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Una caja de rosas gemelas (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Las nubes de lluvia dejaron el cielo al mismo tiempo en que lo hacía la noche. Y tal vez fue porque el suelo todavía estaba húmedo, pero descubrió que en realidad eran poquísimos los aldeanos que subían a la montaña y venían a rezar.

Después de una ceremonia tranquila, Viola fue a ver a los pastores y a sus ovejas en compañía de Safils. Ellos ya estaban vestidos y listos para marcharse de allí.

"Gracias por darnos un lugar donde quedarnos."

El hombre inclinó la cabeza, mirando hacia sus ovejas una y otra vez como para confirmar que estuvieran juntas.

"Parece que el clima va a estar muy soleado hoy. Menos mal".

Safils miró hacia el cielo y luego entrecerró los ojos un instante.

"Viola, quiero que me des un momento. Voy a llevar algunos libros a la biblioteca ¿Está bien?"

"Sí, no te preocupes por eso".

En realidad se estaba sintiendo muy bien el día de hoy.

Viola decidió aprovechar que los hombres estaban desayunando en el comedor para limpiar la habitación donde se había quedado. Sin embargo, ya que un olor extraño estaba impregnado en las paredes, el hombre decidió abrir la ventana para ventilar y también para poder sacar las sábanas y las fundas de las almohadas. Estaba sacudiendo el polvo del alféizar cuando escuchó la voz de otra persona a sus espaldas:

"¿...?"

Era un joven, de un pueblo cercano, el que decidió tocar la puerta de la habitación. Aparentemente había entrado por el jardín:

"Padre, quiero preguntarle algo. Disculpe la intromisión".

"¿Qué pasa?"

"Un familiar mío está enfermo y lleva varios días postrado en cama. ¿Puede venir y orar por él?"

Era un lugar pequeño, así que ciertamente nos tenían médicos. Cuando una persona se enfermaba, la iglesia era la encargada de proporcionar una medicina bastante sencilla que aprendían a hacer utilizando hierbas. Si no mejoraban con eso, entonces debían ir a un hospital que se encontraba en el corazón del país. A unas tres horas. Sin embargo, como era una zona con mucha humedad, las enfermedades infecciosas eran cosa de todos los días, por lo que había muchísimos inconvenientes para transladarse a otro sitio tan rápido.

"Por favor. ¡No tengo a quién pedirle ayuda! Solo puedo confiar en el padre."

Ante esa súplica, Viola no tuvo más remedio que asentir con la cabeza.

"Iré. Por favor, espere un momento."

Viola inmediatamente comenzó a prepararse para atender al enfermo. Además de los elementos utilizados para orar por su recuperación, también necesitaba un botiquín y hierbas con propiedades antipiréticas. Esas se guardaban al lado de la biblioteca, así que lo primero que recordó, fue que el demonio estaba allí revisando unos libros.
Viola llamó a la puerta y lentamente metió la cabeza para poder mirar alrededor. Allí, completamente rodeado de estanterías, Safils estaba sentado frente a un pequeño escritorio que tenía una vela consumida hasta la mitad.

"Safils, quería decirte que saldré un rato porque tengo un paciente".

"¿Cómo qué tienes un paciente?" Safils frunció el ceño. "¿No debería ir yo? Aún no te sientes bien."

"Estoy bien, te lo prometo."

Viola respondió con una sonrisa a Safils, quien estaba a punto de levantarse para ayudarle con ese supuesto paciente que tenía. Lógicamente Viola sabía lo que preocupaba y hasta le pareció un poco divertido que tuviera una mano en su barbilla como para pensar bien la situación. Claro que la condición física del hombre era algo que tener en consideración, pero pensó que debía estar más preocupado de que pudiera huir de nuevo y que ahora si tuviera suerte.

"De acuerdo... Igual no puedo detenerte. Eres muy terco."

Después de inclinar la cabeza en su dirección, Viola tomó su bolsa y fue en dirección a las hierbas. Pero cuando estaba a punto de salir de la habitación, Safils lo llamó de nuevo:

"Quiero darte algo". Incluso aunque Safils se levantó de su silla y miró en su dirección, Viola no pareció retroceder ni una sola vez. "Me olvidé de esto."

