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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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DongHae se sacudió, una pequeña pelusa, de la solapa del traje que HyukJae le había comprado. No podía recordar haber usado antes, algo tan fantástico, o tan caro. Estaba bastante seguro, que, costaba más de lo que ganaba, en un mes, como mensajero. 


 


Pero, HyukJae quería que vistiera muy bien, dado su nuevo cargo como asistente personal, y eso era lo que haría. No creía que hubiera nada que su jefe pudiera ordenarle, que no hiciera, incluso con entusiasmo. El hombre era una maravilla. 


 


Y, aunque sólo habían pasado un par de días desde que se habían conocido, estaba bastante seguro, que estaba enamorándose. Se sentía casi vertiginoso. 


 


—Date prisa, DongHae —dijo HyukJae desde la otra habitación—. TaeIl está aquí, y si no salimos ya, vamos a llegar tarde al trabajo. 


 


Todavía no podía creer que HyukJae realmente fuera a mantenerlo. Pensó que el hombre lo echaría, la mañana después, de su primera noche juntos. Demonios, ni siquiera había desempacado previendo que tendría que irse. 


 


Pero HyukJae no lo había amenazado con llevarlo a juicio, ni había corrido tan rápido y tan lejos como pudiera. Se tomó su tiempo con DongHae, tuvo tanta paciencia que rivalizaba con la de la Madre Teresa, y nunca le gritó. 


 


Estaba muy muy feliz, con la parte de no gritar. El Señor SiWon había acaparado el mercado de gritos. No creía que los adultos debieran resolver sus problemas a chillidos. Eso era algo que se podía esperar que los niños hicieran, pero, no los hombres y mujeres adultos. 


 


—Ya voy —contestó desde su habitación. Se inclinó para acariciar la cabeza de Dizzy, echó un poco de comida en la pecera de Larry, y luego salió de su dormitorio. 


 


HyukJae lo estaba esperando en la puerta. Pudo sentir que una gran sonrisa se formaba en sus labios... hasta que se cayó al lado de la mesa de café. 


 


Joder, eso le había dolido. 


 


—DongHae —lo llamó HyukJae mientras se acercaba a él—. ¿Estás herido? 


 


Su orgullo lo estaba. —No, Señor. 


 


HyukJae suspiró y se puso de pie. —Entonces tenemos que irnos. Vamos a llegar tarde. 


 


Se levantó del suelo, sacudiéndose el traje, tratando de ganar tiempo para poder recuperarse. Era la primera vez que HyukJae había utilizado ese tono con él. Estaba irritado y molesto. 


 


Estaba luchando contra las lágrimas, así que se alejó de HyukJae y se dirigió a la puerta, incapaz de hacer frente al hombre. Era un torpe, lo admitía, pero su jefe lo sabía antes de preguntarle si quería ser su asistente. 


 


Y cualquier otra cosa que estuviera pasando. 


—Quiero que hoy medites durante una hora en el trabajo. Tenemos que asegurarnos que no te atrasas en tus clases. 


 


—Sí, Señor. 


 


Por mucho que le gustara, ser siempre amable y considerado, que amara ayudar a los demás, y que siempre tratara de devolver los favores, en ese momento, sentía la imperiosa necesidad de darse la vuelta y sacarle la lengua a HyukJae. 


 


Sus sentimientos fueron lastimados por el tono brusco de este. Podía ser torpe, y un poco ingenuo, pero no era imbécil tenía sentimientos. Era consciente de lo que era y como era. No trataba de ocultarlo. Por lo tanto, sentía que HyukJae no tenía derecho a estar enfadado con él cuando sucedían cosas como estas. 


 


Mientras esperaban al ascensor, mantuvo su cabeza volteada, lejos de su jefe. Bajaron hasta el coche que los esperaba y se dirigieron al trabajo en silencio. No podía pensar en nada bueno que decir en este momento, por lo que no dijo nada en absoluto. 


 


Todavía consideraba que HyukJae era maravilloso, y sabía más allá de toda duda que se estaba enamorando del alto y guapo hombre, pero, en estos momentos estaba molesto con él. Su enfado aumentó cuando HyukJae, se sentó junto a él en el coche como si no pasara nada, como si no hubiera dañado sus sentimientos. 


 


Se detuvieron en el aparcamiento subterráneo, y DongHae tuvo cuidado con cada paso que daba. No quería volver a escuchar molestia o irritación en la voz de HyukJae nunca más. El ascensor se abrió, y dejándolos en el piso donde trabaja HyukJae. 


 


—Buenos días, Señor Lee y Señor L —dijo JinRi sonriendo cálidamente a DongHae. 


 


DongHae estaba molesto, pero no era un maleducado. Le devolvió la sonrisa y le hizo un gesto con la mano, corriendo detrás de su jefe. No se dio cuenta que el hombre se había parado. 


 


Mierda. 


 


HyukJae lo miró, levantó una ceja, y luego dirigió su atención a JinRi. Bordeó a HyukJae y entró en su oficina. Se sentó en el pequeño escritorio que su jefe le había mostrado unos días antes e inmediatamente comenzó a trabajar. 


