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Hipotéticamente por L_inverse

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Notas del fanfic:

Antes de empezar con la historia... te quiero invitar a leer estas pocas líneas (:

Sobre la historia:

Esta obra es un OS con temática BoysLove. Los nombres de los personajes están inspirados en la banda sur-coreana BTS; sin embargo, la obra es por completo ficción. 

Esta historia pertenece a un compilado de tres historias pertenecientes al mismo universo, con distintas parejas.  El nombre de la saga y de la historia principal es: "No sé si es amor".

Sobre la trama:

La historia se desarrollará en dos capítulos: el principal y un extra. Este último capítulo contiene vocabulario subido de tono y es por este motivo que se incluye la advertencia de contenido adulto. Esta historia NO posee contenido explícito.

 

~*~~~*~~~*~

 

Querido/a lector/a:

Espero que disfrutes las obras que he dispuesto para tu disfrute en este momento. Cada una de ellas contiene pedacitos de mi mente y de mi corazón que he puesto para que sea una lectura agradable para ti en todos los sentidos.

Mi intención no es ofender ni faltarle el respeto a nadie con mis palabras y mis obras, por lo que te pido que también guardes el respeto por ellas y puedas darme tu opinión de forma constructiva.

Estoy muy contenta y emocionada de tenerte aquí para leer el fruto de mi trabajo.

Por favor, disfruta.

¡Un abrazo!

 

Hipotéticamente

TaeKook

 

— De acuerdo, ¿alguien va a decirle?

Jungkook levantó el rostro —el cual anteriormente había estado escondido entre sus manos debido a la frustración— en cuanto escuchó a Yoongi decir aquello.

El resto de sus amigos— Nam y Jin— se miraron entre sí con evidente incomodidad y el menor sólo pudo aguantar apenas unos segundos de incertidumbre y de silencio tenso antes de preguntar—: ¿decirme qué?

Los tres mayores volvieron a poner expresiones llenas de dudas, evitando la mirada del pelinegro y su insistencia por saber qué demonios estaba pasando.

— Yoon, no creo que sea el momento. — musitó Namjoon, mostrando un gesto de frustración en dirección a Yoongi, quien se rascaba la nuca distraídamente mientras miraba hacia el piso entre sus piernas.

El departamento de Nam y Jin jamás había estado en aquel silencio tan incómodo, con los mayores lanzándose miradas con preguntas y respuestas que Jk no podía entender todavía, mientras que la comida sobre la pequeña mesita de centro de la sala se enfriaba en medio de la conversación en la que ya llevaban un tiempo sumergidos.

— Alguien tiene que decirle de una vez. — reclamó el castaño tras chasquear la lengua y mirar con fastidio hacia Kim Namjoon. — Deberías haberlo hecho tú hace mucho.

— ¿Y yo por qué? — alegó el aludido. —Soy el menos indicado para hablar de estas cosas.

— ¿No eres algo así como su padre del alma?

— Pero sí es cierto que deberías haber tenido esta conversación con él antes. — apoyó Jin a Yoongi, mirando a Namjoon con reproche.

— No empieces. También pudiste haberle dicho, mamá.

— ¡Hey! Dijimos que no volverías a llamarme de esa forma.

Jungkook escuchó toda esa conversación sintiéndose un mero mueble en aquella diminuta sala; golpeaba incesante la cara interna de su mejilla con su lengua mientras sus rodillas temblaban y sus manos no podían quedarse quietas.

Jin quejándose de que no era la mamá de nadie, apodo que quedó después de que, en medio de una borrachera, Jimin y Jk le dijeron "te quiero, mamá " cuando SeokJin los fue a buscar al bar y les diera alojo esa noche en su habitación.

Namjoon luciendo claramente incómodo con el supuesto rol paternal que ejercía en la vida de Jungkook dado que se conocían desde que el menor tenía diez años y el dueño de casa, trece.

Y Yoongi tratando de solucionar una discusión que, en primer lugar, él había iniciado con el supuesto asunto de tener que decirle algo a Jungkook.

Todo era caos; ridículo, incontrolable y confuso caos en esa sala. Y Jungkook estaba al medio, lleno de dudas, de frustración, vergüenza y tristeza.

Sí, tristeza. Estaba desanimado y había ido hasta la maldita casa de Jin y Namjoon para que le ayudaran con su problema, no para estar ahí en medio de una discusión digna de alguna teleserie extranjera y dramática.

—¡¿Se pueden callar?!

El grito de Jungkook se amortiguó entre el sillón de tela y el mueble con el televisor y el equipo de música; se perdió entremedio de sus amigos que cesaron de inmediato su discusión y volcaron su atención en el menor, notando el estado exaltado en el que estaba, a punto de alguna crisis.

