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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Aclaraciones del capítulo pasado que no pude colocar antes porque puse mucho texto a lo pendejo:

1_ Itachi si siguió usando sus clones en Akatsuki, el que Sasuke dijera que no estaba allá solo es porque viaja mucho por las misiones, y capturar a Deidara le daba la posibilidad de dejar de buscarlo a ciegas.

2_ Asi cómo en el anime, en esta historia Sasuke y Deidara estaban parejos (Aunque hay gente que dice que el emo era más fuerte cuando todos sabemos que eso fue un guionazo super jodido) De hecho, de no haber sido por las obvias limitaciones del avanzado embarazo, Deidara podría haber ganado, ya que aunque la mitad de sus ataques no sean tan fuertes como los de Sasuke (En el sentido del elemento me refiero, ya que el es tierra y Sasuke es rayo) el almacenamiento de chakra que tiene gracias al Kinjutsu está al nivel de un miembro del clan Uzumaki 

Eso sin contar que a Deidara en el anime le jodió la impulsividad, mientras que aquí se nota que tiene un pensamiento más racional. 

3_ En su último día juntos hubo de todo menos sexo, el porqué de esto es básicamente que quise poner un contexto en el que lo importante fuese hacer todo aquello que casi no pudieron hacer, y todos sabemos que lo que más hicieron esos dos fue coger.

4_ Por si las dudas: Si, Itachi le dió el collar a Deidara porque no tenía un anillo para darle, aparte que como son círculos se entiende el significado.

Ahora sí: Okey necesito informar que en este tiempo que estuve ausente logré terminar los últimos capítulos de la historia, así que si, señores ¡El fanfic está oficialmente terminado! Los dos últimos capítulos son increíblemente largos pero contienen muchas escenas diferentes así que prometo que no aburriran.

Aparte como siempre le quiero enviar saludos a Kaory, ya se que te hice sufrir al no revelarte el sexo del bebé pero te juro que valdrá la pena cuando llegue el momento jajaja 

Edmary, te adoro, aún no he respondido tu comentario porque #MovistarMeTieneAlBordeDelSuicidio pero mañana sin dudas te respondo! Espero que esto sea de tu agrado, mi niña.

Sabaku no Temarii, a ti también te mando tus respectivos saludos por seguir la historia hasta este punto, muchas gracias por el apoyo, créeme que me alegraste el día en su momento.

Pequeña uva, dónde quiera que estés en este mundo: Te amo :3

Y finalmente Zidian, a ti en particular te quiero dedicar el capítulo de hoy ¿Por qué? Porque fuiste la única persona que además de sufrir con el drama se acordó de felicitarme por mi cumpleaños, eso me hizo muy feliz, es la primera vez que me felicitan por esta página así que muchas gracias, esto va para ti, espero que te guste UwU

 

XXVII

Made it through the maze to find my one in a million

And now you're just a page torn from the story i'm living

And all I gave you is gone

Tumbled like it was stone

Thought we built a dynasty that heaven couldn't shake

Thought we built a dynasty like nothing ever made

Thought we built a dynasty forever couldn't break up

              

El silencio era apabullante.

Y era sorprendente lo mucho que odiaba ese hecho.

A pesar de haber estado echado sobre su cama sin ninguna manta que le protegiera del frío de la madrugada, a Deidara le impresionó un poco que las bajas temperaturas no le molestaran tanto como el opresivo silencio que se había apoderado de su casa, transformandola en un pesado y estrecho cubículo cuyo único contenido era tan oscuro como el vacío que le corroía el corazón. 

Aquel mismo sentimiento le impedía canalizar el frío como debería – aún si sus dedos entumecidos pudieran opinar lo contrario – pero no había nada en el mundo, ni siquiera la escasa voluntad de su propia mente, que le hiciera ignorar el silencio.

Se encontraba a oscuras en su habitación, completamente flácido sobre el incómodo colchón que en algún momento fue un lugar agradable, pero por más que intentó profundizar su respiración la quietud a su alrededor era inquietante, tan crítica que podía escuchar a la perfección la gotera del lavabo en la cocina, cayendo poco a poco sobre lo que presumía era un vaso que había olvidado guardar.

"Tan insoportable... " Apretó los ojos ante la molestia que le provocaba la ausencia del sonido, y posiblemente se hubiera levantado a hacer algo al respecto de no ser porque aquel pensamiento logró aflorar un montón de recuerdos en su mente, terminando por apagar la poca motivación que había logrado reunir y devolviendole al mismo sitio con más tristeza que antes.

Se sentía enfrascado en un vórtice, como un círculo vicioso cuyo rebose de tristeza seguía siendo tan ensordecedor cómo el día que le vió partir.

Las primeras horas de soledad fueron en su mayoría extrañas y algo sofocantes, repletas de una ansiedad que le dejó sentado en el mismo lugar por más de tres horas, quizás esperando que el fantasma de sus promesas de amor fuera lo suficientemente fuerte como para hacerle recapacitar sobre su destino, pero al final solo fue una espera larga de la cual no obtuvo ningún resultado más allá del sonido de los animales silvestres cantando al son del mediodía; Ligeros rayos de sol iluminaban su cuerpo, pero él no podía percibir el calor, parecía como si su espíritu se hubiera congelado en el segundo que él se fue, impidiendo que su cerebro pudiera avanzar correctamente.

No recordaba haberse levantado, tampoco quitarse los zapatos ni mucho menos haberse hecho ese plato de comida. Su atención estaba centrada netamente en los cuervos, quizás porque eran los únicos que podían garantizar la supervivencia de aquel cuyo aroma todavía impregnaba sus sábanas; Una parte suya sabía que no era conveniente el estar esperando el momento exacto en que su noble espíritu abandonase la tierra, pero como no tenía forma de seguirle físicamente – no sin perjudicar su salud, por lo menos – lo único que le quedaba era acompañarlo en pensamiento hasta que su final llegase.

Tenía la cabeza ensombrecida, pero se forzó igualmente a hacer cosas que le mantuvieran ocupado, como retomar sus entrenamientos o creando pequeñas figuras de arcilla, aún si realmente no estuviera muy al tanto de lo que estaba haciendo; Mantenerse tranquilo podía parecer un reto en sus condiciones, solo que no resultó de esa manera, al contrario, distraerse con cualquier otra cosa que no fuese la muerte del Uchiha fue una hazaña que logró dominar sin mucho esmero gracias a su propio e incomprendido sentimiento que le impulsaba a quedarse calmado, existiendo a una velocidad mucho más lenta y tortuosa.

Se sentía estancado e indiferente a la vez, como si de pronto ya no pudiera conectar las ideas más sencillas y al mismo tiempo no se preocupase por ello...

Entonces los cuervos se fueron.

Habiendo transcurrido no menos de tres días enteros, las aves que revoloteaban alrededor del terreno graznaron al mismo tiempo, comunicándose entre ellos durante un minuto o dos hasta que finalmente comenzaron a aletear en dirección opuesta a su residencia, pues ya no había ningún contrato que les hiciera quedarse; Deidara les observó partir con una sensación de impotencia que bien le pudo hacer gritar, pero la poderosa calma que se había adueñado de su espíritu no se lo permitió, de modo que se quedó observando silenciosamente cómo se iba lo último que podía garantizar la supervivencia de Itachi en aquella pelea. Y supo, mucho antes de perder a los cuervos de vista, que le había perdido para siempre.

Su muerte debió representar algo grande para él, pero el único pensamiento que su corazón adormecido pudo formar fue que ya podría cerrar la ventana de la cocina sin preocuparse de que el cuervo entrase a pedir comida.

No obstante, cuando fue a cerrarla, el animal seguía allí.

Deidara se encontró frunciendo el ceño y sacando la cabeza por la ventana para asegurarse de que los animales realmente se habían ido. No sé equivocó, por lo que no podía entender que seguía haciendo aquel solitario cuervo en su puesto de vigía cómo si aún tuviera a alguien ordenandole hacerlo; Por su cabeza pasó la idea de dejarlo en paz, pero por alguna razón se encontró descartandola casi de inmediato, procediendo a sacudirle las manos sin contemplaciones y luego cerrando la ventana una vez el pájaro estuvo afuera.

Su dueño se había ido, su misión finalmente había acabado y ese animal ya no tenía motivos para quedarse ahí.

A su espalda logró escuchar con claridad los graznidos de protesta, pero él hizo oídos sordos y continuó sus labores, ignorandole por completo.

Creyó que aquello sería suficiente para disuadirlo de quedarse, dándose cuenta de su error en el segundo que le vió colarse al interior de la casa por una de las ventanas... luego otra, y una vez las hubo cerrado todas, comenzó a meterse por debajo de la puerta, el agujero de la chimenea y básicamente cualquier espacio que le permitiera volver a su lugar de antes, quejándose en voz alta en todo momento con un Deidara que volvía a sacarlo cada vez que le encontraba haciendo una de sus fechorías; El artista tuvo la impresión de que se quedaría sin oxígeno de tanto andar cerrando las vías de escape que tenía el animal, solo que de no encontrar alguna disponible, el cuervo creaba las suyas propias, afianzandose en su confiable pico para romper la madera suave de las ventanas y luego colándose por la delgada rendija que quedaba entre ellas.

