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Una caja de rosas gemelas (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Viola, que había estado sumergido en un sueño lo suficientemente profundo como para poder despertar con facilidad, sintió el viento de la ciudad tan fuerte en la cara que hasta abrió los ojos.

Antes de que pudiera siquiera pensar en dónde estaba, se sintió aliviado al darse cuenta de que había dormido en su propia habitación. Por eso, el cristal estaba ligeramente abierto y el cielo oscuro. Además, estaba solo. No podía ver a Roofs por ninguna parte. Quiso descartarlo como un sueño sin significado, pero la taza vacía, colocada junto a la almohada, y las huellas dejadas en todo su cuerpo destrozaron las pocas esperanzas que tenía de que fuera así.

El truco escrito en el libro no funcionó en absoluto. 

Viola se levantó y suspiró con fuerza. Ni siquiera quería pensar en la verdadera naturaleza de la cosa espesa que se desbordaba desde el interior de su cuerpo, así que no dijo nada al respecto. En realidad, solo salió de la habitación, arrastrando sus piernas igual a si no le respondieran en absoluto y se fue a limpiar al baño. Se enjuagó, puso sus manos detrás de su espalda (como lo hizo el día anterior por la mañana), y lavó cada parte de su culo hasta drenar el semen. Luego, pensó que lo mejor para esa situación tan horrible era concentrarse en su rutina diaria por lo que comenzó a hacer cosas muy sencillas como, secarse el cabello, buscar su ropa, arreglar sus zapatos y hacerse a la idea de que no había pasado nada para empezar. (Aunque definitivamente pasó) Limpió la iglesia de arriba para abajo y tan pronto como terminó con eso, Viola se detuvo brevemente en la tumba de su padre y se arrodilló frente a él para orar por una respuesta a sus dudas. Sostuvo sus manos con fuerza y pidió perdón hasta que llegó la hora del culto.

Viola, que se levantó antes de ponerse la capa verde, luchó por ignorar sus sentimientos y se dirigió al altar. Rezó con los aldeanos en la catedral y dejó que la luz de las vidrieras llenara todo mientras cumplía una penitencia silenciosa.

"... Bueno, pero es bastante guapo."

Y después del servicio de adoración de la mañana, Viola escuchó de los aldeanos que un joven aristocrático, extranjero y muy, muy hermoso, había estado coqueteando con todas las mujeres que se encontró en su camino. Por supuesto, se trataba de Roofs y su manía por querer "comer" un poco de carne fresca del pueblo.

"A este ritmo, todas las mujeres del pueblo serán suyas. Si tan solo yo fuera un poco más joven también estaría a sus pies".

Respondió la anciana, que se reía con su compañera de chismes. 

Después de todo, el hombre tenía una apariencia bastante llamativa. Era alguien hermoso y a deferencia de todos los de allí, era rubio y terriblemente blanco. Incluso después de que la anciana se fuera, Viola siguió pensando en él y en la manera en la que llamó a Viola "un recipiente". ¿Y qué demonios significaba eso y por qué pareció tan emocionado de mencionarlo? No lo sabía. Además, por mucho que pensara sobre ello no pareció poder encontrar una respuesta adecuada y al final, solo se quejó con todas sus fuerzas, llevó su mano hasta su pecho y respiró muy hondo en un intento por no hiperventilar de desesperación.

Esto no podía catalogarse como accidente. Él lo había deseado tanto que hasta pareció que Roofs solo estaba tratando de darle gusto.

"Maldición..."

Trás intentar despejar su mente, Viola salió de la iglesia para buscar las piedras blancas y negras que utilizaba para explicarle problemas de cálculo a los niños. Tomó unos gises, unos libros y cuando estaba buscando también los títeres y los juguetes que utilizaba para sus historias, entonces observó la silueta de alguien caminando lentamente hacia la iglesia. Al igual que Viola, era un hombre con traje de sacerdote así que pensó que era ese eclesiástico que había sido enviado por la organización que supervisaba las iglesias de los pueblos. Recorrían cada edificio de la diócesis y daban consejos para mejorar la forma en la que sus mensajes llegaban a los ciudadanos. Ya le habían informado que pronto estaría con él desde una iglesia cercana así que en realidad, no estaba nada sorprendido al respecto. Al contrario, siempre era bueno tener compañía.

