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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Se vienen los capítulos hot, señores UwU

Repito que sigo deficiente en esto de la manoseadera y toda esa verga que tenga que ver con el frutidelicioso, para que lo sepan de antemano.

Para Drey: Tu segundo regalo, pequeña uva OwO Te quiero y espero que te guste.

Y a Edmary: Marica, bienvenida de nuevo a mis dominios. No tenemos chocolate pero se reparten galletas los jueves :3

Ojalá les guste.


                            VII

     You stress me out, you kill me

You drag me down, you fuck me up

We're on the ground, we're screaming

  I don't know how to make it stop

               I love it, i hate it

             And I can't take it

But I keep on coming back to you


Las cosas estaban raras.

Es posible que ninguno de los demás se hubiera dado cuenta ya que el cambio era apenas sutil para el que no se diera la molestia de prestar la suficiente atención, pero algo muy interesante estaba pasando dentro de Akatsuki, y no era nada que alguno pudiera imaginarse.

El primero de todos en notarlo fue el mismo Deidara, no porque los chismes le interesasen sino porque él era nada más y nada menos que el principal protagonista de todo ese enredo... Bueno, uno de dos; La cosa había comenzado cuando al despertar su cerebro se encargó de recordarle lo extraño e inusual de su comportamiento el día anterior, pero más que impactarle eso, lo hizo el darse cuenta de que no estaba para nada arrepentido.

Lo estuvo pensando un poco durante su día libre, apenas perdiendo tiempo ya que le fue sencillo llegar a la respuesta más lógica, y es que ese chico llamaba mucho su atención, incluso se atrevía a decir que le gustaba.

Llegó a esa conclusión después de evaluar un par de cosas, comenzando con que siempre había encontrado atrayente la apariencia del Uchiha, puesto que el ser una persona de carácter poco tratable no significaba que fuera incapaz de reconocer los atributos de otra persona, y ciertamente Itachi Uchiha rondaba bastante en su estilo. No era fanático de las personas con su carácter, pero la fascinaban los tonos oscuros tanto como la variación chispeante de colores, la combinación le recordaba al fuego, a las brasas ardientes y a la más pequeña llama consumiendo todo a su paso; Deidara realmente nunca se detuvo a pensar que era lo que le gustaba, y a falta de tiempo, instrucción y ganas, había decidido desde muy joven que si llegaba a tener alguna relación de cualquier tipo sería con alguien que llamase su atención, sin escatimar en detalles. Eso aunado a su franca actitud, debía aceptar que si encontró ese breve roce de lo más tentador.

Otro factor relevante en esa respuesta era el tiempo que pasaban juntos más esa extraña tensión que siempre habían compartido y que él mismo se encargó de propiciar. Aquella vez no había sido la primera ocasión que se quedaban viendo fijamente o que sus palabras significaban algo más de lo que daban a entender, pero si fue la primera vez que ninguno se molestó en disimularlo. Y aún si le costaba creerlo, se había ido solo para hacerse el interesante, no porque le desagradara el contacto de su boca contra la suya.

Justo ese era otro detalle, y es que si se había hecho el interesante. Dejando salir esa voz grave y baja de quién obviamente algo le interesa, así que inconsientemente o no, si le había intentado seducir ¿Y la sorpresa? El Uchiha había reaccionado inmediatamente a ello, reaccionando con una actitud de quién sabe lo que está haciendo la otra persona y encima le gusta que lo haga.

Deidara no era mucho de coquetear puesto que escasamente se detenía a pelear por el interés de una persona. Su ritmo de vida casi le obligaba a buscar amores fáciles, de esos que no tienen muchas trabas de por medio, que viven cuando entra la noche y mueren con la salida del sol al amanecer.

Había sido diferente esta vez, sin embargo. Algo claramente intenso, intrigante... y mutuo.

Pero, ¿Que hacer con eso ahora?

Ciertamente siendo un adolescente curioso como cualquiera había hecho varias cosas alocadas antes de llegar a Akatsuki, de algunas se arrepentía y otras no, algunas le daban vergüenza recordar y otras por muy fuera de su estilo que parecieran no tendría problema en volver a repetir. De modo que problemas consigo mismo no habían, tampoco inseguridades o falta de experiencia, el verdadero detalle es que era... Itachi Uchiha. Puede que le resultase obvio que su rencor no era impedimento alguno para manifestar aquella atracción, pero seguía existiendo igualmente. No era usual para él involucrarse con alguien cuya existencia le causara tanto conflicto, para Deidara era querer matar o dejar vivir, e Itachi se las arreglaba para mantenerse justo en medio, a veces caminando tan sutilmente sobre el lado positivo que casi lograba olvidar sus rencores del pasado.