– ¡Ya largo! – Deidara le persiguió por toda la estancia hasta ver por dónde había conseguido meterse en esa ocasión, encontrando entonces que la puerta de entrada ahora tenía un bonito desnivel en la parte de abajo – Maldito animal del demonio, me va a dejar sin casa...

A pesar de la molestia que le causaba, sus continuos correteos eran los únicos que le hacían hablar, pues el resto del tiempo se mantenía en un silencio tan arrollador cómo el que poseía el resto de la casa cuando no andaba vagando como fantasma por ella, fingiendo habitarla cuando más bien se sentía tan inexistente cómo la persona que hasta hace poco había prometido no abandonarle.

Su vida pasó de hermosa y maravillosa a totalmente vacía, con aquel animal terco como único entretenimiento; Se movía por inercia, comía por necesidad y respiraba solamente porque se había comprometido a seguirlo haciendo, de lo contrario hace mucho que hubiese optado por hundirse en la bruma de aflicción que no podía materializarse por completo, impidiéndole sentirse vivo al mismo tiempo que su propio estupor le incapacitaba darse cuenta de lo profundo que había caído.

Al final no fue el reconocimiento de la muerte de la única persona que había amado, el resbalón que se dió con un charco de agua o el dolor de su muslo cuando cayó sobre él, sino que en el segundo que sus ojos se desviaron nuevamente a la ventana, descubrió que el cuervo ya no estaba detrás de ella.

Sus ojos le habían buscado con rapidez en todos los sitios que siempre le veía utilizar, fallando miserablemente en el intento; Su presencia finalmente se había marchado junto a sus escándalos, aceptando su derrota y alejándose de su hogar justo como Itachi lo había hecho.

No supo con exactitud que motivo le instó a levantarse, caminando con cuidado a la ventana y comprobando que, efectivamente, no había ningún ruidoso animal esperándolo afuera; Haber ganado aquella ardua batalla debió hacerle sentir glorioso, sin embargo, en el momento que separó los labios, lo único que escapó de ellos fue un breve y agónico sollozo.

El rígido mecanismo en el que se había transformado su existencia pareció crujir antes de continuar su rumbo, permitiendole captar luego de casi dos semanas todo aquello que le había estado afectando, desde el escozor en la pierna por su caída hasta el fuerte retumbar de su corazón contra sus costillas, el mismo que oprimía sus pulmones con tal intensidad que les sentía ardiendo; Aterrizar con tal brutalidad a la crudeza de sus sentimientos fue como volver a nacer, con su alma reconectandose a un cuerpo baldío y desecho que no paraba de producir lágrimas, convulsionando en si mismo por los lamentos que no podía dejar de soltar.

Estaba complemente destruido y ahora podía verlo.

Deidara apenas recordaba haber llorado en su infancia – era un niño orgulloso y escasamente se permitía mostrar dolor – por lo que sus momentos tristes más presentes se encontraban en la preadolescencia, en aquella confusa y extraña etapa de la cual muy pocos se salvaban de sufrir algún desvario emocional. En esa época había llorado alguna que otra vez, mayormente en privado y buscando recomponerse lo más pronto que pudiera, pero nunca de la manera en que lo hacía ahora. Se estaba ahogando con tal intensidad que rayaba en la crisis, quedándose sin aliento por mucho que se esforzaba en llevar aire a sus pulmones. Casi podía decir que se estaba ahogando en si mismo, recuperando de a ratos el aire necesario para no morir asfixiado. Su propio dolor le estaba matando, y detenerse no era algo que pudiera hacer por mucho que lo hubiese querido.

La traba que antes había bloqueado sus emociones estaba oficialmente rota, y no había forma alguna de repararla, ¿Cómo podría? A lo largo de su vida había renunciado a un montón de sueños, con esperanzas que desaparecieron de tal forma que bien le pondrían haber derrumbado, pero no lo hicieron. El que ahora no pudiera siquiera considerar hacer lo mismo era la prueba fehaciente de que jamás se había aferrado con tanta vehemencia a un sueño, el mismo que compartió con Itachi y que ahora yacia enterrado junto a los restos de un cuerpo vacío.

Itachi no fue, ni de cerca, su primera esperanza de vida, pero si la única que realmente deseó que pudiera cumplirse. Y perder eso, perderlo a él, le derrumbó de forma tan atroz que ni todo el chakra del mundo poseía la fuerza para levantarlo de nuevo.

La noche llegó muy pronto para cubrir el horizonte de estrellas, pero la resolución del duelo le mantuvo con la mejilla pegada al piso, respirando a medias en lo que pequeños caminos transparentosos aún caían silenciosamente de sus ojos adoloridos; Se había creído totalmente capaz de pasar la madrugada tirado allí, y quizás pudo haberlo hecho, pero abandonarse dejó de ser importante en el segundo que aquel grave y característico sonido le sobresaltó de repente; Deidara se había incorporado con la espalda rígida y el rostro hinchado, moviendo la cabeza de un lado a otro con cierto desespero hasta que logró ubicar el origen de la algarabía. Justo allí, encima de la mesa y portando su habitual presencia escandalosa, los ojos acusadores del cuervo le exigían su antigua ración de comida.

Deidara nunca tuvo la seguridad de si se había arrepentido de partir o simplemente fue a cazar para retomar fuerzas, pero sin importar como fuese, verlo de nuevo le hizo experimentar la primera sensación positiva en esas dos lúgubres semanas, reavivando un poco su anestesiado corazón.

– ¿Tienes hambre, animal? – Tenía la voz completamente rota, pero preparó con devoción una pequeña porción de comida que compartió con él; El sabor lo percibió insípido, aunque desanimarse por ello se le hizo difícil al verse nuevamente acompañado.

A partir de entonces el animal pasó de ser fugitivo a uno de los anfitriones más queridos por el dueño, acomodándose con aires de grandeza en una de las repisas de la sala que Deidara le preparó especialmente para que pudiera dormir. Se había vuelto un cuervo excesivamente mimado desde entonces, acompañándolo a todas partes como un niño pequeño y solo perdiéndose de vez en cuando para estirar las alas alrededor de la propiedad, graznando en todo momento como si quisiera hacerle saber que aún seguía allí.

La reaparición de su pequeña mascota apenas fue el inicio del largo recorrido que aún le quedaba por sanar, y aunque su primera idea había radicado en aferrarse a todo aquello que no le provocaba dolor, asumió muy pronto que evadir el problema no era el método más eficaz para superar la perdida. Pasarse los días encerrado en su sedentarismo sonaba bien, más no prometedor para su salud mental, y solo por ello se obligó a ser eficiente, comenzando con organizar el desorden que su inactividad había causado.

Deidara sabía que los primeros golpes solían ser los más duros, y el destino se encargó de certificarle aquella teoría en el momento que, al estar recogiendo unos papeles, se topó con uno que conocía bien.

Era el dibujo que Itachi había hecho de él encima de su ave remontando hacia las alturas, con la significativa diferencia de que ahora, justo a su lado, otra figura un poco más alta yacía mirándole con la misma adoración con la que su versión dibujada veía el horizonte.

"Hay muchas razones por las cuales no debería."

"Pero te aseguro que hay al menos una que dice lo contrario"

"Mucho más de una"

Deidara había tenido que dejar el dibujo a un lado para no estrujarlo entre sus puños apretados, escurriendo lágrimas de amargura que le quemaban la piel del rostro, "Mucho más de una sola razón... y sin embargo ninguna fue suficiente para evitar que te fueras" No quería caer en el círculo vicioso que era la frustración por un plan que nunca tuvo muchas esperanzas de cumplirse, mucho menos llenarse de impotencia por cosas que habían sido destinadas mucho antes de su llegada, pero su corazón se negaba a escuchar razones, haciendole sentir vacío e insuficiente.

Ellos habían sido todo, lo habían tenido todo, y recordar aquellos momentos era casi tan doloroso como asumir que ahora formaban parte del pasado.

– ¿Cómo es que nunca tuviste algún amorío antes de esto? – Era uno de esos días gloriosos en los que podían darse el lujo de pasar todo el tiempo que quisieran en la cama, pero por mucho que Deidara hubiera querido prestarle atención a la partida de ajedrez que muy probablemente iba a perder, la interrogante le había trepado tan rápido a la cabeza que no se abstuvo de verbalizarla con su habitual curiosidad.

Itachi, acostumbrado a la impulsividad de sus preguntas, movió una de sus piezas hacía adelante antes de encogerse un poco.

– No tenía la necesidad.

