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Road to Paternity por shiki1221

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Notas del fanfic:

Ninjaverse. Romance. Drama. Acción. Canon divergente. SNS y MCM. Fanfic hecho por el MCM Day.

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, sólo la historia es de mi propiedad.

Cap 1: Descubrimiento

La quietud a su alrededor era poco habitual cuando caía la noche. Estaba tan acostumbrado a ser arrullado por los gritos de dolor de los prisioneros que tanta calma era alarmante. Podía oír los latidos de su propio corazón. Se llevó la mano al pecho dándose cuenta de lo fascinante que era descubrir el sonido que hacía aquel órgano. Sabía de su existencia gracias a su dueño. Él le había enseñado a leer, escribir y luchar. Sabía matar sin ninguna dificultad. Por esa misma razón el conocimiento de donde se ubicaban los puntos vitales no le era problema, pero sentir sus propios latidos era tan… insuficiente. Estaba bombeando sangre. Cumplía correctamente su función. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué sentía que daba igual si dejara de hacerlo? Estaba vivo. Lo sabía gracias a que se tomó el pulso con sus propios dedos apoyándolos en su yugular. Soltó un corto suspiro al intentar deducir la razón para la ausencia de maldiciones, súplicas y gritos. Se giró en la cama buscando una mejor posición que le permitiera conciliar el sueño, sin éxito alguno.

―¿Qué estás haciendo? ―preguntó su compañero de habitación sin abandonar su cama ni su postura.

―Intento dormir ―respondió con voz monótona sabiendo que el otro tenía el sueño tan ligero que detectó su movimiento en la cama.

―Hoy no hay gritos ―mencionó con indiferencia girándose en la cama para quedar frente a frente―. Debería resultarte más fácil.

Sus camas estaban paralelas en el estrecho cuarto por lo que hablar en susurros les era suficiente para oírse perfectamente. Pues la distancia entre ambas apenas si superaba el metro y medio. Además de tener la puerta. Era un cuarto extremadamente pequeño, pero cumplía su función: ser un lugar donde dormir. No tenían muchas pertenencias o ropa de repuesto por lo cual el armario en la esquina era suficiente para los dos. Si requerían espacio para entrenar siempre contaban con el campo designado para ello. Por lo demás ocupaban el menor espacio posible. Todo el que hubiera en aquella guarida era reservado para los prisioneros rebeldes. Aquellos que peleaban cual animales intentando establecer un territorio. Su creador les había dicho que ellos eran superiores a esos salvajes y compartieran espacio. Así había sido desde que tenían memoria. Siempre juntos para todo; comer, dormir, entrenar o matar. Ellos eran un equipo perfecto citando las palabras de su dueño.

―Nunca he tenido problemas para conciliar el sueño por esos gritos ―contestó con aburrimiento.

―¿Estás enfermo? ―interrogó en un tono ligeramente diferente, como si expresara interés y preocupación, pero sin llegar a serlo realmente.

―Creo que algo anda mal ―respondió sentándose en la cama antes de levantarse a buscar sus armas ninjas―. Ya sabes que debemos estar atentos a todo lo que sea atípico ―recitó mientras su compañero imitaba sus acciones y se ponía de pie también.

―Un buen ninja nunca baja la guardia ―completó antes de girar su vista hacia la puerta.

Fue por breves segundos, pero logró vislumbrar una sombra detrás de ella. Era una suerte que todo el lugar fuera un sistema de túneles alumbrado por antorchas. Eso hacia sencillo notar las irregularidades desde la rendija de la puerta. Su compañero, pese a no estar viendo la puerta, notó el sonido del fuego de aquella antorcha frente a su habitación ser movido por el viento. Era imposible camuflar eso. No importaba cuanta velocidad pudiera tener el enemigo, era justamente su movimiento tan rápido el que alteraba las llamas. Una vez que tuvieron las armas en sus manos se miraron a los ojos asintiendo antes de volver a acomodarse en sus respectivas camas. No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera lentamente. No se filtró ninguna luz, pues habían extinguido las antorchas para cubrirse con la oscuridad. Al menos tres ninjas se acercaron a ellos en completo silencio. Sin perder el tiempo, cada cual asesinó al shinobi más cercano a ellos. Y al tercero lo derribaron juntos. Uno le dio una patada en la rodilla rompiéndola para que forzadamente se inclinara, mientras su compañero cortaba la arteria carótida de un sólo movimiento.

