así como lavar los cubiertos – Quería verificar que todo estuviera en orden luego de la batalla.

– ¿Es todo?

– En parte, también se nos hizo llegar la información de una nueva misión, pero Pain decidió suspenderla hasta nuevo aviso.

– No suena mal – Se estiró con algo de pereza en su silla – A Sasori y a mí nos sobreexplotaban cada vez que podían, al menos a ti y a Kisame les dan vacaciones.

– Sigues creyendo que me tienen demasiada estima – Pareció negar con la cabeza, a lo que Deidara meneó la suya.

– Para nada, pero no se me ocurre otra razón por la cual Pain suspendería una misión.

– Bueno, quizás en cierto modo creyó que me estaba haciendo un favor – Como su compañero solo se mostró confuso ante la implicación, le observó de frente – Sabe que probablemente vendría a verte, lo que hizo fue solo una manera de contribuir sin mostrarse obvio.

Exceptuando el extraño sentimiento que le causaba saber que su antiguo líder parecía tan colaborador con su causa, movió las cejas con interés.

– ¿No que nadie más sabe de esto?

– Nadie más que Kisame lo tiene confirmado, los demás solo lo intuyen.

– ¿Los demás? – Su cuestionamiento no recibió más que un gesto despreocupado y distante.

– Han habido muchos comentarios desde el ataque a la base. Obito y Madara no son los únicos que no se fian de tu muerte.

– Si, me lo imaginé – Si lo pensaba a profundidad resultaba algo curioso, puesto que aunque aparentemente todos creían confirmar que seguía con vida, no tenían forma alguna de probarlo – Es casi como un complicado secreto a voces.

– Algo así.

– ¿Se parece al asunto de la masacre del clan Uchiha? – Por mucho que hubiera sentido curiosidad sobre aquello, Deidara no se había planteado el preguntar sobre el tema hasta que la interrogante abandonó sus labios. Había sido como una pregunta sopresa, inesperada hasta para él.

Itachi también se había impresionado un poco, dejandole en frente un plato de lo que había hecho y sentándose frente a él con una lentitud precavida.

– No – Dijo entonces – Ese es solamente un secreto.

Deidara apenas le hizo un gesto afirmativo para centrarse en su comida, le había dicho más temprano que tenía el estómago indispuesto para recibir varias cosas pesadas, buscando disuadirlo de la idea de cocinarle algo. Sin embargo, Itachi se las había arreglado para hacer un plato sencillo y muy ligero que sorprendentemente terminó por antojarsele, seguía comiendo más lento de lo que hacía normalmente, pero teniendo como excusa el embarazo se le hizo fácil comer a su ritmo y de paso disfrutar de la compañía del Uchiha.

Generalmente comían en medio de alguna charla trivial, salvo que en esta ocasión Itachi formuló una pregunta algo más complicada.

– ¿Por qué lo preguntas?

Su cuestionamiento fue algo complicado ya que aún habían temas que les resultaban difíciles de tocar entre ellos, en especial los referentes a su pasado. Se tenían confianza para muchas cosas, pero era difícil no mostrarse indispuestos con temas que resultaban polémicos; Itachi jamás le había tocado el tema que involucraba los motivos de su exilio, así como para él todo lo correspondiente a la masacre del clan Uchiha era algo que estaba mejor sin mencionar.

No obstante, el tiempo seguía corriendo, y saber que muy pronto se iría era un buen aliciente para arriesgarse a salir de un par de dudas.

– ¿Por qué no le dices la verdad a Sasuke? – Soltó de pronto, provocando que dejase de comer casi de inmediato. Era evidente que esa tampoco se la había esperado, por lo que se tardó un tiempo considerable antes de responder.

– Decirle la verdad podría provocarle resentimiento contra la aldea – Aunque tranquilo, se le escuchaba algo indispuesto con la idea de mencionar el tema – Y eso es lo que he querido evitar desde un principio.

– ¿Aún a costa de tu vida? – Inquirió, observando unas pupilas oscuras que no guardaban ni un gramo de vacilación.

– Aún a costa de todo.

– ...Bueno, ciertamente no eres tan bastardo como había creído – Escogió entonces no presionarle más de la cuenta en retribución a todas las veces que él había hecho lo mismo con sus inseguridades, limitándose a sonreírle con un altanería que eliminó la incipiente tensión y les permitió a ambos continuar con una comida más tranquila.

A lo mejor y aún quedaban muchas cosas pendientes que resolver antes de que el tiempo se agotase por completo, como el porqué se seguían tratando con tanta familiaridad si no era lo más aconsejable o porqué motivo ninguno razonó en la mala idea que podía ser volver a caer en viejas costumbres; Probablemente sí lo razonaron, pero poco lo tomaron en cuenta, pues en el segundo que Deidara se acostó de lado y aquel cuerpo se pegó suavemente a su espalda, todo se borró a su alrededor. Se quedó entonces flotando en un mar de sensaciones, sintiendo la calidez que ahora emanaba su piel, el roce de unos pies contra los suyos y la sensación de unos dedos que bailaban distraídamente por su brazo, todo se combinaba en una agradable bomba de somnolencia que le mantenía los ojos cerrados, cayendo lentamente en un sueño que no había esperado pero disfrutaba que fuese de esa manera.

Se pudo haber quedado dormido con facilidad, absteniéndose solo porque le fue imposible no notar como aquellos dedos titubeaban sutilmente al bajar, deseosos de tocar aquella extensión de piel al mismo tiempo que parecía esforzarse por evitarlo a toda costa, probablemente para no incomodarlo o hacerle enfadar.

Deidara rodó los ojos sin despegar los párpados y luego bufó por lo bajo.

– Joder, solo hazlo antes de que me arrepienta... – Murmuró, estaba casi completamente dormido pero logró intuir que Itachi había sonreído, pasando entonces a acariciar su abdomen con calma, casi con veneración. Fue un roce sutil y cariñoso que ya fuese por el sueño o el nivel de familiaridad, no le molestó. De manera que le permitió continuar con sus atenciones mientras terminaba por quedarse dormido, repasando brevemente los acontecimientos del día y dándose cuenta que quizás no estaba tan solo como creía.

Tal vez no fuese indispensable, pero la presencia de ese Uchiha había cambiado su vida de manera única.

Casi tanto como él había cambiado la suya.






Continuará...

Notas finales:

Weeenas, a mí me pidieron una historia con estos dos siendo bonitos y fue de ¿Que ponga a Itachi moribundo dice? XD 

Pero en serio gente, díganme qué no soy la única que quiere un Itachi con fiebre para llevar?

Pero ya, ojalá les haya gustado, cuando dije que se venían capitulos jodidos no me refería en mal sentido, pero si alguien por ahí se lo creyó no lo culpo, amo demasiado el drama xD Sin embargo ahora las cosas están más tranquilas, así que si, señores, se nos viene una dosis de ternura y amorsh super empalagoso nada digno de mi personalidad adoradora del drama, la puteria y el zorrismo xD 

¿Mi consejo? Aprovechenlo mientras dure UwU 

Zidian, muchas gracias por continuar aquí! Ojalá te haya gustado la revelación de la pancita y estés conforme. Un beso!

Pequeña uva; Me esforcé muchísimo en hacer esto tan hermoso como tú, espero que te haya conmovido al menos un poquito UwU Te quiero mucho y el Itachi moribundeado también XD 

La actualización será pronto porque el capítulo ya está hecho, solo debo corregir. Nos vemos la semana que viene!

Menma.

 

 

 

 


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