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Dulce Vida por Ana Reiko

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Notas del capitulo:

Nota importante: Este fanfic fue inspirado en la historia "Mi primo y yo" escrita por Shiki1221 

 

https://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=206801

 

Tengo la autorización de la autora, así que pueden considerarlo un spin off o un extra de la historia. 

 

Les invito a leerla, sino lo han hecho no se arrepentirán. 

 

Ahora sin más a leer! 

Una pequeña canción de cuna era entonada con una pacífica voz varonil, que instaba a que su pequeños durmiera profundamente. El dulce sonido provenía de una amplia casa de estructura tradicional, al observarla más de cerca aquella morada poseía un diseño similar a la mansión del líder del clan actual, Fugaku. 
 
No era coincidencia la similitud entre las dos mansiones, ya que esa residencia pertenecía a uno de las figuras más influyentes del clan Uchiha, Kagami, quien era superado en fama por los tres pilares fundadores: Madara, Izuna y Fugaku. 
 
Por consiguiente, todos los vástagos de Kagami habían nacido y crecido entre esas paredes de madera, aunque actualmente quien vivía ahí era su último hijo, Shisui Uchiha, en compañía de su recién formada familia. 
 
-Sueña profundo, estas seguro en mi corazón-recitó con ternura un muchacho de cabello azabache, cuyos mechones de pelo caían de forma sublime por los hombros, ya que no había ningún cordón que lo sujetara. 
 
Aunque tuviera otro peinado diferente a lo habitual y un vestuario informal, una playera negra de cuello alto con el símbolo familiar estampado en su espalda, y unos pantalones oscuros. Era imposible no reconocer al, todavía, considerado como un prodigio por el líder del clan, se trataba de Uchiha Itachi. 
 
El hijo mayor de Fugaku se encontraba sentado en un sofá en el salón principal. Inmerso en su labor de hacer dormir a un pequeño bebé, el cual estaba envuelto en una manta violeta. 
 
Desde niño, Itachi siempre tuvo un instinto paternal sumamente desarrollado, este quedó demostrado cuando nació su hermano menor, Sasuke. No sabía si esto se debía a su condición de Omega, género que era más propenso a la crianza de hijos, o a que era un rasgos propio de su personalidad. 
 
El ninja se puso de pie con su valiosa carga entre sus brazos, trasladándose a una deslumbrante habitación, cuyas paredes estaban pintadas de un adorable color azul pastel. 
 
Una vez dentro de la estancia, a unos cuantos pasos se ubicaba una cuna de madera, la cual estaba cubierta con un pequeño velo blanco muy fino. En cuanto pasó al lado del diminuto lecho, automáticamente a Itachi se le dibujó una suave sonrisa en los labios, incluso su mirada se llenó de una calidez indescriptible. 
 
Con la agilidad, sigilo y elegancia que sólo un ninja de élite podría poseer, el Uchiha se movió de manera silenciosa por la alcoba principal. En dicha pieza, dormían la pareja de Alfa y Omega junto a su pequeña cría de 4 meses de edad. 
 
Con suavidad y cuidado, Itachi depositó en la cama matrimonial al chiquitín, que durante todo este tiempo estuvo sosteniendo con decoro. El colchón hizo un ruido debido al peso apoyado, pero ni el cambio de espacio perturbó la paz del "bello durmiente". 
 
-Hemos llegado, corazón-le anunció el pelinegro, complacido con la quietud del invitado. Sin aguardar más minutos, lo despojó de aquella manta que lo mantenía quieto, pues no era bueno para él tener sus extremidades atrapadas. 
 
Esta simple acción fue suficiente para que el niño saliera de su profundo sueño, abriendo los ojitos, exponiendo aquel precioso tono azul que teñia su iris, tan semejante a un zafiro. Empezó a hacer movimientos progresivos con sus brazos y piernas, había sido un alivio sentirse ligero por fin, al unísono que succionaba su chupón. 
 
