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Inmarcesible por Eira Baker

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Notas del fanfic:

Me odio a mi misma, yo digo: "voy a escribir un fic corto n.n" y luego se convierte en una monstruosidad de casi diez mil palabras Dx que me caiga un piano encima, por favor ;-; uff igualmente este es el último fic que subiré u.u nos vemos en el 2023 (? Okey no xD pero si será el último por largo tiempo u.u probablemente (? Igual ahora ya no quiero escribir y quiero leer el nuevo cap de: "Hijo de la luna" de nuestra bella Cielo Caido T.T 

 

Ay caray… por cierto, este no es el fic que les hablé hace mucho, este fic surgió mientras veía un vídeo que ahora no recuerdo… y también cuando ví el nuevo video del canal de Youtube: "Rayo Confuso", del cual les contaré más abajo ;3 

 

¿No les encanta mis resumenes súper cortos? Aaah, se nota que necesito a mi huesitos, ella me ayuda a pensar :c si no la tengo yo pongo cualquier cosa T.T 

Notas del capitulo:

Death note no me pertenece u.u y se acabó la comedia, señores! Esto es algo serio! La verdad no sé si esto cuenta como sadomasoquismo pero creo que ligeramente si (? 

Estaba viendo mi serie favorita de "El Mentalista" y había una parte en dónde decían:

"—¿Cómo supiste que tenía un romance con su profesora?

— (...) Además note que le gustaba, lo trataba peor que a los otros chicos, así como Lisbon conmigo.

—Cierra la boca.

—¿Ven?"

Y no pude evitar pensar en Mello y Near jsjsjsjsj vieron que Mello trata mal a Near? Confirmadisimo, no solamente Near ama con locura a Mello, sino que el sentimiento es mutuo ewe 

 

 

 

Inmarcesible.

 

Ese día se suponía que sería especial para él, terminó el año escolar con excelentes notas, fue el primero de su clase y era querido por todos sus profesores, incluso tenía ganado al director. Y como regalo sus padres lo llevaron a un lujoso restaurante a festejar. Estuvieron degustando deliciosos platillos y la plática era amena y agradable, con él siendo el centro de atención, como le gustaba. 

 

Pero luego un pequeño niño entró al restaurante acaparando toda la atención. Aquel niño se veía desastroso. Tenía las manos sucias, su ropa tenía agujeros y se veía muy vieja, además de estar manchada con tierra y quién sabe qué más. Tenía unos extraños cabellos grises, se veía grasoso y estaba despeinado. Su carita de porcelana lucía manchada de tierra y polvo. Todo en ese pequeño se veía mal y bastante descuidado.

 

Y no paso tiempo para que todos en el lugar comenzarán a murmurar: 

 

—¿Qué hace este niño aquí? 

 

—¡Espero que no toque nada con sus manos! 

 

—¡Cuántos mendigos hay! ¿Cuando limpiaran la ciudad y los enviarán a todos a los orfanatos?

 

—¿Alguien podría sacarlo? 

 

—Que no se acerque a mi.

 

Ese niño se acercó a pasos vacilantes hacia uno de los meseros, siendo seguido por las miradas molestas de los presentes. Mihael debe admitir que sintió mucha furia por aquellas palabras tan duras y lo crueles que eran. Si fuera por él, los hubiera golpeado a todos. 

 

No pudo escuchar que le decía al señor, probablemente fue un "Disculpe, señor, ¿usted tiene pan seco o tal vez un pastel que se quemó? ¡No tengo mucho dinero, pero pagaré por ello!", pero al parecer al señor no le agrado nada y salió de su lugar para agarrarlo fuertemente de uno de sus delgados brazos, comenzando a arrastrarlo hacia afuera. 

 

—¡Oiga! ¿Qué cree que está haciendo? —la voz de uno de sus padres lo hizo sobresaltar y voltear a verlo, se le veía muy molesto. 

 

Sus padres tenían un sentido de la justicia muy fuerte y no les gustaba para nada ver malos tratos hacia las personas. Por lo cual Mihael no se sorprendió cuando hicieron que el señor soltará al pobre niño y luego se fueron de aquel lugar; llevando al niño a un sitio más tranquilo. 

 

—Cariño, ¿tienes casa? ¿familia? —preguntó Light agachándose a la altura del tierno infante luego de presentarse.

 

Nate negó suavemente con la cabeza. 

 

Mihael no pudo evitar verlo con repulsión, se veía tan pequeño y frágil que no le gustaba nada. Las personas que lucían débiles definitivamente no eran sus favoritas o de su agrado. 

 

Light volteo a ver a su esposo L y este asintió a lo que seguramente sabía que le iba a preguntar. Tenían una escalofriante conexión telepática.

 

—¿Te gustaría ser parte de nuestra familia? —pregunto amablemente, sonriendo con calidez. 

 

El diminuto albino no dijo nada, se les quedó mirando con aquellos grandes ojos grises, inseguro, luego volteo a mirar a Mihael. 

 

—¿Qué? —preguntó el niño mayor sintiéndose algo incómodo y molesto por esa intensa mirada. Quería empujarlo pero la mirada de sus padres se lo impidió. Suspiro profundamente y se acercó al menor —. Solo vamos a casa —dijo agarrando su pequeña mano y tirándolo cerca suyo. 

 

No fue difícil que obtuvieran la custodia de Nate.

 

[...]

 

El corazón de Nate estaba aliviado. Tuvo la suerte de conocer a dos personas amables y de noble corazón que lo adoptaron, y que eran sumamente buenos con él. 

 

El único problema era su ahora hermano mayor. 

 

Quería llevarse bien con Mihael, poder ser su amigo o que al menos lleven una buena relación, pero el chico rubio siempre lo ignoraba y pasaba de él, y eso ciertamente le dolía. Pero a pesar de sólo recibir un trato frío, seguía insistiendo en sus acercamientos, con la esperanza de que finalmente Mihael lo aceptará. 

 

Ese día fue a su habitación y entró algo dudoso e indeciso. 

 

—Umh Mihael... —se dirigió a él con timidez y a pasos vacilantes. 

 

Se sintió más cohibido cuando Mihael lo miró con sus penetrantes ojos azules.  

 

—¿Qué quieres? —gruñó, desviando su mirada de él y mirando hacia el techo con una mueca de fastidio.

 

Nate suspiro profundo y se animó a sí mismo.

 

—¿Te gustaría jugar conmigo? —pregunto suave, jugando con un mechón de su cabello nevado, jalandolo un poco fuerte por los nervios. 

 

Una risa seca lo desconcertó y le hizo dar un brinquito hacia atrás. 

 

—¡Ah~! No lo puedo creer… 

 

Mihael rio fuerte y alto, levantándose de un brinco de su cama y caminando a pasos largos hacia el pequeño niño albino. 

 

—¿Por qué crees que me gustaría jugar con un piojoso muerto de hambre como tú? —pregunto burlón, empujando el pecho del niño con su dedo índice. 

 

A Nate esas palabras le cayeron mal.

 

—Comprendo... —dijo bajito, sosteniendo el pomo de la puerta con fuerza. Sus ojos se empañaron pero se negó a derramar una sola lágrima.

 

Antes de que se fuera, Mihael le sostuvo con rudeza de su frágil hombro y lo volteo hacia él. 

 

Unos ojos cenicientos se enfrentaron a unos fríos e intimidantes ojos azules.

 

—No vuelvas a entrar a mi habitación o te aseguro que lo vas a lamentar—la mirada fulminante de Mihael y lo fuerte que se volvió el agarre en su hombro fue suficiente como para que Nate entendiera y obedeciera sin replicar. 

 

[...]

 

Nate continuó con sus intentos de acercarse a Mihael y llevarse bien con él, por eso cada mañana lo saludaba cortésmente, aunque fuera ignorado y menospreciado, siempre le dedicaba una de sus inocentes sonrisas e intentaba ser amable con el hiperactivo y enojón rubio. 

 

Pero ninguno de sus intentos funcionaban. 

 

Decidió dejarlo tranquilo por el momento y mejor jugar con los dados y bloques que le habían regalado L y Light, sus padres adoptivos que eran muy amables y dulces con él, tratándolo como si fuera su verdadero hijo. 

 

Nate ignoró que unos orbes azules lo miraban con atención. 

 

[...]

 

Lo hizo otra vez.

 

Ese diminuto y patético niño albino lo hizo otra vez.

 

Estaba seduciendolo con sus estúpidos pequeños labios regordetes que formaban una asquerosa sonrisa dulce. Mihael lo odiaba. Se ganó a sus padres y ahora intentaba embrujarlo a él con ese aspecto asquerosamente angelical.  

 

Era molesto, esa rata albina era muy hermoso y lo único que deseaba era arrancarle esos pantalones holgados que llevaba, abrirle de piernas y follarlo arriba de la mesa o contra la pared, quitarle ese estado de virginidad, tomar sus labios, lamer sus mejillas que siempre tenían un tono rojizo brillante cuando salía al sol, y por sobretodo escuchar... deleitarse con su vocecita infantil gimiendo y gritando su nombre. 

 

Sintió un doloroso apretón en su entrepierna por esos sucios pensamientos.

 

¡Maldito, Nate! 

 

Despertaba en él unos enfermizos deseos que no quería. Se sentía asqueado de sí mismo. ¡Él no era así! 

 

¡Todo era culpa de Nate! 

 

¡Era un brujo! 

 

¿Por qué sus padres lo trajeron? ¿Que no notaban el malestar que le ocasionaba?

 

¿O acaso sus padres lo habían "adoptado" para que sea su juguete? ¿Un regalo como recompensa por sus altas calificaciones? 

 

Una sonrisa adornó sus facciones.

 

¡Claro! Eso tenía sentido, sus padres habían traído a ese pequeño niño para que sea suyo. Su amante. ¡Que bien sonaba eso! 

 

Debería esperar el momento oportuno para enseñarle a ese hermoso niño pálido a quien pertenecía. 

 

[...]