―No creo que sean los únicos ―comentó uno de ellos.

―¿Crees que sean la razón del silencio? ―preguntó el otro.

―Es posible. Aún no sabemos si durmieron o asesinaron a los prisioneros. También existe la posibilidad de que los hayan liberado.

―Como sea, debemos llegar con él, ¿verdad? ―interrogó recibiendo un asentimiento de cabeza.

―Sí, ¿estás armado? ―preguntó viéndolo seriamente antes de sujetar su mano.

―Lo estoy ―asintió estrechando la mano del contrario antes de comenzar a correr.

Se colocaron unas máscaras anbu que les robaron a los ninjas asesinados por ellos. Con un henge no jutsu imitaron la ropa de los fallecidos y corrieron juntos por el intrincado laberinto. Vieron varios cadáveres en el camino. Prisioneros, guardias de Orochimaru y aquellos ninjas invasores, en ambos bandos habían bajas. Supieron que hicieron bien en tomar esas máscaras. Así podrían evitar combates sin relevancia y llegar donde su creador antes de que fuera demasiado tarde. Los ninjas invasores no se les acercaron al verles las máscaras y los prisioneros estaban demasiado ocupados intentando usar esa oportunidad para fugarse como para reparar en ellos. Corrieron sin detenerse usando pasadizos secretos y cualquier oportunidad para escabullirse por lugares en los que sabían que no serían seguidos con facilidad. Al llegar a la habitación de su creador se acercaron con precaución. El lugar era una enorme sala vacía con excepción de unos pocos muebles y no poseía otra salida más que la propia entrada a simple vista. El techo en esa zona era similar al de una cueva, por lo cual llegaron a través de una grieta tras deshacer el henge. El mayor, al verlos, les lanzó un kunai al confundirlos con el enemigo.

―Estamos bajo ataque enemigo ―dijo uno de ellos haciendo que el mayor se relajara un poco sabiendo que sus creaciones llegaron hasta él.

―¿Qué debemos hacer? ―preguntó el otro ladeando la cabeza.

―Por ahora nos debemos retirar y reinstalarnos ―explicó el hombre de los ojos amarillos ayudando a los enmascarados a bajar del techo―. Kabuto ganara tiempo para nosotros y luego hará estallar todo este lugar enterrando a esos molestos ninjas de Konoha ―siguió relatando tomando la mano de cada uno de ellos antes de guiarlos hacia una pared.

Allí el sannin de las serpientes les soltó las manos y realizó unas posturas de manos antes de apoyar la palma sobre la pared. Una vez hecho esto, logró que se abriera un pasadizo. Una especie de puerta con escaleras que descendían hacia lo más profundo de la oscuridad misma. Sin embargo, antes de que pudieran entrar, un fuerte estruendo los distrajo. Un temblor en todo el lugar hizo caer enormes rocas a su alrededor. Siendo una de ellas la responsable de cubrir el sitio por el cual pretendían escapar. Un ninja de cabello rubio llegó gritando como de costumbre.

―¡Ni creas que te escaparas, Orochimaru! ―aseguró Uzumaki corriendo hacia él con un rasengan en la mano.

―El niño Kyubi ―dijo burlonamente mientras sacaba una espada de su propia boca.

―¡Ya no soy un niño! ―gritó con furia lanzando su ataque.

Y era verdad. Naruto ya no era un niño, era un adulto en toda regla, un jounin en sus veinte años de edad. Mas, para alguien de la edad del sannin, seguía siendo un simple mocoso escandaloso. Ese asunto lo resolvería después. Su misión allí era liderar un equipo de rescate para salvar a todos los prisioneros de Orochimaru. Recordaba con rabia haber encontrado hombres, niños e incluso mujeres embarazadas en las celdas y no quería saber cómo fue la concepción de éstas últimas. Temía demasiado descubrir cuan retorcido podría ser el hombre delante suyo con tal de obtener el cuerpo perfecto. Notó a las dos figuras junto a ese reptil de dos patas y le llamó la atención las máscaras que usaban, pero especialmente su altura. No recordaba que tuvieran anbus tan enanos. ¡Si hasta parecían niños pequeños!

―Un momento ―susurró Uzumaki para sí mismo detallando las figuras de los acompañantes del sannin―. ¡Esos son niños!

―No lo son ―negó el mayor con una sonrisa retorcida relamiéndose los labios―. Son mis preciadas mascotas ―habló con aquella malicia tan característica suya―. Mátalo ―ordenó a uno de ellos.