Y diciendo eso, encontró que había un objeto verde del tamaño de un pulgar, en medio de la mano bien abierta de Safils. Viola parpadeó:

"¿Qué...?"

Resultó ser un capullo de rosa.

Las rosas se utilizaban mucho con fines medicinales. Se decía que cuando se mezclaba con miel, aliviaba la inflamación en la boca y también estabilizaba el sistema digestivo. Sin embargo, eran los pétalos, no los capullos, los que se utilizaban.

"Llévate esto contigo."

"Esto es..."

Pero antes de que pudiera decir nada, Safils agarró la cintura de Viola y le dio la vuelta hasta estamparlo contra los estantes de los libros. Su cuerpo estaba completamente presionado contra las hojas y sus manos parecieron cerrarse en puños enormes cuando el dobladillo de su túnica se levantó.

"¡Oye!"

Pero Safils separó las nalgas de Viola. Luego, le quitó la ropa interior.

"Safils..."

La rodilla del demonio se metió entre las piernas que estaba a punto de cerrar, sus manos treparon hasta inmovilizarlo y una voz suave y perfecta comenzó a escucharse directamente en los oídos de Viola, quien todavía estaba muy junto a la pared.

"Shhh. Si haces un ruido fuerte, los aldeanos van a escucharte."

Ante ese tono, Viola cerró la boca.

"Buen niño. Eres un buen niño. Vamos, tómatelo con calma, amor... Muy bien."

"Ah..."

El capullo entró hasta el fondo de su cuerpo. En realidad, fue tan fácil que no podía creer que su culo tragara lo que le dieran sin poner resistencia. Viola contuvo la respiración.

"Dios... ¡Um!"

Dos brotes de rosa se habían enterrado en la membrana de su culo. Sus dedos de las manos y de los pies temblaban y había empezado a salivar tanto que fue bastante patético. Primero que nada, porque pareció que estaba feliz de ser tratado de esta manera por la mano del demonio y en segundo, porque este era un órgano para la excreción, no un lugar para poner nada. Sus sentimientos realmente estaban encontrados.

"Listo".

Safils buscó su ropa interior y volvió a acomodarla en el cuerpo del sacerdote.

"¿Por qué hiciste eso?"

Viola, que había estado sufriendo en silencio, apoyado contra la pared y visiblemente sonrojado, miró a Safils igual a si pudiera aventarle un golpe en cualquier momento. Después de todo, realmente no tenía idea de lo que estaba pensando al hacer una locura como esta e incluso tenía que decir que se sintió un tanto ridiculizado.

"Es una artículo de protección para asegurarme de que estés bien".

"Una cosa como esa..."

Intentó recuperar el aliento desesperadamente. Pero incluso si Viola lo miraba a los ojos, Safils pareció burlarse de él en lugar de darle otra explicación.

"Tienes una cara maravillosa justo ahora. Ya eres mejor expresando tus sentimientos, eso me alegra. No queda mucho para que seas perfecto".

Safils apartó el flequillo de Viola y presionó sus labios contra su frente.

"Entonces vete. Ten cuidado."

"Ah, sí…"

Viola salió silenciosamente del lugar.

En realidad, la incomodidad de tener dos rosas metidas en el ano no era tan grande. A este nivel, incluso pensó que sería capaz de caminar todo el camino al pueblo sin el mayor problema.

Después de llegar al anexo de la iglesia, Viola dejó su bolso y enrolló su ropa para intentar que no se manchara con el lodo o con los pequeños charcos que se habían originado debido a tanta lluvia.

"¿Padre?"

En ese momento, Viola saltó en su lugar ante el susto que le había dado esa voz. El aldeano del inicio estaba parado justo en frente.

"Lamento haberte hecho esperar tanto."

Viola había perdido tiempo con Safils, las rosas, el movimiento a su trasero e incluso gracias a lo mucho que había estado pensando sobre todo lo anterior. No tenía cara para ver al aldeano, así que se disculpó primero. Sin embargo, se sintió raro de hacer. Como si no concordara con el hombre en el que se había convertido ahora.