 


—¿Pasa algo malo, DongHae? —preguntó HyukJae mientras cerraba la puerta de la oficina y luego colocaba algunos archivos sobre el escritorio de DongHae. 


 


—No, Señor. —Siguió escribiendo. 


 


HyukJae no dijo ni una palabra más mientras se sentaba detrás de su escritorio. 


 


Miró furtivamente, hacia HyukJae, varias veces, durante la mañana. Francamente, a la hora del almuerzo, su ira se había convertido en depresión. HyukJae no le había dicho ni una palabra, ni había dicho nada acerca de su tono. 


 


Estaba empezando a pensar que tal vez debería haberse quedado con su bicicleta... y su trabajo de mensajería. El glamour tenía que haber desaparecido con HyukJae. Siempre era así, cuando los hombres se cansaban de él y de sus accidentes. Le sorprendió que hubiera aguantado tanto tiempo. 


 


—¿Puedo ir a almorzar, Señor? —preguntó DongHae mientras metía unas cuantas carpetas en el archivador. 


 


HyukJae levantó la vista de su escritorio, mirando un poco confundido. —¿Ya es la hora del almuerzo? 


 


DongHae asintió, mirando hacia el suelo. Quería salir de allí. Tenía que poner un poco de espacio entre HyukJae y él. No podía soportar otro segundo de este angustioso silencio que él mismo había iniciado. 


 


—Voy a pedírselo a JinRi —dijo HyukJae mientras levantaba la mano para presionar el botón de la recepcionista. 


 


—Si le parece bien, prefiero comer en la cafetería. 


 


HyukJae bajó la mano, uniéndola a su otra mano, entrelazando sus dedos, y apoyándolos sobre su abdomen. —Fuiste contratado para ser mi ayudante las veinticuatro horas al día, DongHae. Prefiero que comas aquí, donde puedo mantener un ojo en ti. 


 


No estaba muy seguro de dónde surgió su ira, ni qué hacer con ella, lo desconcertaba, pero por el momento, todo lo que podía ver era rojo. Cerró los puños a su lado, el miedo, la ira, el dolor y el rechazo se hicieron un ovillo formando un nudo en la boca de su estómago. —Entonces, ¿qué, no puedo ni ir a mear sin que esté pegado a mi cintura? ¿Por qué no puedo ir a comer con todos los demás, como un empleado normal? ¿Es mi dueño ahora, Señor Lee? ¿Me vas hacer traerte las zapatillas mientras me revuelco alrededor de usted? ¡Si usted va a deshacerse de mí, hágalo ya! 


 


HyukJae se había levantado de su asiento y había caminado alrededor del escritorio antes de que DongHae pudiera parpadear. 


 


¡Oh, mierda! 


 


DongHae corrió alrededor de su escritorio, golpeándose la rodilla en la madera, pero tenía que alejarse de HyukJae. —Piña —gritó mientras corría—. Piña. 


 


HyukJae se quedó inmóvil, ladeando la cabeza hacia él, sus oscuras cejas estaban inclinadas hacia abajo, frunciendo el ceño. — ¿Qué demonios significa piña? 


 


—¡Es mi palabra segura! —gritó DongHae mientras corría hacia la puerta, pero tropezó con sus pies, aterrizando en sus manos y sus rodillas, de inmediato, el dolor se disparó a través de su cuerpo. Al mismo tiempo, sentía como si sus emociones se estrellaran contra escarpadas rocas, por lo que gritó cuando HyukJae lo levantó del piso. 


 


—Oh, dios —gritó mientras golpeaba con sus puños el pecho de HyukJae—. No. 


 


— DongHae —gritó HyukJae, pero no quiso ponerlo en libertad—. Cálmate. 


 


—No puedo —lamentó, mientras sus compuertas se abrieron y comenzó a sollozar. HyukJae le pasó una mano por la espalda, mientras lo llevaba al pequeño sofá en su oficina, se sentó, y puso a DongHae sobre su regazo. 


 


—Has estado muy callado durante todo el día. ¿Qué está pasando? 


 


—Soy un fracaso miserable —se lamentó una vez más—. ¿Por qué quiere mantenerme a su alrededor? Nadie quiere estar cerca del ‘muerde el polvo, DongHae’. 


 


HyukJae lo empujó hacia atrás, inclinando su barbilla y secándole las lágrimas de sus ojos. —¿Es por eso que te haces llamar DongHae? 


 


DongHae asintió, sentía que su vida caía directamente por el inodoro. HyukJae le iba a dar la patada. El hombre iba a decirle que usara su bicicleta y recogiera sus cosas. Lo sabía. 


 


— DongHae, habla conmigo. ¿Qué está mal? 


 


—Todo —dijo, mientras poco a poco los sollozos se convirtieron en un mar de lágrimas—. Usted se irritó conmigo esta mañana por la caída, y luego me irrité con usted por eso, decidí escarmentarlo con mi silencio. Y entonces mi rabia se convirtió en miedo de haberlo empujado demasiado lejos. Así que me enfadé y le grité. Y entonces, sentí miedo cuando me persiguió alrededor de mi escritorio. 


