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Entre pétalos de rosas por Arkannos

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Notas del fanfic:

Hace mucho que no escribía algo así :P Como pueden ver, ya estoy muy oxidada en esto de escribir lemon. Una disculpa por las palabras repetitivas y si el sexo les pareció muy soso, intentare mejorar.

Mi inspiración para este one shot fueron dos cosas; Una hermosa imagen de Aioros y Saga dentro de una piscina con petalos de rosas, ambos desnudos y Aio mirando con tanto amor al Saguis. Desconozco al autor -¡Créditos a ese genial artista!- y la canción Sweet Harmony de The Beloved. Esa canción siempre la he relacionado con el AioSaga y hasta cierto punto unas estrofas encajan con mis santitos :D Les recomiendo escucharla ;)

Deseo que les haya gustado y díganme que les pareció :D

SafiroBipolar

 

 

Con calma se desnudó ante el par de ojos celestes que le observaban con anhelo, lujuria y amor. Sobre todo, amor.

Saga sonrió y en ningún minuto parpadeo. Entro con calma en las tibias aguas donde había varios pétalos de rosas flotando, acercándose con extremada cautela, como si fuese un cazador acechando a su presa.

Aioros, que estaba al lado opuesto de la pequeña piscina, se sentía hipnotizado por su sensualidad, que estaba seguro al 100% qué Saga no sabía que poseía. Devoró con la mirada ese cuerpo digno de ser pintado por el mejor artista del mundo, y aun así estaba podía jurar que no lograría capturar esa belleza divina que poseía el mayor.

Cuando lo tuvo enfrente se deleitó con cada lunar y peca que adornaba su pecho, brazos y piernas, cada cicatriz que sabía bien contenía una historia detrás. Una historia de valentía por parte de Saga. Con dedos temblorosos extendió su mano, tocando con lentitud la cicatriz que cruzaba el pecho del mayor producto del Sagrado Báculo de Athena, Saga se respingo ante su caricia.

Palpo esa zona de su cuerpo, su mirada seguía el movimiento de sus propios dedos hasta que llego a la ingle, sintió el calor golpear su rostro al ver esos vellos de un adorable tono azul, similar al cabello de Saga. Alzo su mirada, topándose con los ojos de Saga, que intentaba por todos los medios de lucir tranquilo, pero fallaba miserablemente; el leve temblor de sus labios era evidencia de ello.

Dioses, como le encantaba esa expresión. Adoraba ver como esa mascara de indiferencia se caía a pedazos con el solo roce de la yema de sus dedos.

Con travesura acaricio esos vellos, ampliando su sonrisa cuando el gemelo ahogo un gemido. Se mordió el labio inferior al ver el miembro de Saga ya erguido, goteando presemen. Jamás había realizado sexo oral a un hombre -ni había tenido sexo con alguno ¡Eso pasa por morir joven y virgen! ¡Maldita inexperiencia! -, pero en esos momentos como deseaba acercar su boca y degustar el sabor de Saga, que prometía saciar su sed. Se le hizo agua la boca. El solo imaginar tener ese trozo de carne entre sus labios, el succionarlo, degustarlo le excito más de lo que estaba. Reprimió el deseo de tocarse a si mismo, pero el imaginar las reacciones de Saga; sus gemidos, sus temblores, el sensual movimiento de sus caderas, el aroma de su pubis... Dioses, si seguía así tendría un orgasmo sin necesidad de tocarse.

Antes de llevar a cabo sus fantasías, Saga le sorprendió sentándose sobre sus piernas, con ambas piernas al costado de sus caderas, con calma acarició los brazos del hombre hasta situar sus manos sobre sus hombros. En breves momentos jugueteaba con sus rizos castaños, causándole un delicioso escalofrió.

Aioros se humedeció los labios, sintiendo una sed qué no saciaría con beber agua. Anhelaba -¡moría!- probar los labios del peliazul que sonreían con travesura, enviando en ese simple gesto una sutil invitación a pecar.

Si probar esa preciosa boca lo condenaría al infierno iría gustoso.

Acarició con premura las caderas del mayor, deleitándose con lo suave de su piel, admirando su tonalidad tan perfecta, disfrutando el cómo se estremeció bajo su tacto y que con voz entrecortada decía que era por lo frío del agua.

