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Una caja de rosas gemelas (Traducción finalizada) por yuniwalker

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En algún lugar, escuchó el canto de los pájaros. Y ese sonido fue suficiente para sacarle a Viola esas ganas que tenía de ponerse a dormir.

Abrió los ojos lentamente. No se sentía pesado o húmedo en absoluto. En realidad, había pasado mucho tiempo desde que se levantó así de bien.

"..."

Pero esta no era una cama.

Viola miró a su alrededor, sorprendido cuando se dio cuenta de que estaba sentado en una silla. La tenue luz del sol, que entraba por la puerta entreabierta, le hizo darse cuenta de dónde se había quedado a dormir así que se levantó como si hubiese recibido una corriente eléctrica en todo el cuerpo. Fue a la sala de reuniones y trató de buscar en su memoria sobre lo que le ocurrió. La parte delantera de la ropa de Viola se había rasgado y sus pechos estaban al aire. Además de eso, la cinturilla se le desató y no tenía ropa interior que pudiera cubrirle el pene.

"Yo..."

Quería descartar todo lo que pasó y catalogarlo como un sueño. Sin embargo, la ropa rasgada demostró que esta era su realidad. Además, Viola inmediatamente comenzó a sentir la manera en que algo se desbordaba desde el interior de su cuerpo para caer junto a sus pies en forma de gotas bastante exageradas.

Lo que salió, fue el semen del hombre.

"¡Ugh!"

Incapaz de soportar las ganas de vomitar, exprimió su última pizca de energía para salir corriendo de la sala de penitencia. Por supuesto, intentó no vomitar todo en el suelo, pero no funcionó. Arqueó y arqueó, pero su garganta estaba tapada. Puso su dedo dentro de su boca para sacarlo todo pero no pudo encontrar nada que tirar. Mientras tanto, su estado de ánimo se calmó un poco y Viola se encontró limpiando sus labios con el dorso de la mano hasta que ya no hubo más saliva que recoger.

Tuvo relaciones sexuales con una persona del mismo sexo.

Era un pecado que un sacerdote no debía cometer. Ni siquiera había logrado resistirlo adecuadamente. Ese hombre, llamado Roofs, tenía una atmósfera sexual que no había logrado negar por mucho que lo intentara. Sin embargo, de todos modos estaba entendiendo perfectamente que decir eso era solo una excusa para justificarse. Porque se excitó y después llegó al clímax al sentir sus dedos. Y definitivamente Viola no podía tolerar el hecho de haber sentido placer y eyacular por culpa suya. Además, su cuerpo ahora estaba completamente manchado y hasta podía decirse que había aceptado el mal. De hecho, podría ser el mismísimo diablo quien le había hecho tener sueños extraños y él el necio que cayó en la tentación.

Entonces, el interior de sus ojos se calentó lo suficiente como para que Viola saliera de allí y dejará atrás la sala de penitencia. Fue a la vivienda en la que pasaba todos sus días, se quitó la ropa y se echó agua en la cabeza. No le importó manchar todo debido a sus acciones tan desesperadas y en su lugar, solo lavó y lavó enérgicamente y varias veces en cada parte en la que recordaba haber sido tocado. Pero aunque el agua empapó su cabeza y lavó sus lágrimas, las huellas del hombre aún estaban allí. En su cuerpo.

"Perdóname… Perdón, Dios mío."

Viola oró y puso sus dedos profundamente dentro de su cuerpo para intentar sacar hasta la más pequeña gota de su semen. Todavía estaba abierto, caliente y húmedo, y se sentía como si su pared comenzara a pegarse a sus dedos. Y como podía sentir líquido por todos lados, en realidad no pasó mucho tiempo hasta que sus ojos volvieron a humedecerse por segunda ocasión.

Raspó lo más que pudo y luego se lavó con agua. Ni siquiera pensó en lo asqueroso que era, solo movía los dedos desesperadamente de arriba para abajo de un modo que hasta le pareció sorprendente que no le comenzara a doler. Insertó su dedo otra vez, lo sacó, lo enjuagó y lo repitió hasta que el agua se acabó. Finalmente, después de secarse y vestirse, se puso una capa verde para el culto y un rosario que pensó podía servir para alejar los males de su cuerpo. Ahora, aunque no quisiera hacerlo, era el momento justo en que los aldeanos comenzaban a llegar lentamente hasta la iglesia para confesar sus pecados o comenzar a dar pequeñas ofrendas. Era su trabajo y como tal, debía hacerlo de buena gana.

"Hola."