 

Cerca de las ocho de la noche, justo cuando iba a irse a dormir a su habitación, sonó el teléfono de la casa. Fue Light quien atendió la llamada, Mihael noto con curiosidad como el rostro calmado de su papá se iba transformando en una mueca de preocupación.

 

—¿Qué ocurre, papá? —Mihael se acercó con cierta angustia notándose en su voz. 

 

—Oh, no te preocupes, hijo —Light esbozó una pequeña sonrisa tranquilizadora y acarició con cariño los cabellos rubios de su hijo mayor —. No es nada que tú increíble papá no pueda solucionar —le guiño un ojo juguetón y entró a su recamara, seguramente para hablar con L.

 

Lo siguiente que supo es que los dos estaban saliendo de casa, con sus abrigos y las llaves del auto. 

 

—Mihael, volveremos por la mañana —L se detuvo en la puerta, mirando a su hijo —. No le abras la puerta a desconocidos, mantén cerrado todo, no pelees con tu hermano y cuida de él, recuerda que está saliendo de un resfriado.

 

Una sonrisa torcida quiso aparecer en su rostro pero lo contuvo lo mejor que pudo.

 

—Seguro, padre —asintió como niño bueno. 

 

Cuidaré muy bien de Nate... 

 

Una sonrisa maliciosa se instaló en sus labios cuando sus padres se fueron, después de todo, siempre le pareció divertido tocar a Nate y apreciar sus gestos de sorpresa e incomodidad, nunca tuvo oportunidad de ir más allá pero ahora... Finalmente podría experimentar con ese pequeño, débil y deseable cuerpo del menor. 

 

[...]

 

Nate se despertó sobresaltado al sentir un pesado cuerpo caer sobre él, quitándole el aliento. 

 

—Shhh —Mihael apretó su mano en la pequeña boca del menor, callando cualquier sonido —. Si gritas te romperé el brazo.

 

Nate asintió con temor, reconociendo la voz del rubio. 

 

—Buen niño... —Mihael sonrió satisfecho, retirando su mano e incorporándose de la cama. 

 

Nate se sentó y prendió la lámpara que estaba en su mesita de noche. 

 

—¿Qué ocurre, Mihael? —preguntó con una pizca de preocupación. Su hermano jamás había pisado su habitación o siquiera le había dirigido primero la palabra.

 

—Dime, Nate ¿te sientes mejor? 

 

El pequeño albino pestañeó sorprendido. La segunda cosa que Mihael nunca hizo fue mostrar algún tipo de interés por él, y menos por su salud.  

 

—¿A qué se debe este inusual interés? —preguntó con su voz suave, tratando de encontrarle sentido a esa irreal situación. 

 

Mihael rodó los ojos con fastidio. 

 

—¿Acaso no puedo preocuparme por mi hermanito? —casi escupió la última palabra. 

 

Nate desvío la mirada al suelo. 

 

—No es normal —aclaro manteniendo su usual semblante tranquilo y calmado. 

 

—Bueno, no soy una persona normal —le dedicó una sonrisa burlesca, la infantil diversión plasmandose en su persona.

 

Esa sonrisa debió ser la primera señal de peligro. 

 

Repentinamente Mihael se tiró encima del menor, sujetando con fuerza a Nate contra la cama. El chico de cabello blanco jadeo por la sorpresa de sentirse inmovilizado, mirando sorprendido a Mihael.

 

—Sabes… descubrí una manera en la cual tú y yo podamos llevarnos bien —murmuró Mihael con calma, pasando su lengua por el cuello blanquecino del menor, ocasionándole un escalofrío por su espalda y que se sonrojara un poco. 

 

—¡Mmh! —asustado con aquel gesto, el chico de cabello blanco intentó escapar, con su corazón acelerado al caer en cuenta de las intenciones de Mihael, pero él era más fuerte y no le resultó difícil mantenerlo quieto en la cama, sin posibilidad de huir. 

 

—Será agradable para ti si cedes. No luches, Nate.

 

El deseo reflejado en los intensos ojos azules de Mihael logró que el corazón de Nate latiera muy fuerte, sintiendo su cuerpo estremecerse. 

 

—N-no… Mihael, no lo hagas… 

 

Nate soltó un grito ahogado cuando sintió las manos del chico de cabello rubio tirar de sus pantalones y ropa interior, quitándole las prendas con suma facilidad. 

 

—¡Para! —grito, intentando agarrar las sábanas para cubrirse, pero Mihael se lo impidió, tirando las sábanas al suelo y enseguida apegando su cuerpo al de Nate, asustandolo —. M-Mihael... por favor, no estás pensando —suplico mientras el rubio besaba y mordía su cuello, restregando su entrepierna vestida contra la de él que estaba desnuda —. No podemos... Y-yo no quiero... ¡Por favor para! 

 

Los ojos de Nate comenzaron a lagrimear, podía sentir como su propio miembro se iba endureciendo bajo los toques ardientes de Mihael, pero él no quería eso. 

 

Nate se removió con más violencia, no queriendo ceder.

 

—Lo quieres, Nate… Me deseas de la misma forma que yo te deseo. 

 

Mihael tiró de Nate hacia abajo, atrayéndolo aún más para sí, abriendo sus suaves piernas y colocándolas a cada lado de su cadera. Nate estaba aún más asustado, su respiración se agitó y sintió su corazón cabalgar contra su pecho. 

 

—¡No! —grito alarmado el pequeño albino, peleando y con su cuerpo temblando, siendo incapaz de pensar en algún modo de huir de esa pesadilla. 

 

Mihael agarró las muñecas de Nate con fuerza y las colocó por encima de su cabeza con una sola mano. 

 

Se tomó su tiempo para desabrochar la blanca camisa con su mano libre, botón por botón. Apreció su piel desnuda y acarició de paso su blanco pecho, recorriendo con los labios cada pedazito de piel que veía. Sentir el corazón de Nate latir con fuerza fue lo que emocionó aún más a Mihael.

 

Nate se crispó y sollozo cuando Mello lo apretó más fuerte contra él.

 

—Lo haremos, Nate… No importa lo mucho que luches… No podrás salir de esta —luego de terminar de hablar selló sus labios con los suyos, deleitándose con la suavidad de aquellos labios rosados y bonitos. 

 

Nate protestó y se sonrojo profundamente, intentando girar el rostro pero Mihael lo sujetó con fuerza de la barbilla para continuar besándolo. 

 

La boca de Mihael asaltó la de Nate sin darle tregua, mordiendo y chupando sus labios, besándolo con mucha fuerza y pasión. Inevitablemente Nate cayó rendido a ese beso mojado, no pudiendo resistirse a mover sus labios. 

 

Mihael sonrió en medio del beso y fue abriendo la bragueta de su pantalón. Se dió cuenta con frustración que sujetando a Nate no podía desnudarse con facilidad.

 

Se alejó de aquellos labios húmedos y rojos por el beso, besando la comisura de su labio. 

 

—No quiero que luches, Nate… —advirtió con voz ronca, mirándolo intensamente con sus fieros ojos azules —. Si lo haces, te haré daño… 

 

Nate gimio en agonía y asintió con temor, quedándose inmóvil en dónde Mihael lo dejó. El chico rubio se quitó la ropa con rapidez, sin salir de la cama, como si le estuviera haciendo un striptease a Nate. El pequeño albino no pudo evitar sonrojarse cuando vio el torso fuerte y desnudo del niño mayor, desviando rápidamente la mirada cuando Mihael se quitó los pantalones, sintiendo su corazón latir acelerado. 

 

Mihael se arrodilló cerca del niño y fue abriendo las piernas de Nate con suavidad, haciéndolo doblar las rodillas. Se colocó en medio de aquellas hermosas piernas y sonrió cuando vio el pequeño agujero rosado; intacto, puro y sin mancillar. 

 

Una de sus manos viajo a la cadera del niño para mantenerlo quieto, y la otra acarició la apretada y virginal entrada de Nate, sintiendo un insano y enfermo deseo de sumergirse en ese lugar inexplorado del albino. Deseaba a Nate. Mucho. Ver su hermoso cuerpo desnudo solo aumentaba el deseo que sentía de hacerlo suyo. 

 

El cuerpo de Nate se tensó en el fuerte agarre y se sonrojo profundamente por ese toque tan íntimo. 

 

—Deja de jugar, Mihael —protestó el pequeño niño, avergonzado de estar desnudo y abierto de piernas, vulnerable a cualquier ataque que el rubio planeara. 

 

—No, Nate, esto recién comienza... —besó esos labios rosados, a pesar de las protestas del menor, su lengua húmeda se abrió paso por los labios cerrados, sintiéndose satisfecho al sentir la lengua contraria contra la suya, saboreando esa dulce boquita que lo tentó desde el día que lo vio más presentable —. Vamos a divertirnos mucho tu y yo... —exclamó luego de romper el beso, chupando uno de sus dedos hasta dejarlo mojado con su saliva.

 

No se iba a detener. 

 

Lo haría suyo. 

 

Porque Nate era la persona que eligió para complacer sus deseos morbosos y sus fantasías más perversas. 

 

—D-detente… —cualquier queja fue silenciada por un nuevo beso de Mihael, quien ya estaba muy excitado y deseaba con locura poseer a ese hermoso niño de apariencia angelical. 

 

Mihael deslizó uno de sus dedos mojados en el orificio de Nate. Fue empujandolo cada vez más adentro del chico, y Nate solo pudo jadear de dolor, con su respiración volviéndose lenta y pesada, soportando la invasión a su cuerpo. 

 

—Esto se sentirá mejor… Resiste y obtendrás tu recompensa. 

 

Nate asintió y soporto que Mihael lo estirará. Era extraño y doloroso, pero también sentía un ligero calor en su vientre que le gustaba. Se sentía tan confundido, aquel calor no lo dejaba pensar, y cuando Mihael ingresó un segundo dedo se quedó con la mente en blanco, impidiendose a sí mismo luchar por liberarse y mordiéndose los labios para no suplicarle a Mihael que se detuviera. Tenía curiosidad, quería saber que ocurriría luego, por eso se quedó quieto y dejó que ocurriera, teniendo ya tres dedos en su agujero, estirandolo.