"Menudo mentiroso" quería decirle, pero no era capaz de hallar su voz, sentía un nudo en su garganta a causa de tantas emociones y su cerebro era incapaz de hilvanar un pensamiento coherente al tener al gemelo sentado sobre sus piernas totalmente desnudo, a su total merced. Y el que sus erguidos sexos se hallaban tan cerca el uno del otra no le ayudaba mucho.

Poco a poco sus manos ascendieron hasta la nuca de Saga, que no opuso resistencia alguna y se dejó guiar sin problema. Acerco su rostro al del mayor, sintiendo su corazón latir desbocado cuando el aliento del otro choco contra su boca. Se perdió en esos bellos ojos color jade donde no había duda alguna por lo que estaban a punto de hacer.

En ese par de gemas había entrega y aquello que tanto se empeñaba en ocultar bajo esa fachada de Santo frío y calculador; Amor. Un amor que ya no podía ocultar, un amor que provocaba el más bello brillo en esos ojos que antes lucían tristes. Era un amor qué quemaba, que te hacía sentir vivo.

Sus labios se conectaron, primero con timidez y después con hambre. Sus lenguas lucharon mutuamente por declararse dueña de la otra, los dientes chocaban y de vez en cuando se separaban para tomar aire o soltar un delicioso gemido.

Aioros plantó una sonrisa sobre los labios del otro al sentir como se mecía con lentitud, haciendo que sus glandes se deslizaran uno contra otro, con delicadeza beso su barbilla hasta descender a su cuello, dando ligeros mordiscos en esa zona tan sensible.

Sintió que estaba en la gloria misma cuando Saga coló su mano entre sus cuerpos y con mano experta aferro su pene y el de Aioros acariciándolos con una habilidad impresionante, parecía que el gemelo sabía bien donde y como tocar. El castaño no tardo en brindarle su ayuda con su propia mano, con movimientos torpes y descoordinados. Saga se inclinó hacia él, besando su mandíbula hasta llegar a su oído, mordisqueo con delicadeza su lóbulo y con voz ronca le indico que imitara el movimiento de su mano. Aioros obedeció sin rechistar; Suavizo su agarre cuando el otro se lo pidió, acelero el movimiento... Si Saga le pedía en esos momentos que se lanzara a un barranco lo haría sin dudar un solo segundo.

Jadeo cuando sus caderas comenzaron a moverse de manera sincronizada. Aioros hecho la cabeza hacia atrás apoyándose en las frías baldosas ¡Se sentía tan bien! De su boca no salían más que jadeos, gemidos, desconociendo por momentos su propia voz.

"Efecto géminis" dijo una vocecita haciendo eco en su mente.

Saga enterró su rostro en el cuello del Sagitario, respirando con dificultad. Con su mano libre acariciaba su brazo, cuello, cadera, cualquier parte qué pudiese alcanzar. Estuvieron así un par de minutos, dándose placer uno a otro hasta que Saga se levantó un poco sin soltar su pene, coloco su mano en su hombro. Aioros abrió los ojos un tanto atontado, intento alzar la ceja.

Apenas iba abrir la boca cuando el mismo Saga descendió sobre su miembro, penetrándose con calma y lentitud. Aioros soltó un fuerte jadeo, aferrándose con fuerza a las caderas del peliazul, arqueo su espalda y cerró los ojos.

"Dulce cielo" boqueo un par de veces, queriendo decir algo coherente. La vocecita en su cabeza le recordó algo sobre una preparación. Sacudiendo la cabeza y tragando saliva varias veces intento decirle eso al Géminis. "No te prepare" quería decir, pero de su boca no salieron más que balbuceos y un escueto "No... prepare"

Saga simplemente murmuro con voz jadeante que no hacía falta, que el mismo se había preparado antes de llegar a Sagitario.

Dulces Dioses del Olimpo. El solo saber que Saga ya iba listo para hacer el amor le hizo amarlo mucho más de lo que ya lo hacía. Y al entreabrir los ojos le hizo enamorarse como si fuera la primera vez; Se tatuó a fuego en su mente el hermoso rostro de Saga, sus mejillas rojas, su boca formando una "O" boqueando por recuperar el aire y esos ojos, joder, esos ojos nublados de placer al descender hasta recibirle por completo.