El aludido asintió y comenzó a lanzar kunais contra Uzumaki, quien hacia lo posible por bloquear los ataques sin dañar al otro. No le hacía la más mínima gracia herir a un niño y menos uno que probablemente había sido un experimento del sannin. A saber si no le habían lavado el cerebro al pobre y no era consciente de sus propias acciones. Sólo por eso buscaba ser considerado, pero eso lo ponía en un aprieto. El sannin no sólo se estaba escapando por donde él llegó sino que también se estaba llevando al otro pequeño en sus brazos. Cuando giró la cabeza intentando no perder de vista a su objetivo principal, recibió algunos cortes de los kunais pasando peligrosamente cerca de su cuello. Su atención volvió forzadamente sobre aquel pequeño enmascarado delante suyo. El jinchuriki la estaba teniendo difícil debido a la manera tan rápida en la cual tomaba ventaja de sus pequeñas distracciones.

―¡Naruto no pierdas el tiempo! ―ordenó un jounin recién llegado, quien bloqueó la entrada por la cual el sannin pretendía escapar.

―Tiempo sin verte, Sasuke-kun ―saludó el azabache de cabello largo con una sonrisa libidinosa―. Cuánto has crecido desde la última vez que nos vimos.

―A diferencia de ese Dobe no me importa matar a cuanto subordinado tengas para “entretenerme” ―amenazó con seriedad apuntando su katana hacia el frente.

Al Uchiha no le agradaba matar, ni siquiera a sus enemigos. Su estilo de pelea solía ser uno que apuntaba sólo a herir en puntos no vitales, pero eso no debía dejarlo al descubierto. Su enemigo era el sannin más retorcido y sanguinario de todos, cualquier muestra de piedad o mínima empatía humana podía generar una abertura para ese sujeto. Para su suerte, su rostro y carácter hacían sencilla la tarea de engañar a muchos, pero no a todos. Sólo esperaba que Orochimaru sí fuera de los que cayera en su treta. Sus ojos se posaron en el pequeño en los brazos del contrario. Por la manera de cargarlo era bastante evidente que se trataba de un niño. Por lo que podía detallar y, juzgando muy superficialmente, tendría entre unos siete y nueve años. Desvió la mirada hacia el contrincante del rubio y notó que probablemente también estaba en ese rango de edad y aun así peleaba bien. Incluso si Naruto no fuera considerado, parecía que no sería fácil ganarle.

―Ve a ayudarle ―ordenó el sannin al niño que bajó de sus brazos para dejarlo ir a ayudar a su compañero―. Ustedes podrán sin problemas ―alentó en un tono que a Sasuke le sonó hasta paternal. Le dio un escalofrío esa faceta nunca antes vista.

El niño asintió y corrió en dirección a donde Naruto luchaba contra el otro. El recién unido a la batalla lanzó varios kunais alrededor del joven de ojos azules dando oportunidad para que su compañero lo envolviera en unas cadenas hechas de chakra surgidas de su cuerpo. Al jounnin de Konoha lo sorprendió tanto como al propio Sasuke. Sus ojos hubieran seguido más tiempo enfocados allí buscando como ayudarle de no ser por Orochimaru. Sin perder el tiempo había intentado cortarlo con su espada, siendo bloqueado por la katana de Uchiha. Activó su sharingan listo para cualquier ataque. No tardó mucho en intentar rodearlo con sus serpientes, siendo decapitadas antes de siquiera tocar su cuerpo. Al moreno le extrañó un poco su pobre capacidad de respuesta y falta de creatividad en los ataques. Con su doujutsu inspeccionó al otro notando que ya estaba llegando a su fin el tiempo del cuerpo ocupado. Podía usar cuantos jutsus de transformación quisiera, pero su sharingan era capaz de ver a través del engaño. Así logró percibir el desgaste de ese cuerpo, necesitaba transferirse a otro pronto. Era su oportunidad de deshacerse de él de una vez y para siempre.

―¡Escuchen, niños! ―llamó Uzumaki queriendo convencerlos de soltarlo al verse sometido contra el suelo―. Sé que no deben ser malos y que ese hombre de allá les ordena hacer esto, pero nosotros hemos venido a salvar a todos ttebayo.

―No necesitamos ser salvados ―dijo el de las cadenas.