 

—Aah… ah…

 

No pudo evitar que su cuerpo respondiera al estímulo, gimió y chillo bajo los toques y las penetraciones de los dedos de Mihael, lo estaba volviendo loco. 

 

—Buen niño… —halago Mihael, besando sus labios y retirando sus dedos ya húmedos y resbalosos. Escupio abundante saliva en su mano y masajeo su erecto pene con ella, acariciandolo y guiando su sexo en ese agujero tembloroso. 

 

—Ugh... —su cuerpo tembló, Mihael estaba frotando la cabeza de su erección contra su ano, sin penetrarlo, solamente acariciándolo y mojándolo con pre-semen. La sensación para Nate fue aterradora por lo bien que se sentía, su propio cuerpo se movía más para abajo para sentir más del húmedo y caliente pene de Mihael. 

 

Mihael se agachó para besarlo, no era un beso suave, era uno brutal y exigente, con una lengua hábil que busco la suya y la encontró, disfrutando del contacto.

 

Soltó su boca luego de un rato y ocultó su rostro en la curvatura del cuello del menor, olfateando el aroma puro y fresco del delicioso albino. 

 

—¿Estás listo? —preguntó con una voz ronca y excitada, besando su cuello. 

 

No espero una respuesta del chico, se apartó y se sentó sobre sus talones, estando entre las piernas extendidas del pequeño. 

 

Los ojos de Nate se abrieron sorprendidos al encontrarse con el miembro erguido de Mihael.

 

—Es demasiado grande... ¿Podré recibirlo? —pensó Near con miedo, con sus piernas temblando con antelación. Se inquietó aún más cuando Mihael subió sus piernas más hacia arriba y se apegó a su cuerpo, al parecer ya preparándose para ultrajarlo. 

 

El niño de cabellos blancos jadeo de dolor y placer cuando Mihael mordisqueó su cuello, acariciando sus suaves piernas.

 

Aprovechándose de su distracción, Mihael forzó su excitación en la cavidad de Nate, abriéndose paso por el apretado anillo de músculos. La lujuria que sentía en esos instantes lo estaba quemando por dentro. Quería más. No sé conformaba con sencillos roces y toques, quería mucho más. Quería conocer la finalidad del acto carnal y proclamar a Nate como suyo y de nadie más. 

 

—¡Gyaaahh! —Nate se retorció entre las sábanas, curvando su espalda en agonía —. ¡Sácalo! ¡Sácalo! ¡Me duele, Mihael! —grito, empujando el pectoral del ojiazul con sus temblorosas manos. 

 

El niño mayor no le prestó atención, estaba más ocupado intentando controlar sus ansias de empujar y meterse más adentro de Nate. Pero era difícil, joder que era difícil, el interior de Nate era tan caliente, húmedo y apretado que solo quería pensar en su propio placer y moverse con locura en su interior. 

 

Sujeto las manos de Nate y puso sus brazos alrededor de su propio cuello, haciendo que el niño lo abrazara, juntando sus cuerpos. Jadeo de placer, las paredes de Nate se contraian alrededor de su palpitante pene. 

 

—Se sentirá mejor, Nate, confía en mí… —beso sus mejillas coloradas, pasando su lengua por el rastro de lágrimas de los grisáceos ojos. Su mismo cuerpo temblaba, el deseo solo aumentaba con cada segundo que pasaba. 

 

—No quiero... aah... P-por favor, detente —pidió entre gimoteos, abrazándose a Mihael para intentar mitigar el dolor. 

 

Mihael sostuvo firmemente sus caderas y lo penetró hasta el fondo, sintiendo el abrumador calor y humedad de su interior, que apresaba su miembro exquisitamente, casi forzandolo a derramar su semilla. La estrechez de Nate era deliciosa.

 

—¡Aaaah, Mihael! —jadeo sorprendido el albino, sufriendo de espasmos de dolor y placer. 

 

Él deslizó su pene fuera, dejando solo la punta resbalosa adentro, luego lo penetró nuevamente, una y otra vez con estocadas lentas y profundas.

 

Mihael mantuvo un ritmo, embistiéndolo con firmeza y sin detenerse, disfrutando de la dulce melodía de los gemidos de Nate y de su rostro sudoroso y sonrojado. Mihael se fue moviendo gradualmente más rápido al ver que el rostro de Nate no reflejaba dolor, en un delicioso vaivén que parecía que nunca se detendría. El cuerpo de Nate se hundió en el colchón y Mihael lo cubrió como si fuera un manto, besando la mejilla de Nate y deslizando su lengua por el cuello del niño. Nate mantenía los ojos cerrados y el rostro ladeado para darle más espacio a Mihael, mordiéndose ocasionalmente los labios y con su pequeño cuerpo sacudiéndose al ritmo de las embestidas del rubio. Nate tenía la mente obnubilada de placer, no dándose cuenta que con eso estaba aceptando a Mihael, a lo que estaba ocurriendo. 

 

Se estaba entregando. Pero no le importo, en esos momentos no, no cuando Mihael estaba embistiéndolo tan ferozmente que la cama crujía debajo de ellos, ocasionándole un placer que jamás había sentido. Los labios de Mihael se posaron sobre los suyos de manera posesiva y Nate correspondió el beso, sintiendo el cuerpo más caliente. 

 

Era muy adictivo. Todo. 

 

El sonido de sus cuerpos chocando, el chapoteo entre sus cuerpos, se escuchaba por toda la habitación, embriagandolos de placer y locura. El olor del sexo los encendía de una manera increíble, haciendo de su primera vez algo mágico y delicioso. A Nate se le escapó un gemido especialmente fuerte cuando Mihael se apretó más adentro suyo, golpeando una y otra vez un manojo de nervios que no sabía que tenía.

 

Nate se retorcio debajo de su cuerpo, gimoteando de placer, apretando las sábanas entre sus delgados dedos para resistir la intensidad de emociones que le nublaban la razón. Cada vez que Mihael entraba, salía y volvía a entrar con esa fuerza que lo caracterizaba estaba acabando con su raciocinio. Era demasiado placer recorriendo su cuerpo, solo quería más. 

 

—¡Mihael...! ¡Si, así...! —no se reconocía, él estaba gimiendo por Mihael, pidiéndole que fuera más y más fuerte, incluso participando en los toques y besos ardientes. 

 

Se sentía tan mal pero a la vez tan bien. 

 

Era un sentimiento demasiado grande. 

 

Mihael se dió cuenta enseguida en dónde debía moverse para enloquecer de placer al blanquito, por eso cada empuje de caderas y cada embestida rozaba inevitablemente la próstata de Nate, quien temblaba y gemía fuerte. 

 

Se movió más rápido, sintiendo todo su cuerpo ansiando más.

 

Nate fue quien está vez capturó los labios de Mihael con los suyos y lo besó intensamente, invadiendo su boca con la lengua. No pudo evitarlo. Sintió el fuerte deseo de hacerlo y lo hizo. La palpitante polla del rubio golpeando su próstata sin piedad lo sumergía en un océano en dónde solo flotaba y se dejaba arrastrar por las olas. A pesar de que no quería, él no era precisamente el dueño de su cuerpo en esos momentos. 

 

Mihael enrollo sus brazos alrededor de la pequeña cintura de Nate, apretandolo contra él y sin detener el intenso vaivén.

 

Nate solo pudo relajarse y dejar que sucediera, rindiéndose ante él. Lo único que salían de sus labios eran gemidos de placer y el nombre de Mihael entre suspiros de goce. 

 

Estaba siendo profanado, Mihael le robó su virginidad a base de fuerza bruta. Debía odiar todo eso. Pero su cuerpo lo traicionaba y se movía gustoso contra Mihael, abrazándolo para que no se fuera, disfrutando de las arremetidas violentas que tocaban un punto en su interior que le hacían ver blanco y gemir descontrolado. 

 

—M-Mihael... 

 

—Nate... ah... Te sientes muy bien...

 

—Por favor... Ugh... No te detengas... —suplicó con los ojos llorosos, moviendo sus caderas junto a las embestidas del chico mayor, abrazándolo de la cintura con sus piernas. 

 

—Nunca... Eres mío, Nate... —lo embistió duramente, callandolo con un fogoso beso. 

 

Luego de unos empujones y golpes especialmente duros dentro suyo, el cuerpo de Mihael se tensó y congeló, gruñendo salvajemente contra los labios finos de Nate, encorvandose contra él. Antes de que Nate pudiera preguntarle qué ocurría, sintió una sustancia caliente y pegajosa llenando su interior. Nate se sonrojo profundamente y cerró los ojos, sintiendo un escalofrío azotar su cuerpo y luego su propia liberación, manchando tanto su vientre como el del rubio. 

 

El cuerpo de Mihael cayó encima suyo, y ambos se quedaron así, abrazados y descansando por haber llegado al clímax. 

 

Nate tenía la respiración acelerada y solo se dedicó a mirar el techo de su habitación con sus ojos grises entrecerrados, intentando controlar su respiración y recuperar el aliento.

 

¿Por qué? ¿Cómo dejo que eso ocurriera? ¿Cómo pudo acostarse con su hermano? ¿Por qué lo disfruto tanto? ¿Y dónde estaban sus padres? 

 

Más y más preguntas aparecían en la mente del albino, quien ladeo el rostro hacia la puerta de su cuarto, como esperando que alguien entrara. 

 

Pero nadie lo hizo. 

 

Cuando Mihael acomodo sus piernas en otra posición, Nate no puso resistencia, se quedó quieto e inmóvil, siseando levemente cuando Mihael volvió a meterse dentro suyo. Nate se mordió el labio para no dejar escapar ni un solo sonido. Ya no quería. No quería ceder. 