En ese estado, lucía bastante tierno en aquel mameluco naranja con diseño de zorro. Efectivamente, con ese atuendo y su espesa mata de pelo dorada, tan radiante como el oro, la cual coronaba la cabeza del inocente príncipe, resaltaba mucho. 
 
Cuando el Omega Uchiha terminó de poner cómodo a su "alteza", y observó que permanecía sosegado. Agradeció que tuviera una personalidad pacífica, desde que lo conoció por primera vez pudo darse cuenta de este detalle. 
 
Con este hecho resuelto, dirigió su atención al otro pendiente en su camino. Con la misma cautela inicial que tuvo al ingresar al aposento, se aproximó a la camita echando un vistazo. 
 
Ahí se hallaba la criatura más valiosa que hubiera pisado la tierra, bueno para Itachi lo era, su amado hijo. El cual traía puesto un mameluco de color azul rey con detalles felinos, lo hacían ver como un lindo gatito. 
 
El tesoro de su corazón estaba entretenido observando el móvil musical, que hacía girar los diminutos juguetes de animales. De improviso el infante estiró sus brazos regordetes tratando de alcanzar aquellos juguetes que colgaban del móvil, aunque fuera en vano. 
 
En el segundo en que los luceros oscuros del nené se toparon con los de su progenitor, soltó una risita amena, meneando su cuerpo chiquito, asemejándose a un costalito. 
 
-Mi cielo, mi gatito-llamó con dulzura Itachi satisfecho por el buen humor de su vástago. 
 
Siempre era un placer contemplar a su ángel, tan lleno de energía, con esa pequeña mata de pelo azabache y esos ojitos rasgados de ese tono tan oscuro como la noche. Rasgos tan típicos en el clan Uchiha, pero que cuando los presentaban los propios retoños, se convertían en características extraordinarias, imposibles de replicar en otra persona. 
 
De pronto, en Itachi vinieron múltiples memorias de su pasado, algunas fueron lo suficientemente felices como para que la nostalgia calentara su corazón. 
 
Durante su infancia, cada que podía ofrecía su ayuda para cuidar a su hermano menor, cuando este seguía siendo un bebé. No le molestaba quedarse en casa, mucho menos extrañaba salir a jugar como los demás niños de su edad. Por el contrario, le gustaba ese sentimiento de responsabilidad y utilidad que lo embargaba al realizar actividades maternas, como: darle el biberón a Sasuke o cambiarle el pañal sucio. fue Itachi, quien motivó al bebé a dar los primeros pasos, le aplaudía para que empezara a gatear. 
 
Como se podría pensar, en ese tiempo, fue una gran ayuda para Mikoto, ya que podría delegar el cuidado de su hijo menor a su primogénito, claro por períodos cortos de tiempos. Tampoco fue que se desentendiera por completo. Únicamente cuando la Uchiha tenía que atender diligencias como ninja activa o tareas propias del clan, las cuales no podría atender teniendo una bendición en casa. 
 
Básicamente Mikoto e Itachi se convirtieron en los tutores principales en la crianza de Sasuke. Turnándose su cuidado, para que cada uno pudiera hacer sus responsabilidades sin muchas presiones. Fugaku por su parte ejecutó únicamente el rol de proveedor, su trabajo como comandante de la Policía Militar y jefe del clan Uchiha, absorbía todo su tiempo. No obstante, cuando se presentaba la oportunidad, expresaba su amor paternal por su hijo menor. 
 
En el instante, en que se reveló que Sasuke también pertenecía a la casta Omega, el lazo fraterno entre hermanos ya no fue el mismo. Itachi adoptó una actitud más protectora, manteniéndose al pendiente de las necesidades emocionales y físicas de su hermanito, tal como un progenitor. 
 
No era extraño que quisiera acompañar a hermanito a su primer día en la academia o ayudarlo con sus deberes escolares, descuidando, a veces, sus actividades como ninja. 
 