– ¿Y luego si?

– No – Dijo en un tono pausado que le tentó la sonrisa altanera – Pero quería hacerlo.

Deidara resopló a medias.

– Pues para haberlo querido te tardaste bastante decidiendo – Distraídamente avanzó uno de los pocos peones que le quedaban, torciendo la boca en el segundo que reconoció que aquella no había sido una buena jugada. Definitivamente estaba perdido, y su única ventaja al respecto era que su acompañante parecía más enfocado en la conversación que en su próxima victoria.

– Antes tenía mucho que considerar, no era tan sencillo.

– ¿Ah, no? – Alzó una ceja con una intriga que el Uchiha replicó con un gesto parecido.

– ¿Para ti lo era?

– Más o menos – No tendía a ser de las personas que consideraban todo el panorama antes de escoger una pareja sexual, quizás porque nunca se quedaba lo suficiente en algún lado como para sufrir demasiadas repercusiones si algo salía mal; Ciertamente con Itachi eso último si era relevante puesto que, aún si las cosas no terminaban bien, separarse no era un lujo que pudieran darse ya que debían seguir trabajando juntos en Akatsuki. No obstante, y aún teniendo en cuenta el odio que siempre le había tenido, decidirse no fue tan engorroso cómo de seguro lo fue para él – En su mayoría si, no sé, no suelo darme muy mala vida por ese tema... – Con su rostro volviéndose irónico en el segundo que sus ojos se desviaron a la enorme barriga que reposaba entre sus piernas cruzadas – Aunque creo que debí considerarlo mejor esta vez.

– Quizás – Era evidente que lo decía por mera cortesía, pues no había forma de ocultar su aura de inusitada felicidad mientras acariciaba el resultado de aquellas noches con las yemas de los dedos.

Deidara mentiria si dijera que no se había adaptado tan bien a la sensación que ya la encontraba más que agradable, pero ocho meses enteros sufriendo con aquel embarazo le habían enseñado un par de cosas de entre las cuales se encontraba la más importante de todas: No interrumpir sus siestas.

– Le despiertas y te mato – Advirtió con una mezcla de burla y seriedad que hizo al Uchiha alzar la mano en son de paz, manteniendo la pequeña sonrisa en todo momento; Una vez asegurado el sueño del pequeño monstruo, Deidara se permitió volver a indagar a sus anchas – Aunque es algo curioso. Si no habías tenido la necesidad de hacer nada antes, ¿De dónde sacaste el conocimiento entonces?

– Lo más básico de mi educación y los detalles por algunos compañeros en ANBU – Aquellas no habían sido conversaciones de su particular interés, pero al estar en misiones grupales a veces debía someterse a las largas charlas de sus congéneres, entre las cuales, y como era típico en un grupo de adolescentes por más guerreros que fueran, abundaba el tema del sexo. Inicialmente y al ser el más joven lo único que podía pedir para sus adentros es que fuesen menos explícitos, pero al llegar a la adultez y contando con pocas oportunidades para vivir aquello en carne propia terminó agradeciendo en cierta medida su escasa discreción en cuanto a algunos detalles – El resto, así como lo demás, lo aprendí de tí.

– Conmigo – Puntualizó él con una mueca de impertinencia bastante cómica.

– Contigo – Coincidió el Uchiha graciosamente antes de mover sus cejas oscuras con interés – ¿Por qué lo preguntas?

– Curiosidad – Se removió un poco sin abandonar la pose entretenida – Aunque supongo que tenía la duda desde la primera vez.

Cómo si acabase de desbloquear uno de esos pocos gestos secretos que escasamente le veía utilizar, Itachi le miró entonces con una simpatía que guardaba en si misma una especie de disculpa.

– ¿Fue tan malo?

– Define malo – Su único objetivo era fastidiarlo un poco aún si su acompañante se mostraba algo más que interesado en su repuesta; Por razones más que obvias Deidara no podía decir que su primer encuentro fue excepcional y maravilloso, más bien lo catalogaba cómo presuroso, salvaje y gratificante de una manera bastante buena considerando los pormenores que venían por hacerlo en plena azotea de Akatsuki. Era un hecho que mucha comodidad no había, pero el deseo de quemar aquellas ansias fue lo suficientemente intenso como para distraerle de algunos detalles cruciales, entre ellos que su acompañante en ciertos puntos si se veía algo perdido; No le molestaba, al final resultó un buen momento y no negaría que aún a día de hoy le seguía pareciendo adorable que, llegando al final, enterrase el rostro en su cuello cuando le sobrecogieron los últimos estremecimientos de placer; Al ver la expresión de su cara, Deidara negó para después encomendar con voz sabia –: Sigue mi ejemplo y tampoco te des mala vida, Uchiha, todo estuvo bien, decentemente al menos.

Habiendo logrado sacarle una media sonrisa, Itachi sacudió levemente su cabeza.

– Si no te convencía del todo al principio, ¿Por qué accediste a continuar?

"Morbo, curiosidad, que quizás me gustases más de lo que quería aceptar..."  La lista ciertamente era larga, pero como no le alcanzaba la vida para decir aquello sin sentir como se quebraba la fina línea que le quedaba de orgullo, optó por el lado práctico.

– No sé, supongo que quería ver si había mejoría

– ¿Y la hubo?

– Me gustaría decir que no, pero de ser así esto no tendría mucho sentido – Dándole unos toquecitos con el dedo a su abdomen en un aire acusador que se desvaneció un poco cuando el Uchiha le sostuvo la muñeca, alzandola por unos pocos segundos hasta que entrelazó sus dedos con los suyos y luego recargó su rostro entre sus manos unidas. El gesto permanecía suave, pero en sus ojos oscilaba un fuego que combinaba a la perfección con el erotismo de su voz.

– No le despiertes.

– ...Va a estar difícil – Comentó él como si realmente lamentase el sacrificio que estaba a punto de hacer por un simple capricho. No obstante, sentía que lo valía, y en el momento que el Uchiha se inclinó para besarle el cuello supo con seguridad que así era.

Sobra decir que el pequeño monstruo no disfrutó de su siesta como le hubiera gustado, pero su inconformidad logró ser efectivamente apaciguada luego de una larga sesión de caricias con el consentimiento de un Deidara que, estando feliz de haber evadido la inminente derrota en esa partida de ajedrez, se dejó hacer con la mayor de las tranquilidades, quedándose dormido al cabo de un rato.

Ahora lo único que podía hacer era aferrarse a los momentos felices, a las noches plagadas de sueños hermosos y susurros bajo las sábanas, a los días largos en los que respirar no conllevaba un esfuerzo sobrehumano para no asfixiarse...; No tenía control alguno de sus emociones, la mayoría del tiempo le dominaba la tristeza y otras veces el fastidio de la insípida monotonía, viviendo el resto de sus siguientes días en la cabaña con una pesada amargura que solo se desquebrajaba cuando encontraba algo que le recordase a Itachi. Lo último que había conseguido esa semana fue su su quinto intento de replicar un conejo en arcilla, obteniendo a cambio una figura chueca y sin forma que en su momento le hizo reír y ahora solo la sostenía con nostalgia mientras sus lágrimas caían sobre ella.

Su casa se había convertido en un laberinto cuyos tesoros escondidos eran aquellos objetos que pudieran avalar la existencia de aquel Uchiha en su vida. No era un vicio sano, pero le entretenía lo suficiente como para no olvidar ni por un segundo que él había estado allí, llenando su vida con colores cálidos, pequeñas sonrisas y un sin fin de cariño.

Le extrañaba, lo hacía profundamente y eso dolía.

Kaiyah apareció junto a Ren aproximadamente tres semanas después, aún cuando Deidara les especificó en una carta que no necesitaba de su presencia a menos que fuese necesario. Ellos le habían concedido el deseo por un rato ya que comprendían que era mejor dejarlo solo mientras analizaba todo lo que estaba pasando, sin embargo, y así como la Hyuga le dijo en su momento: No tenían pienso de dejarlo solo mientras aún los necesitase, especialmente si podían ayudar; Se presentaron sin invitación alguna a la casa, siendo recibidos por un silencio que apenas era interrumpido por los esporádicos aleteos del cuervo. Presumieron que Deidara debía estar acostado, y aún si les había oído llegar, no salió a recibirlos.

Tener visitas a pesar de no verlas resultó un cambio agradable ya que ahora no le rodeaba la quietud, sino los pasos de sus doctores acomodando el desastre que era la estancia y sus voces amortiguadas charlando entre si de vez en cuando. En aquella ocasión se quedaron un día y luego partieron sin decir mucho, pero la bondad de sus intenciones quedó en evidencia cuando, al salir, encontró su casa completamente ordenada y un plato de comida tapado arriba de la mesa.

Sus ojos picaron al ver que Kaiyah le había comprado un suéter, y que aquello que Ren le dejó preparado fue el platillo con carne que inventó la mamá de Itachi.

