Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mis amores, les tengo buenas y malas noticias, la buena es que decidí actualizar antes porque este es mi capitulo favorito, está muy cómico y espero que se diviertan como yo haciéndolo UwU

Y la mala: Necesito plata xD No, en serio, ando con muchos gastos ahora así que voy a enfocarme las próximas semanas en trabajar para salir de deudas y comprarme unas cositas que me merezco, así que nos estaríamos leyendo de nuevo más o menos como por el 20 de noviembre xD 

Si de por casualidad quieren matarme ahora no me imagino como quedarán con el cliffhanger que le metí a este capítulo XD pero solo diré que se tendrán que esperar un poquito para saber la continuación jaja 

Edmary, se que sufriste mucho con el anterior capítulo así que espero que este te anime un poco, lo hice más pasable y cómico con la intención de recompensar las lágrimas xD

Kaory, te traje rápido la continuación para que veas que la cosa aún no termina jaja espero que disfrutes esto.

Zidiaaaan, cariño! Sabes que me encanta alegrarte, así que ojalá este nuevo capitulo te haga muy feliz OwO

Pequeña uva, ahnelare oír tus risas cuando llegue el momento, así como la culicardia anal que espero que te dé en cierto punto. Hashtag Te amo :3

Se les quiere muchísimo a todos UwU 

Posdata: Les quiero recordar que hay rumores de que Amor Yaoi podría cerrar sus puertas en cualquier momento, algunos dicen en diciembre y otros que en algunos años, de manera que no olviden que en mi perfil he adjuntado el Link de mi cuenta en Ao3 para que lo guarden, de todas formas sigo manteniendo mi nombre original por allá. Se que es una noticia jodida, a mi también me afectó en su momento, pero tengamos en cuenta que esta página está prácticamente abandonada, de modo que no sería sorpresa que un día la página desaparezca. Así que si tienen algun fanfic en esta plataforma que les guste traten de guardarlo en caso de emergencia.

En fin, igualmente yo seguiré publicando en ambas plataformas, o sea esta y Ao3 (En Wattpad nunca, si ven mis fanfics ahí me avisan que no soy yo) así que si algo malo llega a pasar, sepan que estaré por allá UwU 

Ahora sí, lean tranquilos.

 

XXVIII parte I

The sky is blue, cold and silent

This room is quiet, my mindon you

You fill the space with pure amazement

In fear of failing in something new

 

– Kaiyah.

– ¿Mmm?

– ¿Recuerdas lo que habías dicho sobre Itachi? ¿Que algún día querría que estuviera aquí?

– Si, ¿Por qué?

– Tenías razón.

– Ay, Dei...

– Me gustaría que estuviera aquí para romperle la maldita cara.

A La Hyuga se le abrió la boca con incredulidad en lo que su colega de trabajo, mas revoltoso y menos discreto, se sacudió en medio de una risa histérica que casi lo deja sin aliento; Deidara apenas tomó en cuenta sus burlas, estaba demasiado ocupado maldiciendo todo lo habido y por haber en el universo.

Tal como vaticinó en su momento, la etapa de duelo fue complicada y exhaustiva, casi apagando todo su fuego en más de una ocasión. No obstante, aceptar algo compañía le hizo bien, así como algunos recorridos alrededor del terreno en su ave y el llevar una mejor relación con el polizón que le pateaba los órganos. Evidentemente no era una solución mágica para la perdida de alguien tan significativo – sabía que llevaría tiempo superarlo por completo – pero él era bastante obstinado, por lo que haciéndose a la idea de que estaba tomando el rumbo correcto por primera vez en años, se centró en si mismo y en los meses que le quedaban por recorrer.

Al final la transición terminó siendo más instructiva que cualquier otra cosa, aunque poco reparó en ella luego de un tiempo, ya que existía una ligera cuestión que comenzó a ocupar todos sus pensamientos.

– ¿Cuánto era que llevaba? – Estaba al tanto de que no era la primera vez que hacía esa pregunta, pero su impaciencia le impidió avergonzarse al respecto.

Ren reprimió el fuerte deseo de burlarse.

– Con esta son treinta y siete semanas.

– ¿Son nueve meses ya, no?

– En efecto – Aunque sabía de antemano que su paciente era perfectamente capaz de contar por su cuenta, tampoco olvidaba que era un ninja terco y presuroso la mayor parte del tiempo. De manera que no le sorprendió cuando soltó un quejido frustrado antes de hacer el dichoso comentario.

– ¿Entonces por qué no sale?

– No tendría por dónde ¿No crees? – Antes de que a Deidara le diera por arrojarle la lámpara a la cabeza, él alzó las manos en son de paz – Mira, si aún no pasa nada es simplemente porque todavía no está listo para salir. Debes darle tiempo.

En aquella instancia, y por ser la primera vez, Deidara se forzó a mantenerse a sereno. Ahora que podía disfrutar algo de intimidad de vez en cuando con su monstruo no se tomó a mal el tener que seguir esperando, por lo menos al principio, pero desafortunadamente y a medida que iban transcurriendo los días, sobretodo luego de haber marcado los nueve meses completos en el calendario, al artista le fue imposible no sentirse embargado por una sensación de ansiedad que lentamente se transformó en impaciencia.

– ¿Y? – Una semana después, él aguardó expectante y ligeramente ansioso a que Kaiyah terminase de hacerle su siguiente revisión para mirarla con interés; Esperaba escucharla decir las palabras mágicas, y por ello no tuvo buen presentimiento cuando giró a verlo con una mueca de simpatía.

– Lamento informartelo, Deidara, pero aún le falta crecer un poquito más.

– ¿Cómo que más? – "No tengo más que dar" Sus ojos se ampliaron al repasar aquella inmensa barriga que apretujaba sus órganos sufrientes, imaginandosela más grande y a él más desequilibrado de lo que ya estaba – Si crece más podrá tocar música con mis costillas.

Kaiyah se rió, no deseaba potenciar su crisis pero se le hacía difícil no divertirse con sus ocurrencias.

– No lo hará, aunque no lo creas es un bebé algo pequeño, apenas mide cuarenta y cinco centímetros.

"Pequeño, mi culo" A duras penas lograba levantarse en la mañana, era un ninja entrenado de rango S y aún así debía rodar pateticamente sobre su cama para poder enderezar su cuerpo; No le importaba si esa medida era poca para el estándar de los recién nacidos, si ese monstruo llegaba a sumar más centímetros estaba seguro de que no tendría otra forma de transportarse más que rodar por las escaleras.

– ¿Entonces que tanto va a crecer?

– En tamaño quizás un centímetro o dos, ya en cuanto a lo demás no sabría decirte con exactitud, su desarrollo siempre ha sido raro así que solo nos queda esperar hasta que decida salir por su cuenta.

– Moriré antes de que eso pase – Se quejó con los hombros caídos en lo que una entusiasta Kaiyah le apretaba la mano.

– ¡Vamos, no te desanimes! Has aguantado todo este tiempo muy bien, ¿Que son un par de semanas más?

"El maldito infierno" Gruñó Deidara ese mismo día cuando no pudo agacharse para recoger la figura de arcilla que se le había caído, estuvo intentándolo de tantas maneras que bien podría haber formado parte de un club de contorsionismo, rindiendose al cabo de diez minutos y pateando la escultura que se terminó partiendo en dos, formando así un total desastre que veía difícil de limpiar si los instrumentos de limpieza estaban al fondo del gabinete más bajo del baño.

Sentía que moriría antes de que pudiera deshacerse de esa barriga, y los dolores tampoco colaboraban mucho para potenciar sus ganas de vivir; Le dolían los huesos, en especial los de su pelvis, también los músculos de su espalda, hombros, cuello y ni que decir de sus piernas... a veces creía que se mantenía en pie por obra y gracia del espíritu Santo, porque la voluntad hace rato se le había acabado y no tenía idea de en dónde conseguir más; Se la pasaba sofocado, viviendo en una rutina eterna de querer aplastarse en el sofá todo el día y no poder hacerlo por el escaso espacio que quedaba en su vejiga. Literalmente iba tantas veces al baño que estaba considerando dormir en la bañera.

– ¿Ya? – Apenas se cumplió otra semana, Deidara arrastró sin pudor alguno a Ren para otra revisión, terminando por formar una cara malhumorada al advertir su sonrisa divertida.

– No, aún no.

– Tranquilo... – Kaiyah estaba segura que le repetía tantas veces esa palabra al día que ya le salia sin proponérselo – Con treinta y nueve semanas sigues en el límite, hay quienes se tardan más en dar a luz.

El detalle era Deidara no se quería tardar, ansiaba demasiado que existiera algún motivo por el cual su sistema decidiera adelantar el parto, procurando en todo momento que su cuerpo estuviera de acuerdo para así tener una operación tranquila de la cual se pudiera recuperar satisfactoriamente; Lo consideraba un deseo simple, y por lo mismo se irritaba al ver que esa posibilidad no parecía estar a su alcance.

Kaiyah ya le había recalcado un montón de veces que al ser un producto hecho con más chakra que tejidos – que aparte no está conectado a su cuerpo por ningún órgano tangible – nada de lo que comiera o hiciera podía inducir el parto, esa decisión era netamente del pequeño monstruo, por lo que si aún se sentía cómodo durmiendo con la cabeza en sus costillas por un par de semanas más, él lo tendría que aguantar. Sin embargo, y aún con eso en mente, de vez en cuando se daba algunos furtivos toquecitos. No sabía a ciencia cierta como funcionaba la mecánica para instar a un bebé formado de chakra y noches clandestinas en los techos de una base criminal, pero no se le ocurría otra solución, lo máximo que podía hacer era seguir con la misma estrategia, aun si lo único que conseguía era que se molestase por interrumpir su siesta, empeorando su humor de una manera que le hacía pegarle – a su criterio, en venganza – un sinfín de puñetazos que hacían a Deidara ansiar su muerte.

– Hombre, respira – Ren movía sus manos para que las usara de guía y calmase su respiración – Entrando en crisis no resuelves nada.

– Pues sin la crisis tampoco es que haya mucha diferencia – Tenía los ojos de un moribundo dejado por la vida y no podía sentirse de otra manera al ver el platillo que Kaiyah le había hecho. Se veía sumamente delicioso y su comprimido estómago rugió por una cucharada, solo que no pudo hacerlo. Se sentía tan lleno que no podía tragar nada; Emitió un quejido – Si no muero de ansiedad lo haré de hambre.

– Espera un poco, quizás está mal posicionado y por eso no te deja comer. Al rato de seguro se acomoda y tendrás hasta espacio de sobra para comer el postre que te compré.

– ¿Saliste a comprar?

– Si – Se encogió de hombros, dándole un par de vueltas a su propia comida – No te dije porque imaginé que no querrías ir.

– Pues no, pero iré contigo la próxima vez – Necesitaba salir con urgencia, mantenerse en movimiento no era agradable pero era mejor alternativa que quedarse en casa viendo los minutos pasar como si fuesen horas – Capaz y también compro algo.

– Si insistes.

La salida quedó pactada para dos días después, pero la aparición de unas lluvias repentinas les mantuvo a todos en casa mientras esperaban a que pasara el mal clima. A Deidara no le hizo gracia y el único motivo por el cual no manifestó esa molestia fue por las atenciones de sus médicos, por lo que debió quedarse un par de días arropado en el dichoso sofá tomando el chocolate que hacía Ren y las diversas bebidas que Kaiyah le recetaba para los nervios; Mezclar tanto líquido tampoco es que hubiera sido de sus mejores decisiones, pero aceptaba que al menos le entretuvo un rato hablar con sus invitados sobre algo más aparte del futuro especialista en Taijutsu que llevaba en el vientre.

– ¿Entonces nunca supiste que pasó con tus padres? – Kaiyah solo se lo había preguntado porque Deidara tocó el tema en medio de la conversación, procediendo a encogerse con apatia.

– De hecho si, antes de entrar en Akatsuki me llegó la información de que habían muerto en un enfrentamiento y les enterraron cerca de un pueblo.

