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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

¡Sorpresa, pequeña uva! OwO te quiero mucho.


                       VIII

When I'm around you, I feel it in my veins

Something about you, that's makin' me go insane

We have a storm to weather, my little sweet surrender

Oh, you are my muse, I feel so reckless

Oh, you're makin' me, makin' me, makin' me give in

Baby, I can feel the rush of adrenaline

I'm not scared to jump if you want to

Let's just fall in love for the hell of it


La expectativas siempre son de lo más curiosas, en especial cuando a la final terminan siendo tan alejadas de la realidad.

Por ejemplo, Deidara había visualizado la perfecta escena de su puño conectando con su mandíbula, sintiendo el escozor en sus nudillos mientras de fondo escuchaba el sonido de los huesos de su cara agrietarse, pero la realidad es que no logró darle a nada, lo máximo que consiguió fue que se pusiera en guardia después de esquivarlo. No vió ojos rojos, y la sola de idea de pensar que estaba aceptando un combate físico sin necesidad de usar trucos rastreros fue suficiente para acelerarle el corazón. La adrenalina viajó de forma súbita en su sistema, y se encontró dando un golpe tras otro con la mayor cantidad de precisión que podía.

Itachi por lo general enfocaba su defensa en los ojos, por lo que el rango del área que tenía para luchar tendía a ser bastante amplio. Era perfecto para él puesto que de resistencia ya no tenía la misma capacidad que antes, pero ni la premura de ese recuerdo o el ácido caliente que le hería las venas fue motivo suficiente para disuadirlo de pelear sin usar el Sharingan. Hace mucho que no cedía ante un capricho impulsivo, y por muy insensato que pudiera ser viniendo de él, aquella fiereza en los ojos contrarios solamente le estaba incitando a darle lo que tanto quería: Una pelea sin trucos mentales.

La capa de Akatsuki se ondeaba por la brisa nocturna, y la tela de una acariciaba la otra a medida que sus portadores se acercaban y alejaban con cada golpe. A Deidara un codazo le hizo apretar los dientes, había conectado con un lado de su cabeza y eso no había sido para nada indoloro. Utilizó ese desequilibrio para alzar una pierna arriba, chocandola con la carne suave que recubre el estómago. Oyó un mínimo sonido de ahogo, y sonrió por haberle sacado así fuera una mueca de disgusto. Siguió utilizando esas pequeñas bendiciones para hacer arder su voluntad, aquella que quería y necesitaba acabar con su vida, esa que le impulsaba a esforzarse por no morir antes que ese sujeto; Le ofreció todo lo que tenía con la mayor discreción que podía, casi implorando que su pelea no fuera excesivamente ruidosa como para llamar la atención de los demás.

Se movían con el otro, intercalando golpes y fuerza sin apenas detenerse a nada. Se podía escuchar sin problemas el sonido de los puños conectando, sus fuertes respiraciones, el brillo intenso en sus miradas...; La negrura infinita en los ojos de Itachi contrastaba cruelmente con la arisca y movida luminosidad que había en los de Deidara, como una mezcla chocante que parecía encajar de alguna forma.

Era visualmente bello de una manera increíble.

Y pudieron haber seguido así por un largo rato, pero a Deidara le estaba comenzando a enfadar esa maldita chispa de gracia que no perdían sus ojos. Se estaba tomando esto muy enserio, ¿Por qué él no?

– ¿A qué demonios estás jugando? – Exclamó tras conectar una patada, empujándolo un par de metros.

– ¿Jugar? – Repitió él, incorporándose. Y su fingida ignorancia le dió mucho más coraje aún, por lo que se arrojó para buscar suerte con otro puñetazo.

– ¿Ahora también te vas a hacer el imbécil?

Itachi le detuvo el golpe alzando el antebrazo sobre su rostro, y lo mantuvo ahí mientras su miraba se intensificaba.

– No estoy jugando a nada – Sonaba controlado en lo que medían fuerzas, cada uno empujando para ver quién retrocedía. Estaban a la par, sin embargo, porque Deidara tendía a desvariar con su fuerza y a Itachi no le favorecía la debilidad en sus músculos – Si lo estuviera no habría venido, ni tampoco hubiera hecho lo demás.

– ¿El qué? ¿Hacer trucos para que viniera?

– Habrías venido aún si supieras que estaba aquí, en eso no hay diferencia.

– ¿Entonces para que hacer tanto teatro? – Rindiendose con esa mano, optó por atizarle con la otra, solamente que a esta se la sostuvieron al vuelo. El Uchiha casi le dió con una patada, casi. Levantó la rodilla con rapidez, recibiendo un impacto menor.

Por mucho que su cuerpo se moviera, Itachi le seguía mirando sin apenas parpadear.

– Me pareció una buena forma de hacértelo saber.

– ¿Saber qué?

– Ahora eres tú quien subestima su propia inteligencia.

Un chasquido fastidiado salió de su boca porque tenía razón, había comprendido sin problemas en que se basaba esa oferta más no por ello había evitado subir tan arriba sus defensas que ni siquiera alguien de su aldea podría alcanzarlas por más alto que volase. Lo había pensado, lo había aceptado, lo había esperado, lo había querido... y seguía haciéndolo, sinceramente. El detalle radicaba en que seguia dudoso con respecto a quien se trataba, bien que Itachi podía apuñalarle después y no es como si la posibilidad fuera pura paranoia, menos teniendo en cuenta su historial; Eso no le asustaba, ni siquiera le ofendia, no se creía diferente y tampoco esperaba un trato similar, tan solo estaba vacilando el si era buena idea a la larga.

– ¿Por qué estás tan molesto? – Aún seguía luciendo entretenido, solo que también curioso.

Deidara se limitó a bufar y empujarle a un lado para sacudirse el polvo de la capa. Estaba molesto, era cierto. Le había molestado también el tono de condescendencia y la apática actitud con la que se había tomado su respuesta, ¿Que si había esperado algo de insistencia? Pues si, lo cierto es que si, tenía algo de experiencia en eso de rogar si realmente quería algo, solo Dios sabe por cuantos meses persiguió al tercer Tsuchikage para que le diera la técnica prohibida, incluso hasta le habló en sueños.

Efectivamente no consiguió un coño, pero nadie podía decir que no lo intentó por las buenas.