Una expresión de preocupación surgió de inmediato en sus rostros y Jin aclaró su garganta antes de palmear el hombro del pelinegro y fruncir los labios en un gesto de disculpa.

— Respira con calma.

Jungkook no se había dado cuenta de que su respiración se igualaba a la que tenía cuando corría por más de una hora o estaba todo el día en el estudio de baile practicando; notó que Yoongi le sirvió un vaso con agua y se lo extendió sobre la mesa, invitándolo a apaciguar la opresión en su pecho con un sorbo.

Hizo un conteo mental. Primero hasta diez, después hasta veinte, después hasta cincuenta; todo el tiempo concentrándose en el calor de la mano de Jin sobre su hombro y en convencerse de que ese era un espacio seguro y que podía controlar su ansiedad.

Después de unos segundos, sacudió su cabeza y refregó su rostro con sus manos, inquieto.

— ¿Pueden decirme de qué demonios hablan? — pidió entonces, con la voz amortiguada debido a que su rostro aún se escondía entre sus manos.

Esta vez, el silencio fue más corto.

— Jungkook, sobre lo que mencionabas acerca de Taehyung... — fue Nam quien tomó las riendas de la conversación, adoptando esa típica actitud tan propia de él, de una persona seria y madura y responsable y cool ante los ojos de Jk.

«Padre del alma».

Eso le había dicho en una tarjeta de navidad que le había regalado al mayor hace unos años; porque pese a que Nam no era su padre— ni siquiera su hermano mayor o algún primo cercano— jugó ese rol protector con él desde que tenía memoria; ese rol de guía en su vida, como una brújula.

Pero pese a la presencia fuerte que emanaba Namjoon y la seguridad que usualmente lo invadía cuando este le conversaba, ahora, en cambio, sólo sintió su estómago resolverse de forma casi dolorosa.

El motivo había sido uno sólo, y era la pronunciación del nombre de Tae.

Porque toda esa reunión había empezado por eso ¿no? Con Jungkook llegando hasta la casa de ellos, no importándole que Yoongi también estaba ahí— tal vez para hablar de sus propios problemas— y soltando todos sus pensamientos caóticos y disonantes respecto a la situación que había pasado esa mañana, justamente con Taehyung.

Taehyung. Su partner, su pal, su bro, su roomie.

— ¿Qué es? — preguntó el pelinegro, ansioso. Qué demonios se suponía que debía saber, qué podía ser tan importante como para no querer decirlo de inmediato y haber tenido que pasar por esa discusión; qué demonios era lo que estaba sucediendo.

— Jungkook, sabes que estás... enamorado de Taehyung, ¿verdad?

Pese a que Jin había pronunciado esas palabras con cautela y mucha sutileza, todavía sujetando el hombro del menor en un gesto de apoyo, Jungkook sintió que se había estrellado de frente con un cristal; pudo escuchar el sonido de éste quebrándose en millones de fragmentos, perdiéndose en las sombras e incrustándose en su cara con violencia.

La verdad duele ¿no?

Cuanta sabiduría en una sola frase.

Jk intentó con todas sus fuerzas no perderse más en ese frenético torbellino de pensamientos que era su mente usualmente, sino que se concentró en seguir esa idea, esa simple idea que habían sembrado sus amigos, quienes lo miraban con paciencia, dándole todo el espacio y tiempo para procesar...

Procesar que estaba enamorado de Tae.

De Tae. Su partner, su pal, su bro, su roomie....

Tenía... tenía demasiado sentido.

Por supuesto que tenía demasiado sentido. Tae era su todo desde que comenzaron a frecuentar; era su alma gemela, literalmente. Es decir, con Tae era la única persona con quien podía ser excesivamente él mismo porque sabía que lo iba a acompañar en cualquier disparate que cruzara por su mente.

Tae era serenidad y calidez en su vida, era apoyo y al mismo tiempo era compañía; era la única persona a la que le prestaba su ropa y también era la única persona con la que no le molestaba compartir cama.

También toleraba su desorden y sus mañas, así como también sus caprichos y sus gestos cariñosos.

Tenía todo el estúpido sentido del mundo que estuviese enamorado de él y en el fondo, muy en el fondo, lo sabía desde hace demasiado tiempo. Lo sabía y no quiso decírselo a su parte consciente, a su lado racional; no quiso escuchar a esa pequeña vocecilla en su cabeza que le alarmaba sobre este sentimiento hacia su mejor amigo.

