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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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DongHae trató de no estar nervioso mientras seguía a HyukJae a la sala de estar, pero no pudo evitar torcer sus manos. HyukJae estaba molesto con él, y DongHae lo sabía. Podía sentirlo. Lo podía ver en la rígida postura de su espalda cuando el hombre fue al aparador y se sirvió una copa. 


 


DongHae no sabía lo que había hecho mal. 


 


Tal vez no debería haber comido tanto. Si HyukJae estaba pagando por sus comidas y su mantenimiento y dándole un sueldo, el hombre estaba siendo más que generoso. DongHae tendría que recordar que no debía abusar. Tal vez, cuando cobrara su primer sueldo, podría comprar una nevera pequeña, ponerla en su habitación y empezar a comprar su propia comida. Entonces HyukJae no tendría que darle de comer tanto. 


 


Y ¿qué pasa con Dizzy y Larry? ¿Cómo iba a pagar por su comida antes hasta que llegara su primer cheque? No podía pedirle a HyukJae que pagara por sus mascotas. Eso sería demasiado. DongHae gritó cuando tropezó con la alfombra y cayó derrumbado, golpeándose su nariz en el duro suelo. 


 


Joder, eso le había dolido. 


 


Oh, le iba a quedar una marca. 


 


DongHae se arrastró de rodillas y comprobó su nariz para asegurarse de que no estaba sangrando. 


 


—¿Estás bien? —preguntó HyukJae mientras se arrodillaba junto a DongHae—. Déjame ver. 


 


DongHae levantó la cabeza y miró a los ojos amatista de HyukJae mientras el hombre inspeccionaba su nariz. —No estás sangrando. 


 


DongHae vio que HyukJae se levantó, cruzó la habitación y se apoyó en la mesa donde estaban las botellas de licor. Cruzó un brazo sobre su pecho, colgando el vaso de líquido ámbar en la otra mano. —Ponte de pie, DongHae. 


 


DongHae se puso en pie y comenzó a caminar hacia HyukJae. 


 


—Párate. 


 


DongHae se congeló. 


 


—No te dije que vinieras aquí. Te dije que te pusieras de pie. 


 


—Sí, Señor. — DongHae estaba confundido como el infierno. 


 


—Quiero que cierres los ojos, DongHae. Pero no te muevas. 


 


DongHae meneó la nariz, temblando un poco, y luego bajó los párpados. —¿Y ahora qué, Señor? 


 


—No hables, DongHae.


 


No se me permite hablar. Lo tenía.


 


—Quiero que te concentres en mi voz, y sólo en mi voz. 


 


DongHae se esforzó por escuchar cuando HyukJae se quedó en silencio. Estaba empezando a preguntarse si el hombre había salido de la habitación. Sintió como si hubieran pasado horas antes de que HyukJae volviera a hablar. 


 


—¿Estás concentrado, DongHae? 


 


DongHae abrió la boca para responder, y entonces recordó la instrucción de HyukJae de no hablar, por lo que asintió. 


 


—Entonces quiero que des un paso, sólo uno, hacia mi voz, DongHae. 


 


DongHae sabía que HyukJae ya no estaba de pie junto al alcohol. Su voz estaba en algún lugar a la derecha de DongHae. Se dio la vuelta, y luego dio un paso hacia adelante. 


 


—Muy bien, DongHae. No quiero que pienses en lo que estás haciendo. No quiero que te concentres en lo que te rodea. Todo lo que quiero que hagas es escuchar mi voz. 


 


Podía hacer eso. Pero estaba empezando a preguntarse si HyukJae estaba tratando de hipnotizarlo. La voz del hombre había descendido a un tono bajo y seductor, cargado de dulces intenciones. 


 


—Ahora, da otro paso, pero sólo uno. 


 


DongHae levantó la pierna y dio otro paso, plantando sus pies en el suelo. 


 


—No muevas ni un músculo. 


 


DongHae se estremeció ligeramente cuando la voz de HyukJae sonó detrás de él. Las palabras lo habían acariciado por encima del hombro, como si HyukJae se hubiera sumergido en la cabeza de DongHae para hablarle en su oído. Se moría de ganas de abrir los ojos, pero no quería enfadar a su nuevo jefe. Además, DongHae estaba intrigado con el pequeño juego de HyukJae. 