Cuando Viola abrió la puerta de la iglesia, los aldeanos comenzaron a subir las escaleras mientras le lanzaban pequeñas palabras sobre el día o de lo agradecidos que estaban por todo lo que había hecho por ellos. Sin embargo, las piernas que lo estaban llevando hacia el altar parecieron no dejar de estremecerse. Había una duda gigante dentro de su cuerpo que no dejaba de preguntarle sobre si estaba bien que una persona como él, que había cometido un crimen sexual, estuviera aquí. Y eso mismo estaba ocasionando que temblara. Era la primera vez que se paraba frente a los aldeanos sintiendo que no era digno de ninguno de ellos.

Después de terminar con la misa, Viola aprovechó el tiempo restante para limpiar la sala de penitencia. Lo ordenó todo sin prestar atención a los rastros de turbidez blanca que quedaban en la pared o en el suelo y luego hizo lo mismo con las sillas. Estaba exhausto y fue todavía peor después de un tiempo, aunque solo fue a buscar agua al pozo. Aún así, débil y todo, no podía quedarse quieto por mucho tiempo por lo que incluso hizo lo mismo con el área alrededor de la iglesia y finalmente, llegó al cementerio.

"Padre Lucas…"

Viola se arrodilló frente a la tumba del sacerdote que lo había cuidado como lo haría un padre. Estaba triste porque cometió un pecado. Un acto que era imposible como sacerdote. Algo tan patético que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos tan violentamente que incluso terminó por cubrirse la cara con ambas manos. Roofs definitivamente le había destruido la vida.

"Es un demonio."

Pero igual negó con la cabeza ante esas palabras ¿Podía ser realmente el diablo? ¿En la iglesia, en el día?

Viola se levantó y fue a la biblioteca de la iglesia. Ese lugar estaba lleno de libros guardados desde tiempos inmemoriales. Una habitación ordenada, pero un tanto polvorienta y que tenía un montón de libreros un tanto viejos y descuidados. Y allí, en una esquina, el hombre estaba muy concentrado en hojear un libro sobre el diablo. Es decir, aunque tal vez era algo imposible, estaba tan asustado como para decidir investigar la mejor manera de evitar ser atacado por él.

Entonces, no mucho después, finalmente encontró una explicación que hablaba sobre como había demonios que podían seducir a las personas, no solo en los sueños, sino también en la vida real. También, como esperaba, había una manera de evitar que cosas como esas se acercaran para intentar hacerle daño.

"¿Padre? ¿Está por aquí?"

Pero mientras se preparaba para luchar contra el demonio, escuchó la voz de una niña pequeña. Aparentemente ahora era la hora de que los más chiquitos del pueblo llegaran a la iglesia para su sesión de catequesis por lo que Viola se levantó apresuradamente y se dirigió a la sala central, donde ya había un montón de niños esperando.

"Vamos, comencemos".

Sorprendentemente, no fue difícil sonreír con ellos.

Viola miraba los rostros de los niños atentamente, observando como continuaban siguiéndolo incluso después de cometer un pecado así de doloroso. No obstante, ellos siempre le mostraban nuevas cosas que hacían que el momento no fuera tan difícil. Por ejemplo, pudo elogiar a un niño que era bueno en los cálculos, en los que él no era hábil, y consoló a un chiquillo que no sabía leer para después cantarle. Y cuando finalmente lograron repasar un buen pedazo de la biblia, el sol ya había comenzado a ponerse y había una cantidad enorme de padres ansiosos esperando en la puerta.

"No olviden estudiar ¿De acuerdo?"

Como era de esperar, la madre de la pequeña niña que había llegado temprano a la iglesia para buscarlo, estaba parada justo en frente.

"Lo siento mucho, cuando me di cuenta ya era muy noche"

"No se preocupe, padre. Es bueno verlos concentrarse en cosas productivas."

"¡Viola me elogió mucho hoy!"

La niña, que estaba siendo conducida a casa por su madre, relató lo que había hecho y aprendido en la iglesia mientras le mostraba una sonrisa realmente hermosa.

"Eso me alegra muchísimo."

Ver a su madre tan sonriente y a la niña sosteniendo su mano, le hizo sentir como si su pecho comenzara a palpitar de una forma bastante diferente a la de hace un rato. Y al despedirse de ellos, Viola inmediatamente recordó su infancia. Todavía tenía en la cabeza la voz de todos esos padres y de sus niños, que los tomaban de la mano, alardeando, riendo y siendo elogiados sin parar. Por supuesto, él nunca se sintió particularmente solo porque siempre estuvo acompañado del sacerdote y en segundo, porque Dios le hizo sentir como si tuviera un propósito.