Esa había sido su vida, criando a su tonto hermano menor, llena de eventos positivos gratificantes, dignos de recordarse. Sin embargo, también de experiencias negativas que prefería olvidar, pese a que aún le dolía recordarlas y, peor aún, eran ciclos no cerrados. 
 
Itachi suspiró profundamente, saliendo de su estupor melancólico gracias a los balbuceos que esa bolita de amor producía, y que además no le quitaba la vista de encima. 
 
-Charasuke, mi felicidad-llamó a su bebé por su apodo, agachándose para tomarlo en sus brazos, fue sencillo realizar esta tarea, dado que todavía no era muy pesado. 
 
Colocó el cuerpo delgado y frágil de su retoño sobre su regazo, para que se sintiera cómodo y acompañado antes de que Shisui trajera su biberón. Entretanto se tendría que conformar con un chupón, el padre agarró dicho objeto de la mesita de noche, ahí lo había depositado, cubierto con una servilleta de tela, hacía una mediahora antes. 
 
El nombre real de su hijo era Sasuke. Escogió ese nombre porque le gustaba, y tenía cierto valor sentimental, después de todo crió a su hermano durante mucho tiempo. Por lo que cuando Naruto, alias el zorro pulgoso, lo "robó" para formar una familia, se prometió que cuando tuviera su propio vástago le regalaría ese nombre y 
jamás permitiría que nada y nadie lo alejaran de su lado. 
 
Charasuke permanecía con su vista fija en los ojos oscuros de su padre, los cuales estaban colmados de un amor infinito por él. Era inevitable, liberar feromonas de regocijo, como cualquier Omega que ama a su cría. 
 
Esa alteración en el ambiente fue captada prontamente por la nariz de Menma. Como cualquier chiquito de seis meses era muy receptivo a los olores, por ende si Itachi cambiaba su esencia, aunque fuera un atisbo, se inquietaba, al ser tan pequeño, no comprendía lo que estaba pasando a su alrededor y eso le asustaba. Lo peor fue que no hubo brazos protectores que dieran cobijo inmediatamente, ocasionándole más angustia. 
 
Su estado anímico rápidamente empeoró, su rostro se contorsionó en una mueca de desagrado, a tal punto que dejó de sorber el chupón con su boca, agitándose agobiado en la superficie del colchón. 
 
Los quejidos del pequeño rubio, no se hicieron esperar, estos rápidamente evolucionaron a un llanto, rompiendo completamente la paz de la habitación. La potencia de la voz infantil iba elevándose con cada segundo, alborotando el ánimo del otro bebé. 
 
—Vamos, Chara, no llores, todo está bien cariño—consoló primero a su inquieto primogénito, hablándole con una voz amena y paternal, con la cual estaba seguro que conseguiría neutralizar una crisis. 
 
Para Itachi, más importante era mantener la calma, si perdía su temple sus feromonas lo reflejarían, y esto sería como echar leña al fuego.  
 
Mientras tanto, en otro estancia de la casa, específicamente en la cocina, un joven de cabello rizado, y amable sonrisa, se hallaba realizando un quehacer muy especial, en el fregadero. 
 
Como lo haría un buen padre responsable y amoroso, Shisui Uchiha se encontraba atareado lavando los biberones sucios, que se habían acumulado durante la noche. Al mismo tiempo, vigilaba con atención, en la estufa de al lado, los otros biberones y chupetes que se estaban esterilizando con agua caliente. 
 
La fase de higiene de dicho objetos pronto finalizaría, así que mejor estar atento para apagar el fuego en el minuto exacto, agradeció contra con un temporizador culinario. 
 
Sumado a que pronto sería la hora de comer de su adorable bebé, así que los mamaderos debían tener tiempo suficiente para enfriarse correctamente. 
 