"No se preocupe. No esperé mucho."

Y le sonrió, aunque de una manera bastante extraña. Viola tomó su bolso y se adelantó

"Entonces vamos."

¿Sería posible poder sacar la rosa mientras caminaba? Con eso en mente, comenzó a moverse un poco más rápido y a exagerar lo que hacía con sus piernas. Pero aunque tenía que decir que fue doloroso bajar las escaleras de la iglesia y que no le gustó para nada lo que pasó cuando comenzó a hacer una especie de vaivén de un lado a otro para no tropezar, se acostumbró de inmediato a lo que tenía metido. Después de todo, el capullo pareció haberse movido a un lugar donde no lo molestaba para nada.

"Por aquí."

¿Pero quién vivía en esta dirección para empezar? Mientras seguía el camino de la montaña, Viola inclinó la cabeza y luego se paró en seco. Nunca había oído hablar de alguien que se hubiese mudado aquí y la verdad era que todo le estaba pareciendo excepcionalmente sospechoso.
El color de los árboles era más oscuro que en el centro y mientras se abría paso a través del molesto bosque cubierto de maleza y ramas secas, Viola sintió que su aliento se calentaba a medida que el capullo volvía a moverse otra vez. Algo malo estaba pasando.

"¿Padre? ¿Todo está bien?"

El aldeano lo miró con expresión preocupada.

"Ah... Sí."

El hombre estaba extrañamente cerca de él. Viola asintió con la cabeza e instó al aldeano a seguir su camino.

"Aquí es."

El aldeano dejó de caminar. Pero allí solamente había una choza derrumbada.

"¿Es de verdad aquí?"

Era un ambiente desfavorable para el paciente. No creía que fuera verdad:

"Sí, aquí."

El aldeano levantó la puerta rota, la movieron hacia un lado y dejó entrar a Viola primero. Allí, encontró pedazos de escombro y una cortina gigante frente a un pasillo excepcionalmente largo. Viola miró dentro: Lo único que había sobre la cama, era un paño sucio. 

No había paciente.

"Perdóneme por esto."

Tan pronto como entró en la habitación, Viola dejó de respirar ante las innumerables miradas que cayeron sobre él. Había varios hombre del pueblo allí. Haciendo un círculo para poder verlo.

"¿... Qué está pasando?"

El aldeano que guió a Viola lo empujó para que entrara un poco más para adelante. Y entonces, sin darse cuenta, escuchó que la puerta se cerraba justo detrás de él.

¡Pam!

"Estaba esperando por ti".

Un aldeano, apoyado en la puerta junto a la cama, se acercó lentamente contra la pared. Era el hombre que siempre traía leña a la iglesia. El líder del pueblo.

"¿Qué quiere decir?"

Su cuerpo, una cosa fuerte y grande, se paró frente a Viola. No había logrado encontrar la calidez habitual que siempre tenía en su mirada.

"... Escuché que hay una persona enferma aquí."

"Ah, ese soy yo."

Viola se sintió perplejo ante las palabras del líder, parado completamente frente a él. No importaba cuánto lo mirara, era obvio que la salud no era algo que le quitara el sueño.

"¿... Estás enfermo?"

"Claro. Todavía me raspa la garganta en ocasiones."

Al soltar una tos falsa, los aldeanos a su alrededor se echaron a reír con muchísima fuerza. Y cuando se calmó un poco y revisó los alrededores, se encontró con que había un total de cinco aldeanos allí, incluidos, muy lamentablemente, a los pastores a quienes les dio refugio la noche anterior.

"¿Esto es una trampa?"

Cuando Viola preguntó, el líder torció el rostro.

"Eso es seguro."

"Lo vi todo, Padre." Dijo el pastor "Te estabas divirtiendo con el otro sacerdote. Lo besaste."

"Y yo vi lo que te hizo hoy..."

Se le acabó la sangre. 

La bolsa resbaló de su hombro y cayó de la mano de Viola. El color desapareció de su cara y sus rodillas comenzaron a temblar.