 


—Da un paso más, DongHae. 


 


DongHae comenzó a dar un paso, pero se detuvo. La voz de HyukJae ya no estaba a su derecha. Estaba a su izquierda. DongHae se volvió y dio un paso. 


 


—Otro. 


 


Esto se prolongó durante diez pasos más, HyukJae nunca estaba en el mismo lugar que antes. DongHae se sentía frustrado con el juego y estaba duro como el infierno por la seductora voz. No estaba seguro de lo que el hombre estaba haciendo, pero maldito si no prefería algún tipo de sexo en lugar de dar pasos ciegos por toda la habitación. 


 


—Abre los ojos, DongHae. 


 


Los ojos de DongHae se abrieron, lentamente, y entonces parpadeó un par de veces. La iluminación de la habitación era tenue y HyukJae estaba de pie a su derecha, con una sonrisa en su rostro. 


 


—Mira a tu alrededor. 


 


DongHae miró a su alrededor, y luego se quedó sin aliento al ver todas las botellas de vino puestas en el suelo, esparcidas por la habitación. No estaba seguro de lo que quería decir, excepto que tal vez HyukJae necesitaba dejar la bebida. Si había bebido tanto en una noche... 


 


—Anduviste con éxito por la habitación sin tirar una sola botella, DongHae. 


 


—¿Lo hice? —se preguntó con un poco de temor. Normalmente, habría destrozado la mitad de ellas y pateado el resto al otro lado del cuarto—. ¿Cómo? 


 


—Es muy simple —dijo HyukJae mientras cambiaba de pie detrás de DongHae, con el pecho tocando su espalda—. No tienes control. Te falta orientación. Estoy ofreciéndome para guiarte, para enseñarte el control. ¿Estás dispuesto a aceptar la oferta, DongHae? 


 


—¿La enseñanza trae algún beneficio? —Contrajo sus labios, esperando que su jefe no adivinara qué ventaja quería realmente. El hombre era increíble, espectacular, y tenía un bonito culo para agarrar. DongHae gimió cuando HyukJae le dio un tirón a su trenza. Hizo que le corrieran escalofríos por todo el cuerpo y luego se estrelló contra su polla. Le gustaba que jugaran con su pelo. Todo su cuerpo se estremecía cuando alguien jugaba o tiraba de ellos. 


 


HyukJae se inclinó, una risa suave salió de sus labios. —Oh, sí, definitivamente, habrá ventajas muy satisfactorias. 


 


¡Al diablo con eso, necesitaba saber! 


 


—¿Qué tipo de beneficios? —Sus palabras fueron más bien un susurro. Le gustaría que fueran las ventajas de un sueño que DongHae sólo se atrevería a realizar con HyukJae. 


 


DongHae tenía citas. Ese no era el problema. Ese nunca había sido el problema. No, el problema era conseguir una segunda cita. Una vez que veían, cuán torpe era, prometían llamar, pero nunca lo hacían. Incluso hubo un chico que le dijo que estaba demasiado aterrorizado para acostarse con DongHae porque no quería terminar tenso. 


 


No era tan torpe. 


 


Y ahora aquí estaba él, el encantador, sofisticado y algo neurótico HyukJae Lee, y estaba viviendo con el hombre. Eso se podía calificar como una segunda cita. 


 


¿No? 


 


DongHae sabía que estaba trabajando, ¿pero qué si dormían juntos y hería HyukJae? Estaba bastante seguro de que el hombre lo echaría por mutilarlo. 


 


Pero, oh, cómo quería dormir con el hombre. 


 


Simplemente no apostaría a que el hombre quisiera retenerlo. Podía ver a HyukJae dándole patadas en la mañana, o tal vez inmediatamente después. 


 


Comenzó a moverse, inclinando sus nalgas hacia las manos de HyukJae, cuando el hombre se apoderó de ellas. —Beneficios que tú y yo podríamos, verdaderamente, disfrutar. 


 


Apostaba que podrían. 


 


Tragó saliva, su cuerpo zumbaba con entusiasmo, y su polla también, mientras asentía. —Privilegios, me gustan, Señor. 


 


DongHae gimió una protesta cuando su jefe se apartó. Quería sentir aquellos dedos agarrando otras partes de su cuerpo, preferentemente en su parte delantera. 