La esperanza de ver algo más de interés por su parte, al mismo tiempo que fuera capaz de dejar algo de esa apatía de lado para actuar como alguien normal había sido el problema, no solo quería receptividad, quería internamente ver más que solo una cara recta con algo de vida momentánea en los ojos.

Su ego estaba involucrado, pero también su propia curiosidad; Le echaba totalmente la culpa, a fin de cuentas aquella imagen que implantó en su mente por unos segundos la había tomado como un indicio, solo que al parecer no era más que eso.

– Tu actitud me fastidia – Decidió decir, ya que en cierto modo era verdad.

– ¿Por qué habría de fastidiarte?

– Porque no la entiendo – Soltó bruscamente, retando sus ojos con una frustración que no sabía que tenía guardada – Eres como un puto rompecabezas que no se puede resolver y eso es fastidioso.

– Estás tratando de decir que te confundo.

– No, lo que digo es que eres un maldito fastidio, y tú actitud es peor.

– Creo que deberías quedarte con la confusión – Encomendó tranquilamente él – Siendo que has sido tú el que no paraba de alardear sobre hacer algo con lo que a la final no puede lidiar, tu actitud podría resultar más molesta que la mía.

Deidara achicó tanto los ojos que apenas podía ver.

– ¿Estás diciendo que soy fastidioso?

– Para nada – Hizo una pausa – Indeciso tal vez, pero no fastidioso.

– Yo no soy indeciso una mierda, aquí el único que parece no decidirse eres tú.

– No fui yo el que dijo que partiría caras si el otro se acerca, ese fuiste tú. Aún si hubiera estado pensando en que decisión tomar mi intención nunca fue diferente, y te lo dejé en claro desde un principio.

– Pero no lo demuestras – Espetó, consiguiendo que el rostro contrario se mostrase intrigado de pronto.

– ¿Ese es el problema? ¿Necesitas que te lo demuestre para que lo creas?

– Yo a ti no te creo ni cuando dices la verdad – Exageraba un poco en este punto puesto que podía considerarse lo suficientemente conocedor de su carácter como para reconocer algo de sinceridad, pero no se retractaria – Mostrarlo no hace la diferencia.

– ¿Entonces?

– Entonces nada – Bufó, limpiándose de nuevo las mangas – Esto ha sido una estupidez, poner voluntad en esto ha sido una perdida de tiempo...

– ¿Esa es tu definición de voluntad? – Intentando no sonreír, aunque el artista lo notó igual, ofendiendolo de una manera increíble. Era como si todo lo que saliera por su boca resultase un insulto a su persona, y la ira por aquello le hizo enfrentarlo directamente, cortando la distancia para retar esos ojos negros.

– ¿Crees que no tengo voluntad?

– ¿Tú crees que la tienes?

– ¡Deja de responderme una mierda con otra! – Había perdido la batalla contra la racionalidad, pues una vez comenzaban los gritos por lo general siempre venían problemas para él; Lo sabía, pero igual inspiró hondo, ansiaba demasiado darle otro puñetazo – ¿Crees que tengo voluntad o no?

– Depende de en que sentido estemos hablando.

– En todo maldito sentido, Uchiha.

– Jamás podría poner en duda tu voluntad contra todo lo demás. Pero en esto... – Se inclinó ligeramente, acercándose un poco más a su rostro. Su acción fue recibida con un recelo inevitable casi de inmediato, y una sonrisa se torció en su rostro – Tal vez no tanto, pero eso no significa que esté mal... – Lo último de esa palabra terminó ahogándose, naciendo en su boca pero muriendo en otra diferente que se unió a la suya de una forma casi salvaje.

El motivo por el cual Deidara había repentinamente decidido hacer aquello era sencillo, y se llamaba rabia, ira, molestia...; Había visto como aquellos labios se abrían para dejar salir lo que él consideraba una clarísima ofensa a su persona aún si realmente no lo era, pero en vez de callarlo metiéndole otro golpe decidió cerrar esa boca con la suya propia, buscando no solamente que se callase, sino también probarle que a diferencia de él no necesitaba un millón de años para hacer algo si así lo quería; Le besaba con ferocidad, aún mostrándose molesto ante sus suposiciones, ¿Que creía ese Uchiha que era él? ¿Un ser necesitado de afecto? ¿Un sentimental esperando amor? No lo necesitaba, no le hizo falta nunca y no lo hacía ahora. El único factor relevante era el odio, y por supuesto que tenía la capacidad de separar una cosa de la otra si el beneficio era algo que podía disfrutar.

No había nadie en el mundo con más terquedad que él, venía y desbarataba su jugada si así lo quería. Lo besaba si quería, es mas, le metía la lengua hasta la garganta si quería.

Algo le forzó a separarse, unas manos le sostuvieron por lo hombros apenas unos tres segundos; Itachi lo miró, lo estudió, lo pensó, le enarco una ceja al mismo tiempo que él, y finalmente para el segundo número cuatro ya le había atraído de nuevo con mucha más brusquedad que al principio.

Era un beso movido, de los que no duras ni un segundo quieto por estar uniéndote y separandote de la otra persona una y otra vez. Deidara le probó los labios, respiró su aire,  sintió el calor de su piel... su boca no tenía sabor, pero ardía contra la suya cada vez que volvía a besarlo.

Un cuerpo maltrecho que aún guardaba fuerza en su interior  literalmente le estrelló contra una pared, y él se encontró tirando de esa coleta azabache con una fuerza más que malintencionada. Quería causarle dolor, pero también deseaba que probase algo más, el cerebro le trabajaba a mil por hora en todo lo que necesitaba y quería hacer, pasando a transmitirle cada perversa idea con una cruel mordida en su labio inferior; Dedos subieron por su pierna, aferrándose a su muslo antes de subirlo, con escombro ensuciandole ropa que ya deseaba quitarse. El roce entre sus piernas era tan enloquecedor que paso por alto cualquier tipo de discreción posible al gruñirle de forma sugerente al oído. No le tomó importancia a la existencia de sus demás compañeros, puesto que detrás de esos párpados que yacían entrecerrados por el subidon de placer, un rojo escarlata seguramente ya se estaba encargando de esos detalles.