"Sabemos que le rogabas que te metiera la verga hasta el fondo. Sabemos que le dijiste que fueran a su habitación y que hablaste sobre lo mucho que necesitabas que te tomara."

Definitivamente lo habían visto haciendo cosas vergonzosas con Safils, todo debajo de la valla de rosas.

En realidad, esas fueron las instrucciones de Safils, no un deseo de Viola. Pero si lo explicaba o si decía que no era su intención, ¿Igual cuál sería la diferencia? Viola se mordió el labio.

"¿De verdad dijo eso?"

Los otros hombres se echaron a reír.

"Él dijo eso. ¡Lo dijo con los ojos bien abiertos!"

"Desde entonces, solo hemos estado pensando en ti ¿Sabes?"

"..."

"Oye, hagamos un poco de eso. ¿Te parece? Un juego para ver quién es el primero en apuñalar tu trasero".

La mano del líder alcanzó la cintura de Viola.

"¿Qué...?"

Él era quien siempre traía leña para la iglesia, un hombre que no dejaba de sonreír y de ayudarlo así que, fue evidente que no podía creer el cambio tan aterrador en sus movimientos.

"No sé cómo sería hacerlo con un hombre y la verdad es que eso siempre me ha dado un poco de asco. Pero pienso que si eres tú, entonces lo haría con mucho gusto."

"Yo también."

Estaba rodeado de jóvenes que levantaban las manos en su dirección y abrían la boca para chuparse los labios. A Viola le temblaron las piernas.

"¡Y el pastor nos dijo que tú y ese nuevo sacerdote extranjero se habían besado cuando creían que nadie los estaba viendo!"

La persona que estaba burlándose de Viola, era un hombre que iba a la iglesia cargando a su abuelo, quien tenía una discapacidad en la pierna derecha. Siempre le había hablado cariñosamente, contado su día y traído ofrendas para pedir por la salud del hombre. Pero ahora, se estaba riendo y diciendo cosas desagradables de él como si tuviera ese derecho.

"No puede ser".

Todos los aldeanos que se habían reunidos en ese lugar, eran personas que Viola conocía desde la infancia.  También había gente con la que había estudiado y gente que siempre lo trató como si fuera parte de ellos. Entonces, pensar que eran tan amables antes y que ahora lo estuvieran viendo como un objeto sexual, hizo que un sudor frío corriera por todo el cuerpo de Viola.

Cada persona en la habitación tenía los ojos nublados por el deseo. Viola trató de huir, pero en realidad pareció ser muy fácil traerlo de vuelta.

Un hombre arrojó al suelo el trozo de tela que estaba sobre la cama, y luego comenzó a quitarle toda la ropa que traía encima. Su bóxer se rasgó, la tela de la túnica se rasgó y, de un momento para otro, simplemente lo tomaron del cabello y lo arrojaron desnudo sobre lo que habían acomodado en el medio.
Viola se agachó de inmediato, queriendo esconderse de los ojos de los hombres que se le acercaban y, sin embargo, fue agarrado por el hombro y expuesto a la fuerza para que le vieran el pene. Fue como si los ojos de todos los aldeanos en la sala lamieran su cuerpo sin importarles nada más.

"Tu piel es tan blanca como la de una mujer ¿Cómo es eso posible?"

La mano del líder acarició el cuello de Viola. Luego sus ojos se volvieron hacia abajo como lo habían hecho los del resto.

"Miren los pezones de este tipo".

Su voz estaba muy emocionada, como si hubiera encontrado algo bueno para presumir. Entonces, la mirada del hijo del pastor, el más joven entre ellos, pareció quedarse fija en esa parte como si fuera la primera vez que veía un par de esos. No obstante, había cambiado tanto, en cuerpo y espíritu, que solo ser consciente de eso pareció provocar que se le pusieran completamente gordos y duros.

"Tienes un color muy extraño."

"¡Ah!"

Viola dejó escapar un grito por el fuerte pellizco que le acomodaron. Los hombres que los rodeaban habían empezado a respirar con mucha más fuerza que la primera vez.