 


—Tu primer deber será el de aprender a meditar. 


 


Bueno, no esperaba eso. De todas las cosas que hubiera podido imaginar, la meditación ni siquiera estaba en la lista. Ni siquiera en la parte inferior. —¿Meditar, Señor? 


 


—Sí —dijo mientras caminaba alrededor de DongHae hasta estar frente a él—. Aprenderás a centrarte en ti mismo, para canalizar tu mente. 


 


Iba a aprender a hacer ¿qué? 


 


—Vas a encontrar la paz interior. Te mostraré cómo ser más eficiente, menos propenso a los accidentes, y con nuestras lecciones, pronto serás capaz de cruzar una habitación con facilidad. 


 


DongHae resopló una carcajada, evitando que las risitas pasaran de sus labios. —Buena suerte con eso, Señor. 


 


HyukJae apretó un dedo contra los labios de DongHae, acallándolo inmediatamente. —Si crees que vas a fracasar, entonces ya has fracasado. Debe creer que puedes caminar con éxito a través de una habitación sin romper nada, ni siquiera tus huesos. 


 


DongHae no estaba muy seguro de eso, pero no se lo iba a decir. El hombre se veía demasiado seguro allí, de pie, con un brillo de determinación en sus ojos. Además, sería agradable no golpear nada ni caerse. El hecho de que fuera un torpe nato y que lo hubiera aceptado no significaba que le gustara. 


 


—Ahora, quiero que te pongas de rodillas sobre la almohada, a mis pies, con las palmas sobre los muslos, y que cierres los ojos. 


 


Maldita sea, y él pensando que, el hombre iba a decirle que se arrodillase sobre la almohada a sus pies y que se la chupase. 


 


Oh, bueno. 


 


Se arrodilló e hizo una mueca. Tal vez debería haber ido un poco más lento... y no haber perdido la almohada. Extendiendo la mano, sacó la almohada de debajo de sus rodillas e hizo lo que HyukJae le había ordenado. Puso sus manos sobre sus muslos, con las palmas hacia abajo, y luego cerró los ojos, exhalando un largo suspiro. 


 


No podía hacer esto. 


 


—Quiero que despejes tu mente. Quiero que te concentres en mi voz y nada más. 


 


DongHae expulsó los pensamientos de cómo iba a alimentar a Larry y Dizzy. Ahuyentó los pensamientos de dejar su trabajo de mensajero y confiar en que HyukJae no lo despidiera. Pero tenía dificultad para ahuyentar los pensamientos, de lo bien que se sentiría que HyukJae lo jodiera con cada centímetro de su polla. Y apostaba a que el hombre tenía una polla enorme. El tipo era lo bastante alto y musculoso para tener por lo menos veinte centímetros. 


 


Veinte gloriosos- 


 


—No te estás concentrando, DongHae. Tu polla se ha puesto tan dura que se está poniendo roja. 


 


Y HyukJae diciendo esas palabras en voz alta no ayudaba. Tuvo que clavar sus uñas en los muslos para no agarrar su dura polla y tirar de la maldita cosa y acabar con todo eso de la meditación. 


 


—No puedo concentrarme, Señor. No con... — DongHae no estaba seguro de cómo decir las palabras, por lo que acabó señalando hacia su polla—. Esto. —No había abierto los ojos, pero no necesitaba hacerlo para escuchar el gemido procedente de HyukJae. 


 


—Llegará un momento en que serás capaz de meditar mientras te estoy follando. 


 


Tenía muy serias dudas sobre eso. 


 


—Pero al ver que eres nuevo en las lecciones —comenzó a decir, mientras deslizaba su mano hacia abajo más allá de la cintura de los pantalones cortos de DongHae, rozando sus dedos sobre la cabeza de su polla, por lo que todo su cuerpo se inclinó por el tacto. 


 


—Tendremos que deshacernos de esto si esperamos continuar tu lección. —Hay estaba, de nuevo, la voz profunda y sensual de HyukJae. DongHae estaba empezando a darse cuenta de que la voz del hombre se volvía más suave y profunda cuando estaba excitado. 


 


Siseó cuando HyukJae untó su líquido pre-seminal en la cabeza, y estaba muy orgulloso de sí mismo seguir teniendo los ojos cerrados. 


 


Mira, podía seguir instrucciones.


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