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Una caja de rosas gemelas (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Miró hacia atrás con cuidado. En la oscuridad, había un hombre mucho más alto que Viola.

"Perdone mi atrevimiento pero ¿Usted es...?"

No se le veía bien la cara. Ese físico delgado tampoco le era familiar así que Viola pensó que podría ser más bien, un viajero. Esto se debía, principalmente, a que ya habían existido momentos en que un extranjero, que no tenía dónde quedarse, de repente venía de visita a la iglesia para pedir posada.

"Si digo que soy de la mansión frente al lago, ¿Sería suficiente para ti?"

Al pie de la montaña había un lago inmenso con una antigua mansión acomodada de frente. No hace mucho tiempo, la compró un noble que era una persona bastante influyente en el país. Conoció al hombre cuando vino a donar dinero a la iglesia. Dijo que había comprado la casa para su hijo e incluso les mando una solicitud para que pudieran cuidarlo si algo le sucedía. Escuchó rumores de que el joven era uno de los miembros de la familia más prestigiosa del país y que era lo suficientemente libertino como para hacer lo que quisiera. ¿Pero se trataba de él?

La luna se apartó de las nubes y reveló su rostro: Era un hombre hermoso con rasgos distintivos. Tal vez era un poco mayor que Viola. Además, lo que llevaba en el cuerpo era un traje con tantos adornos de oro, que se notaban incluso en la distancia.

"Mi nombre es Roofs."

La razón por la que obtuvo su nombre, que significaba "rojo" en idioma antiguo, era probablemente por el tono de su cabello. El rubio, al mezclarse un poco con la luz, comenzaba a verse casi como el fuego.

"Escuché que eras un sacerdote joven, pero... Estás muy por encima de mis expectativas."

Los ojos agudos de este hombre volaron en su dirección para detenerse completamente en su cara. Tenía ojos marrones oscuros brillando en la oscuridad así que hasta sintió como si estuviese siendo absorbido por su enorme poder. Viola apartó la mirada.

"¿Hay algo mal?"

El aire frío de la noche, vibró. Tal vez porque Roofs se estaba acercando. Además, lo que estaba haciendo aquel sonidito como de "click" probablemente eran los adornos en su cuerpo.

"¿Cuál es tu nombre, cariño?"

"Ah..."

La voz baja, la que pareció susurrar en su oído, era lo suficientemente dulce como para comenzar a derretirlo...

"Ni siquiera puedes decir tu propio nombre. Que lindo."

La mano de ese hombre le había tocado el cabello casi involuntariamente y de todas maneras, incluso con esto, sintió como si la piel se le estuviese poniendo de gallina en todo el cuerpo.

"Perdóneme.... Me llamo Viola."

Viola respondió lo más lento posible para evitar que su voz le temblara, luego dio un paso para atrás en un intento por distanciarse de él.

"¿Viola? Ese es un nombre extraño".

Miró a Viola así que asintió.

"... Lo es."

Sus miradas estaban fuertemente entrelazadas. A pesar de que sintió una punzada muy similar a estar desnudo frente a sus ojos, Viola tomó su mano con fuerza y ​​lo soportó.

"Por cierto, señor Roofs, ¿Por qué está aquí?"

A menos que fuera por algún tipo de negocio, la gente no venía a la iglesia tan tarde por la noche. Creyendo que tal vez era eso, Viola miró directamente al hombre. 

"¿Necesita ayuda?"

"Sí. Quería confesarme, padre."

"Confe... ¿Ahora?"

Viola se sorprendió por la palabra tan inesperada.

"¿Estaría bien?"

Roofs levantó los labios y sonrió. Viola asintió.

"Por supuesto."

Si se negaba a confesarlo, sería completamente descalificado como un sacerdote decente. Sin embargo, ahora era demasiado tarde en la noche y había... Algo en él que lo estaba molestando.

"Pero... Ya viste mi cara ¿Vas a seguir siendo el padre de aquí para siempre?"

"¿Qué significa eso?"

Roofs inclinó la cabeza. Viola cerró la boca y sonrió para enfatizar que estaba bien continuar.