 

Sus delgadas y finas cejas se fruncieron de placer cuando Mihael balanceó sus caderas, meciéndose sobre él y tocando su miembro, dejándolo tembloroso por el estímulo a su sensible cuerpo. 

 

Y Mihael aprovecho su cuerpo para follarlo por interminables horas, corriendose en su interior una y otra vez, como si fuera un pavo al cual están rellenando para día de acción de gracias. 

 

Ya por el amanecer Mihael se detuvo, cayendo pesadamente sobre su cuerpo, colapsando en su encima luego de haber acabado dentro del pequeño albino, con una respiración irregular y su corazón latiendo con violencia. Nate para ese punto ya estaba durmiendo pero se despertó al sentir un peso caer sobre él y un líquido ardiente llenándolo. 

 

Nate estaba jadeando y débilmente abrió sus grisáceos y enormes ojos, y vio el rostro rosado y perlado de sudor de Mihael. 

 

Mihael era hermoso, de eso no había duda. Y la cara que hacía al llegar al orgasmo era completamente erótica y seductora. 

 

Nate tuvo que morderse el labio inferior para no ceder a sus impulsos y acariciar el rostro de Mihael. No debía. Tenía que estar enojado con él. Debía ir llorando hacia los brazos de sus padres y contarles todo. 

 

¿Pero sería capaz? 

 

¿Sería capaz de arruinar esa familia?

 

La familia Lawliet parecía haber sido feliz antes de su llegada. Desde el momento que llegó, Mihael adoptó una mala actitud que pese a que sus padres no decían nada, si les dolía. Lo supo al ver sus rostros cada vez que Mihael les contestaba mal o actuaba como un niño problemático y rebelde. 

 

Se quedaría callado por ellos, para no generar más problemas. No les diría nada. Se guardaría ese secreto para él y encontraría el modo de solucionarlo por sus medios. 

 

¿Esa era la elección correcta?

 

Cuando sintió la respiración suave de Mihael acariciando su rostro cayó en cuenta que el rubio ya había caído dormido, acomodándose sobre él y apresandolo entre sus brazos. 

 

Nate se permitió ceder un poco y levantó su mano para tocar los suaves y perfumados cabellos rubios, eran brillantes y sedosos, sus dedos se sentían gustosos por el contacto. 

 

Pese a estar agotado, muerto de cansancio, con sueño, cubierto de fluidos que no solo eran suyos, y con su cuerpo doliendo, sonrió. Una sonrisa pequeña pero llena de sentimientos. Pero así como apareció, la borro enseguida. Se negaba a sentir algo por Mihael. No debía. Era incorrecto. Pero sólo Dios sabía lo bien que se sintió que Mihael lo hiciera suyo, que hicieran el amor. 

 

¿Hicieron el amor? Mihael demostró lo mucho que lo odiaba desde el día que llegó. Entonces, ¿qué era lo que tuvieron? 

 

[...]

 

Mihael detuvo a Nate que se dirigía a la cocina a tomar un vaso de agua. Lo agarró de la muñeca y lo arrastró hacia su habitación a pesar de las quejas silenciosas de Nate. Lo empujó dentro y cerró la puerta con seguro. 

 

El chico de cabellos blancos lo miró y sintió una corriente de emoción recorrer su cuerpo al ver la mirada hambrienta de Mihael. 

 

—Desvistete. 

 

Nate retrocedió atemorizado, sin obedecer la orden. 

 

—No, M-Mihael… —su voz tembló —. No lo haré… Lo que sucedió entre nosotros fue un error y no volverá a pasar.

 

El rubio se rio divertido, acercándose al menor y acorralandolo contra una pared.

 

—Pasará las veces que yo quiera, "hermanito"… —lamió su mejilla sonrojada, apegándose contra él —. Puedes fingir que no lo quieres, pero la verdad es que te mueres porque yo te folle… Metiéndote mi pene y clavándome profundamente en tu interior —movió su cadera, simulando una embestida sobre la ropa.  

 

Nate se sonrojo profundamente y se mordió los labios. Era tan difícil. Quería acostarse con Mihael y repetir esa noche, pero eso no estaba bien. Su mente le ganaba al deseo que sentía su cuerpo. 

 

—Y-yo no quiero eso… 

 

—Continuas mintiendo… Tu negación si que me sorprende —lo agarró del mentón y se inclinó hacia su rostro. 

 

—¡No, Mihael! —se quejó el pequeño albino, impidiendo que el chico mayor lo besara en la boca —. No podemos, ¡somos hermanos! —suplico inútilmente. Mihael lo calló al empujar sus labios contra los suyos, besándolo con fuerza y apretandolo contra su caliente cuerpo. 

 

Mihael no se detuvo hasta robarle el aliento y luego tomó bruscamente a Nate del brazo, tirándolo a la cama. 

 

Se subió encima suyo y comenzó a besar y morder su cuello.

 

Nate intentó sacarlo de su encima pero Mihael era más fuerte que él, negándose a moverse, aún así no dejo de luchar, retorciéndose con más fuerza, intentando librarse de su agarre.

 

No lloró. No se rebajaría a eso. Si Mihael quería forzarlo a tener sexo, pues bien, le costaría, lucharía para no darle el gusto de verlo retorcerse por él.

 

Nate ponía mucha resistencia, pero Mihael estaba muy determinado a hacerlo suyo. Aún no tenía suficiente y quería más. 

 

—Eres tan estúpido… Intentar pelear y resistirte cuando sabes que no podrás contra mí —los ojos de Mihael brillaron de una forma cruel, mirándolo de una manera tan intensa que todo el valor de Nate murió —. Será peor si luchas, Nate… ¿O quieres que nuestros vecinos nos escuchen y se enteren de lo que sucede aquí? ¿Y que luego le cuenten a nuestros padres que sus dos hijos se revuelcan juntos? 

 

Nate jadeo, abriendo sus ojos en su totalidad y negando rápidamente con la cabeza.

 

Mihael se levantó y tiró de su mano para que estuviera parado al igual que él. 

 

—Entonces obedeceme y quítate la ropa —Nate le hizo caso, quitándose cada prenda despacio, esforzándose para permanecer con su rostro calmado e indiferente, pero lamentablemente fallando. 

 

—Mihael... —hipo con su voz quebrada una vez que terminó de quitarse la ropa, quedando desnudo —. ¿Por qué? Nosotros somos hermanos... 

 

Mihael se molestó. Se notó la furia brillando en sus peligrosos ojos azules. 

 

—Tu y yo jamás seremos hermanos. 

 

—¿Entonces qué somos?

 

—Serás mi juguete. Mi bonito juguete con el cual yo puedo jugar de la manera que se me antoje. 

 

Mihael beso cada pedacito de piel desnuda, pasando sus labios por la barbilla del niño albino, por su cuello, hombros, pecho blanquecino. Recorrió todo su cuerpo con las manos, pellizcando su suave carne.

 

Nate no quería cooperar y al parecer Mihael no se lo exigió, solo pidió que no luchará.

 

Lo beso con fiereza en los labios y Nate tembló, no le estaba gustando los toques toscos y duros de Mihael. No era nada delicado y dulce con él. 

 

—¡Para! —lloriqueo Nate, pero no fue escuchado. Mihael lo tiró violentamente a la cama, molesto por su continúa negación. 

 

Se quitó la ropa desesperadamente, estaba ansioso por hacerlo suyo, por reclamar su cuerpo nuevamente y volver a sentirlo de su propiedad. 

 

—Lentamente… despacio —Nate chillo y gimió cuando Mihael abrió sus piernas y comenzó a moverse sobre él, frotando sus erecciones juntas. 

 

Lo cierto era que no podía luchar contra ese placer carnal.

 

—Tu serás mío y yo seré tuyo... —murmuró contra sus labios, brindándole besos cortos y suaves —. Esto será solo entre nosotros...

 

Nate abrió sus ojos sorprendido. 

 

—Tu... Tu, ¿no te vas a acostar con otras personas? —preguntó con un leve sonrojo en sus mejillas y sus ojos brillando. 

 

Mihael gruñó y lo miró furioso. 

 

—No te sientas especial o pienses que siento algo por ti. Es solo que no quiero estar con dos al mismo tiempo, lo considero molesto y algo completamente estúpido. El día que decida tener otro amante, te lo haré saber y dejaremos este juego —lo tomó del rostro y beso con fervor sus labios, acariciando los costados de su cuerpo, disfrutando de aquella piel suave y tersa que se convirtió en su perdición, volviéndose débil ante Nate, quien con solo una mirada lo hacía caer por él. Y eso era lo que más le molestaba. Que era débil ante ese patético niño. 

 

Colérico por el pensamiento, lo agarró del brazo y lo hizo girar en la cama, colocándolo boca abajo. Agarró sus caderas y las levantó, presionando su adolorida erección contra la estrecha entrada del pequeño.

 

—E-espera… —Nate se angustió, retorciéndose en la cama —. N-no me preparaste… 

 

—Callate. 

 

—No, no, no —cerró los ojos asustado, sin saber qué estaba pensando hacer Mihael. Le aterró sentir unas manos acariciando sus muslos, obligandolo a separar aún más las piernas. 

 

Un alarido de completo dolor se escuchó en esas cuatro paredes cuando con un bestial empujón Mihael entró en Nate, sin dilatarlo, penetrandolo profundamente y desgarrando todo a su paso. 

 

Mihael gimió de placer. El interior de Nate era tan cálido y apretado como lo recordaba. Le gustaba mucho.

 

A Nate no le gustó nada.

 

—Duele… Duele mucho… 

 

El pequeño albino apretó los dientes y siguió retorciéndose, con un semblante afligido adornando su bello rostro de porcelana. 

 

—Me gusta tenerte así… Como mi pequeña perra sumisa —se carcajeó el rubio, agarrándolo de las caderas para comenzar a moverse. 

 

Nate ocultó su rostro en una almohada que atrapó entre sus manos y siguió llorando fuerte, dejando que sus lágrimas bañaran su rostro y no parando de gritar, teniendo que soportar los violentos empujones que vinieron luego. 