Deidara odiaba el Sharingan ¡Pero como de útil resultaba en momentos como ese!

Aquella seguridad le dió la oportunidad de hacerse oír con libertad, aunque intentaba reprimirse, no queriendo exhibir tanto de si mismo frente a él. Era contradictorio, porque a la vez quería hacerlo, quería hacer todo, anhelaba más, ansiaba mostrarle más...

Deidara le trató con una violencia no muy recomendable para alguien con su enfermedad, pero Itachi apenas le tomó importancia, sobretodo porque cuando cayó sentado, ese rubio aterrizó justo encima de él, sentándose en sus piernas de una forma que le permitía hacer realidad aquella imagen que había reproducido en su mente, casi probando cada centímetro de piel con sus labios. Deidara no le detuvo, tenía una mezcla de intenciones revueltas que se debatían por manifestarse, en todas deseaba muerte, solo que de maneras completamente diferentes entre sí.

Ambos eran demasiado en un sentido intenso, Itachi había olvidado casi por completo lo que era tener sensibilidad con alguien que fuese su hermano, y Deidara toda la vida había sido demasiado salvaje, por lo que aquello estaba resultando bastante brusco de una forma muy sexy.

Deidara estaba experimentando una sensación de euforia extrema, no reparando mucho en donde ponía las manos. No sintió la falta de algunas prendas ni siquiera cuando el aire se tornó frío y le rozó el abdomen, no recordaba haber desecho en pedazos aquellos pantalones en un intento por llegar hasta aquello que cubrían, así como tampoco lo hacía con el momento en el que Itachi se vengó haciendo lo mismo. De su uniforme no quedaba nada, lo único que sobrevivió fue la capa negra con nubes rojas, porque ni las bandas tachadas o las ligas que sujetaban sus cabellos aguantaron ese nivel de salvajismo; Pudo habersela quitado, pero ver ese pálido cuerpo desnudo apenas iluminado por las luces nocturnas y contrastando con la gruesa tela negra le pareció tan místico como erótico.

Una imagen eróticamente artística.

Sus ojos se cerraban de a momentos, perdidos en el mar de sensaciones que hace mucho no experimentaba. No había nostalgia, solo deseo. Su mente estaba enfocada en el momento, en el acelerado pulso que podía sentir bajo la palma de su mano al rodear la piel blanca de su cuello, en la presión de esos dientes que mordisqueaban su piel, en la rugosidad de unas desgastadas manos que le tocaban sin pudor alguno por todas partes, hipnotizandose por completo al escuchar aquel misterioso y seductor tono de voz que utilizaba al gemir...

Hubo un solo momento en que su mente pareció reaccionar por unos segundos, como si despertase de un profundo ensimismamiento. Como si el raciocinio hubiera decidido hacer acto de presencia, reaccionando a un estímulo; El estímulo, en este caso, fue aquel revuelo cardíaco que tuvo al sentir como algo excesivamente húmedo y caliente intentaba colarse en él.

No lo pensó realmente en ese momento, fue como si ese aún presente timbre de racionalidad le hubiera accionado una alarma. Su mano fue hacia arriba con un movimiento increíblemente rápido, e Itachi se tuvo que quedar muy quieto cuando el filo Kunai tocó su garganta.

Ahora que lo pensaba no era una mala oportunidad para degollarlo, pues tenía el ángulo y el momento correcto para ello. Y aunque el Uchiha parecía notarlo también, sus ojos pasaron de estar algo abiertos a cerrarse despacio, dejando a un lado la impresión por otra sensación más suave y ligera que no tomaba aquella acción como una amenaza. Por ello no apartó el cuello para salvaguardarlo del arma, al contrario, lo paso totalmente por alto cuando lentamente inclinó la cabeza hacia adelante, aún con el filo contra su piel. Una línea delgada de color rojo se fue abriendo en su garganta de manera algo profunda, y a Deidara le corrió un delgado camino de sangre por el brazo. Unas gotas también le cayeron en la clavícula cuando finalmente Itachi se detuvo justo al lado de su rostro, no le veía nada más que el cabello negro, pero si sintió cuando en silencio juntó su mejilla contra la suya.

Eso se sintió bien, era un gesto simple pero también muy sensible de su parte. Estaba tranquilo, lo sabía porque le sentía el atrofiado corazón latir con los dedos de la otra mano y porque también parecía conforme con estar quieto. Lo único que si hizo fue mover un poco la cabeza, frotando su mejilla en una sutil caricia reconfortante que correspondió un poco después.

Ambos compartían las mismas inquietudes, y Deidara podía comprenderlo porque sabía que él mismo no era una persona fácil de tratar. Perfectamente Itachi podría pensar que le traicionaria, poniéndolo en una posición difícil frente al equipo, pero había escogido darle un voto de confianza aún si había dicho que no confiaba en él.

Él había decidido arriesgarse.

Y Deidara no podía dejar que un Uchiha le llevase la ventaja, no si podía hacer algo respecto.

"Ah, me encantaría decir que me voy a arrepentir de esto..."

Le echó otro vistazo, observó su cabello oscuro rozándole el pómulo y la longitud de su amplia espalda. Estaba menos definido que él, pero eso no le detuvo de pasar los dedos por las cicatrices de los brazos y hombros, delineando la oscuridad de los lunares en su cuello; Habían surcos en partes de su cuerpo que no deberían estar, huesos que se veían más que otros, venas oscuras que pintaban de mortalidad su pálida piel, y sin embargo, jamás había visto un ser humano tan artísticamente imperfecto.

Itachi era arte, uno magnífico que estaba atrofiado por el desgaste de la vida, y aún así quería conocerlo todo.

Sonrió.

"Pero no soy tan buen mentiroso como tú"

Siempre existiría una parte suya que renegase el gozo que le profirió soltar ese Kunai, aflojando los dedos en una forma de expresar silenciosamente aquello que nunca diría voluntariamente. Por lo menos esa vez no; Ignoró entonces el rencor, las pretensiones y el odio, dejando que un beso se tragase aquella exclamación de placer que posiblemente habría escuchado todo el equipo de no ser por el Sharingan. Dejó que su cabeza cayera hacia atrás, restregandose contra el frío pavimento de la azotea con aquel cuerpo que le abrazaba como única fuente de calor, y le permitió, así fuera por un par de horas, compartir un momento que sobrepasaba lo habitual. No solo era atracción, también era casi como un grito de rebeldía, un pequeño soplo de libertad que los dos necesitaban con desesperación.