Comer fue arduo en muchos sentidos, aunque certificó de buen agrado que era la primera cosa que ingería cuyo sabor captó sin ningún tipo de problema. Aquello lo tomó como una señal de que,  incluso si una parte de si mismo se había roto para siempre, poseía la capacidad de superarlo.

"... Lo más probable es que al final te sientas frustrado, dolido, incluso solo... Pero no lo estás, de aquí hasta el día que cruces esa puerta para jamás volver, nosotros estaremos aquí... "

Aceptó entonces que se sentía frustrado, dolido y bastante solo, solo que a diferencia de las veces anteriores en su vida, ahora tenía la oportunidad de cambiar ese hecho si así lo deseaba. Tal vez no fuese la compañía que realmente anhelaba tener a su lado, pero una cosa que había aprendido en sus años como errante era que poseía la increíble disposición para sobrevivir a todo aquello que le tocase afrontar, y no estaba dispuesto a dejar que esa fuese la excepción.

La segunda vez que Kaiyah regresó a la casa, su paciente la estaba esperando con un taza de café.

– Hey – Le saludó él con un tono de voz neutral, y aunque el corazón de ella se encogió un poco por los vestigios de desolación que marcaban su semblante, le ofreció igualmente una bonita sonrisa.

– Hola, Dei – Aceptó el café aún si sabía de antemano que estaría más dulce de lo que le habría gustado, pasando a sentarse en la silla frente a él – ¿Como va todo con el embarazo?

No le había querido preguntar sobre su propia estabilidad emocional ya que podía intuir como se sentiría, con lo único que no contó fue que su otra interrogante también le descolocaria al punto de dejar los labios separados como si no pudiera terminar se creer algo.

Kaiyah se alarmó enseguida.

– ¿Que pasa? ¿Te sientes mal?

– No, no es eso – Se sacudió un poco como si quisiera apartar la sensación de incredulidad – Solo lo había olvidado.

– ¿Echar menos azúcar al café? – Bromear fue un riesgo que tuvo como recompensa una mínima sonrisa de su parte. Ciertamente no era tan entusiasta como solía serlo, pero al menos suponía un inicio.

– No, lo del embarazo.

– ¿Olvidaste que estás embarazado?

Aquello le proporcionó un desconcierto que rápidamente adquirió un poco de preocupación, había imaginado que podía sufrir lagunas mentales llenas de incoherencias gracias al impacto de la perdida, pero no a tal grado que, cargando con aquella barriga, olvidase que estaba transitando una gestación

– Algo así – Para él las últimas semanas se habían asemejado bastante a una fragmentada ilusión cuyos detalles más obvios pasaban por alto, con montones de espacios en blanco que no sentía la necesidad de llenar; Jamás había dado por hecho que ya no cargaba aquel monstruo, es simplemente que se enfocó tanto en otras cosas que apenas lo tomó en cuenta – No importa, ya lo he recordado.

– De nada entonces – Viéndose entonces un poco más cómica – Será un placer recordartelo cada vez que se te olvide.

– Si es que este mocoso no lo hace primero – Se echó un poco atrás en su silla para poder respirar mejor – Apenas me ha fastidiado en estos días y sin embargo esto sigue siendo una tortura.

– Los últimos meses siempre son los más difíciles – Intentaba mostrarse empática y compasiva a pesar de la tristeza que le generaba el saber que ya no contaría con Itachi para consentirlo cómo se lo merecía. Era lamentable, y no le parecía un destino justo para ninguno de los dos, tampoco para el bebé – Dime, ¿Aún te cuesta respirar?

El artista suspiró con desanimo.

– Algunas veces más que otras.

– Eso está bien, me refiero a que no es cómodo pero es algo normal ya que tus pulmones están más presionados – Explicó, cambiando luego su expresión profesional a una más dadivosa – Hay algunos ejercicios que podrían ayudarte con eso, podría decirtelos si quieres.

– ¿Cómo no querer? - Replicó con algo de su apagado sarcasmo ya que a esas alturas era capaz de aceptar cualquier cosa con tal de disminuir sus dolencias – Escucharé lo que sea que me digas.

– Me parece perfecto, ¿Has seguido con mis otras recomendaciones?

– Si, quizás no al principio, pero luego... – Un recuerdo afloró en su mente demasiado rápido como para evitarlo, y terminó viéndose a si mismo en aquella época en la cual aún no se sentía lo bastante capaz para tocarse el abdomen y por ello era Itachi quien lo hacía, aplicándole de vez en cuando alguna crema sobre la estirada piel y luego extendiendo la zona del masaje hasta abarcar sus hombros o sus rígidas piernas. Momentos de ese estilo solían terminar en un sueño profundo o con ellos acostándose, rodeados sutilmente por el olor frutal del producto; Deidara se quedó elevado unos segundos, asimilando la nueva oleada de sufrimiento interno antes de carraspear – Todo está bien ahora.

– Y estará mejor luego – Aunque algo dudosa de sobrepasar sus límites, frotó suavemente su hombro derecho, buscando reconfortarlo – No te preocupes.

Deidara  aún no salía de la fase en la que derramar lágrimas era casi tan sencillo como respirar, pero al menos ya lograba contenerse lo suficiente.

– Gracias.

– ¡Buenas! – La puerta se estremeció con un fuerte estrépito cuando Ren entró a la casa, sus manos estaban llenas de bolsas y canturreaba una excéntrica tonada que apaciguó el gruñido de su compañera y los graznidos de protesta del cuervo; El mechón blanco en su coronilla caia por un lado de su rostro y cargaba encima unos lentes de sol que bajó ligeramente para ver a su paciente con sorpresa – Carajo, te ves horrible

– ¡Ren! – Kaiyah le amplió los ojos de la misma manera que las madres hacían para regañar a sus hijos, a lo que su compañero hizo un gesto de fingir demencia.

– ¿No que íbamos a optar por la cruda sinceridad o solamente ese he sido yo?

– Has sido solo tú – Informó entonces Deidara, dándole un toquecito a la doctora en el muslo para que no asesinara a su colega antes de tiempo – Veo que estás de buen humor.

– ¿Cómo no estarlo? El sol brilla, he asesinado a los cazarrecompensas que me seguían y con lo que he ganado te compré algo lindo, solo espero que al menos te hayas bañado en estos días.

– Dios santo... – Kaiyah se sostuvo el puente de la nariz mientras le rezaba a cualquier entidad existente por un poco de paciencia, ignorando por completo que aquel desastre de escena tuvo la virtud de animar otro poco a su afligido paciente.

La ausencia de Itachi se había llevado consigo una parte importante de si mismo, pero mientras contase con la compañía de sus doctores en aquellos momentos de inestabilidad, el vacío dejaba de sentirse tan grande.

Al final el dichoso regalo del que tanto presumía Ren consistió en un par de abrigos y una capa parecida a la que usaba en Akatsuki, solo que esta contaba con una capucha bastante amplia y no era tan pesada.

– Es para tu viaje – Informó él, luciendo sorprendentemente amable – Cuando te vayas necesitarás ropa ligera si no quieres que te duela la incisión, con eso llegarás más lejos y también evitaras que te reconozcan en las aldeas.

– Vaya... – Era un gesto simple y lleno de simpatía que logró conmoverle aún si no tenía fuerzas para demostrarlo; Torció graciosamente la boca – ¿Quien diría que sirves para algo más que fastidiar vidas?

El médico en cuestión alzó los hombros.

– Que te digo, soy un hombre multifuncional y honrado.

– Lo de la honra es cuestionable – Comentó burlón, regocijandose con la mueca de fastidio que recibió cambio  – Pero admito que tienes buen gusto.

– Ojalá pudiera decir lo mismo de ti – Aunque en cierto modo podría haberlo sentido como una curiosa indirecta, el médico apuntó a su vestimenta para después aclarar –: Pareces uno de esos vagos que piden dinero en la calle... ¡Ay, mierda! – Exclamó súbitamente cuando Kaiyah le pateó la rodilla herida por debajo de la mesa. Él se la sostuvo con dolor mientras sus ojos entrecerrados juzgaban a una Hyuga cuyo interés estaba centrado por completo en el más joven.

– No le prestes atención, es tu casa y puedes andar como quieras. Además, lo importante es que estén cómodos.

– Supongo – No podía hablar por nadie más que por si mismo pero suponía que, con tanto espacio de sobra, el pequeño monstruo era el que tenía más comodidad de los dos; Esbozó una sonrisa resignada – Aunque si creo que necesito un baño.

– ¡Ajá! Sabía que te hacía falta uno – Brincó el otro chico para después meter las manos dentro de otra bolsa – La buena noticia es que también te compré estos.

Deidara alzó las manos para atrapar el envoltorio transparente que le lanzó casi a la cara, adentro habían algunos productos que le ayudarían con su piel, así como también algunas cosas básicas para la higiene como dos jabones de mano, una crema dental y un shampoo. Ni siquiera quería pensar en como sabía que ya casi no le quedaban esas cosas.