Después de que los niños se fueron a sus casas, Viola visitó el hogar de los aldeanos que estaban justo al pie de la montaña. Inclinó la cabeza hacia el dueño de la primera puerta y preguntó:

"Buenas noches ¿Puedo tomar un poco de leche?"

Después de todo, esta casa era un lugar donde se criaban muchas vacas.

"¿Leche?"

El hombre puso una mirada perpleja.  Aunque la leche siempre había sido proporcionada como un favor a la iglesia por todos sus trabajos de caridad, era la primera vez que la pedía como si estuviera mendigando.

"¿Le gustaría hacer un poco de queso, padre?"

"No, es para algo diferente."

El aldeano inclinó la cabeza y llenó un tazón grande con mucha leche.

"Aquí está".

"Gracias."

Cuando Viola lo aceptó, los aldeanos sonrieron ampliamente.

"Por favor, padre. Si algo como la leche comienza a faltar en su iglesia, sería bueno que nos lo dijera. Tenemos mucha en nuestra casa."

Después de agradecer a los amables aldeanos, Viola se dirigió nuevamente a la iglesia. Aunque en el camino decidió descansar un rato debido al horrible dolor que tenía en la espalda.

El cielo había comenzado a teñirse de naranja oscuro, como una prueba de que el día había terminado y de que la noche realmente se estaba acercando. Y era muy difícil negar que había comenzado a tener miedo de que llegara.

Tras entrar de nuevo a la iglesia, llevó la leche a la cocina y cerró la puerta con llave. Finalmente, cuando se puso el sol, tomó un par de cosas entre las manos y se preparó para irse a la cama. Tenía un enorme tazón de leche y unos cerillos con los que prendió todas las velas que estaban en la mesita de noche. El libro decía que si colocaba leche fresca junto a su almohada, entonces el demonio lo iba a confundir con semen y eso era lo que bebería en lugar de clavarse a su pene. Y tal vez sonaba un poco estúpido, pero estaba escrito en el libro y lo quería intentar como una última alternativa.

Después de ofrecer una oración para concluir el día, apagó las velas, se acostó en la cama y cerró por completo los ojos. Pero cuando estaba comenzando a sentirse verdaderamente exhausto, el sueño de detuvo con una voz que preguntaba:

"¿Qué estás haciendo?"

"¡...!"

Era algo repentino.

Roofs, el hombre de la otra vez, estaba apoyado contra la pared. No había oído la puerta abrirse y era imposible que entrara por la ventana. Sobre todo, era hasta extraño que supiera que esta era la habitación de Viola.

"Es de noche..."

"Ya lo sé."

Roofs se acercó a la cama, dando una respuesta absurda. Viola respiró hondo, sintiéndose extraño. Incluso en la oscuridad y con la luz de las velas tan bajito, el aura que lo rodeaba era increíblemente brillante.

"¿Qué es esto?"

Roofs miró la leche que había dejado junto a su almohada.

"Es leche".

Viola miró en silencio a Roofs, que estaba sosteniendo la taza entre sus manos. El hombre realmente tomó un sorbo.

"Está rica."

Roofs bebió toda la leche de la taza porque aparentemente le gustaba. Luego se limpió las comisuras de la boca con el dorso de la mano, miró a Viola y entrecerró los ojos:

"¿Creíste que esto iba a servir para deshacerte de mi?"

Roofs dejó la taza vacía al lado de la cama y se acercó a Viola, que estaba todavía en el colchón. Agarró su mano extendida para quitársela de enfrente y después, entrelazó dedo por dedo.

"¿Pensante que iba a sentirme satisfecho al beber leche? Que ridiculez."

El poder entró en los dedos de Roofs.  ¿Sería que el método escrito en el libro era obsoleto? ¿O este hombre no era un demonio, sino un humano?

Roofs envolvió su mano alrededor de la cintura de Viola, que se había puesto rígido al no poder tener una respuesta decente que ofrecerle. Luego le sonrió:

"La comida humana me gusta, pero aquí frente a mi hay algo más delicioso".

"Um..."

Lo sostuvo entre sus brazos en un segundo. Tan cerca de su pecho que un dulce aroma impregnó su nariz y le hizo cosquillas en los pulmones.

Roofs, que enterró su rostro en el cuello de Viola, lentamente guío sus movimientos para acostarlo en la estrecha cama y hacerlo terminar debajo de su cuerpo para poder verlo mejor. Lo tocó, lo acarició e hizo que la luz de la luna, que se filtraba por la ventana, iluminara claramente su rostro y la manera en que lo miraba con los ojos llenos de placer. Pensó que hasta podría ser comido, justo como lo haría de ser un animal. 

