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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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Lee HyukJae estaba perplejo mientras miraba a DongHae en su oficina. Hizo una mueca, un momento después, cuando oyó el golpe de algo haciéndose añicos contra el suelo de su oficina. Cuando los pequeños pedazos de vidrio azul se deslizaron por el suelo hacía su línea de visión, HyukJae supo que el jarrón que había comprado en Hong Kong el año pasado, probablemente, estaba roto en mil pedazos. 


 


—Um... — DongHae apareció en la puerta, torciendo sus labios mientras hacía todo lo posible por evitar los ojos de HyukJae—. ¿Era muy caro ese jarrón? Me pagan el martes. Lo puedo remplazar. 


 


Infiernos si podía. HyukJae cerró los ojos y trató de controlar su respiración. No tenía sentido decirle al atractivo hombre que el jarrón que había roto contra el suelo, probablemente, costaba más de lo que ganaba en un año entero. El jarrón ya estaba roto, no había nada que hacer al respecto. 


 


—No te preocupes por eso, DongHae —dijo HyukJae cuando abrió los ojos y los dirigió hacia el hombre herido—. Era sólo un florero. Ahora, ve a sentarte como te he dicho. 


 


—Sí, Señor. 


 


HyukJae se sintió como si golpease su cabeza contra un muro cuando DongHae hizo una pausa y se dio la vuelta, estrellándose contra el marco de la puerta como si hubiera perdido el equilibrio. Pudo observar como DongHae se golpeaba la cabeza no menos de tres veces al tratar de enderezarse. 


 


— DongHae. 


 


DongHae levantó la cabeza apresuradamente. —Sí, Señor. 


 


—Ve a sentarte. —Al parecer, su orden no había sido lo suficientemente clara—. ¡Ahora! 


 


—Sí, Señor. — DongHae comenzó a dar marcha atrás hacia la oficina, pero se detuvo a mitad de camino, mirando por encima del hombro—. ¿Um, Señor? 


 


HyukJae apretó sus puños. —¿Sí, DongHae? 


 


—¿Tiene usted una escoba? Hay cristales azules por todo el piso y- 


 


HyukJae levantó la mano cuando se volvió para mirar a su secretaria. —Llama a mantenimiento. Pídeles que envíen a alguien, de inmediato, para recoger los cristales de mi oficina. 


 


—Sí, Señor Lee. 


 


Enseguida JinRi cogió el teléfono y empezó a marcar, HyukJae tomó el sobre que DongHae le había entregado y comenzó a caminar hacia su oficina. No tenía idea de por qué había exigido a DongHae que fuera a sentarse en su oficina, a excepción, de la necesidad de asegurarse que el hombre no se hiriera más de lo que ya lo estaba. 


 


HyukJae se detuvo en la puerta de su oficina y, observó el caos, que se había apoderado de su organizada vida. Pequeñas piezas de vidrio azul cubrían el suelo de baldosas, de un extremo a otro de la oficina. Si eso no fuera suficiente, DongHae estaba junto al escritorio de HyukJae tratando de recoger algunos papeles del piso y apilándolos sobre el escritorio. 


 


— DongHae te dije que te sentaras. 


 


—Sí, Señor. 


 


La boca de HyukJae se abrió cuando DongHae simplemente se dejó caer al suelo, al lado de la mesa. Y vaya si cuando lo hizo, no se golpeó la cabeza con la dura madera de caoba. Este hombre necesitaba un cuidador. 


 


O una habitación acolchada. 


 


Por suerte, el hombre todavía llevaba el casco en la cabeza. Tal vez, era necesario mantenerlo allí de forma permanente. 


 


HyukJae apenas se abstuvo de gruñir mientras cerraba la puerta de su oficina y se acercaba al lugar donde DongHae estaba sentado en el suelo. Simplemente le tendió la mano hasta que DongHae recogió el resto de los papeles que había tirado y se los entregó. 


 


HyukJae los apiló en su escritorio, caminó hacia su silla y se sentó, dejando a DongHae en el suelo junto a su escritorio. Se recostó en su silla y se frotó la barbilla mientras miraba fijamente al hombre. 


 


DongHae era lo suficientemente atractivo, condenadamente atractivo. Tenía ese reflejo de imprudente duendecillo en su rostro. Cuando se levantó, se desabrochó el casco, y se lo quitó, HyukJae casi se traga la lengua. Largo y abundante pelo castaño brillante, cayó gloriosamente sobre la espalda del hombre. El oscuro pelo enmarcaba el rostro del hombre de tal manera que HyukJae se moría por acercarse y apartar hacia atrás los mechones para poder conseguir una buena mirada de esos dulces ojos azules, que tanto le decían a HyukJae. 