Sacudiendo la cabeza con un evidente entretenimiento, Deidara alzó la bolsa antes de menearla un poco.

– Iré a probarlos a ver qué tal.

– ¡Alabado sea Dios! – Ren alzó sus manos arriba con tanta devoción que nadie hubiera puesto en duda su fe religiosa, a menos claro que se fijasen en su pequeña sonrisa de burla, la misma que consiguió borrarle tras tirarle uno de los jabones a la cabeza.

A duras penas Kaiyah logró retener la pequeña risita de burla que le provocó ver su rostro contraído por el dolor, disfrutando silenciosamente de la visión en lo que le extendía un poco de hielo para que se lo pusiera en la zona herida.

La visita de sus doctores le hizo bastante bien al artista, principalmente porque más allá de cualquier cosa que pudieran decir para subir su ánimo, una de las cosas que más apreciaba de su parte era que se tomaban su partida con naturalidad, obviando a propósito cualquier prejuicio o pensamiento negativo. Casi parecía que hablaban de unas vacaciones en vez de una compleja separación, ayudándole en cierto modo a no pensar demasiado en la disyuntiva que le provocaba el asunto.

Tratar de alejar los pensamientos tristes era un reto que había renunciado a superar, entendiendo que era mejor dejarlos manifestarse en vez de pretender que no le afectaban.

Su habitación era su espacio seguro, así como también el sitio que más podía provocarle dolor. En ella se encontraban tantos recuerdos hermosos que a veces volvía a deprimirse sin proponérselo, quedando abatido y con el rostro hundido en las almohadas, apenas pudiendo sobreponerse a la sensación griposa que deja el llanto para poder captar entre la tela el resquicio de lo fué su aroma; Todo aquello que consideró importante lo colocó allí dentro, creando una fortaleza cuyo contenido, aunque consiguió desmoronarlo más de una vez, le sirvió de anclaje para mantener sus pensamientos en regla: Itachi se había ido, él no. Y esa era la realidad.

La táctica funcionaba bien la mayoría del tiempo pero tampoco era un método infalible, y pudo comprobarlo cuando escuchó secretamente una conversación entre sus doctores.

Ellos debían suponer que estaba nuevamente encerrado en su mundo depresivo, por lo que solo se limitaron a bajar la voz al momento de tocar el tema.

– ¿Que fue lo que te dijo el Uchiha? – Ren debió haber estado cerca de Kaiyah para permitirse hablar de forma tan cauta.

A sus oídos llegó un agudo suspiro de pesadez.

– La verdad no mucho, escribió una carta avisando que ya no podría volver y que quería que acompañaramos a Deidara hasta el parto – Se detuvo un segundo, posiblemente para hacer una mueca de lastima – Creo que le preocupaba que se sintiera solo.

Aún escondido, Deidara se quedó mirando un punto fijo en la pared mientras se le contraía el pecho, era irónico escuchar sobre las preocupaciones del Uchiha hacía él cuando ninguna de ellas importó demasiado al momento de dejarlo varado, y la acidez que aquello le producía solo aminoró cuando escuchó a Ren resoplar.

– Pues cómo no hacerlo.

– Por Dios, Ren – Kaiyah seguramente le estaba entrecerrando los ojos con un enfado más que justificado – ¿Que no sabes cuándo dejar de hablar?

– Dejaré de hablar en el momento que ésto tome algo de sentido. El tipo va y mueve océanos para quedarse con él y ahora resulta que decidió irse – De no ser por el tono filoso que contenía su voz, casi podría jurar que quería reírse – Si no fuese porque es un Uchiha, hasta diría que es raro.

Kaiyah exhaló con pesadez.

– Lo juzgas de esa manera porque no lo soportas.

– El que no lo soporte o no, no tiene nada que ver. Aunque no lo creas, siempre creí que se quedaría hasta el final.

– Todos lo hacíamos – Destilando tristeza en cada una de sus palabras – Me atrevo a decir que él más que nadie.

– Excepto Sasuke – Aquel comentario irónico tuvo un resultado curioso en su cabeza, haciéndole experimentar un repentino escozor que no le generó desconsuelo, más bien una agria sensación que lentamente comenzó a hervirle las venas.

Ignorante de su inestabilidad, Kaiyah murmuró con incertidumbre.

– Honestamente no sé cómo es que se las habrá arreglado para encontrar a Deidara cuando ni Uchiha Madara ha podido hacerlo, pero sigo creyendo que todo hubiera sido más sencillo si le hubieran dicho de esto desde un principio... – Su memoria entonces divagó un poco, perdiendose en los últimos meses que pasó en Konoha y recordando la enorme sonrisa de aquel pequeño Uchiha cuya una motivación en la vida era seguir a su hermano a todas partes – Le conocí cuando era apenas un niño, siempre fue muy dulce, no lo veo causando tanto dolor de esta forma.

Ren soltó una risa corta y seca que rebosaba de una cruel diversión.

– Si supieras el récord criminal que tiene ese mocoso no le defenderías tanto. El precio que tiene su cabeza no ha parado de aumentar desde que mató a Orochimaru, y el asesinato de su hermano tampoco es que le ayude mucho.

– ¿Ya lo consideran un criminal?

– Más o menos – Por el intervalo entre las pausas, Deidara suponía que se había servido una taza de café – Konoha aún sigue buscándolo, aunque honestamente no se para qué, él ya ha dicho que no quiere volver, y en el susodicho caso de que así fuera lo mínimo que podrían conseguir es ponerlo en encarcelamiento preventivo, y dudo mucho que lo acepte.

– Tendrá que aceptarlo en algún momento – Acotó con notoriedad, ya que ella estaba al tanto de que los brazos de ese joven serían los que cuidasen de su pequeño paciente; A ambos les impresionó bastante cuando Itachi se los mencionó en su momento, y Ren mentiría si dijese que no tuvo en mente algún comentario astuto sobre el asunto. Ahora, sin embargo, solo se encontraba pensativo.

– No necesariamente, si llega con el niño en brazos podría negarse a la cárcel alegando que un bebé Uchiha corre peligro en Konoha sin la supervisión adecuada.

– Me gustaría pensar que es una exageración... – Tristemente no podía negar que estaba hablando de un gobierno que había mandado a ejecutar a cientos de niños Uchiha antes, por lo que no sería mucha sorpresa que varios de los residentes quisieran arrancarle los ojos al nuevo miembro del clan – Aún así no podrían dejar a Sasuke sin castigo.

– Lo podrían encerrar en otro lugar – Resolvió él sin mucho apuro – Quizás hasta le dejen quedar en su antigua casa pero siendo custodiado por ANBU o algún ninja de alto calibre que sea de confianza.

– ¿Hatake Kakashi, tal vez?

– No sé si tendría tiempo con esto de que lo quieren nombrar el siguiente Hokage, aunque apostaría a que tiene algún par de compañeros que se ofrecerían para vigilar a su rebelde ex alumno.

"A los dos" Pensó Deidara al recordar los pequeños comentarios que había intercambiado con Itachi sobre la terquedad del contenedor del Kyubi, así como la vehemencia con la que de seguro se ofrecería a vigilar a Sasuke junto a su sobrino aún si no tuviera idea alguna de como cuidar bebés. Intuía que al final incluso si se lo negaban encontraría la forma de ver al Uchiha, colándose entre la seguridad y siendo parte del escuadrón de vigilancia aún si nunca se lo hubieran permitido.

Imaginar que ambos – tanto el adolescente como el pequeño monstruo – estarían seguros a pesar de todo solía darle tranquilidad, pero la sensación que le seguía oprimiendo la cabeza no le dejaba procesarla claramente.

Kaiyah bufó con algo que se asemejaba a una profunda frustración.

– Si tan solo Itachi le hubiese dicho del bebé las cosas no habrían sido tan complicadas.

– Acuérdate que Sasuke le tiene rencor por lo que sucedió con el clan Uchiha, ¿Que te hace creer que un bebé haría la diferencia?

– No cambiaria nada en cuanto a su rencor, pero si podría haber evitado que atacase a Deidara – Quizás fuese una teoría poco plausible, pero sabía de antemano que Sasuke nunca tuvo intenciones de ser el asesino que era actualmente, y de saber que existía en el interior de aquel ninja renegado un hijo de su hermano, posiblemente su conciencia no le fuese permitido lastimarlo de gravedad; El si habría decidido tomarlo de rehén o no es algo que nadie podia saber, pero cualquier cosa era mejor que el resultado de aquella pelea – Itachi solo apareció porque ambos se estaban poniendo en peligro, de no ser así pudo haber esperado a que él se fuera antes de aparecer.