Siguió siendo demasiado intenso y brutal en muchas maneras, pero eso no le quitaba lo significativo, tampoco lo bueno que resultó para ambos aún si a Itachi le costase expresarlo y  Deidara aunque quisiera ciertamente no se lo diría si eso comprometía su imagen; Tal vez su orgullo era demasiado alto, tal vez era algo que debían mejorar algún día, pero por el momento se dieron el capricho de ser todo lo egoístas que quisieran ser.

Ninguno de los dos sabía a ciencia cierta que era lo que se sentía ser libre en su totalidad, pero si esto no era libertad, se le acercaba bastante. Y si tampoco era así, entonces podían fingir que lo era.

A fin de cuentas Itachi era experto en ilusiones, y Deidara, aunque conocedor de cada una de ellas, sabía perfectamente como seguirle la corriente.





                   OoOoOoOoOoOoO





– Bueno, me parece que eso es todo – Declaró un Sasori tras media hora de haberle secuestrado para volver a repasar los puntos más importantes de su misión – Ya no necesitamos discutir más detalles de la captura hasta que llegue el momento, solamente recuerda que...

– No me puedo exceder y tampoco matar al jinchuriki – Deidara le rodó los ojos en lo que adoptaba una voz de fastidio. Si pudiera recibir un puñado de arcilla por cada vez que le hubieran dicho eso tendría para una explosión tan grande que podría capturar hasta tres demonios con cola al mismo tiempo – Lo tengo claro.

– Más te vale, serás el que de inicio al plan para el Tsukuyomi infinito. Un mal comienzo no es algo que Pain vaya a tolerar.

– No tienes porque repetirmelo, ya lo sé – Adoptó una posición más firme y seria – No voy a fallar.

– Bien, porque el castigo que recibirás si no logras capturar al Kazekage es uno del que ni yo podría salvarte por mucho que quisiera.

– Danna, no pienso estropear esta misión por mucho que no me guste. Iré a tu aburrido desierto natal y traeré así sea en pedazos a esa bestia, tenlo por seguro.

Sasori se tomó un momento para analizarlo, intentando comparar la imagen del chiquillo que a Akatsuki había llegado con la del joven adulto que le miraba con seriedad. Él ya era algo viejo, con muchos años de brutalidad y crímenes para endurecer su carácter y pensamientos, y aunque Deidara fuese por el mismo camino aún quedaba en su postura la vitalidad de su juventud, con lo reluciente de sus mejores años resaltando sus ojos azules. Sasori sabía que si lograba vivir lo suficiente algún día ese entusiasmo juvenil moriría con la entrada de la mortecina vejez que él logró esquivar transformandose en marioneta, huyendo del orden natural de la vida.

Estaba seguro que Deidara no seguiría el camino de la mortalidad por ningún medio, mucho menos con su forma tan caótica y efímera de ver la vida, de modo que lo único que podía hacer era ofrecer su apoyo severo en un intento porque durase vivo un poco más de lo que todo el mundo predecía.

Le había dicho que creciera y lo hizo, le exigió que se enfocase y lo cumplió, todo a su irreverente y efusiva manera. Siempre saliéndose con la suya.

A lo mejor y no era el más capacitado para ser el maestro de nadie, pero Deidara si que había resultado un alumno ejemplar. Eso le enorgullecia, aún si jamás se lo hiciera saber.

Cabeceó.

– Muy bien – Y se levantó de su sitio para revisar minuciosamente la cabeza de una de sus marionetas, observando una grieta que requería de su inmediata atención; Torció la boca – Necesito arreglar esto antes de que nos vayamos. Tú ve y vaga por ahí hasta entonces, y no causes tantos desastres.

– No te prometo nada – Procediendo a salir de la zona de entrenamiento con un aire altanero que últimamente nadie podía quitarle.

Una suave llovizna empañó algunas ventanas y Deidara se encontró preguntándose qué día del mes era, porque al estar en un sitio donde llueve todo el tiempo era difícil llevar las fechas, y él en particular que se la había pasado con la mente ocupada en otras cosas se le hacía mucho más difícil todavía.

La cabeza y el cuerpo, siendo exactos.

Aún era temprano para subir al último piso, pero tampoco tenía apuro en hacerlo. Estaba relajado dándose un momento para descansar luego de entrenar, por lo que se quedó en la entrada para recibir algo del aire húmedo del suelo mojado; Tenía que reconocerlo, andaba menos problemático últimamente, incluso el fastidioso de Hidan lo había reconocido al ver que no tomaba tan a pecho sus burlas, como si su paciencia hubiese aumentado un poco más. No era su intención realmente, ya que lo cierto es que no estaba calmandose, simplemente se estaba alocando más por otro lado, y el consumo excesivo de energía que llevaba estrellar y ser estrellado contra las paredes le dejaba poca gasolina en el tanque para las demás actividades, incluyendo perder su tiempo en algo tan repetitivo como maldecir a Hidan.

Que si, era un ninja entrenado, pero tampoco como que no se cansaba nunca. Y entre aquellas actividades de noche... tarde, mañana y hasta madrugada, el entrenamiento de grupo, el relleno de los reportes, las verificaciones de perímetro y de la misión juntandole su propio entrenamiento personal, literalmente no tenía tiempo para descansar salvo en la noche.... Algunas veces, pero eso ya era decisión propia. Y también algunos días en la mañana, aunque aplicaba el mismo caso que en la opción anterior.

Originalmente Deidara había previsto que la cosa sería una sola vez, pero luego de ver lo particularmente difícil que les fue dejar de tocarse cuando amaneció ese día, optó por pensar que entonces sería algo esporádico, más como un encuentro que podía surgir en algún momento si se juntaban el tiempo y las ganas. Sin embargo, las cosas comenzaron a girar de manera diferente a lo que había creído, comenzando con que el equipo se había reunido de nuevo debido a que un grupo rezagado de Konoha había interceptado a Kakuzu mientras hacía un encargo solo. Sorprendentemente habían sido AMBU bastante preparados, y aunque el Akatsuki no tenía nada que no pudiera solucionar con un par de costuras y tampoco le tocase ir a Konoha por Uzumaki Naruto, a Pain igualmente le entró la ligera preocupación de si tal vez estaban subestimando la fuerza de la seguridad en las aldeas; No era inusual, Akatsuki estaba sonando demasiado últimamente y era normal que quisieran redoblar las medidas para evitar que les robaran los demonios.