 


HyukJae no estaba seguro de qué decirle ahora que estaban solos, ni siquiera estaba seguro de por qué lo había exigido. A no ser, por el hecho de que DongHae lo intrigaba más allá que cualquier otra persona que pudiera recordar en su historia reciente. 


 


Los nombres de Lee Taemin y Lee JiHoon, vinieron rápidamente a su mente. Eran los, recientemente adquiridos sumisos de dos de sus amigos. Choi MinHo, era el Dom de Taemin, y Choi SeungCheol era el Dom de JiHoon, ambos los habían declarado recientemente sus sumisos, dejando a HyukJae y a su amigo, Lee JaeHyeong, como los solteros del grupo. 


 


Pero tal vez HyukJae podría cambiar eso. 


 


DongHae y su torpeza planteaban un reto a HyukJae, y a él, le gustaban los desafíos. Tal vez esto era, justamente, lo que necesitaba para que su vida dejara de ser tan aburrida que bien podría parecer que estaba en estado de coma. 


 


—¿DongHae? 


 


—¿Sí, Señor? 


 


HyukJae hizo una mueca cuando DongHae levantó la cabeza tan rápido que algo crujió, pudo oírlo. —¿Estás bien? 


 


—Oh. — DongHae sonrió, y fue una gran sonrisa, una verdadera sonrisa—. Estoy bien, Señor. Gracias por preguntar. 


 


—Eres muy amable, ¿no? 


 


Los ojos de DongHae se ampliaron por un segundo. —Por supuesto, Señor. Es de mala educación no ser educado. 


 


‘Okaaay’. 


 


HyukJae juntó las manos sobre su abdomen y se quedó mirando a DongHae. No estaba muy seguro de que palabras usar para decir lo que quería. No tenía idea de si el hombre era gay, y mucho menos si estaba interesado en el tipo de cosas de la D/s. 


 


—¿Tienes accidentes muy menudo, DongHae? 


 


—Oh, sí, Señor. —Sonrió, DongHae como si encontrara el tema muy divertido—. No puedo caminar una manzana sin tropezar con algo. 


 


¡¿Dios mío, cómo había sobrevivido este hombre?! 


 


—¿Tienes seguro médico? —Por favor, que lo tenga, HyukJae oró en silencio. 


 


—No, Señor. No puedo permitirme el lujo de contratar uno por mi cuenta, y mensajeros competentes no lo ofrece. 


 


‘Bien, infiernos.’ 


 


—¿Te gusta ser mensajero en bicicleta? 


 


DongHae se encogió de hombros. —Está bien. Me gusta conocer gente nueva todos los días y montar en bicicleta. Sin embargo, paso un poco de frío en invierno y no es fácil montar en bicicleta a través de la nieve. 


 


HyukJae se quedó boquiabierto. —¿Andas en bicicleta a través de la nieve? —Cuando DongHae asintió, HyukJae, una vez más se preguntó cómo había sobrevivido el hombre—. ¿Qué edad tienes, DongHae? 


 


—Veintitrés, Señor. 


 


¿Había sobrevivido durante veintitrés años? Tal vez había milagros en el mundo. Pero tenía que haber un límite, y HyukJae tenía miedo de que DongHae estuviera llegando al final de su cuota de milagros. 


 


— DongHae, me gustaría ofrecerte un trabajo como mi asistente personal. Incluye seguro médico y, estoy seguro, que también ganarías más. Pero te lo advierto, las horas son largas. Se espera que estés a mi lado cada vez que lo requiera, para velar por todas mis necesidades, y nunca puedes llegar tarde al trabajo. 


 


—¿Un asistente personal, Señor? —Señaló DongHae, elevando sus cejas de color marrón oscuro, justo antes de apartar la mirada de HyukJae—. No sé nada de ser un asistente personal, Señor. Me temo que no sería muy bueno en el trabajo. 


 


—Creo que serías perfecto para el trabajo, DongHae, y se te formará en cualquier cosa que no sepas. Lo más importante es que recuerdes seguir mis órdenes de inmediato, sin importar lo que te pida. 


 


—Pero, Señor- 


 


HyukJae levantó la mano. Podía ver el argumento que venía, y sabía que iba a tener dificultades para convencer a DongHae si lo dejaba pensarlo demasiado. Resolvió no dejar la decisión en sus manos y actuó. Tomó el teléfono y marcó a JinRi. — JinRi, tráigame la documentación necesaria para el contrato de mi asistente personal y cancele el resto de entrevistas. DongHae va a cubrir el puesto. 


 


—¿DongHae, Señor Lee? — JinRi parecía sorprendida. 


 


—Sí, DongHae, ahora haz lo que te he pedido. 


 


—No se lo pidió, Señor —soltó DongHae—. Simplemente le dijo que lo hiciera. 


 


HyukJae entrecerró los ojos en DongHae. — JinRi, te ruego que me traigas el papeleo para el contrato de DongHae. Gracias. —Colgó el teléfono y volvió su atención al hombre. 