 

Mihael tarareo una suave canción mientras calmaba a un Nate lloroso, besando su espalda y mordiendo su piel. 

 

—Me duele, Mihael... Realmente duele... Por favor —gimió con la voz quebrada y ahogada —. Sácalo, me duele... —pidió agonizante —. Por favor... basta... detente, por favor… 

 

Ya harto de esas quejas, Mihael salió de Nate y lo giró para colocarlo boca arriba. 

 

—Deja de llorar. Gime como la puta que eres y di lo mucho que te gusta que te follen así.  

 

Mihael abrió sus piernas y se colocó en medio de ellas, empujando nuevamente su polla dentro de Nate con un suave gemido de alivio.

 

Nate apretó los párpados con fuerza y su frente se arrugó en agonía. Sentía como si lo fuera a partir por la mitad. Era muy doloroso. 

 

—¡N-no! —Mihael lo agarró de sus suaves y finos cabellos blancos como el azúcar y tiró violentamente de ellos, arrancando algunos. 

 

—Deja de gritar, maldita sea —gruño molesto —. No vas a querer que termine golpeando esa carita tan bonita que tienes, ¿o si?

 

Nate se mordió los labios y no dijo nada más, solo lloró en silencio y sus manos agarraron las sábanas de la cama, desesperadas, buscando algún tipo de consuelo. Sus entrañas parecían estar en llamas, ardiendo dolorosamente y sintiendo como era brutalmente desgarrado cuando el chico mayor se movía. 

 

La respiración de Mihael era pesada y rápida, empeñandose más para embestir fuerte al pobre albino que ya estaba en trance, con la mirada perdida mirando el techo, con su cuerpo sacudiéndose hacia arriba con cada penetración. 

 

Mihael beso el pequeño hombro de Nate, quedando maravillado al sentir la suave piel del chiquillo. Movió sus rodillas para tener un nuevo ángulo, empujando más profundo y con mayor fuerza. 

 

—No, por favor... B-basta —se quejó el sonrojado chico, con sus piernas temblando. 

 

—Eres perfecto, Nate... Perfecto para mí… —jadeo antes de besarlo profundamente. 

 

Nate se atragantó con sus sollozos, sintiéndose miserable. Lloro, temblando e intentando quitárselo de encima. Pateó pero fue inútil, Mihael se movió bruscamente dentro suyo, estocada tras estocada hasta que inesperadamente se congeló, temblando ligeramente. Lo embistió con fuerza por última vez, penetrandolo profundo, y luego llegó al orgasmo, jadeando de placer contra sus labios hinchados. 

 

Nate jadeó suavemente cuando sintió el líquido caliente vertiéndose en su recto, también llegando al clímax, aunque fue un orgasmo patético y pequeño. Mihael se inclinó y lo besó. Nate se quejo pero tuvo que admitir que fue una sensación agradable a comparación del sexo rudo que tuvieron. 

 

Pero aquel beso no dejaba de ser solo una sensación agradable en los labios. Ni más, ni menos.

 

Mihael lo había hecho suyo sin tapujos, lastimándolo, y la triste realidad era que él lo iba a hacer cada vez que le viniera en gana y tuviera deseos de un acoston. Y Nate no se sentía con fuerzas para detener eso. 

 

[...]

 

Observó desde el espejo las marcas de mordeduras que Mihael dejó en su piel, junto a algunos chupetones en su cuello. 

 

Suspiro profundamente y terminó de desvestirse, abriendo la cortina y metiéndose dentro de la ducha, debajo de la regadera. Un pequeño suspiro de alivio salió de sus labios cuando el agua caliente cayó sobre su cuerpo. Agarró el shampoo y lavó sus cabellos nevados con suavidad. 

 

Nate tomó una larga ducha, lavando todo su cuerpo y tallando con un poco de brusquedad su blanquecina piel hasta dejarla colorada, intentando deshacerse de la sensación de los toques de Mihael en su cuerpo. Limpio con cuidado su entrada, que estaba de un color rojizo y se veía irritado. Le ardió cuando ingresó un dedo y de ahí escurrió la esencia de Mihael, bajando por sus piernas.

 

Estaba tan ocupado bañándose que no prestó atención a cómo la puerta del baño se abría, y como una figura ingresaba al cuarto, desvistiendose. 

 

Nate se sobresaltó al ver a Mihael metiéndose en la ducha con él.

 

—¡Espera tu turno! —grito exaltado. No creía poder soportar otro abuso, aún estaba adolorido y le dolía a horrores su trasero. 

 

—Quiero bañarme contigo... —lo giró bruscamente, empujandolo de cara contra la pared más cercana, haciéndole sentir su virilidad contra su trasero. 

 

El rubio agarró una nalga con fuerza y lo estiró para poder ver la entrada de Nate. Guió su miembro rígido con su mano libre y lo penetró de golpe, arrancándole un grito de dolor al pobre albino. 

 

—¡Ah, no! ¡Mihael, me estás lastimando! 

 

Cuando le levantó una pierna y comenzó a penetrarlo... fue una tortura. Tortura que aumento cuando se movió locamente en su interior, con estocadas rápidas y frenéticas. 

 

—M-más lento, por favor... Más despacio —suplicó entre lágrimas, apoyando las palmas en la pared mojada.

 

Intentó escapar del toque de Mihael pero el chico lo agarró con más fuerza, sometiéndolo contra la pared y apretando su cuerpo contra el suyo. 

 

—No puedo, no puedo soportarlo, me duele... —sollozo, sus labios temblaron y las lágrimas fluían sin parar de sus ojos.

 

 —Esto se sentirá bien, Nate... Solo quédate quieto —lo apretó aún más contra la pared y se metió más profundamente en su cuerpo, hasta hacer chocar sus testículos contra el trasero de Nate, jadeando por aquellas paredes calientes y húmedas envolviendo su miembro. 

 

—¡Ah! ¡Mihael, por favor! —las lágrimas caían libres por su rostro, mezclandose con las gotas de agua de la regadera —. Más lento, por favor... 

 

Mihael no lo escuchó y aceleró el ritmo de sus embestidas, moviéndose más rápido y más fuerte dentro de Nate, tomándolo a la fuerza. 

 

—¡AH! Duele... No sigas, duele... Basta, por favor... ¡No! ¡NO!

 

—Sabes lo que quiero, Nate... Si prometes acostarte conmigo cada noche sin pelear, entonces yo seré gentil… —beso su hombro y lo abrazo, cerrando todo espacio entre ellos, moviéndose más fuerte. Cada dura embestida iba de la mano con los gemidos de dolor de Nate—. Tienes que ser mío cuando yo lo diga… Siempre complaciéndome. 

 

—¡Si, si! ¡Prometo no pelear! ¡Prometo... ah... ser tuyo! ¡Ahora por favor! ¡Ngh! —las lágrimas ya fluían con más abundancia por su rostro, lo estaba lastimando en serio, incluso comenzó a soltar pequeños gritos de dolor. 

 

—Nate... —el rubio redujo la velocidad de sus embestidas. Sus movimientos ahora eran lentos y calmados pero el menor no dejo de llorar, siguió temblando de pies a cabeza y sin poder abrir sus ojos.

 

Mihael recorrió con sus manos cada rincón de su cuerpo, con el rostro escondido en su clavícula, depositando besos en esa zona y aspirando el dulce aroma del shampoo del menor. Quiso levantar más la pierna de Nate pero ahí sintió una gota caer en sus dedos, lo miro por el rabillo del ojo y notó que era sangre. Tocando un poco más se dió cuenta de que por los muslos del menor se deslizaba un líquido rojizo.

 

Sintiendo una chispa de culpa y cierto dolor por lastimarlo, salió de Nate, dándole la vuelta para dejarlo frente a él, cargandolo y obligándolo a enrollar sus piernas alrededor de su cintura. 

 

—Relájate... Estarás bien... —se fue abriendo paso con cuidado dentro del apretado anillo de músculos. 

 

Nate sollozo adolorido y se aferró al cuello de él, ocultando su rostro en el hombro de Mihael, sintiendo las lentas estocadas en su cuerpo. 

 

Mihael fue entrando y saliendo de él con movimientos gentiles y suaves, acariciando la próstata de Nate, escuchandose los sonidos de piel mojada sobre la piel y el ocasional golpe de su pelvis contra el trasero de Nate. 

 

Estaba siendo amable, a diferencia de la otra vez que tuvieron relaciones. 

 

Acarició los suaves y mojados rizos blancos, depositando un beso en ellos y deslizando sus manos para acariciar sus perfectas nalgas, apretandolas y abriéndolas para meterse más profundo. Las piernas de Nate quedaron encima de los brazos de Mihael, otorgándole una vista perfecta de su pene desaparecer en aquel delicioso agujero del menor. 

 

Repartió besos húmedos por su rostro y cuello, bajando hasta su pálido pecho, en dónde mordió y chupó cada protuberancia rosada.

 

Nate gimió y se retorció, mientras Mihael se sujetó con más fuerza de su trasero para darle palanca, embistiéndolo duramente y acelerando el movimiento de sus caderas para empujar con más fuerza. Nate se volvió más apretado y gritó de placer por el constante golpeteo en su punto dulce de nuevo. Mihael, al sentir las paredes del menor apretandolo con mayor fuerza, acabó derramando su semilla dentro del chico, temblando de placer mientras no paró de moverse, dando suaves embestidas y luego enterrándose profundamente dentro de Nate, apretandolo con fuerza, dejando salir más de su semen en él. Nate sollozo y apretó los párpados, gimiendo en contra de su voluntad y también llegando al orgasmo, temblando en los brazos del rubio. 

 

El semen comenzó a escaparse de su conexión junto a pequeños hilitos de sangre, perdiéndose gracias al correr del agua. 