Casi.

Deidara intentaba pensarlo con la cabeza fría, pero era difícil hacerlo cuando al mirarse de lejos o rozarse por los pasillos estallaba entre ellos una bomba cuya explosión parecía encenderle el alma con una potencia capaz de elevar el mundo entero, deseando quedar en un vacío oscuro donde solo tuviera ese cuerpo atractivo y enfermizo para resguardarse del vacío del universo. Y se le hacía evidente que no era el único, porque ya se estaba haciendo usual ver cómo ese negro se oscurecia aún más por la intensidad, casi al mismo tiempo que parecía pensar algo muy a fondo, dejándole un aire de reserva como si estuviera vacilando. Se lo podría recriminar, pero él también estaba vacilando sobre lo que haría.

Estaban como en pausa, pensando sobre que les convenía a si mismos a la vez que indagaban sutilmente en lo que el otro quería.

Habían vuelto a la fase que tenían al empezar, la de mantener un silencio aún cuando se sentaban al lado del otro. Al menos eso no cambió, seguían sentándose tan cerca que hasta era palpable el aire que compartían, pero no decían nada. Ni siquiera se miraban, porque algo muy en el fondo  les decía que de hacerlo otra cosa terminaría pasando, y no sabían exactamente como manejar esa posibilidad.

La calma duró apenas cinco días. Cinco largos días en los que se las habían arreglado para mantener todo como si nada. Pero Deidara no era conocido por mantenerse en silencio, y no ayudaba que en vez de poner un alto a su acciones, Itachi no parase de darle más impulso a su enigmática manera.

– Me supongo que tienes todo lo que necesitas – La voz de Pain había sonado fuerte y alta en la habitación. Estaba sentado en la cornisa de la ventana, y Konan le miraba desde el sillón con ese aire de protectora intimidad.

Deidara, de pie en una esquina, asintió sin mucho interés a su interacción fraternal.

– Lo único que necesitaba era más experiencia y ya la tengo.

– ¿Y el poder? – Fue directo al grano. Como líder sabía lo que tenía y por ello siempre preguntaba por esos detalles.

– Siempre he tenido el poder necesario para esa misión – Se permitió verse un poco molesto y presumido – Simplemente necesitaba entrenar con más dedicación.

– ¿Y lo has hecho?

"Pues no he llegado hasta aquí por ser un inútil, así que tú dime" A veces sentía que Pain hacia preguntas de lo más estúpidas solo por tratar de dar el porte que un líder requería, pero obviamente tenía que guardarse esa opinión.

– Si.

– ¿Y la estrategia para la cacería? – Konan se cruzó de brazos, sin molestarse en hacer incisos o mediar modales pues mandaba tanto como Pain podía llegar a hacerlo. Él ya era diferente, un subordinado más, un criminal más.

Un prisionero más.

"Ahora no" Se advirtió a si mismo, intentando que la horrorosa claustrofobia que sentía no se manifestase como otro ataque de rabia; Suspiró y se irguió un poco más, rememorando todo lo que se había estado planificando ese año.

– Sasori se encargó de informarme sobre la guardia y las rondas usuales de seguridad que hacen en la aldea de la arena. Conoce también la ubicación de los puntos estratégicos más importantes así que ese punto está cubierto. No nos perderemos. Aparte hemos decidido que será de noche, tal vez en la madrugada, porque por lo general el turno nocturno es menos activo y además el nuevo Kazekage sufre de un insomnio profundo, por lo que es probable que este solo y en un área visible.

– ¿Que hay de su defensa perfecta? – El Rinnegan se mostraba algo apático, pero lo suficientemente interesado como para hacerle ver qué le prestaba atención.

– La tengo en cuenta. Los rumores dicen que es impenetrable pero también inestable ante ataques de gran velocidad. Reacciona a lo que ve o siente así que he creado unas esculturas lo suficientemente pequeñas como para que no las detecte, y aún si no pueden penetrar la arena son lo bastante rápidas para entrar en su espacio sin que lo note.