Dotado de una habilidad innata para captar hasta el más mínimo detalle, los ojos marrones de Ren le observaron con sospecha.

– ¿Y como es que milagrosamente te llegó ese dato?

– Digamos que estuve investigando durante un tiempo – Antiguamente solía avergonzarse por haberlo hecho, luego pudo asimilar que siendo tan joven era normal que el deseo de tener a su familia de regreso no se hubiera erradicado por completo; Eso le dió más paz, y también seguridad sobre sus decisiones. A fin de cuentas, eran ellos los que debieron sentir vergüenza por dejarlo tirado, no al revés – Fue una idiotez, de todas formas nunca fui a verificar si era cierto.

– ¿Por qué no?

– Lo superé, supongo – También cabía la posibilidad de que solo no pudiera aceptar su muerte, aunque luego de tantos años eso era algo que no podía importarle menos – ¿Que hay de ti? – Se fijó entonces en la mujer Hyuga con interés – ¿Tienes familia?

– Una hermana – Asintió ella mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa cariñosa – Es unos cuantos años mayor que yo, no la veo mucho porque sigue en Konoha pero mantenemos en secreto una comunicación regular. Incluso tengo sobrinos.

– Oh – Se permitió sorprenderse en lo que tomaba otro sorbo de chocolate caliente – No creí que tendrías tantos parientes.

– Los Hyuga tendemos a ser bastante numerosos, así que por lo general se espera de nosotros que tengamos una familia grande. Todos mis familiares siguieron el mismo camino, yo fui la única que decidió salirse del estándar, aunque eso la verdad me importa muy poco – No pareció mentir en lo que sus ojos relucian con algo no podía ser otra cosa que orgullo – Amo mi trabajo.

– Amén por eso, merece un brindis – En vista de que Kaiyah quería estar en sus cincos sentidos en caso de una emergencia, y que Deidara no podía beber alcohol, Ren era el único que estaba bebiendo. Sirviéndose pequeños tragos bajo la supervisión de los otros dos, ya que no querían que estuviese muy ebrio por si de casualidad llegaba el momento del parto – De otra forma no estaríamos aquí.

Considerando que Ren solo estaba ahí porque Kaiyah confiaba en su experiencia, tenía sentido que lo dijera puesto que si ella hubiese escogido otra carrera, nunca se habrían conocido; Ese hecho le hizo sentir agradecido, ellos siempre estaban por si necesitaba algo y no podía imaginarse atravesando esa situación con alguien más que no fuesen esos dos.

"Bueno, quizás alguien... " De vez en cuando la tristeza hacía acto de presencia para empañar el momento, acariciando su alma con un roce sutil y melancólico que buscaba persuadirle de caer por el mismo vórtice de dolor; Resistirse era difícil y a veces doloroso, pero siempre encontraba motivos para no deprimirse, y muchos de ellos eran gracias a ese duo dinámico que había llegado a apreciar sinceramente.

– ¿Tú qué? – Cabeceó en dirección al otro chico, consiguiendo una ceja alzada – ¿Eres huérfano de padres o de la vida? Me apuesto que las dos.

Kaiyah tuvo que fruncir los labios para no reírse cuando vió a su compañero rodar los ojos antes de esbozar una mueca burlona.

– Puede que no lo parezca, rubio, pero yo si tengo una familia – No lo había dicho con mucho entusiasmo tampoco, pero Deidara abrió los ojos de todas maneras – ¿Te sorprende?

– ¿Que un espécimen cómo tú tenga familia? Por supuesto, es aterrador pensar que existen más de tí en algún lado.

– Yo que tú cerraría esa boca, porque no eres lo que se podría decir un bien para la humanidad, y no conforme con eso te dió por crear otro idéntico a tí.

– Púdrete – De no haber estado tan cansado le pudo haber perseguido, por lo que debió conformarse con poner los ojos en blanco – ¿Entonces qué? ¿Madre, padre? ¿Tal vez tíos borrachos?

– Nah, apenas un par de cosas que hago pasar por hermanos – Sonrió a su particular y divertida manera – No tenemos la mejor de las relaciones, pero admito que mi existencia no sería igual sin ellos – En su rostro enrojecido por el alcohol se formó un gesto que quizás podía describir como levemente cariñoso, aunque desapareció tan rápido que apenas pudo captarlo – Pero que ni se te ocurra decírselos.

Tras decidir que emborrachar a su segundo médico podía llegar a ser una actividad de lo más divertida, Deidara sonrió con altanería.

– No prometo nada.

Reírse luego de tanto tiempo terminó siendo más efectivo que cualquier medicina que pudo tomar, pues aún con lo herido de su corazón y las ansias rodeando su cerebro, gozar de una buena compañía fue en parte lo que evitó que cayera de cabeza en la desesperación, aunque no por ello se siguió sintiendo inquieto con respecto al dichoso parto.

– Dime que ya – En su voz había un remarcado tinte de súplica que desgraciadamente Kaiyah no pudo satisfacer.

– Solo un poco más.

Escuchar aquello al principio le había dado esperanzas, pero a la semana cuarenta y uno era equivalente a recibir una apuñalada entre las cejas.

"Juro por Dios que estoy llegando a mi límite" Últimamente resentia el caminar demasiado, y sin embargo hasta eso decidió hacer para ver si lograba salir más rápido de aquella situación; Seguía sin odiar a su pequeño monstruo, hasta podía decir que en cierto modo le agarró algo de cariño por sus últimas semana de convivencia juntos, así como también por ser lo único que siempre le uniría a Itachi. Hasta esa instancia le cuidó como se suponía que debía hacerlo, lo único que podía pedir a cambio era que hiciera su parte y abandonara sus dominios, de esa manera podría parar de sacudirse de un lado a otro como si con ello pudieran estimular a un pequeño Uchiha que se encontraba de lo más cómodo en su sitio.

– ¿Está...? – A Deidara se le había entrecerrado un ojo en una especie de tic nervioso que surgió al echarse un vistazo cuando llegó a casa, y no era para menos.

Aquella bolita con patas se encontraba totalmente extendida, con sus pequeñas extremidades tirando en direcciones opuestas como si le diera mucha pereza acomodarse. Estaba tan terriblemente mal posicionado que su abdomen había adquirido una forma amorfa, lleno de baches y ondulaciones que le hacía asemejarse más a un meteorito lleno de cráteres que a un vientre de embarazo.

– Ya déjale dormír, a lo mejor y está cansado – Ren lo había dicho con toda la intención de potenciar su ira, y lo consiguió de una forma espectacular; Deidara gruñó tan fuerte que fácilmente se le podría confundir con un ser mitológico.

– Yo soy el que está cansado, llevo meses soportando esta mierda y para rematar se le ocurre deformarme la maldita barriga.

Llegando al rescate, Kaiyah apareció para tomar sus hombros y empujarlo de vuelta a la comodidad del sofá.

– No te preocupes, al rato de seguro se cansa y se acomoda.

– No quiero que se acomode, quiero me lo saquen – Era notorio que estaba entrando a la primera fase de la histeria que solía aparecer en los últimos días de espera, lamentablemente, lo único que podían hacer por él era distraerlo.

– ¿Por qué no mejor vamos y salimos a dar una vuelta ahora que han parado las lluvias?

– Acabo de hacerlo, ahora solo quiero dormir – "Y cortarme las venas" Añadió para si mismo con una cara de amargura que casi resultaba contagiosa para cualquier ser vivo que pudiera verla.

– Entonces ve a descansar – Tranquilamente, ella le dió una palmadita en la espalda – Te tendremos algo de comer cuando despiertes.

– Podríamos entrenar un rato luego, si quieres – Ren sabía que lo más probable es que debiera correr si decía muchas imprudencias, pero considerando que su misión era mantenerlo sano y entretenido estaba dispuesto a hacer el sacrificio.

Suspirando tan fuerte que bien pudo expulsar sus pulmones en el proceso, el artista asintió sin ganas.

– Pues ya qué.

Dormír alivianaba sus dolencias, más no su desesperación; Intentaba moldear arcilla, salir a caminar, comer algo que le gustase, tratar de matar a Ren o maldecir al duo Uchiha del que hace rato no tenía noticias, pero ninguna de esas opciones era infalible, y antes de darse cuenta volvía a caer en el mismo círculo lleno de frustración y ansiedad.

"Necesito que salgas de una maldita vez" Le había hablado más veces en las últimas semanas que en todo el embarazo, logrando superar con éxito la faceta de incomodidad con respecto a acariciarse para pasar a otra totalmente opuesta. Ahora era raro que pasara un día sin fastidiar al pequeño monstruo, ya sea profiriendole toquecitos o roces más suaves cuya única finalidad era estimularlo de alguna u otra forma. Lo más insistente que llegó a hacer fue aplicarse un montón de esa crema que compró en el pueblo, creyendo que quizás así lograría motivarlo o en última instancia molestarlo, cualquiera de las dos le servía: Quizás es por ello que no consiguió ninguna, ya que al pequeño monstruo le terminó gustando tanto el gesto que durmió toda la noche y gran parte del siguiente día.

"Ironías de la vida" Cuándo quería que lo dejase en paz se removia peor que gusano con sal, y ahora que necesitaba con urgencia que se manifestase lo único que hacía era dormir.

De no haberlo llevado encima, nadie habría puesto en duda que esa bolita mañosa, necia, vengativa y alborotadora cargaba sus genes.

Caminando a su lado, Ren le echó una ojeada curiosa al verle resoplar.

– ¿Qué?

– Cargo al maldito Uchiha más flojo del mundo – Su forma de decirlo fue tan arisca y epica que el médico no se abstuvo de soltar una carcajada.

– Hombre, ¿Y que es lo que esperas que haga? Está pequeño, ni ha de saber que existe.

– A estas alturas ya era para que lo hiciera – Con su queja desmoronándose en un tono de lo más angustioso y fastidiado – No sé que mierda es lo que está esperando.

Su nuevo nivel en la escala de frustración se debia a que esa misma mañana, y tras cuarenta y tres largas semanas de espera, Kaiyah le reveló que finalmente el bebé estaba desarrollado por completo. Ya portaba el tamaño, peso y condiciones necesarias para sobrevivir fuera de su cuerpo sin ningún tipo de problema, aquello indudablemente le puso enérgico, y aún si pudiera experimentar alguna chispa de inquietud con respecto a la cesárea, igualmente frunció el ceño al ver que seguía sentado en su habitación y no encima de la mesa de operaciones.

– Si ya está listo ¿Por qué no me operan de una vez?

– Porque seguimos presentando el mismo problema – Armandose de la más sagrada paciencia, Kaiyah le habló lento para que pudiera entender – El chakra aún no es lo  bastante delgado para sacarlo, si lo hacemos ahora solo te generaríamos un dolor innecesario.

– ¿Entonces que se supone que debo hacer?

– Seguir esperando a que tú pequeño monstruo mueva la energía por su cuenta – Resolvió tranquilamente mientras él se quedaba boquiabierto – Pero eso solo lo hará cuando se sienta listo.

Aún sintiéndose próximo a sufrir una crisis violenta, Deidara le arqueó una ceja.

– ¿Desde cuándo le dices así?

Tras reparar en lo que aparentemente había sido un desliz, ella terminó por sonreír con cierto cansancio.

– Luego de pasar tanto tiempo con ustedes no es raro que se me haya pegado el apodo.

– Cierto – Cambió la cara cómica a una más acorde al nuevo desnivel emocional que estaba experimentando – Voy a morir si continúo esperando...

– Vamos, Dei, no seas tan pesimista, entiendo que estés impaciente pero andar alterado todo el día no te hace ningún bien. Necesitas tranquilizarte.

– Tranquilo voy a estar el día que deje de ser una maldita bomba humana – Se sintió resoplar con una agitación que a ella le pareció preocupante. No eliminaba el hecho de que liberar su emociones le hacía bien, pero andar de los nervios por más de un mes no era sano para ningún ser vivo, menos estando en embarazo.

Kaiyah le sonrió con amabilidad.