 

Mihael no dijo nada, solamente lo sujeto del mentón para estampar sus labios contra los de Nate. Lo besó largamente, ingresando su lengua en la cálida cavidad del menor, saboreandolo. Nate correspondía el voraz beso como podía, deseando que Mihael se sintiera satisfecho y lo dejara en paz. 

 

Ambos se alejaron un poco para recuperar el aliento y luego volvieron a sellar sus labios juntos en un beso lento y sensual, con la tibia agua limpiando sus cuerpos. 

 

[...]

 

Aquel día sus padres fueron al supermercado a hacer las compras. Y Mihael no desaprovechó la oportunidad, fue a la habitación de Nate y le ordenó que lo siguiera. 

 

Nate lo obedeció en silencio, sintiendo como su corazón se aceleraba cuando Mihael cerró la puerta de su habitación detrás de ellos. 

 

Ni lento ni perezoso, se acercó a Nate y estrujó su trasero, descendiendo por sus suaves piernas para agarrarlas y colocarlas alrededor de su cintura, cargandolo. 

 

El menor chilló sorprendido y sus ojos se cerraron con fuerza cuando cayó de espaldas en el colchón, con Mihael trepando encima suyo. 

 

El pequeño intentó levantarse pero rápidamente el rubio lo empujó, colocándose encima de él para abrir su camisa bruscamente, haciendo volar algunos botones. Mihael mordió y chupó los rosados pezones del menor, y se frotó contra su muslo. 

 

Nate entrecerró los ojos y se sonrojo profundamente, sintiendo los estirones violentos en sus pezones y las manos del rubio agarrando el borde de su pantalón holgado, tirándolo hacia abajo y logrando quitárselos fácilmente. 

 

Nate cerró los ojos y no ofreció ninguna lucha, permitió que Mihael lo besara y entreabrió los labios para dejar pasar la lengua del chico mayor en su boca, besando sus labios con frenesí y deseo. 

 

El rubio lo besó por última vez y se apartó, mirándolo con una sonrisa sádica. 

 

Nate se negó a mirarlo, jadeó sin aliento y permaneció con los ojos cerrados. 

 

—Vamos, Nate… ábrete para mí. 

 

Nate soltó un pequeño quejido y con sus mejillas ardiendo de vergüenza, abrió sus piernas lo máximo que podía y colocó sus manos en cada uno de sus muslos, abriéndose para Mihael. 

 

—Dilo… 

 

Nate apretó los párpados con más fuerza. 

 

—F-follame… T-te quiero dentro de mi… Métemela, por favor… 

 

Sin perder más tiempo, Mihael hundió su palpitante erección en la abertura de Nate, forzando su pene profundamente en ese agujero húmedo y caliente, ingresando por completo. 

 

Nate grito de dolor por la violenta intromisión a su cuerpo. Aún no se acostumbraba a ese trato tosco y agresivo, pero intentó relajarse y aflojar sus músculos. 

 

Mihael mantuvo las piernas de Nate alzadas al aire y se movió frenéticamente dentro suyo, comenzando a follarlo con más ganas, rápido y duro. Nate gimió dulcemente y tiró de él para darle otro beso. 

 

Ambos estuvieron uniendo sus cuerpos con locura y pasión, haciendo un desastre en la cama y girando sobre el colchón para probar posiciones nuevas. 

 

Nate cayó de espaldas en la cama luego de haber montado por largo tiempo al chico mayor. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo hicieron, pero Mihael seguía estando duro en su interior.

 

Mihael se colocó encima de él, entre sus piernas abiertas, y subió una de ellas arriba de su hombro, dejando la otra envolviendo su cintura, y comenzó a moverse, como bestia salvaje buscando liberar la presión que sentía, aumentando el ritmo de sus estocadas. 

 

Nate se tapó la boca con una mano para evitar llorar, ya se sentía adolorido e incómodo, pero no deseaba hacer enojar a Mihael, por eso se obligó a guardar silencio, intentando obviar la sensación de que parecía que estuviera sangrando profundamente e hizo su mejor intento para gemir lo más dulce que podía, empujando sus caderas hacia abajo para chocar contra las embestidas del chico. 

 

Mihael se iba apretando aún más contra Nate, buscándose meterse más dentro del chico, gozando de esa estrechez exquisita del albino que lo volvía loco de placer. 

 

—Por favor... —suplico Nate con los dientes apretados. Si había algo que más odiaba durante sus encuentros con Mihael era tener que suplicarle por algo que no quería —. Lléname… correte dentro mío. 

 

Mihael lo beso nuevamente en los labios y Nate gimió contra su boca, acariciando sus mejillas y atrayéndolo más cerca para besarlo con más fuerza. 

 

El ritmo de Mihael estaba acelerándose, por lo cual Nate pudo darse cuenta que ya estaba cerca. Unas embestidas más y finalmente llegó el alivio. 

 

Con un último gemido forzado sintió a Mihael correrse dentro de él, soltando su espesa carga de semen en sus entrañas. 

 

Mihael siguió moviendo débilmente sus caderas y luego de sentirse satisfecho, salió del interior de Nate, besando su mejilla rosada. Nate solo tarareó de gusto, como había aprendido que le gustaba al rubio, y se acomodó en la cama en una posición más cómoda para descansar.

 

Mihael lo dejó dormir y apagó las luces de su habitación, acostándose en la cama junto a Nate y atrayendo su cuerpo hacia el suyo, abrazándolo posesivamente y besando sus labios rojizos por las mordidas una y otra vez. Nate sintió una leve esperanza de que tal vez su relación no fuera tan mala, porque luego de que Mihael se corriera en su interior, le había susurrado que lo quería. Fue muy suave pero lo escucho a la perfección. Tal vez de grandes ellos pudieran tener una relación estable y ser novios. Poder llegar a acuerdos mutuos y encontrar la manera de tener una relación sana. Tal vez todo fuera a ir mejor y Mihael lo tratara con respeto y amor. 

 

Fue iluso.

 

[...]

 

Nate se alarmó y soltó un pequeño gritito cuando Mihael se le abalanzó encima, reclamando sus labios con urgencia y acariciando cada parte de su cuerpo, metiendo sus manos dentro de su camisa. 

 

—¡Mihael, no! —gritó en voz baja, intentando quitárselo de encima, pero el rubio estaba bastante obstinado a quedarse, deslizando su boca por cada trocito de piel expuesta del cuello del albino que veía. 

 

Nate se alarmó.

 

¡Sus padres estaban en la otra habitación! 

 

Un simple vistazo y los verían en esa posición muy íntima, con Mihael meciéndose y frotándose contra él, acariciándolo con lujuria y desvistiendolo con prisa. 

 

—¡Mihael! —se retorció con urgencia cuando sintió unas embestidas sobre su ropa, intentando impedir que Mihael le bajará los pantalones —. ¡Basta! 

 

—Está noche... —el rubio tomó una bocanada de aire, frotando un poco más brusco su pelvis contra el de Nate, quien no pudo evitar gemir cuando sintió la dureza de Mihael —. Está noche irás a mi habitación, te quiero desnudo y lubricado, ¿comprendes? Te quiero listo para una buena follada. 

 

Nate frunció el ceño. Mihael se creía su dueño y no era la primera vez que le daba una orden así, en dónde terminaban teniendo sexo tórrido por largas horas y luego acababa adolorido y cojeando al día siguiente. Esa era la razón por la cual se pasaba parte del día jugando en el suelo, para que nadie lo viera caminar así.

 

—Lo entiendo —beso sus labios y metió su lengua dentro de la boca de Mihael, besándolo como le gustaba para que lo dejara libre. 

 

Mihael se apartó con una sonrisa satisfecha y se fue. 

 

Nate se acomodo la camisa y suspiró profundamente, acostándose sobre la alfombra en posición fetal, dejando escapar algunas lágrimas. 

 

[...]

 

Nate se encontraba desnudo en la cama de Mihael, jadeando y con el cuerpo brilloso de sudor, y cubierto de sus fluidos corporales.

 

Mihael estaba sentado cerca de la ventana, comiendo un chocolate y sintiendo la fría brisa contra su rostro, haciendo bailar sus cabellos rubios. 

 

La habitación olía a sexo, por eso dejo las ventanas abiertas. 

 

—Hace un tiempo me di cuenta… 

 

Nate se encogió en su lugar cuando Mihael se acercó a él, tirando de su muñeca para incorporarlo de la cama. Siseo adolorido ante el dolor punzante que sintió en su interior. 

 

—Nate… 

 

El pequeño de cabellos albinos recibió un beso incómodamente húmedo por parte de Mihael, pero no sé quejo y trato de besarlo con la misma intensidad.

 

—Te amo… —confesó una vez que se separaron para tomar aire. Nate abrió enormemente los ojos y lo miró con incredulidad —. Lo que tú y yo hacemos… es lo que hacen dos personas que se aman, ¿no? —Nate asintió algo vacilante —. La simple idea de acostarme con alguien más que no seas tú… Me resulta desagradable —lo beso suavemente en sus labios —. Lo que tengo contigo no lo quiero con nadie más… ¿Tú te sientes igual? ¿Me amas?

 

Nate bajó la mirada y pensó seriamente en eso. Ciertamente no le interesaba tener relaciones sexuales con nadie. Lo que tenía con Mihael era porque llegaron a un tipo de acuerdo… ¿Pero sentía amor hacia él? Sabía que lo quería a pesar de todo lo que pasó, pero amar era algo mucho más grande, y todavía se sentía muy joven como para experimentar algo así. 

 

Levantó la mirada y pensó en decirle lo que verdaderamente sentía, pero al encontrarse con unas pupilas azules que lo contemplaban tan fijamente se quedó sin palabras. Un repentino miedo invadió su cuerpo. Sentía que si decía algo incorrecto Mihael lo lastimaría. 

 

Nate se forzó a sonreír, sus ojos brillaron de forma encantadora para Mihael, asintiendo con la cabeza. 

 

Mihael sonrió al contemplar la bonita sonrisa del menor y lo abrazó de su pequeña cintura, besándolo suavemente en los labios, sintiéndose feliz.