Pain le había mirado muy fijamente en silencio, casi como si estuviera esperando verlo admitir alguna debilidad o falla en su plan, pero él se la sostuvo con fiereza. Llevaba años entrenando y no tenía dudas de que lo haría a cualquier costo. Puede que no le gustase Akatsuki, pero jamás puso en duda su fiabilidad, aparte de que luego de tanto tiempo había logrado visualizar la captura del Ichibi como un reto personal; Finalmente luego de esa silenciosa inspección, en el rostro cadaverico de Pain surgió una expresión complacida.

– Bien hecho, se ve que lo tienes todo planeado.

– Si.

– Me parece bien todo lo que has dicho, simplemente recuerda decirle a tu compañero que no te deje todo el trabajo para tí solo, que se encargue de la seguridad si tan bien la conoce.

– Estoy seguro de que Sasori no tendrá problemas con eso – Conociendolo quizás hasta aprovecharía para cobrarse un par de deudas del pasado.

– Excelente entonces – Se incorporó y compartió un breve asentimiento con Konan antes de mirarlo a él – Siendo así creo que no necesitaré de más reuniones con tu equipo. No te precipites en la batalla y continúa entrenando para cuándo el día llegue, ¿De acuerdo?

En el rostro de Deidara se formó un gesto de indiferencia algo vacía, pero logró verse tan altanero y arrogante como siempre, así que no se lo recriminaron.

– De acuerdo.

Se dió la vuelta y salió de allí, escuchando como última frase a un Pain que le comentaba con ligereza que admiraba su determinación y que no se había equivocado al reclutarlo; Se podría haber alegrado en cualquier otra situación, pero en vista de que todo su esfuerzo era porque no podía hacer nada más, no se sintió ni un poco halagado por esas palabras.

Salió de allí con las manos detrás del cuello y la cabeza echada atrás por todo el estrés de la semana, sin embargo, no había recorrido ni medio camino cuando le tocó volver a pasar por otra de esas explosiones mentales; Había tenido los ojos cerrados, pero los abrió para verle a él. No se cambió de posición a pesar de que, inevitablemente, terminaron deteniéndose.

"Esto está empeorando..." O algo así había dicho la parte de su cabeza que analizaba el hecho de cómo habían avanzado hasta el punto de no poder disimular frente al público, porque el resto de él estaba demasiado enfocado en como esto de la diferencia de altura no era necesariamente tan malo si podía apreciar como agachaba la cabeza para ver directamente sus ojos. Así se veía más el interés, pero también la intención.

Había logrado que un Uchiha bajase algo más que solo la mirada para ver a alguien, y eso le traía internamente orgulloso a su impulsiva y terca manera.

Deidara le veía estando cerca, viendo cómo era imposible decir que abusaban del espacio del otro cuando al estar juntos parecia que detalles como el espacio personal terminaban siendo irrelevantes.

Él quería cruzar ese límite, pero no lo haría mientras siguiera viendo duda en esos ojos negros. Sabía que Itachi era el más indeciso de los dos, y por mucho que entendiera su disyuntiva, eso no exceptuaba que pudiese jugar un poco.

– ¿Empezaste ya? – Preguntó en lo que tanteaba los escasos centímetros de separación en una actitud ciertamente maliciosa, incitandolo de una manera más que cruel.

– Aún no – Parecía que lo encontraba divertido en cierta medida, pero algo más intenso se lo estaba opacando.

Un sonido de arrastre que el rubio identificó como la Samehada recorriendo el suelo le hizo retroceder un poco, aunque eso no le quitó el gesto entretenido, ni tampoco la sonrisa presuntuosa al encogerse de hombros.

– Sigo esperando entonces.

No miró atrás, no hacia falta. Sabía que le estaba mirando irse, y eso le estaba subiendo demasiado el ego para su gusto. Le gustaba esa sensación, la de saber que su presencia le atraía de maneras inimaginables, que sus avances podían sacarlo un poco de su zona segura. Tal vez Deidara no fuera el mas experimentando en el arte de seducir a una persona, pero ni siquiera hacia falta, su forma de ser parecía ser suficiente para atraerlo, y eso ciertamente no contribuía a su casi inexistente humildad.

Esa sensación altiva, sin embargo, no eliminaba todas las demás.