– Quien sabe – El médico desvarió un poco en lo que sopesaba las posibilidades – Lo único que no me puedo sacar de la cabeza es que si el tipo supuestamente es un genio debió encontrar una manera de solucionar ese asunto sin tanto drama.

– Quizás simplemente no pudo.

– O no quiso.

– No digas eso – La mortalidad de su tono fue crítica, acompañada de una frialdad que seguramente se debía a la convivencia que compartió con el aludido en su niñez – Itachi habría dado lo que fuera por quedarse.

Su compañero no se vió intimidado por su actitud, pasando a comentar despreocupadamente algo que Deidara no sabía que internamente también pensaba.

– Pues seguramente habría dado mucho, pero no todo, porque por algo no está aquí.

– Él tomó su decisión, no está en nuestro derecho el cuestionarsela.

– No le cuestiono – Pronunció el pausadamente para prevenir una futura discusión sobre un tema que ya no tenía solución – Solamente digo que quizás esto era importante para él, pero no tanto como para disuadirle de partir.

A Deidara le habría encantado que la actitud bondadosa de la Hyuga soltase un comentario a favor del fallecido, algo que impidiera su mente acercarse al vacío que no paraba de tentarle. No obstante, ella no siempre tenía algo positivo que decir, por lo que su única respuesta resultó ser un murmullo bajo y cargado de incertidumbre.

– No lo sé...

– Solo piénsalo, si no es así ¿Por qué no está aquí ahora?

Algo tumultuoso había comenzado a mezclarse con la agria sensación que le corroía el pecho, y antes de poder asimilarla por completo volvió a encerrarse en los confines de su habitación.

Aquella fue la primera vez que las cuatro paredes no le produjeron ningún tipo de confort, al contrario, ver tal cantidad de preciosos objetos le hizo recordar todos los momentos que habían vivido, los mismos cuyo significado no valió nada al momento de separarse de él; Hubieran podido seguir fabricando más sueños, más esperanzas, más ilusiones... pero entre ellos siempre habían existido muchísimos obstáculos, y de todos, aquel que simplemente nunca tuvo solución, fue la existencia del mismo Sasuke.

Deidara repasó con la visión borrosa todas y cada una de las cosas que Itachi hizo en sus semanas de autodescubrimiento, muchas estaban terriblemente mal hechas, portando una estructura terrible que nunca le importó porque fueron fabricadas con mucho empeño; Algunos dibujos no se entendían, la mayoría de sus esculturas no tenía forma, los textos que escribió no era comprensibles en ningún idioma y sin embargo se habían reído tanto haciéndolos que para él valían más que cualquier otro libro o poema en el mundo. Habría sido perfecto que Itachi contase con más tiempo para seguir explorando el mundo, disfrutando de una libertad que nunca había tenido.

Tal vez Akatsuki a él le había quitado las alas, pero Sasuke le arrebató a Itachi las suyas y sin embargo jamás se quejó por ello.

De su boca escasamente salían palabras que reflejaban su dolor personal o la carga que pesaba sobre su espalda, la mayoría de la veces solo se quedaba en silencio, observando en la penumbra la silueta de aquel cabello rubio en su habitación en Akatsuki; Le seguía llevando ahí cada que podía, y Deidara escasamente se negaba, disfrutaba la sensación de estarse apoderando de algo que solo le pertenecía a un Uchiha, pero aquella madrugada pudo darse cuenta que quizás se estaba apropiando inconscientemente de algo más.

Casi no quedaban miembros en la base ese día por lo que no debería escuchar tanto ruido a su alrededor, y no lo hacía. Lo único ruidoso en esa habitación, mientras Deidara se hallaba sentado sobre  sus piernas, fue el latido de ese maltrecho corazón bajo sus dedos, así como el susurro de unos ojos negros que, al mirarle, parecían querer decirle algo que no era prudente para ninguno de los dos.

«No pierdas tu tiempo, no vale la pena» Le había tirado la misma indirecta a todos los amantes que alguna vez sintieron hacia su persona algo remotamente parecido al cariño, y también se lo dijo a él, pero pudo notar en aquella ocasión – por la forma en que sus dedos acariciaban sus labios y sus ojos de deshacían al tenerlo tan cerca – que no le había hecho mucho caso.

– Es una estupidez – Murmuró entonces, aún con su mano delineando la curva de su boca; A Itachi su aliento le calentó la piel, y se encontró profundamente estremecido por la sensación.

– ¿Que cosa?

– Eso que estás pensando... – Aclaró sosteniendo su muñeca y pasando el pulgar por la venas irritadas que sentía bajo su pálida piel – Es una completa estupidez.

Cuando Itachi alzó la cabeza para ver sus ojos, existía en ellos una curiosidad que solo se comparaba a la intensa expectativa que realmente sentía.

– ¿Cómo sabes que estoy pensando en ello?

El artista entonces recorrió la oscura y prolongada línea que eran sus ojeras con la otra mano, haciéndole cerrar los ojos un segundo. Él tocó sus párpados, el puente de su nariz y finalmente rodeó su rostro, acercándole lo suficiente para que pudiese ver que la misma quebradiza, prohibida y afectuosa chispa que habitaba en el negro de sus ojos, también lo hacía en el azul de los suyos.

– Porque yo también lo hago.

Jamás pudo definir si lo que les impulsó a tenerse con tanta intensidad aquel día fue la revelación del sentimiento mutuo que lentamente estaban cultivando o la fatídica aceptación de que no podían dejarlo crecer. Era necesario cortarlo de raíz así como cualquier tipo de ilusión que pudiera existir, pero ya fuese por avaricia o simple negación, nunca pudieron hacerlo por completo.

Deidara ahora entendía que el motivo de aquello era que simplemente no quisieron resignarse, prefirieron existir creyendo que verdaderamente tenían una oportunidad, y de no haber sido por Sasuke, quizás la hubieran tenido.

Al inicio sus pensamientos fueron de lo más inofensivos, pero muy pronto pasó de imaginar una relación que jamás tendría a un mundo en el que jamás hubiera existido Sasuke Uchiha. Un universo en el que su presencia no fuese el obstáculo que le había quitado la poca felicidad que logró conseguir en muchísimo tiempo; Parte de si mismo aun tenía presente que Sasuke era tan víctima como el resto de niños Uchiha que perecieron aquella noche, pero por más que lo intentaba ya no podía verlo de esa forma. Él ya no era un niño por mucho que Itachi no lo quisiera ver, era un adolescente vengativo, resentido y lleno de odio al cual no podia evitar adjudicarle todo el mal que estaba sufriendo ahora.

Sabía que era egoísta, que él más que nadie comprendía lo que era vivir con traumas familiares... es solo que mientras más lo pensaba, más le era imposible no pensar él, en la carga que su mera existencia había representado para Itachi y como eso le había hecho escogerle por encima de cualquier otra persona... incluso él.

Deidara había estado sufriendo una revelación tras otra durante esas semanas difíciles; Ese día, descubrió lo mucho que le dolía saber que siempre estaría detrás de Sasuke, ocupando el segundo lugar.

Tuvo una especie de ataque silencioso, con la más furiosa de las iras quemandole la sangre. Sentado en el suelo pensó en un montón de diversas formas de deshacerse del Uchiha, apenas deteniéndose de llevar a cabo esa locura cada vez que unos toquecitos estiraban su piel, sabía que enojarse solo le ponía más errático, pero pensar en la estabilidad del monstruo no era fácil cuando él ni siquiera era capaz de mantener la suya.

Lo máximo que llegó a hacer fue patear un costado de su cama hasta hacerla chocar contra la esquina de su habitación, poco le interesaba si sus invitados le escuchaban, estaba demasiado ocupado decidiendo si destruía el inmueble con sus propias manos o simplemente se hundía en él de nuevo, atesorando en el proceso cada partícula microscópica que le recordase a su presencia.

Un calambre trepó a su pierna izquierda cuando fue a levantarse, pero no alcanzó a sentarse otra vez cuando la piel de su abdomen se estiró con rudeza, sobrecogiendole con ese insoportable ardor que le quemaba por fuera y lastimaba por dentro; Al estar más acostumbrado a pasar por esa situación sabía que pasos seguir si quería hacerlo más llevadero, lastimosamente su roto corazón no le estaba cooperando tanto como debería.

"Está bien, pasará pronto..." Él le había frotado los hombros una vez, distrayendole con atenciones y murmurando en su oído con cariño "Esto jamás podrá contigo"

"Y nada debía poder contigo tampoco... " Se mordió el interior de la mejilla, pensando en como Itachi siempre logró anteponerse a los pormenores de la enfermedad, venciendo a adversarios fuertes y llegando con apenas unos cuantos rasguños. De esa manera debió continuar siempre, pero él se había rendido, y ahora solo le quedaba la amargura de los recuerdos.

– Veamos, ¿Hiciste lo que te sugerí el otro día? – La voz de Kaiyah resonó lo bastante cerca para hacerle espabilar con un confuso parpadeo.