 

Para Mihael, se volvió una necesidad tener cerca a Nate, tan importante como el aire que necesitaba para vivir. Nate era tan pequeño y lindo, y hacia los sonidos más dulces cuando tenían sexo, que no podía resistirse a tenerlo en su cama, haciéndolo suyo y besandolo. Adorandolo como lo más preciado que tenía. 

 

Se besaron por un largo tiempo, hasta que Nate sintió que era suficiente y se apartó. 

 

Se estremeció levemente.

 

Sus ojos cenicientos notaron la nueva erección de Mihael. 

 

—¿De nuevo? —preguntó suavemente, en voz baja. 

 

Mihael no contestó con palabras. 

 

Lo agarró y lo sentó en su regazo, separando las nalgas de Nate y haciéndolo bajar por su hinchado miembro. 

 

Nate soltó un pequeño gemido y se abrazó al cuello de Mihael, comenzando a mover sus caderas. 

 

Aquel día no abandonaron la cama por nada del mundo. 

 

[...]

 

Empujó sus caderas y se insertó en la cavidad apretada del menor. 

 

Nate tuvo que morder el dorso de su mano para evitar gemir demasiado fuerte.

 

Estaban en la habitación de Mihael. En esos momentos Nate tenía la camisa abierta, revelando su piel blanca y sus rosados pezones, y Mihael estaba entre sus piernas desnudas, penetrandolo con rudeza y tocando su cuerpo con desesperación. El albino mantenía los ojos cerrados y gemía, teniendo su mano en su boca para intentar callarse y no ser tan ruidoso. 

 

—Ahh... Haa... 

 

El rubio jadeo de placer, haciendo a un lado la atrevida tanga que estaba usando Nate para él, que por cierto apenas y cubría algo, y lo penetró con más fuerza, sacando y metiendo su pene rápidamente, tocando su próstata con cada empuje, haciéndolo echar violentamente la cabeza para atrás y que tuviera que apretarse la boca para no gritar de placer. 

 

Mihael manoteó su mano y agarró los finos y suaves cabellos de Nate entre sus dos manos, y lo besó con violencia en el momento que se corrió dentro de él, callando cualquier gemido, jadeo o alarido. 

 

No sé tomó la molestia de salir de él, siguió en su interior mientras apresaba ese menudo cuerpo entre sus brazos, olfateando el dulce olor del delicado cuerpo del pequeño. El sudor, el extraño olor a proteínas y el aroma propio del albino hacían una mezcla que lo hacían temblar. Repartió besos por su cuello, acariciando los costados de su cuerpo y ejecutando unos leves movimientos de cadera, obteniendo suspiros bajos por parte de Nate, cuyo cuerpo seguía sensible por el orgasmo aún latente. 

 

Nate era suyo todas las noches. Si la suerte estaba de su lado tenían sexo mañanero. 

 

Mihael giro en la cama y Nate término arriba suyo. Con una sola mirada el pequeño entendió y se movió circularmente sobre su miembro. El chico mayor junto sus bocas para besarlo con ansias y absoluto deseo. 

 

Cuando se separó para jadear de placer, Nate tenía los labios hinchados y rojos, agarrando mejor el ritmo y moviéndose más rápido encima suyo. 

 

Para Mihael era una rutina deliciosa. 

 

Para Nate era algo que estaba cayendo en picada. 

 

[...]

 

Otro día, otro coito, otro dolor de caderas y parte baja de su cuerpo. 

 

Mihael se estaba volviendo más brusco y animal cuando copulaban. Comenzó a tener la manía de ponerlo en posiciones vergonzosas que exigían a su pequeño cuerpo flexionarse de manera dolorosa. Y era más el dolor que sentía en su abusada entrada por los violentos empujones que el rubio le daba, buscando entrar más en su interior.

 

Era una situación insostenible. Tener que fingir normalidad durante la mañana y tarde, intentando que sus padres no notarán que algo raro ocurría, para luego escabullirse a la habitación del rubio y ser usado sexualmente por él, siempre teniendo sexo por largas horas y no parando hasta que hayan caído dormidos. No podía seguir el ritmo de Mihael. Despertar cada mañana con su cuerpo manchado de fluidos corporales, el terrible ardor de su trasero, el dolor de estómago, las piernas entumecidas y el cuerpo desnudo de Mihael aplastándolo.

 

También estaba el hecho de que Mihael estaba perdiendole respeto y llegaron incluso a tener sexo en la escuela, en un salón vacío, en el baño de hombres, incluso en el patio, ocultos detrás de un árbol. Aunque eso también era su culpa, por siempre obedecer sin rechistar. 

 

Tenía que irse. Esa era la única solución que encontraba a sus problemas. Tenía que escapar de ese lugar. 

 

Apenas cumplió catorce años, ¿tendría que esperar cuatro años más para poder irse? 

 

Más importante, tenía que comenzar a ahorrar y juntar suficiente dinero como para poder mantenerse algunos meses, hasta que pudiera encontrar un trabajo, si era uno con cama adentro sería mejor. 

 

Sobre todo debía ser cuidadoso para que Mihael no notará sus planes. Tenía que mantenerlo contento y satisfacerlo, con una masturbación, sexo oral o anal. Lo que sea para que no vea su intención. Actuaría como un apasionante y amoroso amante, consolándose a sí mismo de que sería la última vez que hiciera eso. 

 

Sea como sea tenía que irse. 

 

[...]

 

Le tomó dos años pero finalmente ya lo tenía todo; el dinero, el lugar al cual iría, dónde trabajaría, ya estaba todo listo. 

 

Aquella noche aprovechó que sus padres se quedaron en sus oficinas a resolver un caso y que Mihael dormía plácidamente en su propia habitación luego de permitirle usar juguetes sexuales en él. 

 

Fue a su pieza y busco su bolso que previamente había preparado con todo lo que necesitaba; ropa de vestir y ropa interior, toallas, sábanas, algunos artículos de limpieza, unos libros y unos pocos juguetes. 

 

Se colgó su bolso de deporte y caminó por las escaleras hasta el piso de abajo, abriendo la puerta de la entrada con una pequeña sonrisa apareciendo en su rostro, sintiendo la emoción de la libertad. 

 

Su mano se congeló en el picaporte al escuchar los pasos de alguien bajando las escaleras. 

 

—Nate —esa voz lo paralizó, sintiendo el cuerpo tenso —. ¿A dónde vas tan tarde?

 

Sus manos tiritaban y su corazón latió con violencia, tragando suavemente y girando sobre sus talones para encarar al chico de dieciocho años. 

 

Se asustó mucho cuando se enfrentó al rostro de Mihael, pudo notar la ira contenida y como el azul de sus ojos se intensificó, luciendo intimidante.

 

—M-Mihael… 

 

Una mano ahorcándolo fue lo siguiente que sintió, cinco dedos presionando con fuerza su cuello y estampando su cuerpo contra la pared más próxima. 

 

—¡¿A dónde pensabas irte, maldita zorra?!

 

—N-no iba a ir a ningún lado, Mihael —su voz se escuchaba baja.

 

—Mentiroso, mentiroso, mentiroso —repitió colérico, apretando aún más su cuello, dificultandole el habla —. Planeabas abandonarme, ¿no es así? 

 

Nate no pudo contestar, solo negó desesperado con la cabeza mientras las lágrimas brotaban de sus ojos con miedo. 

 

—Querías dejarme, ¿por qué, Nate? —lo soltó déspota, dejándolo caer al suelo. 

 

El niño tosió y se acarició el cuello con cuidado. No podía verse culpable o asustado, de lo contrario Mihael se daría cuenta que efectivamente quería irse. 

 

—Solo estaba... Yo quería... Para irnos los dos —dijo temblando ligeramente, intentando sonreírle a Mihael —. Yo quiero... quiero vivir solo con Mihael... Quiero tener una relación con Mihael, que podamos estar juntos sin que nadie nos conozca y empezar una nueva vida —terminó de hablar con la sonrisa más auténtica que podía hacer, mirando directamente a Mihael.

 

El joven rubio pestañeo y luego de unos segundos esbozó una pequeña sonrisa.

 

—Oh, Nate ¿Por qué no lo dijiste antes? —Mihael se arrodilló en el suelo y lo envolvió amorosamente entre sus brazos, besando su mejilla. 

 

—Quería sorprender a Mihael —obligó a sus brazos a envolver la cintura del rubio, acercándolo más hacia su cuerpo. 

 

—Mi amor… Iré contigo a dónde me pidas.

 

Mihael colocó sus manos en las suaves mejillas del menor y apoyó gentilmente sus labios contra los de él, en un beso dulce y lento. 

 

Nate permitió que Mihael lo tomara en el suelo con rapidez.

 

Esa misma noche se fueron los dos, dejando una breve carta en la habitación de sus padres pidiendo que no los buscarán, que ellos estarían bien y que si se fueron no fue a causa de ellos sino porque tenían que irse por razones que no comprenderían. 

 

[...]

 

Habían pasado otros dos años...

 

Con dieciocho años Nate continuaba siendo un joven hermoso y adorable, incluso más que antes. Sus facciones eran más agraciadas y sus hebras blancas caían sobre su bello rostro que seguía conservando ese aire infantil, enmarcandolo de una exquisita manera, haciéndolo lucir deseable y angelical. 

 

—Near… 

 

Cómo medida de prevención para no ser encontrados, decidieron cambiarse los nombres. Ahora Mihael era Mello y Nate era Near. 

 

El joven de cabellos blancos caminó hacia Mello, quien estaba sentado en el sofá. 

 

Mello se había vuelto un joven sumamente atractivo, con facciones más maduras y más apuestas. Se dejó crecer el pelo y ahora lo tenía amarrado en una coleta baja, dejando caer algunos mechones cortos sobre su rostro. 

 

Los ojos azules observaron dos encantadores orbes grises que lucían ligeramente vacías mientras miraban al suelo.

 

—Desnudate, pequeño, quiero verte. 