"Cuando me confiese, será difícil para ti seguir hablando conmigo en esta iglesia. Hice cosas muy malas, padre."
 
"Afortunadamente, pronto llegará otro sacerdote para hacerme compañía así que, no tienes nada de lo que preocuparte. Puedes esperarlo."

La confesión se realizaba en un estado en el que no se podía verse la cara de la otra persona. Se necesitaba mucho coraje para confesar tus pecados al sacerdote con el que te encontrabas a menudo en el pueblo y además, la carga del padre, que estaba en la posición de escucha, también era considerablemente grande. Para resolver el problema, por lo general un sacerdote itinerante, sin conexión en esta área, venía a la iglesia algunas veces por mes. Si veían que era una persona completamente ajena, era fácil para los aldeanos arrepentirse con tranquilidad. Incluso era mejor para Viola porque no tenía que cargar con el peso de la confesión.

"No, me gustas tú."

Roofs negó con la cabeza. Viola tuvo que decir que sí.

"Entonces, me prepararé para hacerlo. Espere un momento."

Pero el hombre agarró la mano de Viola cuando estaba a punto de regresar al edificio de la iglesia.

"¿A dónde vas?"

"Voy a traer una vela. Está oscuro adentro."

Sorprendido por la fuerza de los dedos de Roofs en su muñeca, Viola lo miró directo a la cara. Pareció que se había acostumbrado a la oscuridad lo suficiente como para que sus ojos agudos se volvieron más claros. Tuvo un mal presentimiento, pero el sacerdote, Viola, no podía resistir la mano de la persona que pedía por penitencia.

"Está bien así. De todos modos, solo quiero que me escuches."

"¿Seguro?"

"Solo dime hacia dónde debo ir..."

Con un susurro encantador, fue envuelto en un aliento tan dulce como el de una fruta madura. La temperatura de la mano de Roofs, presionando ahora su espalda, se transmitió perfectamente a través de toda la tela.

"... En ese lado."

Roofs abrió la puerta de la izquierda, que señalaba Viola, y se sentó en una silla redonda bajo un espacio muy reducido.

"Es angosto."

Cuando el gran Roofs ocupó su lugar, la pequeña habitación se sintió completamente llena. Viola inclinó la cabeza una vez, cerró la puerta y luego abrió la que estaba en la derecha. Se sentó en la misma silla, estiró un poco sus dedos y dejó que la pared frente a él se abriera como en una ventana que les llegaba a los dos a la altura del rostro. Una tela lo cubría, por lo que Roofs, del otro lado, ya no era tan visible.

"Entonces oremos juntos".

Después de recitar una oración básica y aparentemente sencilla, según el formato de confesión, Viola abrió la biblia que había dejado en el interior de la sala. Estaba oscuro así que no podía ver bien, pero no importaba mucho porque en realidad lo recordaba todo perfectamente. Sin embargo, ya que era de noche, se sintió un poco extraño escuchar solo su propia voz.

"Ahora, cree en la misericordia de Dios y confiesa tus pecados".

"Estoy en una situación difícil..."

Tan pronto como se escuchó la voz de Roofs, Viola tembló igual a un niño asustado. Aunque había una tela dividiendo a los dos, su voz pareció llegarle directamente al cerebro. Viola enderezó la espalda porque se había estado encogiendo de hombros involuntariamente todo este tiempo.

"¿Con qué problema te encontraste?"

Ante la pregunta de Viola, escuchó un suspiro.

"No importa lo que haga, no puedo estar satisfecho."

¿Significaba eso que no podía estar satisfecho con nada de lo que hacía en su vida? Viola, que no entendía, preguntó honestamente:

"¿De qué está hablando?"

La sonrisa de Roofs se sintió a través de la tela. Después de una tos forzada, el hombre se inclinó hacia adelante haciendo que el confesionario se balanceara hacia Viola.

"Significa que no puedo controlar mi deseo sexual. El sacerdote también es un hombre, así que sabes como es ¿No? Sabes como se siente..."

Viola se quedó sin palabras ante el tono tan burlón. No ser capaz de controlar el deseo sexual definitivamente era un pecado así que fue lógico que Roofs estuviera preocupado por su reacción física.  También estaba relacionado con los problemas que Viola tenía actualmente.