―Orochimaru-sama nos creó y nos cuidó bien todos estos años ―agregó el otro con un kunai en la mano acercándose lentamente por precaución vigilando cualquier indicio de un contraataque.

―Nos enseñó todos lo que sabemos. Seguro que nos felicitara cuando te matemos a ti y a ese de allá ―habló el de las cadenas ajustándolas incluso más.

El blondo pensaba en sus mejores opciones para liberarse y detenerlos sin dañarlos demasiado. Si simplemente se liberaba, volvería al mismo problema anterior y tendría que alargar la lucha en vez de pelear en conjunto con Sasuke. Se removió con fuerza mientras el chico del kunai se le acercaba buscando descubrir su cuello para hacer un corte limpio. Podría apuñalarlo en cualquier parte del cuerpo causando dolor, pero no la muerte. Fue triste darse cuenta de que su único consuelo era saber que esos niños no alargaban el sufrimiento de sus víctimas por algún placer sádico. Sus voces sonaban indiferentes y monótonas. Era como si dijeran que mañana llovería. Algo trivial y sin importancia cuando estaban hablando de arrebatarle la vida a otra persona. ¡Maldito Orochimaru! Ese sannin tan retorcido y cruel no se conformaba con nada. Siempre llevándose por el mal camino a cuanta persona considerada de interés, fuera un niño o un adulto, por las buenas o por las malas. Soltó un suspiro sabiendo que tendría que ser tosco con esos pequeños si quería salvarlos.

Por su lado, el portador del sharingan tampoco tenía mucha suerte peleando contra Orochimaru. Su atención se encontraba dividida entre aquellos pequeños luchando contra Naruto y el moribundo sannin delante suyo. Ese cuerpo putrefacto no soportaría una larga batalla. Por ello los ataques realizados eran rápidos y certeros pretendiendo eliminar al azabache lo antes posible. El shinobi más antiguo abandonó aquel cuerpo en estado de descomposición prematura y asumió la forma de una enorme serpiente blanca. Rodeó el cuerpo del Uchiha y se internó en su mente para dejarlo vulnerable. Mientras su mente estuviera ocupada podría hacer el jutsu de transferencia de cuerpo sin problemas. Mas, se olvidaba que en ese mismo lugar se encontraba también el jinchuriki observando todo. Éste se despejó de todas sus dudas y liberó una gran cantidad del chakra de Kyubi, cuya onda expansiva no sólo consiguió romper las cadenas del pequeño delante suyo, sino que también mandó a volar a ambos. Una vez libre, el rubio corrió hacia donde se llevaba a cabo la otra pelea.

―Has venido en el momento oportuno, Sasuke-kun ―murmuró con su bífida lengua―. Necesitaba un nuevo cuerpo y mis pequeños aun no estaban preparados para esa tarea ―explicó paseando su lengua partida por el rostro del Uchiha.

―Una sucia serpiente jamás podrá devorar a un halcón ―dijo activando su sharingan para meterlo en un genjutsu―. Y jamás podrás revertir el orden natural de eso.

Dentro de la ilusión Orochimaru sostenía una batalla contra su presa buscando someterlo allí para tomarlo por la fuerza. Sin embargo, desde afuera Naruto estaba destrozando su cuerpo haciéndose uso de su técnica más destructiva: el rasengan. Sin tener un cuerpo al cual regresar y con un Sasuke completamente en control de su mente, el sannin encontró su final. No tenía un nuevo cuerpo para ocupar a efecto inmediato como requería y tampoco podía volver al que estuvo ocupando gracias al blondo. Ambos shinobis se aseguraron de haberle dado muerte y respiraron aliviados. Tantos años esperando una oportunidad como esa. Habían tenido enfrentamientos anteriores contra ese ninja traidor y siempre se les escapaba. Cuando recién ocupaba un nuevo cuerpo era demasiado poderoso, incluso para ellos. Y cuando se encontraba débil hibernaba cual serpiente. Ocultándose en las sombras hasta el momento oportuno de volver a mostrarse.

―Al fin pudimos librarnos de él ―comentó Uzumaki viendo fijamente al dueño del sharingan―. Y seguramente los prisioneros al fin podrán regresar con sus familias ttebayo ―celebró con mejor ánimo.

―¿Qué hiciste con tus oponentes? ―preguntó Sasuke extrañado de no verlos a simple vista.