"Dios..." Tuvo que exhalar con fuerza una vez llegó afuera, embargado por la emoción que le estaba haciendo temblar la punta de los dedos y ablandar el pecho. Se sentía más ligero, con las emociones recorriendo por todo su sistema a gran velocidad; Ya no había forma existente de poner aquello en duda, se atraían mutuamente a un nivel que rozaba el peligro, reteniendo las ansias de ponerse un dedo encima solo porque sus cerebros aún funcionaban lo suficiente como para saber que no podían tomárselo a ligera.

No estaban en las condiciones más idóneas para permitirse aquello por mucho que la tensión sexual les impidiese respirar, aún seguían dentro de Akatsuki y la privacidad era un lujo que solo se obtenía con prudencia, aparte que seguían teniendo otros problemas.

Deidara ladeó la cabeza entonces, no del todo convencido ante el breve recordatorio en su cabeza que le decía lo poco conveniente que era enredarse sexualmente con alguien cuya opinión personal era bastante cuestionable, aún le tenía un montón de rencor por lo de su reclutamiento y siendo totalmente honesto debía aceptar que si tuviera la oportunidad y el poder suficiente para retarlo a una pelea y ganarle claro que lo intentaría, a fin de cuentas su orgullo siempre estaba primero que todo.

Pero en vista de que no podía...

"Conmigo no sé puede"  Tuvo que sonreír porque resultaba cómico, normalmente se frustrada consigo mismo, solo que esta ocasión no había nada negativo, no realmente. Simplemente estaba pensandolo con cuidado.

No se propuso ni se planteó hacer nada después de eso, netamente se limitó a ver qué tal progresaba eso, deseando no ser el único que se mostrase tan considerablemente receptivo.

El mundo terminó escuchando sus plegarias el día que descubrió como un entrenamiento cualquiera podía transformarse en algo más peligroso. El día que lo notó fue uno en el que, particularmente aburrido, decidió rebasar sus propios límites al detenerse frente a un Itachi que yacía tranquilamente sentado, procediendo a inclinarsele un poco con un mañoso interés.

– ¿Aún no?

Una sonrisa. Una ligera y discreta ligada con una breve sacudida de cabeza era por lo general la única respuesta que obtenía cuando no le daba por ponerse en la misma actitud que él. Aunque ese día obtuvo un bonus, un breve pero calculado:

– No.

– Me decepcionas, Uchiha – Su tono malintencionado provocandole una profunda gracia.

Otro motivo por el cual le atraía ese juego de tentaciones era por las reacciones que podía obtener de él. Itachi muy escasamente se dignaba a reaccionar como un ser humano normal ante las circunstancias de la vida, ver que él era capaz de lograr aquello no solo resultaba un logro, también le generaba algo de placer personal. Siendo artista adoraba la atención que podía generar con su arte y la utilización de otros talentos, y por más que ser el objeto de interés de un Uchiha no estuviera reservado como el logro del año, Deidara mentiría si dijera que no era interesante ver cómo no le quitaba los ojos de encima.

Eso y que seguía sin ser prudente, por supuesto.

Las horas pasaron sin prisas, y apenas terminó con el entrenamiento físico se sentó para comenzar a trabajar con algunos nuevos modelos de esculturas bajo la mirada ocasional de su acompañante; Fue entonces que escucho el distintivo arrastre que hacía Zetsu al desplazarse por la tierra, apareciendo casualmente a su lado con interés.

– ¿Que tanto haces, Deidara? – Su lado blanco expresando su curiosidad.

Deidara apenas le miró, estaba demasiado concentrado en moldear un nuevo diseño de ave cuya anatomía le permitiese ser más aerodinámica que el búho que solía usar.

– Entrenar.

– ¿A eso le llamas entrenar? – La burla incrédula vino por parte de ambas, aunque poco le interesó.

– El entrenamiento es más que andarse arrastrando por el piso espiando conversación ajenas y hacer clones inútiles – Levantó el modelo y lo miro desde varios ángulos, escuchando un chasquido molesto a su lado – Si solo vas a criticar ve a otra parte, no estoy de humor.

La parte oscura de Zetsu hizo un ruidito de burla.

– Si de verdad quieres mejorar, ¿Por qué no te enfocas en lo que no sabes hacer?