 


HyukJae se rió entre dientes. —Esas son un montón de agotadoras emociones para un solo día, DongHae. ¿Dices que todo esto empezó porque pensaste que estaba irritado contigo por la caída de esta mañana? 


 


Asintió. —Me di cuenta que estaba molesto. Pero no puedo evitar ser lo que soy, Señor. Usted sabía que era un torpe cuando me contrató. 


 


HyukJae suspiró, empujando la larga trenza sobre el hombro de DongHae. —Puedo ser un poco intenso a veces. Pero nunca quise volverte loco de este modo, DongHae. Me disculpo. 


 


Tenía la sensación de que HyukJae nunca se disculpaba, que era demasiado poderoso para admitir que había errado. Pero, estaba diciéndole, que se había equivocado. 


 


Wow. 


 


—Siento haber tratado de fastidiarlo con mi silencio. Me estaba comiendo por dentro no hablarle. Me gusta hablar con usted, Señor. —Curvó sus labios, al ver la diversión en los ojos amatista de HyukJae. 


 


—Eso es agua pasada, DongHae. Sin embargo, todavía vas a meditar, y si alguna vez tienes un problema con algo que haya dicho o hecho, házmelo saber. No te lo guardes dentro. 


 


DongHae asintió, sintiendo un gran alivio sobre él, como un tsunami gigante. —Lo haré. 


 


—Ahora, en tus rodillas. Vas a chuparme la polla como castigo por tu malcriado exabrupto. 


 


¿Eso era un castigo? 


 


DongHae resopló. —Si me va a castigar, entonces sería mejor que escogiera algo que no me gusté hacer, Señor. 


 


HyukJae se rio entre dientes, mientras soltaba a DongHae y separaba sus piernas. —Oh, tengo la intención de aplicarte su castigo completo, en el momento en el que lleguemos a casa. 


 


DongHae no podía estar más contento de oír la palabra casa. Era música para sus oídos. 


 


—Pero dime, DongHae. ¿Por qué crees que quiero deshacerme de ti? 


 


Se encogió de hombros. —Nadie me quiere una vez que comprueban lo propenso que soy a los accidentes. Nunca he tenido una segunda cita. Los hombres prometen llamar, pero no lo hacen. Es algo a lo que ya me he acostumbrado. 


 


HyukJae entrecerró los ojos, envolviendo la trenza de DongHae alrededor de su puño. Estaba empezando a pensar que su trenza era el fetiche particular de su jefe. Vio con asombro como HyukJae se echó hacia atrás y liberó su polla, cogiendo la base y orientando la cabeza hacia la boca de DongHae. —Abre tu boca, DongHae. 


 


Obedeció de inmediato. Gimió, sus párpados aleteando mientras HyukJae presionaba su longitud contra sus labios. 


 


—Ahora escucha con atención, mocoso. No tengo ninguna intención de deshacerme de ti. Te tomé como mi asistente conociendo muy bien tu problema de coordinación. 


 


Casi se ahoga tratando de no reírse. HyukJae había utilizado su frase. Se abrió más, dejando a su lengua golpear, arriba y abajo, la polla de HyukJae, la punta, lamiéndole la cabeza de su polla. 


 


HyukJae se quejó y luego abrió los ojos para mirar hacia abajo a DongHae. —Sácate de la cabeza que voy a deshacerme de ti. No voy a hacerlo. ¿Entiendes? 


 


Asintió, chupando la dura polla mientras presionaba las palmas de sus manos contra las rodillas de su jefe. Empezó a inclinar su cabeza, apretando la aspiración cada vez que se retiraba. HyukJae apretó su agarre a la trenza de DongHae, mientras impulsaba sus caderas hacia delante. 


 


—Y si te portas bien, el resto del día —dijo y luego se empujó profundamente contra la boca de DongHae—, podría hundir esta polla de veinticinco centímetros en tu culo, de nuevo, esta noche. 


 


DongHae puso los ojos en blanco, cuando le vinieron a la cabeza las imágenes de HyukJae follándolo, hasta sacar la torpeza de él. Eso sí que sería una verdadera proeza. 


 


—Oh, mierda. — HyukJae tiró de la trenza hacia atrás, gimiendo en voz alta mientras, introducía su polla en la parte posterior de su garganta. Chorros calientes de esperma brotaron en la boca de DongHae, y se tragó la semilla de HyukJae hasta que no hubo más, y luego se echó un poco hacia atrás para limpiar con su lengua la cabeza. 


 


HyukJae parpadeó, desenredando poco a poco su trenza de su puño. —Ahora, como he dicho antes, voy a llamar a JinRi para que nos consiga el almuerzo. 


 


DongHae se echó hacia atrás, sonriendo a HyukJae mientras, su maldito pecho, estaba a punto de explotar. 


 


HyukJae lo iba a mantener. 


 


¡Jodido infierno! HyukJae Lee, el hombre más sexi que jamás hubiera conocido.


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