―¡Oh cierto los niños! ―recordó el rubio mirando hacia todos lados―. ¿Dónde están? Salgan, pequeños ―pidió en un tono jovial y amistoso―. No vinimos a hacerles daño, vinimos a salvarlos de ese sannin ―explicó Naruto mientras caminaba por el lugar.

No era tan grande y había pocos muebles donde esconderse, entre ellos una gran cama. Los labios del joven de ojos azules se torcieron en una sonrisa de ternura al imaginarlos ocultos debajo de la cama. A pesar de estar con el sannin, seguramente seguían siendo niños. Unos aterrados y confundidos, pero ahí estaba él, Uzumaki Naruto, el héroe de los pequeños de Konoha y pronto de ese par. El rubio caminó distraídamente fingiendo que no estaba yendo hacia la cama, pero rápidamente asomó su cabeza por debajo de la misma para darles un pequeño susto a los niños y así hacerlos salir. Sin embargo, la sonrisa se le borró al oír el grito de Sasuke.

―¡Dobe cuidado! ―gritó el azabache mientras lanzaba un kunai contra el enmascarado.

Maldijo internamente no haberse dado cuenta antes de ese mocoso preparando el ataque. Sin embargo, no era lo único que habían preparado esos dos. Desde debajo de la cama surgieron varias y enormes serpientes que de inmediato se lanzaron a morder al rubio. Uchiha se acercó a socorrer a su compañero sabiendo que varias de esas eran muy venenosas y que bastaría con sólo una mordida para matarlo en cuestión de minutos. De reojo notó como aquel par se tomaba de las manos e iban en dirección a la puerta.

―Oh no, luego de lo que nos hicieron pasar no irán a ningún sitio ―gruñó Sasuke molesto con ellos por sus constantes ataques.

Usando una de sus propias serpientes consiguió envolverlos a ambos sin darles ninguna fisura para escapar. Entre Naruto y él asesinaron a las serpientes agresivas que les pusieron como trampa en poco tiempo.

―Gracias, Teme ―habló Uzumaki soltando un suspiro de alivio―. Odio a esos bichos ttebayo.

―Las serpientes no tienen la culpa de que haya gente como Orochimaru ―comentó con indiferencia mientras iban donde estaban los menores.

―¡Ustedes dos están metidos en serios problemas! ―gritó Uzumaki señalándolos con el dedo―. Deberían estar agradecidos con nosotros de salvarlos de ese hombre malo.

No recibieron respuesta alguna de ninguno de ellos y gracias a las máscaras tampoco tenían idea de las expresiones que pudieran estar poniendo. Sólo los veían allí quietos como si estuvieran muertos. Sasuke confiaba en que su serpiente fue cuidadosa y no hirió a ninguno de los pequeños, pero esa falta de movilidad o lucha lo estaba preocupando. Y eso podría ser precisamente lo que estaban buscando para tenderles una nueva trampa. A paso decidido, el moreno se acercó hasta ellos y les quitó las máscaras de un sólo movimiento. Había esperado encontrarse con muchas cosas, menos esa. Uzumaki siendo tan escandaloso e incapaz de guardar discreción fue el primero en expresar lo que pensaba.

―¡Son… son… tan lindos! ―gritó el rubio corriendo hacia ellos mientras acariciaba la cabeza de uno de ellos.

―¡Idiota! ―regañó Sasuke dándole un golpe en la cabeza con la palma de la mano―. Son idénticos a nosotros.

―¿Es un henge no jutsu? ―preguntó Naruto viéndolos detenidamente.

―No ―respondió tras inspeccionarlos con el sharingan sin detectar ningún ninjutsu o genjutsu en ellos―. Ellos son así ―suspiró Sasuke no pudiendo creer que se había topado con imitaciones del Dobe y de él, pero en versión niños―. ¿Qué son ustedes? ―demandó saber con tono serio.

Los niños se miraron entre sí y luego a donde estaban los restos del cuerpo de Orochimaru junto a las cabezas de las serpientes que Sasuke cortó. Los pequeños temblaron un poco y vieron a los adultos con miedo antes de decidirse a responder.

―Somos creaciones de Orochimaru-sama ―respondió el que se parecía a Uchiha―. Clones ―aclaró sin muchos rodeos.

―Eso explica por qué dejó de perseguirte, Teme ―habló el jinchuriki mirando al otro―. ¡Tenía su propio Sasuke chiquito para él! Qué envidia ttebayo ―agregó en un tono bajo refunfuñando por eso.

