MulciberxSeverus
Paredes, cortinas, cuadros murmurantes y luces que apenas los iluminaban, era la primera vez que Severus visitaba la mansión Malfoy, eso a pesar de ser un amigo cercano de quien ahora estaba a la cabeza de la reconocida casa de sangre pura. A su lado estaban los tres chicos con los que se juntó desde que había entrado a Hogwarts, Evan Rocier estaba a su derecha, era el que estaba mas apartado, junto a este se encontraba Eliot Avery y a su izquierda Angus Mulciber...Mulciber.
Snape siempre creyó que las decisiones que había tomado para su vida eran consecuencia meramente de su propia mano, de las actitudes que desarrolló con el tiempo, de sus ambiciones y de su desprecio. Severus era su propia persona y el único responsable de sus acciones, eso siempre lo había sabido y no iba a renegar de ello.
Pero ahora que estaba por recibir una marca como aquella no estaba seguro siquiera de levantar la manga de su camisa.
No es una simple marca... es un símbolo, una distinción de los valientes que liberarán al mundo mágico de sus cadenas.
Eso se los había dicho el señor tenebroso y le había parecido coherente, no justo ni apropiado, simplemente coherente y él sabía que la vida daba muy poco como para ser quisquilloso.
Sintió un roce suave en la punta de sus dedos, giró el rostro sutilmente y vio una torcida sonrisa en los labios de Angus, una sonrisa de victoria. Él lo sabía, sabía que finalmente había dejado de lado a Lily por él, porque después de recibir la marca tenebrosa no existía forma de que pudiera volver a verla a la cara.
—Estás mejor así, el mundo mágico necesita magos como nosotros, capaces de hacer lo que se debe y los sangre sucia y traidores de la sangre son exageradamente considerados con los muggles, solo nosotros tenemos el valor para hacer lo correcto.
Sus dedos se entrelazaban y sus miradas se conectaban a pesar de los cabellos oscuros que caían por el rostro de Severus.
—Lo supe la primera vez que te vi, supe que eras como yo, una bestia que no necesita corazón... — La sonrisa que se posó en sus labios habría estremecido a cualquiera, pero Snape que había convivio por tanto tiempo con ese hombre la tomaba como el gesto más puro que podía entregarle, Mulciber no fingía, era desagradable con quienes detestaba, incondicional con quienes se ganaban su afecto y en su caso completamente entregado a su amor. Y el le correspondía de igual modo, o al menos creía que esa sensación que le reventaba el pecho cada vez que lo veía o escuchaba su voz era lo mas cercano al amor que podrían sentir alguien como él.
Snape sonrió ante ello, era cierto... la crueldad resultaba más placentera que la bondad y ya que él jamás había poseído la segunda su piel se estremecía con todo lo oscuro y decadente, con todo lo que era como Mulciber.
~Snape quería a Lily, pero también quería a Mulciber~
SOLO SE
Severus descansaba sobre su cama, con su cuerpo relajado y su mente viajando a un instante de aquella tarde:
Como ya era costumbre se encontraba cerca del lago con Lily, los dos se recostaban en los verdes prados y pasaban horas viendo al cielo, Lily encontraba divertidas y locas formas en las nubes, mientras que él decía siempre "tiene forma de nube" lo que hacía reir a la pelirroja. Entonces cuando el cielo comenzó a pintarse con los colores del atardecer; la niña preguntó
—Oye Sev ¿Puedo decirte algo?— La pelirroja se sentó, siendo imitada por su amigo.
—Claro Lily ¿De que se trata?
—Tu... tu te pareces a Blancanieves— Dijo, mientras sus verdes ojos reflejaban una inocencia dulce— ¡Ja! Si fueras una niña podriamos disfrazarnos de princesas.
Severus sonrió ante tal ocurrencia, si fuera una niña... en ese momento notó que realmente nunca había pensado en él como "niño" solo lo aceptaba porque asi le llamaban. Sus cavilaciones no terminaron ahí, y era eso lo que lo tenía en esa situación.
Aquel sentimiento de extraña confusión le envolvía desde que tenía memoria, desde que fue consciente de que existía ¿Y que era su existencia? Quizás era pronto para asegurar algo, para dar respuesta a la duda que sentía dentro de él. Aveces le llamaban niño, aveces le gritaban niña y los dos se sentían bien.
Le gustaba la ropa de su madre y también disfrutaba de los abrigos oscuros mas similares a los que usaba su padre, usaba una mezcla de esas ropas porque así se sentía a gusto, era su modo de reflejar a su yo mas interno.
Pero los niños podían ser crueles, especialmente con ellos mismos. Y así fue como comenzó a verse cada vez mas con especial atención; si, parecía una niña, también se veía como un niño y el quería pertenecer a alguno de los dos. Porque ahora no se sentía comodo siendo diferente... quería reconocerse y que los otros no tuvieran dudas de él.
Porque aveces Severus amaba la ambigüedad de su cuerpo, pero aveces odiaba no sentirse parte de algo, no saber en que mundo encajaba mejor, tal vez a ambos, quizás a ninguno, quizás no había en el mundo un lugar para él.
No lo quería de todas formas, porque un lugar solo indicaba que debía preocuparse por mas cosas, si salía al mundo debería seguir una senda, un camino que lo alejaría de otro rumbo que también anhelaba transitar. Era Severus Snape y le gustaba cuando lo llamaban niña, le gustaba cuando lo llamaban niño. Y odia cuando se veía al espejo y no podía llamarse asi mismo niño o niña.
Se preguntaba si en ese mundo mágico del que hablaba su madre encontraría respuesta a su gran pregunta.