— Oh... — fue lo único que pudo decir, para luego aclararse la garganta y bajar la mirada. Los ojos de sus amigos seguían sobre él, algo inquisitivos, pero también pacientes. — Y él... —Jk se atoró con su pregunta. Se sentía viscosa en su garganta y parecía negarse a salir, pero era lo único que faltaba por preguntar... —¿y él lo sabe?

Algo en el ambiente pareció cambiar. Como si, de alguna forma, se hubiese dulcificado, se sentía más ligero; tal vez fue por el gesto de impresión de Namjoon o la ceja alzada de forma casi cómica de Yoongi o, quizá, por la forma en la que Jin parecía contener la risa y mirar a sus otros amigos en busca de una respuesta.

Y así, sin entender mucho el por qué, él también se sintió más ligero. Como si se hubiese sacado algo de la espalda y ya no tuviese que cargar con ello.

Tal vez era liberarse de aquel secreto que se mantenía escondido en su interior, tan escondido... que tal parece que ni siquiera él se había dado cuenta.

— Uhm... pues... — Nam titubeó, mirando de reojo al castaño, como esperando que lo rescatara y dijera algo.

— Créeme que, si tú no lo sabías, él tampoco debe tener idea de esto. — respondió Yoongi con calma, casi frustrado mientras alcanzaba una pequeña aceituna que había en la mesa y se la llevaba a la boca con tranquilidad. Signo de que estaba más relajado.

— ¿Y por qué me lo dicen ahora? — exclamó Jungkook ante la respuesta de sus mayores. — Estaba mejor sin saberlo. Ninguno tenía que saberlo.

— Nosotros lo sabíamos. — corrigió Jin.

— Pero y ahora ¿Qué voy a hacer? ¿Qué se supone que le diga? ¿Cómo voy a mirarlo? ¿Cómo demonios voy a vivir con él sabiendo esto?

— Hey, no es como si ahora hubiese mágicamente aparecido este sentimiento. Sólo que ahora eres consciente de él.

— No ayudas, Joon... — advirtió Seokjin tomando tranquilamente de su café.

No, por supuesto que eso no ayudaba. Yoongi tenía razón y Nam no era el mejor para hablar de estas cosas, si ni siquiera quería hablar de la relación que tenía con Jin; nadie sabía lo que era— amistad, romance, bromanceroomies o cómplices de asesinatos— solamente ellos dos y, sinceramente, ninguno de sus amigos quería entrometerse en la vida personal de ellos.

Pero ninguno de sus amigos parecía tener las respuestas que él necesitaba, nadie parecía poder salvarlo de esta situación.

— Jungkook, sólo te lo decimos porque tú querías entender por qué te había irritado tanto ver a Tae con una chica. — el dueño de casa recibió un ligero golpe en el hombro por parte de Jin, otra advertencia a sus comentarios.

Nam seguía sin ayudar, lo había dicho aparentemente para explicarse y ser un apoyo; sin embargo, estaba lejos de ser útil. Porque Jungkook, de sólo pensar en ello, soltó un gruñido exasperado mientras jalaba sutilmente sus cabellos.

Todo estaba saliendo mal ese maldito día. Todo se estaba tornando más complicado; había llegado ahí para encontrar respuestas, calma y apoyo y se encontró en medio de una escena de teleserie, a punto de una crisis de ansiedad y con la ridícula sorpresa de que estaba enamorado de su mejor amigo, quien, por cierto, había recibido una declaración de amor esa misma tarde.

Jungkook se echó hacia atrás, soltando gruñidos y pequeños grititos de frustración tratando de lidiar con todas sus emociones y los descubrimientos de aquel fatídico día.

En eso, escucha unas teclas de celular ser rápidamente marcadas y el tono lejano del marcado de llamada.

— Hey, dude, ¿Qué tal? — Yoongi estaba hablando con alguien por teléfono, al parecer él había iniciado la llamada. — Sí, sí... oye, creo que rompimos a Jungkook, ¿puedes venir a buscarlo?

El pelinegro se quedó quieto, extrañamente atento a la llamada que mantenía el castaño.

— Ajá, en la casa de NamJin. Nos vemos. — enseguida colgó, soltó un suspiro y miró a Jungkook antes de decir—: Tae viene a buscarte.

Si hubiese sido un dibujo animado, tal vez sus ojos se hubiesen salido de sus órbitas disparados hacia la pared—-o algo parecido— debido a la impresión. Para Jk se sintió así cuando abrió sus ojos de par en par y abrió la boca sin poder decir ni una sola palabra, anonado.

— Q-qué demonios... —

— Va a estallar... — murmuró Jin a Namjoon con tranquilidad.