En opinión de Shisui, era otra maravillosa mañana, no sólo lo sentía así por aquel cálido sentimiento que le generaba la paternidad, se nota a que la primavera estaba en el aire, había cubierto con su manto floral a todos los cerezos, inspirando a los pájaros en sus cantos y sus recorridos en busca de un compañero. 
 
Era común que algunos gorriones revolotearan sobre la zona del distrito Uchiha. Esto era así, por causa de la proximidad con el bosque y el río Nakano, así que para esas aves era un ecosistema próspero y seguro para construir sus nidos y tener sus crías. 
 
Cuando el Uchiha levantó la mirada por unos segundos, reparó en unos pequeños y esponjosos animalitos que lo acompañaban, en ese momento. Se habían estacionado en el asfeizar de la ventana de la cocina, comiendo algo de semillas y agua que Itachi les había dejado. La maternidad había elevado todavía más el amor por los animales, que tanto caracterizó al primogénito de Fugaku. 
 
Al contemplar a esas aves, tan diminutas y pachoncitas como una bolita, le hizo recordar a su propia cría. Shisui sonrió, cuando su imaginación fabricó una simpática imagen mental. 
 
—Sin duda, debo comprarle un mameluco con rasgos de pollito a Charasuke, se verá adorable—comentó animado, estaba sumamente contento con dicha idea. 
 
Compartía con Itachi ese gusto de vestir a su retoño con ropa de bebé de colores con detalles de animales tiernos, como: gatitos, perritos, pingüinos, etc. Era un gusto culposo del cual no se arrepentía, pues tenía límite de tiempo, Charasuke no sería un bebé por siempre. 
 
Personalmente, optaba por llamar a su hijo por su apodo, cada vez que pronunciaba "Sasuke" le producía sentimientos encontrados. Se pasó toda su infancia y parte de su juventud escuchando ese nombre de labios de Itachi miles de veces.  
 
Fue testigo de las  experiencias y emociones, tanto buenas como malas, que despertaba ese apelativo en su prometido, en ese entonces. Por lo que, sencillamente elegía hacer diferencia entre los dos nombres, para que su hijo no atrajera la misma suerte que su tío Sasuke. 
 
En ese preciso instante, un fuerte sollozo combinando con el pitido del temporizador llegaron hasta sus oídos, provocando que Shisui diera un brinquito a causa de la impresión inesperada, automáticamente lo sacó de su meditación previa. 
 
De verdad que era un cambio de vida completo tener una cría en casa, las sorpresas estaban a la orden del día, sin embargo jamás se arrepentiría de haber comenzado una familia con su adorado Omega. 
 
Apagó el fuego de la estufa en el acto, después de detener el molesto sonido del artefacto de tiempo, ahora tendría que restaurar otra vez un tiempo establecido para que los utensilios infantiles se enfriaran un poco. 
 
Miró con dulzura aquellos teteros que había puesto a secar en el escurridor del fregador. En seguida su corazón se inflamaba con una calidez inexplicable, nunca creyó que se podría sentir de esa manera, era un amor tan profundo y diferente al que había experimentado con su esposo, tal vez era lo que llamaban instinto paternal Alfa. 
 
Los lloriqueos de su criatura se mantuvo como sonido de fondo todavía, resultaba sobrecogedor los fuertes pulmones con los que disponía. 
 
—Ya voy, ya voy, espera un poco—pensó en voz alta, era de las pocas personas que el llanto de un bebé no lo desesperaba ni lo frustraba. 
 
Tal vez era su instinto Alfa, su personalidad pacífica, o meramente su gran confianza que le profesaba a su pareja, pero no estaba nervioso por aguardar que los biberones inmaculados estuvieran enfriados por completo. 
 
Devuelta con Itachi, éste permanecía con su pequeñín en brazos, arullándolo con gentileza, a la par que daba algunos pasos de forma paulatina para complementar el movimiento lento de sus extremidades superiores. 
 
Había logrado evitar con éxito que Charasuke se pusiera a llorar también, ahora aquella bolita de amor lo miraba con sus tiernos ojitos negros. 
 