– ¿Que cosa?

– Los consejos, Deidara  – Ella se puso las manos en las caderas, evidentemente inconforme con su falta de atención – Los que te di para que mejorase tu respiración.

– Ah, eso – Se llevó distraídamente una mano a la cabeza al recordar – Si lo hice, pero no funcionó.

Su doctora le recomendó en su momento que intentase dormir del lado izquierdo para mejorar su sistema respiratorio, evitando hacerlo sobre su espalda para no comprimir sus órganos, así como también tomar unos cuantos minutos al día para mentalizarse sobre los procesos de su cuerpo. El porqué de eso último no tenía muy, pero ella insistía en que hacerlo le daba una oportunidad a su cerebro de analizar su situación y también evadir la asfixia mental. Confiando en ello, Deidara lo intentó todo, el problema es que dormir de lado tendía a acelerar su apetito en la madrugada, y asimilar los cambios que estaba pasando solo conseguía deprimirlo al recordar su mala suerte, de modo que se había quedado más insatisfecho que antes.

La Hyuga suspiró al notar que algunas cosas con su paciente simplemente nunca cambiarían.

– Ven, intentaremos esto – Gracias a la ausencia momentánea de Ren, ella tuvo todo el espacio del salón principal para hacerlo sentar en el suelo y cruzar las piernas, una vez allí se ubicó a su espalda y dió un toquecito a su omóplato derecho – Primero que nada necesito que te sientes derecho – Con una mano presionó en su espalda media y con la otra tiro hacia atrás sus hombros, buscando que enderezara la columna – ¿Puedes quedarte así?

– Podría, pero esto pesa demasiado como para relajarme – Para lo inofensiva que podía parecer esa barriga a veces, era sorprendente la cantidad de veces que se las apañaba para jorobarlo con sus kilos extra – No creo poder hacerlo mucho tiempo, a menos claro que quieras que se me parta la espalda en dos.

– Mmm... aguarda un segundo – Se alejó casi saltando hasta un extremo, regresando un momento después para ponerle un cojín grueso debajo de su abdomen – ¿Y ahora?

Deidara inspiró hondo al sentir como aquel soporte alivianaba la presión en su espalda.

– Mejor.

– Muy bien, ahora practicaremos con tu respiración.

Al principio la idea de someterse a clases de respiración no le pareció muy lógica, en especial cuando contaba con un monstruo cabezón que no paraba de presionarle el diafragma y los pulmones, sin embargo, la experiencia no fue tan improductiva como había creído; Kaiyah le instruyó en diferentes tácticas, desde inhalar profundamente por la nariz y exhalar por la boca hasta retener unos segundos el aire y luego soltarlo como si deseara apagar una vela, guiandolo en todo momento una voz suave y conciliadora que se mezclaba con los esporádicos graznidos del cuervo y el canto nocturno de los grillos.

– ¿Cómo te sientes? – Veía como mantenía sus ojos cerrados, y la falta de ceño fruncido le alegró tanto como la pequeña sonrisa que esbozó al responder.

– Menos moribundo.

– Lo tomaré como un logro – A pesar del tono cómico, si sentía bastante conforme a nivel profesional; Su felicidad fue tanta que decidió coronar aquella sesión con una suave presión en los músculos de su espalda para que que pudieran relajarse un poco más, terminando con un firme pero armonioso masaje.

Aquella acción indudablemente logró calmar la rigidez de sus músculos, contrastando enormemente con el profundo vacío que le provocó la llegada de otro recuerdo.

– ¿Desde cuándo sabes dar masajes? – En aquel momento su cuerpo yacia sentado sobre la cama, reprimiendo entre sus labios apretados un suspiro de gozo en lo que Itachi seguía atendiendo sus hombros con dedicación.

– No sabría decirte, nunca lo había intentado – La transparente sinceridad de su respuesta le tentó el sonreír con cierta travesura.

– Oh, eso sin lugar a dudas verifica mi teoría sobre tus orígenes satánicos, de no ser así no creo que pudieras dar un masaje tan bueno.

El sonido de su risa fue bajo pero enérgico, colmado de esa comodidad que solo conseguía estando a su lado.

– Es bueno saber que te gustan.

– Mucho más que eso – Se estremeció por el placer que sus dedos le causaban al hundirse en los lugares precisos, casi haciéndole olvidar sus siguientes palabras – Aunque admito que me ofende que te salgan tan bien sin ningún esfuerzo.

– ¿Crees que no me esfuerzo? – Su interrogante fue ligeramente cómica, apenas inclinándose un poco para verle de reojo con una ceja alzada.

Él se encogió de hombros.

– No tendría sentido que lo hicieras, a menos claro que quisieras impresionarme, y eso no pasa muy a menudo.

– Si lo hace – Aún teniendo encima el peso de mirada escéptica, no se abstuvo de confesar en voz baja –: Solo que no siempre funciona.

Deidara giró la cabeza para observarle por unos segundos, y al ver que no cambiaba en lo absoluto de parecer, la reticencia se transformó en incredulidad.

– ¿Es un chiste, no?

– No – Se vió tan tranquilo al respecto que el otro no pudo evitar fruncir el ceño con apatía.

– Cómo no – Bufó a medias – Jamás he visto que intentaras llamar mi atención.

– Bueno, eso es prueba de que no tuve éxito – Su comentario fue lo bastante gracioso para sacarle una impulsiva sonrisa, aunque no tanto como para mermar su curiosidad.

– ¿En qué momento hiciste algo como eso?

– En la azotea de Akatsuki – Por la remarcada obviedad que conllevaban sus palabras, casi podía decir que era muy despistado por no haberlo notado antes – Me quedé la primera vez porque esa había sido la intención, si seguí volviendo fue para verte a ti.

– ...Creí que ibas a encontrar paz interior o algo parecido – Seguía viéndose desconfiado aún si lo poco discreto de su alegato le enrojeció la punta de las orejas; Si Itachi lo notó, no dió nuestras de ello.

– También – Hizo una pausa en lo que parecía rememorar el pasado – Digamos que era algo bastante confuso en ese momento.

– ¿Y ahora?

– Lo sigue siendo, solo que he decidido quedarme.

– ¿Por cuánto tiempo? – Fue una pregunta seria que obtuvo la pausa momentánea de su masaje. Esperaba un diálogo, una mirada solemne o incluso una promesa, pero lo que recibió a cambio fue mejor en cierto modo: Sus manos se detuvieron unos segundos antes de deslizarse por la piel de sus brazos y luego colarse entre ellos para rodear su abdomen, acercándole antes de dejar caer la cabeza en su hombro.

– Todo el que necesites.

"Siempre fuiste un buen mentiroso..." Llenarse de impotencia era muy sencillo cuando revivía momentos como esos y los comparaba con lo que estaba viviendo ahora. Los masajes de Kaiyah no eran malos en lo absoluto, el problema es que no tendría que recibir minucias de nadie si él hubiera cumplido con su promesa, así como tampoco se habría creado un mundo utópico que luego tendría que abandonar, no tendría un espeluznante dolor de columna por las noches de insomnio y su doctora tampoco estaría ofreciéndole una caricia que solo le recordaba a lo que Itachi jamás podría volver a ofrecerle.

Él había muerto, y aún si no lo hubiera pretendido, una parte de su espíritu murió con él.

– ¿Deidara? – Preocupada al notar que estaba cabizbajo, ella se sentó para poder verlo de frente.

Su paciente no le respondió enseguida porque se había perdido momentáneamente en la última frase que el Uchiha le dijo en ese recuerdo, y en la gran mentira que resultó todo al final; Podría creer que al menos hizo el intento de quedarse el mayor tiempo posible, pero era demasiado egoísta como para aceptarlo. Su promesa había sido hecha con el fin de abarcar hasta el día que ya no lo necesitase, y rememorarlo solo le certificaba que le había mentido.

"Aún te necesito"

Y sin embargo, ya no estaba.

La Hyuga había estado considerando seriamente el sacudirle un poco cuando escuchó su voz llamarle en una nota contenida.

– ¿Kaiyah?

– ¿Si?

– ¿Realmente mejora alguna vez?

– ...Si – Tomándose un poco más de libertad, frotó un poco su espalda con una expresión pacífica y tranquilizadora – Siempre duele, algunos días más y otros menos, pero habrá un día en el que aprenderás a vivir con ello, y cuando eso pase te darás cuenta de lo verdaderamente fuerte que puedes llegar a ser – Aún si le conocía lo bastante como para saber que no soltaría ni una sola lágrima en su presencia, se sintió lo bastante cercana como para preguntarle un suave –: ¿Necesitas algo más?

