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The Red Thread of Fate That Only One of Us Can See (A3! Juza & Kumon) por BombayLove

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Notas del fanfic:

Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: AO3, Blogger & Livejournal :)
En caso de empezar a publicar en alguna otra, se avisará acá. Pero, en caso de que encuentren este fanfic en otra plataforma y no haya sido informado, por favor avísenme en los comentarios o en las redes sociales que pueden encontrar en las notas finales ya que fueron publicados sin mi consentimiento.

 


 

Los personajes aquí presentes son de la autoría de Liber Entertainment.
Todo esto para decir que sencillamente estos personajes y el universo donde se desarrollan sus vivencias no me pertenecen.
En cambio, la historia, sí.
« ADVERTENCIA: LAS ACCIONES Y ACTITUDES DE LOS PERSONAJES PRESENTADOS A CONTINUACIÓN PROBABLEMENTE NO SE CORRESPONDAN CON SUS CONTRAPARTES DEL JUEGO »
*No se admiten adaptaciones y mucho menos, PLAGIOS.
*Que tengas una feliz lectura.

Kumon no creía en eso de las almas gemelas. No creía que la persona destinada a uno estuviera por ahí, y que la magia ocurriría cuando se encontraran “por casualidad”. Un click, un “Oh, entonces es esta persona”. No lo creía porque él había conocido a su alma gemela siendo muy pequeño y sin tener conocimiento de lo que ocurría en el mundo. Kumon había conocido a su alma gemela cuando nació o incluso antes cuando estaba creciendo día a día dentro del vientre de su madre.

Su alma gemela era Juza.

Ese muchacho a quien nadie comprendía y que era temido por todos. Y que Kumon sabía que era malinterpretado, que tenía un corazón de oro y una pasión por los dulces. Las almas gemelas sentían lo que le sucedía a su otra parte, y Juza sabía cuando Kumon estaba mal, lo sentía. Si caía enfermo, él estaba ahí para cuidarlo, hacerle compañía, darle su amor incondicional. Y no había mejor medicina para Kumon que sentir las caricias de su hermano mayor sobre sus cabellos mientras le susurraba palabras de aliento para su pronta recuperación.

 


 

 

—¡Mi alma gemela es nii-chan!

Cuando Kumon dejó deslizar aquellas palabras en una cena familiar, sus padres se sonrieron, y Juza se veía sorprendido.

—Es muy pronto para asegurar eso, hijo.

Su padre se inclinó hacia él para acariciar sus cabellos.

—Cuando seas más grande conocerás a tu alma gemela, Kumon. —Su madre agregó mientras levantaba las cosas de la mesa—. No debes forzar las cosas.

—Están mal. Nii-chan es mi alma gemela. ¿No, nii-chan?

Kumon sentía un nudo en la garganta. ¿Cómo podía estar equivocado? ¡Sus padres lo estaban! Juza no se apresuró a responder. Por el contrario, le sonrió cálidamente y acarició sus cabellos con el mismo afecto que su padre lo había hecho segundos atrás. Pero Kumon sabía que Juza era demasiado tímido como para admitirlo frente a sus padres. Kumon sabía que Juza pensaba lo mismo que él, Kumon lo sentía.

 


 

El día en que Juza le comunicó a su familia que había entrado a una compañía de teatro, Kumon hizo todo lo posible para que no se diera cuenta que su condición se estaba complicando. Mientras más pensaba en que estaría alejado de Juza, que ya no podría dormir a su lado si así lo deseaba, que ya no podría ver su rostro somnoliento y sus cabellos revueltos por la mañana, más dolor sentía. No lo habló con Juza, pero sabía que era lo mejor para ambos. Después de todo, podían verse en cualquier momento, no necesitaban excusa de ningún tipo para hacerlo.

 


 

Recibió una entrada de parte de Juza para estar presente el día del cierre de la obra de teatro que estelarizaba. Si alguien le hubiera preguntado sobre su actuación, no habría podido ser objetivo con su respuesta. Pero el hombre sentado a su lado, le dijo algo que lo mantuvo intranquilo por mucho tiempo.

—Esos dos… ¿Cómo decirlo? Puedes sentir la tensión que se genera a su alrededor cuando están solos en el escenario, ¿no lo crees así?

Kumon le sonrió mientras asentía con la cabeza. De pronto, recordó la amarga situación que había experimentado de niño, en la que sus padres se negaban a creer que Juza era su alma gemela. ¿Y aquel desconocido le decía lo mismo? ¿Cómo se atrevían los demás a juzgar sus sentimientos? Volvió su mirada al escenario sobre el cual su hermano parecía estar discutiendo con el actor que interpretó a Luciano. Era imposible. Lo que los demás decían no podía ser cierto. Luego de ver el breve intercambio de palabras entre ellos no cabía duda de lo mal que se llevaban.

 


 

Kumon corroboró su teoría cuando llegó a los dormirorios de la compañía de teatro a la que Juza pertenecía. Ya no toleraba estar lejos de él. Acompañó a varias de las tropas a presentar sus obras de teatro en localidades aledañas, y fue allí donde pudo corroborar su teoría: Juza y Banri –el actor que interpretaba a Luciano- se detestaban. Y Kumon se encargó por todos los medios de proteger a su alma gemela de ese tipo –aun cuando Juza podía encargarse de él perfectamente-, pero Banri lo miraba por arriba del hombro como si Kumon fuera algo insignificante. Juza lo defendió, pero Kumon sentía que algo no estaba bien. Era como si Banri estuviera completamente seguro de que Kumon no significaba ni la más mínima amenaza en su vida.