 


HyukJae apretó sus dientes por ser reprendido, hasta que vio la sonrisa de DongHae, y luego aspiró una bocanada de aire con tanta rapidez que casi se ahoga. DongHae por él mismo era lindo. Pero, con esa sonrisa en su rostro era como caminar por el cielo. 


 


HyukJae se quedó sentado cuando JinRi entró en su oficina, con el sobre con los papeles para los nuevos empleados, apoyado contra su pecho, mientras miraba por la oficina con los ojos muy abiertos. Con mucho cuidado, cruzó la habitación, de puntillas esquivando los vidrios mientras se acercaba a DongHae para entregarle el sobre. 


 


DongHae se levantó de un salto, dejando caer al suelo el casco... y luego se tropezó con él. HyukJae saltó en su asiento mientras DongHae yacía delante de JinRi. 


 


—Gracias —dijo DongHae cuando estiró su mano y tomó el sobre de la secretaria de HyukJae. 


 


—Eso es todo, JinRi. — HyukJae no sabía qué más podía decir. DongHae estaba allí, sentado en el suelo con su pelo desplegado por su espalda, y luego rodó a su lado, levantándose con el paquete en la mano. 


 


—¿Debo rellenarlos aquí, Señor? 


 


HyukJae no estaba seguro si debía decir sí o no. ¿Sería capaz de apuñalarse con la pluma si lo dejaba rellenar el papeleo en casa? —Toma asiento en la pequeña mesa de allí y rellénalos. —Era mejor errar en el lado de la precaución. 


 


Cuando DongHae comenzó a caminar por la habitación, HyukJae dio un respingo. Estaba seguro de que DongHae no podría dar esos diez pasos sin romper: A, su cuello, B, algo en la oficina de HyukJae, o C, todo lo anterior. 


 


HyukJae suspiró. 


 


Definitivamente tenía trabajo con él. 


 


—¿Tiene usted una pluma, Señor? —preguntó DongHae, y HyukJae se apresuró a levantarse de su asiento y acercarle una. Normalmente, no se la acercaría a ningún sumiso, pero infierno si HyukJae no tenía miedo de que el pequeño hombre se matara antes de que terminara el día. —Gracias, Señor. — DongHae agarró la pluma y tiró de las hojas de papel del sobre y luego frunció el ceño. 


 


—¿Algún problema, DongHae? 


 


DongHae hojeaba los papeles, con los ojos cada vez más amplios, hasta llegar al último, y entonces empezó a menear la cabeza. 


 


— DongHae, te hice una pregunta. 


 


—Bueno, Señor. — DongHae volvió la cabeza, su pelo largo y sedoso fluía alrededor de los hombros. HyukJae estuvo malditamente cerca de gemir por la visión, con ganas de saber cómo se sentirían esos hilos cubriendo su cuerpo mientras DongHae montaba su polla—. Cuando rellené mi solicitud para mensajeros competentes, era sólo una página, por delante y por detrás. Aquí hay quince páginas. ¿Qué es lo que usted necesita saber, además de mi número de la seguridad social y mis anteriores empleos? 


 


—Sólo tienes que rellenar lo que puedas, y luego repasaremos lo que hayas dejado en blanco. 


 


—Eso suena bastante fácil. — DongHae, humedeció la punta de la pluma con su lengua, y luego comenzó a escribir. HyukJae sintió que era lo suficientemente seguro, dejar al sumiso por su cuenta. Sólo estaba rellenando papeles. 


 


¿Cómo podía hacerse daño a sí mismo haciendo eso? 


 


Caminando de regreso a su escritorio, HyukJae comenzó a trabajar en los archivos que había abierto antes de salir de su oficina y ser asaltado. Mientras tecleaba, le daba miradas de vez en cuando a DongHae. 


 


Un trabajador de mantenimiento llamó a la puerta y luego entró en la oficina. HyukJae no tuvo que mostrar al hombre lo que había que hacer. Era muy evidente. 


 


—Puedo ayudarle con eso. 


 


—¡Siéntate! — HyukJae ladró la orden. No necesitaba que se rompiera nada más, en su oficina—. Termina de rellenar el papeleo. 


 


DongHae echó un vistazo al trabajador y luego de vuelta a su papel. —Ya he terminado. 


 


Eso fue muy rápido. 


 


HyukJae se acercó a DongHae y agarró las hojas, ojeándolos con el ceño fruncido. — DongHae, sólo rellenaste tu dirección, los empleos anteriores, y las referencias. 


 


—Usted me dijo que rellenara lo que pudiera. 


 


HyukJae se frotó el puente de la nariz, tratando de aliviar el súbito y palpitante dolor entre sus ojos. Este iba a ser un día largo.

Notas finales:

Gracias por leer.


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