Deidara no le ofreció una respuesta verbal, pero dejó mucho que decir cuando, apenas unos segundos después, se dejó caer hacia un lado, acomodando su rostro sobre el muslo de Kaiyah y volviendo a cerrar los ojos cuando ella le acarició el cabello de la misma forma que su madre e Itachi habían hecho alguna vez; Ambos se habían ido, y aún si no contaba con la certificación de que sus doctores harían lo mismo, decidió darles un voto de confianza porque sabía – ese día más que nunca – que en ese momento de su vida lo que menos quería era estar solo.

El bajón de energías le duró casi toda la noche, pudiendo olvidarlo solo cuando le sobresaltó en plena madrugada la sensación de un rítmico palpitar en su abdomen.

"Otra vez..." Suspiró con desgana, era la tercera vez que le daba hipo a esa hora, por lo menos en esa ocasión no estaba durmiendo, ya que no existía nada más incómodo que despertarse creyendo que le están llamando cuando en realidad solo es su polizón entrenando el diafragma.

Tardó media hora en dejar de hacerlo, quedándose solo con los usuales e indiscriminados estiramientos que solía hacer; Tenía la opción de comer para apaciguarle, pero él se quedó viendole por alguna razón, detallando las ondulaciones que hacía sobre su abdomen. Al parecer se había aburrido muy rápido de patear sus órganos y ahora solo jugaba con el chakra y lo blando de su piel, dibujando figuras imaginarias como supuestamente Sasuke hizo en su momento.

Un pequeño bulto surgió en uno de sus costado por más tiempo de lo usual, y él le colocó superficialmente un dedo encima, sintiendo la dureza de su piel pero también los relieves que conformaban los dedos de esa pequeña mano. Se encontró entonces detallandola con la punta de su dedo, haciendo el mismo proceso cuando escondió su mano y decidió estirar un pie.

Fué en medio de ese proceso que pudo reconocer que solo sentía curiosidad, y que el desprecio que antes le había impedido dormir ahora solo era una incertidumbre que de vez en cuando se transformaba en temor; Comprendió finalmente que jamás sintió odio por el pequeño monstruo, es solo que su existencia le había asustado con tal intensidad que el desprecio se transformó en la única manera de afrontar el tema.

"...Ya te veo" Le costó muchas tragedias y casi nueve meses, pero al final el chakra se había aclarado lo suficiente como para dejarle ver aquel vórtice de chakra que ahora era una energica bolita con patas que no paraba de sacudirse, aplastando eufóricamente sus extremidades al verse finalmente bajo el foco de su atención. Incluso se atrevió a darle un cabezazo, empujando su cabecita con tal esmero que le hizo retener un ruido de gracia; Estaba al tanto de que se le estaba burlando, pero en vista de su monstruo no podía quejarse al respecto, decidió cumplirle el capricho por primera vez, depositando su palma en dónde sabía que estaba. No pensó que funcionaría igual ahora que no contaba con Itachi, pero resultó incluso más fácil, lo único que tuvo que hacer fue dejar la mano ahí y más temprano que tarde el monstruo volvió a dormir.

Acompañarle habría sido una buen idea de no haber estado tan ensimismado viendo su propio cuerpo, Deidara recién caía en cuenta que apenas se había mirado a si mismo desde que aumentó su talla, y aunque seguía creyendo era una visión monstruosa que le produjo cambios desfavorables – y permanentes – a su físico, en cierto modo también era algo impresionante; Sabía que nunca lo vería de la manera que lo hacían los demás, que su acto de buena fé no era ni de cerca el amor que debía sentir y probablemente nunca lo sería, no obstante, estaba cómodo con ello y eso era lo único que importaba.

Una revelación diferente surgió en su mente justo cuando decidió irse a dormir, avivandole un poco cuando reaccionó al hecho de que había pasado semanas devastado porque creía que Itachi se marchó para siempre, cuando no era totalmente así.

"Quedas tú"  Era evidente que jamás podría sentir hacía su monstruo lo mismo que sintió por Itachi. Aquello siempre lo recordaria como una de sus relaciones más hermosamente tormentosas, su primer vínculo verdadero en muchos años y el puente de salvación por el que consiguió su libertad; Para él había valido la pena aún si nunca fue fácil, y por el respeto que siempre le guardaría a su memoria se encargaría de cuidar hasta donde pudiese lo último que quedaba de su herencia.

Asumir tantos pensamientos profundos le hizo decaer, y aún así logró mantenerse en calma, esbozando finalmente su primera sonrisa genuina desde el día que le vió partir. "Estaré bien"  Sería difícil, complicado y lo más probable es que desearía desaparecer en más de una ocasión, pero ahora estaba confiado en que lo lograría. Lo hacía porque lo había hecho antes, porque confiaba en su propia fortaleza y por sobre todas las cosas... porque tenía una última misión que cumplir.

"Estaremos bien" No quitó la mano de su lugar cuando se giró hacia un lado, acomodandose para dormir junto a su monstruo con la mayor de las tranquilidades.

Itachi había cumplido con su promesa, y ahora que era libre, era su turno para cumplir con la suya.








Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

1) Este capítulo se ubica después del arco de la invasión de Pain, ya que cuando se menciona que Kakashi está siendo considerado para ser Hokage es justamente porque Tsunade está herida por la batalla previa.

2) Si los médicos no supieron que Deidara estaba escuchando no es porque sean inútiles, sino porque él actualmente con tanto chakra es como una supernova, su presencia se siente en todas partes y al mismo tiempo en ningún lugar, eso depende de cómo lo maneje o si quiera pasar desapercibido.

3) Lo reitero: Deidara jamás odió a la cría, simplemente le fastidiaba que eso le estuviera pasando a él.

4) A Deidara en particular le costó asimilar la muerte de Itachi porque nunca tuvo vínculos muy fuertes, Sasori fue la gran excepción y sin embargo el estar en Akatsuki le obligó a mantenerse estoico la mayor parte del tiempo. En este caso es diferente porque 1) Está solo, 2) Está preñado, y 3) El que se le murió fue el esposo. Díganme ustedes si no tiene justificación para andar triste aún siendo un personaje tan necio.

Listo, ahora sí.

El cuervo al ver que Deidara entró en crisis solo porque se fue a tomar agua: Verga, me voy diez minutos y todo se va al carajo xD

Y pues bueno, ¡Al fin Deidara se animó a interactuar con el bebé! A mí me dió ternura, la verdad. He de admitir que este capítulo no estaba planeado en borradores pero me gustó la idea para así enfocarme más en el dolor de Deidara y también ofrecerle una oportunidad de tener un momento a solas con el pequeño monstruo. Lo hice en un solo día, ¿Me lo pueden creer? Que epica soy xD

¿Les pareció bonito? A mí sí, me morí de ternura pensando en la comodidad que debió sentir la pequeña cría al ver que Deidara por fin le prestó atención. I mean se supone que para ese punto los bebés reconocen el tacto y la voz de sus padres, y como el monstruo es sensible a la energía, pues lo siente mucho más. De solo pensar en su emoción me da una sensación bonita UwU

Solo los que se leyeron Inevitable Destino saben porque Ren anda tan feliz xD

Antes de finalizar me gustaría plantearles una idea que se me ocurrió cuando hacia el borrador del capítulo 26, y es la siguiente: ¿Recuerdan el mundo alternativo del que Itachi y Deidara hablaron en su último día juntos? ¿Ese en el que se conocieron sin ser criminales? Bueno, ¿Que les parecería un fanfic de eso? XD Y si, stoy consiente de que hay muchos fanfics en los que se trata el tema de como habría sido el mundo ninja sin la masacre de los Uchiha pero yo tengo ideas diferentes, aparte que no estaría divertido el privarme de hacer algo solo porque otra persona ya lo hizo. Eso sin contar que me gusta ser detallista así que por supuesto no solamente habría romance, comedia, puteria y zorrismo sino que también rollos políticos, alianzas, conflictos familiares y una visión un poco más extendida a lo que sería el clan Uchiha y el desenvolvimiento de Deidara dentro del mismo (Obviamente pienso leer mucho el material original para sacar teorías creíbles, así que no se preocupen por eso. Más bien preocupense el día que no lea xD)

Sería una historia apegada al canon como esta, solo que con sus diferencias, aparte de que la primicia ya la tienen en el capítulo en cuestión. Diría que podrían salir como veinte capitulos pero ustedes y yo sabemos que no se me dan los fanfics cortos (Inefable originalmente iban a ser tres capítulos XD imagínense lo demás) así que lo más probable es que salgan de 25 a 30 capitulos. 

Posdata: Saben que a medida que voy haciendo más fanfics también me arriesgo más con las escenas de sexo, así que si llego a poner algo caliente, quizás sea más explícito de lo que acostumbro. Eso sí, no les prometo mucha calidad xD Aún estoy aprendiendo. Estoy chiquita.

Aparte también querría saber que les parecería hacer un par que pequeños extras sobre momentos que no se vieron en esta historia (Inefable) no serían muchos ni tampoco muy largos, apenas dos o tres, pero me intriga saber su opinión.

Los quiere, Menma.


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