"Tienes razón, es horrible."

Viola estuvo de acuerdo así que Roofs se rió a carcajadas.

"No puedo estar satisfecho con ninguna mujer. Oye, ¿Te ha pasado algo así? Ya he estado con innumerables mujeres y de todos modos, nada."

Roofs explicó la manera en la que hablaba con las mujeres que había conocido en su camino y como era que las arrastraba a su dormitorio para poderles hacerles el amor. De alguna manera, como si explorara la reacción de Viola, notó que estaba viendo a través de los huecos...

"A veces la otra persona me busca primero."

Roofs tenía una aventura con la mujer que le llamaba la atención incluso si resultaba que ella tenía pareja o era casada. Viola escuchó todo sin decir una sola palabra. ¿Los nobles estaban acostumbrados a llevar una vida tan promiscua? Además, no podía creer que una señorita con esposo aceptara la seducción de otro hombre e incluso quisiera hablar primero con él. ¿No conocían el significado de la palabra "fidelidad"?

"Oye, ¿Estás escuchando?"

La voz de Roofs se hizo más fuerte desde más allá de la tela. Viola estaba molesto, pero no era su papel juzgar:

"Sí, claro. Por favor continúa."

Después de todo, la confesión era algo que debía ser escuchado hasta el final.

"Me gusta el sexo y me gusta tener una mujer encima de mí".

"¿Qué más?"

Le explicó todo lo que pasó. Dijo que se había emocionado cuando le levantó el vestido a la esposa de un noble en el pasillo de su mansión y que fue mucho mejor cuando le bajó la ropa interior. La criada, que presenció la escena, también se acostó con él en el pasillo de la lavandería y luego hizo lo mismo con la cocinera. La historia de Roofs fue tan impactante para Viola, que a medida que se fue detallando la descripción del cuerpo de la mujer no pudo ni imaginarla.

"Vine a esta ciudad y jugué con todas las mujeres."

No había pasado tanto tiempo desde que llegó aquí, pero Roofs ya había tocado a las chicas del vecindario. Dijo en voz baja que hizo que la criada se sostuviera el árbol del jardín y la penetró por la espalda.

"Y lo hice con las hermanas en la casa de abajo. Al principio solo tenía a una, pero su hermana lo vio así que al final lo hicimos los tres."

Viola se tapó los labios con la mano. Las hermanas... Viola las conocía bien. Como buenas creyentes, siempre iban juntas a la iglesia. ¿Y estaba diciendo que ellas...? No podía ni imaginarlo. Viola cerró los ojos. Era una historia aterradora.

"Su hermana se desmayó en el medio. No podía evitarlo porque era virgen".

Todas las palabras que sacaba de su boca eran terriblemente obscenas, pero el tono de Roofs era hasta un tanto monótono. Más bien, estaba haciendo que su excentricidad se destacara todavía más de lo que ya lo había hecho.

El hombre era extraño.

Incluso Viola entendía que el deseo sexual era inevitable para que una persona pudiera seguir viviendo y sin embargo, él lo tomaba solo con fines reproductivos. Lo que Roofs estaba haciendo era, de alguna manera, un acto sexual por placer, no por hijos. Dijo que no estaba satisfecho con el hecho de tener una relación con una mujer casada o un par de hermanas entonces ¿Por qué? ¿Por qué estaba cometiendo tal crimen entonces? Incluso si pensaba profundamente en la causa, lo que Roofs estaba hablando solo pareció perturbarlo más.

"¿Estás escuchando?"

Hubo un sonido de golpes en la tela.

"Sí..."

La voz de Viola temblaba. ¿La historia aún no había terminado? El contenido de la confesión hasta este punto ya había superado con creces la cantidad permitida de lo que Viola podía escuchar. Y solo la idea de que hubiera cosas peores le hizo sentir honestamente mareado. Apretó la mano que estaba en su regazo. Al escuchar la confesión de un pecado, uno no debía distraerse. Era su deber como siervo de Dios llevarlo por el buen camino. Pero al darse cuenta de su inexperiencia como sacerdote, inmediatamente corrigió su postura.