Fue una excelente estrategia haber usado sus apacibles feromonas Omegas, suaves caricias y palabras dulces, estas fueron suficientes para que su bebé se sintiera cómodo y seguro, a pesar del retumbante ambiente que los rodeaba. 
 
Sin embargo, lo que el Omega Uchiha no pudo impedir fue que Menma, con sus estridentes lloriqueos, acabará con la paz del cuarto. Presentía que el escándalo ya había llegado hasta la cocina, justo donde su querido Shisui estaba. 
 
No le preocupaba en lo más mínimo tener que calmar al pequeño Uzumaki, podría ser más ruidoso, ahora que se encontraba desconsolado, pero no era un desastre completo, ya que era más fácil de confortar. A diferencia de Charasuke, cuyos berreos, no resultaban tan resonantes, empero duraban mucho más tiempo, pues era bastante sensible a los ruidos, olores o cualquier tipo de perturbación en su ambiente, por lo que más valía frenar en el acto cualquier indicio de gimoteo, por más mínimo que fuera. 
 
Con mucho primor, depositó a Chara en el blando colchón, cabe destacar que el crío 
en ningún momento le quitó la vista de encima a su padre Omega, de hecho se regocijó tanto que no paraba de sonreírle. 
 
Itachi colocó a su bebé en una posición boca arriba, con el objetivo de devolver el chupón a su boca, necesitaría de éste elemento para complementar su plan de sosegar al chiquitín. 
 
Sin más demora, el joven padre tomó en sus brazos al "bollito" Uzumaki, acomodando la cabeza del infante en su hombro, sujetándola con la mano por la parte de atrás, justo en el área de la nuca. Menma continuaba con su sollozo, así que el Uchiha empezó a tararear una canción de cuna con parsimonía, simultaneamente que acariciaba la espalda de aquella frágil criatura y liberaba sus maternales feromonas. 
 
Los bebés reaccionaban muy aceleradamente a los Omegas, así que Itachi sabía que tendría también éxito en apaciguar a este berreante bebé, por eso estuvo tan seguro y confiado todo este tiempo, no era la primera vez que experimentaba esta clase de escenarios con su adorable sobrino. 
 
A pesar de que no era su progenitor, al ser el hermano mayor de Sasuke, compartían los mismos genes, por lo tanto su aroma como Omegas eran similares entre sí, todo esto obedecía a la cadena generacional. 
 
Se le denominaba cadena generacional, a cuando Omegas y Alfas nacían dentro de una misma familia, en consecuencia contaban una misma secuencia genética respecto a las feromonas. Esto daba como resultado, que tuvieran una esencia en común dentro de sus fragancias corporales naturales. 
 
Esta singularidad se heredaba de generación en generación a todos los individuos de un mismo género secundario. 
 
Funcionaba de modo idéntico a cuando se trasmitía de modo sanguíneo una línea sucesoria, como un doujutsu. 
 
De modo que, no era extraño que los hermanos Uchiha tuvieran la capacidad de otorgarles placidez al bebé del otro, es decir pudieran convertirse en un hábitat natural, sólido y cálido, para las crías, como lo haría su progenitor biológico. Esto era útil en casos de emergencia o de cuidado 
 
Como era de esperarse, Menma se fue relajándose poco a poco, sus ojitos azules dejaron de lagrimear, reduciendo su llanto agudo a un leve gimoteo. 
 
-Esa es mi estrella-felicitó Itachi, sin dejar de apapachar al bebé de ricitos de oro, cargándolo con mucha dedicación y amor. 
 
Agarró aquel chupón que había sido abandonado en la superficie de la cama. Ubicándolo de nuevo en la boquita infantil. 
 
Se mantuvo acunando al Uzumaki unos minutos más, regalándole mimos y palabras dulces. Derrochando todo instinto paternal en su sobrino, para que éste lo percibiera como su hábitat natural, tal como lo era Sasuke, su padre biológico. 
 