– Porque soy muy bueno en lo que si se hacer – Se le fueron los ojos al cielo, aún sin entender en qué parte de su contrato con Akatsuki decía que tendría que aguantar las opiniones de sus compañeros cuando era obvio que jamás las había pedido – Aparte no hay muchas cosas que no sepa.

Habían varias que se le daban mal, eso había que aceptarlo, pero por lo menos contaba con el conocimiento básico y la habilidad para aplicar varias técnicas si la situación lo requería. No era un experto, cometía errores incluso en las cosas que mejor se le daban, más eso no lograba desanimarlo ni tampoco limitarlo para seguir progresando. Estaba vivo gracias a esos principios, y no se arrepentía de aplicarlos.

– Hay una muy importante que no sabes... – Canturreo él, moviéndose por el suelo como si le estuviera buscando la lengua.

Lo logró. Deidara resopló y se dignó a verlo de frente.

– ¿Cuál?

– Genjutsu – Deidara ni se molestó en ocultar la risa sarcástica que le provocó ese comentario; Un brazo blanco le apuntó – Serías menos débil si lo manejaras mejor.

– No soy débil, y tampoco necesito hacer ilusiones satánicas para ganar una pelea. Además... – Nada más por mera diversión, alzó un poco más la voz – Las ilusiones son una estafa, un truco de lo peor que solo sirve para embaucar a la gente. Por lo demás, no tienen ninguna utilidad.

El objetivo de su broma no dió nuestra alguna de haber prestado atención, pero estaba seguro de que había oído; La planta humana le hizo algún par de comentarios hasta que se aburrió de su indiferencia y decidió ir a espiar a alguien más, dejando a un Deidara más a gusto en compañía de arte.

Cinco minutos después se encontraba delineando con cuidado la línea de un ala, observando con su ojo crítico la creación de su figura. Siempre se concentraba mucho cuando esculpía, la única diferencia esta vez fue esa curiosa sensación que le tocó la mente, desconcentrandole. Era como un frío y suave roce en las líneas de su cerebro, seguido de una súbita imagen mental que apareció de sorpresa detrás de sus ojos. Se quedó estático, apenas había sido medio segundo, tan solo medio maldito segundo de él recostado contra un árbol en lo que una boca le recorría con suaves mordiscos húmedos la curva del cuello.

– Maldición... – Dejó salir, pudiendo jurar que había sentido aquello como si realmente hubiera pasado.

Pero como tampoco era alguien ingenuo, sus ojos se desviaron automáticamente hacía él. Y realmente no le sorprendió demasiado ver una casi inexistente sonrisa acompañando unos ojos que convenientemente habían dejado de ser negros.

Lo intentó, pero fue imposible. Se terminó dejando caer de espaldas en el césped, dejando salir una risa amplía y abierta que reflejaba su diversión.

– ¿Para eso usan el Sharingan los Uchiha en estos días? – Preguntó en voz alta una vez fue capaz de hacerlo.

"Más o menos" Escuchó ese susurro en su cabeza con mucha nitidez, erizandole los sentidos. Ya de por sí era impresionante verle usar su habilidad para algo que no fuera torturar a sus enemigos en cruces, ¿Pero que lo usara para esto? Ah, era magnífico, y si, también muy divertido.

Deidara se incorporó para sentarse, poniendo ambas manos en sus rodillas cruzadas.

– No es mi intención bajarte el ego, Uchiha, pero no me impresionas.

"No lo parece" Casi sintiendole la sonrisa debajo del cuello de la capa, y eso le hizo echar los ojos a un lado.

– Una cosa es sorprenderse y otra impresionarse, y tú no me impresionas – Su actitud de reniego viéndose menos como algo cínico y más como una especie de extraño jugueteo – Aunque te lo agradezco, hacer eso solo ha hecho que me des la razón.

"¿Y en que dices tener razón?"

– Que las ilusiones son una estupidez, un simple truco sin ciencia alguna que gente como tú utiliza para no enfrentar los problemas en la vida real. Es fantasía, nada es auténtico.

"¿Quieres autenticidad?"

– Quiero realidad – El énfasis en eso último fue más que obvio, añadiendo un cizañoso –: Pero es obvio que tú no sabes lo que es eso.