Le quitó el pijama y pronto quedó desnudo. Haciendo que fuera más fácil para Roofs tomar asiento entre sus piernas hasta que Viola cerró los ojos.

"¿No te vas a resistir?"

"¿Vas a detenerte si me resisto?"

Viola preguntó esto con voz temblorosa. Además, había leído en un libro viejo que cuanto más se resistiera, entonces más excitado iba a estar el demonio. No iba a darle la satisfacción.

"No voy a hacerlo ni aunque mi vida dependiera de eso."

"..."

Roofs colocó una mano en la mejilla izquierda de Viola y luego, como si tratara de bloquear la pregunta que estaba a punto de hacerle, tomó sus labios entre los suyos y lo besó.

"Ah, espera..."

La saliva de Roofs fluyó hacia la boca de Viola, poniéndole la piel de gallina en un instante.

"Prefiero imaginar un escenario en el que pronto pueda beber leche de aquí en lugar de la leche que pusiste en el vaso."

De repente, el cuerpo de Viola se retorció hacia atrás al sentir como le pellizcaba con fuerza el pecho derecho. Era algo... Cómo una combinación entre placer y muchísimo dolor.

"¿Sientes lo delicioso que es?"

Viola negó con la cabeza y se mordió el labio inferior porque estaba seguro de que iba a soltar un gemido en cualquier momento.

"Eres terco. ¿O es que me estás tentando a hacer más?"

"Um..."

Una escalofriante sensación de hormigueo se extendió por todo su cuerpo cuando los duros dientes del hombre tocaron su carne.

"Estás empezando a ponerte de pie."

Roofs chupó ligeramente el lugar hasta empaparlo de saliva.

"¿Están cómodos tus pezones, bebé?"

Esta vez, incluso tocó el pequeño bultito con la uña.

"¡No!"

Viola gimió y se retorció para soltarse de su mano.

"¿No? ¿Incluso cuando estás duro?"

Ciertamente, los bultos, que había aplastado con los dedos, se volvieron lo suficientemente duros como para hacerle doler cuando rozaba con la ropa.

"¿El sacerdote dijo una mentira?"

"Ah..."

Roofs hizo rodar el bulto entre sus dedos, haciendo que el lugar que había sido suave hace unos segundos ahora se volviera más fuerte. Tanto que Viola comenzó a jadear.

"Dime que tus pezones se sienten bien, vamos…"

Fue pellizcado con fuerza, igual a si estuviera a punto de arrancarle la carne. Sin embargo, también fue capturada por un estímulo que era lo suficientemente dulce como para llamarlo Simplemente "dolor".

"Pezón... Ah... Mi... Mi... Se siente bien..."

En el momento en que puso esas palabras en su boca, su cuerpo se calentó todavía más.

"Está bien".

Dijo Roofs, asintiendo con la cabeza satisfactoriamente mientras enterraba ahora su rostro en el pecho de Viola.

"¡Umm...!"

Luego, lo mamó.

Tan pronto como ese pedacito de carne quedó atrapado en sus labios, un dolor punzante se extendió desde el interior de su cintura hasta explotar en la base de su columna vertebral. El lado izquierdo se le había hinchado tanto que hasta dolía cuando rozaba con su cuerpo y el lado derecho estaba haciendo que viera un montón de lucecitas frente a sus ojos.

"Tu pecho se inflamó ¿Puedes verlo?"

Los dedos de Roofs, que habían estado jugando con sus pezones, recorrieron el cuerpo flaco de Viola hasta llegar junto a su pene. Obviamente no fue una sorpresa que ya estuviera todo erecto.

"¿Te gustaría que lamiera este también?"

"No... No quiero..."

Trató de cerrar las piernas para ocultar su emoción, pero era más como pedirle que lo probara.

Roofs entonces agarró la pierna izquierda de Viola y separó sus muslos sin poner mucho esfuerzo.

"¿Cómo te sientes? Sé honesto"

Roofs entonces puso su rostro en la parte inferior del cuerpo de Viola y cepilló su largo cabello hacia arriba para que no fuera una distracción.

"Esto se ve muy rico. Más rico que la leche".

"¡Oye!"

Viola se sobresaltó por la sensación de humedad y calor que rodeaba sus genitales. Estaba a punto de derretirse sobre la cama y no fue una mentira decir que el placer que había comenzado a sentir por todo su cuerpo, era mucho más que solo algo abrumador. Estaba tan, tan feliz, que incluso abrió la boca aunque no saliera nada y la vergüenza de que otra persona tuviera su pene para poder jugar, se derrumbó en un solo segundo.

"No... Por favor, por favor...."