Observó como aquel angelical rostro ya tenía restaurada a plenitud su serenidad natural y su cuerpo diminuto se apreciaba más plácido. 
 
Menma podría ser considerado, a simple vista, como un mini clon de Naruto Uzumaki, pues físicamente era igual a el actual Hokage, desde los pies hasta el último ricito de oro. No obstante había muchos rasgos de Sasuke a la vista, por ejemplo la forma de los ojos, sus párpados seguían un patrón rasgado, al principio se discutió si era un atributo físico legado por Minato Namikaze, pero finalmente era herencia de los Uchiha. También estaba su mirada profunda semejante con un tono azul idéntico al océano, eran mucho más oscuros que el tono azulino claro de Nanadaime, lo más probable es que la mezcla de genes hizo de las suyas ahí. 
 
Así que se podría sospechar que estos fueron los dones Uchiha que no perdieron en la pelea genética, que se suscitó en la concepción. 
 
-Eres tan perfecto, como Sasuke lo era a tu edad-comentó conmovido, viéndolo con ternura-Siempre atento a cada movimiento que hago-señaló, posando su dedo, con suavidad, sobre la mejilla del bebé. 
 
Sin más preámbulo, y con la paz conseguida, Itachi se dirigió a la cama de nuevo, recostando al bizcocho de rubios cabellos al lado de su propio bollito de pelo ébano. 
 
En cuanto Menma entró en el campo de visión de Chara, éste inmediatamente empezó a succionar su chupete de goma, los rostros humanos le generaban cierto interés, siempre que venía el Uzumaki, y lo ponían a su lado suyo, no le quitaba la vista de encima. 
 
Aunque tenía cuatro meses de nacido, el pequeño Uchiha ya era capaz de distinguir el precioso color índigo de los ojos de su primo. Le llamaban mucho la atención ese tono, que siempre estiraba la manita para alcanzarlo. 
 
-No, cariño, puedes lastimar al "príncipito"-advirtió cariñosamente alejando la manita con afabilidad. 
 
El Uzumaki, por su parte, dejó escapar su chupón para hacer una sonrisa social para conectar con el otro bebé, siempre usaba este medio para comunicar su alegría con las personas de su entorno, Charasuke era una de ellas, pues era habitual que sus padres los situaban en la misma cuna o espacio para que de alguna forma crecieran juntos.
 
Menma soltó un pequeño grito de emoción, se entusiasmaba de estar ahí, no paraba de balbucear fuerte y mover sus extremidades al mismo tiempo. 
 
-De haber sabido que pondrías de buen humor a Menma, los hubiera puesto juntos en primer lugar-lamentó entre cansado y alegre por todas la peripecias que tuvo que hacer para calmar a ambos infantes. 
 
Podría ser la imaginación de Itachi, pero Charasuke se les notaba que tenía intención de comunicarse, respondiendo con gorjeos con su garganta, sólo que estos quedaban amortiguados por el chupón. Sin duda estaba emocionado también de ver al mini rubio. 
 
—Espera, cariño—sugirió el adulto, alejando el chupete de la boca de su hijo—Ahora, ya podrás hablar con Menma-Kun. 
 
En cuanto el bebé de cabellos obsidiana dejó de percibir en sus labios aquel obstáculo, soltó un ruidoso clamor lleno de ventura. 
 
—Bien hecho, Charasuke, acabas de demostrar que tienes buenos pulmones—exclamó una voz masculino bastante orgullosa por la potente voz de su retoño. Se trataba de Shisui que recién entraba a la habitación, trayendo consigo un biberón preparado con leche. 
 
Itachi se dio la vuelta, al llegar a sus oídos ese repentino comentario, encontrándose con su amoroso esposo, que lucía más atractivo con ese aire paternal y esas feromonas tan intensa y benevolentas que dejaba escapar. Ese comportamiento era tan típico en los Alfas que ya tenían crías, su esencia se transformaba, ya que debían mostrarse fuertes y bondadosos por la familia que habían iniciado.
 