Como sacado a la fuerza, el Sharingan se desvaneció limpiamente, dejando al descubierto unos ojos que definitivamente no tenían el aire entretenido que tenían los suyos. Se veían serios, profundos, concentrados pero también llenos de una expresión muy parecida a la determinación. Era normal, posiblemente Itachi habia pensado que algo similar habría de resultar divertido, pero Deidara lo había utilizado como un arma, diciéndole indirectamente que esas ilusiones eran lo único que se atrevía a hacer, que no tenía la capacidad de hacerlas realidad...

El artista le vió mover unos centímetros la rodilla, casi como si fuera a usarla de soporte para levantarse, salvo que en ese momento apareció Kisame. Su misión en ese momento era informarles que tenían a otro ninja en consideración para unirse al grupo, Deidara escuchó lo necesario ya que sinceramente no le veía la utilidad a seguir trayendo tanta gente, luego se levantó para irse, no sin antes mirar de reojo un cuerpo casi en completa tensión que aunque no le miraba, si presentía que seguía sus movimientos.

"Un día de estos se va a levantar y no habrá quién me salve el culo" Se encontró pensando en el piso de su habitación mientras guardaba unas cosas; Se detuvo un segundo "Bueno, yo podría" Porque si, seguía siendo alguien que podía encontrar unas maneras de lo más creativas para salir de líos, además de que fácilmente se podía explotar si no encontraba una solución más práctica. Total, motivos para vivir no le sobraban.

El detalle, ¿Querría salvarse?

¿O preferiría sencillamente aprovechar el momento y sacar algo de ello?

"Ah, decisiones, decisiones..." Anchamente sonriente sacudió la cabeza y continuó con lo suyo, intentando terminar la tarea de organizar todo el desastre, Sasori le había dejado algunos de sus pergaminos para que estudiase un poco, y sabía que debía organizarlos a menos que quisiera perderlos. Terminó aquello tras mucho rato así como todo lo que tenía en mente para ese día, pero resultó que no pudo dormirse por más que lo intentó.

Recordaba con demasiada claridad la forma en que su mirada le habia prometido algo más que solo imágenes vacías producidas por sus ojos sangrientos, haciendo que su cabeza no pudiera dejar de darle vueltas a lo excitante de aquellos pensamientos. Confirmó que aquellas ideas no le dejarían dormir cuando la posibilidad comenzó a inestabilizar su respiración, optando por darse una vuelta para ver si el cansancio terminaba tumbandolo.

Al salir se dió cuenta que necesitaría más de una, porque sueño era lo último que tenía. Al menos tenía el bonus de que la base siempre fue exageradamente grande, así que espacio era lo que más le sobraba; En su recorrido descubrió que Pain andaba en una de sus facetas alejado del mundo, mirando desde la ventana la ciudad sin dirigirse a nadie. Konan no estaba porque se encontraba resolviendo unos problemas menores en los distritos más cercanos, a Hidan se le escuchaba rezando en su habitación, Kakuzu había pedido permiso para salir a reclamar una recompensa y Zetsu no importaba.

Al único que se encontró fue a Kisame, quien aunque no fuese exactamente su compañía más ideal ciertamente sabía darle conversación, además de que ambos andaban con insomnio y siempre resultaba bueno compartir las penas con alguien más, incluso si esa persona parece más un animal marino que un ser humano.

El hombre tiburón le relató algunas historias que aunque no pidió oir resultaron de lo más curiosas. Le habló de sus viejas andanzas en su pueblo natal, del increíble poder que la Samehada poseía, de cadenas alimenticias y el orden de la vida... pero nada captó más su atención que un comentario al azar que soltó una hora después.

– Entrenar esta noche hubiera sido más divertido si el Uchiha estuviera – Rezongo con lo más parecido a la resignación que le había visto hacer, haciendo que le mirase extrañado.

– ¿No está?

– No, salió a dar una vuelta, pero ni idea de a dónde. Nunca da muchas explicaciones.

– No da explicaciones a secas – Hizo un gesto fastidiado, ocultando a la perfección la existencia de su convivencia secreta al quejarse con un –: Apenas si habla.

– Bueno, tampoco es que tenga mucho de que hablar.

Deidara arqueó una ceja con burla.

– ¿Tan aburrida es Konoha?

– No diría que aburrida, en nuestra última visita nos encontramos con un trío de lo más interesante – Algo en sus minúsculos ojos le dijo que parecía rememorar aquella pelea – También a un Sannin. Por todo lo demás no hubo mucho que ver, El jinchuriki era un niño gritón, los puestos fueron una perdida de tiempo y el té no tenía sabor.