Los gemidos roncos de Saga expresaban necesidad y desesperación... Esos sonidos eran mucho mejor que cualquier canción que había escuchado desde que tenía memoria.

Se sentía completo, como si hubiera encontrado aquello a lo que muchos llaman hogar. Quiso decir algo, pero no podía pronunciar palabra alguna y menos pudo cuando Saga comenzó a subir y bajar, ambas manos del gemelo le acariciaban el cabello, los hombros... Con una desesperación tan palpable.

Aioros no se resistió, beso la boca de Saga, mordisqueando esos benditos labios, bebiendo su saliva y lamiendo esa juguetona lengua. Deseaba poder detener el tiempo en ese preciso instante, vivir para siempre así, para Saga. Movió sus caderas a la par del gemelo, besándolo, con una mano acariciaba su hombría con ahínco.

La poca cordura que poseía se despidió de él, saludándolo a distancia cuando Saga exclamo un delicioso;

-¡AH! -Aioros había encontrado el punto máximo que hacía crecer su placer a niveles estratosféricos -Ahí, justo ahí... -le rogó jadeando, con una voz tan ronca y sensual, entrecortada que Aioros estuvo a punto de correrse.

Esa suplica le llego hasta el fondo de su ser, el vaivén de sus caderas se incrementó al igual que el de Saga. Los gemidos de ambos resonaron la estancia al igual que el oleaje del agua provocada por sus movimientos. La estrechez del Géminis, sus caricias y gemidos le estaban robando hasta el último gramo de cordura.

Fijo sus ojos azules en los de su acompañante, eran tan hermosos; Nublados de placer y amor, su cabello despeinado, el ligero sudor que le daba un aspecto más delicioso, sus labios hinchados, tan ardiente... Tan sensual. Saga era el pecado mismo.

Saga se mordió el labio inferior, su respiración se volvió más errática, sus dedos y uñas se clavaron en sus hombros, lo sintió tensarse entre sus brazos. Meció con más ímpetu sus caderas, beso su cuello y con una mano acaricio sus suaves cabellos, dando un ligero tirón. Aioros jadeo cuando el recto de Saga lo apretó más, aprisionándolo en su interior. Sintió que moriría de placer.

Saga grito, arqueándose contra Aioros, meciendo con más rapidez sus caderas para alcanzar el orgasmo. El arquero no lo dejo atrás, siguió meciéndose, acariciaba con prisas el pene de Saga y al morder el hombro de este supo que ya no había vuelta atrás. Su propio orgasmo lo golpeo como un yunque, haciéndole ver miles de estrellas tras sus parpados y cuando escucho a Saga gritar su nombre con voz jadeante supo que también había llegado con él.

Nunca le había gustado tanto su propio nombre como en esos momentos.

Ambos permanecieron en silencio, tratando de regular sus respiraciones y calmar el loco palpitar de su corazón. En ningún momento se apartaron el uno del otro, ni dejaron de regalarse tiernas caricias.

Aioros sonrió al reparar en la expresión somnolienta y satisfecha de Saga, se acercó con lentitud y beso tiernamente su boca. Con ese beso le decía; Soy solamente tuyo.

Se prometió jamás olvidar esa preciosa noche, donde se entregaron sin miedos, ni reservas. Y se prometió que serían muchas más donde se entregarían sin guardarse absolutamente nada, ni un gemido, ni un jadeo, ni una sola letra de sus nombres, ni un solo te amo...

-Saga... -murmuro contra sus labios entreabiertos, dándole pequeños besos -Te amo...

-Yo también... -le respondió, besándole de la misma manera. Una sonrisita traviesa curveo la comisura de su boca -te amo, Potra.

Aioros rio ante el apodo y volvió a besar a Saga. La noche era joven y faltaba mucho para que terminara, así que la declararon solo para ellos dos. Volvieron a entregarse, con la luna y estrellas como testigo de su infinito amor y pasión.

Esa bella noche de noviembre se entregaron en cuerpo, alma y corazón entre pétalos de rosa.

-Fin-


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