Para tranquilizarlo, Konan sugirió combinar sus conocimientos y capacidades para hacer un análisis de habilidades por equipos, para luego compararlo con la experiencia de los ninjas en las aldeas que fueron asignadas para ellos, por lo cual todos estuvieron obligados a quedarse por una semana entera en lo que esos dos evaluaban si eran lo suficientemente fuertes como para sobrevivir a la cacería. Deidara tuvo que aguantar ser comparado una y otra vez con ninjas de la arena, no pudiendo aburrirse más por ello, principalmente porque estaba seguro que era mejor que la mayoría, y que decir de Sasori. Era mayor que casi todos los jóvenes que participaban en las guardias nocturnas, que los evaluasen resultó algo insultante para todos hasta el punto de que incluso su compañero soltó un comentario nada agradable en voz baja, siendo aprobado por todos excepto por los líderes quienes no cambiaron sus planes.

Deidara no llevaba ni veinte minutos escuchando como les iban a realizar la evaluación individual a cada uno cuando el peso de una mirada le cayó en la nuca, provocándole hacer un pequeño gesto de interés antes girar y verlo allí. Estaba parado justo al lado de su compañero, pero sus ojos estaban puestos en él. No se notaba mucho por la oscuridad del lugar, pero él lo vio sin problemas, esa intrigante mirada que no se le quitaba de encima; Lo motivos no los tuvo realmente muy claros, al menos un rato, luego se lo encontró en la salida.

Compartir el mismo espacio luego de que las ocupaciones no le dejasen espacio para convivir no le pareció extraño, ni siquiera después de lo que habían hecho. El artista no se sentía rodeado de nada negativo como nervios o incomodidad, era una persona abierta y franca, no encontrándose vacilante al momento de caminar a su lado cuando Itachi le dió pie al reducir la velocidad para esperarle.

Era casi exactamente como siempre, con la pequeña diferencia de que ahora rozar su hombro no le generaba intriga, solo aquella sensación natural que te genera eso que ya conoces de antemano.

– ¿También te van a someter a investigación? – No fue lo primero que se le ocurrió, es solo que si quería saber ese detalle.

Itachi le alzó una ceja.

– Se dejo en claro que todos debemos quedarnos.

– Quedarse es una cosa y evaluar es otra, además a ti te tienen en demasiada alta estima como para ofender tu orgullo con una evaluación.

– Pain no me tiene en un altar, Deidara – Era notable que le resultaba entretenida su suposición aún si la misma no le sorprendía demasiado, pues era una opinión bastante popular aún si él no había hecho nada para obtener el título de favorito del líder – En realidad, es todo lo contrario.

– ¿No confía en ti?

– Confía en mis habilidades – Rectificó algo más serio, suspirando ligeramente – Pero nada más.

– Hombre, le entiendo – Dejo salir entonces, formando una mueca burlona en su rostro – Yo tampoco confiaría en un tipo que me puede quitar el puesto.

Con eso todo rastro de apatía abandonó su estado de humor. Itachi hizo un pequeño ruido de gracia, era casi como si quisiera reírse con ganas.

– Tampoco soy invencible, Deidara.

– No te creo invencible, no te confundas – No, nunca se cansaría de intentar bajar su ego – Lo que si creo que estaría bastante difícil derrotarte.

– Todo sufrimos un punto de quiebre en algún momento – Comentó, volcandose al tono de desgastada sabiduría que si bien no iba acorde con su edad, si lo hacía con su experiencia – Siempre existirá una persona que pueda superarte, el que pueda conseguirlo es algo que solo pasará si le permites hacerlo.

Deidara permitió que esa fascinante apreciación que solía tener por sus comentarios le dejase en silencio un segundo. Una vez lo hubo absorbido todo, se encogió de hombros.

– Supongo que es cierto, pero sigo sin poder imaginarme qué alguien te pudiese patear el culo.

– Te acabo de decir que siempre existe una posibilidad... – Le recordó en un tonito que se le asemejaba bastante al de Sasori en sus momentos de maestro fastidioso, por lo que echó los ojos a un lado y luego los regresó a él.

– Mira, soy hombre de ver para creer. Así que permíteme primero ver como alguien te patea el culo y si quieres con gusto después de eso te daré toda la razón.

Que no lo haría igualmente, pero aunque sinceramente se moría por derrotarlo él, ver que otra persona pudiera hacerlo no es que fuera del todo un mal plan; Sus palabras y su cara de ensoñamiento ante esa posibilidad le hizo sonreír un poco más. A veces Deidara podía actuar tan astuto y sabio como cualquier adulto racional capaz de sostenerle un diálogo profundo, pero también existían momentos como ese en el que el entusiasmo de su adolescencia salía a relucir con sus soñadores arrebatos fantasiosos, exteriorizando sus deseos al querer que aquél que odiaba fuese vencido asi no fuera por él.

– Sigues sin ser realista en lo absoluto – Negó un poco, aún disfrutando de la versatilidad de su carácter y lo mucho que aquello le cautivaba en más de un sentido.

El rubio le echó una ojeada curiosa.

– ¿En lo de tu concepto como persona o en que alguien te pueda patear el culo?

– Ambas – Lo habia dicho muy tranquilo, pero Deidara se rió un poco al identificar ese sutil aire de diversión ligado con ese orgullo del que al parecer ningún Uchiha podía escapar.

– ¿Y se supone que yo soy el arrogante?

– Lo eres – No lo dudó ni un segundo, y eso le sacó una mala cara – Pero te perjudica que nunca te detienes a pensar antes de hablar.

– Lo pensé muy bien antes de decir que eres un bastardo arrogante, y fíjate, no estuve equivocado – La madera de la puerta de su habitación llegó a su lado demasiado pronto. No había estado yendo hacia un rumbo fijo, pero ahora que estaba allí no le parecía mala recostarse un rato luego de tantas reuniones. Necesitaba liberar algo de estrés por medio de una buena siesta – Tal vez me falta verificar algunas que otras cosas, pero ya podré hacerlo después.