 

Su mirada vacía se dirigió hacia la pared, asintiendo con la cabeza en silencio.

 

Near dejó caer sus ropas al suelo, manteniendo una mirada vacía y muerta mientras se desnudaba. Deslizó sus pantalones cortos por sus largas piernas, todo a vista de Mello, quien se sentó más cómodamente en el sofá y se deleitó con aquel espectáculo. 

 

Una enferma sonrisa afloro en la cara de Mello, escaneando con sus orbes de un frío azul la figura pequeña y frágil del menor, acariciando con sus hambrientos ojos aquella piel lozana, ardiente, tersa…

 

—Ven, Near, es hora de jugar...

 

Near se acercó a pasos lentos y moviendo ligeramente sus caderas, colocándose encima de Mello, en el punto perfecto para hacer una deliciosa fricción con el miembro de Mello entre sus nalgas. Mello jadeo de placer.

 

—Es hora de comenzar con la diversión... —empujó su virilidad por el recto del albino, quien gimió suave y bajo sus caderas para albergarlo en su interior. 

 

Near presionó sus labios tímidamente contra los de Mello. El joven rubio lo agarró con fuerza de la cintura con un brazo y con su mano libre lo atrajo de la nuca para besarlo con más fuerza, saboreando su boca; con sus lenguas enredándose juntas, chocando y acariciándose, cada vez más calientes, volviendo el beso más voraz y avasallador. 

 

Mello chupo su labio inferior y tiró de él con los dientes, separandose y apoyando su frente contra la de Near, ambos respirando agitadamente contra sus bocas. 

 

—Eres mío. 

 

—Soy tuyo. 

 

Volvieron a juntar sus labios y los movimientos comenzaron, haciendo el amor en el sofá y luego continuando en la habitación que era de los dos. 

 

Mello era feliz. Consiguió un trabajo estable en un local de ropa en dónde le pagaban muy bien, y además pudo continuar con sus estudios; tomando exámenes finales en los días que ellos acordarán. Pero lo más importante es que tenía a Near a su lado. Se levantaba por la mañana y siempre se besaban, desayunaban juntos, él se iba al trabajo y dejaba a Near en casa, el pequeño tomaba clases por línea, y al regresar a casa era recibido por Near, quien lo besaba y ambos iban al baño a tomar una ducha y hacer el amor, comiendo lo que preparó Near para luego irse a dormir juntos. Esa era la vida perfecta para Mello. 

 

Por otro lado, Near poco a poco iba aceptando esa realidad, confundiendo los sentimientos que sentía. Estaba tan encerrado, tan secuestrado en el mundo de Mello que terminó estando ciego de amor por él. Mello se había convertido en su única fuente de afecto luego de que escaparan juntos, dependía de Mello para poder sobrevivir y lo trataba tan amablemente que terminó volviéndose como una figura sagrada para él. Poco a poco se fue enamorando más, el daño que le hizo Mello en los primeros años fue tan fuerte que cedía fácilmente a cualquier cosa que pedía Mello, no le molestaba que Mello lo despertara por la madrugada para tener sexo, ni tampoco se quejaba de que Mello no le permitiera salir sino era con él. Cualquier mínimo gesto cariñoso de Mello le gustaba mucho y lo volvía débil, volviendolo como una cachorrito que solo vive para su dueño. 

 

Era una extraña relación en dónde ya no podían vivir sin el otro, amándose a su manera y teniendo un fuerte e inquebrantable lazo que los unía.

 

Un extraño amor que no iba a marchitarse. 

 

The end.

 

Notas finales:

El final es bien pedorro, lo sé (? Sinceramente yo detesto este tipo de fics pero con Mello y Near… no se (? No puedo enojarme con Mello, lo amo demasiado y yo le perdonaría todo (? *alza un cartelito que dice: Pégame, embarazame, abandoname* ahre xD jsjsjsjsjs dios ;-; todo lo que defiendo se va al carajo si se trata de Mellito :c es que él… Es Mello… y hasta el día de hoy es el único personaje de Death note que no odie por culpa de los fics jsjsjsjsjs en serio, los fanfics me hicieron odiar a L! Y yo amo a L! Él es mi dios T.T y también odie a Matt, él que es un buen amigo en el anime/manga y lo quise por ayudar a Mello y ser un fiel amigo :'c joder, yo tengo un amigo como Matt que me sigue en todo y realmente lo quiero un montón, es como un hermano para mí y los fics me hicieron odiar a Matt T.T buaaa… y también odie a Near… realmente lo llegué a despreciar y por eso tengo guardado pequeños fics que escribí en dónde lo hago sufrir horrible (? Cuando me enojo yo escribo jsjsjsjsjs es mi forma de vengarme con personajes que no existen xD jsjsjsjsjs en fin, eso ya quedó en el pasado pero el único que se mantuvo limpio en mi corazón fue Mello ;w; por eso ya no leo nuevos fics, como todo está en paz no quisiera odiarlos otra vez ;-; 

 

Oh, hasta el día de hoy no olvidó un fic que leí hace mucho… Ese fic me hizo ver lo realmente aterrador que hubiera sido el mundo si Light hubiera ganado… realmente me asustó y quedé asqueada… En ese fic Light no mata a L, quiere conservarlo para él y lo tortura tanto… físicamente como psicológicamente para hacer que lo ame :'c Pero es L, el gran L, él no se deja dominar fácil y le dice sus verdades al desgraciado ese uwú y por eso Light… no recuerdo si fue por ese motivo pero él manda a matar a todos en el orfanato de Wammy :'c solo deja con vida a Matt, Mello y Near, porque cree que pueden ser útiles por su inteligencia y además porque con ellos puede amenazar a L y hacer que lo obedezca o de lo contrario les hará daño :'c y pobre nuestro L, tiene que someterse por temor a que le hagan daño a sus hijos no legítimos :'c y estuve orgullosa de Mellito, él también se enfrentó a Light y lo ame un montón por su valentía, es hermoso, hay que cuidarlo (corazones), fue muy lindo el momento en dónde L súplica verlos y entre los cuatro se abrazan :'3 fue como ver a mamá gallina con sus pollitos :'3 muy lindo… ¡Pero todo el esfuerzo de L para proteger a sus amados polluelos fue en vano! ¡El patán hijo de su mamá le mintió! Les hizo una… lobotomía :'c el primero fue Mello (llora amargamente), me quebró el corazón ver cómo estaba sentado con una sonrisa eterna en sus labios :'c con una semblante ido y perdido, luego le siguió los otros dos y ya Light tenía a su servicio a ellos tres :c y quería hacer lo mismo con L pero luego se dió cuenta que eso los convirtió en fieles súbditos pero les mato la inteligencia… en fin, ese fic me gustó porque el final fue hermosooo!!! Y al igual que me hizo odiar a Light, me hizo amar a Takada, ella fue nuestra heroína :'3 le tengo un aprecio por eso :'3 la odie en el manga/anime pero en ese fic… me hizo quererla jsjsjs Ella vuelve a la normalidad a Matt, luego a Mello y Near, y luego los tres arrastran a L y lo despiertan… y entre los cinco forman un increíble plan de VENGANZA!!! Logran hacer un enorme quilombo y matan a Light de la forma más épica posible uwu creo que L le dispara en el pito… (? Lo bueno es que logran escapar y el mundo vuelve a la normalidad uwu y la asalta cunas de Takada se queda con matt… lo importante es que dan como una indirecta de que Mello y Near están juntos ASKAJDKS (grito fangirl)... Me dejó a gusto el fic uwu me alegro ver qué L no se dejó para nada, no se imaginan la cantidad de fics que leí de diferentes animes en dónde violan a un personaje y los tratan como mierda pero sorpresa sorpresa… el personaje violado termina enamorándose de la noche a la mañana del personaje que lo humilló, lo golpeó salvajemente, lo violó, lo trato como basura… Tengan un poco de amor propio, maldita sea! Okey, ya me calmo -.- igual creo que yo hice lo mismo en este fic… Pero no es lo mismo (? Estamos hablando de Mello (? *Se pega a sí misma*, pero Near no se enamoro de la noche a la mañana, así que creo que fui realista *mueca pensativa* 

 

Y con respecto a Rayo Confuso, me inspire en su resumen de la historia de Nana, ese sí lo recuerdo porque amo ese canal y todos los vídeos que suben jsjsjsjs y ahí estaban hablando del Síndrome de Estocolmo, y lo del final de este fic es lo que dicen en ese vídeo, y es algo triste pero esa es la realidad de algunas personas que no pueden romper una relación tóxica… deberían seguir el canal y ver la historia de Candy Candy, es mi resumen favorito :'3 y la historia de Nana no me gusta nada Dx es interesante y me gusta como lo cuentan en el canal… pero la historia de Nana no me gusta porque… joder, como decían por ahí… <> ;-; creo que muchos escritores antiguos se inspiraron de ese anime/manga, eso explicaría muchas cosas (? La cuestión es que el anime/manga de Nana me hace enojar un montón :'D me da un corajeee!! Argh, los odio a todos (? Y no me gusta Takumi (creo que era así su nombre), y tampoco Hachi!! Ella me parece tan… argh… la detesto! Cuando creo que ya no hará nada más estúpido, va y me sorprende!! El personaje que más quiero es a Nana :'3 no importa lo que ella haga, no puedo odiar a mi niña :'3 y es que veo que ella poco a poco va mejorando y es una mejor persona gracias a sus amigos :'3 sus amigos son hermosos! ¡También los quiero a ellos! uwu okey, si sigo hablando de esto no terminaré más xD 

 

Gracias por leer :3 y perdonen los errores, leer todo eso me agota Dx dejare de escribir fics largos! incluso mientras estaba corrigiendo me quedé dormida ;-; seguramente cometí un error o borre algo sin querer (? Aaah, también note que un fic que subí se subió dos veces Dx tengo que ver cómo arreglar eso... 

 

Adios, nos vemos en 2023! (?


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