"De todos modos, el punto es que no puedo estar satisfecho".

Después de que Roofs hablara, con un tono rápido, se escuchó un traqueteo todavía mayor. Al parecer el viento estaba agitando la tela.

"¿No es porque sientes que necesitas más que solo sexo?"

La confesión de pecados no era un momento para dar consejo. Fue solo después de que dijera esas palabras que Viola se arrepintió de ser demasiado presuntuoso como sacerdote.

"Supongo que es una manera de pensar". Se escuchó una pequeña risa. "Pero mi cuerpo quiere hacerlo, así que no sé como cambiar. ¿Qué necesito?"

"... Tienes que hacer oración."

Eso fue todo lo que dijo Viola. Ni siquiera sabía cómo frenar su propio deseo sexual.

"¿Qué sucede cuando oras?"

Entonces, la puerta izquierda se abrió.

"No puedes... ¿Qué estás haciendo?"

Roofs, quien debería estar más allá de la tela, estaba de pie en el arco de la puerta abierta. No podía ver su rostro porque le estaba dando la espalda a la luna.

"Ya te lo dije, padre. No puedo tomar el control de lo que siento..."

Tragó saliva ante la fuerza que parecía ser emitida por el cuerpo del hombre que se acercaba lentamente hasta él. Incluso podía sentir que la temperatura en la pequeña habitación había subido bruscamente.

"Tienes que rezar."

"Entonces, ¿Realmente crees que todo esto disminuirá haciendo eso?"

Una cara burlona se acercó a la suya. Luego Roofs colocó una mano en el hombro de Viola:

"¿Cómo te sentiste cuando escuchaste mi historia? ¿Estás excitado? Lo digo porque tu cuerpo se siente caliente".

Mientras lo miraba a los ojos, sus mejillas se calentaron.

"No..."

Pero era porque no podía admitir que su cuerpo se había calentado después de escuchar una historia tan atroz. Viola quitó la mano de Roofs y se puso de pie.

"¿A dónde vas?"

Intentó pasar de largo, pero lo bloqueó con el brazo y después, incluso fue empujado a su asiento. La silla redonda golpeó su pie, pero no sintió dolor. Solo quería irse. Solamente tenía miedo.

"No corras".

Roofs lamió su propia boca mientras agarraba las muñecas de Viola.

"No..."

Estaba sintiendo esa abrumadora diferencia de poder. No podía huir ni alejarse y además Viola no era bueno peleando. Al crecer en un pueblo pacífico y vivir en una iglesia, Viola ni siquiera había tenía la opción de lastimar a otros alguna vez.

"Suéltame, por favor".

Su voz tembló. Los dientes le crujieron.

"Si no luchas, te dejaré ir..."

Era un tono arrogante, pero no pudo resistirlo. Después de asentir varias veces, soltó su mano y Viola dejó escapar un suspiro que había estado conteniendo sin darse cuenta. La muñeca sostenida por Roofs tenía una sensación de hormigueo que le hacía difícil moverse bien.

"Entonces..."

Viola se recostó en la esquina así que su espalda estaba completamente pegada a la pared.

"Los sacerdotes siempre se visten de una manera extraña. Y cuánto más ocultos están, la verdad es que más quiero verlos."

El dobladillo de su bata se levantó, revelando las blancas piernas de Viola incluso en la oscuridad.

"¡No hagas eso!"

Su pierna derecha saltó y se acomodó perfectamente en las manos de Roofs. El hombre subió lentamente los dedos...

"Shhh... No te resistas."

"¿Qué vas a hacer?"

Los ojos de Viola se le abrieron de inmediato cuando los dedos se movieron gradualmente hacia adentro desde sus muslos. Era muy desagradable que alguien buscara a tientas un lugar que no quería que le tocaran. 

"Tú sabes lo que voy a hacer..."

"Oye... ¡Ah!"

Le había hecho tantas cosquillas en la entrepierna que gritó involuntariamente. Hubo un fuerte ruido cuando su espalda golpeó una vez más la pared.

"Voy a abrazarte..."