 


 

Era una fría tarde de otoño cuando Kumon regresó a los dormitorios después de haberse reunido con algunos de sus antiguos compañeros del club de béisbol. Se encontró con Omi decorando unos dulces en la cocina.

—Bienvenido, Kumon.

—Omi-san… Regresé. ¿Qué está haciendo?

—Ah, empezamos con los ensayos para la nueva obra y pensé en hacerles unos bocadillos a los chicos antes de la cena.

Kumon se sonrió al sentir esa aura paternal de parte de Omi.

—¿Quiere que les lleve estos a nii-chan?

—Te lo agradecería. —Omi le extendió un plato al menor—. Siempre son necesarias un par de manos demás.

Kumon salió corriendo a la habitación de su hermano. Se percató de que la puerta estaba a medio abrir. La luz seguía prendida, así que, entró. Trató de anunciarse gritando un emocionado: “nii-chan” como cada vez que lo veía. Pero, esta vez, sintió que su corazón era estrujado por dentro. Quiso huir, quería salir de ahí, pero las piernas no le respondían, y su mirada estaba posada sobre Juza que, sentado en la silla frente a su escritorio, recibía un beso en los labios de parte de Banri. ¿Por qué Banri? Si debía ser él. ¿Por qué era Banri el que estaba siendo acariciado con tanta ternura por Juza si él era la única persona que merecía aquellas caricias, aquel afecto, todo su amor? Fue Banri el que se dio cuenta de su presencia y el que se separó de Juza mientras chasqueaba su lengua y se revolvía los cabellos.

—Ah. Kumon. —La voz de Juza lo volvió a tierra—. ¿Eso es de parte de Omi-san? —El aludido asintió con la cabeza. Su hermano se acercó por el plato y lo miró a los ojos—. ¿Estás bien?

—Voy a jugar con Itaru-san.

Banri movió de un lado a otro el celular que tenía en la mano para llamar la atención de Juza.

—Claro. No te quedes hasta muy tarde.

—Sí, sí…

Kumon pudo ver un tono rojizo sobre las mejillas de Juza, un brillo especial en su mirada mientras lo veía salir de la habitación, una sonrisa tan hermosa que nunca antes había visto en su rostro.

—¿Kumon? —Su expresión cambió cuando se dirigió a él. Lo veía preocupado. La palma de su mano se posó sobre su frente para corroborar que no tuviera fiebre—. ¿Sucede algo?

Debería saberlo. Juza era su alma gemela, así que debería estar sintiendo ese dolor que Kumon experimentaba. O, sería posible que, quizás… Kumon le respondió negando con la cabeza.

—No pasa nada, nii-chan. Debo estar un poco cansado. Eso es todo.

—Ve a descansar.

Juza acarició sus cabellos con ternura. En una situación normal, Kumon hubiera sentido que los sentimientos negativos se disipaban, pero, en ese instante, sentía como si miles de espinas se hubieran clavado en lo más profundo de su corazón.

—Sí, eso haré. Buenas noches…

—Que descanses, hermanito.

Kumon salió de la habitación y cerró la puerta a sus espaldas. Quería llorar, gritar, salir corriendo, pero no podía hacer ni una cosa ni la otra. Respiraba con dificultar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Kumon? —La voz de Azami lo sorprendió. Se dirigió hacia él sin darse cuenta de las lágrimas que empezaron a brotar de sus ojos—. Oye, ¿estás bien? ¿Quieres que llame a Juza-san?

Kumon se aferró a Azami, escondiendo su rostro sobre su pecho.

—No. No a él.

—Entonces, ¿te parece si vamos a sentarnos? —Sin despegarse del muchacho, Kumon asintió con la cabeza. Ambos se dirigieron a la mesa en medio de jardín en torno a la cual él dejó que se sentara. Azami acercó una de las sillas a su lado y acarició su espalda. Kumon se refugió en sus brazos, pero no podía calmar el desasosiego que sentía—. No sé qué tienes, pero, sabes que puedes contarme lo que sea. Y, si quieres llorar, también puedes hacerlo.

—Nadie lo ve, Azami… —Kumon empezó a susurrar entre sollozos—. ¿Solo yo puedo verlo? El hilo rojo que me une a nii-chan. ¿Por qué no soy yo? ¿Por qué es Banri? ¿Por qué no puedo ser yo? Él es mi alma gemela, ¿cierto? Yo sé que lo es. Yo lo sé…

Azami estrechó el cuerpo de Kumon contra el suyo. Por primera vez, sintió la necesidad de dejar a un lado todo lo que había aprendido sobre el amor y abrazó a Kumon con ternura. Hasta se atrevió a acariciar sus cabellos y darle un beso en la frente, y Kumon le respondió abrazándolo por la cintura. Azami sintió una molestia, pero la sensación se disipó a los segundos.

—Lo es, Kumon. Lo es…

Azami quería que el tiempo se detuviera en ese instante. Quería tener el valor suficiente como para enfrentar a Juza y reclamarle por haber hecho llorar a Kumon. También quería tener el valor suficiente para decirle a Kumon que estaba equivocado, que Juza no era su alma gemela, que su alma gemela, en realidad, era él.

Notas finales:

¡Gracias por leer! :D


PD: Por si te interesa, sí, me hizo mierda escribir esto y hacer sufir a Kumon :(


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