— ¡¿Qué demonios hiciste?!

— Yep, estalló. — murmuró de vuelta el más alto.

Jungkook no lo podía creer. ¿Tae venía en camino? ¿Y ahora qué se supone que iba a hacer?

— P-po-por qué... c-co-cómo... — estaba tartamudeando de los nervios.

— Kook, debes enfrentar esta situación. No olvides que se trata de Tae, de la persona más comprensiva que has conocido y, por lo demás, en quien más confías. — le dijo el castaño con su madurez característica cuando se ponía sobreprotector con él. — Lo que sea que sientas, lo vienes sintiendo desde hace mucho y cualquiera sea la relación que establezcas con él, ya sea manteniendo su amistad o no, es importante que sepas decirle cuando algo te causa incertidumbre o malestar, siempre buscando ser asertivo.

— Pero yo...

— No te estoy diciendo que le digas de buenas a primeras que lo amas. Sino que le preguntes tus dudas respecto a la situación de hoy y tal vez explicarle por qué te causó malestar.

— No sé por qué...

— Estabas celoso, Kook. — le dijo Jin finalmente, como si estuviese un poco harto de la situación. — Eso pasó. Y los celos vienen de inseguridades propias. Por ejemplo, ¿crees que Tae dejará de pasar tiempo contigo si decide salir con una chica o un chico?

Sí, sí y más sí. Pensó internamente el pelinegro, pero simplemente asintió hacia Jin.

— El lugar que ocupas en la vida de Tae no es reemplazable, aunque no sepamos qué lugar es exactamente, porque eso es algo que tienes que resolver con él, no con nosotros. — explicó su amigo.

— ¿Cómo se lo digo sin lastimarlo?

Era una de sus tantas preocupaciones. No quería preocupar a Tae, no quería hacerlo sentir mal ni incomodarlo con sus inseguridades.

— Es Tae, Kook. — le dijo Nam, como si fuese lo más simple y evidente del mundo. — No te olvides de eso cuando hables con él.

 

~*~~~*~~~*~

 

Pasaron cerca de veinte minutos cuando el timbre del departamento sonó dos veces, con insistencia. Jungkook se tensó inmediatamente ante esto, sabiendo que el que estaría detrás de la puerta sería su mejor amigo.

Yoongi le dio una palmada en la espalda tras levantarse y dirigirse hacia la entrada para dejar ver al recién llegado.

Desde su posición en el sillón de la sala, el pelinegro pudo ver con claridad la cara que tenía el otro chico en cuanto Yoongi abrió la puerta; lucía un poco sudado y agitado y apenas le hizo un gesto con la cabeza al castaño antes de entrar e inspeccionar la habitación en busca de algo.

Se detuvo de inmediato cuando su mirada se encontró con la de Jk y lo primero que hizo fue acercarse con rapidez y sentarse a su lado, escrutando su rostro con rapidez y frunciendo el ceño con evidente preocupación.

— ¿Qué pasó? — le preguntó con urgencia. Jk sintió una horrible opresión en el pecho.

— Le dio una crisis de ansiedad y no queríamos que se fuera solo a casa. — respondió Jin con una sonrisa, mintiendo descaradamente.

Tae ni siquiera preguntó por qué Nam o SeokJin no podrían haberlo llevado o por qué Yoongi—cuyo trabajo en el bar quedaba de pasada hacia el departamento que compartía Kook y el otro chico— no pasó a dejarlo; no, Taehyung solamente asintió y tomó la mano del pelinegro con suavidad.

— ¿Cómo te sientes ahora? — le preguntó.

— Mejor. — respondió a secas, ignorando la mirada penetrante que le dedicaba el otro.

— ¿Seguro? ¿Quieres que te cargue? — Jk soltó una carcajada, Tae jamás podría cargarlo.

— ¿Estabas en la academia, Tae? — preguntó Nam, acercándole un vaso de agua al recién llegado.

— Sí, teníamos una clase extra. El próximo mes haremos una presentación de nuestras composiciones. — explicó el castaño tras beber un sorbo de agua y, además, sin soltar la mano de Jungkook en ningún momento.

El pelinegro no sabía cómo sentirse ante eso ahora que sabía lo que sabía; no tenía idea de cómo controlar el leve temblor de su cuerpo y el sudor de su palma contra la mano de Tae, quien dejaba pequeñas y sutiles caricias con su pulgar en señal de confort.

De hecho, le daba un poco de vergüenza de mirar a sus amigos, sabiendo que ellos veían esa escena de otra forma, una donde un chico estaba estúpidamente enamorado de su mejor amigo y permitía que éste tuviera gestos tan cariñosos con él.