Pero Viola no sabía por qué necesitaba levantarle la ropa si solo iba a abrazarlo.

"Jajaja. Abrazar significa tener sexo."

"¿Se...? ¿Sabes quién soy?"

Viola ni siquiera podía pronunciar el nombre del acto en si.

"Por supuesto que sé. ¿Quién más serias? Eres Viola, y justo ahora estamos solo tú y yo."

Roofs se arrodilló en el suelo. Viola estaba mirándolo.

"Tu y yo…"

"Sí..."

Mientras asentía con la cabeza de forma natural, Viola dejó escapar un grito lleno de angustia. Tener sexo con el hombre con el que habló hace un momento en el confesionario, ¡Qué inmoralidad! ¡No podía ni verlo a la cara! Además, tanto Roofs como él tenían el mismo género.

"No soy una mujer."

Viola tomo fuerzas para cerrar las piernas. Sorprendentemente, Roofs no hizo nada para detenerlo así que se sintió un tanto aliviado por eso.

"Pero te deseo en este momento. Te quiero tanto, Viola."

"¡Espera!"

La ropa interior que llevaba puesta se desprendió rápidamente debido a que sus piernas volvieron a separarse. Luchó y pataleó, pero ya era demasiado tarde en realidad.

"Respira..."

Cuando ambas rodillas se le levantaron, Viola entró en completo estado de shock. Incluso si fuera en la oscuridad, sería una situación en la que estaría expuesto completamente frente a alguien más así que...

"No. No mires..."

El temblor no se detuvo. Trató de cerrar las piernas por segunda vez, pero Roofs era demasiado fuerte para hacer algo al respecto.

"Esto es emocionante ¿No te parece?" Roofs se rió. "Necesitas abrirte un poco más al placer".

Su mirada aterrorizada se estaba reflejando completamente en sus ojos marrones. Había un conocimiento básico del acto de tener hijos y sin embargo, eran solo conocimientos obtenidos a través de los libros de texto que había en la biblioteca. No estaba familiarizado con nada más. ¡Nunca soñó que abriría las piernas para otro hombre! Las relaciones sexuales entre personas del mismo género eran tabú. No quería cometer tal crimen. Además, esta era una sala de penitencia. El comportamiento obsceno no debía ser tolerado jamás.

"Respóndeme."

Después de estar en silencio, Roofs le dio unas palmaditas en la mejilla. No sintió dolor porque tenía miedo.

"No sé como..."

Al crecer en la iglesia, Viola fue criado para convertirse en un sacerdote perfecto. El deseo sexual era una tentación del diablo y él había vivido controlándose a si mismo para nunca ceder. No había tal cosa como la experiencia.

"Oh, es cierto." Roofs ladeó la cabeza como si lo hubiera entendido todo. "Ni siquiera sabes como juntar tus labios con los de alguien más ¿Verdad?"

De repente, el rostro de Roofs llenó completamente su visión. Sintió calor en los labios, un sonido estridente y ligero y el sentimiento de tener un líquido caliente escurriendo de sus comisuras. Parpadeó unas cuantas veces hasta que reconoció que estaba compartiendo un beso.

"Ah..."

Un beso en los labios

Un beso en la mejilla era un acto de cercanía con familiares o amigos. El padre Luke siempre besaba su mejilla cuando elogiaba a Viola. Sin embargo, tocar los labios tenía un significado completamente diferente. Un acto realizado por acuerdo entre personas que tenían una relación especial, como novios o parejas casadas. Para Viola, un beso en los labios significaba eso. Amor.

Un suspiro tocó los labios aturdidos de Viola. 

Y cuando el rostro de Roofs se acercó de nuevo, Viola rápidamente cerró los ojos esta vez.

Había una cosa suave, húmeda y caliente cubriendo su boca. No tenía idea de que la temperatura corporal de otra persona pudiera ser tan... Rica. Y era, de hecho, la primera vez que tenía los labios superpuestos con los de alguien más.

"Ummm…"

"Vas muy bien..."

Los labios de Roofs eran gruesos y suaves. Su cuerpo estaba caliente y le costaba muchísimo respirar, así que abrió la boca todo el tiempo. En ese momento, dejó que le metiera la lengua...