"¿Qué? ¿Eres sensible de los pezones?"

"¿Siempre le pides a ese sacerdote que te chupe aquí?"

No dejaban de lanzar palabras crueles ni mucho menos de juguetear con sus pequeños pezones. Los rascaron con las uñas y tiraron de él lo suficientemente fuerte como para que brotaran lágrimas de dolor. No obstante, hubiese podido soportarlo si solo sintiera eso, pero ¿Por qué este cuerpo se le estaba volviendo caliente a pesar de ser tratado mal? Era como si una energía pesada circulara desde el interior de su cintura para correr directo a su pene:

"¡Ah!"

Entonces Viola dejó escapar una exclamación bastante extraña y gracias a eso, el resoplido de los aldeanos se hizo incluso más salvaje de lo que había sido el suyo.

"Impresionante. Realmente puedes sentirlo solo con tus pezones".

"Este lado también ha comenzado a ponerse de pie."

"Eres un sacerdote bastante lascivo".

Todas las palabras vertidas hacia él estaban cubiertas de deseo. E incluso en esta situación, Viola podía decir honestamente que estaba empezando a llorar de pena por estar tan excitado.

"El pelo que cubre tu verga también es negro".

Los hombres tiraron de esa pequeña mata de pelo para dejar su verga bien al descubierto.

"¿Ya lo utilizaste?"

Le sacudieron el pene con una risa vulgar y entonces, al al ver que esa parte estaba de pie y temblando con mucha fuerza, se rieron más fuerte y aumentaron el flujo de sus burlas. Fue algo trágico en realidad. Una cosa que no sabía ni explicar bien.

El líder agarró la pierna de Viola, incluso aunque temblaba de humillación.

"Entonces, ¿Utilizas el culo?"

Al escuchar esas palabras, Viola recordó lo que había dentro de su cuerpo justo en ese momento.

"Por favor, no..."

Luchó por sostener sus manos y pies, pero igual lo tomaron tan fácilmente como si fuera un muñequito. Y cuando trató de no abrir las piernas y gritó que se detuvieran, lo golpearon en las nalgas tan fuerte que casi sollozó.

"¡Auch!"

Fijaron el cuerpo de Viola, que se había encogido de dolor, en el suelo y le abrieron las piernas de par en par.

"¿Qué es esto?"

La voz del líder resonó por toda la habitación.

La mirada de los hombres se derramó en el ano de Viola. Tenía un capullo de rosa y por esa misma razón, los bordes parecieron estar completamente hinchados y rojos.

"¿Qué demonios?"

El líder sintió curiosidad y tocó el lugar. Luego abrió el agujero con el dedo e intentó sacar lo que había dentro.

"No, no por favor..."

Viola solo miró hacia el techo. Los hombres  estaban a punto de ver el capullo de flor enterrado en su ano así que pensó que podría morir de vergüenza ahora mismo.

"... ¿Tienes un capullo?"

"..."

Dos brotes salieron de su trasero al mismo tiempo. Viola contuvo la respiración como si le estuvieran arrancando la membrana mucosa de raíz.

"Realmente es un capullo de rosa".

Uno de los aldeanos murmuró.

"¿Tenías algo como esto y de todos modos llegaste hasta aquí? Eres un sacerdote muy travieso".

Rodeado de todos esos hombres, Viola tembló.

"Vamos a verlo bien."

"¡Ah!"

La pared interior casi le gritó cuando fue barrido completamente por unos asquerosos dedos secos así que, de nuevo, Viola dejó escapar un gemido terrible por el dolor que nunca antes había experimentado en su vida. Es decir, era obvio que Roofs y Safils habían hecho esto varias veces cuando estuvieron juntos pero nunca sintió tanto dolor como ahora. Entonces apretó las piernas, se negó e incluso decidió hacer lo mismo con su agujero.

"Impresionante..."

Mientras sus dedos se estiraban, el jefe comenzó a buscar a tientas por cada parte de ese lugar tan caliente. Cavando y moviéndose desde todas las direcciones que se podía imaginar.