– Seguramente será pronto, por el momento solo sigue distrayendote y verás que el tiempo pasa volando.

A Deidara esa teoría de seguirse engañando con cosas que hacer no le convencía del todo, principalmente porque llevaba haciendo lo mismo desde que pisó los nueve meses y lo único que se le había ido volando era la cordura; Hasta podía decir que para ese punto le fastidiaba cualquier otra cosa que no fuese estar echado un sitio fresco – últimamente tendía a acalorarse bastante – su nivel de energía había bajado considerablemente el último mes, y la única razón por la cual no rechazó la invitación de Ren para pasear en el pueblo fue porque llevaba cuatro días haciendo lo mismo y necesitaba un cambio. Aunque eso, por supuesto, no le abstuvo de quejarse en todo el camino sobre la flojera del pequeño Uchiha.

– Estar formado no siempre es sinónimo de que saldrá pronto – Explicaba el doctor sin dejar de caminar a su ritmo – Porque te aseguro que si estuviera totalmente preparado ya habría hecho algo al respecto.

Deidara torció la boca.

– Pensé que a veces surgían retrasos.

– Si, pero esos son casos diferentes porque involucran un cuerpo que debe colaborar para que el niño salga. Tú, por otro lado, no puedes hacer nada de eso así que todo recaería en tu mocoso, y en vista de que está en perfecto estado eso significa que no hay nada de  malo, solo que se ha tardado un poco.

"¿Un poco?" Ironizó sin compartir un apice de su humor, pues para el tiempo que llevaba cargando con aquel monstruo dentro de su cuerpo fácilmente podrían confundirlo con un híbrido de elefante.

Al menos la visita a la ciudad tuvo la virtud de apaciguar mínimamente su carácter. Compró más equipamiento para su próxima partida y algunos dulces que se le antojaron en el camino, terminando por sentarse en el mismo puesto que le presentó el Uchiha unos meses atrás; Comió el postre silenciosa y nostálgicamente, casi pudiendo escuchar en su oido el susurro de voz diciéndole lo mucho que le gustaba aquel dulce por el mero hecho de haberlo probado con él.

Mientras esperaba que Ren terminase de comprar algunos suplementos médicos – estaba muy agotado como para seguirlo, y honestamente tampoco quería hacerlo – un suave y copioso llanto captó su atención, haciendole mirar a dónde un pequeño niño derramaba lágrimas mientras buscaba con la mirada a alguien conocido.

La escena de la gente arremolinada sobre el infante le recordó a una parecida que vió en su primera visita al pueblo, devolviendole a una época en la que a duras penas lograba sobreponerse a sus conflictos internos y a esa crítica necedad que no le dejaba aceptar las cosas; En aquel momento cuando vió al niño lo único que pensó fue que no era su asunto, quizás porque – y ahora que lo analizaba bien – nadie se había preocupado por echarle una mano los primeros meses de su infancia que estuvo buscando a sus padres, sembrando en su cabeza la idea de que el mundo merecía de él lo mismo que le tocó sufrir: Indiferencia, soledad y odio; Ahora, sin embargo, la cosa era un poco diferente, seguía creyendo que no era su asunto, pero la mano que aún reposaba distraídamente sobre su abdomen sugería que existió un cambio significativo en su persona.

Había amado, sufrido y madurado en muy poco tiempo, quizás demasiado, pero eran logros que le enorgullecían, en especial el haberse podido conciliar con su propia sangre: el futuro Uchiha más necio y flojo que el mundo ninja conocería jamás.

Aún si nunca conocía su rostro o volvía a saber de su existencia, sabía que una parte suya siempre permanecería a su lado mientras crecía felizmente en Konoha, el mismo lugar vió a sus antepasados nacer. Estaba seguro de que allí estaría bien, aunque siendo un lugar tan amplio y lleno de gente, siempre cabía la posibilidad de que algún día se perdiera entre la multitud, sobretodo teniendo a ese Uchiha adolescente como perro guardián.

Deidara se imaginó a esa escena, con la visión del pequeño monstruo estando tan perdido como el niño que yacía frente a sus ojos, y supo con seguridad, aún antes de aceptarlo por completo, que hubiera querido que estuviese a salvo...

Y que alguien lo devolviera a los brazos de Sasuke.

Un pequeño pajarito de arcilla remontó vuelo desde la boca en su mano hasta la frente del pequeño, aleteando suavemente para llamar su atención y luego guiandole sin ninguna prisa al sitio que Deidara había visto a su madre preguntando por su paradero.

Las exclamaciones de gozo aún eran audibles cuando le tocó partir, y él se encontró regresando a casa con la espalda menos adolorida, el alma más ligera y el corazón más lleno.

Le habría gustado decir que pudo mantener esa calma por el resto del tiempo que le quedaba, pero ocho dias fueron suficientes para volverlo a tirar de cabeza en aquella tumultuosa ansiedad; El día anterior apenas pudo dormir gracias a la creciente incomodidad que rodeaba su torso, por lo que estaba ojeroso y agotado cuando Kaiyah le extendió un plato de comida, apenas mirándola unos segundos antes de echarla a un lado.

Ella le miró con simpatía.

– Sabes que es bueno que te quedes sin comer.

– Ya lo sé, pero no me cabe ni un solo gramo más de comida – Estaba en un punto en el que ni siquiera se molestaba en ocultar su angustia, acomodándose en su sitio con dolor – Estoy harto de esto, apenas he podido dormir y ahora tampoco puedo comer.

– Vamos, no te pongas triste – Dándole unos toquecitos en su mano para después sonreírle – Lo has hecho muy bien hasta ahora.

– Más que bien, de hecho – Ren, quien acababa de terminar con unas rondas en el pueblo, le dió un suave empujón en su hombro – A estas alturas yo te hacía colgado de algún árbol, pero ve, sigues aquí, vivito y coleando.

– Por desgracia – Se enderezó unos segundos en lo que escuchaba su espalda crujir, luego volvió a la misma posición encorvada – Insisto en que la muerte hubiera sido más rápida.

El otro chico retuvo en su garganta un ruidito de burla.

– A manos de Uchiha Madara no creo.

– Habría sido mejor que esto, eso es seguro.

– Ya deja de agarrar tantos disgustos o el mocoso te va a salir con cara de resentido por la vida.

En vez de responder, Deidara se detuvo un momento para rememorar los rostros de todos los Uchiha que había conocido, pasando por Itachi, Madara, Obito y terminando con la de Sasuke, agregando un extra al pensar en la suya propia... Entonces miró al médico con ironía.

– No es como si pudiera salir de otra forma.

El ataque de risa que le dió al hombre fue tan estridente que hasta cayó hacia atrás, formando un pequeño barullo que, aunque para nada armonioso, fue lo suficientemente contagioso para hacer a su polizón sacudirse con energía. Deidara ya intuía desde hace mucho que esa criatura tenía un gusto por la inquietud para nada sano, pero no había nada que pudiera hacer si sabía sin problemas de dónde lo había sacado.

– Pero ya, en serio – Recuperando un poco el aliento, Ren se incorporó a medias – Necesitas con urgencia ver el lado bueno de este asunto antes de que sufras un colapso.

– ¿Bueno? – Bufó de mal humor, en lo absoluto preocupado por la parte del colapso ya que no era muy diferente a como se sentía – Mi propia técnica me traicionó para hacerme un mocoso que yo no quería, me secuestraron más veces en un año que a un Jinchuriki en toda su vida, ese maldito bastardo hipócrita de Itachi me dejó tirado en esta choza para morir en depresión y para rematar sigo teniendo hambre.

– ...Vale, eso es terrible por dónde quiera que lo mires – Su compañera le golpeó con fuerza el brazo y él hizo un gesto de fingir demencia, a lo que ella prefirió ignorarle para seguir negociando con los nervios alterados de su paciente.

– Se que estás estresado, pero ya no te queda mucho.

Deidara se fijó en ella con toda la frustración que llevaba semanas acumulando.

– Me has dicho lo mismo por dos meses.

– Lo sé –  Suspiró, nunca se le había hecho tan complicado animarlo cómo hasta ahora. Lo que es peor, ni siquiera ella misma podía entender porque se estaba tardando tanto, y no poder darle respuestas era frustrante hasta para ella – Intenta aguantar un poco más, ¿Si? Mientras tanto trata de comer algo.

– Realmente no puedo – Suspiró. Quería hacerlo con demasiadas ganas, pero su apetito desaparecía en el segundo que respiraba y sentía las exorbitantes dimensiones de su tamaño – Además, esto es muy pesado.

No despreciaba en lo absoluto un buen plato de arroz acompañado con pequeños trocitos de pollo, el problema era que de tan solo imaginar comerselo hacía que el fantasma de la acidez le resintiera el estómago.

– Entonces probemos con algo más ligero, tengo cerezas dulces – Agregó con algo más de ánimo y Ren la secundó alzando una mano.

– Yo compré pan.

– Podríamos entonces hacer sandwiches rellenos de algo sencillo, así no te caerá pesado en el estómago. O tal vez solo las cerezas – A su mente de doctora llegaban muchas opciones saludables que podrían ayudar a su paciente, pero este no se veía tan complacido mientras se removia en su sitio – ¿Te sigue molestando el chakra?

– No, la verdad no – Murmuró en medio de un trabajoso resoplido – Hace tiempo que no duele, solo estoy jodidamente incómodo.

– Quizas deberías intentar algunos de los ejercicios que te he enseñado.

– Si lo hago sin comer lo único que me dará es más hambre.

– En ese caso...

– Oye, Kaiyah – Ren, que se había situado a espaldas del artista en el momento que cayó entre risas, miró a su colega con una extraña seriedad – Necesito que me prestes esos ojos tuyos.

– ¿Para qué? – Se extrañó ella, y aunque Deidara no pudo escuchar ninguna respuesta supuso que le habría hecho algún gesto, ya que se acercó a él por un costado y parecieron mantener una breve conversación silenciosa que no logró entender.

Desinteresado de su drama, Deidara continúo dándole vueltas a su comida y tomando algún que otro sorbo de agua, apenas distrayendose de sus habituales pensamientos negativos cuando notó que aquello que ella miraba con sus ojos activados era a si mismo; Un empujoncito le hirió cerca de las costillas y él rodó los ojos, preguntandose si con el Byakugan ella estaría viendo cómo ese pequeño demonio le intentaba arrancar los intestinos.

Realmente trató de no meterse en lo que parecía ser una conversación privada, pero al ver que ambos doctores se le quedaban viendo, tuvo que alzar una ceja.

– ¿Qué? – Esbozando luego una sonrisa apática junto a la misma pregunta que ya se había cansado de hacer – ¿Ya?

Kaiyah le sonrió con ganas.

– Ya.

– ...¿Ah? – Posiblemente fuese porque tenía demasiado tiempo esperándolo, pero se quedó parpadeando estúpidamente unos segundos sin terminar de comprender, haciendo que Ren soltase una risita cómica.

– Que ya, rubio. El chakra ya ha comenzado a ponerse delgado.

– Felicidades – Dijo ella sin perder el gesto afable – Debes estar contento.

Honestamente Deidara no podía decir que se identificaba del todo con esa palabra, menos cuando todavía no terminaba de procesar el hecho de que se le acababa de cumplir lo que prácticamente había pedido de rodillas por ocho largas semanas; Volvió a removerse con incomodidad, observando a sus doctores con incertidumbre.

– Vale, ¿Y ahora?

– Ahora debes esperar. No me mires así – Advirtiendo su ceño fruncido con algo de gracia – Las cosas van a ser diferentes porque todo avanzará más rápido, pero puedo asegurarte que no será muy agradable.

– No importa – Y así como había hecho en su momento, meneó la cabeza con despreocupación – Puedo soportarlo.

Su segundo doctor no comentó nada al respecto, pero su amplia y maliciosa sonrisa evidenciaba su postura, también su expectativa sobre el asunto. Deidara sentía algo parecido, aunque menos preciso. Le costaba creer que acababa de entrar el labor de parto, esencialmente porque lo único que sentía – aparte de algunos nervios, aunque eso no lo diría – era esa incomodidad que le hacía cambiar de posición cada tres minutos. No era dolorosa, más bien molesta y agotadora, en lo absoluto parecida a lo más horrible que había experimentado.