– ¿Cuando?

– Pues cuando pueda – Estando algo frustrado – Tampoco es como si fueras alguien muy fácil de leer, y mi repertorio de insultos es bastante amplio. Algunos ni siquiera los creo poder certificar – Itachi le profirió una legible cara de duda, y él bufó un poco – Para al menos la mitad necesito observar con cuidado.

– O tal vez – Repuso él con calma – Solo necesites estar más cerca.

La mente del artista había estado bastante ocupada sacando las cuentas de lo complicado que sería encontrar la manera de verificar que era un idiota egocéntrico, ya que poco demostraba ese lado de su personalidad. Pero entonces, escuchó esa para nada disimulada sugerencia, y se encontró captando que aunque no pudiera visualizar todas las partes de su ser que quería descubrir, ahora sí que estaba visualizando otra diferente. Una más directa y primitiva que hace muy poco había descubierto y que al parecer no tenía muchas ganas de volverse a ocultar; A pesar de que Deidara se había dicho a si mismo que tenía sus riesgos caer en vicios peligrosos, también se dijo en ese momento que si le iban a liquidar uno de estos días, al menos no se iría arrepintiendose de no haber aprovechado la oportunidad.

Total, solo se vive una vez.

Se recargó en la madera y alzó las cejas, la esquina de su boca subiendo con malicia.

– ¿Entras o te empujo?

Una sonrisa pequeña pero complacida surcó el rostro al portador del Sharingan, arrugando un poco más esas distintivas ojeras al ver que no le había rechazado. El gesto le hizo ver increíblemente sensual, y Deidara no pudo más si no echarse a un lado para permitirle el paso, pensando en todo momento que probablemente estaba a punto de caer por un precipicio de tentadoras sensaciones que podrían terminar perjudicandole. Pensó en ello, por lo que anotó en su mente el recordarse que aquello no podía volverse una rutina, y ciertamente no fue en eso lo que se convirtió.

Era más como un excitante círculo vicioso.

Actualmente tenían una relación extraña, seguían sin ser amigos por lo cual muchísimo menos eran pareja. No se preguntaban cosas que incluso preguntaban sus respectivos compañeros, las trivialidades que correspondían a los ¿Como estás? Eran inexistentes en ese extraño y nuevo estatus que ahora tenían. Hablaban bastante, eso sí. Seguían teniendo ese gusto particular por hacerse enojar a su manera, Deidara con su sarcasmo crudo e Itachi con ese intelecto que fácilmente podía ser muy irónico. No sé aburrían de conversar, y por supuesto tampoco de hacerlo cuando se pudiera.

Deidara no estaba preocupado por la manera en la que estaban resultando las cosas, al final el sexo era saludable para el cuerpo y la mente, en especial cuando se practica con alguien que logra complementarse bastante bien con tus gustos sin llegar a la exigencia o generar incomodidad. No podía ser más que perfecto.

Además, le había salido mejor liberar el estrés por ese medio que quedarse durmiendo.

Había que ser sinceros.

Ninguno de los dos quería estar con el otro más allá de eso, por lo menos Deidara estaba seguro que no. No podía hablar por él, pero se figuraba que era el mismo caso pues jamás le molestó que no avanzaran más allá de tirarse el cabello, morderse el uno al otro y respirar sobre el cuerpo ajeno mientras un coro de gemidos mezclados llenaba el ambiente junto a un calor abrasador.

Le gustaba esta nueva normalidad que no interrumpía sus charlas nocturnas, como si pudiera tener lo mejor de él sin sufrir conflictos. Nutriendose con su sabiduría, intrigandose con sus anécdotas, divirtiéndose con su variante sentido del humor y disfrutando de todo el pecado que acarreaban sus labios sin llegar mezclar la cosas.

Sin embargo, también era cierto que algunas que otras veces podía resultar interesante cuando se combinaban algunas.

– Supongamos que pudiera matarte.

Itachi entonces había desviado sus ojos de la vista para mirarlo con un toque de sarcasmo en los ojos negros.

– He dicho supongamos, imbécil – Y le dió un empujón con el codo que le balanceo un poco a un lado. Detalles pequeños de ese estilo le sorprendían más que cualquier otra cosa, pues eran diminutas concesiones de intimidad que no tenían nada que ver con algo sexual e Itachi aún así se las permitía, incluso las difrutaba.

Como muestra de ello, el Uchiha frunció los labios para no enfurecerlo más con una risa y asintió una vez.

– Bien.

– ¿Con que crees que te mataría? – No era una pregunta que considerase importante, era más una cuestión meramente infantil que Itachi no tuvo que pensar demasiado para responder.

– Con una bomba.

– Esa es una respuesta demasiado obvia.

– Espera, aún no termino – Tras ofrecerle una breve meditación en lo que Deidara le esperaba con circunspeccion, la esquina de su boca se alzó hacia arriba – Me matarias con una bomba porque es lo mejor que sabes hacer, pero la verdad es que querrías hacerlo de otra manera.

– ¿Ah sí? – Se interesó el artista, inclinándose en su dirección – ¿Cómo?

– Tú preferirías utilizar algo más directo para poder regodearte. Una espada, un Kunai, tal vez una daga. Cualquiera te serviría si tuvieras el poder y la capacidad de usarla para matarme.

– Oye, el poder no te lo discuto – Comprendiendo que negarlo no le hacía más poderoso, y que reconocer su posición le ayudaba a tener mejor perspectiva de sus posibilidades – ¿Pero por qué dudas de mi capacidad?

– No dudo de ninguna de tus capacidades, solamente respondo de acuerdo a lo que veo.

– Entonces creo que aparte de enfermo también estás ciego, porque te puse un Kunai en el cuello una vez.

– ¿Y me mastaste? – La pregunta fue increíblemente fastidiosa en especial si recordaba como habían terminado los acontecimientos de ese día, no obstante, su obstinación le encomendó soltar un:

– Te mataría ahora.

– Sabes que no – No fue despectivo al decir eso, más bien solo constataba un hecho que era innegable para ambos, solo que Deidara no estaba dispuesto a aceptarlo.

Se cruzó de brazos.

