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La fecha marcada por elenaa

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Notas del fanfic:

Un Pequeño drabble 

Desde su nacimiento, James Potter siempre había sentido una particular aversión por el 31 de octubre.

La primera en notarlo fue Euphemia, quien por más que se esforzó para tranquilizarlo para que no llorara en dicha fecha, no tuvo éxito; aun no cumplía un año y solo pudo dejar de llorar, gracias a una poción que fabrico Fleamont, cuyo efecto misteriosamente no duraba mucho en él.  

No existía razón alguna, para que berreara con desesperación a todo pulmón y, sin embargo, el solo podía lagrimear encaprichado.

Aquella extraña situación, se repitió hasta que cumplió 3 años. Los gritos estridentes, fueron remplazados por una rara apatía que sus amorosos padres, intentaban quitar llenándolo de todo tipo de dulces y juguetes mágicos de la mejor calidad; porque normalmente era un niño muy sano, vivaz y travieso, dotado de una desbordante imaginación. A excepción de ese día, en el que parecía extrañamente no sentirse a gusto.

Cuando entro a Hogwarts, su sentir no cambio. En cuanto dicha fecha llego y se celebró en el colegio el tan esperado banquete de Halloween; aunque todos los alumnos y sus propios amigos disfrutaban gustosos de los esplendidos dulces, tartaletas y pasteles, solo podía mirar con fastidio en dirección a la mesa de Slytherin. En donde se encontraba tal vez, la única persona a excepción de él que miraba desdeñosamente a todos los que disfrutaban del banquete. 

Severus Snape era su completo opuesto, no obstante, parecían compartir el mismo desagrado por aquel día en particular y aquello curiosamente le gusto.

Ese preciso recuerdo del Slytherin aunado a la culpa, que sintió por lo sucedido en la casa de los gritos en su quinto año, lo impulso a acercarse a este y formar algo parecido a una amistad.

Aquella inusual relación, que comenzó extraña se volvió aún más, cuando se descubrió escapándose de sus amigos, llevándose el mapa del merodeador y su capa de invisibilidad, solo para encontrarse con el Slytherin en la torre de astronomía.

El ácido y en ocasiones nulo sentido del humor de Severus, combinado con los múltiples conocimientos que este tenía sobre pociones, le resultaba muy agradable, porque la forma de hablar del Slytherin sobre las pociones, era muy parecida a la de su propio padre; quien al igual que Severus mostraba un extraño brillo en sus ojos cuando se refería a estas.

Y cuando fue consiente de los nuevos sentimientos que albergaba por el Slytherin, su lado Gryffindor se le adelanto, impulsándolo a robarle un beso a Severus, quien no lo rechazo, sino que correspondió gustoso, al roce de sus labios.

Lastimosamente, todo lo que había formado con Severus en los últimos años, para su desgracia termino precisamente un 31 de octubre, cuando ambos cursaban su último año en Hogwarts.

A partir de ese momento, el 31 de octubre se volvió aun peor.

En el pasado, recordaba la fecha con apatía y fastidio, sin embargo, desde que se vio obligado a dejar a Severus, el sentimiento se transformó en una ominosa sensación, que lo embargaba con tan solo recordar dicho día.

Aquella fecha no solo fue testigo de su ruptura con el Slytherin, también fue el heraldo de la viruela de dragón que contrajeron sus padres, la cual, poco después termino con su longeva vida.

Se quedó sin amor, sin padres, atrapado en una guerra y un matrimonio con una mujer que no se merecía sus mentiras.

Hasta que la fatídica fecha llego nuevamente a su edad de 21 años, acompañada de un veloz rayo verde, que se asesto directo en su pecho.

En el lapso de segundos, que la maldición imperdonable tardo en chocar con su cuerpo, no pudo evitar recordar: la regordeta cara de Harry, quien sonreía risueño en la cuna con Lily a su lado, a sus incondicionales amigos, con los que compartió increíbles aventuras, la cálida sonrisa de sus adorados padres, el día que llego su carta a Hogwarts y unos negros y fríos ojos, mirándolo con triste desilusión, que rápidamente se volvió un profundo desdén. Un desdén que aun a pesar del tiempo le seguía doliendo, como la primera vez que Severus lo miro de esa forma y le seguiría doliendo aun en la muerte.  

 

Fin


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