Ante el anuncio del próximo nacimiento – y tras haber anotado la hora exacta «1:23 pm» en un cuaderno para llevar el tiempo del trabajo de parto – Kaiyah se levantó para organizar varias cosas, había esterilizado previamente una de las habitaciones con el fin de hacerla apta para la cirugía, equipandola en el proceso con todos los instrumentos médicos que necesitaría para el trabajo, así como las mantas, el oxígeno, y los medicamentos que deberían inyectarle al paciente cuando su cuerpo pudiera volver a recibirlos; Ella también se encontraba algo ansiosa, pero se mantenía tranquila para no dejar de ser el punto de apoyo que Deidara necesitaría cuando la cosa se pusiera más complicada.

– ¿Esto es lo que se supone que voy a sentir? – En ausencia de Kaiyah, Deidara se concentró en un Ren que estaba limpiando un poco el área para que nada le estorbase.

– No exactamente, esto apenas es el principio. A medida que vaya pasando el tiempo y la piel se estire también aumentará el dolor, pero considerando que no hay precedentes bien podría pasar cualquier cosa. Es cuestión de ver y esperar.

– De acuerdo – Un escalofrío recorrió su espalda y se encontró levantándose, necesitando moverse para distraer su mente de aquella desagradable sensación.

Durante la siguiente hora y media Deidara se la pasó en el jardín trasero, caminando de aquí para allá con el cuervo revoloteando sobre su cabeza y de vez en cuando posandose sobre su hombro; La asimilación del momento junto a las incómodas sensaciones en su piel dieron como resultado el aumento de una angustia que ya no podía regular con facilidad. Se le había ido por completo el hambre y estaba muy inquieto, sintiendo de a ratos un pequeño susto en el corazón junto a una presión en las costillas; Supuso que algo de eso debía ser emocional, pero calmarse era difícil cuando más pensaba en el hecho de que el pequeño monstruo nacería en las próximas horas.

Ahora que lo notaba ni siquiera se detuvo a pensar si lo iba a querer conocer al menos una vez, sabía de antemano que no soportaría cargarlo, pero mirarlo así sea de lejos era una posibilidad que no consideró hasta ahora: Verse a si mismo en miniatura era una opción que le revolvía el estómago y potenciaba su ansiedad, pero tener la oportunidad de ver por unos segundos a una versión pequeña de Itachi le tentaba demasiado a considerar la idea.

Existía un cincuenta por ciento de probabilidad de que eso sucediera, y por mucho que la genética podía perfectamente volverse loca y hacer que no se pareciera a nadie, Ren le había hecho un comentario que le hizo replantearse el asunto.

– Dicen por ahí que si te peleas demasiado con el padre de tu hijo harás que salga idéntico a él – Le comentó en un momento que le vió enfurruñado por algo que seguramente Itachi le hizo sin querer; La sonrisa de su médico era cómica – Así que deja de pelear tanto o aumentaras las posibilidades de que nos salga otro Uchiha maniático.

Seguramente solo fué un chiste para aligerar su mal humor, pero si Deidara tomaba como verídica esa teoría entonces estaba completamente seguro de que el monstruo no sacaría ni un solo rasgo suyo, ya que literalmente había comenzado el embarazo peleándose con Itachi. Ni siquiera podía recordar un solo mes en el que no hayan tenido una riña por el monstruo, las hormonas, la enfermedad, el futuro o que simplemente el Uchiha haya respirado demasiado fuerte cerca de él.

En base a ello, y por mucho que pudieran ser simplemente supersticiones, le dió el nivel de curiosidad suficiente para girarse a su doctora.

– Kaiyah – Aún seguía dando vueltas sin parar, pero como ninguno de sus doctores se alejaba mucho de él, no necesitó alzar demasiado la voz para que ella apareciera.

– ¿Que pasa?

– Tengo una pregunta.

Automáticamente ella tomó asiento en uno de los escalones que tenía la parte exterior y asintió con calma.

– Dime.

– ¿Que pasa cuando nace? Me refiero a lo que haces después de que lo sacas.

– Ah, eso. Que bueno que tocaste el tema, casi lo había olvidado – Acomodándose un poco mejor en su lugar, explicó –: Una vez que nace lo más recomendable sería pasártelo para que lo mantengas sobre tu pecho. Los recién nacidos son muy propensos a sufrir hipotermia si no se les mantiene calientes, y hacer eso le ayudaría mucho a conservar el calor corporal mientras terminamos de coserte la piel... – En vano ocultó la parte en la que el sonido de su corazón calmaría al bebé y que eso también le ayudaría a reforzar el vínculo que existía entre ellos, pues no necesitó explayarse demasiado para conseguir en él una mueca de espanto – ...Pero no lo haremos si no quieres.

– Preferiría que no.

– ¿No quieres cargarlo?

– Ya lo he hecho mucho – Fue un chiste a medias que no recibió más cuestionamiento porque ella ya había asumido que el contacto entre los dos sería mínimo, sin embargo, él frunció la boca con cierta duda – Aunque no sé si quiera verlo...

Aún si no le conociera tan bien, de igual forma ella hubiera podido notar la indecisión que parecía atormentarle cuando su mente le daba vueltas a la idea. Kaiyah podía entender lo complicado que era la situación para él, pero como tampoco deseaba que se martirizase por cuestiones que podían esperar, le ofreció otra opción más viable.

– Hagamos algo – Encomendó con voz enérgica pero comprensiva – Espera mejor a que todo termine, una vez que estés más recuperado podrás decidir más tranquilamente si quieres hacerlo o no. A fin de cuentas, el bebé no irá a ninguna parte.

– Pensé que lo enviarían con Sasuke apenas naciera.

– No, Itachi quería esperar a que estuviera un poco menos delicado para soportar el viaje – A ambos les cruzaron varios sentimientos al recordar la diligencia con la que aquel hombre condenado a muerte había organizado todo lo referente a la seguridad de su hijo, siendo Kaiyah la primera en recuperarse – Estará con nosotros un mes y medio... Tal vez dos, luego tendremos que asegurarnos de que Sasuke esté lejos de Madara para llevárselo.

– Eso va a estar difícil porque ellos ya deben estar trabajando juntos – La ceja en alto denotaba su escepticismo – ¿Cómo harán para separarlos?

– No hace falta, la información que escuchaste de Madara en su momento nos ayudó bastante a trazar un plan relativamente seguro.

– ¿Que tanto? – Cuestionó él, mientras Kaiyah se mantenía igual de serena con un dubitativo meneo de cabeza.

– Si lo que planea es colocar al equipo de Sasuke en Akatsuki lo único que debemos hacer es investigar que Jinchuriki irán a cazar y luego interceptarlos en el camino.

– Ese sería el de ocho colas – Tenía meses sin pensar en los planes de su antiguo equipo, pero si sus cálculos y los rumores de la invasión fallida de Pain eran ciertos, entonces aún quedaban dos contenedores por capturar: El excéntrico rapero de Kumogakure y el chiquillo alborotador de Konoha; De modo que si Akatsuki seguía con el plan de capturarlos por el número de colas, entonces al Hachibi le tocaba primero.

Kaiyah se movió con interés.

– ¿Sabes algo de él?

– En realidad teníamos más información de Naruto Uzumaki que de él, me supongo que es porque no suele bajar mucho del sitio en el que se la pasa metido – Tampoco se molestó demasiado en investigar, a fin de cuentas sus encargos eran el Kazekage y posteriormente el Sanbi, todo lo demás para él era irrelevante – Lo único que sabíamos con seguridad es que es un tipo raro que está en sus treinta y se la pasa contaminando el aire con una porquería que hace llamar rap.

– Me imagino que les habrá sorprendido esa información en su momento – Comentó reteniendo una pequeña sonrisa en lo que él se encogía de hombros sin dejar de dar vueltas.

– A mi me dió igual, aunque creo recordar que Hidan quiso encargarse de ese trabajo al principio.

– ¿Y eso?

– Nunca lo dijo, pero me supongo que tenía algo que ver con obligarlo a cantar mientras lo cortaba por partes.

El gesto contraído que obtuvo a cambio no era muy inusual considerando el carácter sádico y extremista que tenia el religioso, por lo que no pudo culparla. Hidan siempre fue una persona poco tratable con una retorcida adicción al dolor y un carácter irritante la mayoría del tiempo, tenerle compasión era algo que ni su compañero hacía, así como el resto del equipo.

La sugerencia de Kaiyah logró disuadirle de pensar demasiado en temas que lo desenfocaran del problema inicial, aunque tampoco es como si fuese muy difícil considerando que el Kinjutsu ya le tenía bastante entretenido. Habían sido las dos horas más agobiantes a nivel emocional que tuvo en mucho tiempo, pero si en algún punto llegó a creer que nada podría ser más insoportable que la sensación de sofoco en su pecho y el temblor incontrolable en sus manos, terminó aceptando su error en el segundo que detuvo su andar por aquel repentino estirón en su piel que le hizo retener un quejido entre sus dientes apretados.

Ren apareció para tomarle del brazo.

– ¿El chakra al fin?

– Si... – Inspiró hondo, tomandose un segundo para recuperar el aliento – Pero ha durado mucho menos.

– Ah si, esa es la parte buena del parto real. La mala es que van a ser más seguidas.

– No importa – Replicó enderezandose, y su negación hizo a su compañero recordar un pequeño detalle que casi había olvidado.

– A propósito, rubio... – La sonrisa en su rostro era amplia y maliciosa – Te recuerdo que teníamos una apuesta.

El susodicho rodó los ojos.

– Ya lo sé.

– Entonces – Mirándole con el mayor de los entretenimientos – ¿Los brazos o el parto?

– Los brazos – Contestó de inmediato, no siquiera le hacía falta pensarlo demasiado. El parto estaba resultado desagradable pero no se comparaba en absoluto con perder ambos brazos; Ren se fué sin objetar su negativa, y que no lo hiciera le generó un mal presentimiento.

La siguiente etapa de su calvario fue menos errática que la anterior, ahora no soportaba estar de pie, sus piernas se sentían acalambradas junto a su abdomen y lo único que quería era echarse a morir sobre algo cómodo. Al principio se acostó en su cama, pero el ambiente le resultó tan sofocante que terminó echándose en el sofá junto a la ventana, recibiendo una brisa de aire fresco directo en el rostro que logró hacerlo dormitar al cabo de media hora; Seguía teniendo los estirones infrecuentes, pero su escasa duración le ayudó a descansar poco más de una hora.

Al despertar de su siesta, Ren ya le tenía preparada una sopa de verduras.

– ¿Puedo comer? – Cuestionó algo incrédulo.

– Claro que sí puedes, necesitas agarrar fuerzas y eso solo lo conseguirás comiendo ligero y sano.

– También tenemos frutas – Anunció en voz alta la Hyuga desde la cocina – Si se te antojan solo dime.

– De acuerdo – Suspiró en lo que probaba unas cuantas cucharadas. Dormír ciertamente le ayudó a estar menos cansado, aunque tristemente no podía decir lo mismo del ardor en sus músculos.

Cuando se le estiraba la piel lo sentía más pronunciadamente en los costados, creando una línea de fuego ardiente que se desplazaba hasta la parte delantera. Era como si su piel estuviera recién quemada, sensible ante cualquier roce o contacto, y no ayudaba que había comenzado a sentir calor. Normalmente a esa hora de la noche no tendía a acalorarse gracias a la frescura del aire nocturno, pero como el pequeño monstruo no paraba de empujar cantidades exorbitantes de chakra hacia afuera – para cualquiera con poderes oculares, él debía verse como una estrella humana – su temperatura había comenzado a aumentar, haciéndole sudar de a ratos y que el médico que tuviera más cerca le pasara un trapo para limpiarse la cara.