El artista se permitió hacer un ruidito de gracia ante la visión de un Kisame tragando té insípido en lo que Itachi seguramente lo disfrutaba, puesto que aparentemente le gustaba bastante esa bebida en particular, más si provenía del lugar que le vio nacer.

Kisame le empujó un poco con el mago de la espada.

– ¿Acaso quieres visitar Konoha, Deidara?

– Para nada – Bufó – Mi aldea de seguro es más interesante y eso que solo hay escombros por todas partes – Y como conociendo de antemano lo interesado que podía ser Kisame con temas ajenos, fingió una voz curiosa para desviar su atención de cualquier tema que le involucrase con el Uchiha – Si tanto quieres entrenar, ¿Por qué no lo haces solo?

– Porque no es divertido – Por lo ligero y entretenido de su voz dedujo que le había distraído sin problemas – Además, siempre es mejor cuando hay alguien poniéndote las cosas difíciles. La competitividad es uno de mis mejores atributos, como sabrás, deseo escalar al tope de la cadena alimenticia – Sus dientes filosos brillando con entusiasmo – ¿Y que mejor que enfrentarme al asesino de todo un clan?

El más bajo tuvo que cederle ese punto, si tanto quería mejorar nadie mejor que el prodigio de los Uchiha para hacerlo.

Se encogió de hombros con ligereza.

– Si tú lo dices.

Una vez aburridos de su mutua compañía cada quien siguió su camino. El bijuu sin cola posiblemente iría a buscar algo con lo que entretenerse, mientras que por su parte, y en vista de que cierto personaje no andaba cerca, podía tomar su lugar en el último piso; Indiferentemente de su presencia lo podía hacer, pero la diferencia es que en su ausencia tenía más probabilidades de relajar un poco el cuerpo.

Al llegar, sin embargo, terminó frunciendo el ceño al verle en el sitio de siempre.

"¿Vale?"  Fue momentánea la confusión, recordándose a si mismo que Kisame no era lo que se podía llamar la fuente de información más confiable, o que simplemente el azabache si pudo haber salido pero regreso antes de que su compañero le viese; Sin darse mucha mala vida comenzó a caminar para instalarse a su lado, pero se tuvo que detener al ver que la oscuridad no le había permitido captar muy bien que estaba de pie y no sentado. Lo notó única y exclusivamente porque pasó de estar de espaldas a quedarsele viendo sin un apice de disimulo.

Deidara elevó ambas cejas, captando rápidamente que había algo más que no estaba captando.

– Kisame tuvo la impresión de que no estaba.

– Kisame tuvo la impresión que debía tener.

"Vaya..." Podría estar pecando de arrogante, pero aquello no le parecía tan sorprendente. De hecho, había estado esperando que hiciera algo similar, solo que no tan pronto.

– ¿Te lo habías imaginado? – Se interesó el Uchiha al reparar en la falta de sorpresa en su expresión.

Él sonrió.

– Subestimas mi inteligencia – Fue su único alegato, pasando a poner un rostro de circunstancias – ¿Otro truco?

– Ninguno esta vez.

– ¿Seguro? – Se encontró preguntando con una arrogancia que se asemejaba bastante a la que él estaba irradiando sutilmente.

– Si.

– ¿Entonces que se supone que estás haciendo? – Su cuestionamiento se debía sobretodo a la curiosa inmovilidad que tenía, como de quién espera por algo.

Pero él, casi como intuyendo lo que máquinaba su mente, torció un lado de la boca hacia arriba.

– Nada ya.

"... Santa mierda" A Deidara podrían tildarlo de imprudente por no detenerse a pensar de vez en cuando, pero no había necesitado ni un segundo extra para comprender la naturaleza de sus verdaderas intenciones. Además, se lo confirmaba ese porte que se contraía por algo que conocía bastante bien, era la misma razón por la cual él no pudo conciliar el sueño esa noche, con la enorme diferencia de que al parecer el Uchiha tenía en mente algo diferente que solo agarrar aire nocturno para apaciguarlo.

La posibilidad de aquello se la había imaginado, solo que no esa noche y mucho menos en plena azotea de Akatsuki.

– ¿Va en serio? – Se oyó algo desubicado en lo que veía su silueta moverse en la oscuridad.

– ¿Por qué creerías que no?