Instintivamente, Itachi tomó a las dos crías en sus brazos, y se recostó en la cama, ubicándolos cerca de él. El Omega hacía eso para invitar a su Alfa a que los acompañara en el lecho, formando una especie de nido improvisado. 
 
Shisui captó el mensaje implícito, poniendo el tetero con leche en la mesita de noche, para después tenderse en encima del colchón, quedando cara a cara con el otro pelinegro. 
 
Cuando la distancia se acortó entre Charasuke y Menma, estos a pusieron muy contentos soltando chillidos risueños, balbuceos, empleaban sus manitas para palparse el uno al otro, así era su manera de explorar y percibir el mundo. Todo este espectáculo generó un sentimiento conmovedor. 
 
—¿Diste a luz otro bebé sin decirme?—bromeó Shisui, recibiendo una risita instantánea el su cónyuge, al final él también rió en complicidad. 
 
Posteriormente, el Uchiha de cabellera rizada se aproximó a Chara, separándolo del otro infante, pues estaba tratando de "agarrar" el azul de los ojos de su primo, siempre detectó que le llamaba la atención ese rasgo, más que el cabello dorado. 
 
—Tranquilo, mi gatito, Menma no quiere un arañazo en su ojo—corrigió con dulzura en su voz, no estaba molesto, únicamente quería que su hijo supiera porque hizo esto, aunque fuera un simple bebé todavía. 
 
—Ya le había llamado la atención por lo mismo, Shisui—comunicó Itachi, suspirando de que su vástago no perdiera oportunidad de querer picarle los ojos azules al Uzumaki—Pero, ya ves, Charasuke es muy terco. 
 
—Itachi, ¿de quién habrá heredado esa obstinación?
 
—Tal vez de mi tonto hermano menor. 
 
—Ajá, si claro, como no.
 
Observar como Itachi se hacía el desentendido, tratando de que su declaración sonara seria, pero fallando por las sonrisitas nerviosas que no podía controlar, le divertía tanto a Shisui, ya que era una faceta que pocos conocian del letal hijo mayor de Fugaku Uchiha. 
 
Por su parte, el Omega Uchiha no podía evitar romper en risa cuando cuando pretendía fingir seriedad en momentos familiares tan gratos como éste, y más cuando 
tenía encima tanto la mirada como las feromonas de su Alfa. Ambos se comportaban como dos adolescentes enamorados, creando una mezcla de sus dos aromas muy encantadora.
 
—Por cierto, me hubieras dicho que Menma-Kun estaba en casa, así pude haberle preparado un biberón—comentó el joven padre de familia. 
 
—Es que lo acabo de traer hace poco, no sé si ya comió o no, pero no ha llorado por alimento, mientras ha estado aquí. Así que debe estar bien—informó, encogiendo los hombros, restándole importancia al asunto para enfocarse en otro asunto que lo distrajo. 
 
Aparentemente, su sobrino se hallaba inquieto, pues se movía insistentemente, pero lo que realmente ocurría es que luchaba por incorporarse. Con premura, Itachi ayudó a Menma a erguirse progresivamente, no era inusual dicho comportamiento en él, debido a que cualquier lactante con seis meses, tenía la capacidad de darse vuelta, pero todavía le flaqueaban las fuerzas en sus bracitos, al querer sentarse por su cuenta. El pequeño Uzumaki centró su vista en el rostro amable de su tío que lo sujetaba de la cintura para darle algo de soporte. 
 
—Ya esta, querías ver a Charasuke desde esta posición ¿no?—habló conmovido con lo fácil que era adivinar los anhelos de Menma. 
 
No le sorprendió a Shisui el hecho de que su sobrino estuviera en su casa, aunque se escuchara extraño, estaba al tanto de los métodos de Itachi para llamar la atención de su tonto hermano menor, cuando consideraba que éste se alejaba de su lado. 
 