Patético.

— ¿Podemos irnos? Necesito descansar. — declaró Jk, sintiéndose inquieto nuevamente, casi claustrofóbico en aquella sala.

El resto lo miró con seriedad y el menor sólo se atrevió a levantar ligeramente su vista hacia Namjoon, quien le dedicó una serena sonrisa; una sonrisa que le dedicaba cuando se sentía orgulloso de él, cuando le decía que confiaba en sus talentos y valores; esa mirada paternal que Jungkook jamás obtuvo debido a su padre ausente y encontró cobijo en su gran amigo.

— ¿Quieres que les pida un taxi? — ofreció Yoongi.

— No, prefiero caminar. El frío me sentará bien. — respondió el menor, no queriendo que sus amigos gastaran dinero en un vehículo.

— Bien, vamos. — Tae fue el primero en ponerse de pie y jaló ligeramente a Jungkook para que lo imitara; sin embargo, el pelinegro se soltó de su mano y se acomodó su ropa con disimulo. — Gracias por avisarme, chicos.

— No pasa nada. Cuídalo bien y nos avisan si surge algo.

Tae comenzó a marcharse tras dedicarle una sonrisa a sus amigos y Jungkook volteó —antes de que su amigo se diera cuenta— para observar a los presentes en la sala; Jin, Yoongi y Nam le asintieron en señal de ánimo y él sintió que el pecho se le volvió a apretar por las ganas de llorar que lo abordaron.

Cuando la puerta se cerró tras él y se enfrentó a la noche de otoño y a la mirada de Tae que lo instaba a moverse para ir a casa... se sintió pequeño, extraño y con un montón de dudas.

Sería un camino muy largo de vuelta a casa.

~*~~~*~~~*~

Iban caminando por aquel barrio residencial donde su pequeño departamento estaba ubicado.

Venían caminando a la par, pero con una distancia no muy común entre ellos. Jungkook sentía sus pasos pesados y el silencio le hacía agachar la cabeza y moverse con mayor dificultad.

Tal vez se había sacado un peso de encima al asumir sus sentimientos por Tae frente a sus amigos, pero era algo completamente distinto asumirlo frente a su propio amigo.

Como siempre, el castaño le dio su espacio. Es que Tae sabía comprenderlo demasiado bien, sabía lo que necesitaba incluso sin que él se lo dijera de manera explícita y, usualmente, eso lo dejaba en una situación muy cómoda junto al otro.

Sin embargo, ahora era distinto, porque quizá no quería silencio esta vez; tal vez quería que Tae conversara de cualquier cosa, con la normalidad a la que estaba acostumbrado y no al silencio que le regalaba, seguramente pensando que, tras la supuesta — y no tan supuesta— crisis que había tenido, necesitaba ordenar sus ideas y sus emociones.

— Debimos haber cogido un autobús, está poniéndose frío. — finalmente, la voz del castaño le hizo soltar el aire que había retenido en sus pulmones, encontrándose a punto de otra crisis de ansiedad y sintiéndose de lo peor.

— Lo siento, no lo pensé bien. — expresó. — ¿Te presto mi chaqueta?

— Es muy amable de tu parte, pero no quiero tener que cuidarte después porque te enfermas. — dijo Tae con su típico tono de voz dramático, a lo que Jk sólo pudo soltar una carcajada.

— ¿Qué? ¿No te gusta cuidarme?

— No me gusta quedarme sin el cocinero oficial de nuestra casa.

— ¿Ni siquiera tienes vergüenza de admitirlo?

— Nop.

Ambos se lanzaron a reír, haciendo que los pasos de Jungkook se sintieran más ligeros y acortara un poco la distancia entre ambos; todavía ni siquiera se tocaban, pero ya había logrado ponerse un poco más nervioso cuando alcanzó a percibir el olor del cabello de Tae que se mecía un poco por la brisa; curioso, porque era el mismo shampoo que él usaba, pero en Tae se sentía distinto, como más dulce y agradable.

— Guk... ¿quieres hablarme sobre lo que pasó en la tarde?

Tae había hecho la pregunta con mucha calma y también con mucho cariño, lo miró con sus ojitos oscuros y su semblante apaciguado, todo lleno de serenidad para transmitirle apoyo y comprensión.

Ya no había vuelta atrás, ya no podía dejar de pensar en el hecho de que estaba enamorado de Taehyung, que todo lo que veía y pensaba de él daba vueltas alrededor de ese pensamiento y lo estaba consumiendo completamente; porque no sabía cómo enfrentar aquello... no sabía cómo enfrentar esa realidad.

