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Dime, Rick por Hakendo

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Notas del capitulo:

No soy dueño de ninguno de los personajes. The Walking Dead le pertenece a Robert Kirkman y, yo como autor no soy dueño de ningún personaje, solo escribo por gusto sin fines de lucro.

 


—Vamos, Rick. Debes empezar a entender que el hombre aquí soy yo. Tengo a las perras en fila esperando mojar mi cama, a grandes camaradas a mi lado que no dudarán en marchar a la guerra por mí. Deberías empezar a pensar en lo que te conviene.

Negan adoraba jugar con Rick, especialmente cuando solía atarlo para obligarlo a escuchar cada cosa que el salvador tenía por decir.

—¿Cuándo terminará ésta tortura?

Grimes suspiraba, cansado, mientras veía a la cara a su némesis.

—Terminará cuando admitas que eres mi propiedad. Además, cuando digas que soy un hombre guapo, vigoroso, masculino y la razón por la cual dejo mojadas tus bragas. Apuesto a que piensas mucho en mí ¿No es así? Un día de éstos te regalaré una camisa mía después de haberla usado en un día largo de ejercicio.

—¡No quiero ninguna de tus mierdas! Y tampoco diré eso.

—¡Oh, Rick! Me rompes el corazón. Y yo te romperé la cabeza. Y te voy a hacer pedacitos y darle de comer a los animales tus genitales.

—Apuesto a que será más divertido que seguir escuchándote.

—No seas grosero. Que por mí comes, y por mí es que no dejo que tu hijo sea tocado por algunos de mis hombres. Me han contado todas las cosas que quieren hacerle, vivo y muerto.

—¡Basta! Conmigo puedes decir y hacer toda la mierda que tu enferma cabeza pueda imaginar, pero no con mi varón. ¡Si algo le pasa a mi hijo, eres hombre MUERTO! ¡Mi hijo no te ha hecho nada, malnacido cabrón hijo de perra!

—Tienes razón... lo siento.

Negan sonrió, rascó su cabeza y se sentó frente a Rick al tomar una silla y, sentarse de ella de forma contraria.

—Me gusta que me escuches.

—¿Por qué no vas y le cuentas tus cosas a tus demás hombres?

—No deben ver éste lado sensible mío. Tengo un puesto y una reputación. No soy el hombre que se saca la verga para demostrar que la mía es la más grande y apestosa, soy más que eso, y mucho mejor.

—Continúa.

Rick parecía más tranquilo, y es que de hecho le gustaba escuchar ese lado de Negan.

—¿Me escucharás?

—Claro.

Rick estaba relajado, incluso se posicionó de tal modo que parecía menos incómodo en la silla. Negan gustó de ésto y le quitó las cadenas.

—Toma asiento aquí. Supongo que el sofá será más cómodo que la silla de metal.

—Gracias.

Grimes y Negan estaban sentados uno a un lado del otro. El Salvador fue por un paquete de cervezas en el frigorífico y le dió una al policía.

—Verás. Me cuesta procesar éste mundo. Trato de ser fuerte por mi gente, y por mí. No quiero mancharme las manos de sangre que no me pertenece ¿Sabes? Tengo pesadillas. Debo hacer cosas para ganar respeto. Sin él, la gente vendrá cuales hienas por mi cuello.

—Eres un líder y debes actuar como tal.

—¡Exacto! Soy un líder y debo acoplarme en el papel de tal. Todos vienen a mí por ayuda, todos tienen problemas y debo resolverlos...

—¿Pero quién está ahí cuando tienes problemas?

—¡Eres un puto adivino, Rick! Nadie. No me sirve de nada follar con mujeres que me la chupan como una aspiradora o con tetas del tamaño de un globo terráqueo, no me sirve matar muertos vivientes por diversión, ni siquiera ir con los colegas a beber porque todo es una fachada. Necesito a alguien a quien contarle cómo deseo morir pero tengo tanto miedo a lo que viene después.

—Negan...

—Me quiero morir, Rick. Mi mundo entero era mi hermosa Lucille, y me la quitaron. El puto cáncer me la arrebató. ¡Jamás! Jamás sentiré la calidez de sus brazos y tampoco podré ser capaz de escuchar su voz angelical para decirme que lo hago bien. Mátame, Rick.

—¡N-no!

—¡Por favor! Sólo jala el gatillo.

—¡No haré eso! Eres un pendejo, y puede que hagas cosas cuestionables y realmente tenga excelentes motivos para matarte, pero... no. Tu gente irá por mi cabeza, me verán como el tirano. ¡Si te mato, jamás entenderán mi punto! Y... no puedo.

—Lo sabía... ¡Eres un cobarde!

—¡Pienso! ¡No es que sea cobarde! Soy inteligente. Te mueres tú y dejas la mierda a todos. Muerto te libero de tus preocupaciones y-

—Ah...

Negan se rió a carcajadas al escuchar eso, además de que su rostro se volvió rojo.

—Ya veo... te gusta torturarme con atarme a ésta vida porque sabes que no tengo el coraje de suicidarme.

—No...

—Rick, eres un sadista, un... maldito sadista de mierda. Apuesto a que te la pone dura saber que te gusta verme... REVOLCARME EN EL PUTO SUELO pidiéndote que me mates... eres... eres un cerdo, un cabrón, un... monstruo... peor que yo.

—No es eso, Negan...

—¿Entonces por qué no tienes las bolas de matarme, escoria? Cuando a mí me es tan fácil hacerlo con otros. Dime...

Rick se hincó y le retiró la botella a Negan.

—Sólo necesitas desahogarte y sacarlo todo. Eres El Hombre y eso no significa que dejes de tener ese lado que te haga replantearte las cosas. Dicen que tenemos un ángel guardián llamado consciencia.

Rick esperaba que las cosas que decía el padre de Maggie tuvieran efecto.

—Voy a matarlo cuando lo encuentre.

Negan no sabía si era el alcohol, o afecto genuino. Recargó su enorme envergadura sobre el pecho de Rick, sintiendo la velocidad de los latidos de su corazón, cómo se inflaba su pecho peludo cada que respiraba y el calor corporal que emanaba.

—Si alguien se entera de ésto, voy a cortarte el pene, Rick.

Negan cerró los ojos, sabiendo que estaría bien.

 

 

 


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