"Aquí está más flojo. Que delicia."

Todos se rieron de sus palabras. Luego uno de ellos preguntó:

"¿Cuántas veces lo has estado haciendo por atrás?"

"El mío es grande, así que seguro va a gustarte mucho."

"No mientas. Eres pequeño."

La conversación de los aldeanos podía escucharse desde la distancia. Sin embargo, el dedo de alguien nuevo impidió que pudiera escapar.

"¡Ah!"

Los aldeanos cerraron la boca por un momento al notar que el tono de su voz había cambiado completamente.

"Este tipo debe sentirlo mucho."

Cuando un dedo presionó la parte que tenía más hinchada, Viola torció su cuerpo para todas direcciones y gimió como si quisiera que siguieran buscando dentro de él hasta excitarlo por completo. Los aldeanos estaban encantados con eso.

"¡Umm!"

Viola lloró al verse, pensando que no tenía ni una mínima esperanza de salvación.

Sin poder contener las lágrimas o los sonidos que hacía, simplemente imaginó que tendría que acostumbrarse al placer que se estaba transmitiendo a través de todo su cuerpo. Después de todo, el ano, que había sido acosado por sus dedos, estaba húmedo y palpitante y su verga y sus pezones no dejaban de endurecerse a medida que corría el tiempo. Y no fue ni extraño para él darse cuenta de que los aldeanos estaban muchísimo más emocionados que la primera vez. La respiración de todos se volvió áspera e incluso comenzó a sentir que el aire dentro de la cabaña se estaba volviendo acalorado.

"Oye, ¿Puedo ponerlo ahora? Estoy en mi límite".

"Yo tampoco creo aguantar mucho más."

Los aldeanos comenzaron a sacar sus penes y a frotarlos enfrente de él. Pero cuando los llevaron a los labios de Viola con toda la intensión de que se los mamaran, el joven frunció el ceño y se mordió para no hacerlo. Volvió la cabeza con disgusto, pero ellos le dieron un golpe en la mejilla para motivarlo a seguir.

"Por favor..."

La débil resistencia se desvaneció con la respiración acalorada de los aldeanos.

"Entonces yo empezaré por aquí."

El líder levantó las piernas de Viola de un jalón. Los aldeanos le prestaron toda su atención a su trasero y a la forma en que lo doblaba de modo que sus rodillas le tocaron el pecho. Sin embargo, incluso en una situación dolorosa, ¿Por qué había tanto líquido goteando hasta su abdomen?

"Aunque es mi primera vez con un hombre, creo que será bastante bueno".

Pero mientras sus ojos se oscurecían por la desesperación, escuchó un golpe provenir desde algún lugar.

El líder levantó la cabeza.

"¿Estas disfrutando de esto?"

Ante la voz tan familiar, Viola tragó saliva. Sobre el hombro del líder, en la habitación opuesta a la entrada, se podía ver a Roofs y a Safils. 

"¿¡Quién eres tú!?"

El líder de repente se levantó y dejó libre la parte inferior de Viola.

"Este bastardo es el dueño de la mansión cerca del lago".

Dijo el joven que había estado visitando a Viola en la iglesia.

"Y este es el sacerdote, ¿Verdad?  Realmente se parecen mucho ¿Son hermanos?"

Incluso si los aldeanos los miraban con curiosidad, a Roofs y Safils no les importaba nada más que el estado de Viola.

"..."

Habiendo recuperado su libertad de manos y pies, Viola abrazó sus rodillas y enterró su rostro entre sus dedos temblorosos. Su corazón todavía latía como un loco y estaba a punto de ponerse a llorar, por lo que Safils se acercó y acarició el cabello del jovencito muy, muy lentamente.

"¿Viola? Estás temblando tanto, cariño... Tranquilo. Todo está bien ahora. Todo está bien."

Esa mano alivió la tensión en su cuerpo. Luego, sin esperar más, un abrigo bastante pesado se colocó suavemente sobre sus hombros.

"¿Qué estás tratando de hacer? ¿A dónde crees que vas?"