– Bueno, eres tú – Sonrió leve, aunque por dentro algo ya le cosquilleaba con anticipación – Tengo derecho a dudarlo.

– Deidara, te he dado muchos motivos para dudar – Haciendo una breve pausa significativa – Pero esto no circula en esa lista.

– ¿Dices entonces que siempre fue algo seguro? Porque yo no lo creo, me resultaría más lógico que fuese un chiste – Esperó por un respuesta que no llegó, sencillamente volvió a caminar – ¿Que no dirás nada? – Le cuestionó entonces.

– No hay mucho que pudiera decir – Pero haciéndolo sonar como si al contrario hubiera mucho que pudiera hacer.

– No lo creo – Espetó, volviéndose extrañamente arisco. Podía atribuirselo a que seguía pensando que era una broma de mal gusto, o sencillamente que seguía existiendo una parte en su ser a la que no le terminaba de convencer la idea de tener sexo con alguien a quien todavía le conservaba una espinita de odio en su corazón. Que estuviera cada vez más cerca tampoco le daba claridad; Alzó una mano – Ya, suficiente o te parto la cara – La oscuridad no fue suficiente para esconder ese sutil rostro de escepticismo, y eso le molestó – ¿Acaso crees que no lo haría?

– ¿El qué, exactamente?

Se le entrecerraron los ojos. Siempre odiaba cuando se las arreglaba para fastidiarle con indirectas.

– ¿Tú qué crees, Uchiha? Sabes que intentaría matarte aunque no pudiera ganar.

– ¿Estás seguro de eso? – Se había detenido cuando se lo exigió, pero fue en ese instante que realmente pareció hacer una pausa, casi como si esperase su respuesta a la vez que le diera la oportunidad de reconsiderarlo si así lo deseaba.

A falta de esmero por entender aquello, se limitó a observarlo fijamente.

– ¿Lo pones en duda?

A pesar de que no había mentido sobre querer espacio cuando lo dijo, su mente siguió pensando en la posibilidad de que no le hiciera caso, quizás que le dijera algo elocuente, o incluso que hiciera una jugada de las suyas para demostrar finalmente que tanta tensión no era unilateral, que si había llegado hasta ese punto era por algo, que le tentase lo suficiente hasta volver la decisión tan sencilla como respirar...; No obstante, le resultó casi ofensivo como en vez de hacer cualquiera de las opciones anteriores, el Uchiha simplemente dió un breve asentimiento para darse la vuelta.

"¿Ah?" No es que no esperase colaboración de su parte, pero tanta diligencia le hizo parpadear.

– ¿No te sientas? – Comentó con parsimonia en lo que caminaba a paso lento a su sitio.

Sencillamente no pudo evitar decirlo.

– ¿Y se supone que esta es la perseverancia de los Uchiha?

– ¿A qué te refieres? – Le miró apenas, aunque daba la impresión que la reacción ya se la esperaba.

– Hablo de tí, y que no le haces mucho honor a tu apellido si andas por la vida rindiendote tan fácil.

– Yo no me rendí – Se giró un poco más, ahora sonreía a medias – Tú si.

– ¿Qué?

– Eres tú el que me va a romper la cara si me acerco, ¿No? A como yo lo veo, eres tú el que no es perseverante.

– ¿Como te...?

– Está bien, Deidara – Le interrumpió entonces, cortando su incipiente cara de molestia con un tono que en vez de reconfortarlo, de hacerlo sentir mínimamente mejor, le terminó resonando en la cabeza como si más bien estuviera subestimando su propia hombría – No hay problema.

"Oh, no lo hizo..." Pero si lo había hecho, ese trato le había resultado tan malditamente condescendiente que deseó borrarle las ojeras de un puñetazo, casi con las mismas ganas que tenía de lanzarse a él y demostrarle que era el único en esa habitación que tenía las prioridades claras, pudiendo aguantar cualquier cosa que terminase por surgir entre la combinación de su ser explosivo y su alma misteriosa.

Sin embargo solo podía escoger una opción, y siendo Deidara como era, escogió la opción más lógica.

Exacto.

Le lanzó un puñetazo a la cara.







Continuará...

Notas finales:

¡Alabada sea yo que por fin coloqué a un Deidara que no es vírgen! Merezco mis aplausos, no es por nada xD

Un saludito.

Menma.


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