Esta realidad que — aunque no hubiese aparecido por arte de magia — de pronto saberse consciente de ello lo llenaba de un montón de incertidumbre.

Y lo más importante... ¿Tae lo sabría, así como lo sabían sus amigos?

Y si no lo sabía... ¿qué pasaría si se enteraba? ¿Qué pensaría de él? ¿Se sentiría incómodo? ¿No querría vivir con él?

¿Había alguna posibilidad de que él...?

— No tienes que hablarme de ello si no quieres. — la voz de su amigo le hizo darse cuenta de que se había quedado dando vueltas en su propia mente y dejó que el silencio se extendiera entre ellos.

— No, es que... fue una estupidez. — dijo Guk, rascándose la nuca con brusquedad y, de paso, alborotándose los cabellos.

— Estoy bien con las estupideces. — señaló Tae.

— Pero esta es una grande... — siguió diciendo el pelinegro, pateando una piedrecilla del camino.

— Soy todo oídos.

— Bien... — Jungkook sabía que, de alguna forma, su amigo seguiría rebatiendo sus excusas y prefirió comenzar por algo más... simple. — Pero antes quisiera saber algo.

— Adelante. — el pelinegro tomó aire y se aclaró la garganta antes de preguntar.

— ¿Qué quería la chica de hace un rato?

— ¿Cuál chica? — cuestionó rápidamente el otro.

— La chica del almuerzo. La que se acercó a nosotros porque quería hablar contigo. — se explicó, mostrándose más inquieto y ansioso.

— Ohh... esa chica...

Jungkook simplemente quería escucharlo de boca de Tae, porque — honestamente — él ya sabía lo que había ocurrido en esa conversación.

De hecho, todo partió por eso. Esa tarde estaba almorzando con su amigo, sentados en uno de los patios de la academia donde asistía Jungkook, cuando llegó una chica hasta su lado, con aires de timidez, pero muy decidida a pararse frente al castaño.

Jungkook la había observado con curiosidad y Tae, como era de costumbre, la saludó con amabilidad y comenzó a conversar cordialmente con ella entre risas y comentarios que sólo ellos entendían, puesto que iban juntos en una clase de composición.

El pelinegro había comenzado a impacientarse por la forma en la que la chica seguía ahí, sin importarle si estaba interrumpiendo su almuerzo o algo por el estilo; hasta que la mirada de ella se cruza con la de Jeon y se pone inmediatamente más nerviosa que antes.

En ese momento, la chica le preguntó a Tae si podían hablar en privado, claramente refiriéndose a que Jungkook estaba estorbando en esa situación. Su amigo pareció pensarlo un poco y luego miró a Jeon, como preguntándole si estaba bien con eso.

El chico no estaba interesado en seguir ahí, se sentía molesto y, como no podía darle una explicación racional a su sentir, prefirió marcharse y dejarlos solos...

Pero no fue tan así la situación, porque el joven Jungkook se había quedado algo cerca, lo suficientemente cerca para que sus oídos super entrenados pudieran oír la conversación, mas lo suficientemente alejado para que no se viera sospechoso.

Lo que había escuchado había sido una tierna y pequeña confesión amorosa por parte de la chica y la pregunta abierta hacia Taehyung si es que podía darle la oportunidad de salir y conocerse mejor, tal vez llegar a ser algo más que simples amigos o compañeros de clase.

Tae le había sonreído — cosa que, sin entender por qué, había molestado más a Jungkook — y le había agradecido por sus palabras y le dijo que, por supuesto que lo iba a pensar, que le diera unos días.

Jungkook —para ese momento— ya no quería seguir ahí. Se había marchado a sus clases con una opresión horrible en el pecho; con molestia, tristeza y un regusto amargo en su boca debido a emociones que no podía explicar.

Evidentemente, Nam, Yoongi y Jin había sabido darle un nombre a su sentir, a todo el torrente de sensaciones negativas que lo habían abordado y ahora, frente a Tae, honestamente no quería saber lo que le había dicho la chica, sino lo que él pensaba de la situación; quería saber si en verdad lo estaba considerando, si en verdad quería salir con ella.

— Quería que saliéramos... — habló finalmente el castaño. — Le dije que lo iba a pensar.

— Oh... — fue lo único que salió de la boca del pelinegro, como esperando que el otro dijera algo más. — ¿Y lo vas a pensar?

— Claro, eso le dije. — respondió Tae como si fuese demasiado obvio.

— Es decir, ... ¿entonces te gusta?

— ¿Ella? No, sólo es mi compañera de clase. — Tae parecía perdido en la conversación y Jungkook se vio más frustrado ante eso.

— Entonces por qué le dijiste que lo pensarías.