– Si me sigues poniendo en duda lo único que vas a conseguir es que lo intente ahora.

El Uchiha entonces le estudió casi como si quisiera poner a prueba su nivel de terquedad, pero como era bien sabido que Deidara no se retractaba ni siquiera para salvar su vida, siempre era necesario buscar otra manera de hacerle ver sus errores; Era de creencia popular que Itachi era una persona que acostumbraba a pensar a fondo las cosas, pero lo cierto es que solo era un hombre de pensamiento lógico, ya que mientras el resto de las personas se rompían la cabeza intentando solucionar un problema, a él no se le dificultaba puesto que sabía que a veces las respuestas son fáciles de encontrar si miras en la dirección correcta. Su intuición era muy buena para temas de esa índole, y Shisui había sido igual. No en vano intuyeron el golpe de estado mucho antes de que se los dijeran oficialmente.

Pero aún con todo y los conflictos que aquello le había generado a su carácter, seguía existiendo una parte suya cuya creatividad no solo era para las misiones peligrosas.

Y esa parte tuvo una idea.

– ¿Que estás tramando? – Interrogandole con esos ojos que ya conocían varias de sus manías.

– ¿Dices que si me matarias ahora si pudieras? – Preguntó como para confirmar. Deidara arrugó las cejas pero asintió con seguridad – De acuerdo.

– ¿Que haces? – Se inclinó un poco para verle buscar algo dentro de su capa, sacando la mano a una velocidad impresionante, con la luz de luna reflejándose en el lustroso y cortante material del arma por un milisegundo, siendo después presionado en su mano derecha. Se les entrelazaron ligeramente los dedos en el proceso, y ambos se miraron por un segundo a los ojos antes de que Itachi retirara la suya.

Deidara miró el Kunai entre sus dedos en lo que elevaba las cejas.

– ¿Acaso quieres que lo haga?

– ¿No era eso lo que querías?

– Si – Le sostuvo la mirada en lo que hacía una mueca de circunstancias – ¿Pero por qué me dejarías hacerlo?

– Porque tú dices que puedes – Apenas acercándose un poco en un aire misterioso – Además no será tan sencillo.

– Contigo nada nunca lo es – Moviendo los ojos en son de un fastidio que el Uchiha encontraba gracioso, más aún cuando le miró en medio de un resignado suspiró – A ver, ¿Cuál es tu idea?

– Dado que estás tan seguro de acabar con mi vida, entonces intenta matarme si quieres hacerlo.

– ¿Y la parte en donde me destruyes con los ojos satánicos en donde queda?

– En ninguna, porque no utilizaré el Sharingan.

– Oh, eso sí me interesa – Le dió unos giros al arma entre sus dedos para detenerlo y apretarlo con fuerza, casi fantaseando con la idea de deslizarla por la fragilidad de su blanca piel. Tenía un lado oculto que disfrutaba de hacer cosas bastante peligrosas, no quejándose en lo absoluto si tenía la oportunidad de aplicarlas; Sonreía por la emoción, pero también la controlaba con un fuerte sentido de realidad que aún no concebía que pudiera ser tan fácil – ¿Y cuales serían las condiciones?

– No la hay, tendrás exactamente lo mismo que la última vez. Misma oportunidad... – Anunció tocando su muñeca para alzar un poco el Kunai. Deidara estaba preparando una estrategia en su mente cuando entonces los dedos pasaron de su mano a su brazo, luego a sus hombros y finalmente en su mandíbula, allí en donde le presionaron para robarle un beso que no esperaba; Separó confusamente los párpados cuando dejó de besarle, solo viéndole un costado de esa cabellera oscura cuando se inclinó sobre su oído – Misma situación.

No sonreír resultó bastante complicado.

– ¿Piensas que así me lo pones difícil, Uchiha? – Se oyó igual de confiado que de costumbre, contrastando graciosamente con el hecho de que movió un poco la cabeza al sentirle respirar en su hombro.

– Sigues sin apuñarlarme – Le hizo saber, procediendo a posar sus labios en la piel que la capa caída había dejado expuesta.

"¿Quién dice que los Uchiha no pueden ser divertidos?" Más que entretenido con las circunstancias. Le dejó tocarle solo un poco más, no negando que era más que satisfactorio cuando andaba de humor para intentar algo nuevo, luego le dió un fuerte jalón, logrando derribarlo y colocarsele encima en lo que encajaba parte del filo arriba de su corazón. A Itachi una minúscula gota de sangre le recorrió el pecho, pintando de rojo el blanco de su piel.

El gesto de altanería que en el rostro se Deidara se había formado se ablandó en el segundo que algo se le restregó con fuerza, provocándole un tirón en su entrepierna que le distrajo un poco de su misión original.

– ¿No que no te defenderias? – Se vió sarcástico en lo que Itachi le apartaba rápidamente la mano con el Kunai del pecho, sentándose mientras que con los dedos de la mano izquierda exploraba la planicie de su abdomen. Tenía una clase de gusto particular por él, por la forma en que el uniforme del artista lo dejaba expuesto y como sus músculos se contraían cada vez los delineaba con sensualidad. Era ilógico, pero cada vez que lo hacía experimentaba el deseo de arrastrar sus dientes por esa piel en un gesto obseno y casi desesperado.

– Yo solo dije que no usaría el Sharingan.

– Dios, ¿Que acaso siempre tengo que leer entre líneas para que no me jodas la vida?

Itachi le miró muy serio, posando su frente en la suya.

– ¿Eso consideras que estoy haciendo ahora?

– Definitivamente – No lo dudó, porque aún no fuese en el sentido tradicional de la palabra, si le fastidiaba que quisiera demostrar como la idea de matarlo no le resultaba tan aparentemente placentera como la manera en la que ahora se devoraban los labios.

Sería incorrecto decir que Itachi le conocía por completo, más aún cuando de ese ámbito se trataba. Apenas estaban comenzando a explorarse mutuamente, tanteando sus conocimientos en el cuerpo ajeno para descubrir sus gustos, aquello que lograba debilitarlos si el otro lo hacía, la presión necesaria para hacerlos suspirar, el área exacta en donde poder besar con más intensidad...; Aún estaban conociéndose, pero no por ello resultaba una tarea difícil el complacerse, mucho menos cuando le ponían tanto empeño.