– Deberías tomar un baño – Recomendó la Hyuga viéndolo apretar los puños y esconder el rostro en uno de los brazos del sofá – Usa la bañera, eso te ayudará a refrescarte y relajar tus músculos.

– Estoy bien así – Gruñó sin moverse, la idea se le hacía tentadora pero una parte suya estaba negada a deshacerse de sus problemas dándose un baño.

Ella suspiró ante su terquedad, sacando de sus cosas un abanico y luego echándole algo de aire.

Deidara lo apreció pero no dijo nada, su monstruo apenas le daba una tregua de diez minutos antes de volver al siguiente asalto de puñetazos, buscando apartar la energía y abrirse paso al mundo exterior; Saber que le quedaba cada vez menos le satisfacía, aunque no tanto como para olvidar que se estaba cocinando de adentro hacia afuera.

– ¿Cómo cuanto se supone que dura esto? – Cuestionó con una nota contenida al sentir una punzada en los lumbares. Se había movido de un sofá a otro ya que el primero se calentó demasiado, y por lo visto el segundo iba por el mismo camino.

– Eso depende de la persona – Ren estaba de turno para abanicarle el rostro, y debió ser más específico al recibir un ceño fruncido – Varía, puede ir de ocho a veinte horas.

– ¿Veinte horas? – Exclamó algo ahogado en lo que veía el reloj de la cocina, «9:30 pm» para él apenas habían pasado ocho de esas veinte y ya estaba deseando que alguien le arrancase al monstruo de las entrañas.

– A veces dura más, me parece que Kaiyah tuvo una paciente que estuvo cuarenta horas de parto.

– Ah, si lo recuerdo – Exhaló ella con cierta satisfacción en lo que se servía otra taza de café y algo de comida para combatir el sueño – Fue un bebé precioso, nunca podría olvidar ese día.

Tras cuarenta horas de parto Deidara supuso que la mujer tampoco podría.

"Y yo mucho menos" Olvidar no era tarea fácil cuando se está atravesando por semejante calvario, y lo que es peor aún... Uno que no paraba de extenderse y evolucionar antes de poder asimilarlo por completo. Literalmente apenas se adaptaba a un síntoma aparecía otro que lo superaba en la escala de dolor, empujándole a caminar de un lado a otro con la significativa diferencia de que ahora se detenía de vez en cuando para recargarse de algo y sufrir en silencio, apretando los puños a medida que su piel amenazaba con romperse.

– Deidara... – Canturreó alegremente el médico al pasar por su lado – ¿El parto o los brazos?

– Los brazos – Replicó completamente rígido pero conservando su orgullo con fiereza, debiendo tomarse un profundo suspiro para no lanzarle una bomba al otro chico cuando se alejó riéndose.

Anhelaba decir que Ren no tenía motivos para creer que podía ganar, pero con el pasar del tiempo logró entender un poco mejor el porqué de tanta seguridad en sus palabras. El calor habia aumentado otro poco, su piel estaba enrojecida, tenía los pulmones adoloridos de tanto forzarse a respirar y la angustia había mutado a una furibunda molestia hacia cualquier ser vivo que se atreviera a molestarlo.

Kaiyah le vió sudar en silencio e hizo una mueca.

– Deberías aceptar el baño...

– No me voy a meter en esa maldita bañera – Refunfuño con la espalda sobre una de la columnas, seguía estando necio, aunque a esas alturas ya ni siquiera podía recordar el porqué de ello.

– Entonces solo báñate, debes mantenerte calmado y pasando tanto calor no vas a poder.

Considerando seriamente la idea de deslizarse por la pared hasta caer sentado, él bufó.

– No podría ni aunque me estuviera congelando de todas formas.

Deidara ni siquiera tenía dudas, podría haber entrado en labor de parto en medio del hoyo más frío de todo el universo y sabía que estaría sufriendo igual o peor que ahora.

Los estirones aumentaron una vez más su potencia y él se encontró maldiciendo entre dientes.

"¿Quien coño me mandó a robar esa maldita técnica?" De haber sabido lo horrible que sería mejor se hubiera quedado en Iwagakure para recibir regaños de su maestro, o en Akatsuki esperando su muerte con dignidad. Cualquiera de esas opciones eran infinitamente mejores que la brillante idea de continuar con aquel fastidioso, doloroso e interminable embarazo.

Deidara casi podía sentir como los finos hilos de su tolerancia se resquebrajaban lentamente, y por mucho que pensar en Itachi le seguía decayendo de varias formas, la crisis del parto le tenía en un estado en el que le era imposible no pensar en él junto a una maldición a su memoria "Bien buena la hora en la que decidiste morirte, maldito infeliz"

Es por ello que decidió darle la razón a Kaiyah sobre querer tenerlo cerca, solo que más allá de la nostalgia, lo que tenía era un insoportable anhelo de tenerlo en frente para zarandearlo hasta que se le salieran esos ojos del demonio. Entre la bruma de la agonía ya no podía pensar en su ausencia como una calamidad, más bien como una excusa para huir en el peor momento posible, y de paso sin decirle que el parto era equivalente a que le partieran todos los huesos del cuerpo al mismo tiempo.

De habérselo dicho antes como mínimo también se los fuese partido a él para que estuvieran a mano.

Ren se seguía riendo de su ocurrencia y la Hyuga no supo que responder ante aquel alegato que seguramente era producto de su desesperación, por lo que guardó silencio; Deidara ni siquiera reparó en ello, la única imagen que le calmaba era la de Obito perdiendo la cabeza y ya ni de eso era capaz de pensar con claridad.

– Maldita sea... – A veces se le olvidaba y terminaba respirando en pequeños intervalos hasta que ellos le reñian, instruyendole para que tomara un ritmo más pausado.

– Respira... – El médico lo hacía ver fácil, inhalando y exhalando con serenidad e instandole a hacer lo mismo – Aquí la clave es que te mantengas tranquilo.

– Estoy tranquilo – Replicó él, haciendo que el otro alzara una ceja.

– Lo que estás es a punto de cortarte la yugular.

– Pues que aún no lo haya hecho es signo de que estoy tranquilo – Intentó esbozar una mueca de burla, pero se le perdieron las intenciones cuando su piel se estiró de nuevo – Es todo – Soltó de pronto, resoplando cómo si estuviera harto – Iré afuera, necesito aire.

Normalmente el doctor que estuviera más cerca era el que le tendía la mano para que pudiera levantarse, en este caso fueron ambos, y los dos se sobresaltaron al momento de escucharlo exclamar.

– ¡No me jodas!

– ¿Que cosa? – Kaiyah había sacudido la cabeza en señal de confusión y su colega le quitó las manos de encima, alzandolas solo por si acaso – ¿Hicimos algo?

– Ustedes no – Gruñó nuevamente, mirando su propio abdomen como le estuviera acusando de algo – Se quiere dormir.

Ren parpadeó un par de veces como si no hubiera comprendido bien.

– ¿Cómo lo sabes?

– Lo sé y ya – Tampoco quería explayarse en el hecho de que podía sentir como se iba recogiendo en una pequeña bolita al costado izquierdo de su cuerpo, justo como siempre hacía unos minutos antes de quedarse dormido; Solía tardar bastante en despertar cuando hacía eso, y ahora era lo menos que quería – No se puede dormir – Recriminó nuevamente, a lo que Kaiyah tuvo que disuadirlo de matar a alguien con una frotada rápida en sus hombros.

– ¿Por qué no?

– Porque si se duerme esto se va a tardar más.

– Deidara... – Ella acentuó un poco más el movimiento, buscando relajarle un poco – Te lo hemos dicho muchas veces, tu cuerpo no está haciendo nada para ayudarle a nacer. Esa cosita está haciendo todo el trabajo por su cuenta, no puedes culparlo si se cansa.

– Yo también estoy cansado – Aún si su tono sugería algo grosero, a los ojos de Kaiyah él se veía como cualquier otro paciente desesperado y sufriente que necesitaba muchísima paciencia y algo de cariño.

– Lo sé y lo entiendo, pero no puedes apresurar las cosas por mucho que quieras – Ante el gesto decaído que obtuvo a cambio, ella giro para mirar la hora y luego le sonrió – Deberías aprovechar este momento para descansar también, así te recuperas un poco.

Deidara miró el reloj emitió un quejido triste que no pudo retener a tiempo, «2:30 am» Más de doce horas de sufrimiento y todavía no alcanzaba a vislumbrar el final.

– No creo poder dormir así.

– No es necesario que duermas, con que te acuestes un rato es suficiente, podrías leer un libro o moldear algo con arcilla.

– O tomar un baño – Ofreció el otro chico, encogiéndose de hombros cuando le fruncieron el ceño – ¿Qué? Estás hecho un desastre y lo sabes.

Romperle los huesos a él también no habría sido una mala opción de no ser porque podía notar lo increíblemente sudado que estaba a pesar del clima frío. No se había cambiado de ropa desde que comenzó el parto y empezaba a considerar que algo más ligero junto a una limpieza para enfriar su cuerpo no le vendría mal.

Más allá de darle el gusto, aquello ya había sobrepasado el límite de urgencia.

– Bien – Bufó entonces – Tomaré el estúpido baño.

– ¡Esa es la actitud! – Sonriendo ampliamente en lo que hacía un gesto de grandeza hacia el pasillo, poniendo una cómica voz servicial – Segunda puerta a la izquierda, joven. Tenemos jabones aromáticos y baños de burbujas, pero ninguno de ellos hace milagros así que procure estrujarse bien.

No hubo dolor en la tierra que le impidiera lanzarle uno de los jabones a la cabeza, sacándole un quejido a la víctima y una risita divertida a la Hyuga quien nunca se aburría de verlos discutir.

Apenas Deidara se perdió en los confines de su habitación, Ren pasó de quejarse a mirar a su compañera con seriedad.

– Tenemos un problema.

– ¿Ah? – Sorprendida ante aquel súbito cambio, parpadeó un poco – ¿Que sucede?

– Madara.

– ¿Cómo? – Sus ojos abriéndose al mismo tiempo que se inclinaba un poco más hacia su colega – La última vez que supimos de él estaba con Sasuke.

– Aún lo está, pero ese no es el verdadero problema – Tras echar un vistazo rápido que certificaba la confidencialidad de la conversación, se giró hacia Kaiyah – He podido rastrearle en muchas ubicaciones últimamente, y han aumentado desde hace unas dos semanas. Pensé que quizás podría ser algo relacionado a la guerra, pero ahora creo que tiene que ver con Deidara.

– ¿Por las ubicaciones?

– No, por la urgencia – Se tomó unos momentos para trazarle verbalmente las rutas que le había visto utilizar, así como la rapidez con la que desaparecía de una para reaparecer en otra. Deidara no estuvo ni en la tercera parte de esos lugares, pero que fuesen puntos con rutas alternativas a centros médicos y aldeas grandes le hizo sospechar – Se ha movido tan rápido que lo único que puedo suponer es que piensa que el niño ya ha nacido, y quiere evitar que llegue a Sasuke.

– Tendría sentido – Ella cabeceó mientras ponía la mano bajo su menton, sacando mentalmente las cuentas del tiempo que había pasado – Deidara se ha tardado más tiempo de lo que debería, puede que a lo mejor crea que solo le estamos ocultando.

– Pues no está muy equivocado que digamos, es decir, se supone que esa es la idea, pero si está así de errático ahora no me quiero imaginar cómo se pondrá después – Él se echó hacia atrás para revolver su cabello, bufando en frustración – Si sigue así, entregarle el mocoso al Uchiha va a ser más difícil de lo que creíamos. Apostaría el alma a que no lo dejará solo en ningún momento.

– Aún nos queda la captura del ocho colas – Le recordó, aunque ella también tenía sus dudas – No me veo a Madara siendo escolta de Sasuke... pero podría mandar a Obito en su lugar.

– No sería una mala estrategia considerando que el tipo se teletransporta.

– Si, pero no es un plan infalible – Con su mente rememorando aquello que Deidara  le comentó sobre la conversación entre el duo Uchiha – Él aún tiene que organizar muchas cosas con Kabuto, así que lo más probable es que se la pase viajando entre ambos bandos.