— Porque no podía sólo rechazarla. Además, no está demás darle una vuelta a la situación.

— ¿Y así sin más sales con alguien? ¿Es decir que saldrías con cualquier persona que dijera ahora que le gustas? — Jungkook comenzaba a perder el control. — ¿Qué? ¿Me vas a decir que saldrías conmigo si te dijera que me gustas?

— ¿Te gusto? — preguntó Tae con evidente sorpresa.

En ese momento, Jungkook se calló tan abruptamente que sus dientes chocaron e hicieron un sonido seco que pareció hacerse muy notorio entre ambos.

Demonios, demonios, demonios.

Era lo único que pensaba Jk. Se había expuesto por ser un maldito impulsivo. ¿Cómo saldría de esa situación? Sabía que debió haber respondido rápido que no, para que no pensara mal, pero... ¿estaba tan mal querer que Tae supiera sobre sus sentimientos? ¿que lo entendiera, así como lo hizo con esa chica?

¿Estaba tan mal suponer, por un pequeño segundo, que...quizá... podría pasar algo más?

Sin darse cuenta, ambos se habían quedado detenidos en medio de la calle, mirándose fijamente y en silencio; Tae lucía demasiado sorprendido y parecía querer una respuesta con mucha curiosidad.

— Guk, ¿te gusto?

— Aish, estás desviando el tema. — le dijo negando con la cabeza, sintiendo el rostro estallar en rubor.

— ¡Pero si tú dijiste que te gustaba y si saldría contigo de saberlo! — exclamó Tae, acercándose un paso y logrando, con ello, que Jungkook retrocediera también.

— ¡No, no, no! Lo malinterpretaste.

— No había nada que malinterpretar, lo dijiste explícitamente — señaló Tae, cada más curioso, cada más exigente.

— ¡Podrías responder entonces!

El otro chico se quedó callado por unos segundos, calmándose brevemente para luego añadir:

— ¿Hipotéticamente hablando? — preguntó, cruzándose de brazos y mirándolo con los ojos entrecerrados.

— Claro, hipotéticamente. — aseguró el pelinegro, sudando frío.

— Te diría que también me gustas.

La mandíbula de Jungkook se desencajó prácticamente cuando escuchó aquello y Tae, evidentemente siguiendo con aquella ridícula discusión, añadió—: Hipotéticamente, Guk.

El pelinegro entonces se sintió violentamente desafiado y alzó una ceja mientras metía las manos a sus bolsillos y se acercaba un paso hacia Tae, quién no retrocedió y lo seguía escrutando con sus ojos entrecerrados.

— O sea que sólo te gustaría si te dijera que me gustas. — señaló, para dejar en claro la situación.

— Hipotéticamente.

— ¿Puedes dejar de decir «hipotéticamente», por favor? — le recriminó, molesto.

— Claro.

— Gracias.

— De nada.

Ambos se miraron, desafiantes. Jungkook ya ni siquiera sabía por qué demonios estaban peleando; sin embargo, ambos seguían atentos a los movimientos del otro.

— ¿Vas a decirme si te gusto o no? — preguntó entonces Tae. — Y si dices «hipotéticamente» te voy a golpear.

— ¿Qué tal «en teoría»?

— Guk... — dijo en modo de advertencia. Su amigo se estaba impacientando.

El pelinegro soltó un suspiro mientras caminaba unos pasos, dando vueltas en círculos.

— Ok, hablemos de esto. — murmuró finalmente, tomando aire como si estuviese a punto de presentarse frente a una audiencia, completamente nervioso y tembloroso. — Me dio celos... verte con otra chica.

— Ajá... — musitó Tae, esperando que el otro siguiera hablando.

— Y... me hizo pensar en el motivo para eso...

— Entiendo...

— Así que, uhm... fui donde Nam y Jin.

— Por supuesto.

— Y, uhm...

El chico se alborotó los cabellos de nuevo y se cubrió el rostro mientras trataba de controlar su respiración.

No podía decirlo, simplemente tenía mucho miedo de decirlo. Tenía miedo de que todo se viniera abajo; vio su vida como algo tan frágil que podía romperse en segundos con tan sólo decirlo y ver que a Tae no le agradaba lo que sentía.

Hasta que la mano de su amigo se posa en su hombro y le da una suave caricia con su pulgar. Jungkook levantó la mirada y se encontró con una sonrisa serena en el hermoso rostro de Taehyung.

— También me gustas, Guk. — dijo el chico. — Y no es hipotéticamente.

Ambos soltaron una carcajada simultanea y, por alguna razón, Jungkook sintió enormes ganas de llorar al entender lo que le estaba diciendo su amigo.