Pero cuando Viola se acercó a darle la bienvenida...

"..."

El hombre que miraba en su dirección tenía una sonrisa hermosa en su rostro. Aunque ese no era el problema.

"Encantado de conocerte."

Lo que hizo que se quedara estático era que se trataba de Roofs. Pero ¿Por qué estaba vestido de sacerdote y por qué lo saludaba como si realmente no lo conociera? Viola, sin entender la situación, solo lo miró de arriba para abajo.

"Tú..."

"Me llamo Safils."

Pero aunque su rostro era idéntico al de Roofs, su cabello era rubio, pero no tenía reflejos rojizos. Además, el color de sus ojos era de un azul más claro y también era quizá un poco más musculoso. Definitivamente no era el mismo hombre con el que tuvo sexo toda la noche pero, aunque reconoció eso, Viola no podía ni hablar frente a él.

"Sigues mirándome a la cara, ¿Pasa algo?"

La voz no era la misma.

Sintiéndose grosero, Viola inclinó la cabeza a modo de disculpa.

"Hay una persona en este pueblo que se parece mucho a ti. Así que me sorprendió".

"¿En serio?"

"Sí."

Cuando Viola asintió, Safils pareció sonreírle de nuevo. A pesar de que estaba vestido como un sacerdote ordinario y aunque tenía el mismo rostro que el despiadado Roofs, la verdad es que descubrió que tenía una atmósfera un tanto... Atrayente. Pero no podía decir exactamente por qué o qué fue lo que sintió.

"Entonces, es alguien a quien quiero conocer."

Diciendo eso, Safils finalmente sacó un sobre de su bolso y lo tendió para que pudiera revisarlo. Era una carta con el nombre y emblema de la organización general del Vaticano así que definitivamente era el sacerdote que habían prometido darle.

"Quedo a tu cuidado."

Incluso Viola inclinó la cabeza ante un saludo tan elegante.

"Espero lo mismo. Am... Mi nombre es Viola."

"¿Viola?"

La expresión en el rostro de Safils desapareció. De hecho, ahora mismo se parecía tanto a Roofs que Viola se puso pálido.

"Yo..."

Después de tartamudear tanto, Safils hizo una expresión muchísimo más suave que al inicio.

"Debes... Debes estar muy cansado así que puedo guiarte a tu habitación".

"Sí. Estaría bien."

La residencia de los sacerdotes tenía tres habitaciones sencillas. Allí había una cama, un baño y un escritorio completamente funcional así que, aunque estaba seguro de que ya se había acostumbrado a vivir de esta manera, Viola igual condujo a Safils a la más espaciosa de todas (que anteriormente era la habitación de su padre) y le dijo que se pusiera cómodo.

"Por favor, siéntete como en casa".

"Es una linda habitación."

Safils, dejando la bolsa sobre el escritorio, se volvió hacia Viola de nuevo y dijo:

"Te agradezco muchísimo lo atento que eres conmigo."

Y tomó su mano entre las suyas incluso aunque estaban heladas.

"Yo... Tengo que irme. Le estoy enseñando a los niños del pueblo a leer y escribir así que..."

"No, no. Entiendo."

"Pero eres libre de caminar alrededor de la iglesia y explorar las habitaciones si tienes ganas."

"Sí, lo haré."

Entonces, se escuchó una conmoción enorme fuera de la iglesia. Pareció que los niños a los que daba clase ya estaban esperando a que llegara para comenzar así que, Viola solo asintió, y salió de la habitación sin decirle otra palabra.

Esa noche, Viola comió y oró con Safils. Después de mucho tiempo, se permitió abrir un vino muy caro y lo bebió mientras escuchaba la historia de otras iglesias y también, de otros pueblos lejos de allí. El hombre dijo que había dejado la universidad para encontrar a Dios y que ahora se ofrecía como voluntario para recorrer tantas comunidades como fuera posible.

"Me gustaría escuchar más historias..."

"Todavía hay espacio para eso. Estaremos juntos por mucho tiempo todavía ¿No es verdad?"

Viola se sonrojó ante su hermosa sonrisa, pero pensó que era gracias al hecho de no haber tomado vino en mucho tiempo.

"Es verdad."

Después de eso, Viola inmediatamente se metió en la cama.

Todavía no veía a a Roofs por ningún lugar.


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