– También podría usar un clon.

– Deidara dijo que nunca los utilizó en Akatsuki, me imagino que es porque su técnica es más que suficiente. No tendría sentido que los utilice ahora sí se puede seguir transportando a dónde quiera.

– Ese es justamente el punto – Señaló él con el gesto torcido – No hay forma de que sepamos en que momento se va a aparecer, y si lo hace con nosotros ahí estaríamos bastante jodidos.

– Y Sasuke también – Su voz evidenciaba su turbación – Si se niega a trabajar para ellos o dejar que se lleven al bebé, Madara podría optar por asesinarlo...

Ren asintió con gravedad.

– Y sin Sasuke de por medio, el niño no tendría más utilidad que la de una batería para sádicos como Kabuto.

– Es demasiado pequeño, moriría muy rápido... – Tras tantos meses siguiendo de cerca su crecimiento, una parte de si misma se contraía de dolor al imaginarse a su paciente estrella siendo utilizado como experimento de laboratorio; Ren parecía sentir algo similar, por lo mismo gruñó.

– Vamos a tener entonces que pensar en otra estrategia, porque con esta que tenemos vamos a terminar perdiendo.

– Dios... – Ella cerró los ojos unos segundos con el ceño fruncido por la preocupación – ¿Por qué no me dijiste esto antes?

– Esa es la otra cosa, no mencioné nada porque las ubicaciones que Madara visitaba estaban muy lejos, pero se ha ido acercando últimamente.

– ¿Que tanto?

– Su última aparición fue en el pueblo de aquí cerca – Reveló en voz baja para su gran consternación.

– ¿Cuando?

– Ayer – Era una suerte que Deidara no se hubiese sentido dispuesto para salir a pasear, supuso que por culpa del parto inminente, de lo contrario no podía imaginarse cómo habrían resultado las cosas de haberse topado cara a cara con ese Uchiha – Tuve que acercarme hoy en la mañana para certificar que era su rastro, por lo que veo nadie lo notó porque se la pasó metido en la sombras, aparte que ningún ninja buscaría rastrear a un hombre muerto.

– Pero tú sí – Señaló ella, generandole un asentimiento que antecedió a un pesado suspiro.

– Deidara tiene un par de días sin ir así que me supongo que su rastro ya no era visible, pero siempre podría equivocarme. Además él es mejor rastreador que yo, y con el Sharingan sus posibilidades aumentan – Emitió una exhalación profunda, rodeada por algo que parecía arrepentimiento – Quería decírselos apenas llegué, pero Deidara no quería comer y luego empezó el parto...

– Descuida – A pesar de todo, ella sabía que no era capaz de poner en peligro a su paciente por muy excéntrico que fuese a veces; Hizo una mueca – ¿Que sugieres que hagamos entonces?

Ren guardó silencio por un tiempo que utilizó para analizar todos los escenarios posibles, descartando las opciones más peligrosas y terminando por escoger la única que le parecía más viable.

– Deberíamos considerar la posibilidad de irnos – Su seriedad, aún sin ningún atisbo de burla, no se comparó a la de Kaiyah cuando arrugó las cejas.

– ¿Crees que sea conveniente viajar con él así? Puede que esté en un descanso ahora, pero no podrá avanzar mucho terreno después – Intuia que la terquedad del paciente era lo bastante fuerte para caminar unos cuantos kilómetros si se lo proponía, pero llevar buen ritmo, o peor, huir de un enemigo, no era algo que estuviera en discusión cargando con un parturiento – Además no es seguro.

– Tampoco el que nos quedemos.

– Durante un viaje corremos más riesgo de que nos rastreen, al menos este sitio se ha mantenido oculto hasta el momento.

– Por el momento, tú lo has dicho – Agravó él, observándole con una sobriedad que escasamente solía utilizar – Somos dos criminales de rango S, tal vez con una buena estrategia podríamos confrontar a Obito y luego escapar, pero si Madara se le une no tendremos posibilidades.

– Vamos a esperar entonces – Soltó luego de pensarlo unos cuantos segundos – Síguele rastreando, si vuelve a acercarse demasiado utilizaremos una ruta alternativa para llevar a Deidara a uno de mis consultorios subterráneos.

– Creí que esos estaban muy lejos.

– Lo están – Asintió sin muchas ganas – Pero conozco varios túneles que podemos usar como atajo.

– ¿No crees que sería más fácil irnos ahora? Sin nadie persiguiendonos tendríamos más tiempo para hacer pausas en el camino.

Así como él en su momento, Kaiyah demostró una fiereza sorprendente al negar con la cabeza mucho antes de que terminara la oración.

– Indiferentemente de si nos siguen o no, no podemos detenernos a medio camino. Fuera de estos terrenos estaríamos expuestos a que Zetsu o alguno de los Uchiha pueda rastrearnos, si nos vamos debe ser en última instancia y manteniendo un buen ritmo – Era evidente que existía una discordancia entre las elecciones de ambos. Ren predecía mejor el peligro, pero ella estaba más capacitada para decir si el paciente aguantaría tanto jaleo, y su respuesta era consistente: No, no lo haría, al menos no sin salir lastimado – El túnel más cercano está como a veinte kilómetros al oeste... pero no creo que Deidara pueda llegar por su cuenta, incluso con tiempo de sobra.

– Si no puede andar entonces lo llevaré yo – No era un problema para él tanto como lo sería para Deidara, pero teniendo en cuenta la situación esperaba que no pusiera muchos peros – Tú solo preocúpate por guiarnos y yo me encargaré de que lleguemos.

– Muy bien... – Aún contando con un plan y una decisión basada en su propio análisis, ella se removió con preocupación en su lugar – Solo espero que no sea necesario llegar a ese extremo.

Aun si su compañero no le comentó nada en voz alta, ambos sabían que compartían el mismo sentimiento de intranquilidad, así como la esperanza de que todo pasara. sin mayor contratiempo; Aparte, tomaron la decisión de no decirle a Deidara sobre la amenaza Uchiha a menos que la huida fuese necesaria, pues no ganaban nada alertandolo por un evento que perfectamente podría no ocurrir. Eso y que tanto Kaiyah cómo Ren consideraban que la crisis por el parto era suficiente como para agregarle más mortificaciones.

Cuando Deidara apareció de nuevo estaba usando ropa más suave, ancha y ligera. La camisa era de las más grandes que tenía y por ello su abdomen tenía bastante espacio que abarcar sin estar presionado, permitiéndole al menos tener un poco de comodidad en medio de aquella vorágine de sufrimiento.

Ren aplaudió alegré y cómicamente al verlo aparecer.

– Ah, ahora sí pareces un ser humano.

– Es una lastima que tú sigas pareciendo un engendro sin importar lo que hagas – Tomaba como un logro el hecho de poder seguir insultandole a pesar de todo, por lo que se reservó la mueca burlona al verle rodar los ojos y continúo secándose el cabello.

– Muy gracioso.

– Ven – Kaiyah había empujado el sofá más grande contra la ventana para que pudiera recostarse en lo que le refrescaba la brisa – Siéntate aquí un rato, te mantendras fresco por más tiempo.

El sofá estaba frío cuando se sentó sobre él, y Ren colaboró pasándole un vaso de agua con hielo para mantener estable su temperatura. 

El hecho de que su monstruo estuviera dormido no significaba que estaba del todo salvado de aquel sufrimiento. El chakra que rodeaba a la criatura estaba diseñado para adaptarse a sus necesidades, y como estuvo por horas moviendolo de un lado a otro con la intención de apartarlo, el mismo centro del Kinjutsu de vez en cuando echaba parte de la energía a un lado, causándole una sensación mas esporádica y menos dolorosa. Seguía siendo incómodo de todas maneras, pero al ser en menor escala podía tolerarlo mejor; Le aliviaba saber que al menos las cosas estaban siguiendo su rumbo, pues retrasar el momento no era algo que pudiera soportar sin enloquecer el proceso.

Pasó la mayor parte de su tiempo haciendo unas figuras de arcilla, tomando pequeñas siestas y maldiciendo su existencia, apenas tomando conciencia del tiempo cuando vió a Kaiyah bostezar.

«05:23 am» y a diferencia de él, ninguno de los dos había pegado un ojo hasta ahora.

– Ve a dormir – Le comentó después de darle un toquecito en el hombro, espabilandole de inmediato; Sus ojos perla parpadeaban atontados y en su rostro se reflejaba el cansancio.

– Debemos mantenernos despiertos en caso de cualquier eventualidad.

– Si, pero tampoco sirve de nada si luego se van a andar desmayando cuando necesite que me operen – De reojo veía a Ren cabecear de vez en cuando, mostrandose apenas un poco más lucido que su compañera – Tomen turnos para dormir al menos una hora, si la otra habitación está ocupada entonces usen la mía. Yo no pienso ir pronto.

Alejarse de la frescura que le proporcionaba esa ventana no era algo que estaba dispuesto a hacer.

Kaiyah era lo bastante profesional como para darse cuenta que tenía razón, de modo que no lo pensó demasiado. Luego se incorporó con un rígido estirón, le comentó a su colega su plan y tras murmurarle a su paciente un agradecimiento se fué a tomar un descanso.

No menos de cinco minutos después, Deidara le profirió una leve pero concisa patada en el brazo de su segundo médico para llamar su atención aprovechando que le tenía cerca.

– ¿Que no te cansas de atentar contra mi vida? – Gruñó en lo que se sobaba dramáticamente la zona herida con una mueca.

– Tú nunca te cansas de fastidiarme, ¿Por qué habría de hacerlo yo?

– Touche – Sonrió a medias, sus párpados seguían ligeramente caídos, dándole a su rostro un tinte de elocuencia algo perezoso – Sigo esperando que te rindas, sin embargo.

– ¿Con qué?

Su sonrisa se hizo más amplia.

– ¿El parto o los brazos?

– Sin duda los brazos – Estaba agotado, adolorido, necesitado de unas vacaciones y sin muchas ganas de vivir, pero seguía sin sentirse peor que aquel día en el que debió regresar a la base escurriendo sangre por la perdida de sus extremidades – Aunque no es por eso que te he llamado.

– ¿Entonces por qué? ¿Tienes alguna pregunta o necesitas un hombro para llorar?

Obviando la respuesta vulgar que muy probablemente se merecía, Deidara se cruzó de brazos con una expresión seria.

– Cuéntame lo que sabes de Madara – Ante la repentina exigencia, el otro chico formó en su rostro un gesto adolorido, digno de aquel que era descubierto cometiendo un crimen.

– ¿Nos escuchaste hablar?

– ¿Qué? No – Por muy ninja fue fuera, Deidara no estaba capacitado para oír conversaciones con varias paredes de por medio. De manera que si sus médicos habían hablado del asunto en algún momento, su discreción resultó excelente – No olvides que sigo teniendo el Kinjutsu encima, le pude sentir cuando se acercó al pueblo ayer.

– Eso fue como a las once de la noche – Se encontró arrugando las cejas – Pensé que estabas durmiendo.

– Pues no es como si no hubiera tratado – Todavía persistía el filo ácido en su voz cada vez que recordaba las horas de sueño que perdió por culpa de la inquietud – Me imaginé que irías a verificar eso hoy cuando saliste, lo que no sé es porque te has tardado tanto en decírmelo. Ambos – Añadió al recordar que aparentemente su doctora de cabecera también estaba involucrada en ese asunto.

– En defensa de Kaiyah, ella tampoco sabía hasta hace rato – Contando con la crítica mirada de su acompañante sobre él, se encogió de hombros – Admito que me distraje al principio con el tema de tu sufrimiento, pero tampoco me apuré en decirlo porque irnos de aquí con él dando vueltas no es tan urgente si de todas formas no sabe en dónde estás.

– No – Accedió con parsimonia – Pero podría saberlo.

– Justo eso le dije a Kaiyah – Él chasqueó la lengua, como si hasta ese momento hubiera tenido atorada una espinita que no paraba de molestarle – Pero ella sigue pensando que es mejor quedarnos.