La lengua puntiaguda se movió a lo largo de sus venas. 

"No me gusta..."

Fue tragado hasta las profundidades de su boca y luego la punta se frotó contra el interior caliente de la garganta de Roofs. Viola le puso la mano en la cabeza para intentar apartarlo pero evidentemente no tuvo el resultado que pensó. Sus brazos se envolvieron alrededor de su espalda levantada y a pesar de que simplemente le pasó los dedos por los huecos de la costilla, la fuerza se le fue tan rápido del cuerpo que hasta la barbilla se le fue para atrás.

"¡Ah! No... No..."

Simplemente repitió esas palabras una y otra vez. Justo como si se hubiera descompuesto. Su espalda se tambaleó incontrolablemente y sus ojos se pusieron en blanco.

"Ah, voy a... Voy a correrme..."

Los dedos de Roofs abrieron su delgado trasero para poder tocarle el ano. Por supuesto, Viola saltó tanto que pareció una convulsión.

"Estás temblando... Aprendes rápido."

Su rodilla derecha se elevó para que quedara pegada a su pecho. Sintiendo la mirada vertida en su estrecho agujero, Viola frunció el ceño, se sintió avergonzado, enojado y, sobre todo, patético y pensó que estaba a punto de ponerse a llorar.

"Detente..."

Sus dedos se clavaron en su cabello otra vez.

En el momento en que lo penetró, se sorprendió tanto que gritó incluso aunque ya no tenía caso hacerlo:

"¡Por favor para!"

Pero Roofs siguió tocando tanto que Viola contuvo el aliento. La incomodidad era peor que el dolor y, tal vez conociendo esto, el hombre lo miró con el ceño fruncido y una sonrisa gigantesca en sus labios.

"No te veas tan serio. Disfruta conmigo".

"No... No me gusta..."

El lugar entre sus piernas había quedado lejos del control de Viola. Después de todo, cuando los dedos de Roofs intentaron escapar, él los apretó como si estuviera pidiendo que no lo dejara. Y cuando cavó, gimió y abrió más las piernas para guiarlo hasta adentro.

Esa no era la reacción de alguien que lo odiaba así que los ojos de Viola se humedecieron de nuevo. ¿Por qué su cuerpo no podía rechazarlo? Viola se tapó la boca con la mano, apenado por haber sido traicionado por sus propias ganas, y dejó que otro dedo se le metiera como si pensara que igual ya no tenía caso luchar.

"Ah, ah, ah..."

Pero en un instante, todos sus dedos salieron de dentro de su culo, haciendo más fácil para Roofs agarrarle de los hombros para que no intentara escapar.

"¡...!"

Viola levantó la cintura. Como para mostrarle a Roofs la manera en la que el semen goteaba desde su punta aunque seguramente nunca fue su intención.

"Es una expresión maravillosa".

De repente, agarró la barbilla de Viola, que había estado apoyada en la cama, y acercó su rostro al suyo.

"Detente..."

"¿Es lo que quieres de verdad? ¿Qué me detenga? ¿Qué te deje así?"

"Um..."

La lengua de Roofs entró en la boca de Viola hasta hacer ruido. Las lágrimas brotaron de las esquinas de sus ojos y su cintura, junto con su trasero, se volvió a mover en su dirección para que lo consolara. Era como si dijera que quería que se lo follara otra vez...

"Buen niño. Buen niño..."

Tan pronto como lo tocó, la boca de Viola se abrió hasta el límite:

"¡¡Aaaah!!"

Su lengua no pudo moverse correctamente y hasta la respiración se le cortó en un instante.

Viola levantó su espalda, gritó otra vez y se movió con fuerza hasta hacer que su verga rozara contra la firme parte inferior del abdomen del demonio. Y como si no hubiera sido suficiente con todo lo que le hizo pasar, cuando la punta sensible se frotó contra sus abdominales, jadeó para recuperar el aliento y escuchó el sonido de su propio corazón latiendo y latiendo incluso en sus oídos.

"Ah, ah, ah, ah..."

Una nube blanca salpicó de su pene, manchando cada parte del cuerpo de ese hombre que no dejaba de sonreírle como si fuera la escena más bonita que hubiese visto jamás.

"Salió mucho..."

Finalmente, Roofs tomó la mano de Viola, que sostenía sus genitales, y la besó de una manera bastante pausada y amable. Lamiendo el líquido con su lengua, entrecerrando los ojos y diciendo con una satisfacción que hasta pareció exagerada:

"Después de todo, eres mi recipiente".

¿Recipiente?

Antes de que Viola pudiera siquiera preguntar el significado de esas palabras, descubrió que Roof ya se había levantado.


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