Descubrió este lado oscuro e inmaduro de Itachi cuando ambos eran adolescentes. En aquellos ayeres, cuando Sasuke entró en la academia y empezó a a hacerse amigo cercano  de Naruto y otro niños, fue el inicio de la creación de una brecha entre ambos hijos de Fugaku. 
 
Entre los deberes de la academia y el estrés constante de sacar buenas calificaciones que presionaban a Sasuke y la misiones como Anbu pendientes de ser atendidas que se le acumulaban a Itachi, el tiempo que compartían comenzó a ser escaso. 
 
Ahí por primera vez Shisui fue testigo de cómo su primo con 13 años de edad, ideó un plan para que su "cría" no abandonara el nido, y que no lo cambiara por Naruto o algún otro amiguito de la escuela. 
 
Al recordar la anécdota, y juzgándola con su madurez actual, a Shisui le pareció infantil que Itachi sustrajera y escondiera el juguete favorito de Sasuke, un dinosaurio verde de felpa, y lo escondiera en el ático. Con el objetivo de que cuando fuera notada su ausencia, ambos hermanos se la pasaran buscándolo por toda la casa durante un fin de semana. Recuperando su estatus como hermano mayor y protector.   
 
Ahora, años más tarde, comenzaba de nuevo este juego de "secuestrar" lo más valioso para su hermano menor, sólo que está vez fue su cría, estaba consciente que esto atraería al joven padre Omega sin duda alguna, pero faltaba en como se lo tomaría. 
 
Si bien, Itachi no le hacía daño al bebé, y probablemente le dejó una pista para que sus padres le fueran a buscar luego, era un método muy radical para que Sasuke acudiera a visitarlo. Shisui meditó que hablaría con su esposo sobre este tema más tarde. 
 
El pequeño ojiazul se dedicó a ver desde lo alto al otro infante, al mismo tiempo que con sus manos agarraba los mechones oscuros o la ropa, tirando levemente de cuando en cuando. Mientras que el pimpollo Uchiha se dejaba hacer, pero cuando sintió que les habían jalado el cabello, empezó a hacer pucheros y a querer gimotear. 
 
—Solecito, no hagas eso—reprendió suavemente Itachi, tomando su manita para que soltara a su hijo—Chara comenzará a llorar. 
 
—O peor aún, está lunita podría devolvertela—afirmó Shisui, sujetando a su hijo por las axilas, levantándolo de la cama, permitiéndole una estabilidad en sus piecitos, al posarlos sobre la superficie de la cama. 
 
Debido a su corta edad, Charasuke aún no contaba con la solidez en su cuerpo para permanecer sentado o de pie por su cuenta. Sin embargo, era un aspecto que podría solucionarse fácilmente, si lo sostenían adecuadamente, automáticamente ganaba la confianza de lanzar diminutas patadas. 
 
Al sentirse seguro y equilibrado el chiquitín de ojos negros empezó a dar alaridos de emoción al estar, de nuevo, a la altura del ojiazul. 
 
Curiosamente, Menma más que reaccionar intimidado, empezó a aplaudir al ver a su primo permanecer de pie con algo de ayuda. 
 
—¡Es tan tierno!—elogió el Uchiha Omega al ver en esta acción de su sobrino una faceta de Sasuke. Depositando un beso en la frente del bebé, quien le sonrió. 
 
—Si, ambos lo son—confirmó el Alfa Uchiha, dándole también un besito a su terroncito de azúcar que sostenía con sus manos, ganándose también una sonrisa social. 
 
Ahí fue cuando Shisui reiteró su opinión sobre que fue grandioso haber iniciado una familia, valió la pena esperar a que Itachi estuviera listo. Inclusive, por un segundo, deseo que este tipo de escenarios fueran eternos, pues la atmósfera era perfecta. 
 

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