– No te confundas, estoy de acuerdo con ella – Su aire de serenidad obtuvo a cambio una incredulidad de lo más exagerada, aunque no podía culparle mucho por ello – Yo tampoco creo que movernos en este punto sea una estrategia inteligente, menos si Obito puede utilizar a Zetsu para rastrearme.

– Tu chakra está combinado, localizarte es casi imposible hasta para él.

– El mío si, pero no el de Itachi – Habiendo tomado una breve pausa, ladeó la cabeza en el sillón – La diferencia entre su energía y la mía no se nota si las mantengo en reposo, pero cuando me muevo demasiado no puedo evitar que se mezclen o separen, es por eso que Sasuke pudo localizarme la última vez, y Madara es mucho más eficiente para rastrear que él – No desacreditaba el potencial de aquel adolescente Uchiha, pero si él siendo joven e inexperto pudo hallarle con algo de empeño, estaba seguro de que Madara lo conseguiría el triple de rápido – Antes era más fácil porque Itachi se la pasaba haciendo clones que viajaban de un lado a otro con Akatsuki, era imposible incluso para ellos saber cuál de todos podía ser yo, pero ahora que él no está si su energía vuelve a aparecer sería muy obvio que es la que yo cargo.

Ren asintió distraídamente en lo que analizaba la problemática, si hubieran existido en el mundo más Uchihas cuyo chakra fuese similar al de Itachi – de preferencia algún familiar cercano como tíos o primos – A Madara se le haría difícil adivinar cuál le corresponde a Deidara, ya que su esencia no es exactamente igual pero si muy parecida, sin embargo, tomando en cuenta de que el único pariente consanguíneo de ese hombre se encuentra trabajando estúpidamente a su lado, ubicarle no le sería nada difícil.

– ¿No hay forma de que te movilices por un largo trecho sin separar las energías?

– Puedo conseguirlo a veces si me mantengo concentrado – En sus entrenamientos había logrado ejercitar y hacer bombas sin que el Kinjutsu presentara mucho cambio, el detalle era que en esos momentos debía preservar mucha serenidad mental y eso era lo menos que tenía ahora; Resopló – Pero si antes era difícil, imagínate ahora.

– ¿Cuál es tu plan entonces? – Fue su turno para cruzarse de brazos – Porque ninguna opción me parece segura.

– Ninguna lo es, de hecho – Mantenerse tranquilo a pesar de todo no le era muy difícil, había atravesado por tanto desde un comienzo que el riesgo de perder la cabeza no le estremecía tanto como otras posibilidades – Estar aquí no garantiza que no puedan encontrarme, pero si el que seguiría siendo invisible por otro rato.

– ¿Y crees que eso es suficiente?

Él se encogió de hombros con ligereza.

– Yo solamente necesito tres días, luego de eso podré irme lejos y camuflar mi chakra para que no me encuentren... – Se detuvo un segundo – Supongo que deberé pasar desapercibido unos cuantos meses hasta que la guerra acabe, pero una vez que Madara y su mascota estén muertos lo demás será sencillo.

– Pues que buena suerte – Se mofó Ren con un resoplido sarcástico – Al menos tú sabes lo que vas a hacer, en cambio nosotros estamos a horas de tener a tu monstruo encima y seguimos sin saber cómo hacérselo llegar vivo a Sasuke.

Deidara frunció el ceño.

– ¿No que ya tenían eso planeado?

– No, tu hombre maravilla lo tenía todo arreglado porque se suponía que él estaría vivo para encargarse de ese asunto personalmente. Aparte de que su hermanito bipolar no estaba con Madara para ese entonces – Dejando en claro que ni en la muerte ese Uchiha se salvaba del desprecio de su médico, rodó los ojos – Ahora él se devolvió a su fosa infernal y nos dejó a nosotros con este enredo.

– Cierto... – Casi olvidaba que el relevo de responsabilidades fue tema de última hora – ¿Cuál se supone que es el plan entonces?

Con lujo de detalles, Ren se tomó su tiempo para explicarle los pormenores que existían alrededor de la entrega que tenían que realizarle al último de los Uchiha, haciendo énfasis en la intervención de Madara y la dificultad que representaba para ellos la teletransportación de Obito.

– No pueden acercarse a él de esa forma – Cambiando de posición para aligerar la tensión en su espalda, los ojos azules del artista destilaron reproche cuando se fijó en su médico – Lo único que conseguirán es que los maten a todos.

– Ya nos dimos cuenta de eso, rubio – Era imposible que se viera más fastidiado – Pero no es como si tuviéramos muchas opciones.

– Para acercarse no muchas, pero la estrategia les funcionaria mejor al revés.

– ¿Te refieres a hacer que venga a nosotros? – Indagó curiosamente consiguiendo una afirmación como respuesta – ¿Y cómo se supone que lo hagamos? Enviarle una carta sería tan arriesgado como aparecer de frente.

– No sería necesario hacer una carta, solo provocar que se aleje de Madara por voluntad propia.

Ya sea por el aire misterioso que envolvía sus palabras, su mirada aguda o la tranquilidad de su semblante, el otro ninja terminó echándole una ojeada sospechosa.

– ¿Debo tomar eso como que tienes un plan?

Deidara no le criticó el recelo ya que él mismo se había prometido no involucrarse demasiado, no obstante, él mismo pudo ver en su momento lo engorroso de la situación en la que se encontraban sus médicos con eso del traslado, por lo que no se sintió culpable al crear su propio plan.

Enviarle un mensaje a Sasuke estando rodeado de aquel par Uchiha era peligroso si consideraba que estarían al tanto de cualquier cosa inusual que pasara alrededor del chico, sin embargo, algo que no esperarían es que el mismo Sasuke buscase alejarse en silencio; Deidara no conocía mucho sus habilidades, pero la pelea que tuvieron le sirvió para confirmar que podía ser rápido y discreto si se lo proponía, de allí a que instarlo a que los siguiera era más factible que buscarlo a él. Y aunque conseguirlo podría ser un problema si tomaban en cuenta que al chico lo conocían por cargar una personalidad muy huraña e indiferente, la buena noticia era que Deidara contaba con una estrategia bastante astuta.

Su mano delineó distraídamente el collar que adornaba su cuello, el mismo que Itachi le había puesto como símbolo de su compromiso. Para él tenía un valor sentimental incalculable y por lo mismo solo se lo quitaría de ser estrictamente necesario... como en este caso. Si entre sus médicos no lograban encontrar una brecha para llevar al monstruo con Sasuke, entonces él les instruiria para que le dejaran el collar en un sitio que frecuentase a menudo, buscando obtener una respuesta rápida. No existiría ningún mensaje escrito, pero con que el accesorio esté impregnado del chakra del Kinjutsu sería suficiente para levantar su interés, pues ahora que seguro debía saber la verdadera historia de su hermano, el recibir algo similar le haría creer que sigue vivo y por lo mismo intentaría buscarlo; Probablemente investigaría en muchos lugares, y con algo de suerte uno de ellos sería el templo que utilizaron para su batalla final, allí uno de sus médicos le estaría esperando para darle toda la información necesaria sobre el bebé – agregando muy convenientemente que podía certificar la historia en sus recuerdos utilizando el sharingan – logrando así convencerlo de huir de los Uchiha y regresar a Konoha gracias a los atajos de Kaiyah. Sería casi como planear una fuga de alguien que técnicamente no está encarcelado, y aunque era arriesgado, seguía siendo la opción más segura que tenían.

Deidara apretó el collar entre sus dedos y suspiró, esperaba que al menos luego de escuchar la historia tuviera el detalle de devolverselo. Él no tenía pienso de quedarse los dos meses hasta que le llevasen el infante a su tío, pero podía enviarles el collar cuando lo necesitasen, a fin de cuentas debería mantenerse escondido un tiempo, por lo que establecerse en una sola ubicación facilitaría el contacto.

Lo único que faltaba en la ecuación era avisarle con tiempo a los conocidos del Uchiha sobre el regreso de su ex compañero criminal, pero de eso se encargarían Kaiyah y sus contactos. Contando con la ayuda de su hermana en la aldea, no dudaba que alguien podría contactar a Uzumaki Naruto para que despejase un espacio por el que pudieran pasar su mejor amigo y el bebé.

En resumidas cuentas era un plan difícil y arriesgado que no se habría atrevido a intentar de no ser porque prometió cuidar del pequeño monstruo hasta donde pudiera hacerlo.

"Ya despertaste..."  Rodaban las siete de la mañana cuando el pequeño en su interior se estiró perezosamente, alineándose con su doctora quien justamente despertó unos minutos después, permitiendo que su compañero pudiera descansar; Los estiramientos matutinos duraron aproximadamente veinte minutos, luego continuó con la ardua tarea de despejar su camino hacia el mundo exterior.

"Aquí vamos de nuevo..."  El reloj marcaría exactamente las «7:22 am» cuando Deidara volviera a apretar los dientes, echando la cabeza atrás y sujetándose a si mismo en un intento de no correr y romperse la cabeza para acortar su agonía.

No hubo novedad alguna en cuanto a las sensaciones, seguía experimentando lo mismo de horas atrás solo que peor, infinitamente peor. Los huesos le dolían tanto que los sentía temblar, la espalda le estaba matando, estaba hinchado en tantas partes que no podía contarlas y el chakra bajo su abdomen no paraba de extenderse, agrietando tortuosamente cada pequeño entretejido en su piel.

A las nueve y media volvió al jardín delantero, variando sus caminatas con descansos en los que alguno de sus acompañantes – ya más activos por la hora y media de descanso – se sentaba a su lado para darle apoyo en su nueva y extraña faceta. Ahora por alguna desconocida razón encontraba comodidad en posiciones de lo más singulares, como si sus extremidades perdieran algo de rigidez al mantenerse variando su forma de acomodarse. La primera vez que le sucedió estaba sentado, con Ren comentándole algunas anécdotas de su vida criminal para distraerle, es entonces cuando quiso levantarse, solo que apenas se encontró de rodillas ya no sintió ganas de hacerlo. Encontró en aquella pose un extraño confort que duró el tiempo suficiente para atraer la cercanía de su médico, trayendo consigo un hombro que a Deidara se le antojó cómodo. Su frente se encontró recostada sobre él antes de darse cuenta, y al contrario del comentario impertinente que esperó recibir, Ren le tomó de las muñecas para pasarlas alrededor de su propio cuello, sujetando a su vez sus caderas con suavidad.

Deidara estaba demasiado cómodo como para que aquello le importase, aunque arqueó una ceja al notar que le balanceaba sutilmente de un lado a otro.

– ¿Que haces? – Murmuró sin moverse apenas, ligeramente adormecido por el vaivén de su cuerpo y la brisa en su rostro.

– Esto es para tus huesos – Le explicó él con calma – Les quita presión y ayuda a relajarte, ¿Lo sientes bien?

Cómo única respuesta, él soltó un ruidito bajo de conformidad que le hizo reír.

Para ser alguien tan escandaloso, fue sorprendente descubrir que Ren tenía la paciencia para quedarse en esa posición todo el tiempo que quiso mantenerla, absteniéndose de hacer comentarios imprudentes y limitándose a mecerle armoniosamente mientras sentía sus músculos relajarse un poco.

De aquella postura se cansó al cabo de un rato, separándose un poco del cuerpo ajeno para ponerse de pie, su acompañante tomó eso como señal para que Kaiyah lo relevase, tomando silenciosamente su puesto en lo que él rondaba la propiedad a paso lento pero seguro.

Sería más tarde cuando la Hyuga notara que su paciente utilizaba sus manos para sostener su espalda baja, por lo que captó su atención tocando uno de sus brazos.

– Tengo un buen remedio para eso, ¿Quieres intentar?

– ¿Por qué no? – Respiró fatigado, dejándose guiar hasta la entrada de la casa en dónde ella le instó a sentarse de frente al respaldo de una silla; Deidara cruzó los brazos sobre el borde y dejó caer el mentón encima de ellos, suspirando a medias cuando unas manos masajearon su espalda.