El moreno mientras tanto pensaba en los hechos transcurridos hasta el momento. Cuando tenía doce años, el sannin intentó que abandonara Konoha para irse con él a entrenar y hacerse poderoso. Para su fortuna, Naruto le había roto brazos y piernas, tal y como le advirtió en el Valle del Fin, y se lo llevó a rastras a la aldea. Eso no sentó para nada bien al hombre reptil, quien siguió intentando llevárselo de maneras cada vez más agresivas. Hasta que un día simplemente se detuvo. Dejó de intentar llevárselo fuera por las buenas o las malas. Simplemente intentaba matarlo cuando coincidían en el mismo sitio por alguna misión o cuando a él le tocaba ir a rescatar a los shinobis secuestrados para sus retorcidos experimentos. Ahora entendía las palabras dichas durante la batalla. Estaba esperando que esos niños crecieran.

―Ahora son libres de Orochimaru ―comentó Sasuke sin saber bien qué otra cosa decirles a esos asustados niños.

―Ahora estamos solos. No tenemos dueño ―afirmó el clon rubio viendo a su compañero con atención y pronto recibió una mirada de esos pequeños ojos negros.

―Nos eliminarán seguramente. Ya no somos útiles ―comentó el clon de Sasuke mientras agachaba un poco la cabeza.

Uzumaki no podía soportar ver esa carita triste. Principalmente porque era la misma cara de su Teme. Siempre sintió culpa por no haberle dado consuelo o palabras de aliento cuando estuvo solo. Ahora tenía a ese pequeño clon pasando una situación similar. Era como ver a sus “yos” del pasado delante suyo. Dos niños solos, abandonados y asustados sin saber qué les deparaba el futuro. El instinto protector de Naruto se activó de inmediato queriendo ser quien cuidara de los pequeños. Sin embargo, nada más acercarse un paso, ambos se encogieron en su sitio. Debido al agarre de la serpiente de Uchiha no podían huir o luchar, pero seguramente habrían hecho alguna de ellas de tener un poco más de libertad. Primero lo primero: debía calmarlos y ganar la confianza de ellos.

―Escuchen, niños con nosotros están a salvo ahora. Los llevaremos a Konoha, les daremos comida, una casa… ―dijo Naruto intentando hacerles ver todo lo bueno que les esperaba.

―Todo eso nos lo daba Orochimaru-sama ―murmuró el clon de Sasuke recibiendo un asentimiento del clon rubio.

―Pero él era una mala persona que lastimaba a otros ―aclaró el rubio mayor con una sonrisa forzada.

―Ustedes lo lastimaron a él, ¿son los malos? ―preguntó el pequeño de ojos azules viéndolo seriamente.

―Deben serlo, vinieron a nuestra casa y mataron a muchos, incluyendo a nuestro creador ―opinó el niño de cabellos ébanos.

―¡Están entendiendo mal! ―exclamó el jinchuriki con los nervios de punta por ser rebatido por un par de simples niños―. Entiendo que nos tengan miedo, pero verán, Orochimaru era una mala persona y a veces las buenas personas como nosotros ―dijo señalando a Sasuke quien seguía con su mutismo―. Debemos tomar medidas extremas para proteger a los débiles y eso a veces incluye matar a los malos. No deben sentirse mal por ese bastardo, él nunca hizo nada bueno en su vida. Todo lo que hacia era con fines malvados ttebayo.

―Nos hizo a nosotros ―comentó el clon de ojos negros viéndole indiferente―. ¿Somos algo malo?

―Debemos serlo ―secundó el pequeño de marquitas en la cara viendo a su compañero―. ¿Oíste su voz? Nos odia nada más por existir ―aseguró el niño viendo de mala manera a su “versión adulta”.

Pese a estar charlando “tranquilamente” el clon de Naruto estaba muy alerta. No había pasado desapercibido para sus ojos la manera en la que ese adulto rubio no despegaba la mirada de SU compañero. Orochimaru les había advertido que existían adultos con malas intenciones hacia ellos, especialmente por ser niños. El sannin les dejó dicho que si veían esas intenciones extrañas mataran sin dudar a quien quisiera pasarse de listo y así lo hacían. Jamás dejaron que ninguna persona sospechosa les pusiera la mano encima y eso les había conseguido felicitaciones del mayor. Mientras eso sucedía, el jinchuriki se sentía en crisis. Intentaba calmar a esos niños y ganarse su confianza, pero todo lo conseguía era hacer que le temieran más.

