Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De Rodillas por lpluni777

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Saint Seiya es obra de Masami Kurumada.

De rodillas

 

 

Deathmask de Cáncer sintió un muy olvidado tic en su ojo derecho cuando el santo enfrente suyo, de hecho, se puso de rodillas. La expresión siempre impasible del pelirrojo lo hizo pensar dos veces si él mismo había obrado mal o, más bien, su compañero era intrínsecamente idiota —obtuso—.

Eso último explicaría, ciertamente, por qué era tan buen amigo del santo de Escorpio.

El nacido Cáncer se llevó una mano a la sien y cerró los ojos con fuerza para reordenar sus pensamientos y, una vez lo consiguió, volvió a encarar a su compañero.

—Acuario, ¿se puede saber qué demonios haces? —cuestionó en un tono de voz amable y con la expresión serena. Afrodita y Shura adorarían oír esa historia más tarde.

Camus de Acuario lo miró a los ojos con sorpresa como si sus acciones debieran hablar por él —Deathmask casi rodó los ojos al pensarlo—. El más joven entonces bajó su vista y, tras contemplar un largo rato la entrepierna del mayor con el ceño fruncido, pues pensaba en otra cosa, también apartó el rostro en el intento de esconder el rubor de su cara; lamentablemente, éste se acentuaba en sus orejas. El santo de Cáncer hizo un esfuerzo sobrehumano por contener la risa.

—Yo solo —balbuceó el de Acuario—… Quiero terminar pronto.

Deathmask sintió un calor subir por su cuello al oírlo pero se repitió que, claramente, su compañero hablaba sobre su misión. Se aclaró la garganta y extendió una mano al que seguía de rodillas.

—Entonces ponte de pie y continuemos, venga, que no hablaba en serio.

Acuario dudó pero, finalmente, aceptó su ayuda. El mayor volvió a otear alrededor, ahora no observando las antigüedades en las repisas sino confirmando que no había cámaras de seguridad y el anciano encargado de la tienda no les prestaba atención, aún en medio de su siesta de la tarde. Le gustaron varios objetos, mas suponía que tendría que regresar más tarde para adquirirlos.

Deathmask tenía una enorme colección de antigüedades entre su recámara y los pasillos internos de su casa. Pensando en expandirla, le dijo sin pensar a su ansioso compañero que: «Si tanto quieres que vaya ahora mismo, ¿por qué no te pones de rodillas y ruegas un poco?», pues estaba seguro de que éste no iba a hacerlo.

Su misión, en esa ocasión, era diplomática. Nada de luchas estaban previstas, pero, Deathmask no fue enviado a conversar sino a cubrir las espaldas de su elegante compañero si las cosas se salían de control. El santuario tenía conexiones en todos los rincones de la sociedad, incluso los más bajos y sombríos; aunque el patriarca estaba seguro de la fuerza de Acuario, Cáncer comprendió bien el porqué no iba a dejarlo negociar a solas mientras salían de la tienda, aún tomados de las manos.

Milo de Escorpio lo decía siempre, «Camus siempre cumple sus promesas» y «Mejor cumple las promesas que hagas al santo de Acuario, no quieres terminar como el santo de Volans, ¿o sí?»

Incluso Deathmask sentía escalofríos al pensar en el fatídico destino de aquél muchacho que intentó engañar a un santo de oro.

Bien, Camus podría lidiar luego con un trato que no se concretara correctamente, pero, éso no quería decir que se fueran a salvar del disgusto por la confianza ciega de Acuario cuando alguien le hacía una promesa. Era tarea del mayor intervenir si algún aspecto del acuerdo sonaba innecesario, inalcanzable o directamente surrealista.

Acuario se arregló el collar de su ceñido traje azul marino frente al mostrador de una tienda cerrada, finalmente soltando la mano del santo de Cáncer.

—Dime, Deathmask —el menor volteó para verlo con los párpados cansados. El mayor le indicó con la cabeza que lo oía—. ¿Podemos compartir habitación esta noche? —cuestionó en un susurro que su alocutario oyó de milagro.

Cáncer respiró hondo y le tomó medio segundo caer en cuenta de que Camus no tenía repentinas dudas sobre su misión, a pesar de lo ansioso que se hallaba por el encuentro con los mafiosos unos minutos atrás. Sonrió cuando se le ocurrió una idea ante el cambio de prioridades en la cabeza de su compañero; él también había tenido una etapa en la que casi cualquier cosa podía ser fuente de irremediable excitación.

—Seguro —dijo acercándose al menor—, si antes me prometes una cosa.

—Habla —más allá de la tardía presión de sus labios, no tuvo dudas en contestar.

—Que ésa famiglia esté danzando en la palma de tu mano cuando cierres el acuerdo.

Un carro con la música a todo volumen pasó por la calle en aquél momento y por un instante los iluminó con el brillo de sus luces delanteras, escondiendo a plena vista la suave sonrisa de Acuario.

—Te lo prometo —accedió, antes de sepositar un corto beso sobre los labios de Deathmask.

El mayor sintió que acababa de hacer un trato con el diablo y poco le importó. Afrodita y Shura deberían contentarse con unos souvenirs de su parte.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).