El hombre, que estaba parado en la entrada, trató de huir debido al aura tan desagradable que se había formado en la habitación. Afortunadamente, Roofs lo detuvo en un instante antes de agarrarlo de la nuca.

"Estaban sacando sus estúpidas vergas muy confiadamente hace un segundo ¿Por qué te vas ahora? ¿Qué le iban a hacer a Viola con esto? ¿Te gustaría comenzar a explicar o tendremos que sacarte la verdad a la fuerza?"

"¡Ugh!"

Roofs pateó el pene expuesto del hombre de una forma bastante violenta. Cuando el tipo se derrumbó en su lugar, con un gemido horrible, los rostros de los aldeanos cambiaron por completo. Parecieron que recién ahora podían ver que esos dos iban en serio.

"No... No pueden hacer eso. ¡Eres un sacerdote!"

El líder señaló a Safils.

"Sí, ¿Qué hay con eso?" Safils recogió los dos capullos de rosa que habían sido tirados al suelo. "Y ustedes tienen a nuestro recipiente".

Los capullos comenzaron a florecer en su mano.

Los aldeanos, que presenciaron el cambio repentino de un capullo a una flor, dieron un paso atrás. Cuando el demonio sopló en dirección a la rosa, los pétalos volaron y un montón de pequeñas cositas rojas y azules bailaron en el viento. Pero no había belleza en esa vista. Incluso aunque fuera tan fantástica.

"No podemos quedarnos."

El murmullo de alguien cambió la atmósfera de inmediato. Los aldeanos trataron de huir otra vez.

"¿A dónde van? Maldita sea. Ya basta con eso."

Roofs negó con la cabeza, tirando al suelo al aldeano que intentaba correr.

"Viola."

Viola se estremeció al oír que lo llamaban por su nombre.

"Si crees que somos más importantes para ti que estos tipos, entonces te salvaremos. Pero serás nuestro para siempre. En cambio, si prefieres que estos hombres te tomen, entonces hazlo ahora. Ve con ellos y abre tus piernas. Y nosotros nos iremos de aquí como si nunca hubiéramos existido."

Viola se sorprendió por la repentina elección. ¿Por qué tenía que hacerlo él mismo? Él realmente estaba arrepentido de pecar pero...

"Viola, ven con nosotros, cariño."

Safils acarició su pierna extendida con toda la mano. Sonrió, y entonces lo cubrió un poco más para que nadie lo pudiera ver más que ellos.

"Te necesitamos."

Roofs miró a Viola en silencio. Viola solo dirigió su mirada a los aldeanos que estaban aterrorizados y endurecidos en su lugar: Su cuerpo estaba muy excitado porque ya lo habían perforado varias veces en el pasado. Podía tolerarlo si no pensaba en eso y entonces, iba a ser libre.

Y, de todos modos...

"Viola."

Cuando su nombre fue llamado de nuevo, en ese momento Viola tomó una decisión.

"Iré con ustedes. No quiero estar aquí."

Sabía que iba a ayudar a convertir a esas dos personas, que se autoproclamaron "yumma", en demonios perfectos y sabía que eso lo haría caer en un abismo del que no iba a poder salir jamás. Viola los enfrentó a los dos.

"Hagan algo con esto."

"Claro."

Roofs y Safils asintieron el uno al otro segundos antes de mirar a los aldeanos. Entonces, todos comenzaron a verse rodeados de pura oscuridad.

"¿Qué...?"

Tan pronto como Viola preguntó, la oscuridad se disipó y, después de un momento de tranquilidad, Viola gritó al darse cuenta de que todos los aldeanos habían caído.

"¿Qué hicieron?"

Cada uno de ellos estaba inconsciente. Viola rápidamente agarró la mano de una persona cercana y después de comprobar su pulso, dijo que incluso si habían sido terribles con él, en definitiva no quería que nadie muriera. Safils y Roofs sonrieron al mismo tiempo.

"Simplemente hicimos que se quedaran dormidos."

"Deben estar teniendo un buen sueño ahora. Como el que tendrás tú también".

Safils finalmente besó a Viola en la boca.


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