―Nos van a destruir ―dijo el pequeño moreno mirando a su compañero quien le dio un leve asentimiento.

―No debemos darles ese gusto ―declaró antes de intentar morderse la lengua al igual que el otro clon.

Sin embargo, quedó en el intento nada más gracias al sharingan de Sasuke. Él estuvo vigilando cada acción de esos dos al mismo tiempo que oía los patéticos intentos de Naruto por ganárselos. Los dejó inconscientes con un pequeño genjutsu que los hizo dormir de manera indolora. El rubio, quien seguía enmarañado con sus propios pensamientos, el ver a los pequeños fuera de combate le reclamó al otro. La serpiente comenzó a desenvolverse de los menudos cuerpos dejando a Uzumaki alzar en sus brazos a ambos.

―¡Teme! ―llamó con un tono de reclamo muy evidente―. Ya casi los convencía de que somos los buenos ttebayo.

―No ―negó Uchiha tranquilamente mientras les abría la boca inspeccionando que no hayan logrado lastimarse la lengua―. Iban a suicidarse.

―Oh qué tiernos ―exclamó el blondo al ver cómo aun inconscientes seguían con sus manitos unidas por los dedos índice y corazón―. Deben haber unido sus manos mientras estaban aprisionados.

―¡Dobe! ―llamó Sasuke con seriedad―. Te estoy diciendo que pretendían suicidarse, ¿no te preocupa que nuestros genes puedan ser de masoquistas?

―¿Y a ti sólo te preocupan los genes? ―cuestionó Naruto mientras acomodaba a los niños uno en cada brazo que él tenía―. Estos pequeños deben haber vivido un infierno y tal vez ni siquiera lo sepan. El verlos tomados de la mano me da esperanza de que se estuvieron apoyando todo este tiempo.

―Bueno eso es verdad ―concordó Uchiha sabiendo que al menos tenían un compañero para soportar a Orochimaru y sus retorcidas ideas y juegos.

―Además… ―agregó Uzumaki―. ¿No te provoca ternura ver que mi clon y tu clon están tan unidos?

―Usuratonkachi ―regañó con un pequeño sonrojo apenado por esas palabras en posible doble sentido.

El blondo tenía una gran sonrisa plasmada en los labios al tener tanto éxito en esa misión. Lograron asesinar a Orochimaru y volvían con un “botín”. Le dio un beso en la frente a cada niño en sus brazos murmurando múltiples promesas sobre darles todo lo que él no tuvo de niño. Ya tenía decidido conservarlos cerca suyo, pero era un tema a tratar con Sasuke. Esperaba convencerlo, aunque no tenía demasiadas esperanzas en ello por conversaciones anteriores. El mencionado solamente siguió al otro vigilando que no hubiera algún otro enemigo por allí, pues para su extrañeza no habían visto a Kabuto. Esperaba que ese tipo hubiera sido asesinado por algún otro ninja. De preferencia uno de poca monta sólo para reírse de su patético final, pero para su desgracia el de anteojos sabía luchar muy bien y como las cucarachas, no se moría fácilmente.

―¡Muero por ver las caras de todos cuando les presente a nuestros pequeños! ―exclamó Naruto con gran alegría.

Sasuke simplemente asintió y guardó silencio. No quería arruinarle aquella euforia con la dura realidad. Los niños no se equivocaban al decir que serían destruidos. Existía una alta posibilidad que ese fuera su destino por haber sido creados por el sannin. Era injusto, sabiendo que ellos eran niños asustados que no tenían culpa alguna por la manera en la que fueron traídos al mundo. Sin embargo, quería creer que estarían bien y se les permitiría vivir.

―¡Hay una persona que perderá la cabeza al verlos! ―gritó repentinamente el jinchuriki sacando a su compañero de sus pensamientos.

―Oh cierto ―dijo Uchiha cerrando los ojos por breves momentos―. Seguro que los amará cuando los vea o vendrá a terminar de destruir lo que queda de Orochimaru.

 

CONTINUARÁ… 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado este primer capitulo de mi aporte para el MCM day. Ahora que ya ha terminado juio intentaré centrarme en actualizar las historias que tengo pendientes. Quería cumplir mis aportes para las dinámicas del fandom SNS, y de este julio solo me faltó el del cumpleaños de Sasuke y Charasuke y un NS Day.

 

Estoy feliz de poder haber contribuido aunque fuera con los primeros caps de las historias XD 


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