"¡Umm!"

Gimió con toda su fuerza. Estaba experimentando una sensación de hormigueo impresionante y luego, esa misma emoción se extendió de sus manos a todo el cuerpo.

"Detente... Ah..."

Asustado por esto, trató de alejarse de Roofs utilizando las dos manos. Lo empujó y volteó la cabeza, pero él decidió mantenerlo en su lugar sujetándole de la barbilla. Viola abrió muchísimo los ojos por la sorpresa, pero Roofs decidió humedecerse los labios y sonreír. Y después de lamerle el labio superior como para pedirle que siguiera manteniendo el ritmo, también hizo lo mismo con su labio inferior y con parte de su barbilla.

Entonces, su columna tembló también.

La lengua de otra persona estaba bien metida en su boca así que, mientras escaneaba sus dientes, Viola, quien perdió el equilibrio por completo, ahora estaba colgando de los brazos de Roofs sin que se diera cuenta de esto.

"Ah, ah..."

"Muy bien, cariño."

Había un sonido que pareció salir de su nariz debido a que la lengua de Roofs estaba jugando todavía dentro de su boca. La saliva se le mezclaba por todas direcciones, haciendo un sonido bastante extraño y aterrador e, incapaz de tragarlo todo, comenzó a notar que seguía cayendo justo como lo hizo la primera vez. Roofs cortó el ritmo.

"¡Umm!"

Su lengua tocó su cuello. El cabello del hombre le estaba haciendo cosquillas en la clavícula esta vez.

"Estás realmente emocionado... Me encanta."

Roofs habló con la cabeza todavía enterrada en su cuello. Sus manos bajaron desde la nuca de Viola hasta sus mejillas y terminaron por acunar sus orejas como para intentar que lo viera directo.

"¿Pero sabes qué? Esto se interpone un poco en el camino, padre."

Roofs entonces rasgó la tela de su ropa hasta que su pecho quedó completamente expuesto.

"Ah. ¿Qué...?

Un dedo acarició su clavícula, para confirmar su forma.

"Asegúrate de aprender bien todo lo que no sabes del amor."

Los ojos de Roof, mirando a Viola, brillaron claramente en la oscuridad.  Estaba más cerca del rojo que del marrón oscuro así que el cuerpo de Viola se congeló ante el color.

"De ahora en adelante, recuerda todo."

"¡Oye!"

Los dedos de Roofs pasaron sobre su pecho plano. Dio vueltas alrededor de sus huesos y luego los detuvo por las protuberancias de sus pezones. Su cuerpo pareció contraerse por el estímulo que nunca antes había experimentado en su vida.

"Ah… Ah, no, no hagas esto. No hagas..."

Luego, Roofs apoyó la cara en el pecho de Viola y buscó el pequeño bultito de su pecho izquierdo utilizando la lengua.

"¡Aah! Para. ¡Para por...!"

Incluso si lo chupaba como si fuera un bebé mamando de su madre, Viola era un hombre así que eso solo le hacía cosquillas. Gritó, torció su cuerpo mientras lo estimulaba y notó como su corazón había comenzado a latir considerablemente más rápido. No podía ni cerrar la boca porque estaba sin aliento.

"¿Realmente no va a salir nada? ¿Quieres ver?"

Roofs pellizcó las protuberancias húmedas de su pecho con el índice y el pulgar. Su cuerpo se estremeció con un dolor sordo y la misma sensación de hormigueo del inicio se extendió por todas direcciones.

"Umm..."

"¿Lo sientes?"

"No..."

Pero, mientras jadeaba, todavía negando sentir algo estando con él, ambas manos se acercaron a su rostro para poder cubrirle bien ambas mejillas. Viola miró la cara de Roofs.

"Tu expresión se ve tan deliciosa. Me encantan tus ojos."

Su lengua lamió sus ojos sin siquiera darle tiempo de parpadear. Y obviamente eso le puso la piel de gallina.

"¿Qué estás haciendo?"

"No te preocupes. De ahora en adelante, haré cosas más lascivas que esas..."


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