Deidara podía certificarlo, porque cada vez que lograba enterrar un poco de ese filo en su piel, algún escalofrío electrizante le desenfocaba, nebulizando sus pensamientos; Le empujó varias veces en respuesta, utilizando una brusquedad sexy que volvía el momento un extraño juego previo en donde se provocaban lo suficiente como para que el Kunai no durase demasiado tiempo arriba. Podía parecer que ambos le estaban poniendo demasiado esfuerzo, incluso demasiada fuerza, pero aquello no era una pelea, ni siquiera un entrenamiento. De hecho, era lo más cercano a algo realmente divertido que sabían compartir juntos sin generar disputas.

Ahora Deidara estaba acostado, sonriendo en lo que un lento pero invasivo recorrido de mordiscos siguió bajando por su cuerpo, casi llegando a su pelvis. No continuó por ese conciso agarre en su cabeza, con su cabello negro siendo sujetado por la coleta y obligándolo a mirar hacia el frente en lo que la punta del Kunai le hacía cosquillas sobre la yugular; Deidara era alguien directo, eso nunca podría cuestionarselo, pero también era una persona de convencimiento. Se podía llegar a él si se encontraba la manera correcta, y la suya en ese momento fue tomarle de la muñeca, apartando el peligro de su cuello en lo que alzaba un poco los ojos para ver los suyos.

El Uchiha tenía una mirada cautivadora, como la de una serpiente. Mientras que a Deidara el azul le brillaba con agudeza, digno de cualquier animal de cacería; Cuando chocaban la sensación era surrealista.

Itachi sabía que a él le gustaba cuando lo miraba de esa forma. Exactamente igual a como él le gustaba cuando la crueldad en sus gestos se transformaba en algo peligrosamente incitante.

"Itachi Uchiha... " Lo pronunció lento en su mente, justo como él se aproximaba para colar la mano dentro de sus pantalones "Querer matarte nunca había sido una cuestión tan difícil"

La idea de utilizar el Kunai de una forma un poco menos letal pero más divertida quedó en segundo plano con el surgimiento de la voz de Kisame en la planta baja. A Deidara se le entrecerró un ojo por la sospecha que le generó el que no subiera personalmente a buscarlo, en especial teniendo en cuenta la actitud franca del hombre tiburón, pero ignoró eso al ver que su inconsiente cara de inconformidad no era la única. Itachi tampoco se veía muy feliz con la llamada de su compañero, posiblemente por algún encargo repentino de esos que a Pain le encantaba mandar.

– Demonio, te invocan – Le dió un toquecito burlón en el hombro, disfrutando bastante de su inconformidad por mucho que fuese mutua.

Verlo enfadado era una dicha tan placentera como cualquier otra que pudiese experimentar con respecto a él, aunque ciertamente esa que Kisame había interrumpido le gustaba un poco más.

Itachi cerró los ojos y se separó de él, ofreciéndole una mano tras un segundo de duda. Deidara dudó un poco también, aunque terminó por aceptarla, aún adaptándose al hecho de que no resultaba tan extraño que le proporcionase algo de amabilidad por mera cortesía.

– ¿Qué? – Preguntó al verle con una cara de circunstancias.

– Te ves demasiado alegre para alguien que acaba de perder la oportunidad de verme muerto.

– Que te digo – Se encogió de hombros – Verte frustrado es como mi segunda razón para existir.

– ¿Cuál es la primera?

– Ser yo el que lo provoque – Aún no entendía como siendo una respuesta tan obvia lograba sacarle una sonrisa, cuando lo cierto es que Itachi ya se lo esperaba, más no por ello le resultaba menos divertido – Además no he perdido nada, tendré muchas oportunidades para intentarlo luego.

El del Sharingan asintió.

– Por supuesto.

– ¿Ah si? – Algo sorprendido por la falta de contradicción a sus ansias de muerte – ¿No crees que lo tomas con demasiada calma?

– No – Habló tranquilo – Tú puedes tomar ese Kunai y seguirlo intentando todas las veces que quieras – Seguía calmado, más en medio de aquel mar de sosiego, una luz de sensualidad se paseó por la oscuridad de sus pupilas – Pero las condiciones seguirán siendo las mismas.

– Ah, púdrete – La idea le agradaba, pero también deseaba algo de acción con puñetazos. Que le redujera a esa opción era una estrategia rastrera a la vez que astuta.

Su gesto de molestia le siguió mientras le veía perderse de vista, acrecentandose notoriamente al ver como justo antes de desaparecer captó como se le sacudían imperceptiblemente los hombros, como si se estuviera riendo en silencio. Y lo estaba, ese Uchiha se estaba riendo y la única razón de que no le lanzase una bomba fue porque ya estaba muy lejos cuando se planteó la idea. Anotó esa ofensa en su lista, recordándose que debería encontrar la forma de vengarse la próxima vez que lo viera.

"La siguiente..." Se sentó de nuevo en su espacio con sus piernas colgando, dándole vueltas a esa palabra y a lo que verdaderamente significaba. Habría una próxima vez, otra oportunidad para dejar correr todo lo que tenían reprimido en su interior, otra ocasión para acercarse un poco más a todo aquello que la vida no les había permitido tener tan fácilmente como a los demás, y no sería solo una, existirían todas las veces que ellos quisieran hasta que el momento de la inevitable separación llegase, y aunque en términos prácticos aquello no significase algo más profundo que dos personas intentando compartir un sueño de libertad mediante un excitante contacto físico, al ver ese largo cabello oscuro desde arriba una cosita diminuta se le removió muy en su interior.

Itachi alzó la cabeza, y aún a esa altura Deidara podría jurar que le estaba mostrando una de esas expresiones de amplitud emocional que pocas veces había llegado a ver. Y él, completamente concentrado en la humanidad que emanaba su sonrisa, le ofreció una de las suyas.

"La siguiente..."

La siguiente vez lo intentaría de nuevo.








Continuará...

Notas finales:

¡Por fin hubo SECSOOOOOOOOO! XD Igual me disculpo por la falta de cosas sucias y explícitas, es que aún toy chiquita y pues, creo que el sexo crudo no se me da jajaja

¿Complacida, pequeña uva cochina? 7w7

Un besito.

Menma.


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