En aquella ocasión la cabeza no le dió para hacer comparaciones que le pusieran triste, se sentía satisfecho con el mero hecho de estar recibiendo atención en sus músculos y eso le bastó para quedarse quieto otro rato.

"Disfrutar de esto sería más fácil si no me estuviera muriendo..." Su cuerpo se tensó cuando su abdomen también lo hizo, subiendo otro peldaño en la escala de dolor y sacándole así el primer quejido altisonante de agonía.

Kaiyah le tocó cuidadosamente con sus ojos activos y mostró una expresión satisfecha.

– El grosor del chakra ya está a medio caminó, tres centímetros menos y será lo suficientemente delgado para perforarlo.

– ¿Medio camino? – Jadeó incorporándose con el rostro crispado. Las doce, eran las doce del maldito mediodía y él aún seguía sufriendo – Llevo casi un día en esta mierda.

– No olvides que tu progreso es más lento.

"Y jodidamente doloroso" Creyó que era una locura cuando le dijeron que un parto podía durar veinte horas, pero ahora que él llevaba veintitrés, solo podía pensar en lo mucho que había soportado y en todo lo que aún le faltaba por soportar.

Su suplicio continuó con su travesía al llegar la hora veinticuatro, eran casi las dos de la tarde y a diferencia de sus médicos, él apenas pudo comer unas cuantas verduras mientras intentaba no retorcerse en su sitio. Sentía que se iba quedando paulatinamente sin energía y eso solo lo ponía peor .

Diez minutos después se encontró retomando su asedio al jardín delantero, arrastrando los pies y realizando diversas posiciones en las que recibió colaboración inmediata. Lo más extraño que llegó a hacer fue quedarse de rodillas frente a Kaiyah quien estaba sentada en el sofá, mirándola apenas un segundo para después inclinarse sobre ella hasta que su abdomen quedó en medio de sus piernas y su cabeza recostada sobre uno de sus músculos. La Hyuga se movió un poco para frotar su espalda, estaba seguro de que debía verse patético estando de esa manera, pero arrepentirse no fue una opción cuando sintió colgar todo el peso extra de la barriga, alivianando maravillosamente su rígida espalda; Duró un rato bastante largo en la misma posición, solo levantándose cuando sus costillas presionaron y debió recostarse, a lo que ella le cedió su puesto mientras Ren volvía a abanicarle para que no se desmayara.

No era fanático de ello, pero agradecía enormemente la atención, al grado de que, cuando Kaiyah se tomó la molestia de peinar su cabello para luego recogerlo en un holgado moño alto, sus pestañas se humedecieron mientras le daba las gracias.

– No hay de qué – Y tomandose un poco más de confianza, se estiró para limpiarle cuidadosamente con la manga de su suéter las pequeñas gotas de sudor que caían por el costado de su rostro.

Por su parte, Ren se tomó muy en serio la misión de mantenerlo hidratado y alimentado, preparando así un montón de bebidas y comidas sanas que podía ingerir sin problemas cuando el escozor de los dolores se lo permitía.

Deidara se sentía consentido, y por mucho que no estuviera acostumbrado, sentía que se lo merecía.

Desafortunadamente, cuando todo el proceso iba lo bastante estable como para decir que terminaría sin ningún contratiempo, Deidara se evaró de pronto, mirando de un lado a otro hasta que sus ojos se quedaron fijos en un solo punto; Kaiyah, quien le había estado ayudando a equilibrar el peso de su vientre con una larga tela que usó para rodearlo, se sobresaltó al ver el desconcierto en su rostro.

– ¿Que sucede? – Antes de recibir una respuesta de su parte, Ren apareció a la carrera con una expresión parecida, solo que más apocalíptica.

– ¡Carajo! – Su visión se perdió en el horizonte unos segundos, utilizando sus capacidades sensoriales para confirmar sus sospechas y luego girandose a su paciente con la alarma encendida en sus ojos marrones – ¡Te dije que debíamos irnos!

Al comprenderlo, a la Hyuga se le abrieron los ojos con un tinte de pánico.

– ¿Madara? – Podía utilizar sus propios ojos para confirmarlo, pero el mismo Deidara era más fiable si de rastrear Uchihas se trataba; No obstante, el susodicho se vió indeciso por primera vez.

– No estoy seguro.

– ¿Cómo que no? – Ella lo miró con una incredulidad bastante justificada; Deidara ya había sentido la esencia de todos los Uchihas que quedaban, era insólito que no pudiera reconocer la identidad de la presencia que se acercaba a ellos – ¿No sabes si es Madara?

– Si no es él, es Obito – Apostó Ren, casi saltando por la exaltación – O puede que los dos.

Deidara negó con la cabeza.

– No, es uno solo.

– ¿Pero no puedes identificar su energía?

– El chakra lo puedo sentir, lo que no sé es a quien le pertenece – Tenía los ojos entrecerrados en un intento de concentrarse, pero por más que trataba de localizar la centro de la energía no encontraba ningún precedente. No era vértigo, desagrado, calidez o nostalgia, solo sentía poder e incertidumbre, lo único que tenía claro era una sola cosa: Esa persona poseía sangre Uchiha – No se parece a nada que haya visto antes.

– Imposible que exista otro Uchiha del que no sepamos – Ren pareció sufrir un colapso tan solo por considerar la idea – Sería el colmo.

– ¿Que tal si es Sasuke? – Opinó Kaiyah de pronto, llamando la atención de los demás – Quizás ha conseguido que le implanten los ojos de su hermano y por eso su chakra está mezclado.

– No creo que eso funcione así...

– De hecho si, es posible – La intervención del artista se debía a su propia experiencia: El chakra Uchiha en su cuerpo se ligó al suyo y le hizo difícil de rastrear, por lo que si a Sasuke recientemente le dieron los ojos de Itachi cabía la posibilidad de que, al menos por unas semanas, su energía estuviera ligada en cierta medida.

El segundo médico podía comprender las bases de aquella teoría, y por la misma razón arrugó la cejas con cierto pesimismo.

– De acuerdo, pero eso significa que también podría ser Madara utilizando las células de Hashirama.

– Por lo menos sabemos que no es Obito – No era necesariamente una victoria, así que Kaiyah lo tomó como un pequeño consuelo – Si fuese él ya se habría teletransportado hasta acá.

– Eso y que a Madara le encantan las entradas dramáticas – Echó los ojos a un lado, recordando entonces que el menor de los Uchiha tampoco se salvaba de pecar por lucirse de vez en cuando – Podría ser cualquiera.

– ¿Pero cómo fue que ellos supieron en dónde estábamos? De Madara lo podria entender, pero no hemos oído que Sasuke haya intentando buscarnos.

– Eso ya no importa – Interrumpió Deidara, teniendo el presentimiento de que obtendrían la respuesta a todas sus dudas muy pronto; Sus ojos estaban serios – Cualquiera de las dos opciones es mala ahora.

Teniendo como segunda opción el ser secuestrado nuevamente por Uchiha Madara, reencontrarse con Sasuke no parecía ser tan malo. Al menos tenía la seguridad de que no intentaría matarlo ahora que sabía la verdadera historia de su hermano – eso y que al tenerlo cerca se ahorraban la parte de hacer que los buscase a ellos – sin embargo, tener que enfrentarse al sinfín de preguntas de su supuesto cuñado adolescente mientras seguía doblándose de dolor por el parto, no era exactamente como esperaba pasar ese día.

– Es muy tarde para que nos vayamos... – Habló Kaiyah, con su voz reteniendo un trasfondo ansioso que los tres podían compartir – Si nos movemos ahora y resulta ser Madara, podríamos iniciar una persecución que no vamos a ganar.

– ¿Y entonces que hacemos? – Los ojos de Ren se detuvieron en su compañera, pero ella miró a Deidara de inmediato, confiando en su criterio para que tomase la decisión.

El artista debió inspirar profundo, examinando rápidamente las posibilidades y llegando a la misma desfavorable conclusión que sus acompañantes: correr no era opción sin importar quien fuese, principalmente porque los alcanzarían demasiado rápido, aparte de que tampoco hubiera podido en sus condiciones. Lo máximo que podían aspirar – en caso de ser Madara – era aprovechar que venía solo para distraerlo y asi encontrar una vía de escape. Por otro lado si se trataba de Sasuke, lo único que deseaba es que mantuviera la boca cerrada hasta que pudiera conocer a su sobrino, aunque considerando que se trataba de él lo dificultaba muchísimo.

Tras mirarlos a ambos con pesar, sus ojos azules se quedaron fijos en el horizonte.

– Nos quedamos.

La ansiedad fue grupal, recorriendolos a todos por igual mientras se quedaban a esperas de que su invitado inesperado hiciera acto de presencia.

"Joder, que sea Sasuke... " Deidara cerró los ojos un segundo, había llegado demasiado lejos como para morir en manos de un sádico como Madara, y sin embargo, no podía hacer más que aguardar en silencio "Tiene que serlo..."

En sus intenciones no estuvo el mirar de inmediato, pero en el segundo que aquella figura aterrizó limpiamente frente a ellos, sus ojos buscaron ampliarse, sintiendo como el resto de su sistema sufría un sobresalto terrible; A su lado escuchó un sorpresivo sonido de ahogo, y un sentimiento parecido les traspasó a cada uno de ellos mientras veían como la sombra se erguia por completo, enseñando la parcialidad de un rostro que ninguno esperó ver de nuevo.

A Deidara se le paralizó el corazón.

– ¿Itachi?





 

 

Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

1_ Como ya dije antes, la contracciones ocurren en el útero, y como Deidara no tiene, su cuerpo no puede de ninguna manera instar al bebé para que salga.

2_ Lo que hace la cria para salir es sacudirse y moverse con el fin de echar a un lado el chakra que le rodea (También la absorbe pero ya en menor medida porque tiene de sobra) ¿Y cómo es que sabe que hacer? Pues de la misma forma que las tortugas saben que deben ir al mar después de nacer o que nosotros de bebés sabemos succionar para comer e identificar a nuestra mamá por el olor: Instinto. 

3_ Lo reitero: Imaginen que debajo de la piel tienen una bolita que va creciendo y creciendo en lo que su piel se estira ¿Se ubican esa sensación picosa, dolorosa y angustiante? Pues así se siente Deidara, pero peor porque su "bolita" pesa más de dos kilos y medio xD

4_ La energía mezclada que porta Deidara lo hace confundirse a veces con un clon cualquiera (De Itachi, obviamente) por lo mismo, y aún cuando no se esforzaba en pasar desapercibido, encontrarlo era difícil ya que estaba Itachi para cubrir su rastro con su propia energía. 

¿Adivinen quién se leyó un montón de documentos sobre el trabajo de parto además de verse como quince videos de partos en casa en facebook y YouTube con música incluida? Obviamente esta pendeja de aquí. Tuve que pasarme un rato enorme anotando gestos, posiciones y mierdas locas que se adecuasen a la situación del Deidara. Literal busqué tanto que mi historial parece la de una mamá primeriza que está a punto de parir en su casa.

Mamá, si lees esto, no estoy embarazada xD

En cuanto al capitulo: ¡Ajaaa! ¿Ustedes de verdad se pensaron que iba a matar al Itachi? Pues no, señores, si a Kishimoto le da la loquera y lo mata pues a mí me da más fuerte y lo resucito ¿Por qué? Porque puedo, y porque así lo requiere la trama.

Se que me voy a tardar un poco en volver pero descuiden, valdrá la pena.

A propósito, mis preguntas para hoy son: ¿Que parte le dió más risa? Les juro que deje salir mi espíritu cómico en este capítulo y por eso lo amo jajaja

¿Que les pareció el final? ¿Si están sorprendidos?

Y por último, ¿Casi todas son mujeres, no? XD por lo general les respondo neutral para no causar malentendidos, pero no estaría (Si pueden y quieren) que me aclaren esa pequeña duda de que son xD 

¡Nos vemos el mes que viene!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).