Sus ojos comenzaron a arder y su nariz empezó a moquear tanto que tuvo que limpiarse rápidamente con la manga de su chaqueta y apartó la vista de Tae.

— No llores, bebé. — le dijo el castaño, acercándose para abrazarlo y cobijarlo entre sus brazos. — ¿Por esto tuviste una crisis?

— No sabía lo que ibas a decir si te enterabas. — respondió Jk, abrazando la cintura de Tae con fuerza... hasta que se dio cuenta de algo. — Espera... ¿desde cuándo te gusto?

— Desde hace años, Guk. — respondió Tae, apartándose para mirar al otro chico con confusión. — Pensé que lo sabías.

— ¿Cómo demonios iba a saberlo si recién hoy me enteré de que me gustabas?

— ¿Cómo que recién hoy? — se quejó Kim, apartándose un poco con gesto ofendido. — ¿No éramos pareja?

— ¡Qué!

— Es broma. — rió el otro chico, volviendo a abrazar a Jungkook por el cuello, pero manteniendo su mirada fija en el otro. — Lo siento, debería haberlo dicho.

— ¿Y por qué consideraste salir con otra chica si te gustaba yo? — reclamó el pelinegro, haciendo una especie de puchero. — ¿Querías sacarme celos o algo?

— Claro, hipotéticamente.

— ¡Basta!

Jungkook lo empujó, pero sólo logró que Tae estallara en risas. Se veía realmente radiante, como si fuese el único foco de luz que alumbraba esa calle residencial; en cambio, Jungkook se sabía completamente sonrojado y desalineado, con su cabello todo revuelto debido a sus impulsos de desordenárselos cuando no sabía qué decir.

Tae siguió sonriendo en su dirección, estirando su mano para acomodar unos mechones que estaban sobre su frente y luego bajando su mano para tomar la contraria, entrelazando sus dedos con ternura; algo que habían hecho anteriormente, pero que no dejaba de ser extrañamente nuevo y emocionante.

— Vas a decirle a esa chica que estás saliendo conmigo y que no puedes salir con ella ¿oíste? — le dijo el pelinegro, atrayendo al castaño hacia sí para tenerlo más cerca. Éste puso una cara de aflicción y chasqueó la lengua antes de responder.

— Jungkook, no me gustan los novios posesivos. — respondió a modo de desafío. — Tendrás que hacer méritos si quieres salir así conmigo.

— Tendrás que buscarte un novio que te cocine, entonces. — ante eso, el castaño fingió estar ofendido.

— Tú ganas esta vez. — Tae pareció sonrojarse un poco cuando se acercó más a Jk. — Pero tendrás que prepararme una cena romántica el fin de semana. Y me declararás tu amor con muchos clichés. Quiero música jazz, rosas, velas, champán...

— Odias el champán. — recordó Jk alzando una ceja.

— Como decía, champán, comida gourmet, trajes elegantes...

— Puedo pedir pizza y poner animé. — interrumpió el pelinegro.

— ¡Acepto! — dijo el otro, enredando sus brazos en el cuello contrario y dejando un corto beso en los labios de Jungkook. Ambos se miraron con los ojos muy abiertos ante la acción improvisada de Tae. — Oh, lo siento, ¿fui muy rápido? — y, sin querer, el pelinegro soltó una carcajada, abrazando la cintura del otro y mirándolo a sus preciosos ojos y sus mejillas ruborizadas.

— Está bien, podrías intentarlo de nuevo.

— Eres muy atrevido, Jeon Jungkook, estamos en plena calle.

— ¡No te importó hace cinco segundos!

Y en eso que Jungkook le estaba reclamando, Tae había vuelto a romper la distancia entre ellos, esta vez pegando sus labios por más tiempo que antes y dejando que el pelinegro suspirara tranquilamente mientras lo abrazaba y se dejaba fundir por la suavidad de los labios contrarios.

Se sentía extraño, como un hormigueo recorriendo cada célula de su cuerpo y, al mismo tiempo, se sentía con ganas de quedarse así indefinidamente, rodeado completamente de Tae.

— Tengo frío. — murmuró sobre los labios de Jungkook, robándole una sonrisa.

— ¿Vamos a casa, amor? — preguntó con tono burlesco.

— Por supuesto, mi vida.

Ambos rieron y comenzaron a caminar hacia su departamento, tomados de la mano y empujándose cada tanto mientras se decían cosas clichés y sumamente vergonzosas o bromeaban sobre una relación dramática y de teleserie.

Por lo menos, su relación ya no era hipotética.

Era sumamente real. 

 


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